VÁZQUEZ: NI PACTO SOCIAL, NI TREGUA; SÍ ENCUENTRO, PARTICIPACIÓN
Y DIÁLOGO
“Aquí nadie está en guerra, ni quiere algo que
no sea la paz, la democracia, la igualdad y la solidaridad; aquí lo que
hay es gente e instituciones concientes de que el futuro lo construimos
entre todos o no hay futuro”, dijo el Presidente Vázquez al presentar
la propuesta del gobierno para crear un ámbito de diálogo nacional.
El
Presidente de la República, Tabaré Vázquez, junto a los Ministros
Astori y Bonomi, puso en marcha este jueves el proceso de conversaciones
hacia un compromiso social entre gobierno, empresarios y trabajadores.
PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA, TABARE
VAZQUEZ, EN EL EDIFICIO LIBERTAD
PRESIDENTE VAZQUEZ: Buenos días, para todos ustedes.
Para mí es un gusto, un placer, estar compartiendo este tiempo con cada
uno de ustedes.
Señoras y señores, muchas gracias por responder
afirmativamente a nuestra convocatoria y bienvenidos a esta sede del
Gobierno Nacional que por ser tal, ser la sede del Gobierno Nacional, es
Patrimonio de todos los uruguayos y lugar de trabajo al servicio del país.
Trabajar por Uruguay es precisamente la razón y el
objetivo de este encuentro. Que quede bien claro: ni pacto social, ni
tregua; sí encuentro, participación y diálogo.
Queridos amigos, las naciones son proyectos,
proyectos cuya realización lejos de concretarse por arte de magia, a
impulsos de voluntad o a golpes de Decreto, implica procesos evolutivos
como tal desarrollados en el tiempo y sustentables en términos políticos
y sociales.
Sin ese sustento que emana de la sociedad, en tanto
fermental entramado de pasado y futuro, de realidad y de utopías, de
derechos y responsabilidades, y de la política como articulación
democrática de la sociedad, no hay estrategia de país posible. Ejemplo
de ello sobran en la historia y no es necesario mencionarlos y menos aún
imitarlos.
Amigas y amigos, el Gobierno Nacional está
comprometido con una propuesta de país, sobre la cual la ciudadanía
uruguaya se pronunció soberana y categóricamente el 31 de octubre del
año pasado.
Aquel pronunciamiento es para nosotros, Gobierno
Nacional, un mandato ineludible. El mandato de gobernar para el
desarrollo productivo del país; esto es, para el crecimiento económico
sobre bases de producción y trabajo, pero también para la mejor
distribución social de la riqueza porque eso es el desarrollo:
crecimiento y distribución.
No crecer primero para luego llevar adelante una
distribución justa, sino crecer con la distribución de la riqueza al
mismo tiempo.
Ahora bien, la senda del desarrollo productivo,
siendo la mejor que nosotros creemos -muy modestamente- podemos tomar,
no es como ustedes saben muy bien una senda fácil; la única forma de
recorrerla es no perder de vista el objetivo, caminar hacia el mismo sin
prisa pero sin pausa y hacerlo juntos, sin que nadie se sienta obligado
a renunciar a su identidad pero estando todos comprometidos con ese bien
común llamado Uruguay.
Sin ese bien común, que es el Uruguay, cada uno de
nosotros podrá tener mucho o poco pero ninguno será mejor, y el auténtico
progreso no es tener más, sino ser mejores.
Amigas y amigos, consecuentemente con lo recién
expresado, los hemos convocado a ustedes, trabajadores y empleadores,
para conformar a través de vuestras organizaciones representativas un
ámbito de encuentro y diálogo, en el cual cada uno exponga y
fundamente sus aspiraciones y conozca las aspiraciones de los otros, de
los demás.
Un ámbito de encuentro, diálogo y trabajo, que por
cierto no compite ni es incompatible con otros.
Esta iniciativa no remplaza ni debilita al
Parlamento, ni a los Consejos de Salarios, ni al sector empresarial, ni
al movimiento sindical, ni a las relaciones entre ambos. Esta iniciativa
no excluye, sino que integra, suma, complementa y articula; porque
construir una nación no es tarea exclusiva de nadie, ni siquiera de un
gobierno, sino que es derecho y responsabilidad de todos.
Un ámbito de encuentro, diálogo y trabajo,
coadyuvante a un compromiso ciudadano por el desarrollo productivo
sostenible, en nuestra opinión imprescindible en el Uruguay de hoy y
para el Uruguay de mañana.
Compromiso que involucra al gobierno, al sistema político,
a los agentes económicos, a los trabajadores y a otros referentes de la
sociedad civil, en un acuerdo para el crecimiento económico y la
efectiva participación de la gente en el bienestar de la sociedad sobre
bases de sentido nacional y una lógica de reconocimiento, negociación
y articulación entre las partes.
Porque los compromisos ciudadanos son sustancialmente
acuerdos democráticos, por tanto, todos tenemos el derecho a participar
en los mismos.
Y como decíamos al principio, nótese que no
hablamos de pacto ni de tregua.
Aquí nadie está en guerra, ni quiere algo que no
sea la paz, la democracia, la igualdad y la solidaridad.
Aquí, en este ámbito, lo que hay es gente e
instituciones concientes de que el futuro lo construimos entre todos o
no hay futuro.
Y que como el futuro no es un horizonte siempre en
lontananza, su construcción a de empezar ya, con objetivos concretos,
alcanzables y tangibles.
Los señores Ministros de Economía y Finanzas y de
Trabajo y Seguridad Social, aquí presentes, expondrán a continuación
algunas propuestas metodológicas que hacen a la forma y al contenido de
esta iniciativa que hoy ponemos en marcha.
Sin perjuicio de ello, y aún a riesgo de ser esquemático
y parcial, permítanme compartir con ustedes mi convicción de que esta
iniciativa es un desafío para todos nosotros en sí misma.
Desafiante, por ciertos antecedentes en nuestro país
donde han habido otros intentos de acuerdos, con amplia base social, que
no han colmado las expectativas planteadas.
No pretendemos hacer revisionismo, simplemente
dejamos constancia de ello.
Somos concientes que no todos este tipo de acuerdos
acá en el Uruguay han logrado un éxito en su marcha.
Desafiante, por su modalidad sustancialmente democrática.
La democracia no es cualquier cosa que no sea una
dictadura, la democracia tiene el encanto de ser un permanente
aprendizaje de nunca llegar a ser perfecta, pero de ser perfectible
siempre.
Desafiante, por su contenido. Cómo no va a ser
desafiante abordar en un ámbito y en un proceso como éste, temas tales
como: las políticas macroeconómicas; la reforma tributaria, el empleo,
la equidad social o la inserción internacional.
Es desafiante, también, por el momento histórico
que vive la sociedad uruguaya.
En fin, desafiante, porque la historia la hacen los
pueblos no los gobiernos.
Y con esto quiero decir que el éxito o el fracaso de
esta iniciativa depende de nosotros mismos, de todos nosotros; de
nuestra inteligencia y de nuestra voluntad. Tal es, entonces, nuestro
desafío.
Por razones estrictamente de agenda, hay una delegación
de la República Popular China que ha llegado anoche a nuestro país,
para comenzar un diálogo más estrecho, más profundo, de
relacionamiento fundamentalmente comercial entre nuestro país y la República
China, en mi agenda y por la estadía de pocos días que ellos van a
tener aquí en el país, mi agenda y esta circunstancia nos han obligado
a que ahora hayamos fijado los próximos minutos para encontrarnos con
esta delegación de la República Popular China.
Quiero decirles a todos ustedes que próximamente
estaremos llamando, estaremos invitando a empresarios y trabajadores a
encontrarnos para que el Gobierno Nacional les explique a todos ustedes,
le plantee a todos ustedes, cuál es nuestra visión sobre el tema
inversiones, producción y trabajo digno en el Uruguay; de la misma
manera que lo hemos hecho hace pocos días en presencia de algunos de
ustedes y en presencia de empresarios argentinos.
Este encuentro con la delegación de la República
Popular China implica el compromiso que tiene este gobierno no sólo de
trabajar fuertemente para insertarnos en la región y propulsar un mejor
relacionamiento entre los países que constituimos el MERCOSUR, que éste
es nuestro prioritario objetivo estratégico fortalecer el MERCOSUR,
fortalecernos en la región, lograr articular un mejor relacionamiento
entre las dos grandes potencias como Brasil y Argentina; y lograr un
proceso de contacto más estrecho con países de nuestra dimensión,
como Paraguay en el caso del MERCOSUR, y con sus asociados como Chile y
Bolivia para potenciar la acción que los pequeños países podemos
cumplir en este marco de integración, además de este proceso
integrador el gobierno se propone en el marco de los acuerdos de la región
estrechar todo relacionamiento bilateral con distintos países en el
mundo, para mejorar el relacionamiento económico, comercial, cultural
entre los distintos países.
El Uruguay se tiene que abrir al mundo; tiene que
buscar nuevos mercados, tiene que buscar nuevas oportunidades, y el
gobierno está dispuesto a apoyar en esa dirección pero la tarea
fundamental es que ustedes empresarios y trabajadores, trabajadores y
empresarios, que a través de acuerdos razonables, lógicos, deseables y
con el apoyo que el gobierno nacional pueda prestar a este
relacionamiento, tendremos que lograr entre todos ese mejor
posicionamiento del Uruguay a nivel internacional para el crecimiento
económico tan indispensable para ese Uruguay en el que todos,
seguramente, todos quienes estamos acá estamos soñando.
Un Uruguay más fraterno, más justo, con mejor
distribución de la riqueza, con más oportunidades, con trabajo digno y
con una sociedad fuertemente integrada.
Lo que fue el Uruguay en algún momento y que llegó
a que se nos reconociera en el mundo, que ustedes recordarán, como la
“Suiza de América” o la “tacita del Plata”. A veces es bueno soñar
un poco también.
Así que, con esta presentación, les agradezco
profundamente no sólo la presencia, sino la atención que nos han
dispensado a nuestras palabras, nos excusamos por las razones que hemos
dado y seguramente los señores Ministros de Economía y Finanzas y de
Trabajo y Seguridad Social estarán continuando la exposición para ir
delineando el planteo que el gobierno nacional quiere hacerle llegar a
todos ustedes. Muchas gracias, mucha suerte en esta tarea, y a las órdenes.
PALABRAS DEL MINISTRO DE TRABAJO Y SEGURIDAD
SOCIAL, EDUARDO BONOMI
MINISTRO BONOMI. Buenos días. Hoy quizás tengamos
la oportunidad de aclarar algunas cosas. Hace varios días que a partir
de un titular de prensa me están preguntando sobre la “tregua o el
pacto” que supuestamente vamos a plantear hoy. No me he cansado de
responder que no vamos a plantear ninguna de las dos cosas; las
“treguas” son una pausa en la guerra y los “pactos” sugieren
algo demasiado cerrado y limitante.
No estamos planteando ni un pacto, ni una tregua, ni
tampoco firmar formalmente un documento acabo, terminado.
Estamos planteando el comienzo de un compromiso
abierto, un Compromiso Nacional por el Empleo, los Ingresos y las
Responsabilidades.
Estamos planteando reconvertir el empleo, que no es sólo
el trabajo asalariado; los ingresos, que no son sólo el salario; y las
responsabilidades, que no son sólo las de los trabajadores y los
empleados.
Estamos invitando a participar en el compromiso de
reconvertir o de estructurar el país a través del trabajo.
Las sociedades se estructuran en el trabajo y a través
del trabajo; y, por el contrario, se desestructuran en su ausencia.
En este país se han terminado la mayor parte de las
grandes concentraciones fabriles y han cambiado las características de
los barrios en que estaban instalados los complejos industriales.
Se ha dispersado y desregulado el trabajo asalariado;
aumentaron la informalidad y el trabajo en negro y las fazones,
como otra forma de organizar la producción.
Cambiaron las
características y el peso del comercio independiente y al mismo tiempo,
sin embargo, la industria que produce para la exportación y para el
consumidor final se vio necesitada de asegurar la continuidad y la
calificación de la mano de obra.
Se introdujeron nuevas tecnologías y se avanzó en
la calificación de muchos sectores de la producción nacional.
Y todo ello ha sucedido en un proceso desordenado y
desigual que el mercado solo no puede ordenar; se necesita de algún
componente de Estado para ordenarlo y avanzar.
Nosotros no queremos introducir la discusión sobre
cuánto Estado o cuánto mercado necesitamos. Queremos afirmar sí, que
el Estado ha estado demasiado ausente y que llegó la hora que empiece a
trabajar.
Cada vez que se llamó al esfuerzo de los orientales
ello significó solamente un llamado a apretarse el cinturón. El Estado
no se puso al frente de los esfuerzos que convocaba y cada cual quedaba
librado a sus propias fuerzas.
Quizás, a algunos les haya ido bien, en todo caso
habrán sido muy pocos. Al país, mayoritariamente, le fue mal y nos
hundimos en una crisis de la que todavía no pudimos salir.
Y si al país le fue mal, a la mayor parte de los
uruguayos también le fue mal, muy mal. A la nación le fue mal, tan mal
que a veces se pone en duda su viabilidad y se afirma que hay que
subordinarla al desarrollo de naciones más poderosas.
Incluso, en general, hay quienes ponen en duda o en
cuestión la viabilidad de los países pequeños; se pone en cuestión
la viabilidad de los orientales y del Uruguay como país.
Nosotros hoy estamos tratando de desmentir esa visión
y recuperar la capacidad de tomar decisiones estratégicas.
Recuperar la capacidad ociosa instalada en el país.
Atraer inversiones para desarrollar nueva capacidad. Recuperar la
producción agropecuaria; la capacidad de transformar industrialmente
nuestros productos; aumentar la capacidad adquisitiva de nuestra gente;
desarrollar el mercado interno y recuperar el comercio nacional.
Queremos recuperar la confianza en nuestras
posibilidades como nación; queremos comprometernos en una estrategia de
desarrollo conjunto; queremos invitar a asumir el compromiso de
construir juntos esa estrategia de desarrollo nacional.
La crisis que ha vivido el país, esa crisis de la
que todavía no hemos salido, nos marca un sólo camino: el aumento de
la producción nacional es la única variable de ajuste que tenemos y
solo podemos aumentar la producción nacional,
el Producto Bruto Interno, si podemos aumentar la inversión y logramos
atraer la inversión exterior.
Pero,
al mismo tiempo que tratamos de recorrer ese camino, tenemos la
necesidad, la absoluta necesidad de construir un ámbito social de
contralor.
Precisamente,
para construir ese ámbito, es que estamos haciendo esta invitación:
queremos construir ese ámbito con la participación de los
trabajadores, los empresarios, el movimiento cooperativo, la micro y
pequeña empresa, junto al gobierno representado en este caso por el
Presidente de la República, por el Ministerio de Economía y Finanzas y
por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Si
vamos a aumentar la inversión y la producción, si vamos a aumentar el
Producto Bruto Interno, necesitamos ese ámbito tripartito de control y
seguimiento; necesitamos que se discuta la distribución del
crecimiento, que se asegure que cada sector tenga su parte en el
crecimiento y en su distribución.
Se
puede sintetizar la estrategia del gobierno en muy pocas palabras: hay
que aumentar la producción nacional y construir un ámbito en el que
estén presentes los actores de la producción, en todas sus formas,
para asegurar ese aumento y para asegurar que se crezca con mayor
justicia social.
Nos
dicen, nos han dicho reiteradamente sobre todo los periodistas que les
gusta algo más contundente, que a veces que tenga más conflicto, que
sea más picante; nos dicen que es muy
general o muy abstracto, y nos preguntan si eso es un acuerdo,
una tregua, un pacto o cualquier otra cosa; no importa el nombre, es una
necesidad nacional, es la búsqueda de un compromiso consensuado; sólo
entra en él lo que se pueda acordar y concensuar; no necesita firmas,
eso es lo de menos. Venimos de la Concertación para el crecimiento, una
concertación programática en la oposición; si apoyamos eso, ¿cómo
no vamos a apoyar una concertación programática para el gobierno, hoy,
ahora que tenemos esa posibilidad?
Y
no nos parece que sea una propuesta abstracta. Nos parece que, por ahora
hasta donde llegué yo, es muy general, es algo muy general y hay que
bajarlo a tierra.
Bien;
eso es lo que va a tratar de hacer el Ministro de Economía, al que yo
le cedo la palabra, y agradezco la atención.
PALABRAS DEL MINISTRO DE
ECONOMÍA Y FINANZAS, DANILO ASTORI
MINISTRO
ASTORI: Muy buenos días, mi papel es pasarle la palabra a ustedes.
Bueno, muchas gracias por estar acompañándonos aquí, en la iniciación
de esta experiencia en la que depositamos tanta esperanza desde el
gobierno y acerca de la cual, ustedes lo saben ya hemos venido
realizando muchos anuncios.
Yo
creo que tanto el Presidente de la República, como el compañero
Ministro de Trabajo y Seguridad Social, han sido clarísimos.
Nosotros
estamos pretendiendo iniciar con esto un proyecto nacional, así de
sencillo, un proyecto de construcción nacional.
Y
como es un proyecto de construcción nacional en el que está embarcado
este gobierno, obviamente, desde el 1º de marzo, y por el que ha venido
trabajando desde mucho antes del 1º de marzo de este año, queremos
antes que cualquier otra cosa aprender juntos cuál es el rumbo de este
proyecto, hacia dónde se dirige este barco; y aprender juntos cuáles
son las características del tránsito, de la trayectoria, para ir
percibiendo -también juntos- los diversos papeles que nos tocará
jugar a cada uno de nosotros en esta experiencia.
Por supuesto, a empresarios, trabajadores y al
gobierno que, como bien dijo el Presidente, no está descargando ninguna
responsabilidad, no está rehuyendo ningún desafío; no está opacando
ni sustituyendo a instituciones de debate nacional como el Parlamento,
sino que simplemente está invitando precisamente a hacer ese
aprendizaje juntos; a percibir las responsabilidades a cumplir por cada
uno de nosotros, a percibirlas también juntos y a empezar a transitar
colectivamente por el sendero que se marca este proyecto nacional.
Hay una característica esencial en esta propuesta y
es que queremos asignar un rol protagónico a todos los actores
sociales, y especialmente a los que están hoy aquí; porque la búsqueda
de acuerdos y compromisos, para el logro de los objetivos que nos
habremos de trazar, créanme tiene un resultado fundamental: mejora la
calidad de las políticas a poner en práctica.
La calidad de las políticas a poner en práctica se
puede medir de muchas maneras en la vida, pero hay una que es esencial y
es que esas políticas sean sólidas, sostenibles, duraderas y que de
ellas generen reglas de juego claras, previsibles para todos, en un país
que -como decía el Ministro Bonomi- necesita invertir, crecer, generar
más y mejor empleo.
Eso es lo que buscamos, tener políticas de alta
calidad, entendiendo por políticas de alta calidad aquellas que se
comparten, se perciben y duran; duran por sólidas no por impuestas
coercitivamente; duran por sostenibles, duran porque estamos convencidos
de que es el camino, todos.
Y lo percibimos así desde intereses diferentes, como
los que legítimamente defendemos en la vida, porque aquí hay
representantes de intereses distintos y es lógico que así sea; no van
a desaparecer las diferencias por esta convocatoria, pero desde nuestros
intereses diferentes tendremos algo en común que es el de empujar todos
por este tránsito que estamos proponiendo.
La metodología es muy sencilla. El punto de partida
es que entre todos percibamos el diagnóstico del cual partimos y
tengamos acuerdos básicos en torno a ese diagnóstico, porque si
partimos de acuerdos básicos en torno al diagnóstico y percibimos las
dificultades que de él derivan, ya estamos construyendo la base para
definir consensos.
Las dificultades que percibiremos, que son las que
tiene el país, obviamente, algunas de ellas notorias, resaltantes, que
no exigen un análisis muy detallado, generan espacio para esta
convocatoria.
O sea, nosotros estamos -vamos a decirlo con
sinceridad- lanzando esta convocatoria porque tenemos problemas;
problemas en el país, problemas nacionales, que nos afectan a todos.
Por eso digo, las dificultades a percibir fundamentan
la convocatoria y al mismo tiempo, como siempre que una colectividad se
encuentra en dificultades, estimulan el esfuerzo para superarlas.
Y los uruguayos somos, en todos los campos de la
vida, muy de esto, ¿no? Cuando tenemos problemas sentimos mucho estímulo
para plantarnos frente al problema y tratar de contribuir a
solucionarlo. Eso se ve, reitero, en diferentes ámbitos de la vida,
incluyendo el cultural, el deportivo: ante los problemas ganas de
superarlos.
Por eso, yo digo que un punto de partida fundamental
es reconocer, y lo voy a subrayar, explícita y simultáneamente
nuestras principales restricciones.
Explícita, porque los problemas no pueden quedar
subyacentes, sin reconocerlos; tenemos estos problemas, estas
restricciones.
Simultáneamente, porque no podemos privilegiar a
algunas por sobre otras, las tenemos que reconocer todas juntas; y yo
voy a señalar tres, tres fundamentales.
La primera, la fortísima deuda que tenemos; la más
grande de la historia del Uruguay, producto fundamental de la
profundización de la crisis en 2002.
Uruguay nunca debió tanto en su vida, ni siquiera en
los peores años de la dictadura, de triste recuerdo.
Uruguay nunca llegó a deber más del 100% de su
producción anual, como ocurrió en esta oportunidad.
Ahora estamos en el 90%, aproximadamente; pero ésta
es una restricción.
En segundo lugar, y simplemente las ordeno por
razones de exposición pero estoy convocando a que lo reconozcamos
simultáneamente; también es una restricción los legítimos reclamos
sectoriales que desde diversos ámbitos de la sociedad tiene hoy
planteado el país.
¿Y por qué son restricciones? Porque son un
problema a resolver. Cuando un trabajador plantea que su retribución
real, su poder adquisitivo, se ha venido deteriorando gravemente, está
planteando un reclamo legítimo. Y cuando aspira a que se recupere ese
deterioro, está planteando la conclusión de su reclamo.
Cuando un empresario señala que su rentabilidad
también es incompatible con la necesidad de seguir invirtiendo y el
desafío de crecer que se plantean todos los empresarios, también está
planteando una legítima aspiración; entre otras cosas, porque tiene la
gran responsabilidad de crear empleo para sus compatriotas, arriesgando
e invirtiendo. Y aquí tenemos un segundo conjunto de restricciones.
Y el tercero, es que necesitamos mejorar la
competitividad de la producción nacional, precisamente, para que haya más
inversión y para que haya más y mejor empleo. Y esta es también una
restricción.
Entonces, convocamos a reconocer explícita y simultáneamente
estos problemas, porque de ello no vamos a deducir una convocatoria a la
inacción porque tenemos graves problemas y quién sabe si los podemos
resolver; ni tampoco a una rebaja de objetivos. Al contrario, vamos a
reconocer que estos problemas existen y los vamos a transformar en
oportunidades de trabajo, avance y progreso, que eso es lo que estamos
proponiendo.
Cuando yo finalice esta corta exposición, les voy a
proponer una metodología de trabajo, que está contenida en el
documento que estamos compartiendo con todos ustedes hoy, porque todo
esto está por escrito para que no quede simplemente una exposición
verbal; y, entre otras cosas, les vamos a proponer en cada capítulo de
la metodología de trabajo reconocer estos problemas y, precisamente,
hacer el esfuerzo de transformar estas restricciones en oportunidades de
trabajo.
Por ejemplo, vamos a aprender juntos, si tenemos
estos problemas, a utilizar cada vez mejor los recursos escasos de los
que disponemos.
Y pondremos la lupa a ver hacia dónde pueden ir esos
recursos de modo de aprovechar de la mejor manera posible lo poco que
tenemos. Y esa será una oportunidad de trabajo conjunto y de objetivo a
lograr.
Por supuesto, que será un avance que los reclamos
legítimos de los que hablábamos hoy los conozca toda la sociedad
uruguaya, no permanezcan ocultos.
Y será extraordinariamente importante que haya la
mayor transparencia social acerca de las prioridades que decidamos entre
todos, para ir atendiendo fines múltiples con recursos escasos.
Que sea transparente, que la sociedad sepa dónde están
los problemas y cómo se van atendiendo; cómo se deciden las
prioridades; qué se atiende primero y qué después.
Eso también lo tenemos que decidir entre todos y
tenemos que saber cómo se va avanzando en esa trayectoria.
Y en cuanto a lo de la mejora de la competitividad,
bueno, yo creo que es un gran objetivo nacional para aglutinar a toda la
sociedad detrás de él; como gran logro de un proyecto nacional que
involucra a los actores en su conjunto, a empresarios, trabajadores, al
gobierno, y que se erige como una de las grandes finalidades de una
etapa del país, de una gran etapa histórica.
Es en ese sentido que en el documento ustedes van a
encontrar un repaso de los grandes problemas que afectan hoy, desde el
punto de vista económico y social, al Uruguay; su escasísimo
crecimiento productivo cuando lo miramos a largo plazo; Uruguay se
caracteriza por tener enormes dificultades para asegurar crecimiento
sostenido, ha tenido enorme variación desde este punto de vista a lo
largo de su historia.
Ha tenido años de buen crecimiento pero eso dura
poquísimo; y ha tenido años de muy magro crecimiento y eso dura
bastante.
Si repasamos esa historia veremos un incremento gravísimo
de la pobreza, de la marginalidad, de la exclusión, a niveles que nunca
habíamos conocido en el Uruguay en toda su historia contemporánea.
Veremos problemas de empleo, de cantidad
insuficiente, lo que ha provocado además una emigración lamentable; el
empleo, fíjense ustedes la paradoja, el empleo es de muy mala calidad
en su conjunto, pero la emigración es de alta calidad: se va lo mejor
que tenemos, lo más calificado.
Y, entonces, la economía uruguaya desde este punto
de vista sufre por dos vías: sufre por la incapacidad para generar
empleo suficiente y tener allí una -como dice el documento- una polea
de transmisión de pobreza, desigualdad y exclusión, pero al mismo
tiempo pierde un enorme capital humano; capital humano en términos de
juventud, la emigración afecta básicamente a población de 35 años o
menos, y pierde capital humano, pierde calidad de trabajo.
Tenemos una inversión productiva estructuralmente
baja. No nos cansamos de repetirlo: Uruguay no ha logrado casi nunca,
aquí ya ni por la vía de la excepción encontramos cifras positivas,
no ha logrado nunca o casi nunca niveles de inversión compatibles con
un crecimiento sostenido, ocupa siempre los lugares de abajo en una
tabla latinoamericana que refiere a una región que no se caracteriza
precisamente por sus niveles de inversión.
Y naturalmente, como ya señalé, tenemos una deuda
muy elevada que nos va a exigir en los próximos años, yo quiero
compartir la cifra con ustedes, yo sé que los números aburren mucho,
nos va a exigir procurar financiamiento por encima de los dos mil
millones de dólares anuales, para poder tener un programa sostenible de
cumplimiento de nuestras obligaciones con el exterior. Repito: un
programa de financiamiento que está más allá de los dos mil millones
de dólares anuales en el horizonte más cercano de tiempo.
Vamos a intentar practicar, como lo hemos anunciado,
una política fiscal que procure reducir gradualmente esta pesada carga
de la deuda.
Las metas del gobierno, que hemos expuesto ya en
diversos ámbitos, son bastante claras al respecto.
Ese 90 por ciento que tenemos hoy vamos a intentar
reducirlo a aproximadamente 60 por ciento hacia el final de este período
de gobierno.
Eso exigirá un gran esfuerzo y supondrá, supondrá
ir también disminuyendo la fuerte dependencia que tiene el país de sus
principales acreedores, y particularmente del principal acreedor del
Uruguay que es el Fondo Monetario Internacional.
Nos hemos trazado el objetivo de distanciarnos
progresivamente del Fondo Monetario, precisamente, para ir reduciendo
gradualmente -como objetivo político- nuestra dependencia de ese
organismo.
Y ello nos va a exigir un resultado fiscal
importante, eso que solemos llamar en la práctica superávit primario,
antes del pago de intereses, va a tener que alcanzar niveles importantes
como los anunciados; pero, al mismo tiempo, vamos a tener que tener un
resultado final de la política fiscal que redunde en un déficit cada
vez menor.
Si uno repasa la historia del Uruguay a largo plazo,
a lo largo de muchas décadas, percibirá que Uruguay nunca pudo tener
una conducta fiscal prolija de una manera sostenida.
Los gobiernos que se sucedieron practicaron una política
fiscal de malos resultados, no cuidaron las cuentas públicas como a
nuestro juicio deben ser cuidadas.
Y también aquí hay una suerte de paradoja, porque,
desde hace mucho años, en el país se debate acerca de la necesidad de
cuidar las cuentas públicas y el resultado fiscal, pero en la historia
del mediano y largo plazo, que podemos repasar hacia atrás, percibimos
que esto nunca se practicó con seriedad.
Y por eso éste ha sido uno de los problemas que hoy
explican la crisis estructural en la que estamos insertos y de la que
queremos salir; y que nos va a exigir, desde ese punto de vista, una
conducta distinta, distinta a la del pasado.
Ahora, apremiados por una fuerte deuda, pero quiero
decirlo con claridad, con la convicción de que éste debe ser el rasgo
fundamental hacia delante: cuidar las cuentas públicas; no trabajar
permanentemente con un desequilibrio negativo que le obligue al país a
contraer deuda; esa combinación déficit-deuda es nefasta para el
Uruguay, porque termina castigando a la producción y desde un punto de
vista social a los más débiles, a los que tienen solamente en la vida
sus brazos y su cabeza para defenderse.
Y esta es la historia del Uruguay, desde este punto
de vista. Por eso, ponemos tanto el acento en la conducta fiscal; que,
repito, hoy se asocia al apremio que nos plantea la deuda, pero, en términos
estructurales, en términos de largo plazo, es una política esencial
para una estrategia nacional progresista, en el sentido estricto de la
palabra, en el sentido de progreso y bienestar para todos sus
ciudadanos.
Naturalmente, esto nos va a exigir una política
distinta de ingresos y una política distinta de gastos, porque el
resultado fiscal se produce y se construye con ingresos y gastos.
Por eso, desde el punto de vista de los ingresos,
haremos una reforma tributaria importante, profunda, terminando con una
historia de parches en este país, a la que tan afectos hemos sido los
uruguayos durante tanto tiempo: poner parches, resolver problemas por
aluvión, necesitamos un impuesto lo agregamos a lo que tenemos, sin
observar qué efecto tendrá; necesitamos una exoneración tributaria,
la aprobamos sin analizar qué efecto, qué impacto tendrá en el
conjunto de los ingresos del Estado. Y así estamos, con un sistema
tributario que tiene 25 impuestos nacionales, de los cuales sólo nueve
explican el 90% de la recaudación y los otros 16 están solamente para
complicarle la vida a todos los uruguayos y para promover la evasión
tributaria, además.
Entonces, vamos a hacer una reforma tributaria
orientada por el criterio de justicia, porque aquí no se paga impuestos
en función de la capacidad contributiva de cada uno; con un criterio de
eficiencia, no queremos 25 impuestos, no sirven para nada además;
queremos muchos menos impuestos, pero de gran eficiencia, y queremos una
presión tributaria adecuada para lo que le estamos pidiendo a los
empresarios, que inviertan.
El empresario lo primero que va reclamar para
invertir es rentabilidad, y es lógico que así sea.
Con este sistema tributario es muy difícil tener el
panorama despejado para la rentabilidad de la inversión.
Y, naturalmente, vamos a reestructurar el gasto público;
y sobre todo al principio, y esto es esencial para un acuerdo como el
que estamos tratando de convocar con la participación nuestra, sin
rehuir ningún tipo de responsabilidad; porque la principal característica
del gasto, en los comienzo de esta estrategia nacional, no es su
aumento, es su recomposición; es su reestructura. No podemos aumentar
el gasto publico, no tenemos con qué.
Entonces, vamos a tener que poner el acento en la
reestructuración.
Y por eso yo enfatizaba tanto, hace un par de
minutos, acerca de la necesidad de reconocer explícita y simultáneamente
las restricciones que tenemos, para compartirlas todos, para discutirlas
todos y para definir entre todos dónde vamos a poner el acento.
Por supuesto, que vamos a tener que hacer también
reformas en el sistema previsional; allí tenemos tres Cajas
paraestatales que tienen un impacto fiscal muy negativo y que deben ser
transformadas: la Caja Bancaria, la Caja Policial, la Caja Militar.
Y vamos a tener que rediscutir los parámetros del
sistema en su conjunto; años de trabajo, edad de retiro, tasa de
reemplazo, que es la relación entre el salario en actividad y el
salario de pasividad, de modo de intentar mejorar la eficiencia de todo
el sistema en términos de los recursos que está absorbiendo y las
pasividades que generan, porque de ello depende el retiro de los
trabajadores uruguayos pero también de ello depende el que este país
tenga recursos suficientes para practicar políticas sociales para los
que hoy están reclamando apoyo desde este punto de vista.
Y nosotros necesitamos asignar un volumen -ojalá
creciente- de recursos, para promover políticas sociales que tiendan a
mejorar las condiciones estructurales de la calidad de vida de los
uruguayos; por ejemplo en materia de salud, de educación, de vivienda.
La seguridad social no es ajena a los recursos
disponibles para practicar estas políticas sociales.
Por supuesto, esta estrategia tendrá políticas de
empleo. Como verán ustedes en el documento, políticas de empleo que
naturalmente están muy vinculadas a los Consejos de Salarios, a los que
se refería el Ministro Bonomi, sobre los cuales ya también
conjuntamente con el Ministro Bonomi hemos dado a conocer algunas pautas
orientadoras.
Pero también tendrá que ver con un desafío
fundamental que tendremos en esta reflexión colectiva, queridos amigos:
el llegar a criterios equitativos de retribución del trabajo y del
capital; subrayo, criterios equitativos de retribución del trabajo y
del capital.
Este es, quizá, uno de los desafíos más
importantes con los que empezaremos a trabajar juntos.
Trataremos de incluir en estos rasgos, en estas
propuestas de políticas de empleos programas de promoción de las
micro, pequeñas y medianas empresas; y, por supuesto, daremos una
importancia muy grande -no nos cansaremos de repetirlo- a las políticas
de innovación, de progreso tecnológico, porque eso abre las puertas a
la competitividad, a la eficiencia, a los mejores resultados y a la
ampliación de posibilidades para llegar a estos criterios equitativos
de retribución del trabajo y del capital.
Cuánto más amplio es el horizonte de oportunidades,
y la tecnología es eso, es abrir oportunidades para el desarrollo de
las actividades productivas, más accesible es la discusión y el
resultado sobre criterios equitativos de retribución del trabajo y del
capital.
Cuánto más se restringe el horizonte de
oportunidades, más difícil es esa discusión; y no tengo que
explicarles yo a ustedes eso porque lo saben mejor que yo.
Nosotros vamos a hacer reformas en el sistema
financiero. Las vamos a hacer porque creemos que, en primer lugar, la
banca estatal las necesita; para empezar por la autoridad monetaria, el
Banco Central, que requiere cada vez mayor independencia.
Se me ha preguntado a veces cuando hablo de esto, ¿independencia
de qué? Y la respuesta es muy clara: independencia respecto a la
peripecia político partidaria.
La autoridad monetaria, tiene que tener esa
independencia para trabajar con la serenidad que requiere precisamente
una institución de este tipo.
Y, al mismo tiempo, una reestructura institucional;
ha abarcado demasiadas funciones, que pueden terminar perjudicando la
eficiencia de cada una.
También queremos mejorar el trabajo de los otros
bancos estatales, y particularmente del Banco de la República, el Banco
Hipotecario, avanzando en sus respectivos procesos de reestructura,
Pero hay un norte fundamental en todo este sistema
financiero, que yo lo expreso brevemente: tenemos que ser capaces de
empezar a tomar distancia ya no de una institución, en este caso, si no
de una moneda; hay que desdolarizar la economía uruguaya, fuertemente
dolarizada y cuánto más dolarizada está menos oportunidades tenemos
para practicar una política monetaria nacional.
No se puede practicar una política monetaria
nacional sobre la base de una moneda que no se controla.
No se puede. Hay una contradicción esencial entre
una cosa y la otra.
Por lo tanto, y sabiendo que aquí hay fuertes
elementos culturales en juego, ésta es una tarea muy difícil. Todas
nuestras cabezas se han acostumbrado a pensar en términos de moneda
extrajera, a ahorrar en términos de moneda extrajera, a mirar todos los
días la pizarra para ver cómo va evolucionando el tipo de cambio.
Sabiendo que todo eso está en juego, igualmente nos
tenemos que plantear este objetivo, que tiene una contrapartida
fundamental, la contrapartida fundamental que tiene es que debemos
conformar e impulsar un mercado de capitales en moneda nacional a
mediano y a largo plazo, que es lo que necesita el inversor para
invertir.
Y si habrá que trabajar, queridos amigos, la inmensa
mayoría de la disponibilidad de recursos financieros hoy está a corto
plazo y eso al inversor no le sirve.
El inversor requiere financiamiento a mediano y a
largo plazo. Y eso es lo que hay que lograr como finalidad fundamental
de la transformación del sistema financiero.
En
materia precisamente de política monetaria, ustedes saben que estamos
en el Uruguay, desde mediados de 2002, con un sistema flexible, de tipo
de cambio flotante; al cual nos hemos referido en abundancia en las últimas
horas, incluyendo en medidas muy recientes como la compra de moneda
extranjera por parte del Banco Central, no para responder a un fenómeno
como el de los últimos días, sino porque se alinea absolutamente con
sus características de política monetaria y sus metas de reservas y
por eso los 60 millones de dólares que habrá de comprar de aquí hasta
el 30 de junio, además de ser un elemento que va en línea con las
necesidades de la producción exportable uruguaya, también es coherente
con la política monetaria del Banco Central y le permite al Banco
Central, en momentos en que el tipo de cambio había bajado, asegurar su
meta de reservas comprometida con los organismo financieros
internacionales para el 30 de junio.
El
Banco no sale a comprar estos 60 millones de dólares para hacerle un
favor a nadie.
El
Banco sale a comprar los 60 millones de dólares porque los necesita,
tiene que aumentar sus reservas en 100 millones antes del 30 de junio; y
este es el momento.
En
la política hay una confluencia siempre de factores que hay que saber
equilibrar. El Banco estuvo esperando este momento para salir a comprar,
porque como todo comprador quiere comprar barato y entonces sale a
comprar este volumen de reservas que además necesita y que le hace bien
a la economía uruguaya, porque el impacto indirecto también es
favorable para la producción en su conjunto.
Pero
esto es lo que permite una política monetaria flexible. Esto es lo que
no permite una economía fuertemente dolarizada y con tipo de cambio
fijo, como el país tuvo
hasta el invierno de 2002.
Yo
ayer señalé, en un evento con empresarios, que las peores experiencias
que tuvo este país en materia de atraso cambiario y de destrucción
productiva se produjeron con tipos de cambio fijo; no con tipo de cambio
flotante como ha propuesto este gobierno.
Por
eso, lo destacamos también en el documento que vamos a compartir con
ustedes.
Y
luego defenderemos una política de inserción internacional que valore,
como se debe, el proyecto MERCOSUR; sin renunciar a mejorar
permanentemente la inserción de país fuera de la región.
Uruguay
es una pequeña economía que en su apertura juega gran parte de los
resultados que puede obtener.
Uruguay
debe ser una economía abierta; una economía abierta, con una
estrategia de desarrollo como la que queremos practicar, pero una economía
que encuentre en su relación con el mundo las posibilidades mayores de
desarrollar toda su potencialidad y obtener los mejores resultados
posibles.
Concluyo,
señalando que estamos firmemente decididos a que en este país haya un
clima de negocios propicio para la inversión. Lo decía el ministro
Bonomi: inversión nacional e inversión del exterior.
Estamos
decididos a no discriminar entre una y otra; a tener reglas parejas para
toda la inversión; a promover políticas de competencia en el país que
incluyan, por supuesto, la preparación de nuestras empresas públicas
para la competencia y para desarrollar emprendimientos en asociación
con el sector privado cada vez con mayor intensidad; porque estamos
convencidos de que por esta vía las fortalecemos no las debilitamos;
las hacemos cada vez más fuerzas, cada vez con mayores posibilidades de
desarrollar sus propias potencialidades.
Y,
naturalmente, estamos profundamente decididos a respetar los contratos,
a tener reglas claras y a mantenerlas, precisamente, por confiar
tanto en este aporte al clima de negocios es que queremos tener una
estrategia nacional en la que nos involucremos todos; eso es lo que nos
permite tener políticas de alta calidad, sólidas y sostenibles.
Ustedes verán al final del documento una agenda de
trabajo propuesta. Nosotros les estamos proponiendo crear Comisiones de
Trabajo en siete ámbitos, que voy a pasar a compartir: políticas
macroeconómicas; empleo; legislación laboral; reforma tributaria;
prioridades del gasto público; clima de inversión; e inserción
internacional.
Y queremos proponerles a todos ustedes que en cada
uno de estos ámbitos se analicen colectivamente objetivos, compromisos,
a través de la metodología expuesta al principio: procesos de
consulta, negociación y consenso.
Por nuestra parte, intentaremos promover siempre el
diálogo, tener un papel activo en el mismo, pero sobre todo poner a
disposición de todos un insumo absolutamente fundamental: la información,
y asegurar acceso democrático a esa información; acceso para
todos, acceso equitativo.
Por supuesto, la adhesión a este compromiso es
voluntaria no es impuesta y en el marco de esa adhesión voluntaria
queremos darle a todos los que voluntariamente acepten participar de
esta experiencia, el arma fundamental y el arma fundamental que será
igual para todos los participantes: es la información.
Queridos amigos, esta es la propuesta que queríamos
realizar; deseamos profundamente que esta experiencia obtenga los
resultados esperados, por nuestra parte estaremos siempre a las órdenes
de todos ustedes para
colaborar y asegurar este resultado. Muchas gracias. |