BROVETTO EXALTO LA PERSONALIDAD DE ARTIGAS Y
REMARCÓ QUE "EL PAÍS ESTA EN UN MOMENTO FUNDACIONAL"
El
Ministro de Educación y Cultura, Ing. Quím. Jorge Brovetto, fue ayer
el orador oficial en el acto con el que se celebró el 241º.
aniversario del nacimiento del General José G. Artigas. Además de
exaltar la personalidad del prócer, dijo que su testimonio debe guiar
nuestro país como nación en “este momento fundacional de la República”.
PALABRAS DEL MINISTRO DE EDUCACIONY CULTURA, ING.
QUIM. JORGE BROVETTO, EN EL ACTO OFICIAL DE CONMEMORACION DEL 241º.
NATALICIO DEL GRAL. JOSE ARTIGAS, CELEBRADO EN SAUCE
MINISTRO BROVETTO: Señor Vicepresidente de la República,
Rodolfo Nin Novoa, señora Ministra de Defensa Nacional, Azucena
Berrutti, señor Subsecretario de Defensa, José Bayardi, señor
Intendente Interino de Canelones, Nery Fernández, señor Presidente de
la Junta Departamental de Canelones, David Pérez, autoridades civiles y
militares, señor Presidente de la Junta Local Carolin de Souza, señoras
y señores integrantes del Comité Patriótico de Sauce, señoras y señores
representantes de Instituciones publicas y privadas y sociedades
criollas locales, alumnos, docentes de las escuelas, liceos y centros de
formación técnico aquí presentes, vecinos y vecinas de Sauce,
compatriotas de todo el país que siguen esta actividad a través de los
medios de comunicación:
Una vez más el país entero celebra el nacimiento de
nuestro máximo héroe patrio. Año a año este rito laico se reitera,
como debe ser en una nación orgullosa de su historia, orgullosa de sus
orígenes, de los hombres y mujeres que forjaron su identidad, una nación
–ahora- también apasionada con la transformación de su presente, una
nación esperanzada en la construcción de su futuro.
Hoy, en el actual contexto que vive el país, esta
conmemoración está cargada de un profundo significado político e histórico.
Es que la figura y el legado de Artigas aglutina al Uruguay y nos
unifica en nuestra identidad esencial más allá de las legítimas
diferencias de coyuntura, inherentes a una concepción plural y democrática
como la que informa las bases mismas de nuestra nacionalidad.
Artigas simboliza, como jefe de los orientales, el
elemento de las mejores tradiciones de nuestro pueblo, de continuidad,
de permanencia y de identidad porque, justamente cuando la ciudadanía
ha respaldado una convocatoria al cambio, se nos presenta como
fundamental destacar esa esencial simbiosis que existe entre nuestro héroe
y la concepción misma de la que los uruguayos todos tenemos de nuestra
nacionalidad por arriba de cintillos y banderías político partidarias,
más allá de credos y confesión.
Artigas nos une a los uruguayos, y vaya si los
uruguayos debemos celebrar y exaltar los elementos que nos unen. Artigas
une a quienes aman y amamos la libertad, a quienes defienden y
defendemos la democracia y las garantías individuales, a quienes
respetamos de manera irrestricta la constitución y la ley, a quienes
observamos celosamente los derechos humanos, a quienes de esta manera
honran y honramos su memoria y su legado.
Autoridades presentes, queridas y queridos
ciudadanos: en un momento en que se inicia una nueva historia, este
proceso de transformación social que conduce a abrir los cauces de la
participación social, educativa, sanitaria y económica en los diversos
planos del conocimiento, de la justicia y de la vida política para toda
la ciudadanía, cobra una inmensa vigencia y proyección el pensamiento
de este ciudadano, político, estratega, militar, revolucionario, artífice
de la primera independencia de nuestro territorio, el hombre cuyo
nacimiento hoy conmemoramos, el general Don José Gervasio Artigas, esta
nueva época de la vida institucional de la República -que iniciáramos
el 1º de marzo pasado- se enmarca en una lectura nacional e
internacional que nos autoriza a pensar que la república se encuentra
frente a un momento “fundacional”, que la república se encuentra
frente a una época de reorganización y articulación de los
componentes que integran la nación, la región y el mundo, de la que no
solamente emergerán otros vínculos sociales y políticos en nuestra
comunidad nacional, sino también las vías, los múltiples caminos que
harán posible una nueva integración del Uruguay en la región y en el
contexto internacional.
En un momento fundacional como el que vivimos, el
pensamiento artiguista cobra una nueva dimensión, una nueva lectura,
una proyección hacia el futuro que lo amplifica y complementa con el
ideario bolivariano, con el de San Martín, el de Martí y el de todos
los libertadores americanos, con las raíces inspiradoras de la Revolución
Francesa y las grandes corrientes del pensamiento libertario, social y
humanista, que marcaron profundamente nuestra sociedad, como a tantas
otras sociedades en los últimos dos siglos de su historia.
Ya en la sesión del Congreso de 1813 y haciendo una clara alusión
a la autoridad que le había confiado el pueblo en armas en 1811,
Artigas devuelve los atributos del poder a la sociedad civil en esa
frase, fundadora de la identidad democrática de nuestro pueblo: “Mi
autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia
soberana”. Y reafirmando la inquietud frente a la veleidosa probidad
de los hombres, Artigas profundiza el concepto anterior: “Ciudadanos
-nos dice- los pueblos deben ser libres. Ese carácter debe ser su único
objeto y formar el motivo de su celo”, pero también agrega: “toda
clase de precaución debe prodigarse cuando se trata de fijar nuestro
destino”, lo que expresa su profundo interés por la cosa pública y
la construcción del futuro.
Esas son, ciudadanas y ciudadanos, las mismas
preocupaciones que hoy compartimos y el desafío que hoy todos tenemos
por delante: el desafío de consolidar, de mejorar la eficiencia, la
calidad, el servicio del Estado; pero sobre todo el desafío de
transitar de una sociedad de la exclusión hacia un país integrado en
lo político, en lo económico, en lo educativo, en lo productivo y en
lo social.
El mundo en que vivimos ya no es el de años
precedentes. Los espacios geopolíticos se transforman con la misma
velocidad con la que el conocimiento se incorpora a las sociedades. La
generación del conocimiento transforma los sistemas productivos, los
conceptos educativos, nuestra idea de la realidad, derrumba conceptos y
dogmas ampliamente establecidos, abre nuevas perspectivas y sueños de
futuro, pero sobretodo nos enfrenta a responsabilidades que no solamente
son políticas sino que son ante todo educativas, científicas, éticas,
medioambientales, productivas y sociales.
Porque ya no vivimos en el mundo a donde la riqueza
principal de las naciones y su primer factor de desarrollo económico y
social pueda sustentarse en la exportación de materias primas, sino que
integramos un nuevo espacio internacional, donde el tercio de los
intercambios está representado por los servicios. Vivimos en el mundo
donde el valor agregado de la inteligencia es el componente esencial
para el progreso, para el progreso económico y para el progreso social,
pero a su vez vivimos en la región más desigual del planeta, donde las
inequidades sociales impiden usufructuar el pleno ejercicio de la
libertad y, peor aún, impiden el desarrollo normal de las
potencialidades y los talentos de grandes sectores de la población.
Vivimos en una sociedad impregnada de dificultades
laborales, nutritivas, sanitarias y educativas. Es una sucesión de
oportunidades desiguales que empuja a los jóvenes a buscar esperanzas
en horizontes lejanos, vaciando el país de sus recursos más
capacitados. Es una sociedad desigual adonde los más castigados son las
mujeres, los niños y los más marginados, los que más sufren la
exclusión sin la falta de oportunidades. El último informe de
desarrollo humano en Uruguay publicado esta semana por el Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo muestra que la profunda recesión
económica vivida entre 1999 y 2002 hizo caer dramáticamente el ingreso
de los hogares y señala que, a pesar de la modificación de los
indicadores económicos, la pobreza sigue aumentando siendo los niños
los más afectados.
En el año pasado, el 56% de los niños se encontraba
en situación de pobreza y más del 30% de los ciudadanos de Uruguay tenía
ingresos inferiores al valor de la línea de pobreza. Esta dramática
situación, que afecta a un uruguayo de cada tres y a un niño de cada
dos en nuestro país, requiere un esfuerzo enorme para revertirla y no
es un esfuerzo sólo del gobierno, sino que constituye un deber de toda
la ciudadanía, como debe ser en una ciudad integrada y responsable para
que, como enseñaba el prócer, los más infelices sean los más
privilegiados.
Las dificultades para asegurar las funciones del
Estado, debido a la precariedad del erario, fueron claras preocupaciones
del gobierno artiguista. En una carta al cabildo gobernador, Artigas
dice que no se multipliquen ni las autoridades ni los administradores ni
otros puestos que graven los fondos de esta indigente provincia. Pero
también exigió de los funcionarios y del gobierno una responsable
dedicación en el cumplimiento de sus deberes y que tuvieran el sentido
de la dignidad de su magistratura. Es ese mismo sentimiento artiguista
el que nos impulsa a luchar firmemente contra la corrupción pública y
privada y contra todas las delegaciones del poder, pero también a
aumentar la transparencia y el control ciudadano en las funciones del
Estado y a mejorar la comunicación con la ciudadanía.
También hoy como en los albores de nuestra república
independiente encontramos una situación económica fuertemente
comprometida, situación que dificulta seriamente las políticas y las
acciones tendientes a hacer frente a las necesarias transformaciones del
país en el plano educativo, en el plano sanitario, en el área científico-tecnológica,
en las comunicaciones y en la cultura. Por eso vivimos un período de
austeridad, en el que la racional utilización de los recursos del
Estado y las economías que puedan hacerse, cualquiera sea el rubro o el
monto, representan más fondos para el desarrollo para el combate contra
la pobreza y la marginalidad social, un paso más en la
lucha contra la exclusión. Si bien el gobierno artiguista debió
prestar una especial importancia a los problemas político
institucionales, al funcionamiento administrativo y fiscal, a las
medidas de promoción de la actividad productiva y al intercambio
mercantil, no dejó de lado los temas de la educación y de la cultura.
La educación y el acceso a los beneficios de la sociedad del
conocimiento, es el pilar esencial en el camino de la integración
nacional, porque la educación da calidad al camino de las oportunidades
de cada ciudadano y para todo el país es la educación la que permitirá
liberarse de las ataduras de las urgencias la que permitirá transitar
los caminos del desarrollo, la que posibilitará la liberación de las rémoras
del pasado, la que habilitará la construcción del destino que merecen
nuestros pueblos. Es un destino proyectado con inteligencia, y
solidaridad social hacia el futuro.
Artigas, como los otros héroes de la independencia
americana, buscó con ahínco la unidad de nuestros pueblos, consciente
de que el futuro de la naciones americanas pasa en buena parte por esa
unidad, por una unidad sin sometimientos, sin despojos, unidad desde la
propuesta complementaria para construir juntos, para crecer con el otro
y, gracias al otro. Esa unidad se construye desde el interior de las
fronteras, integrándose socialmente, generando herramientas de
cooperación, defendiendo lo propio, construyendo valores, consolidando
la democracia y la ciudadanía para que ésta sea cada vez más
participativa y responsable, porque el futuro se construye paso a paso,
desde todos los rincones de la patria, y necesita de cada uno de los
ciudadanos.
Muchas veces el eje articulador del futuro no está
solamente en los caminos de la utopía sino en la equilibrada articulación
de los mensajes del pasado y con los sueños del futuro. Por eso la
reafirmación de la vigencia de los mensajes de José Artigas, del
fundador de nuestra nacionalidad en el día de su nacimiento, es mucho más
que un ejercicio histórico o un discurso político.
Estos mensajes fundacionales del prócer nos
proyectan al futuro con clara visión del presente. Es un lúcido
ejercicio de memoria, de donde recogemos la experiencia y sobre todo la
conciencia, la firmeza y la convicción que nos permite identificar los
caminos que debemos recorrer, así como también los que nunca más
debemos transitar.
Aquí,
en el Sauce, este 19 de junio del año 2005, cuando festejamos el 241º.
aniversario del nacimiento del general José Gervasio Artigas, proclamamos que su rico ideario, su legado ético y político,
su ejemplo de acción y de vida, alimentan y alimentarán nuestro
quehacer como gobernantes. Guían y guiarán nuestros actos y orientan y
orientarán nuestras vidas al servicio de la nación. Que así sea para
todos los orientales. |