FERNÁNDEZ: LA ONSC TRABAJA CON HUMILDAD, AUSTERIDAD
Y RIGOR INTELECTUAL
"La Oficina Nacional del Servicio Civil tiene como
vocación más genuina participar en el amplio y complejo ámbito de la
gestión del Estado", dijo el Secretario de la Presidencia, Gonzalo
Fernández, en el marco del 20º aniversario de la ONSC, agregando que "lo
hace con una humildad sistemática y con un exquisito rigor intelectual".
Con la presencia del Secretario de la Presidencia,
Gonzalo Fernández, en el Salón de Actos del Edificio Libertad se realizó
el acto conmemorativo del 20º aniversario de la reinstitucionalización
de la Oficina Nacional del Servicio Civil.
En la ocasión, hicieron uso de la palabra el
Secretario de la Presidencia, doctor Gonzalo Fernández, y el Director de
la ONSC, doctor Miguel Toma.
PALABRAS DEL SECRETARIO DE LA PRESIDENCIA, DOCTOR
GONZALO FERNÁNDEZ, DURANTE EL ACTO CONMEMORATIVO DEL 20º ANIVERSARIO DE
LA OFICINA NACIONAL DEL SERVICIO CIVIL, EN EL EDIFICIO LIBERTAD
SECRETARIO FERNÁNDEZ: Señores Ministros, señores
legisladores, señores miembros del cuerpo diplomático, autoridades
nacionales, estimados funcionarios.
Tengo el inmerecido honor de estar junto a ustedes y
decir unas breves palabras en nombre y representación de la Presidencia
de la República, en ocasión de este aniversario; un vigésimo aniversario
que es muy especial, es un acto de celebración, es un cumpleaños que
concierne e involucra a un conjunto muy grande de personas: a los
funcionarios públicos, y que simboliza el aniversario que gratifica no
sólo a los funcionarios que revistan en los cuadros, en la plantilla de
la Oficina del Servicio Civil, sino que se difunde y extiende al
conjunto de los funcionarios públicos del país, a quienes quiero
referirme muy especialmente, desde luego con los deseos, con la alegría
y con la tónica que se emplea en un cumpleaños.
La Presidencia de la República y el gobierno no
pueden sino formular los mejores votos para que a esta Oficina Nacional
del Servicio Civil le vaya muy bien y pueda concretar -con los niveles
de excelencia a que nos tiene acostumbrados- no sólo las tareas que
viene emprendiendo, las que está a punto de comenzar, sino también
aquellas que imaginará y creará en el futuro, y estas no son palabras de
ocasión ni son deseos que surgen de una mera coyuntura, sino que tienen
que ver con la vocación más profunda y la decisión más profunda que
anima al gobierno nacional.
Sin duda alguna, la Oficina Nacional del Servicio
Civil es un instrumento fundamental en la política de reforma del Estado
que ha emprendido este gobierno, que no es ni obedece a golpes de
oportunismo, que no apunta meramente a administrar la crisis, sino que
supone el cumplimiento de las pautas programáticas insertas en el Plan
de Gobierno, las cuales traducen un cambio profundo del país, mirando
hacia las grandes mayorías, y a lo largo de un proceso histórico
importante, donde ello se fue consensuando. Y el cambio al que
apostamos, es un cambio simultáneo, no sólo de la sociedad, sino también
del Estado y de su Administración Pública, de la Administración Pública
en sus estructuras y de la Administración Pública en los actores
fundamentales, que son los funcionarios.
La Oficina Nacional del Servicio Civil tiene como
vocación más genuina, participar en el amplio y complejo ámbito de la
gestión del Estado.
Esto dice relación con la gestión en el ámbito de las
estructuras, la gestión a nivel de recursos humanos, la gestión en la
elaboración de normas, desarrollando a tales efectos consultorías,
elaborando dictámenes, capacitando al personal, y todo esto -me
enorgullezco en subrayarlo- lo hace con una humildad sistemática y con
un exquisito rigor intelectual.
Si yo tuviera que destacar una de las virtudes
centrales de la Oficina del Servicio Civil en ocasión de la
conmemoración de este aniversario, diría que es esa humildad, esa
austeridad que hace a la probidad del servicio público y que sin duda
alguna pensamos que la va a seguir cultivando.
Sólo desde esa humildad, que no va en mengua del
rigor intelectual y de la precisión técnica, la Oficina del Servicio
Civil va a permitir iluminar y encauzar las transformaciones que el
gobierno desea llevar adelante, es -a mi juicio- una virtud necesaria
hacia el gran objetivo y el norte de este gobierno, que es el servicio a
la comunidad.
El motivo de todos los desvelos, la razón de la
permanencia de la Oficina del Servicio Civil a lo largo de estos 20 años
en la estructura del Estado, creo que está u obedece a la forma en que
fue concebida y al modo en que ha desarrollado sus actividades. Ha
llevado adelante su tarea con la participación de los funcionarios
públicos, ha entendido y comprendido el verdadero rol del funcionario
público, no ha cedido ni a paternalismos fáciles, ni a la soberbia
técnica, ha sabido mantener un diálogo fecundo con todos, y a la Oficina
del Servicio Civil -sin exageración- llega desde el jerarca más
encumbrado, el jefe de la institución más importante, hasta el
funcionario más humilde que pretende hacer valer sus derechos, llega el
estudiante, que está trabajando y pretendiendo estudiar en el ámbito de
la gestión y el académico que investiga a un nivel superior para
producir nuevos conocimientos, llega el funcionario público nacional y
también el experto internacional, y lo más notable es que en el ámbito
de esa concurrencia tan variopinta y tan diversa, no deja de producirse
nunca un diálogo fecundo, un intercambio profundamente constructivo.
Quiero destacar también, con motivo de este
aniversario, una nueva apertura, un nuevo ámbito donde creo que la
Oficina de Servicio Civil ha jugado y está llamada a seguir jugando un
rol fundamental y es en el ámbito de la negociación colectiva, por la
naturalidad con que encaró esta nueva actividad, por la madurez, por el
respeto, por la confianza ligada al rigor y a la búsqueda de
alternativas creativas. La mesa de negociación, la mesa donde se
concierta la negociación colectiva, es sin duda alguna un lugar de
construcción, es un obrador, es un buen ejemplo -yo diría- casi
simbólico de la madurez democrática con la que el pueblo uruguayo encara
los grandes desafíos del momento.
Por ende permítanme que me detenga un instante apenas
en estas breves palabras y desgrane una reflexión sobre el funcionario
público; creo que debo hacerlo porque hemos asistido durante muchos
años, demasiados años, a la construcción y a la difusión -yo diría- casi
con saña de una leyenda negra sobre el funcionario público. Los
funcionarios públicos han tenido que soportar muchas veces el papel de
villano, que alguien por intereses espurios les adjudicaba; han tenido
que soportar la pérdida de la carrera; han visto conculcados sus
derechos funcionales elementales; han tenido que ver y tolerar cómo
regía a veces el capricho, la discrecionalidad, la voluntad del poder
por encima de lo que indican las normas de buena administración y del
estado de derecho. Y sin embargo la Oficina del Servicio Civil ha
mantenido la confianza en los funcionarios públicos, ha recibido en sus
aulas a los funcionarios con sed de capacitarse, preocupados por el
destino de la Administración, preocupados por el destino de sus
servicios.
La Oficina del Servicio Civil ha ido al encuentro de
los funcionarios públicos, allí donde se los necesitaba y prácticamente
sin recursos ha recorrido el país, con un enorme esfuerzo y también con
la alegría y con el buen talante de su plantilla funcional. Y esto
revela que desde esta Oficina y desde el equipo que en ella trabaja
existe un concepto amplio del Servicio Civil, que concibe al Estado, a
la función pública y al servicio como una unidad, y por eso ha trabajado
con la Administración Central, con las empresas, con las Intendencias,
ha laborado en conjunto con la Universidad, con las Fuerzas Armadas, con
la Policía.
En la médula, en la raíz de eso, creo que está la
clara idea de que el funcionario público es una persona y que por su
propia calidad de sujeto de derecho y de persona digna, es capaz de
sufrir frustraciones, pero también es capaz de plantearse grandes metas,
y el hecho de que opte por uno u otro camino, tiene que ver en el fondo
con la forma integrada en que se asuma la gestión y la respuesta que
desde el Estado se brinde en el ámbito de la gestión de recursos humanos
a esos aspectos.
No todas son rosas; la Oficina de Servicio Civil por
el rigor técnico -que hablábamos hoy- ha sabido discernir también que
hay malos funcionarios, pero que sobre todo hay muchos sobre los que ha
recaído y recae buena parte de los servicios que el Estado y la
Administración brindan a la población. Y en ese sentido ha sabido
valorar el sacrificio, el don de sí que hacen los funcionarios muchas
veces. Esos funcionarios –y permítanme que me aparte del protocolo
porque a mi no me gustan demasiado las cosas protocolares- que como
decía mi amigo Hugo Batalla: "van todos los días con esos pantalones
grises y desplanchados a trabajar y a cumplir callada y humildemente su
misión".
La Oficina del Servicio Civil sabe y predica que el
funcionario público es una persona sensible y que a partir de él se
llega o se encausa, una vía de construcción de ciudadanía. Y la Oficina
Nacional del Servicio Civil guarda también memoria de una buena parte de
la historia de la función pública de este país, incluso de aquellos
momentos negros en que debió sufrir los embates del autoritarismo y
llegó a ser clausurada.
Hoy, junto a todos ustedes estamos recordando ese
momento de vuelta a la democracia, de vuelta a la reinstitucionalización,
en el cual esta dependencia estatal volvió a renacer, no desde las
cenizas, sino a partir de los ideales que un grupo de funcionarios
supieron levantar, guardando la memoria histórica y siendo fieles a los
principios republicanos más caros al Estado constitucional de derecho.
Por ende yo me congratulo del honor que me ha hecho el Presidente de la
República al pedirme que estuviera con ustedes, y les deseo a todos un
muy feliz aniversario, y que vengan muchos más. Muchas gracias.
PALABRAS DEL DIRECTOR DE LA OFICINA NACIONAL DEL
SERVICIO CIVIL, MIGUEL TOMA, EN EL EDIFICIO LIBERTAD
TOMA: Señor Secretario de la Presidencia de la
República, señor Prosecretario de la Presidencia de la República;
señores Ministros, autoridades presentes; queridos funcionarios y
funcionarias: Me ha tocado en suerte la titularidad en la Oficina
Nacional del Servicio Civil al conmemorarse en el día de hoy su 20º
aniversario. Es siempre gratificante celebrar un cumpleaños, y mucho más
cuando la celebración es de una institución cuya significación
trasciende mucho los límites burocráticos.
Preparar la conmemoración de este 20º aniversario
supone realizar una amplia mirada en su historia.
La historia de las instituciones, dicen los
pensadores modernos, no es un asunto de una única dirección temporaria;
por el contrario, incluye la historia del pasado, la historia del
presente y la historia del futuro.
Y cuando se hace una celebración de este tipo, las
miradas se dirigen necesariamente hacia los tres tiempos, y en estas
fechas la mirada siempre busca algo y lo que busca surge de una
necesaria pregunta que todos debemos hacernos.
La misma refiere al rol y al valor social de la
institución.
Y lo primero que surge en la búsqueda de respuesta a
esa inquietante pregunta, son emergentes vivenciales.
Se constata una corriente omnipresente de memoria en
su más amplia acepción. Hay una memoria del pasado que se vive y expresa
como memoria del presente y eso es lo que permite definir la gestión
como una disciplina que mira al futuro, que está buscando
permanentemente la constitución del mañana, por eso se proyecta en
memoria del futuro, de manera que cuando decimos "emergente" nos
referimos a la existencia de un anecdotario, nos estamos refiriendo a la
sensibilidad para captar problemas en el Estado y la Administración
Pública.
Estamos aludiendo a una forma de análisis, estamos
reconociendo una frescura creativa; estamos contando con la existencia
vivencial de los funcionarios y los jubilados, y estamos reconociendo a
aquellas personas desgraciadamente desaparecidas, que siguen vivos, y
los vemos cómo son convocados y acuden a ayudar cada vez que se debe
enfrentar un problema complejo.
Cuántas veces en nuestras reuniones de trabajo hemos
oído decir a nuestro equipo: "esto lo aconsejó el doctor Lanza"; "En
este caso el doctor Lanza preguntaría tal o cuál cosa".
Y, efectivamente, comienza a verse la punta de una
solución.
Lo más extraordinario es que esa memoria colectiva de
la institución está instalada de manera tal, que el que llega se sirve,
la comparte y pasa a integrarla.
Creo que a todo eso los sociólogos lo llaman "sentido
de pertenencia", y de eso la Oficina tiene mucho, diríamos muchísimo.
Hoy se celebran 20 años de la Oficina Nacional del
Servicio Civil; veinte años en los que recobró su denominación, y digo
recobró su denominación porque la Oficina había sido clausurada.
Pero, a pesar de eso, siguió viva en el exilio
interior y exterior, la Oficina siguió viviendo en los funcionarios y en
los espacios.
Todos los de la época recuerdan a una funcionaria que
custodió celosamente la documentación y que la entregó cuando se recobró
la denominación, esta nueva denominación.
Además de los emergentes hay hechos, actitudes,
actividades, acciones, trabajos; es decir, lo menos en condiciones nada
favorables y durante muchos años.
La respuesta a la pregunta que nos hemos hecho se
vuelve inquietante, ¿puede no tener valor algo que genera y despierta
esta memoria? ¿Qué puede motivar estas acciones? ¿De dónde surge el
valor y el rol de una Oficina gubernamental como la que nos ocupa? ¿Cómo
y por qué resurge de la memoria de sus funcionarios?
Debe haber, las hay, profundas razones que conviene
evocar y tener en cuenta en esta fecha: 20 años puede ser un lapso de
tiempo corto si se piensa con generalidad en la historia de un país;
pero 20 años pueden ser muchos años cuando se piensa en la historia
reciente de este país. Máxime, cuando los 20 años que hoy conmemoramos
son parte de un período mayor que casi lo duplica.
Porque cuando se evoca la reinstitucionalización, es
que hubo un período anterior a la misma y ella ha tenido que ver con la
historia reciente de este país; ha tenido que fortalecerse en un período
especialmente tormentoso de la vida del país; ha debido reconstruirse en
medio de diferentes embates.
Es que la Oficina ha tenido y tiene su finalidad
última en la gestión de Estado y la Administración Pública, y la
historia reciente ha transcurrido confrontando modelos de Estado
diferentes, los cuales se ubican de diferente manera frente a la
sociedad.
El autoritarismo se interpuso a punto de comenzar sus
trabajos y el golpe de Estado la sacudió y la clausuró; la clausuró
porque la profesionalización de la función pública era un sello de
democracia, al atacar amplios sectores de nuestra sociedad se atacó
también los instrumentos que permitían que el Estado se acercara a esa
sociedad.
Es por eso, que hoy se celebra la
reinstitucionalización, la democracia implicaba la existencia misma de
la finalidad de esa Oficina. Es por eso, que en el mes de julio de 1985
se incorpora a la vida institucional del país.
De ella se puede extraer algunas lecciones, que
enseñan varias cosas que importa destacar.
Primero, la vigencia de una voluntad nacional en
construir un Servicio Civil profesional, basado en el mérito, la
formación y la transparencia; ese fue el consenso pactado en la
Constitución de 1967.
Segundo, la presencia viva de ese sentido de
pertenencia que se supo generar en sus funcionarios; bastaron pocos años
de trabajo para que se sintiera un sentido histórico de la acción.
Tercero, la finalidad y permanencia de una memoria
institucional sostenida por funcionarios públicos que, aun dispersos,
supieron mantener la unidad de la pertenencia a la misión encomendada
por el constitucionalista.
Cuarto, la disposición al cumplimiento, al deber, y
asumir obligaciones y competencias que seguían siendo una necesidad de
la Administración Pública para con el Estado.
Quinto, la generosidad y entrega al interés general,
por encima de consideraciones particulares, sectoriales y corporativas.
Todo esto fue captado y promovido por la acción de
los funcionarios, que tan bien supo expresar el doctor Rubén Correa
Freitas, autor de los documentos jurídicos, de la energía y voluntad que
permitieron a la democracia reconquistarla, tomar la decisión de
reencausar a la nueva forma de la Oficina Nacional del Servicio Civil.
Por lo tanto, vaya un reconocimiento en este acto muy
especial, muy cálido, muy sentido, al doctor Correa Freitas que también
ocupó el primer cargo de Director y condujo a la Oficina al reabrir sus
puertas.
Pero este aniversario también nos permite
recapitular, sacar enseñanzas de estos 20 años, que no han sido nada
fáciles.
Nuevos desafíos se le han presentado; en ellos se ha
podido aquilatar la entereza, la profesionalidad y humildad republicana
que ha guiado su acción.
La Oficina Nacional y la Comisión Nacional del
Servicio Civil tuvieron un rol destacado en todo el proceso de restituir
los derechos a miles de funcionarios que habían sido destituidos,
perseguidos y conculcados sus derechos; largo proceso en el cual es de
destacar la cristalinidad, criterio de justicia y profesionalidad con
que actuó.
Y es de destacar, muy especialmente, la participación
madura y seria del movimiento sindical; al referirnos al movimiento
sindical abordamos un tema singular y original.
Desde su creación, el legislador concibió dos
órganos: la Oficina Nacional del Servicio Civil y la Comisión Nacional
del Servicio Civil, ésta última con una participación muy especial de un
delegado sindical.
Y, permítaseme decir que cuando hablamos de sentido
de pertenencia el mismo abarca al movimiento sindical.
La Escuela de Funcionarios, que hoy lleva el nombre
del doctor Aquiles Lanza, es conocida como la Casa del Funcionario
Público y es que al entrar a la misma el funcionario se siente
dignificado, se siente que es una persona que integra una gran familia.
Y debemos recordar que en el mundo actual eso no es
poca cosa.
Empero, estos veinte años no han sido nada fáciles,
muchas espinas en el camino, demasiadas diríamos.
Hemos dicho que la finalidad última es la gestión del
Estado y la Administración Pública, pero en estos años se ha asistido a
recortes sistemáticos de las competencias y atribuciones de la Oficina;
una y otra vez se le han cercenado sus posibilidades y potencialidades.
Una cierta especie de esquizofrenia ha caracterizado
el funcionamiento del Estado, de tal forma que se ha asistido a una
diferencia e incoherencia entre lo proclamado y lo realizado.
Se ha asistido a situaciones en las que, postulando
la reforma del Estado, éste se haga jirones.
Se ha asistido a su desmigajamiento; se ha asistido a
un Estado que se atrofia, se debilita y en cada una de estas
manifestaciones se afectaba seriamente y directamente a la Oficina.
Así, una reforma del Estado le sacaba competencias
para dárselas a un organismo ad hoc del cual no queda memoria.
Así, otra reforma del Estado le quitaba competencias
para otorgárselas a una coordinación que nunca funcionó.
Se sustituyó la responsabilidad política por una
pretendida superioridad técnica, y subrayo técnica porque se apartó
también de las normas de conducta del quehacer científico.
En medio de estos recortes se generaron otros que
afectaban a la capacitación, generando divisiones entre los funcionarios
públicos y violentando el contenido de la gestión como disciplina.
Pero, aún así, con todas estas agresiones, la Oficina
supo mantener su opinión científica y técnica.
Aún no teniendo peso político supo mantener una
dignidad republicana, prestando los servicios que le permitían las
estrecheces a las que era sometida.
Siguió funcionando y capacitando a los funcionarios
públicos; siguió dictaminando sobre caminos de legalidad y de justicia.
Supo reparar algunas injusticias, en dictamines
jurídicos que restablecían derechos; supo asistir a organizaciones y
personas para lograr mayor eficiencia y eficacia en la gestión pública.
Las adversidades, cuando pueden ser superadas,
generan fortalezas. Aquel sentido de pertenencia que, al abrir sus
puertas en el año 1969, rápidamente se extendió a los funcionarios ha
hecho que la Oficina haya sido, sea y seguirá siendo una gran familia,
en donde los conflictos que impactan a ella la fortalece, para seguir
defendiendo con mayor precisión el rol que la misma tiene.
Y, sin duda, el futuro nos exigirá mucho; pero esa es
la vocación de la institución, el rol de paternos del futuro es hermoso
y a esa vocación seguiremos fieles.
Permítaseme referir ahora a algún aspecto más actual
que es parte de lo que somos y seremos.
Me refiero a los desafíos que tenemos en la
actualidad. La Dirección que asumió en el mes de marzo tiene una idea
muy clara del rol que le toca jugar a esta Oficina.
La fuerza política se preparó, con conciencia, para
encarar las tareas que ha tomado en sus manos, y sabe que los objetivos
planteados son congruentes con esta historia que hoy celebramos.
Es más, estamos empeñados en que las frustraciones se
transformen en realizaciones, en donde todos sin excepción se sientan
realizados.
Hoy tenemos un mandato claro: se nos ha pedido, y la
Dirección de la Oficina está dispuesta a participar, en la implantación
de la reforma del Estado.
Este es el mandato que ha recibido del gobierno
nacional; dedicaremos nuestra fuerza y tenacidad para hacer un Servicio
Civil profesional, un Sistema de Servicio Civil para un Estado
productivo, solidario y democrático.
Eso supone elevar el nivel técnico, trabajar con
rigor y disciplina; ser creativos, abrir las puertas a la participación;
coordinar fraternalmente con todos los sistemas centrales; estar al
servicio de las instituciones públicas; exigir calidad, eficacia y
eficiencia al servicio del ciudadano; combatir el burocratismo, bregar
por un nuevo humanismo en el servicio público; combatir la inequidad,
construir la transparencia, construir una nueva conciencia del valor de
los bienes del Estado; abrir las puertas a la investigación y a la
experimentación; hacer un fluido intercambio con otros países,
practicando una sólida política de cooperación técnica con los países
amigos.
Esto lo llevaremos adelante, porque tenemos una
historia que nos respalda y la entereza de encarar los cambios que son
necesarios para modernizar, tecnificar y desarrollar la Oficina Nacional
del Servicio Civil. Muchas gracias. |