15/07/05


FERNÁNDEZ: LA ONSC TRABAJA CON HUMILDAD, AUSTERIDAD Y RIGOR INTELECTUAL
"La Oficina Nacional del Servicio Civil tiene como vocación más genuina participar en el amplio y complejo ámbito de la gestión del Estado", dijo el Secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, en el marco del 20º aniversario de la ONSC, agregando que "lo hace con una humildad sistemática y con un exquisito rigor intelectual".

Con la presencia del Secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, en el Salón de Actos del Edificio Libertad se realizó el acto conmemorativo del 20º aniversario de la reinstitucionalización de la Oficina Nacional del Servicio Civil.

En la ocasión, hicieron uso de la palabra el Secretario de la Presidencia, doctor Gonzalo Fernández, y el Director de la ONSC, doctor Miguel Toma.

PALABRAS DEL SECRETARIO DE LA PRESIDENCIA, DOCTOR GONZALO FERNÁNDEZ, DURANTE EL ACTO CONMEMORATIVO DEL 20º ANIVERSARIO DE LA OFICINA NACIONAL DEL SERVICIO CIVIL, EN EL EDIFICIO LIBERTAD

SECRETARIO FERNÁNDEZ: Señores Ministros, señores legisladores, señores miembros del cuerpo diplomático, autoridades nacionales, estimados funcionarios.

Tengo el inmerecido honor de estar junto a ustedes y decir unas breves palabras en nombre y representación de la Presidencia de la República, en ocasión de este aniversario; un vigésimo aniversario que es muy especial, es un acto de celebración, es un cumpleaños que concierne e involucra a un conjunto muy grande de personas: a los funcionarios públicos, y que simboliza el aniversario que gratifica no sólo a los funcionarios que revistan en los cuadros, en la plantilla de la Oficina del Servicio Civil, sino que se difunde y extiende al conjunto de los funcionarios públicos del país, a quienes quiero referirme muy especialmente, desde luego con los deseos, con la alegría y con la tónica que se emplea en un cumpleaños.

La Presidencia de la República y el gobierno no pueden sino formular los mejores votos para que a esta Oficina Nacional del Servicio Civil le vaya muy bien y pueda concretar -con los niveles de excelencia a que nos tiene acostumbrados- no sólo las tareas que viene emprendiendo, las que está a punto de comenzar, sino también aquellas que imaginará y creará en el futuro, y estas no son palabras de ocasión ni son deseos que surgen de una mera coyuntura, sino que tienen que ver con la vocación más profunda y la decisión más profunda que anima al gobierno nacional.

Sin duda alguna, la Oficina Nacional del Servicio Civil es un instrumento fundamental en la política de reforma del Estado que ha emprendido este gobierno, que no es ni obedece a golpes de oportunismo, que no apunta meramente a administrar la crisis, sino que supone el cumplimiento de las pautas programáticas insertas en el Plan de Gobierno, las cuales traducen un cambio profundo del país, mirando hacia las grandes mayorías, y a lo largo de un proceso histórico importante, donde ello se fue consensuando. Y el cambio al que apostamos, es un cambio simultáneo, no sólo de la sociedad, sino también del Estado y de su Administración Pública, de la Administración Pública en sus estructuras y de la Administración Pública en los actores fundamentales, que son los funcionarios.

La Oficina Nacional del Servicio Civil tiene como vocación más genuina, participar en el amplio y complejo ámbito de la gestión del Estado.

Esto dice relación con la gestión en el ámbito de las estructuras, la gestión a nivel de recursos humanos, la gestión en la elaboración de normas, desarrollando a tales efectos consultorías, elaborando dictámenes, capacitando al personal, y todo esto -me enorgullezco en subrayarlo- lo hace con una humildad sistemática y con un exquisito rigor intelectual.

Si yo tuviera que destacar una de las virtudes centrales de la Oficina del Servicio Civil en ocasión de la conmemoración de este aniversario, diría que es esa humildad, esa austeridad que hace a la probidad del servicio público y que sin duda alguna pensamos que la va a seguir cultivando.

Sólo desde esa humildad, que no va en mengua del rigor intelectual y de la precisión técnica, la Oficina del Servicio Civil va a permitir iluminar y encauzar las transformaciones que el gobierno desea llevar adelante, es -a mi juicio- una virtud necesaria hacia el gran objetivo y el norte de este gobierno, que es el servicio a la comunidad.

El motivo de todos los desvelos, la razón de la permanencia de la Oficina del Servicio Civil a lo largo de estos 20 años en la estructura del Estado, creo que está u obedece a la forma en que fue concebida y al modo en que ha desarrollado sus actividades. Ha llevado adelante su tarea con la participación de los funcionarios públicos, ha entendido y comprendido el verdadero rol del funcionario público, no ha cedido ni a paternalismos fáciles, ni a la soberbia técnica, ha sabido mantener un diálogo fecundo con todos, y a la Oficina del Servicio Civil -sin exageración- llega desde el jerarca más encumbrado, el jefe de la institución más importante, hasta el funcionario más humilde que pretende hacer valer sus derechos, llega el estudiante, que está trabajando y pretendiendo estudiar en el ámbito de la gestión y el académico que investiga a un nivel superior para producir nuevos conocimientos, llega el funcionario público nacional y también el experto internacional, y lo más notable es que en el ámbito de esa concurrencia tan variopinta y tan diversa, no deja de producirse nunca un diálogo fecundo, un intercambio profundamente constructivo.

Quiero destacar también, con motivo de este aniversario, una nueva apertura, un nuevo ámbito donde creo que la Oficina de Servicio Civil ha jugado y está llamada a seguir jugando un rol fundamental y es en el ámbito de la negociación colectiva, por la naturalidad con que encaró esta nueva actividad, por la madurez, por el respeto, por la confianza ligada al rigor y a la búsqueda de alternativas creativas. La mesa de negociación, la mesa donde se concierta la negociación colectiva, es sin duda alguna un lugar de construcción, es un obrador, es un buen ejemplo -yo diría- casi simbólico de la madurez democrática con la que el pueblo uruguayo encara los grandes desafíos del momento.

Por ende permítanme que me detenga un instante apenas en estas breves palabras y desgrane una reflexión sobre el funcionario público; creo que debo hacerlo porque hemos asistido durante muchos años, demasiados años, a la construcción y a la difusión -yo diría- casi con saña de una leyenda negra sobre el funcionario público. Los funcionarios públicos han tenido que soportar muchas veces el papel de villano, que alguien por intereses espurios les adjudicaba; han tenido que soportar la pérdida de la carrera; han visto conculcados sus derechos funcionales elementales; han tenido que ver y tolerar cómo regía a veces el capricho, la discrecionalidad, la voluntad del poder por encima de lo que indican las normas de buena administración y del estado de derecho. Y sin embargo la Oficina del Servicio Civil ha mantenido la confianza en los funcionarios públicos, ha recibido en sus aulas a los funcionarios con sed de capacitarse, preocupados por el destino de la Administración, preocupados por el destino de sus servicios.

La Oficina del Servicio Civil ha ido al encuentro de los funcionarios públicos, allí donde se los necesitaba y prácticamente sin recursos ha recorrido el país, con un enorme esfuerzo y también con la alegría y con el buen talante de su plantilla funcional. Y esto revela que desde esta Oficina y desde el equipo que en ella trabaja existe un concepto amplio del Servicio Civil, que concibe al Estado, a la función pública y al servicio como una unidad, y por eso ha trabajado con la Administración Central, con las empresas, con las Intendencias, ha laborado en conjunto con la Universidad, con las Fuerzas Armadas, con la Policía.

En la médula, en la raíz de eso, creo que está la clara idea de que el funcionario público es una persona y que por su propia calidad de sujeto de derecho y de persona digna, es capaz de sufrir frustraciones, pero también es capaz de plantearse grandes metas, y el hecho de que opte por uno u otro camino, tiene que ver en el fondo con la forma integrada en que se asuma la gestión y la respuesta que desde el Estado se brinde en el ámbito de la gestión de recursos humanos a esos aspectos.

No todas son rosas; la Oficina de Servicio Civil por el rigor técnico -que hablábamos hoy- ha sabido discernir también que hay malos funcionarios, pero que sobre todo hay muchos sobre los que ha recaído y recae buena parte de los servicios que el Estado y la Administración brindan a la población. Y en ese sentido ha sabido valorar el sacrificio, el don de sí que hacen los funcionarios muchas veces. Esos funcionarios –y permítanme que me aparte del protocolo porque a mi no me gustan demasiado las cosas protocolares- que como decía mi amigo Hugo Batalla: "van todos los días con esos pantalones grises y desplanchados a trabajar y a cumplir callada y humildemente su misión".

La Oficina del Servicio Civil sabe y predica que el funcionario público es una persona sensible y que a partir de él se llega o se encausa, una vía de construcción de ciudadanía. Y la Oficina Nacional del Servicio Civil guarda también memoria de una buena parte de la historia de la función pública de este país, incluso de aquellos momentos negros en que debió sufrir los embates del autoritarismo y llegó a ser clausurada.

Hoy, junto a todos ustedes estamos recordando ese momento de vuelta a la democracia, de vuelta a la reinstitucionalización, en el cual esta dependencia estatal volvió a renacer, no desde las cenizas, sino a partir de los ideales que un grupo de funcionarios supieron levantar, guardando la memoria histórica y siendo fieles a los principios republicanos más caros al Estado constitucional de derecho. Por ende yo me congratulo del honor que me ha hecho el Presidente de la República al pedirme que estuviera con ustedes, y les deseo a todos un muy feliz aniversario, y que vengan muchos más. Muchas gracias.

PALABRAS DEL DIRECTOR DE LA OFICINA NACIONAL DEL SERVICIO CIVIL, MIGUEL TOMA, EN EL EDIFICIO LIBERTAD

TOMA: Señor Secretario de la Presidencia de la República, señor Prosecretario de la Presidencia de la República; señores Ministros, autoridades presentes; queridos funcionarios y funcionarias: Me ha tocado en suerte la titularidad en la Oficina Nacional del Servicio Civil al conmemorarse en el día de hoy su 20º aniversario. Es siempre gratificante celebrar un cumpleaños, y mucho más cuando la celebración es de una institución cuya significación trasciende mucho los límites burocráticos.

Preparar la conmemoración de este 20º aniversario supone realizar una amplia mirada en su historia.

La historia de las instituciones, dicen los pensadores modernos, no es un asunto de una única dirección temporaria; por el contrario, incluye la historia del pasado, la historia del presente y la historia del futuro.

Y cuando se hace una celebración de este tipo, las miradas se dirigen necesariamente hacia los tres tiempos, y en estas fechas la mirada siempre busca algo y lo que busca surge de una necesaria pregunta que todos debemos hacernos.

La misma refiere al rol y al valor social de la institución.

Y lo primero que surge en la búsqueda de respuesta a esa inquietante pregunta, son emergentes vivenciales.

Se constata una corriente omnipresente de memoria en su más amplia acepción. Hay una memoria del pasado que se vive y expresa como memoria del presente y eso es lo que permite definir la gestión como una disciplina que mira al futuro, que está buscando permanentemente la constitución del mañana, por eso se proyecta en memoria del futuro, de manera que cuando decimos "emergente" nos referimos a la existencia de un anecdotario, nos estamos refiriendo a la sensibilidad para captar problemas en el Estado y la Administración Pública.

Estamos aludiendo a una forma de análisis, estamos reconociendo una frescura creativa; estamos contando con la existencia vivencial de los funcionarios y los jubilados, y estamos reconociendo a aquellas personas desgraciadamente desaparecidas, que siguen vivos, y los vemos cómo son convocados y acuden a ayudar cada vez que se debe enfrentar un problema complejo.

Cuántas veces en nuestras reuniones de trabajo hemos oído decir a nuestro equipo: "esto lo aconsejó el doctor Lanza"; "En este caso el doctor Lanza preguntaría tal o cuál cosa".

Y, efectivamente, comienza a verse la punta de una solución.

Lo más extraordinario es que esa memoria colectiva de la institución está instalada de manera tal, que el que llega se sirve, la comparte y pasa a integrarla.

Creo que a todo eso los sociólogos lo llaman "sentido de pertenencia", y de eso la Oficina tiene mucho, diríamos muchísimo.

Hoy se celebran 20 años de la Oficina Nacional del Servicio Civil; veinte años en los que recobró su denominación, y digo recobró su denominación porque la Oficina había sido clausurada.

Pero, a pesar de eso, siguió viva en el exilio interior y exterior, la Oficina siguió viviendo en los funcionarios y en los espacios.

Todos los de la época recuerdan a una funcionaria que custodió celosamente la documentación y que la entregó cuando se recobró la denominación, esta nueva denominación.

Además de los emergentes hay hechos, actitudes, actividades, acciones, trabajos; es decir, lo menos en condiciones nada favorables y durante muchos años.

La respuesta a la pregunta que nos hemos hecho se vuelve inquietante, ¿puede no tener valor algo que genera y despierta esta memoria? ¿Qué puede motivar estas acciones? ¿De dónde surge el valor y el rol de una Oficina gubernamental como la que nos ocupa? ¿Cómo y por qué resurge de la memoria de sus funcionarios?

Debe haber, las hay, profundas razones que conviene evocar y tener en cuenta en esta fecha: 20 años puede ser un lapso de tiempo corto si se piensa con generalidad en la historia de un país; pero 20 años pueden ser muchos años cuando se piensa en la historia reciente de este país. Máxime, cuando los 20 años que hoy conmemoramos son parte de un período mayor que casi lo duplica.

Porque cuando se evoca la reinstitucionalización, es que hubo un período anterior a la misma y ella ha tenido que ver con la historia reciente de este país; ha tenido que fortalecerse en un período especialmente tormentoso de la vida del país; ha debido reconstruirse en medio de diferentes embates.

Es que la Oficina ha tenido y tiene su finalidad última en la gestión de Estado y la Administración Pública, y la historia reciente ha transcurrido confrontando modelos de Estado diferentes, los cuales se ubican de diferente manera frente a la sociedad.

El autoritarismo se interpuso a punto de comenzar sus trabajos y el golpe de Estado la sacudió y la clausuró; la clausuró porque la profesionalización de la función pública era un sello de democracia, al atacar amplios sectores de nuestra sociedad se atacó también los instrumentos que permitían que el Estado se acercara a esa sociedad.

Es por eso, que hoy se celebra la reinstitucionalización, la democracia implicaba la existencia misma de la finalidad de esa Oficina. Es por eso, que en el mes de julio de 1985 se incorpora a la vida institucional del país.

De ella se puede extraer algunas lecciones, que enseñan varias cosas que importa destacar.

Primero, la vigencia de una voluntad nacional en construir un Servicio Civil profesional, basado en el mérito, la formación y la transparencia; ese fue el consenso pactado en la Constitución de 1967.

Segundo, la presencia viva de ese sentido de pertenencia que se supo generar en sus funcionarios; bastaron pocos años de trabajo para que se sintiera un sentido histórico de la acción.

Tercero, la finalidad y permanencia de una memoria institucional sostenida por funcionarios públicos que, aun dispersos, supieron mantener la unidad de la pertenencia a la misión encomendada por el constitucionalista.

Cuarto, la disposición al cumplimiento, al deber, y asumir obligaciones y competencias que seguían siendo una necesidad de la Administración Pública para con el Estado.

Quinto, la generosidad y entrega al interés general, por encima de consideraciones particulares, sectoriales y corporativas.

Todo esto fue captado y promovido por la acción de los funcionarios, que tan bien supo expresar el doctor Rubén Correa Freitas, autor de los documentos jurídicos, de la energía y voluntad que permitieron a la democracia reconquistarla, tomar la decisión de reencausar a la nueva forma de la Oficina Nacional del Servicio Civil.

Por lo tanto, vaya un reconocimiento en este acto muy especial, muy cálido, muy sentido, al doctor Correa Freitas que también ocupó el primer cargo de Director y condujo a la Oficina al reabrir sus puertas.

Pero este aniversario también nos permite recapitular, sacar enseñanzas de estos 20 años, que no han sido nada fáciles.

Nuevos desafíos se le han presentado; en ellos se ha podido aquilatar la entereza, la profesionalidad y humildad republicana que ha guiado su acción.

La Oficina Nacional y la Comisión Nacional del Servicio Civil tuvieron un rol destacado en todo el proceso de restituir los derechos a miles de funcionarios que habían sido destituidos, perseguidos y conculcados sus derechos; largo proceso en el cual es de destacar la cristalinidad, criterio de justicia y profesionalidad con que actuó.

Y es de destacar, muy especialmente, la participación madura y seria del movimiento sindical; al referirnos al movimiento sindical abordamos un tema singular y original.

Desde su creación, el legislador concibió dos órganos: la Oficina Nacional del Servicio Civil y la Comisión Nacional del Servicio Civil, ésta última con una participación muy especial de un delegado sindical.

Y, permítaseme decir que cuando hablamos de sentido de pertenencia el mismo abarca al movimiento sindical.

La Escuela de Funcionarios, que hoy lleva el nombre del doctor Aquiles Lanza, es conocida como la Casa del Funcionario Público y es que al entrar a la misma el funcionario se siente dignificado, se siente que es una persona que integra una gran familia.

Y debemos recordar que en el mundo actual eso no es poca cosa.

Empero, estos veinte años no han sido nada fáciles, muchas espinas en el camino, demasiadas diríamos.

Hemos dicho que la finalidad última es la gestión del Estado y la Administración Pública, pero en estos años se ha asistido a recortes sistemáticos de las competencias y atribuciones de la Oficina; una y otra vez se le han cercenado sus posibilidades y potencialidades.

Una cierta especie de esquizofrenia ha caracterizado el funcionamiento del Estado, de tal forma que se ha asistido a una diferencia e incoherencia entre lo proclamado y lo realizado.

Se ha asistido a situaciones en las que, postulando la reforma del Estado, éste se haga jirones.

Se ha asistido a su desmigajamiento; se ha asistido a un Estado que se atrofia, se debilita y en cada una de estas manifestaciones se afectaba seriamente y directamente a la Oficina.

Así, una reforma del Estado le sacaba competencias para dárselas a un organismo ad hoc del cual no queda memoria.

Así, otra reforma del Estado le quitaba competencias para otorgárselas a una coordinación que nunca funcionó.

Se sustituyó la responsabilidad política por una pretendida superioridad técnica, y subrayo técnica porque se apartó también de las normas de conducta del quehacer científico.

En medio de estos recortes se generaron otros que afectaban a la capacitación, generando divisiones entre los funcionarios públicos y violentando el contenido de la gestión como disciplina.

Pero, aún así, con todas estas agresiones, la Oficina supo mantener su opinión científica y técnica.

Aún no teniendo peso político supo mantener una dignidad republicana, prestando los servicios que le permitían las estrecheces a las que era sometida.

Siguió funcionando y capacitando a los funcionarios públicos; siguió dictaminando sobre caminos de legalidad y de justicia.

Supo reparar algunas injusticias, en dictamines jurídicos que restablecían derechos; supo asistir a organizaciones y personas para lograr mayor eficiencia y eficacia en la gestión pública.

Las adversidades, cuando pueden ser superadas, generan fortalezas. Aquel sentido de pertenencia que, al abrir sus puertas en el año 1969, rápidamente se extendió a los funcionarios ha hecho que la Oficina haya sido, sea y seguirá siendo una gran familia, en donde los conflictos que impactan a ella la fortalece, para seguir defendiendo con mayor precisión el rol que la misma tiene.

Y, sin duda, el futuro nos exigirá mucho; pero esa es la vocación de la institución, el rol de paternos del futuro es hermoso y a esa vocación seguiremos fieles.

Permítaseme referir ahora a algún aspecto más actual que es parte de lo que somos y seremos.

Me refiero a los desafíos que tenemos en la actualidad. La Dirección que asumió en el mes de marzo tiene una idea muy clara del rol que le toca jugar a esta Oficina.

La fuerza política se preparó, con conciencia, para encarar las tareas que ha tomado en sus manos, y sabe que los objetivos planteados son congruentes con esta historia que hoy celebramos.

Es más, estamos empeñados en que las frustraciones se transformen en realizaciones, en donde todos sin excepción se sientan realizados.

Hoy tenemos un mandato claro: se nos ha pedido, y la Dirección de la Oficina está dispuesta a participar, en la implantación de la reforma del Estado.

Este es el mandato que ha recibido del gobierno nacional; dedicaremos nuestra fuerza y tenacidad para hacer un Servicio Civil profesional, un Sistema de Servicio Civil para un Estado productivo, solidario y democrático.

Eso supone elevar el nivel técnico, trabajar con rigor y disciplina; ser creativos, abrir las puertas a la participación; coordinar fraternalmente con todos los sistemas centrales; estar al servicio de las instituciones públicas; exigir calidad, eficacia y eficiencia al servicio del ciudadano; combatir el burocratismo, bregar por un nuevo humanismo en el servicio público; combatir la inequidad, construir la transparencia, construir una nueva conciencia del valor de los bienes del Estado; abrir las puertas a la investigación y a la experimentación; hacer un fluido intercambio con otros países, practicando una sólida política de cooperación técnica con los países amigos.

Esto lo llevaremos adelante, porque tenemos una historia que nos respalda y la entereza de encarar los cambios que son necesarios para modernizar, tecnificar y desarrollar la Oficina Nacional del Servicio Civil. Muchas gracias.

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