10/05/05


VÁZQUEZ: NO HAY RAZÓN PARA LA LEJANÍA Y EL DESCONOCIMIENTO ENTRE NUESTROS PAÍSES Y PUEBLOS.
En un mensaje con fuerte énfasis en la paz, la soberanía, la democracia y la solidaridad, el Presidente Vázquez exhortó en Brasilia a fortalecer el diálogo y la cooperación entre Sudamérica y los Países Árabes.
“No hay razón para la lejanía y el desconocimiento entre nuestros países y pueblos”, dijo el Presidente de la República, Tabaré Vázquez, en su intervención sobre “Diálogo Político e Intercambio Cultural” en el marco de la Cumbre América del Sur - Países Árabes que tiene lugar en Brasilia.

Vázquez sostuvo en la Cumbre que este diálogo político no puede agotarse en sí mismo y que “debiera reflejarse en iniciativas concretas que beneficien mutuamente a nuestros países y signifiquen un aporte a la Comunidad Internacional”, exhortando a establecer un decidido compromiso con la paz, la soberanía, la democracia y la solidaridad.

Tras manifestar el firme rechazo a todo tipo de terrorismo, violencia y discriminación, el Primer Mandatario defendió el inalienable derecho de los países a tener fronteras estables y seguras, y ejercer en forma libérrima su soberanía y autodeterminación, así como el respeto al Derecho Internacional, entendiendo que las normas que ordenan y regulan las relaciones entre los Estados constituyen la mejor forma de garantizar la convivencia pacífica y el respeto a los Derechos Soberanos de los Pueblos, al no alineamiento bajo la hegemonía de grandes potencias y la no intervención en los asuntos internos de otros países.

Con el discurso del Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, esta mañana quedó formalmente inaugurada la Cumbre entre Sudamérica y los Países Árabes que se desarrolla en el lujoso Centro de Convenciones Ulysses Guimaraes, y cuya finalización tendrá lugar mañana miércoles.

Antes tuvo lugar una reunión preliminar de altos funcionarios con la que se abrió la Cumbre de América del Sur con los Países Árabes, que congrega en Brasilia a 34 países, cuyo objetivo es el impulsar el diálogo y la cooperación entre las dos regiones.

Los representantes de 22 países árabes y 12 sudamericanos definieron en dicho encuentro los detalles de la "Declaración de Brasilia", que el miércoles 11 firmarán los Jefes de Estado luego de tres reuniones plenarias.

La Cumbre, o Cúpula como la denominan los brasileños, se realiza a iniciativa de Brasil luego que el Presidente Lula realizara a fines de 2003 una gira por cinco países árabes.

En forma paralela a la reunión de los Jefes de Estado tiene lugar un encuentro de negocios donde participan casi 900 empresarios de ambas regiones, así como también se desarrolla un seminario económico y varias muestras de cultura árabe.

Cabe destacar que el intercambio comercial entre las dos regiones representa actualmente más de 10.000 millones de dólares anuales y se cree que en tres años se pueda incrementar a 15.000 millones. 

El gobierno brasileño montó un gigantesco operativo de seguridad para la cumbre, donde más de 9.000 efectivos tiene a su cargo la protección de las delegaciones de los 34 países asistentes a la Cumbre de Brasilia.

Mañana, jueves 11, será firmada al final del encuentro la Declaración de Brasilia y tendrá lugar una conferencia de prensa de los Jefes de Estado participantes del encuentro.

El Presidente Vázquez, una vez finalizada la Cumbre, partirá hacia Asunción para iniciar una visita oficial a la República del Paraguay.     

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ VÁZQUEZ, EN LA SEGUNDA REUNIÓN PLENARIA DE LA CUMBRE DE AMERICA DEL SUR Y PAÍSES ÁRABES, QUE TIENE LUGAR EN BRASILIA. 10/05/2005 

PRESIDENTE VÁZQUEZ: Señoras y señores delegados: Hay quienes sostienen que en materia de origen demográfico los uruguayos “descendemos de los barcos”. La realidad no es exactamente así, pero tampoco puede negarse que la sociedad uruguaya es un mosaico de españoles, portugueses, ingleses y africanos que llegaron a nuestra tierra en la época colonial.

De los italianos, franceses, eslavos, turcos, libaneses, armenios, sirios y judíos que llegaron durante la segunda mitad del Siglo XIX y la primera del XX, así como de esa amplísima diáspora de compatriotas que vivieron o viven en Argentina, Brasil, Venezuela, México, Estados Unidos, Canadá, Suecia o Australia, por citar apenas algunos países de residencia de ese Uruguay que no por ser peregrino deja de ser Uruguay.

Sabemos que la cultura es todo y hemos aprendido que la democracia es sustancialmente un pacto de culturas; un pacto de culturas que nunca será perfecto pero que siempre es perfectible; un pacto de culturas que no garantiza la felicidad pero que ofrece dignidad a la vida humana; un pacto de cultura cuya clave es la política, en tanto articulación de ese complejo pero fermental entramado de pasado, presente y futuro, de necesidades y derechos, de aspiraciones y compromisos, que es la sociedad. La política, entonces, en tanto articulación de la sociedad.

Y articulación con sentido progresista, con la gente como sujeto, con la mirada en la utopía y los pies en la tierra; articulación no para tener mas, sino para ser mejores.

Se equivoca, garrafalmente, quien crea que la gente vale lo que tiene o puede consumir, o confunda la opulencia de unos pocos con prosperidad de todos.

Se equivoca quien sostenga que la democracia es cualquier cosa que no sea una dictadura, o estime que es lo mismo tele audiencia que ciudadanía.

Amigas y amigos, sin afán de ponerse como ejemplo y darle cátedra al mundo, consciente del complejo momento histórico que vive la humanidad y de su propia realidad como país, respetuoso de la identidad de los demás pero fiel a la suya, el Uruguay quiere aportar su esperanza y su compromiso para fortalecer el diálogo y la cooperación entre América del Sur y los Países  Árabes.

Ya lo dije en la intervención anterior, pero permítanme reiterarlo: no hay razón para la lejanía y el desconocimiento entre nuestros países y pueblos.

Permítanme también decir que este diálogo político no puede agotarse en sí mismo y debiera reflejarse en iniciativas concretas que beneficien mutuamente a nuestros países y signifiquen un aporte a la Comunidad Internacional.

En tal sentido, creemos conveniente que esta Cumbre exprese enfáticamente:

Primero, su decidido compromiso con la paz, la soberanía, la democracia y la solidaridad.

Segundo, el firme rechazo a todo tipo de terrorismo, violencia y discriminación.

Tercero, el inalienable derecho de los países a tener fronteras estables y seguras, y ejercer en forma libérrima su soberanía y autodeterminación.

Cuarto, el respeto al Derecho Internacional, entendiendo que las normas que ordenan y regulan las relaciones entre los Estados constituyen la mejor forma de garantizar la convivencia pacífica y el respeto a los Derechos Soberanos de los Pueblos.

Quinto, el no alineamiento bajo la hegemonía de grandes potencias y la no intervención en los asuntos internos de otros países.

 Sexto, la reafirmación del multilateralismo como forma de fortalecer el Derecho Internacional, jerarquizando el papel de las Naciones Unidas.

Séptimo, el reconocimiento a la indivisibilidad de todos los Derechos Humanos, sean políticos sociales, económicos, civiles, culturales o de género; incluido los Derechos de Titularidad Colectiva, tales como el Derecho al Desarrollo y al medio ambiente sano.

Consecuentemente con lo anterior, consideramos que nuestro diálogo a de reflejarse también en nítidas líneas de acción tendientes a:

Uno, promover una reforma de las Naciones Unidas, para dotar a dicha organización de mayor eficiencia, democracia, representatividad y transparencia.

Dos, sumar esfuerzos en la lucha contra el hambre y la pobreza.

Tres, coadyuvar al logro de una paz justa y duradera en Medio Oriente sobre la base de la coexistencia de los Estados de Israel y Palestina.

Amigas y amigos, hay quienes, aunque ayer afirmaron que la Humanidad había llegado al fin de su historia, hoy sostienen que esa misma Humanidad vive un choque de civilizaciones.

Menuda contradicción; o será que al  invento del post modernismo se le suma el de la post historia.

En fin, allá ellos con sus dilemas para justificar lo injustificable.

Nosotros, en esta reunión, tenemos la oportunidad de demostrar que las civilizaciones no están condenadas al choque y que al historia tampoco está condenada al fin.

Que las civilizaciones pueden encontrarse, coexistir y aliarse, y que la historia continúa porque la gente la construye con ese impulso tan sustancialmente humano que son la paz, la libertad, la democracia, la justicia y la solidaridad. Muchas Gracias.

 

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