VÁZQUEZ RATIFICÓ COMPROMISO DE
CONSTRUIR UN SISTEMA NACIONAL INTEGRADO DE SALUD
El Presidente Vázquez exhortó a la
sociedad uruguaya a alcanzar lo que calificó de utopía
concreta, al ratificar su decisión de construir un nuevo
sistema asistencial, porque "la salud es un asunto
ético y una cuestión de ciudadanía", dijo.
El Presidente de la República, Tabaré
Vázquez, participó este miércoles de la VI Asamblea Anual
de la Asociación de Antiguos Alumnos del IEEM, la escuela
de negocios de la Universidad de Montevideo, que tuvo lugar
en el Sheraton Montevideo Hotel.
Dicha Asociación promueve y encauza el
desarrollo de actividades de formación permanente entre
empresarios y directivos.
La Asamblea Anual es el evento central de
las actividades de la Asociación, donde se da comienzo al
ciclo con diversas conferencias y coloquios sobre temas de
actualidad e interés general.
PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA,
TABARÉ VÁZQUEZ, EN LA IV ASAMBLEA DE ANTIGUOS
ALUMNOS DE LA IEEM, ESCUELA DE NEGOCIOS DE LA UNIVERSIDAD DE
MONTEVIDEO
PRESIDENTE VÁZQUEZ: Muy buenas noches
para todos ustedes. Señor Rector de la Universidad de
Montevideo, doctor Mariano Brito, señor Decano del
Instituto de Estudios Empresariales, contador Pablo Regent;
docentes, alumnos y ex alumnos de esta casa de estudios,
señoras y señores:
Les agradezco la invitación cursada para
participar en esta IV Asamblea de Antiguos Alumnos del
Instituto de Estudios Empresariales de la Universidad de
Montevideo, así como la hospitalidad con la que me han
recibido.
En rigor de la verdad, esta invitación
fue cursada antes de las últimas elecciones de octubre del
año pasado, estábamos en plena campaña electoral y por
razones obvias no pudimos -como hubiera sido nuestro deseo-
concurrir a un encuentro con todos ustedes. Se reiteró
luego la invitación en el mes de diciembre y, bueno, hoy
aquí estamos con mucho gusto.
Quiero decir que adjudico especial
importancia a este tipo de actividades. No sólo por lo que
ellas expresan en términos estrictamente académicos, sino
además por lo que también significan como instancias de
encuentro y diálogo entre personas que ayer estudiaron en
esta casa, que hoy se desempeñan en los más diversos
ámbitos de la vida del país y que, como profesionales y
ciudadanos uruguayos, se sienten comprometidos con el
destino de nuestra nación, con el destino de nuestro país.
Ahora bien, las naciones -como ustedes
saben muy bien- son proyectos, pero también son procesos;
son compromisos pero también son acciones.
Precisamente, por estas razones, he
considerado pertinente centrar mi exposición en una
temática que hace a este Instituto, a sus egresados, a la
sociedad, por supuesto también al gobierno; en fin, al
país en su conjunto: me refiero a la articulación
público-privada en política de salud.
El título en sí puede parecer un tanto
abstruso, pero la realidad a la que refiere y el norte al
que punta son bastante menos ostentosos.
En efecto, la salud, como ustedes saben
muy bien, no es una ostentación, es un derecho que hace a
la calidad y dignidad de vida de la gente.
La salud es mucho más que la ausencia de
enfermedad y que un ministerio; es un asunto ético y una
cuestión de ciudadanía.
Amigas y amigos, en materia de servicios
de salud no hay fórmulas mágicas ni recetas infalibles
para su diseño.
Un servicio de salud es, por cierto,
producto de la ciencia y de la tecnología. También es
producto del devenir del proceso político y social
inherente a cada sociedad.
En materia de salud, los uruguayos hemos
hecho mucho a lo largo de generaciones; justo es
reconocerlo. Pero también es justo reconocer que en el
entendido de la salud, como derecho humano esencial, como
bien social y como responsabilidad del Estado, siempre es
necesario hacer más.
Se puede hacer más y que nosotros, las
uruguayas y los uruguayos de hoy, tenemos en esta materia
varios desafíos planteados que debemos encarar en el marco
de una estrategia de país, de un proyecto nacional de
desarrollo productivo sostenible, que involucre a toda la
sociedad uruguaya.
Me interesa destacar este marco
referencial, por cuanto sería un grave error ético,
político y metodológico, pretender resolver los problemas
de la salud aisladamente y sin una visión estratégica.
La realidad y la utopía no son
contradictorias, más bien son complementarias: la utopía
convoca, la realidad impulsa.
En materia de salud, la utopía concreta
que convoca no es otra más que la que asumimos como
compromiso de gobierno y como estrategia de país. Y aún a
riesgo de resultar esquemático, sintetizaré ese compromiso
en los siguientes diez puntos:
1º) El encare de la salud como bien
social, como derecho humano esencial y responsabilidad del
Estado.
2º) La salud encarada con un enfoque
integral que incorpora las determinantes sociales,
económicas, políticas, culturales y ambientales que hacen
a la calidad de vida de la población. Un enfoque integral,
por cierto, pero también un enfoque integrador de la
sociedad en su conjunto.
3º) La atención de la salud orientada
por principios de: universalidad, continuidad, oportunidad,
calidad, interdisciplinariedad y trabajo en equipo.
Centralización normativa y descentralización en la
ejecución, eficiencia social y económica, atención
humanitaria, gestión democrática, participación social,
derecho del usuario a la decisión informada sobre su
situación.
4º) El cambio en el modelo de atención
a la salud hacia una orientación que privilegie la
prevención y la promoción, con una estrategia de atención
primaria de la salud, con énfasis especial en el Primer
Nivel de Atención.
5º) El cambio en el sistema de gasto y
financiamiento del sector, asegurando cobertura universal,
equidad y solidaridad, a través de un Seguro Nacional de
Salud.
6) El cambio en el modelo de gestión,
asegurando la coordinación y complementariedad de servicios
en todos los niveles, la profesionalidad, la transparencia y
la honestidad en la conducción de los mismos y la
participación de los involucrados.
7) La afirmación del rol rector del
Ministerio de Salud Pública en las políticas de salud,
tanto en lo referente a su importante responsabilidad como
efector de la salud, como en los aspectos de regulación y
contralor.
Creo importante resaltar este aspecto,
pues sin perjuicio de reconocer la importancia, sin
perjuicio de reconocer la importancia del sector privado ha
de reconocerse que, en materia de Salud Pública, el Estado
tiene funciones esenciales e intransferibles de conducción
estratégica, de gestión política, de articulación del
financiamiento, organización en la provisión de servicios
y evaluación de los mismos, en la vigilancia
epidemiológica, etcétera.
8) La jerarquización de los trabajadores
de la salud, definiendo una política de recursos humanos, y
el Estatuto Único para sus trabajadores. En este marco,
reconocer y estimular los equipos de salud del Primer Nivel
de Atención.
9) La definición de una política del
medicamento, que asegure la accesibilidad, la calidad de la
medicación y la racionalización de su uso, abatiendo
costos y potenciando la protección nacional.
10) La definición de una política de
tecnologías cuyo norte sea controlar el ingreso y la
utilización de la existente, coordinando y complementando,
dando las máximas garantías de calidad y accesibilidad a
las mismas; abatiendo costos, incentivando la investigación
y el desarrollo nacional en esta materia.
Tal es, como dije anteriormente, la
utopía concreta que nos convoca.
Y aunque la palabra utopía puede parecer
en estos tiempos un tanto anacrónica, tal vez porque
algunos en su alocada modernidad han perdido o han
renunciado a sus propias utopías, lo cual es bastante
lamentable por cierto, yo no dudo en usarla pues no concibo
a la utopía como una quimera o un horizonte siempre en
lontananza, sino como un objetivo realizable; por eso hablo
de utopía concreta.
Ahora bien, así como hay una utopía que
convoca, decíamos que hay una realidad que impulsa. Esa
realidad indica que en Uruguay la cobertura de salud tiene
dos componentes fundamentales: uno de ellos, la
Administración de Servicios de Salud del Estado cuyas
unidades asistenciales atienden a aproximadamente la mitad
de la población del país.
Todos conocemos la situación de los
hospitales y policlínicas dependientes del Ministerio de
Salud Pública, y su funcionamiento -aún con las carencias
que presentan- tiene mucho de milagro que se repite día a
día, gracias al esfuerzo de los funcionarios, el apoyo de
la sociedad y la comprensión de los usuarios.
Ustedes se preguntarán, ¿y el gobierno?
¿Qué hicieron los anteriores, para evitar esta situación?
Son buenas preguntas pero no nos
corresponde a nosotros responderlas.
En segundo lugar, están las
Instituciones de Asistencia Médica Privada y Colectiva a la
que está afiliada aproximadamente la otra mitad de la
población del país.
La situación de este subsistema de
instituciones de asistencia privada tampoco es desconocida
por todos ustedes.
Hay aquí una profunda crisis, cuyas
causas van desde la errática política de salud que el
país ha padecido durante los últimos quince años, hasta
casos puntuales de gestión equivocada o irresponsable,
pasando por la estructura misma del sistema mutual y el
modelo asistencial predominante en el mismo.
Esta crisis no solamente afecta a los
usuarios que han visto severamente restringido su acceso a
servicios esenciales por el alto costo de tickets y
órdenes, no solo afecta también a los trabajadores que han
sufrido en carne propia el desempleo, la congelación
salarial o el atraso en el cobro de sus salarios, sino que
también cuestiona la propia viabilidad del subsistema en
cuestión.
Esta es la realidad que nos impulsa,
pero, ¿hacia dónde nos impulsa? ¿Hacia el precipicio? No;
hacia la utopía concreta mencionada anteriormente.
Una utopía concreta que propone un nuevo
concepto de lo público, que no se agota en el Estado ni se
agota en el mercado.
Amigas y amigos, un sistema nacional
integrado de salud implica, valga la redundancia, la
articulación de estos dos componentes a los que acabo de
hacer referencia.
Desde la perspectiva de gobierno, la
existencia de un subsistema de instituciones de asistencia
médica colectiva vigoroso, de calidad asistencial, de
gestión democrática, de calificación permanente de sus
recursos humanos y de complementación con un sistema
público, también necesariamente optimizado, es condición
sine qua non para un adecuado sistema nacional integrado de
salud.
El gobierno no quiere, ni debe, ni puede,
ni lo va a hacer, excluir a un sistema en razón del otro;
buscará coordinar ambos sistemas, para optimizar la
gestión en salud pública para los próximos años.
El Sistema Nacional Integrado de Salud
que la sociedad uruguaya necesita, merece y puede construir
mediante un proceso de cambios que reconozca distintas
etapas.
Para la primera de esas etapas
visualizamos los siguientes objetivos prioritarios:
Uno, contribuir desde el Programa de
Emergencia Sanitaria al Plan Nacional de Atención a la
Emergencia Social, fortaleciendo el Primer Nivel de
Atención, con la conformación de un verdadero sistema de
atención en este nivel.
Dos, aprobación de instrumentos legales
e institucionales del Sistema Nacional Integrado de Salud y
del Seguro Nacional de Salud, al que me referiré más
adelante.
Tres, fortalecimiento de su sistema
público, con mayores recursos y una redistribución de los
existentes, tendientes a una mayor equidad en su gasto y una
mayor eficiencia en el mismo.
Cuatro, jerarquizar y dignificar la Red
Hospitalaria Pública, a través de un proceso de inversión
sostenido para el mejoramiento de los efectores públicos de
segundo y tercer nivel de atención.
Cinco, sobre esta base, los hospitales
públicos podrán integrarse junto a los sanatorios de las
instituciones de asistencia médica colectiva en un segundo
nivel, dimensionados en función de una nueva estrategia
sanitaria.
En este sentido, se establecerá la
obligatoriedad de dar cuenta al conjunto de la población
del resultado de las auditorías de calidad asistencial
donde se establezcan los indicadores correspondientes.
Creemos que con el logro de estos
objetivos estaremos avanzando hacia una mayor libertad de
elección del usuario en este nivel, al mismo tiempo que se
asegura un funcionamiento racional y eficiente, basado en la
especialización y distribución de roles de los efectores
en este nivel.
Amigas y amigos, permítanme ahora
compartir con ustedes algunas consideraciones referidas a
dos aspectos especialmente importantes en nuestro modesto
punto de vista, en esta imprescindible articulación entre
lo público y lo privado en un Sistema Nacional Integrado de
Salud que a su vez dialogue y se integre con una estrategia
nacional de desarrollo productivo sostenible.
Uno de esos aspectos es el asistencial.
En este plano –en el plano asistencial- dicha
articulación ha de basarse en un proceso de
complementación entre las fortalezas de ambos subsistemas,
tanto en el primer nivel de atención como en el segundo. En
efecto, creemos que las instituciones mutuales han de
integrarse al Programa de Emergencia Sanitaria y desde allí
involucrarse con el Plan Nacional de Atención a la
Emergencia Social que este gobierno destaca y trabaja
fuertemente para llevarlo adelante.
Estimamos pertinente que las
instituciones mutuales que tengan infraestructura y recursos
humanos en las zonas jerarquizadas por este Plan de
Emergencia Social, coordinen su labor en el marco de la red
territorial que se conformará de acuerdo a los lineamientos
establecidos por el Ministerio de Salud Pública. A tales
efectos, se establecerá una coordinación territorial que
desarrollará las siguientes actividades prioritarias:
1°) Implementación conjunta de
programas de inmunización, de atención a la temática
referida al estafilococo meticilino resistente, de salud
sexual y reproductiva, entre otros, como forma de aunar
esfuerzos para lograr el máximo impacto de los mismos.
2°) Avance de la unificación de guías
o protocolos de diagnóstico y tratamiento utilizando
ateneos zonales y otros mecanismos de capacitación, así
como controles en la calidad de la asistencia.
3°) Elaboración de un diagnóstico de
los problemas de salud en la zona, con participación de
usuarios y trabajadores, abriendo nuevas posibilidades de
acción conjunta para encararlos.
4º) Aplicación de un sistema de
información epidemiológica referenciado territorialmente,
con devolución a los efectores públicos y privados y a la
comunidad, para retroalimentar la definición de prioridades
locales de salud, para llevar así eficazmente a la
práctica la atención primaria comunitaria.
5º) Desarrollo conjunto de un plan de
promoción y de educación en salud, coordinando también
con las organizaciones de la comunidad, con el sistema
educativo en su totalidad y con los medios de comunicación
locales, departamentales y nacionales.
6º) Análisis de los mecanismos de
complementación de la labor asistencial de los distintos
efectores, adecuados a la realidad local para asegurar la
cobertura universal y la mayor eficiencia en el uso de los
recursos.
En situaciones puntuales que así lo
requieran, se convocará a las instituciones de asistencia
médica colectiva a brindar cobertura en el primer nivel de
atención a la población del sector público, en el marco
del compromiso oportunamente asumido por el sector privado
de apoyar -como han dicho que lo van a hacer- al Plan de
Emergencia Social.
Asimismo, en zonas priorizadas y ante
casos debidamente justificados, las instituciones de
asistencia médica participarán como referentes en el
segundo nivel, complementando así la capacidad del sector
público.
Es por esto último que en un segundo
ámbito de articulación entre lo público y lo privado, se
desarrollará en el nivel hospitalario y de dotación
tecnológica.
En el primer caso, el propósito es la
complementación de servicios a través de la constitución
de redes territoriales, departamentales, regionales y
nacionales que permitan evitar duplicaciones innecesarias,
que utilicen los recursos de salud de la sociedad de manera
racional y con el mayor grado posible de eficiencia y de
economía de escala. Ello implica desde la constitución de
redes de intercambio entre ambos sectores, público y
privado, hasta relaciones comerciales de servicios, basadas
en los principios de transparencia en los mecanismos de
compra y venta, una política de precios que excluya los
abusos oligopólicos, y una política de pagos previsible y
cuyos términos efectivamente se cumplan tal cual se
comprometen.
En el plano tecnológico -el otro plano
al que hacíamos referencia- es clave una racionalización
de la tecnología existente, tanto del nivel común como de
medicina altamente especializada, que se procesa –como
ustedes saben- a través del Fondo Nacional de Recursos,
así como una adecuada regulación de la incorporación de
nuevas tecnologías, basada en el principio de la necesidad
asistencial, la complementación público-privado y la
evaluación global de su uso.
En síntesis, en lo asistencial apuntamos
a una articulación público-privado, basada en el principio
de la Red Asistencial Territorial para el primer nivel de
atención y en la complementación de servicios en los
niveles restantes, sin que ello signifique que en diferentes
niveles de la asistencia, y como base para la mejora de la
calidad de los servicios, opere la competencia entre las
distintas instituciones.
Amigas y amigos, el segundo aspecto de la
articulación público-privado en un Sistema Nacional
Integrado de Salud, sobre el cual quiero compartir con
ustedes algunas consideraciones, refiere al gasto y
financiamiento de dicho sistema.
Lo venimos diciendo desde hace bastante
tiempo, pero lo reitero ahora: nuestra propuesta de gasto y
financiamiento en un Sistema Nacional Integrado de Salud se
basa en un Seguro Nacional de Salud, articulado sobre la
base de los recursos que se vuelcan al financiamiento del
Sistema, en un único fondo de financiamiento que contemple
tanto el aporte al mismo para la cobertura sanitaria, como
el aporte del mismo a los prestadores de servicios privados
o públicos.
La construcción de ese fondo de
financiamiento es también un proceso, cuya primera etapa
estará pautada por la estructuración de un Fondo Único
Público que nuclee los financiamientos que aporta y
organiza el Estado, para luego en el devenir de este
proceso, en una segunda instancia, conformar un fondo global
que permitirá tener una visión de conjunto de las
prestaciones de salud públicas y privadas, fomentar la
complementación de servicios y fortalecer las estrategias
prioritarias, en especial el primer nivel de atención.
Este nuevo esquema de financiamiento y
gasto reconoce además un relacionamiento no monetario entre
usuarios y prestadores, donde los primeros deberían poder
elegir entre quienes prestan servicios, recibiendo
simultáneamente de éstos los servicios prestados.
Cabe acotar que los usuarios deberían
recibir en forma progresiva, una mayor y mejor información
sobre la calidad y las características de los servicios e
instalaciones que los prestan, de modo tal de mejorar las
condiciones que permitan optimizar la elección que los
usuarios deben realizar, tener toda la información para
elegir su opción.
En este sentido entonces han de
articularse los financiamientos público y privado, con la
creación en el marco del Ministerio de Salud Pública de un
Seguro Nacional de Salud, cuyos rasgos fundamentales son:
a) Las necesidades asistenciales de la
población como punto de partida para la asignación de
montos al sector salud y su distribución.
b) Aporte de los usuarios en función de
su ingreso familiar, con un mínimo no imponible y tasas
progresivas, según ingreso y tamaño de las familias.
c) Aporte de las empresas públicas y
privadas, proporcional a la cantidad de trabajadores
contratados.
d) El Estado complementará dichos
ingresos con un aporte presupuestal para llegar a la cifra
requerida.
e) Además de ese aporte regular, en una
primera etapa serán necesarias fuertes inversiones en
centros de salud, policlínicas y hospitales públicos para
que presten una atención adecuada, tal como se requiere y
se tiene del sistema mutual.
f) Las instituciones deben recibir
ingresos que les posibiliten un adecuado equilibrio entre
éstos y los costos de su atención que será proporcional a
la población cubierta y adecuado a los riesgos de dicha
población. Ello implica el cobro de cuotas diferenciadas
por prima de riesgo, según sexo, edad u otras variables.
g) Las instituciones de asistencia
privada que se integren al Sistema Nacional Integrado de
Salud, aceptarán instrumentar las pautas, normas y
controles que el mismo resuelva, como condición ineludible
para ser financiadas por el Seguro Nacional de Salud.
h) El Seguro podrá aportar
financiamiento con la finalidad de fortalecer las
prioridades y estrategias definidas a nivel de todo el
Sistema Nacional de Salud.
i) La coordinación de recursos y
prestaciones entre lo público y lo privado; se
establecerán convenios de acuerdo a protocolos y aranceles
definidos a nivel nacional.
j) El Seguro Nacional de Salud será
administrado por una Superintendencia de Salud.
Amigas y amigos, no sé si me pasé mucho
del tiempo, pero creo que de cualquier manera es tiempo de
cerrar esta ya un poco extensa intervención sobre
articulación público-privado en un Sistema Nacional
Integrado de Salud.
Alguna reflexión final, que tal vez
convendría haber hecho al principio, pero que preferimos
hacer ahora. Según la Real Academia Española, el vocablo
"articular", del que busqué algún sinónimo y lo
encontré hace algunos minutos con un regalo que me hicieron
los profesores del Instituto, según la Real Academia
Española, el vocablo "articular" admite diversos
significados, y uno de ellos es "unir",
"enlazar". Un Sistema Nacional Integrado de Salud,
en el marco de un Proyecto Nacional de Desarrollo Productivo
Sostenible, tiene mucho de articular, de unir, de enlazar,
tiene mucho de esperanza, de confianza, de compromiso; pero
también tiene mucho de sentido de nación, de vocación
democrática y de responsabilidad ciudadana. Por eso he
venido a esta Asamblea, lo que constituye para mi un alto
honor, porque tengo responsabilidades, pero también tengo
esperanza, confianza y compromiso.
No me resigno a las dificultades ni busco
excusas para renunciar a la utopía de diseñar y construir
un Sistema de Salud que tenga en cuenta a todos los
integrantes de la sociedad, porque para nosotros todos los
uruguayos cuentan. Y también tengo confianza en ustedes, en
vuestras esperanzas y en vuestros compromisos. Creo que
juntos, juntos todos los uruguayos, es el esfuerzo mayor que
va a realizar este gobierno, encontrar caminos de
concordancia, de diálogo, de paz, de encuentro entre todos
los ciudadanos, porque creo que juntos podemos hacer mucho
por el Uruguay. Y a ustedes particularmente les agradezco
que me hayan permitido poner algo, apenas algo, de lo mucho
que podemos y vamos a hacer por nuestro país. Muchas
gracias.
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