Dicho Compromiso Nacional pretende contemplar intereses diferentes y
compatibilizarlos en torno a un proyecto estratégico nacional, al
tiempo que el gobierno pone de manifiesto su voluntad de otorgar un rol
protagónico a los sectores sociales en la formulación de las políticas
públicas, estimulando un proceso orientado al mejor cumplimiento de los
grandes objetivos que se ha trazado la
administración, mediante la activa búsqueda de acuerdos y
compromisos.
En
el documento se establece claramente, y en forma inequívoca, que el
gobierno no resigna ni diluye la responsabilidad de llevar adelante su
programa de gobierno, respaldado por la mayoría de la población en las
elecciones nacionales, y que, por el contrario, se entiende que este ámbito
es un instrumento especialmente apto para cumplir con todos los
compromisos asumidos ante la ciudadanía.
I.
LA CONVOCATORIA
Alcance
y Fundamentación
El
gobierno, representado en esta instancia por el Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social y el Ministerio de Economía y Finanzas, convoca a
empresarios y trabajadores, a través de sus organizaciones
representativas, a
conformar un ámbito de trabajo conjunto, con el objetivo de
alcanzar un acuerdo plurianual en las áreas de las políticas económicas y sociales.
Este acuerdo pretende contemplar intereses diferentes y
compatibilizarlos en torno a un proyecto estratégico nacional.
Consistente
con su programa, el gobierno pone de manifiesto su voluntad de otorgar
un rol protagónico a los sectores sociales en la formulación de las
políticas públicas, estimulando un proceso orientado al mejor
cumplimiento de los grandes objetivos que se ha trazado la
administración, mediante la activa búsqueda de acuerdos y
compromisos. La participación de
los actores sociales orientada hacia la búsqueda de objetivos comunes,
asumiendo responsabilidades conjuntas,
y compartiendo información redundará en la mejor calidad de las
políticas públicas.
A
través de esta convocatoria el gobierno no resigna ni diluye la
responsabilidad de llevar adelante su programa de gobierno, respaldado
por la mayoría de la población en las elecciones nacionales. Por el
contrario, se entiende que este ámbito es un instrumento especialmente
apto para cumplir con todos los compromisos asumidos ante la ciudadanía.
El
“Compromiso Nacional para el Empleo, los Ingresos y las
Responsabilidades” no debilita ni mucho menos reemplaza el ámbito de
discusión parlamentaria, elemento básico del ordenamiento democrático
de nuestro país, sino que pretende reforzar la necesidad de alcanzar
acuerdos de amplia base para comprometer al país en una estrategia de
desarrollo común. El gobierno será uno de los signatarios del
Compromiso, y se compromete a reflejar lo acordado en la implementación
de las políticas, respetando el marco legal vigente.
La
experiencia a la que el gobierno está convocando en esta oportunidad se
inspira en un nuevo concepto de gobernabilidad que tiene por objetivo
llevar adelante las políticas públicas y los programas de gobierno en
forma más eficaz. Pretende ser un ámbito donde los actores sociales
exponen y justifican sus legitimas aspiraciones sectoriales y se ven
confrontados a la necesidad de compatibilizarlas con las
aspiraciones del resto de la sociedad.
Existen
antecedentes exitosos de países que han incursionado en experiencias de
este tipo, que partiendo de situaciones con importantes restricciones,
de similar índole a las que enfrenta nuestro país, lograron avances
muy significativos en materia de desarrollo económico y social. Es
importante establecer, no obstante, que cada experiencia nacional es
diferente y no es posible ni deseable extrapolar mecánicamente otras
experiencias a nuestra realidad. Entre los casos exitosos se encuentran
los países nórdicos europeos, cuyas experiencias constituyen una
referencia que debe ser tomada en cuenta. En estos países los acuerdos
logrados permitieron alcanzar notorias mejoras en las condiciones de
vida para la población.
En
nuestro país ha habido otros intentos de acuerdos con amplia base
social, cuyo resultado no colmó las expectativas. Pero a diferencia de
experiencias anteriores, el Compromiso cuenta con el liderazgo de las más
altas autoridades nacionales, representadas por el propio Presidente de
la República. Esto le otorga un carácter distintivo en relación a
experiencias anteriores, lo que permite alentar expectativas en cuanto
al cumplimiento de los objetivos que se pretenden alcanzar.
El
establecimiento de acuerdos iniciales en materia de diagnóstico de la
situación de partida constituye un elemento clave de los trabajos que
desarrollarán los participantes y servirá de base para edificar los
consensos. La identificación de los elementos más relevantes de la
actual situación económica y social servirá para poner de manifiesto
la necesidad de buscar entendimientos amplios que permitan embarcar a
los distintos actores en la búsqueda de acuerdos que contribuyan al
interés común.
Las
propias dificultades que se constatan en la situación de partida
generan el espacio para esta convocatoria y sirven de motivación para
la participación de los actores en la búsqueda de entendimientos.
Durante
los próximos años nuestro país deberá hacer frente a desafíos
importantes. Enfrentamos realidades sociales que nos golpean duramente y
heredamos un conjunto de restricciones que no pueden soslayarse a la
hora de concretar entendimientos amplios entre el gobierno y los actores
sociales.
El
reconocimiento explícito por parte de cada una de las partes de estas
realidades y de las restricciones por cada una de las partes es una de
las claves de la convocatoria. El gobierno identifica tres tipos de
restricciones:
i.
Las que surgen del alto endeudamiento público y que limitan fuertemente
el uso de los instrumentos de política fiscal.
ii.
Las que se originan en los reclamos sectoriales,
cuya legitimidad no se pretende poner en tela de juicio.
iii.
Las que se relacionan con la necesidad de mejorar las condiciones de
competitividad del país y con la capacidad de alcanzar los niveles de
inversión requeridos para mantener un proceso de crecimiento económico
sostenido y una mejora continua en los niveles de empleo de la población.
El
gobierno entiende que los desafíos planteados requieren que estos tres
tipos de restricciones sean consideradas simultáneamente, evitando que
la consideración de alguna de ellas individualmente termine imponiéndose
sobre las otras. Si erróneamente se optara por considerar
exclusivamente las restricciones fiscales y los desafíos competitivos
sin tomar en cuenta las legítimas aspiraciones de los actores sociales,
es probable que la viabilidad política del proyecto se vería
fuertemente cuestionada.
Entendemos
que las restricciones no deben convertirse en un fundamento para la
inacción o para rebajar los objetivos. Ellas deben ser tenidas en
cuenta en la formulación de las políticas, si se aspira a que ellas
sean eficaces. Esperamos que la “calidad de las políticas” se vea
incentivada en el marco de los acuerdos alcanzados.
El
Compromiso Nacional será la herramienta para transformar las
restricciones antes mencionadas en oportunidades para un desarrollo
sostenible. La restricción de endeudamiento podría ser la base para
lograr un uso más eficaz y eficiente de los recursos en el sector público;
los reclamos sectoriales deberían ser conocidos por toda la sociedad y
la priorización de su satisfacción establecida con reglas claras. La
necesidad de mejorar la competitividad, aumentar los niveles de inversión
y empleo constituyen desafíos y una oportunidad para establecer
acuerdos, en torno a los cuales se pueden aglutinar la sociedad
uruguaya.
II.
LA SITUACION ECONOMICA Y SOCIAL
Los
acuerdos que se procuran alcanzar entre el gobierno y los actores
sociales tienen como objetivo central avanzar en la resolución de los
principales problemas económicos y sociales que afectan a los
uruguayos, entre los que se destacan:
Magro crecimiento:
En los últimos 50 años Uruguay creció a una tasa de apenas 1% anual
per cápita, mientras que los países desarrollados y el resto del mundo
crecieron al doble. El modesto desempeño de la economía ha estado
asociado a la baja productividad y al reducido nivel de inversión. La
tasa de crecimiento no sólo ha sido decepcionante, sino que ha exhibido
marcadas fluctuaciones a lo largo de las décadas, incluyendo varios
episodios de severas caídas del nivel de actividad.
Pobreza y marginalidad: En
el período transcurrido entre 1999 y 2004 se observó un dramático
aumento de las personas en situación de pobreza. En el año 2004 más
de un millón de personas vivían por debajo de la línea de pobreza, lo
que representa casi la tercera parte de la población. La gravedad de la
situación también se reflejó en un severo incremento de la
indigencia, la cuál se triplicó en el mismo período. De ese modo, más
de 100 mil uruguayos se encontraban en situación de indigencia en 2004.
Problemas de empleo:
Como consecuencia de la crisis económica vivida entre 1999 y 2002 el
desempleo alcanzó en niveles elevados, agravando los problemas
estructurales del mercado de trabajo que se observaban previos a la
crisis. En el 2004 más de 160 mil personas estaban desocupadas. La
desocupación afecta mayormente a los sectores más desprotegidos de la
población, en especial a los hogares pobres, a los jóvenes y a las
mujeres. Debe destacarse la grave situación laboral juvenil, ya que la
tercera parte de los jóvenes menores de 25 años estaban desempleados
en 2004. Por otra parte, la
reciente crisis deterioró la calidad del empleo por el acelerado
aumento de trabajadores sin cobertura de seguridad social y por el mayor
nivel de subempleo.
Emigración: El fuerte proceso emigratorio de los últimos
años afectó fundamentalmente a las personas en edad de trabajar y con
alto nivel de calificación, generando un importante drenaje de capital
humano. Se estima que, entre 1996 y 2004, más de 100.000 personas
abandonaron el país. Como resultado de ese proceso, se observa un
progresivo envejecimiento de la población, que impacta negativamente
sobre el régimen de seguridad social.
Déficit de inversiones:
La inversión productiva se ha mantenido históricamente en niveles
reducidos en la comparación internacional. Esta situación se ha
agravado en los últimos años. En el 2004, la formación bruta de
capital representó apenas un 13% del PBI, guarismo significativamente
inferior a los registrados en la década del noventa. Este fenómeno
refleja no sólo la disminución de la inversión privada, sino también,
la contracción de la inversión pública: la inversión del gobierno
central y las empresas públicas equivalió al 2,5% del PBI en 2004,
frente a un promedio de casi 4% en la década del 90. Este reducido
nivel impide realizar las inversiones básicas en infraestructrura
necesarias para viabilizar el crecimiento económico.
Elevado endeudamiento público:
Al cierre de 2004, la deuda bruta del sector público ascendía a U$S
13:300 millones, representando casi 100% del producto bruto interno,
haciendo de Uruguay es uno de los países más endeudados del mundo. Se
estima que en el 2005 el pago de intereses absorba cerca de un 25% del
total de ingresos de la administración central, limitando los márgenes
de acción de la política fiscal.
Necesidades de financiamiento del sector público:
en los próximos años el sector público deberá procurar
financiamiento por encima de los U$S 2.000 millones anuales, a efectos
de cumplir con los vencimientos de deuda, cubrir el déficit fiscal y,
en menor medida, recomponer el nivel de reservas internacionales. Ello
deja muy vulnerable a Uruguay a la volatilidad de los mercados
financieros internacionales, e impone una conducta fiscal muy prudente
como elemento imprescindible para asegurar la sostenibilidad de la deuda
en el mediano plazo.
III.
CONTENIDO TEMÁTICO
El
eje central de la convocatoria es la búsqueda de acuerdos que sienten
las bases para un crecimiento
económico sostenido con equidad social. Una estrategia de desarrollo económico requiere
articular alternativas que conjuguen adecuadamente crecimiento
productivo e inclusión social, desterrando la falsa oposición entre
ambos conceptos.
La
estabilidad económica es una condición necesaria
-aunque
no suficiente-
para asegurar el crecimiento con equidad. El pobre desempeño de la
economía uruguaya en los últimos 50 años estuvo en buena medida
asociado al fracaso de políticas económicas inconsistentes que
terminaron atentando contra las decisiones de inversión y el desarrollo
de los proyectos productivos. La consolidación del proceso de
crecimiento económico requiere de la aplicación de políticas
macroeconómicas coherentes y sostenibles en el tiempo, y de la adopción
de reformas de largo aliento destinadas a incentivar la inversión y
reducir las vulnerabilidades estructurales de la economía uruguaya.
La
estabilidad entendida en un sentido amplio resulta también fundamental
para reducir los niveles de pobreza y mejorar la distribución del
ingreso. Las crisis recurrentes que ha sufrido nuestro país han sido el
principal mecanismo de propagación de la pobreza y de la exclusión
social. La historia enseña que se necesitan muchos años para revertir
el profundo resquebrajamiento de las estructuras sociales que se produce
durante una crisis. Por ello, además de fortalecer una red de protección
social que atienda a los sectores más vulnerables de la población, se
deben implementar políticas económicas que minimicen la ocurrencia de
situaciones críticas como las vividas en el pasado. Sin estabilidad económica, crecimiento
sostenido de la producción y una distribución más equitativa de los
frutos del crecimiento no se podrá lograr una mejora sostenida de los
niveles de vida de nuestra población.
Teniendo en cuenta las anteriores consideraciones, la política económica
deberá promover condiciones para un crecimiento sostenido del nivel de
actividad, consolidar la estabilidad fiscal y financiera, disminuir las
fragilidades estructurales de la economía y contribuir a recuperar los
niveles de bienestar social.
1.
La política fiscal
El
tamaño de la deuda pública constituye el principal factor que limita
el crecimiento y es una de las principales fuentes de vulnerabilidad de
la economía uruguaya. Tras la crisis de 2002, Uruguay se transformó en
uno de los países más endeudados del mundo. La reestructuración de la
deuda en 2003 brindó un alivio de corto plazo pero no solucionó el
problema de fondo originado en el elevado endeudamiento público. Esta
situación torna a nuestro país fuertemente dependiente de las
fluctuaciones de los mercados de capitales y de las condicionalidades
que establecen los organismos multilaterales de crédito.
La política fiscal
procurará reducir gradualmente el cociente deuda - producto hasta
niveles sustentables. En
la actualidad, la consolidación fiscal constituye el principal
instrumento para disminuir la incertidumbre macroeconómica, y resulta
un factor clave para mejorar las perspectivas de crecimiento de la
economía uruguaya a largo plazo. Un menor peso de la deuda en términos
del producto permitirá alivianar la carga de intereses, garantizar el
acceso continuo a los mercados de capitales y disminuir la tasa de
riesgo soberano, al tiempo que posibilitará un incremento del gasto con
orientación social y del nivel de inversión en capital físico y
humano.
El logro de ese objetivo
exige un elevado superávit fiscal primario durante un período
prolongado. El proceso de consolidación fiscal se debe sustentar en una política
prudente en el manejo del gasto público y en la implementación de
reformas fiscales tendientes a incrementar el ahorro público. Las
restricciones fiscales condicionan las posibilidades de reducir la carga
tributaria en el corto plazo.
Política fiscal anticíclica. La reducción de la relación deuda–PIB
permitirá administrar la política fiscal en forma contracíclica. La
Ley de Presupuesto para el período 2006–2010 deberá incluir reglas y
procedimientos que aseguren un manejo anticíclico del gasto público.
De este modo, se generarán ahorros cuando la actividad económica sea
alta, de modo de poder sostener el nivel de gasto y proteger la red de
seguridad social cuando la economía entre en recesión, manteniendo la
confianza de los inversores y el acceso a los mercados de capitales. La
institucionalidad de estos procesos no solo facilitará buenas prácticas
de gobierno, sino que dará credibilidad al compromiso fiscal asumido.
2. La reforma
impositiva
Uruguay presenta un nivel relativamente elevado de carga tributaria en
comparación con países de similares niveles de ingreso per cápita,
por lo que no parece recomendable
aumentar los impuestos. Los mayores esfuerzos en esta área deben
estar dirigidos al control de la evasión y a la formalización de las
actividades económicas.
Las reformas en materia de
la administración tributaria resultan claves para fortalecer la
recaudación impositiva. Entre
las mismas adquieren
particular relevancia la modernización de la Dirección General
Impositiva, la mejora en el
cumplimiento de los aportes previsionales al Banco de Previsión Social
mediante el combate al empleo no registrado y la sub-declaración de
ingresos, y la coordinación entre las diferentes instituciones
recaudadoras (DGI, BPS y DNA).
La reforma tributaria que impulsa el gobierno tiene por objetivos primordiales: i) promover
una distribución más equitativa de la carga tributaria dándole mayor
participación a la imposición directa; ii) mejorar la eficiencia del
sistema, y iii) generar un adecuado estímulo a la inversión
productiva. Para ello se buscará simplificar el sistema tributario
actual, reduciendo el número de impuestos y eliminando los impuestos
distorsivos de baja recaudación; se revisarán las excepciones y
exoneraciones actualmente existentes, y se introducirá en forma gradual
el impuesto a la renta de las personas físicas.
Los
cambios en el sistema tributario permitirá ampliar la base de recaudación
y reducir significativamente la evasión. La implementación de la
reforma se hará en forma gradual, poniendo un especial cuidado en la
situación de las finanzas públicas, avanzando en la reducción de la
imposición indirecta en la medida que se genere espacio fiscal para
ello.
3.
La equidad social: prioridades del gasto público
La concreción del plan de gobierno en el marco de la restricción
fiscal vigente implica necesariamente la reasignación
del gasto público y una clara priorización de objetivos.
El deterioro de las condiciones sociales determina que los esfuerzos
fiscales se centren en dar respuestas específicas e inmediatas a
situaciones urgentes que enfrenta una parte muy significativa de la
población, sin por ello descuidar la dimensión de las políticas
sociales como componentes de una estrategia de desarrollo económico.
En este contexto se ha diseñado un programa para atender la emergencia social, el que a través de
acciones de asistencia y promoción procurará satisfacer las
necesidades básicas de los sectores más débiles y desprotegidos de la
sociedad y mejorar su potencial para la inserción económica y social.
La inversión en capital humano es fundamental para aumentar las
perspectivas de crecimiento de nuestro país. La educación es también
un mecanismo esencial para la integración social. Se deberá por tanto priorizar
la asignación de recursos fiscales hacia el sistema educativo para
el logro de los siguientes objetivos: avanzar en la universalización de
la educación inicial, extender las escuelas de tiempo completo,
universalizar el ingreso y egreso al ciclo básico, fortalecer la red de
protección social otorgada a través de la educación primaria y
secundaria (alimentación, transporte, salud), y potencializar la
educación técnico profesional.
Las
políticas de ajuste en los últimos años determinaron una fuerte
reducción de la inversión pública, la cual se encuentra en niveles
que comprometen el crecimiento económico futuro. Es necesario buscar
por tanto un espacio fiscal para realizar inversiones públicas en infraestructura
que complementen las decisiones de inversión del sector privado.
La política salarial del sector público deberá ser compatible con las
prioridades arriba señaladas.
Los aumentos en las remuneraciones de los
empleados estatales deberán estar acotados por la evolución de los
ingresos del gobierno y por la necesidad de priorizar el Plan de
Emergencia, los gastos sociales (particularmente en educación), los
salarios más bajos en la administración central y las inversiones
indispensables en materia de infraestructura.
4. Las reformas del
sistema previsional
En los próximos años las finanzas públicas se verán presionadas por
el aumento de las pasividades. Contener el déficit del sistema de
seguridad social resulta fundamental a los efectos de asegurar la
sostenibilidad de las cuentas públicas y liberar recursos para fines
definidos socialmente como prioritarios.
Hay aspectos del diseño de la reforma del sistema previsional de 1996
que ameritan ser revisados a la luz de la dinámica laboral y demográfica
de la población uruguaya. Algunos
parámetros del sistema previsional deberán ser modificados.
Concretamente, se debe propiciar los ajustes pertinentes en la edad de
jubilación y la posible reducción de los años de aporte al sistema.
Los eventuales cambios en la edad de jubilación podrían implantarse en
forma gradual, considerando debidamente a los trabajadores próximos a
jubilarse, como se ha hecho en muchos países.
La reforma constitucional de 1989 estableció la indexación total de
las pasividades al Indice Medio de Salarios. Debido a este mecanismo,
los aumentos de los salarios reales de los trabajadores terminan
impactando negativamente sobre el resultado fiscal. La indexación de
las pasividades ha sido uno de factores determinantes del comportamiento
procíclico del gasto público. Teniendo en cuenta lo anterior, y a la
vista del proceso de envejecimiento de la población agravado por la
fuerte emigración de los últimos años, se
deberán evaluar los distintos factores que intervienen en la
determinación de las pasividades, siguiendo los esquemas adoptados
por muchos países de ingresos medios y altos.
Mediante la generación de ahorros las reformas del sistema previsional
permitirán liberar recursos para financiar, por ejemplo, programas de
protección social a grupos vulnerables, programas de inserción laboral
de los jóvenes, o considerar posibles reducciones en las cargas
laborales, incentivando así la creación de empleos en el sector formal
de la economía.
Las reformas de las cajas policial, militar y bancaria son igualmente
críticas para limitar los pasivos contingentes del Estado y mejorar la
sostenibilidad intertemporal de las cuentas públicas.
5. La reforma del
Estado
Resulta importante alcanzar un acuerdo entre el gobierno y los actores
sociales sobre una reforma del
Estado que permita elevar el rendimiento de los recursos fiscales
disponibles para satisfacer las agudas necesidades en materia social
y las deficiencias en materia de infraestructura pública.
Las carencias en estas áreas se ven agravadas por las
significativas ineficiencias y las filtraciones propias de una
institucionalidad débil y permeable a los intereses particulares.
Reformar el Estado para mejorar su desempeño es un imperativo para
cualquier sociedad que aspire a avanzar en el crecimiento y la equidad.
El Estado y sus instituciones están para servir a la ciudadanía y
manejar adecuadamente los recursos de los contribuyentes.
La eficiencia en la administración pública es una condición
necesaria para el avance de cualquier estrategia de desarrollo,
independientemente del rol que en ella se asigne al Estado. Tanto en un
Estado minimalista, desarrollista, regulador, o benefactor, las
instituciones públicas deben ser capaces de cumplir eficazmente las
funciones que les sean asignadas.
La aprobación del presupuesto quinquenal representa una oportunidad única
para mejorar la eficiencia y eficacia de la gestión pública,
establecer claramente las prioridades en el gasto público y
reposicionar estratégicamente al sector público para adaptarlo a las
necesidades actuales de la sociedad. Los principales aspectos de mejora
de gestión a ser contemplados en la Ley
de Presupuesto son: i)
iniciar un proceso para la introducción de mecanismos de remuneración
por desempeño en el sector público, aunado a un sistema objetivo de
calificación ii) profesionalizar la función pública, estableciendo el
mérito como criterio fundamental para el ingreso y la promoción en el
sector público y, iii) establecer un sistema de control de gestión
ligado al presupuesto, capaz de generar los incentivos adecuados y
servir de mecanismo de rendición de cuentas de los empleados públicos
a la ciudadanía.
Las metas del sistema de evaluación por desempeño que reflejen
eficacia, eficiencia y calidad deberán hacerse públicas para que la
población en general pueda evaluar el desempeño de cada una de las
unidades ejecutoras en forma adecuada.
Otro aspecto a mejorar es el
sistema de compras del Estado. Un régimen de compras estatales
eficiente no sólo es crucial para reducir el gasto público mediante al
obtención de mejores precios a través del llamado a licitación y
pagos al contado, sino que también, puede ser un instrumento valioso
para promover otros objetivos de la política económica, como el
aumento de la competencia, la mejora de la calidad en la producción de
bienes y servicios, la promoción de las PyMEs,
el fomento del empleo y los incentivos a la innovación tecnológica.
Asimismo, es necesario encarar reformas
de fondo en las empresas públicas que reduzcan los costos
operativos y conduzcan a una mayor eficiencia. Esto permitirá reducir
las tarifas que pagan los usuarios y mejorar la calidad de los servicios
brindados por las empresas públicas, al tiempo que prepararía a las
mismas para una mayor competencia.
6. La política de
empleo
El desempleo es la principal polea de propagación de la pobreza y la
exclusión social. La existencia de un alto nivel de desocupación
contribuye a consolidar relaciones laborales informales que ponen en
peligro la cohesión social. Un objetivo primordial de la política económica
consiste en aumentar sostenidamente la cantidad de empleo y mejorar
paulatinamente la calidad de los puestos de trabajo. Para ello se hace
indispensable una estrategia de crecimiento sostenido basada en la
inversión productiva, mayores niveles de educación, capacitación e
innovación tecnológica.
La articulación de las políticas, responsabilidades y beneficios de
los diferentes agentes económicos que participan en el proceso
productivo, es decir el Estado, los trabajadores y los empleadores
resulta una requisito imprescindible para lograr el objetivo prioritario
de generación de más y mejor empleo.
A los efectos de promover el desarrollo armónico de las relaciones
laborales se instaló un ámbito de negociación colectiva y de
participación a través de los Consejos
de Salarios a comienzos de mayo de este año. El compromiso social
que se propone complementa y amplía este ámbito de negociación
tripartita. A través de esos acuerdos se persiguen los objetivos de
generación y estabilidad del empleo, en conjunto con el incremento de
los ingresos de empleados y empleadores. A esos efectos, resulta crucial
que las partes acuerden criterios
equitativos de retribución de los factores productivos capital y
trabajo. Este ámbito de negociación deberá también contribuir a
una mayor formalización de las relaciones laborales y una importante
disminución del trabajo no registrado y subremunerado.
En el corto plazo el gobierno implementará programas de promoción de las microempresas buscando alcanzar tres
objetivos: i) mayor inclusión social, ii) mayor formalización y iii)
aumento de las exportaciones de las PyMEs.
Como estrategia de largo plazo, para mejorar las condiciones de trabajo
y de la calidad del empleo, el gobierno apunta, por un lado, a
instrumentar una estrategia de
innovación, investigación y desarrollo tecnológico orientada a la
creación de puestos de trabajo de mayor calidad y con un mayor valor
agregado sobre la producción nacional. Por otra parte, dado que los
estratos que muestran un menor nivel educativo son los que presentan una
mayor vulnerabilidad frente al desempleo, la estrategia para promover
una mejora estructural en el mercado de trabajo está estrechamente
vinculada al fortalecimiento del
sistema educativo en todas sus dimensiones.
A los efectos de perseguir el objetivo de crear más y mejor empleo el
gobierno procurará consolidar un clima propicio para la inversión
productiva tanto en capital físico como en capacitación de los
recursos humanos. Adicionalmente, el gobierno promoverá políticas destinadas a incentivar la creación de empleos a través de una
reorientación del gasto hacia una mayor inversión pública, dispondrá
incentivos tributarios, apoyará la conformación de pequeños
emprendimientos productivos, en tanto que orientará sus contrataciones
considerando como contrapartida cierto grado de utilización de recursos
humanos. Por otra parte, el gobierno buscará perfeccionar
el sistema de seguro de desempleo, así como desempeñar un rol más
activo en referencia a las acciones que apoyan la reinserción del
desocupado.
El gobierno promoverá acciones para respaldar la reinserción e
integración social de aquellos desocupados que presentan un mayor nivel
de exclusión, que al provenir de los hogares de extrema pobreza padecen
de un severo deterioro de sus condiciones de vida y de sus capacidades.
Las políticas contemplarán especialmente la inserción laboral de las mujeres, los jóvenes y los jefes de hogar. En este sentido, en
el marco del Plan de Emergencia se prevé la creación de núcleos de
empleo para los sectores más carenciados, en especial dirigidos a las
jefas de hogar desempleadas o con problemas de empleo, los jóvenes con
bajo nivel educativo que no asisten al sistema y los adultos mayores con
problemas de empleo y dificultades para reconvertir su profesión.
7.
Políticas financieras
El sistema financiero ha sido otro “talón de Aquiles” de la economía
uruguaya debido a debilidades estructurales originadas en el altísimo
nivel de dolarización, el marcado cortoplacismo de los depósitos, los
severos problemas de gestión de la banca pública, la insuficiente
regulación bancaria y una débil supervisión. Estos problemas se han
reflejado en recurrentes crisis sistémicas y en costosos salvatajes de
bancos.
Las reformas en el sistema financiero son necesarias
para asegurar el crecimiento sostenido de la economía.
El crédito bancario y los mercados de capitales están llamados a jugar
un papel fundamental en la financiación de nuevas inversiones, que son
la columna vertebral de la generación de empleos y del crecimiento.
Actualmente, como resultado de la crisis de 2002, el sistema bancario
no está cumpliendo con su misión de intermediar los ahorros de los
uruguayos hacia inversiones productivas. Para fortalecer el sistema
bancario y promover la intermediación son necesarias acciones
que contribuyan a aumentar la confianza de los agentes económicos y
generar los incentivos adecuados al interior del sistema.
Más allá
de los avances que se han logrado en los últimos dos años en la
supervisión y el funcionamiento del sistema financiero, existen todavía
temas pendientes de solución que deberán ser encarados a los efectos
de reducir la vulnerabilidad del sistema financiero uruguayo. Las
principales acciones a desarrollar en esa materia se refieren a:
·
Finalizar la reestructura del Banco República y del Banco Hipotecario. La banca pública tiene un peso relevante en el sistema bancario y
puede constituirse en un instrumento crucial para fomentar el desarrollo
económico. Para ello es necesario contar con instituciones públicas sólidas
y confiables. El proceso de fortalecimiento de los bancos públicos pasa
por la mejora de las capacidades de gerenciamiento, la disminución de
los costos operativos, la eliminación de los descalces de plazos y
monedas, y la aceleración del proceso de recuperación de la cartera
morosa.
·
Diferenciar claramente los roles comerciales y de fomento del BROU, incluyendo en el presupuesto los subsidios derivados de los préstamos
de fomento. El Banco República deberá atender los proyectos vinculados
a las PyMEs que por sus características son dejados de lado por el
sistema bancario privado.
·
Avanzar el proceso de reestructuración del endeudamiento interno
basado en el tratamiento caso por caso y la diferenciación entre
buenos y malos deudores. Se deben acelerar las acciones
judiciales sobre los deudores morosos crónicos y considerar propuestas
de refinanciación para los deudores que manifestaron voluntad de pago.
Los proyectos con viabilidad económica refinanciados podrán ser
nuevamente sujetos de crédito.
·
Fomentar el desarrollo de instrumentos en Unidades Indexadas para la captación de ahorro y para el otorgamiento de préstamos a
las unidades productivas cuyos ingresos están atados a la evolución de
la moneda nacional.
·
Mejorar la regulación
-apuntando a limitar los
riesgos del negocio bancario- y la supervisión del
sector financiero dotando de mayor autonomía
al regulador. Las funciones de regulación y supervisión deberán
concentrarse en una única entidad que controle a todos los agentes que
participan de los mercados financieros (bancos, aseguradoras, AFAP,
bolsa de valores, etc.)
·
Implementar el seguro de depósitos.
Este régimen ayudará a aumentar la confianza entre los pequeños
depositantes, permitirá evaluar los riesgos del sistema a partir del
pago de primas basadas en el riesgo relativo de cada banco, al tiempo
que limitará los costos sociales derivados de las quiebras bancarias.
8. Política
monetaria y cambiaria
La economía uruguaya sufrió un proceso de inflación crónica en los
últimos 50 años que provocó severas distorsiones en la localización
de los factores productivos y tuvo consecuencias negativas en la
distribución del ingreso. La inflación es un impuesto que terminan
pagando los trabajadores y los sectores más débiles de la población
con ingresos fijos o aquellos que directamente no perciben ingresos
monetarios.
La baja de la inflación ha tenido un costo importante para la sociedad
uruguaya. Cuando la economía se encontraba en una senda de elevada
inflación, las políticas económicas destinadas a controlar el flagelo
inflacionario terminaron provocando recesiones y pérdidas de puestos de
trabajo. Es por esa razón que resulta
relevante mantener los bajos niveles de inflación alcanzados, e
incluso, avanzar hacia objetivos de tasas de inflación aún más bajos.
La política monetaria del Banco Central busca alcanzar los objetivos
de inflación definidos en acuerdo con el gobierno mediante el manejo de
los instrumentos monetarios a su disposición. El BCU cuenta con autonomía
para el manejo de dichos instrumentos.
El régimen cambiario
adoptado se basa en el mantenimiento de un tipo de cambio flotante. Este sistema otorga una mayor flexibilidad a una economía pequeña y
abierta como la uruguaya para enfrentar shocks adversos originados en el
exterior, al tiempo que permite reducir los movimientos especulativos de
capital. Por otra parte, el régimen cambiario elegido resulta funcional
al esfuerzo de desdolarización de la economía uruguaya.
La volatilidad excesiva del tipo de cambio resulta perjudicial para las
decisiones de inversión de los agentes económicos y para la
estabilidad de los flujos comerciales. La evolución del tipo de cambio
real también puede generar desequilibrios agudos en la cuenta
corriente, afectando la competitividad del sector exportador e
incentivando los flujos especulativos de capital. En el marco del actual
régimen cambiario se deberán buscar mecanismos de manejo de la política
macroeconómica que contribuyan a limitar las fluctuaciones del tipo de
cambio real respecto a sus valores de equilibrio.
9. Política de
inserción internacional
La estrategia de crecimiento sostenido con equidad requiere la generación
de condiciones para la expansión de la inversión productiva. En el
caso de una economía pequeña, el logro de una escala adecuada que
posibilite una producción eficiente depende de la inserción
exportadora y, por lo tanto, del acceso a los mercados externos. El
crecimiento de la economía uruguaya requiere un fuerte dinamismo
exportador.
El objetivo prioritario de la negociación externa consiste en el logro
de condiciones estables y predecibles de acceso a mercados en todos los
ámbitos - regionales, bilaterales y multilaterales.
La negociación externa es una sola y los distintos procesos de
negociación en curso (MERCOSUR, Comunidad Sudamericana, UE, ALCA, OMC,
etc.) son complementarios y no excluyentes. La estrategia externa debe
buscar la inserción competitiva en las economías de la región y el
mundo simultáneamente, promoviendo la colocación de productos con
ventajas comparativas estáticas, así como productos de mayor contenido
tecnológico que exploten nuestras ventajas comparativas dinámicas.
La profundización del MERCOSUR permitirá el mantenimiento de la
identidad del bloque y de un status preferencial para los flujos recíprocos.
El establecimiento de zonas de libre comercio ampliadas complementará
el proceso de integración y de cooperación regional.
La consolidación del MERCOSUR otorga consistencia a la negociación
conjunta con terceros. Por otro lado, la concreción de acuerdos
preferenciales con otros bloques o países reducirá los costos de desvío
de comercio implícitos en la profundización del MERCOSUR, específicamente
los derivados de la plena vigencia de la política comercial común. En
definitiva, la profundización del MERCOSUR debe promover el acceso a
los mercados regionales y también a los extra-regionales vía los
procesos de negociación conjunta.
10. Clima de inversión
El estímulo a la inversión es uno de los ejes centrales de la
estrategia de desarrollo encarada por el gobierno. La coordinación de
esfuerzos entre el gobierno y los actores sociales del sector privado es
determinante para promover la inversión, al generar un clima adecuado
para el desarrollo de los negocios.
Las prioridades del gobierno para el cumplimiento de este objetivo se
centran en: (i) la preservación de los derechos de propiedad,
protegiendo los derechos de deudores y acreedores a través del
cumplimiento de los contratos, (ii) el desarrollo del mercado de
capitales, (iii) el fortalecimiento del marco para la reestructuración
de empresas, revisando la ley de quiebras, (iv)
la mejora de la gestión de las empresas públicas, y (v) la
revisión de los regímenes promocionales de la inversión.
Los éxitos en esta materia estarán estrechamente relacionados con la
capacidad de generar un ambiente de confianza entre los agentes económicos,
a través de una mayor fluidez de la información y un perfeccionamiento
de los canales de comunicación.
IV.
LA AGENDA DE TRABAJO
Se
conformará un ámbito principal de coordinación y seguimiento
conformado por los representantes del gobierno y de las organizaciones
sociales, donde se presentará la agenda de trabajo y se definirán las
áreas temáticas. En esta instancia, el gobierno
estará representado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social y por el Ministerio de Economía y Finanzas. Se prevé en este ámbito
la participación de otros ministerios y organismos públicos en la
medida en que los temas planteados lo requieran.
En
esta primera instancia se conformarán comisiones de trabajo en las
siguientes áreas temáticas:
·
Políticas macroeconómicas
·
Empleo
·
Legislación laboral
·
Reforma tributaria
·
Prioridades del gasto público
·
Clima de inversión
·
Inserción internacional
Estas
comisiones definirán los objetivos en el marco de cada área, elaborarán
los diagnósticos pertinentes, definirán los compromisos que cada una
de las partes asuman y se establecerán los mecanismos de evaluación
que aseguren el cumplimiento de los compromisos asumidos por los
participantes.
El
trabajo de las comisiones implicará procesos de consulta, negociación
y consenso, partiendo de la base que las propuestas consideradas pueden
ser objeto de modificación en el marco de las deliberaciones. Las
mismas serán coordinadas por los representantes del gobierno.
El
gobierno se compromete a desempeñar un papel activo, facilitando la
comunicación y asegurando el acceso democrático a la información a
todos los participantes, entendiendo que ello constituye un requisito
esencial para generar niveles de confianza, que resultan indispensables
para el éxito de esta convocatoria. El intercambio de información
entre los participantes sin duda enriquecerá la calidad de las políticas.
La
adhesión de los actores sociales al Compromiso será voluntaria. Con
este acuerdo el gobierno pretende alcanzar entendimientos en torno a una
agenda de temas que se consideran fundamentales para el éxito de la
experiencia. El propósito es que se logre un acuerdo global y que los
actores participantes se comprometan a un plan de acción coherente y
sustantivo.