20/04/05
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VÁZQUEZ RATIFICÓ COMPROMISO DE CONSTRUIR UN SISTEMA NACIONAL INTEGRADO DE SALUD

El Presidente Vázquez exhortó a la sociedad uruguaya a alcanzar lo que calificó de utopía concreta, al ratificar su decisión de construir un nuevo sistema asistencial, porque "la salud es un asunto ético y una cuestión de ciudadanía", dijo.

El Presidente de la República, Tabaré Vázquez, participó este miércoles de la VI Asamblea Anual de la Asociación de Antiguos Alumnos del IEEM, la escuela de negocios de la Universidad de Montevideo, que tuvo lugar en el Sheraton Montevideo Hotel.

Dicha Asociación promueve y encauza el desarrollo de actividades de formación permanente entre empresarios y directivos.

La Asamblea Anual es el evento central de las actividades de la Asociación, donde se da comienzo al ciclo con diversas conferencias y coloquios sobre temas de actualidad e interés general.

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ VÁZQUEZ, EN LA IV ASAMBLEA DE ANTIGUOS ALUMNOS DE LA IEEM, ESCUELA DE NEGOCIOS DE LA UNIVERSIDAD DE MONTEVIDEO

PRESIDENTE VÁZQUEZ: Muy buenas noches para todos ustedes. Señor Rector de la Universidad de Montevideo, doctor Mariano Brito, señor Decano del Instituto de Estudios Empresariales, contador Pablo Regent; docentes, alumnos y ex alumnos de esta casa de estudios, señoras y señores:

Les agradezco la invitación cursada para participar en esta IV Asamblea de Antiguos Alumnos del Instituto de Estudios Empresariales de la Universidad de Montevideo, así como la hospitalidad con la que me han recibido.

En rigor de la verdad, esta invitación fue cursada antes de las últimas elecciones de octubre del año pasado, estábamos en plena campaña electoral y por razones obvias no pudimos -como hubiera sido nuestro deseo- concurrir a un encuentro con todos ustedes. Se reiteró luego la invitación en el mes de diciembre y, bueno, hoy aquí estamos con mucho gusto.

Quiero decir que adjudico especial importancia a este tipo de actividades. No sólo por lo que ellas expresan en términos estrictamente académicos, sino además por lo que también significan como instancias de encuentro y diálogo entre personas que ayer estudiaron en esta casa, que hoy se desempeñan en los más diversos ámbitos de la vida del país y que, como profesionales y ciudadanos uruguayos, se sienten comprometidos con el destino de nuestra nación, con el destino de nuestro país.

Ahora bien, las naciones -como ustedes saben muy bien- son proyectos, pero también son procesos; son compromisos pero también son acciones.

Precisamente, por estas razones, he considerado pertinente centrar mi exposición en una temática que hace a este Instituto, a sus egresados, a la sociedad, por supuesto también al gobierno; en fin, al país en su conjunto: me refiero a la articulación público-privada en política de salud.

El título en sí puede parecer un tanto abstruso, pero la realidad a la que refiere y el norte al que punta son bastante menos ostentosos.

En efecto, la salud, como ustedes saben muy bien, no es una ostentación, es un derecho que hace a la calidad y dignidad de vida de la gente.

La salud es mucho más que la ausencia de enfermedad y que un ministerio; es un asunto ético y una cuestión de ciudadanía.

Amigas y amigos, en materia de servicios de salud no hay fórmulas mágicas ni recetas infalibles para su diseño.

Un servicio de salud es, por cierto, producto de la ciencia y de la tecnología. También es producto del devenir del proceso político y social inherente a cada sociedad.

En materia de salud, los uruguayos hemos hecho mucho a lo largo de generaciones; justo es reconocerlo. Pero también es justo reconocer que en el entendido de la salud, como derecho humano esencial, como bien social y como responsabilidad del Estado, siempre es necesario hacer más.

Se puede hacer más y que nosotros, las uruguayas y los uruguayos de hoy, tenemos en esta materia varios desafíos planteados que debemos encarar en el marco de una estrategia de país, de un proyecto nacional de desarrollo productivo sostenible, que involucre a toda la sociedad uruguaya.

Me interesa destacar este marco referencial, por cuanto sería un grave error ético, político y metodológico, pretender resolver los problemas de la salud aisladamente y sin una visión estratégica.

La realidad y la utopía no son contradictorias, más bien son complementarias: la utopía convoca, la realidad impulsa.

En materia de salud, la utopía concreta que convoca no es otra más que la que asumimos como compromiso de gobierno y como estrategia de país. Y aún a riesgo de resultar esquemático, sintetizaré ese compromiso en los siguientes diez puntos:

1º) El encare de la salud como bien social, como derecho humano esencial y responsabilidad del Estado.

2º) La salud encarada con un enfoque integral que incorpora las determinantes sociales, económicas, políticas, culturales y ambientales que hacen a la calidad de vida de la población. Un enfoque integral, por cierto, pero también un enfoque integrador de la sociedad en su conjunto.

3º) La atención de la salud orientada por principios de: universalidad, continuidad, oportunidad, calidad, interdisciplinariedad y trabajo en equipo. Centralización normativa y descentralización en la ejecución, eficiencia social y económica, atención humanitaria, gestión democrática, participación social, derecho del usuario a la decisión informada sobre su situación.

4º) El cambio en el modelo de atención a la salud hacia una orientación que privilegie la prevención y la promoción, con una estrategia de atención primaria de la salud, con énfasis especial en el Primer Nivel de Atención.

5º) El cambio en el sistema de gasto y financiamiento del sector, asegurando cobertura universal, equidad y solidaridad, a través de un Seguro Nacional de Salud.

6) El cambio en el modelo de gestión, asegurando la coordinación y complementariedad de servicios en todos los niveles, la profesionalidad, la transparencia y la honestidad en la conducción de los mismos y la participación de los involucrados.

7) La afirmación del rol rector del Ministerio de Salud Pública en las políticas de salud, tanto en lo referente a su importante responsabilidad como efector de la salud, como en los aspectos de regulación y contralor.

Creo importante resaltar este aspecto, pues sin perjuicio de reconocer la importancia, sin perjuicio de reconocer la importancia del sector privado ha de reconocerse que, en materia de Salud Pública, el Estado tiene funciones esenciales e intransferibles de conducción estratégica, de gestión política, de articulación del financiamiento, organización en la provisión de servicios y evaluación de los mismos, en la vigilancia epidemiológica, etcétera.

8) La jerarquización de los trabajadores de la salud, definiendo una política de recursos humanos, y el Estatuto Único para sus trabajadores. En este marco, reconocer y estimular los equipos de salud del Primer Nivel de Atención.

9) La definición de una política del medicamento, que asegure la accesibilidad, la calidad de la medicación y la racionalización de su uso, abatiendo costos y potenciando la protección nacional.

10) La definición de una política de tecnologías cuyo norte sea controlar el ingreso y la utilización de la existente, coordinando y complementando, dando las máximas garantías de calidad y accesibilidad a las mismas; abatiendo costos, incentivando la investigación y el desarrollo nacional en esta materia.

Tal es, como dije anteriormente, la utopía concreta que nos convoca.

Y aunque la palabra utopía puede parecer en estos tiempos un tanto anacrónica, tal vez porque algunos en su alocada modernidad han perdido o han renunciado a sus propias utopías, lo cual es bastante lamentable por cierto, yo no dudo en usarla pues no concibo a la utopía como una quimera o un horizonte siempre en lontananza, sino como un objetivo realizable; por eso hablo de utopía concreta.

Ahora bien, así como hay una utopía que convoca, decíamos que hay una realidad que impulsa. Esa realidad indica que en Uruguay la cobertura de salud tiene dos componentes fundamentales: uno de ellos, la Administración de Servicios de Salud del Estado cuyas unidades asistenciales atienden a aproximadamente la mitad de la población del país.

Todos conocemos la situación de los hospitales y policlínicas dependientes del Ministerio de Salud Pública, y su funcionamiento -aún con las carencias que presentan- tiene mucho de milagro que se repite día a día, gracias al esfuerzo de los funcionarios, el apoyo de la sociedad y la comprensión de los usuarios.

Ustedes se preguntarán, ¿y el gobierno? ¿Qué hicieron los anteriores, para evitar esta situación?

Son buenas preguntas pero no nos corresponde a nosotros responderlas.

En segundo lugar, están las Instituciones de Asistencia Médica Privada y Colectiva a la que está afiliada aproximadamente la otra mitad de la población del país.

La situación de este subsistema de instituciones de asistencia privada tampoco es desconocida por todos ustedes.

Hay aquí una profunda crisis, cuyas causas van desde la errática política de salud que el país ha padecido durante los últimos quince años, hasta casos puntuales de gestión equivocada o irresponsable, pasando por la estructura misma del sistema mutual y el modelo asistencial predominante en el mismo.

Esta crisis no solamente afecta a los usuarios que han visto severamente restringido su acceso a servicios esenciales por el alto costo de tickets y órdenes, no solo afecta también a los trabajadores que han sufrido en carne propia el desempleo, la congelación salarial o el atraso en el cobro de sus salarios, sino que también cuestiona la propia viabilidad del subsistema en cuestión.

Esta es la realidad que nos impulsa, pero, ¿hacia dónde nos impulsa? ¿Hacia el precipicio? No; hacia la utopía concreta mencionada anteriormente.

Una utopía concreta que propone un nuevo concepto de lo público, que no se agota en el Estado ni se agota en el mercado.

Amigas y amigos, un sistema nacional integrado de salud implica, valga la redundancia, la articulación de estos dos componentes a los que acabo de hacer referencia.

Desde la perspectiva de gobierno, la existencia de un subsistema de instituciones de asistencia médica colectiva vigoroso, de calidad asistencial, de gestión democrática, de calificación permanente de sus recursos humanos y de complementación con un sistema público, también necesariamente optimizado, es condición sine qua non para un adecuado sistema nacional integrado de salud.

El gobierno no quiere, ni debe, ni puede, ni lo va a hacer, excluir a un sistema en razón del otro; buscará coordinar ambos sistemas, para optimizar la gestión en salud pública para los próximos años.

El Sistema Nacional Integrado de Salud que la sociedad uruguaya necesita, merece y puede construir mediante un proceso de cambios que reconozca distintas etapas.

Para la primera de esas etapas visualizamos los siguientes objetivos prioritarios:

Uno, contribuir desde el Programa de Emergencia Sanitaria al Plan Nacional de Atención a la Emergencia Social, fortaleciendo el Primer Nivel de Atención, con la conformación de un verdadero sistema de atención en este nivel.

Dos, aprobación de instrumentos legales e institucionales del Sistema Nacional Integrado de Salud y del Seguro Nacional de Salud, al que me referiré más adelante.

Tres, fortalecimiento de su sistema público, con mayores recursos y una redistribución de los existentes, tendientes a una mayor equidad en su gasto y una mayor eficiencia en el mismo.

Cuatro, jerarquizar y dignificar la Red Hospitalaria Pública, a través de un proceso de inversión sostenido para el mejoramiento de los efectores públicos de segundo y tercer nivel de atención.

Cinco, sobre esta base, los hospitales públicos podrán integrarse junto a los sanatorios de las instituciones de asistencia médica colectiva en un segundo nivel, dimensionados en función de una nueva estrategia sanitaria.

En este sentido, se establecerá la obligatoriedad de dar cuenta al conjunto de la población del resultado de las auditorías de calidad asistencial donde se establezcan los indicadores correspondientes.

Creemos que con el logro de estos objetivos estaremos avanzando hacia una mayor libertad de elección del usuario en este nivel, al mismo tiempo que se asegura un funcionamiento racional y eficiente, basado en la especialización y distribución de roles de los efectores en este nivel.

 

Amigas y amigos, permítanme ahora compartir con ustedes algunas consideraciones referidas a dos aspectos especialmente importantes en nuestro modesto punto de vista, en esta imprescindible articulación entre lo público y lo privado en un Sistema Nacional Integrado de Salud que a su vez dialogue y se integre con una estrategia nacional de desarrollo productivo sostenible.

Uno de esos aspectos es el asistencial. En este plano –en el plano asistencial- dicha articulación ha de basarse en un proceso de complementación entre las fortalezas de ambos subsistemas, tanto en el primer nivel de atención como en el segundo. En efecto, creemos que las instituciones mutuales han de integrarse al Programa de Emergencia Sanitaria y desde allí involucrarse con el Plan Nacional de Atención a la Emergencia Social que este gobierno destaca y trabaja fuertemente para llevarlo adelante.

Estimamos pertinente que las instituciones mutuales que tengan infraestructura y recursos humanos en las zonas jerarquizadas por este Plan de Emergencia Social, coordinen su labor en el marco de la red territorial que se conformará de acuerdo a los lineamientos establecidos por el Ministerio de Salud Pública. A tales efectos, se establecerá una coordinación territorial que desarrollará las siguientes actividades prioritarias:

1°) Implementación conjunta de programas de inmunización, de atención a la temática referida al estafilococo meticilino resistente, de salud sexual y reproductiva, entre otros, como forma de aunar esfuerzos para lograr el máximo impacto de los mismos.

2°) Avance de la unificación de guías o protocolos de diagnóstico y tratamiento utilizando ateneos zonales y otros mecanismos de capacitación, así como controles en la calidad de la asistencia.

3°) Elaboración de un diagnóstico de los problemas de salud en la zona, con participación de usuarios y trabajadores, abriendo nuevas posibilidades de acción conjunta para encararlos.

4º) Aplicación de un sistema de información epidemiológica referenciado territorialmente, con devolución a los efectores públicos y privados y a la comunidad, para retroalimentar la definición de prioridades locales de salud, para llevar así eficazmente a la práctica la atención primaria comunitaria.

5º) Desarrollo conjunto de un plan de promoción y de educación en salud, coordinando también con las organizaciones de la comunidad, con el sistema educativo en su totalidad y con los medios de comunicación locales, departamentales y nacionales.

6º) Análisis de los mecanismos de complementación de la labor asistencial de los distintos efectores, adecuados a la realidad local para asegurar la cobertura universal y la mayor eficiencia en el uso de los recursos.

En situaciones puntuales que así lo requieran, se convocará a las instituciones de asistencia médica colectiva a brindar cobertura en el primer nivel de atención a la población del sector público, en el marco del compromiso oportunamente asumido por el sector privado de apoyar -como han dicho que lo van a hacer- al Plan de Emergencia Social.

Asimismo, en zonas priorizadas y ante casos debidamente justificados, las instituciones de asistencia médica participarán como referentes en el segundo nivel, complementando así la capacidad del sector público.

Es por esto último que en un segundo ámbito de articulación entre lo público y lo privado, se desarrollará en el nivel hospitalario y de dotación tecnológica.

En el primer caso, el propósito es la complementación de servicios a través de la constitución de redes territoriales, departamentales, regionales y nacionales que permitan evitar duplicaciones innecesarias, que utilicen los recursos de salud de la sociedad de manera racional y con el mayor grado posible de eficiencia y de economía de escala. Ello implica desde la constitución de redes de intercambio entre ambos sectores, público y privado, hasta relaciones comerciales de servicios, basadas en los principios de transparencia en los mecanismos de compra y venta, una política de precios que excluya los abusos oligopólicos, y una política de pagos previsible y cuyos términos efectivamente se cumplan tal cual se comprometen.

En el plano tecnológico -el otro plano al que hacíamos referencia- es clave una racionalización de la tecnología existente, tanto del nivel común como de medicina altamente especializada, que se procesa –como ustedes saben- a través del Fondo Nacional de Recursos, así como una adecuada regulación de la incorporación de nuevas tecnologías, basada en el principio de la necesidad asistencial, la complementación público-privado y la evaluación global de su uso.

En síntesis, en lo asistencial apuntamos a una articulación público-privado, basada en el principio de la Red Asistencial Territorial para el primer nivel de atención y en la complementación de servicios en los niveles restantes, sin que ello signifique que en diferentes niveles de la asistencia, y como base para la mejora de la calidad de los servicios, opere la competencia entre las distintas instituciones.

Amigas y amigos, el segundo aspecto de la articulación público-privado en un Sistema Nacional Integrado de Salud, sobre el cual quiero compartir con ustedes algunas consideraciones, refiere al gasto y financiamiento de dicho sistema.

Lo venimos diciendo desde hace bastante tiempo, pero lo reitero ahora: nuestra propuesta de gasto y financiamiento en un Sistema Nacional Integrado de Salud se basa en un Seguro Nacional de Salud, articulado sobre la base de los recursos que se vuelcan al financiamiento del Sistema, en un único fondo de financiamiento que contemple tanto el aporte al mismo para la cobertura sanitaria, como el aporte del mismo a los prestadores de servicios privados o públicos.

La construcción de ese fondo de financiamiento es también un proceso, cuya primera etapa estará pautada por la estructuración de un Fondo Único Público que nuclee los financiamientos que aporta y organiza el Estado, para luego en el devenir de este proceso, en una segunda instancia, conformar un fondo global que permitirá tener una visión de conjunto de las prestaciones de salud públicas y privadas, fomentar la complementación de servicios y fortalecer las estrategias prioritarias, en especial el primer nivel de atención.

Este nuevo esquema de financiamiento y gasto reconoce además un relacionamiento no monetario entre usuarios y prestadores, donde los primeros deberían poder elegir entre quienes prestan servicios, recibiendo simultáneamente de éstos los servicios prestados.

Cabe acotar que los usuarios deberían recibir en forma progresiva, una mayor y mejor información sobre la calidad y las características de los servicios e instalaciones que los prestan, de modo tal de mejorar las condiciones que permitan optimizar la elección que los usuarios deben realizar, tener toda la información para elegir su opción.

En este sentido entonces han de articularse los financiamientos público y privado, con la creación en el marco del Ministerio de Salud Pública de un Seguro Nacional de Salud, cuyos rasgos fundamentales son:

a) Las necesidades asistenciales de la población como punto de partida para la asignación de montos al sector salud y su distribución.

b) Aporte de los usuarios en función de su ingreso familiar, con un mínimo no imponible y tasas progresivas, según ingreso y tamaño de las familias.

c) Aporte de las empresas públicas y privadas, proporcional a la cantidad de trabajadores contratados.

d) El Estado complementará dichos ingresos con un aporte presupuestal para llegar a la cifra requerida.

e) Además de ese aporte regular, en una primera etapa serán necesarias fuertes inversiones en centros de salud, policlínicas y hospitales públicos para que presten una atención adecuada, tal como se requiere y se tiene del sistema mutual.

f) Las instituciones deben recibir ingresos que les posibiliten un adecuado equilibrio entre éstos y los costos de su atención que será proporcional a la población cubierta y adecuado a los riesgos de dicha población. Ello implica el cobro de cuotas diferenciadas por prima de riesgo, según sexo, edad u otras variables.

g) Las instituciones de asistencia privada que se integren al Sistema Nacional Integrado de Salud, aceptarán instrumentar las pautas, normas y controles que el mismo resuelva, como condición ineludible para ser financiadas por el Seguro Nacional de Salud.

h) El Seguro podrá aportar financiamiento con la finalidad de fortalecer las prioridades y estrategias definidas a nivel de todo el Sistema Nacional de Salud.

i) La coordinación de recursos y prestaciones entre lo público y lo privado; se establecerán convenios de acuerdo a protocolos y aranceles definidos a nivel nacional.

j) El Seguro Nacional de Salud será administrado por una Superintendencia de Salud.

Amigas y amigos, no sé si me pasé mucho del tiempo, pero creo que de cualquier manera es tiempo de cerrar esta ya un poco extensa intervención sobre articulación público-privado en un Sistema Nacional Integrado de Salud.

Alguna reflexión final, que tal vez convendría haber hecho al principio, pero que preferimos hacer ahora. Según la Real Academia Española, el vocablo "articular", del que busqué algún sinónimo y lo encontré hace algunos minutos con un regalo que me hicieron los profesores del Instituto, según la Real Academia Española, el vocablo "articular" admite diversos significados, y uno de ellos es "unir", "enlazar". Un Sistema Nacional Integrado de Salud, en el marco de un Proyecto Nacional de Desarrollo Productivo Sostenible, tiene mucho de articular, de unir, de enlazar, tiene mucho de esperanza, de confianza, de compromiso; pero también tiene mucho de sentido de nación, de vocación democrática y de responsabilidad ciudadana. Por eso he venido a esta Asamblea, lo que constituye para mi un alto honor, porque tengo responsabilidades, pero también tengo esperanza, confianza y compromiso.

No me resigno a las dificultades ni busco excusas para renunciar a la utopía de diseñar y construir un Sistema de Salud que tenga en cuenta a todos los integrantes de la sociedad, porque para nosotros todos los uruguayos cuentan. Y también tengo confianza en ustedes, en vuestras esperanzas y en vuestros compromisos. Creo que juntos, juntos todos los uruguayos, es el esfuerzo mayor que va a realizar este gobierno, encontrar caminos de concordancia, de diálogo, de paz, de encuentro entre todos los ciudadanos, porque creo que juntos podemos hacer mucho por el Uruguay. Y a ustedes particularmente les agradezco que me hayan permitido poner algo, apenas algo, de lo mucho que podemos y vamos a hacer por nuestro país. Muchas gracias.

 
 
   
 

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