25/05/05


VÁZQUEZ: LA LIBERTAD Y LA INDEPENDENCIA NO SON PIEZAS DE MUSEO, SON DESAFÍOS SOCIALES PERMANENTES
Tras recordar el pronunciamiento de 1810 en el Río de la Plata y la fundación de la Organización de la Unidad Africana, en 1963, el Presidente Vázquez afirmó que ambas fechas reflejan una misma historia, "la de los pueblos que no se resignan a ser sufrientes testigos de su propio destino, sino que quieren construirlo con esperanza, con convicción y con tesón".

Tales conceptos fueron expresados por el Primer Mandatario durante el acto realizado en el Edificio Libertad en conmemoración del Día de África, ante la presencia de los embajadores africanos y Cuerpo Diplomático acreditado ante nuestro gobierno.

En un emotivo discurso de casi diez minutos, donde recordó la lacerante realidad del Continente africano, el Presidente de la República, Tabaré Vázquez, trazó un paralelismo entre la gesta independentista del Río de la Plata y la fundación de la Organización de la Unidad Africana, que dio paso luego a la Unión Africana, afirmando "que la libertad y la independencia no son piezas de museo ni objetivos del pasado, son impulsos humanos y desafíos sociales permanentes".

 

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ VÁZQUEZ, EN EL EN LA CONMEMORACIÓN DEL DÍA DE ÁFRICA, EN EL EDIFICIO LIBERTAD

PRESIDENTE VÁZQUEZ: Buenas tardes, para todos ustedes. Señores Embajadores de países africanos y demás integrantes del Cuerpo Diplomático acreditado en Uruguay; autoridades nacionales, señoras y señores periodistas, amigas y amigos:

El 25 de Mayo es para nosotros, los uruguayos, una fecha especialmente significativa. En efecto, el 25 de Mayo indica un nuevo aniversario de aquel pronunciamiento del Cabildo de Buenos Aires, que marcó el inicio de la gesta independentista de las colonias españolas del Virreinato del Río de la Plata.

Ciento noventa y cinco años han transcurrido desde entonces, y en el marco de este aniversario quiero, en primer lugar, saludar a todo el pueblo y gobierno de la hermana República Argentina que ha asumido esta fecha como su más importante fiesta nacional; pero también el 25 de Mayo señala, además, un nuevo aniversario de la fundación, en 1963, de la Organización de la Unidad Africana.

Aunque desde julio de 2003, aquella organización que había sido sucedida por la Unión Africana, el 25 de Mayo de cada año es también el Día de África, una conmemoración a la que adherimos por varias razones.

Una de ellas, es que más allá de la distancia geográfica y temporal existente entre el pronunciamiento del Cabildo de Buenos Aires del 25 de Mayo de 1810 y la fundación de la Organización de la Unidad Africana, del 25 de Mayo pero de 1963, hay muchas similitudes, tantas, que bien puede afirmarse que se trata de la misma historia; la historia de los pueblos que no se resignan a ser sufrientes testigos de su propio destino, sino que quieren construirlo con esperanza, con convicción y con tesón.

Es que la libertad y la independencia no son piezas de museo ni objetivos del pasado, son impulsos humanos y desafíos sociales permanentes.

Otra de las razones por lo que adherimos a este Día de África, es nuestro reconocimiento a ese Continente como cuna de un importante componente de la población de nuestro país, de la población del Uruguay.

En efecto, se dice que en materia demográfica los uruguayos descendemos de los barcos; la realidad no es exactamente así pero si hemos de admitir que muchos de nuestros ancestros llegaron en barcos provenientes de Europa, admitamos también que no pocos de ellos desembarcaron engrillados de barcos provenientes del África, tantos, que casi el 6 por ciento de la población del Uruguay actual es afro descendiente.

A aquellos esclavos que aún desde su tragedia tuvieron la grandeza de aportar raíces al Uruguay de hoy, nuestro reconocimiento; y coherentemente con este reconocimiento, nuestra adhesión a la conmemoración del día de su Continente materno.

Señoras y señores, no es casualidad que en referencia al Día de África usemos la palabra conmemoración.

Conmemorar no es celebrar, conmemorar no es empezar; conmemorar es hacer memoria.

Conmemorar es no olvidar que en el África, según recientes datos estadísticos del sistema de Naciones Unidas, la esperanza de vida en el momento del nacimiento oscila en los 49 años; reitero, 49 años.

Conmemorar el Día de África es no olvidar que en 1999 el 34 por ciento de la población de ese riquísimo Continente estaba subalimentada y que la tasa de mortalidad infantil era de 107 por cada mil nacimientos, frente a 69 por mil del Sur de Asia y 32 por mil para América Latina.

¿Habrán mejorado estas estadísticas en los últimos cinco años?

Conmemorar el Día de África es no olvidar que casi el 9 por ciento de la franja de población Subsahariana, entre 15 y 49 años de edad, vive con VIH – SIDA.

Podríamos seguir aportando cifras para reafirmar esa lacerante realidad que muestran los medios de comunicación como si fuera el destino ineluctable de millones de queridos hermanos, hombres y mujeres del África.

Pero así como la conmemoración es memoria, la memoria es compromiso. Entonces, la conmemoración del Día de África es también para nosotros, los uruguayos, un compromiso.

El compromiso de no resignarnos a sus dificultades. El compromiso de no dejarla sola. El compromiso de estrechar nuestros lazos de amistad y cooperación con ella. El compromiso de acompañarla, aun con nuestras propias carencias. El compromiso de trabajar juntos, desde nuestras respectivas identidades, por un futuro mejor para todos nuestros pueblos.

Amigas y amigos, hace unos días, en el marco de la reunión Cumbre entre países sudamericanos y árabes, expresé algo que creo también es válido en esta ocasión.

Dije en esa oportunidad, que en el mundo actual no hay justificación alguna para la lejanía y el desconocimiento entre nuestros países; y lo repito ahora: no hay lugar para la lejanía y el desconocimiento entre nuestro país y el África.

No hay motivos para que el Atlántico nos separe; éste océano, que alguna vez cruzaron nuestros antepasados, ha de ser el puente que nos una desde ya y hacia el futuro. Muchas gracias.

 

PALABRAS DEL EMBAJADOR DE EGIPTO, OHIB ANWAR EL-SOUKKARY

EMBAJADOR EL-SOUKKARY: Excelentísimo señor Presidente de la República Oriental del Uruguay, doctor Tabaré Vázquez; damas y caballeros:

Siendo éste el primer encuentro de los Embajadores africanos con su Excelencia, deseamos expresarle nuestras sinceras felicitaciones por su triunfo en las pasadas Elecciones Nacionales y nuestros mejores deseos para usted y para el hermano pueblo uruguayo.

Aprovecho esta ocasión para agradecer al señor Presidente de la República por su apoyo y gentileza al permitirnos celebrar el Día Internacional de África en su presencia.

El Día de África constituye para nosotros un encuentro que responde a una voluntad común de consolidar aún más los lazos existentes entre nuestros países y Uruguay, y a la vez anhela, entre otros muchos retos, instaurar nuevos puentes entre nuestro Continente y América Latina.

Este encuentro, que deseamos de todo nuestro corazón, que significa caminar hacia el futuro, nos invita sin duda alguna a una reflexión más profunda sobre esas relaciones.

Esperamos contribuir conjuntamente con todos ustedes a abrir nuevos horizontes de cooperación transatlántica, ya que tanto África como Uruguay encierran muchas potencialidades y riquezas que se pueden aprovechar para el bien de nuestros pueblos respectivos.

Este encuentro representa para nosotros -los Embajadores de África- una propicia oportunidad para reflexionar con ustedes sobre África de hoy, teniendo en cuenta nuestra historia secular, nuestro fuerte potencial y sobre todo nuestro futuro prometedor.

La ciencia moderna reconoce a África como la cuna de la Humanidad. Los fósiles, los objetos fabricados, las obras artísticas y los vestigios de los antiguos pueblos humanos, pueden encontrarse de cabo a rabo de África, y proporcionan una prueba material de la aparición del Homosapiens y de la evolución de la Humanidad.

Así, en el marco del proceso de la reconstrucción de la identidad y de la confianza, los africanos ellos mismos deben comprender y estimar su papel en la existencia de la Humanidad.

Es así que África, como lugar de nacimiento de la Humanidad, deberá ser observado por el mundo entero como origen de todos los pueblos, por consiguiente al África le incumbe conservar el patrimonio común y utilizarlo para instaurar fundamentos de una comprensión universal de la necesidad histórica de poner fin al subdesarrollo y a la marginalización del Continente.

Los países africanos decidieron hace ya muchos años conjugar sus esfuerzos bajo la difusión de los padres fundadores y crearon la Organización de la Unidad Africana. La Unión Africana, que sucede a la Organización de la Unidad Africana, está sentando sus bases y a la vez forjando sus diferentes instituciones con el objetivo de responder a los programas cada vez más crecientes en la agenda de su Consejo Ejecutivo y en la de su Asamblea General.

La Unión Africana busca ser el vehículo que lleve al continente para entrar en el nuevo milenio.

Señoras y señores, hace siglos se integró África en la economía mundial, principalmente como proveedor de mano de obra y materia prima barata, lo cual provocó un derroche de recursos de África, en vez de contribuir a su desarrollo.

En aquel momento, el Continente perdió la oportunidad de utilizar sus riquezas para asentar industrias de transformación, así como una base humana muy cuantificada para sostener el crecimiento y el desarrollo. Por consiguiente, África, a pesar de ser una de las regiones más ricas del mundo, sigue siendo pobre.

El empobrecimiento del Continente africano fue principalmente acentuado por la violencia del colonialismo, por la guerra fría, por los engranajes del sistema económico internacional y por las insuficiencias de unas políticas adoptadas por los numerosos países después de la independencia.

En este marco, rescatamos que hubo programas de ajuste estructural, pero que llegaron solo a unas soluciones parciales.

Cierto que se llevaron a cabo reformas para eliminar graves situaciones, sin embargo, esos programas permitieron solo a unos pueblos conseguir un nivel de crecimiento moderado y no duradero.

Por otra parte, hay que reconocer que el mundo vive actualmente una revolución económica que podría facilitar el contexto y los medios de la modernización de África.

La nueva revolución económica fue posible, en parte, gracias al desarrollo de la informática y la telemática, que redujo el costo y aumento la rapidez de las comunicaciones, a través del universo, aboliendo de esta forma las antiguas barreras, tanto del tiempo como del espacio; ejerciendo así un impacto sobre todos los dominios de la vida social y económica.

Dicha revolución permitió la integración de sistemas nacionales de producción y de finanzas, que se tradujo en el crecimiento increíble de flujos -más allá de las fronteras- de bienes de servicios y de capitales.

En este marco, cabe notar que Túnez es anfitriona de la segunda ronda de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información. La Cumbre, que se desarrollará los días 16 y 18 de noviembre de 2005, está considerada el evento más importante jamás organizado sobre el suelo africano en materia de nuevas tecnologías de información y de comunicación. Además, Túnez lanzó un llamamiento para crear un fondo mundial de solidaridad y de lucha contra la pobreza.

Los países africanos reconocen que en el pasado hubo varias tentativas para formular programas de desarrollo a nivel de continente.

Sin embargo, por diversas razones, esos programas no tuvieron éxito. Pero hoy en día existen nuevas circunstancias que se preparan para una puesta en práctica integrada.

Después de la guerra fría, una nueva reestructuración de la relaciones internacionales se impuso urgente, como una nueva fase de la mundialización y de este modo surgieron nuevos conceptos de seguridad, de interés personal, que encierran el derecho al desarrollo y la erradicación de la pobreza.

Además, la democracia y la legitimidad del Estado juegan un rol definido con el objetivo de abarcar nuevos elementos centrales, como un gobierno responsable, una cultura de derechos del hombre y la participación del pueblo.

A esos efectos, cabe aludir a ciertos signos en el Continente que atestiguan que África vivió ella misma esos cambios, pues muchos dirigentes africanos fueron elegidos por la vía democrática.

De este modo, y con estos gestos, se pone de relieve que las esperanzas de los pueblos africanos para una vida mejor se alcanzarán por ellos mismos sin ayuda de los demás.

Los dirigentes africanos han adoptado un nuevo Programa Económico para el Desarrollo de África, NEPAD; gracias a este programa los responsables de África elaboraron una agenda para la renovación del Continente y esta agenda se funda sobre las prioridades nacionales y regionales, y los planes de desarrollo que deberán ser puestos en punto a mediano plazo de un proceso de democracia directa y participativa.

Este programa constituye un nuevo marco de interacción con el resto del mundo, particularmente con los países industrializados y las organizaciones multilaterales. Está fundado sobre un programa establecido por los africanos, con sus propias iniciativas y sus propias ganas, con el objetivo de definir ellos mismos su destino. Así pues, África reconoce la injusticia histórica, secular, y la necesidad de remediarlo. Por eso, se requiere la colaboración y la combinación de los esfuerzos para mejorar la calidad de la vida de los pueblos africanos lo más rápido posible.

África y sus socios comparten las responsabilidades en este milenio, del cual pueden sacar beneficios mutuos.

La revolución tecnológica mundial necesita una base creciente de recursos, una esfera de mercados cada vez más grande, nuevas fronteras de esfuerzos científicos, una capacidad colectiva de sabiduría humana y un sistema ecológico bien administrado.

Somos conscientes de que hay una gran parte de los recursos, tanto minerales como materiales de África, que son factores esenciales en el proceso de producción de los países desarrollados.

Además de esta base de recursos indispensables, África ofrece un mercado grande y creciente a los productores de todo el mundo.

Una África desarrollada constituirá un mercado en plena expansión para los productos manufacturados, los productos intermediarios y los servicios a nivel mundial. Al mismo tiempo, África ofrece oportunidades de inversión.

La iniciativa africana de paz crea posibilidades de esfuerzos internacionales conjuntos para el desarrollo de infraestructuras y para nuevas tecnologías.

La extensión de las posibilidades en el campo de la Educación y en otros ámbitos en África, aumentaría la contribución del Continente a la ciencia, a la tecnología y a la cultura a nivel mundial en beneficio de toda la Humanidad.

Uno de los fundamentos de la iniciativa africana es la expansión de las fronteras democráticas y del ahondamiento de la cultura de los derechos humanos.

Una África democrática se convertirá en uno de los pilares de la democracia, de los derechos humanos y de la tolerancia a nivel mundial.

Los recursos mundiales dedicados actualmente a la resolución de conflictos civiles e interestatales, podrían servir para financiar proyectos más gratificantes.

Un elemento critico que los africanos pueden asumir, en las responsabilidades del futuro del Continente, es la necesidad de negociar nuevas relaciones con sus socios para el desarrollo.

La manera del encaminamiento de la ayuda al desarrollo es extremadamente problemática para los países en vías de desarrollo. La necesidad de negociar por separado con los proveedores de fondos, apoyando al mismo sector o programa y vendiendo escueta e individualmente, es tan molesta como ineficaz.

Las condiciones impuestas para la ayuda al desarrollo crean ineficacias suplementarias.

Se destaca el deseo de establecer una nueva relación, cuyo punto de partida son los programas nacionales, pero en el marco de una integración regional según la conveniencia conjunta entre proveedor de fondos y beneficiarios.

El nuevo Programa para el Desarrollo Económico de África, NEPAD, tiene como objetivo consagrar la democracia y la gestión económica sana del Continente.

Los dirigentes africanos se comprometen ante los pueblos de África y del resto del mundo a obrar de concierto para reconstruir el Continente.

Prometen promover la paz y la estabilidad; la democracia; una sana gestión económica, en un desarrollo basado sobre los seres humanos; y se comprometen a estar visualmente responsables en virtud de los acuerdos contenidos en el Programa.

Al proponer esta acción, África reconoce que quiere y sabe de su propio desarrollo. La iniciativa africana ofrece a los países desarrollados del mundo una oportunidad histórica para establecer con África una verdadera colaboración basada sobre los intereses mutuos, los compromisos comunes y los acuerdos aceptados y el comercio.

A la adopción de estrategias con desarrollo iniciadas a grandes rasgos, anteriormente mencionada, así como el plan de acción detallado, faltara el inicio de una nueva fase de colaboración y de cooperación entre el resto del mundo y África de hoy.

Sobre todo el Continente, los africanos declaran que no se dejarán condicionar más por las circunstancias y determinaremos nuestro propio destino y llamaremos al resto del mundo para completar nuestros esfuerzos.

Los signos de progreso y de esperanza se vislumbran en el horizonte. Muchas gracias, señor Presidente.

 

DÍA DE ÁFRICA

El Día de África tiene por nacimiento un importante hito histórico ocurrido el 25 de mayo de 1963, cuando en Addis Abeba -Etiopía- se constituye la Organización de la Unidad Africana (OUA) bajo el impulso de cuatro líderes africanos: el ghanés Kwame Nkrumah, el zambiano Kenet Kaunda, el tanzano Julius Nyerere y el egipcio Gamal Abdel Nasser.

Entre otros históricos postulados, se estableció: eliminar, bajo todas sus formas, el colonialismo en África y consagrarse a su progreso general; reforzar la unidad y la solidaridad entre los Estados africanos; coordinar e intensificar su cooperación y sus esfuerzos para ofrecer las mejores condiciones de existencia a sus pueblos; defender su soberanía, integridad territorial y su independencia; la no injerencia en los asuntos internos de los estados y la adopción de una política de no alineamiento.

Durante cuatro décadas, la Organización de la Unidad Africana -cuya fecha de constitución dio lugar al Día de África- impulsó los ideales plasmados en su carta fundacional, al tiempo que generó el espacio necesario y propicio para la creación de la Unión Africana, organismo que asume hoy con nuevos y más amplios objetivos los nobles principios de su antecesora.

En marzo del 2000, los Jefes de Estado y Gobierno de 53 países aprueban el acta constitutiva de la Unión Africana que, entre otros, establece los siguientes principios: lograr una mayor unidad y solidaridad entre los países africanos y los pueblos de África; defender la soberanía, integridad territorial e independencia de los estados miembros; acelerar la integración política y socio-económica del continente; promover y defender las posturas comunes africanas sobre asuntos de interés para todo el continente y sus pueblos; estimular la cooperación internacional, tomando debidamente en cuenta la Carta de Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos; promover la paz, la seguridad y la estabilidad del continente; promover los principios y las instituciones democráticas, la participación popular y el buen gobierno; crear las condiciones necesarias que permitan al continente desempeñar su justo papel en la economía global y las negociaciones internacionales; promover el desarrollo sostenido en lo económico, social y cultural, así como la integración de las economías africanas.

Posteriormente, en julio de 2001, los estados africanos se reúnen en Lusaka, Zambia, donde constituyen la Nueva Asociación para el Desarrollo de África (NEPAD), un programa de desarrollo integral que apunta a establecer las principales prioridades económicas, políticas y sociales ante los graves problemas de la región.

En todos estos instrumentos continentales y multilaterales, entre los que puede mencionar la Comunidad para el Desarrollo de África Meridional (SADC) y otras instituciones regionales, los gobiernos africanos han buscado permanentemente transformar las relaciones norte-sur y consolidar la colaboración sur-sur, siendo este uno de sus grandes desafíos pero también de sus mayores expectativas y esperanzas.

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