VÁZQUEZ: LA LIBERTAD Y LA INDEPENDENCIA NO SON
PIEZAS DE MUSEO, SON DESAFÍOS SOCIALES PERMANENTES
Tras recordar el pronunciamiento de 1810 en el Río
de la Plata y la fundación de la Organización de la Unidad Africana, en
1963, el Presidente Vázquez afirmó que ambas fechas reflejan una misma
historia, "la de los pueblos que no se resignan a ser sufrientes
testigos de su propio destino, sino que quieren construirlo con
esperanza, con convicción y con tesón".
Tales conceptos fueron expresados por el Primer
Mandatario durante el acto realizado en el Edificio Libertad en
conmemoración del Día de África, ante la presencia de los embajadores
africanos y Cuerpo Diplomático acreditado ante nuestro gobierno.
En un emotivo discurso de casi diez minutos, donde
recordó la lacerante realidad del Continente africano, el Presidente de
la República, Tabaré Vázquez, trazó un paralelismo entre la gesta
independentista del Río de la Plata y la fundación de la Organización de
la Unidad Africana, que dio paso luego a la Unión Africana, afirmando
"que la libertad y la independencia no son piezas de museo ni objetivos
del pasado, son impulsos humanos y desafíos sociales permanentes".
PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ
VÁZQUEZ, EN EL EN LA CONMEMORACIÓN DEL DÍA DE ÁFRICA, EN EL EDIFICIO
LIBERTAD
PRESIDENTE VÁZQUEZ: Buenas tardes, para todos
ustedes. Señores Embajadores de países africanos y demás integrantes del
Cuerpo Diplomático acreditado en Uruguay; autoridades nacionales,
señoras y señores periodistas, amigas y amigos:
El 25 de Mayo es para nosotros, los uruguayos, una
fecha especialmente significativa. En efecto, el 25 de Mayo indica un
nuevo aniversario de aquel pronunciamiento del Cabildo de Buenos Aires,
que marcó el inicio de la gesta independentista de las colonias
españolas del Virreinato del Río de la Plata.
Ciento noventa y cinco años han transcurrido desde
entonces, y en el marco de este aniversario quiero, en primer lugar,
saludar a todo el pueblo y gobierno de la hermana República Argentina
que ha asumido esta fecha como su más importante fiesta nacional; pero
también el 25 de Mayo señala, además, un nuevo aniversario de la
fundación, en 1963, de la Organización de la Unidad Africana.
Aunque desde julio de 2003, aquella organización que
había sido sucedida por la Unión Africana, el 25 de Mayo de cada año es
también el Día de África, una conmemoración a la que adherimos por
varias razones.
Una de ellas, es que más allá de la distancia
geográfica y temporal existente entre el pronunciamiento del Cabildo de
Buenos Aires del 25 de Mayo de 1810 y la fundación de la Organización de
la Unidad Africana, del 25 de Mayo pero de 1963, hay muchas similitudes,
tantas, que bien puede afirmarse que se trata de la misma historia; la
historia de los pueblos que no se resignan a ser sufrientes testigos de
su propio destino, sino que quieren construirlo con esperanza, con
convicción y con tesón.
Es que la libertad y la independencia no son piezas
de museo ni objetivos del pasado, son impulsos humanos y desafíos
sociales permanentes.
Otra de las razones por lo que adherimos a este Día
de África, es nuestro reconocimiento a ese Continente como cuna de un
importante componente de la población de nuestro país, de la población
del Uruguay.
En efecto, se dice que en materia demográfica los
uruguayos descendemos de los barcos; la realidad no es exactamente así
pero si hemos de admitir que muchos de nuestros ancestros llegaron en
barcos provenientes de Europa, admitamos también que no pocos de ellos
desembarcaron engrillados de barcos provenientes del África, tantos, que
casi el 6 por ciento de la población del Uruguay actual es afro
descendiente.
A aquellos esclavos que aún desde su tragedia
tuvieron la grandeza de aportar raíces al Uruguay de hoy, nuestro
reconocimiento; y coherentemente con este reconocimiento, nuestra
adhesión a la conmemoración del día de su Continente materno.
Señoras y señores, no es casualidad que en referencia
al Día de África usemos la palabra conmemoración.
Conmemorar no es celebrar, conmemorar no es empezar;
conmemorar es hacer memoria.
Conmemorar es no olvidar que en el África, según
recientes datos estadísticos del sistema de Naciones Unidas, la
esperanza de vida en el momento del nacimiento oscila en los 49 años;
reitero, 49 años.
Conmemorar el Día de África es no olvidar que en 1999
el 34 por ciento de la población de ese riquísimo Continente estaba
subalimentada y que la tasa de mortalidad infantil era de 107 por cada
mil nacimientos, frente a 69 por mil del Sur de Asia y 32 por mil para
América Latina.
¿Habrán mejorado estas estadísticas en los últimos
cinco años?
Conmemorar el Día de África es no olvidar que casi el
9 por ciento de la franja de población Subsahariana, entre 15 y 49 años
de edad, vive con VIH – SIDA.
Podríamos seguir aportando cifras para reafirmar esa
lacerante realidad que muestran los medios de comunicación como si fuera
el destino ineluctable de millones de queridos hermanos, hombres y
mujeres del África.
Pero así como la conmemoración es memoria, la memoria
es compromiso. Entonces, la conmemoración del Día de África es también
para nosotros, los uruguayos, un compromiso.
El compromiso de no resignarnos a sus dificultades.
El compromiso de no dejarla sola. El compromiso de estrechar nuestros
lazos de amistad y cooperación con ella. El compromiso de acompañarla,
aun con nuestras propias carencias. El compromiso de trabajar juntos,
desde nuestras respectivas identidades, por un futuro mejor para todos
nuestros pueblos.
Amigas y amigos, hace unos días, en el marco de la
reunión Cumbre entre países sudamericanos y árabes, expresé algo que
creo también es válido en esta ocasión.
Dije en esa oportunidad, que en el mundo actual no
hay justificación alguna para la lejanía y el desconocimiento entre
nuestros países; y lo repito ahora: no hay lugar para la lejanía y el
desconocimiento entre nuestro país y el África.
No hay motivos para que el Atlántico nos separe; éste
océano, que alguna vez cruzaron nuestros antepasados, ha de ser el
puente que nos una desde ya y hacia el futuro. Muchas gracias.
PALABRAS DEL EMBAJADOR DE EGIPTO, OHIB ANWAR EL-SOUKKARY
EMBAJADOR EL-SOUKKARY: Excelentísimo señor
Presidente de la República Oriental del Uruguay, doctor Tabaré
Vázquez; damas y caballeros:
Siendo éste el primer encuentro de los Embajadores
africanos con su Excelencia, deseamos expresarle nuestras sinceras
felicitaciones por su triunfo en las pasadas Elecciones Nacionales y
nuestros mejores deseos para usted y para el hermano pueblo uruguayo.
Aprovecho esta ocasión para agradecer al señor
Presidente de la República por su apoyo y gentileza al permitirnos
celebrar el Día Internacional de África en su presencia.
El Día de África constituye para nosotros un
encuentro que responde a una voluntad común de consolidar aún más los
lazos existentes entre nuestros países y Uruguay, y a la vez anhela,
entre otros muchos retos, instaurar nuevos puentes entre nuestro
Continente y América Latina.
Este encuentro, que deseamos de todo nuestro
corazón, que significa caminar hacia el futuro, nos invita sin duda
alguna a una reflexión más profunda sobre esas relaciones.
Esperamos contribuir conjuntamente con todos ustedes
a abrir nuevos horizontes de cooperación transatlántica, ya que tanto
África como Uruguay encierran muchas potencialidades y riquezas que se
pueden aprovechar para el bien de nuestros pueblos respectivos.
Este encuentro representa para nosotros -los
Embajadores de África- una propicia oportunidad para reflexionar con
ustedes sobre África de hoy, teniendo en cuenta nuestra historia
secular, nuestro fuerte potencial y sobre todo nuestro futuro
prometedor.
La ciencia moderna reconoce a África como la cuna de
la Humanidad. Los fósiles, los objetos fabricados, las obras
artísticas y los vestigios de los antiguos pueblos humanos, pueden
encontrarse de cabo a rabo de África, y proporcionan una prueba
material de la aparición del Homosapiens y de la evolución de la
Humanidad.
Así, en el marco del proceso de la reconstrucción
de la identidad y de la confianza, los africanos ellos mismos deben
comprender y estimar su papel en la existencia de la Humanidad.
Es así que África, como lugar de nacimiento de la
Humanidad, deberá ser observado por el mundo entero como origen de
todos los pueblos, por consiguiente al África le incumbe conservar el
patrimonio común y utilizarlo para instaurar fundamentos de una
comprensión universal de la necesidad histórica de poner fin al
subdesarrollo y a la marginalización del Continente.
Los países africanos decidieron hace ya muchos años
conjugar sus esfuerzos bajo la difusión de los padres fundadores y
crearon la Organización de la Unidad Africana. La Unión Africana, que
sucede a la Organización de la Unidad Africana, está sentando sus
bases y a la vez forjando sus diferentes instituciones con el objetivo
de responder a los programas cada vez más crecientes en la agenda de su
Consejo Ejecutivo y en la de su Asamblea General.
La Unión Africana busca ser el vehículo que lleve
al continente para entrar en el nuevo milenio.
Señoras y señores, hace siglos se integró África
en la economía mundial, principalmente como proveedor de mano de obra y
materia prima barata, lo cual provocó un derroche de recursos de
África, en vez de contribuir a su desarrollo.
En aquel momento, el Continente perdió la
oportunidad de utilizar sus riquezas para asentar industrias de
transformación, así como una base humana muy cuantificada para
sostener el crecimiento y el desarrollo. Por consiguiente, África, a
pesar de ser una de las regiones más ricas del mundo, sigue siendo
pobre.
El empobrecimiento del Continente africano fue
principalmente acentuado por la violencia del colonialismo, por la
guerra fría, por los engranajes del sistema económico internacional y
por las insuficiencias de unas políticas adoptadas por los numerosos
países después de la independencia.
En este marco, rescatamos que hubo programas de
ajuste estructural, pero que llegaron solo a unas soluciones parciales.
Cierto que se llevaron a cabo reformas para eliminar
graves situaciones, sin embargo, esos programas permitieron solo a unos
pueblos conseguir un nivel de crecimiento moderado y no duradero.
Por otra parte, hay que reconocer que el mundo vive
actualmente una revolución económica que podría facilitar el contexto
y los medios de la modernización de África.
La nueva revolución económica fue posible, en
parte, gracias al desarrollo de la informática y la telemática, que
redujo el costo y aumento la rapidez de las comunicaciones, a través
del universo, aboliendo de esta forma las antiguas barreras, tanto del
tiempo como del espacio; ejerciendo así un impacto sobre todos los
dominios de la vida social y económica.
Dicha revolución permitió la integración de
sistemas nacionales de producción y de finanzas, que se tradujo en el
crecimiento increíble de flujos -más allá de las fronteras- de bienes
de servicios y de capitales.
En este marco, cabe notar que Túnez es anfitriona de
la segunda ronda de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la
Información. La Cumbre, que se desarrollará los días 16 y 18 de
noviembre de 2005, está considerada el evento más importante jamás
organizado sobre el suelo africano en materia de nuevas tecnologías de
información y de comunicación. Además, Túnez lanzó un llamamiento
para crear un fondo mundial de solidaridad y de lucha contra la pobreza.
Los países africanos reconocen que en el pasado hubo
varias tentativas para formular programas de desarrollo a nivel de
continente.
Sin embargo, por diversas razones, esos programas no
tuvieron éxito. Pero hoy en día existen nuevas circunstancias que se
preparan para una puesta en práctica integrada.
Después de la guerra fría, una nueva
reestructuración de la relaciones internacionales se impuso urgente,
como una nueva fase de la mundialización y de este modo surgieron
nuevos conceptos de seguridad, de interés personal, que encierran el
derecho al desarrollo y la erradicación de la pobreza.
Además, la democracia y la legitimidad del Estado
juegan un rol definido con el objetivo de abarcar nuevos elementos
centrales, como un gobierno responsable, una cultura de derechos del
hombre y la participación del pueblo.
A esos efectos, cabe aludir a ciertos signos en el
Continente que atestiguan que África vivió ella misma esos cambios,
pues muchos dirigentes africanos fueron elegidos por la vía
democrática.
De este modo, y con estos gestos, se pone de relieve
que las esperanzas de los pueblos africanos para una vida mejor se
alcanzarán por ellos mismos sin ayuda de los demás.
Los dirigentes africanos han adoptado un nuevo
Programa Económico para el Desarrollo de África, NEPAD; gracias a este
programa los responsables de África elaboraron una agenda para la
renovación del Continente y esta agenda se funda sobre las prioridades
nacionales y regionales, y los planes de desarrollo que deberán ser
puestos en punto a mediano plazo de un proceso de democracia directa y
participativa.
Este programa constituye un nuevo marco de
interacción con el resto del mundo, particularmente con los países
industrializados y las organizaciones multilaterales. Está fundado
sobre un programa establecido por los africanos, con sus propias
iniciativas y sus propias ganas, con el objetivo de definir ellos mismos
su destino. Así pues, África reconoce la injusticia histórica,
secular, y la necesidad de remediarlo. Por eso, se requiere la
colaboración y la combinación de los esfuerzos para mejorar la calidad
de la vida de los pueblos africanos lo más rápido posible.
África y sus socios comparten las responsabilidades
en este milenio, del cual pueden sacar beneficios mutuos.
La revolución tecnológica mundial necesita una base
creciente de recursos, una esfera de mercados cada vez más grande,
nuevas fronteras de esfuerzos científicos, una capacidad colectiva de
sabiduría humana y un sistema ecológico bien administrado.
Somos conscientes de que hay una gran parte de los
recursos, tanto minerales como materiales de África, que son factores
esenciales en el proceso de producción de los países desarrollados.
Además de esta base de recursos indispensables,
África ofrece un mercado grande y creciente a los productores de todo
el mundo.
Una África desarrollada constituirá un mercado en
plena expansión para los productos manufacturados, los productos
intermediarios y los servicios a nivel mundial. Al mismo tiempo, África
ofrece oportunidades de inversión.
La iniciativa africana de paz crea posibilidades de
esfuerzos internacionales conjuntos para el desarrollo de
infraestructuras y para nuevas tecnologías.
La extensión de las posibilidades en el campo de la
Educación y en otros ámbitos en África, aumentaría la contribución
del Continente a la ciencia, a la tecnología y a la cultura a nivel
mundial en beneficio de toda la Humanidad.
Uno de los fundamentos de la iniciativa africana es
la expansión de las fronteras democráticas y del ahondamiento de la
cultura de los derechos humanos.
Una África democrática se convertirá en uno de los
pilares de la democracia, de los derechos humanos y de la tolerancia a
nivel mundial.
Los recursos mundiales dedicados actualmente a la
resolución de conflictos civiles e interestatales, podrían servir para
financiar proyectos más gratificantes.
Un elemento critico que los africanos pueden asumir,
en las responsabilidades del futuro del Continente, es la necesidad de
negociar nuevas relaciones con sus socios para el desarrollo.
La manera del encaminamiento de la ayuda al
desarrollo es extremadamente problemática para los países en vías de
desarrollo. La necesidad de negociar por separado con los proveedores de
fondos, apoyando al mismo sector o programa y vendiendo escueta e
individualmente, es tan molesta como ineficaz.
Las condiciones impuestas para la ayuda al desarrollo
crean ineficacias suplementarias.
Se destaca el deseo de establecer una nueva
relación, cuyo punto de partida son los programas nacionales, pero en
el marco de una integración regional según la conveniencia conjunta
entre proveedor de fondos y beneficiarios.
El nuevo Programa para el Desarrollo Económico de
África, NEPAD, tiene como objetivo consagrar la democracia y la
gestión económica sana del Continente.
Los dirigentes africanos se comprometen ante los
pueblos de África y del resto del mundo a obrar de concierto para
reconstruir el Continente.
Prometen promover la paz y la estabilidad; la
democracia; una sana gestión económica, en un desarrollo basado sobre
los seres humanos; y se comprometen a estar visualmente responsables en
virtud de los acuerdos contenidos en el Programa.
Al proponer esta acción, África reconoce que quiere
y sabe de su propio desarrollo. La iniciativa africana ofrece a los
países desarrollados del mundo una oportunidad histórica para
establecer con África una verdadera colaboración basada sobre los
intereses mutuos, los compromisos comunes y los acuerdos aceptados y el
comercio.
A la adopción de estrategias con desarrollo
iniciadas a grandes rasgos, anteriormente mencionada, así como el plan
de acción detallado, faltara el inicio de una nueva fase de
colaboración y de cooperación entre el resto del mundo y África de
hoy.
Sobre todo el Continente, los africanos declaran que
no se dejarán condicionar más por las circunstancias y determinaremos
nuestro propio destino y llamaremos al resto del mundo para completar
nuestros esfuerzos.
Los signos de progreso y de esperanza se vislumbran
en el horizonte. Muchas gracias, señor Presidente.
DÍA DE ÁFRICA
El Día de África tiene por nacimiento un importante
hito histórico ocurrido el 25 de mayo de 1963, cuando en Addis Abeba
-Etiopía- se constituye la Organización de la Unidad Africana (OUA) bajo
el impulso de cuatro líderes africanos: el ghanés Kwame Nkrumah, el
zambiano Kenet Kaunda, el tanzano Julius Nyerere y el egipcio Gamal
Abdel Nasser.
Entre otros históricos postulados, se estableció:
eliminar, bajo todas sus formas, el colonialismo en África y consagrarse
a su progreso general; reforzar la unidad y la solidaridad entre los
Estados africanos; coordinar e intensificar su cooperación y sus
esfuerzos para ofrecer las mejores condiciones de existencia a sus
pueblos; defender su soberanía, integridad territorial y su
independencia; la no injerencia en los asuntos internos de los estados y
la adopción de una política de no alineamiento.
Durante cuatro décadas, la Organización de la Unidad
Africana -cuya fecha de constitución dio lugar al Día de África- impulsó
los ideales plasmados en su carta fundacional, al tiempo que generó el
espacio necesario y propicio para la creación de la Unión Africana,
organismo que asume hoy con nuevos y más amplios objetivos los nobles
principios de su antecesora.
En marzo del 2000, los Jefes de Estado y Gobierno de
53 países aprueban el acta constitutiva de la Unión Africana que, entre
otros, establece los siguientes principios: lograr una mayor unidad y
solidaridad entre los países africanos y los pueblos de África; defender
la soberanía, integridad territorial e independencia de los estados
miembros; acelerar la integración política y socio-económica del
continente; promover y defender las posturas comunes africanas sobre
asuntos de interés para todo el continente y sus pueblos; estimular la
cooperación internacional, tomando debidamente en cuenta la Carta de
Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos;
promover la paz, la seguridad y la estabilidad del continente; promover
los principios y las instituciones democráticas, la participación
popular y el buen gobierno; crear las condiciones necesarias que
permitan al continente desempeñar su justo papel en la economía global y
las negociaciones internacionales; promover el desarrollo sostenido en
lo económico, social y cultural, así como la integración de las
economías africanas.
Posteriormente, en julio de 2001, los estados
africanos se reúnen en Lusaka, Zambia, donde constituyen la Nueva
Asociación para el Desarrollo de África (NEPAD), un programa de
desarrollo integral que apunta a establecer las principales prioridades
económicas, políticas y sociales ante los graves problemas de la región.
En todos estos instrumentos continentales y
multilaterales, entre los que puede mencionar la Comunidad para el
Desarrollo de África Meridional (SADC) y otras instituciones regionales,
los gobiernos africanos han buscado permanentemente transformar las
relaciones norte-sur y consolidar la colaboración sur-sur, siendo este
uno de sus grandes desafíos pero también de sus mayores expectativas y
esperanzas. |