20/06/05


BROVETTO EXALTO LA PERSONALIDAD DE ARTIGAS Y REMARCÓ QUE "EL PAÍS ESTA EN UN MOMENTO FUNDACIONAL"
El Ministro de Educación y Cultura, Ing. Quím. Jorge Brovetto, fue ayer el orador oficial en el acto con el que se celebró el 241º. aniversario del nacimiento del General José G. Artigas. Además de exaltar la personalidad del prócer, dijo que su testimonio debe guiar nuestro país como nación en “este momento fundacional de la República”.    

PALABRAS DEL MINISTRO DE EDUCACIONY CULTURA, ING. QUIM. JORGE BROVETTO, EN EL ACTO OFICIAL DE CONMEMORACION DEL 241º. NATALICIO DEL GRAL. JOSE ARTIGAS, CELEBRADO EN SAUCE

MINISTRO BROVETTO: Señor Vicepresidente de la República, Rodolfo Nin Novoa, señora Ministra de Defensa Nacional, Azucena Berrutti, señor Subsecretario de Defensa, José Bayardi, señor Intendente Interino de Canelones, Nery Fernández, señor Presidente de la Junta Departamental de Canelones, David Pérez, autoridades civiles y militares, señor Presidente de la Junta Local Carolin de Souza, señoras y señores integrantes del Comité Patriótico de Sauce, señoras y señores representantes de Instituciones publicas y privadas y sociedades criollas locales, alumnos, docentes de las escuelas, liceos y centros de formación técnico aquí presentes, vecinos y vecinas de Sauce, compatriotas de todo el país que siguen esta actividad a través de los medios de comunicación:

Una vez más el país entero celebra el nacimiento de nuestro máximo héroe patrio. Año a año este rito laico se reitera, como debe ser en una nación orgullosa de su historia, orgullosa de sus orígenes, de los hombres y mujeres que forjaron su identidad, una nación –ahora- también apasionada con la transformación de su presente, una nación esperanzada en la construcción de su futuro.

Hoy, en el actual contexto que vive el país, esta conmemoración está cargada de un profundo significado político e histórico. Es que la figura y el legado de Artigas aglutina al Uruguay y nos unifica en nuestra identidad esencial más allá de las legítimas diferencias de coyuntura, inherentes a una concepción plural y democrática como la que informa las bases mismas de nuestra nacionalidad.

Artigas simboliza, como jefe de los orientales, el elemento de las mejores tradiciones de nuestro pueblo, de continuidad, de permanencia y de identidad porque, justamente cuando la ciudadanía ha respaldado una convocatoria al cambio, se nos presenta como fundamental destacar esa esencial simbiosis que existe entre nuestro héroe y la concepción misma de la que los uruguayos todos tenemos de nuestra nacionalidad por arriba de cintillos y banderías político partidarias, más allá de credos y confesión.

Artigas nos une a los uruguayos, y vaya si los uruguayos debemos celebrar y exaltar los elementos que nos unen. Artigas une a quienes aman y amamos la libertad, a quienes defienden y defendemos la democracia y las garantías individuales, a quienes respetamos de manera irrestricta la constitución y la ley, a quienes observamos celosamente los derechos humanos, a quienes de esta manera honran y honramos su memoria y su legado.

Autoridades presentes, queridas y queridos ciudadanos: en un momento en que se inicia una nueva historia, este proceso de transformación social que conduce a abrir los cauces de la participación social, educativa, sanitaria y económica en los diversos planos del conocimiento, de la justicia y de la vida política para toda la ciudadanía, cobra una inmensa vigencia y proyección el pensamiento de este ciudadano, político, estratega, militar, revolucionario, artífice de la primera independencia de nuestro territorio, el hombre cuyo nacimiento hoy conmemoramos, el general Don José Gervasio Artigas, esta nueva época de la vida institucional de la República -que iniciáramos el 1º de marzo pasado- se enmarca en una lectura nacional e internacional que nos autoriza a pensar que la república se encuentra frente a un momento “fundacional”, que la república se encuentra frente a una época de reorganización y articulación de los componentes que integran la nación, la región y el mundo, de la que no solamente emergerán otros vínculos sociales y políticos en nuestra comunidad nacional, sino también las vías, los múltiples caminos que harán posible una nueva integración del Uruguay en la región y en el contexto internacional.

En un momento fundacional como el que vivimos, el pensamiento artiguista cobra una nueva dimensión, una nueva lectura, una proyección hacia el futuro que lo amplifica y complementa con el ideario bolivariano, con el de San Martín, el de Martí y el de todos los libertadores americanos, con las raíces inspiradoras de la Revolución Francesa y las grandes corrientes del pensamiento libertario, social y humanista, que marcaron profundamente nuestra sociedad, como a tantas otras sociedades en los últimos dos siglos de su historia.

Ya  en la sesión del Congreso de 1813 y haciendo una clara alusión a la autoridad que le había confiado el pueblo en armas en 1811, Artigas devuelve los atributos del poder a la sociedad civil en esa frase, fundadora de la identidad democrática de nuestro pueblo: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana”. Y reafirmando la inquietud frente a la veleidosa probidad de los hombres, Artigas profundiza el concepto anterior: “Ciudadanos -nos dice- los pueblos deben ser libres. Ese carácter debe ser su único objeto y formar el motivo de su celo”, pero también agrega: “toda clase de precaución debe prodigarse cuando se trata de fijar nuestro destino”, lo que expresa su profundo interés por la cosa pública y la construcción del futuro.

Esas son, ciudadanas y ciudadanos, las mismas preocupaciones que hoy compartimos y el desafío que hoy todos tenemos por delante: el desafío de consolidar, de mejorar la eficiencia, la calidad, el servicio del Estado; pero sobre todo el desafío de transitar de una sociedad de la exclusión hacia un país integrado en lo político, en lo económico, en lo educativo, en lo productivo y en lo social.

El mundo en que vivimos ya no es el de años precedentes. Los espacios geopolíticos se transforman con la misma velocidad con la que el conocimiento se incorpora a las sociedades. La generación del conocimiento transforma los sistemas productivos, los conceptos educativos, nuestra idea de la realidad, derrumba conceptos y dogmas ampliamente establecidos, abre nuevas perspectivas y sueños de futuro, pero sobretodo nos enfrenta a responsabilidades que no solamente son políticas sino que son ante todo educativas, científicas, éticas, medioambientales, productivas y sociales.

Porque ya no vivimos en el mundo a donde la riqueza principal de las naciones y su primer factor de desarrollo económico y social pueda sustentarse en la exportación de materias primas, sino que integramos un nuevo espacio internacional, donde el tercio de los intercambios está representado por los servicios. Vivimos en el mundo donde el valor agregado de la inteligencia es el componente esencial para el progreso, para el progreso económico y para el progreso social, pero a su vez vivimos en la región más desigual del planeta, donde las inequidades sociales impiden usufructuar el pleno ejercicio de la libertad y, peor aún, impiden el desarrollo normal de las potencialidades y los talentos de grandes sectores de la población.

Vivimos en una sociedad impregnada de dificultades laborales, nutritivas, sanitarias y educativas. Es una sucesión de oportunidades desiguales que empuja a los jóvenes a buscar esperanzas en horizontes lejanos, vaciando el país de sus recursos más capacitados. Es una sociedad desigual adonde los más castigados son las mujeres, los niños y los más marginados, los que más sufren la exclusión sin la falta de oportunidades. El último informe de desarrollo humano en Uruguay publicado esta semana por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo muestra que la profunda recesión económica vivida entre 1999 y 2002 hizo caer dramáticamente el ingreso de los hogares y señala que, a pesar de la modificación de los indicadores económicos, la pobreza sigue aumentando siendo los niños los más afectados.

En el año pasado, el 56% de los niños se encontraba en situación de pobreza y más del 30% de los ciudadanos de Uruguay tenía ingresos inferiores al valor de la línea de pobreza. Esta dramática situación, que afecta a un uruguayo de cada tres y a un niño de cada dos en nuestro país, requiere un esfuerzo enorme para revertirla y no es un esfuerzo sólo del gobierno, sino que constituye un deber de toda la ciudadanía, como debe ser en una ciudad integrada y responsable para que, como enseñaba el prócer, los más infelices sean los más privilegiados.

Las dificultades para asegurar las funciones del Estado, debido a la precariedad del erario, fueron claras preocupaciones del gobierno artiguista. En una carta al cabildo gobernador, Artigas dice que no se multipliquen ni las autoridades ni los administradores ni otros puestos que graven los fondos de esta indigente provincia. Pero también exigió de los funcionarios y del gobierno una responsable dedicación en el cumplimiento de sus deberes y que tuvieran el sentido de la dignidad de su magistratura. Es ese mismo sentimiento artiguista el que nos impulsa a luchar firmemente contra la corrupción pública y privada y contra todas las delegaciones del poder, pero también a aumentar la transparencia y el control ciudadano en las funciones del Estado y a mejorar la comunicación con la ciudadanía.

También hoy como en los albores de nuestra república independiente encontramos una situación económica fuertemente comprometida, situación que dificulta seriamente las políticas y las acciones tendientes a hacer frente a las necesarias transformaciones del país en el plano educativo, en el plano sanitario, en el área científico-tecnológica, en las comunicaciones y en la cultura. Por eso vivimos un período de austeridad, en el que la racional utilización de los recursos del Estado y las economías que puedan hacerse, cualquiera sea el rubro o el monto, representan más fondos para el desarrollo para el combate contra la pobreza y la marginalidad social, un paso más en la  lucha contra la exclusión. Si bien el gobierno artiguista debió prestar una especial importancia a los problemas político institucionales, al funcionamiento administrativo y fiscal, a las medidas de promoción de la actividad productiva y al intercambio mercantil, no dejó de lado los temas de la educación y de la cultura. La educación y el acceso a los beneficios de la sociedad del conocimiento, es el pilar esencial en el camino de la integración nacional, porque la educación da calidad al camino de las oportunidades de cada ciudadano y para todo el país es la educación la que permitirá liberarse de las ataduras de las urgencias la que permitirá transitar los caminos del desarrollo, la que posibilitará la liberación de las rémoras del pasado, la que habilitará la construcción del destino que merecen nuestros pueblos. Es un destino proyectado con inteligencia, y solidaridad social hacia el futuro.

Artigas, como los otros héroes de la independencia americana, buscó con ahínco la unidad de nuestros pueblos, consciente de que el futuro de la naciones americanas pasa en buena parte por esa unidad, por una unidad sin sometimientos, sin despojos, unidad desde la propuesta complementaria para construir juntos, para crecer con el otro y, gracias al otro. Esa unidad se construye desde el interior de las fronteras, integrándose socialmente, generando herramientas de cooperación, defendiendo lo propio, construyendo valores, consolidando la democracia y la ciudadanía para que ésta sea cada vez más participativa y responsable, porque el futuro se construye paso a paso, desde todos los rincones de la patria, y necesita de cada uno de los ciudadanos.

Muchas veces el eje articulador del futuro no está solamente en los caminos de la utopía sino en la equilibrada articulación de los mensajes del pasado y con los sueños del futuro. Por eso la reafirmación de la vigencia de los mensajes de José Artigas, del fundador de nuestra nacionalidad en el día de su nacimiento, es mucho más que un ejercicio histórico o un discurso político.

Estos mensajes fundacionales del prócer nos proyectan al futuro con clara visión del presente. Es un lúcido ejercicio de memoria, de donde recogemos la experiencia y sobre todo la conciencia, la firmeza y la convicción que nos permite identificar los caminos que debemos recorrer, así como también los que nunca más debemos transitar.

Aquí, en el Sauce, este 19 de junio del año 2005, cuando festejamos el 241º. aniversario del nacimiento del general José Gervasio Artigas,  proclamamos que su rico ideario, su legado ético y político, su ejemplo de acción y de vida, alimentan y alimentarán nuestro quehacer como gobernantes. Guían y guiarán nuestros actos y orientan y orientarán nuestras vidas al servicio de la nación. Que así sea para todos los orientales.

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