31/07/05


VÁZQUEZ ASISTIÓ A HOMENAJE AL GENERAL LÍBER SEREGNI
En un sentido y emotivo homenaje, al que asistió el Presidente Vázquez y autoridades nacionales y departamentales, se recordó en el Teatro El Galpón al General Líber Seregni a un año de su fallecimiento.

El Presidente de la República, Tabaré Vázquez, asistió este domingo al homenaje realizado en el Teatro El Galpón, donde se recordó la figura del fundador del Frente Amplio, General (R) Líber Seregni, al cumplirse un año de su muerte.

El Presidente del Frente Amplio, actualmente Ministro de Educación y Cultura, Jorge Brovetto, y la presidenta del SODRE, Nelly Goitiño, tuvieron a su cargo la parte oratoria.

DECLARACIONES A LA PRENSA DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ VÁZQUEZ

PERIODISTA: Presidente, ¿cómo describiría la figura del General Seregni?

PRESIDENTE VÁZQUEZ: En una figura permanente, presente, fresca, que es esa figura a la que recurrimos siempre cuando tenemos que tomar decisiones difíciles.

PERIODISTA: En la política de nuestro país está presente la sabiduría del General.

PRESIDENTE VÁZQUEZ: Siempre, está mucho más allá de nuestra fuerza política.

PALABRAS DEL MINISTRO DE EDUCACIÓN Y CULTURA, JORGE BROVETTO, EN EL ACTO RECORDATORIO AL GENERAL LÍBER SEREGNI, REALIZADO EN EL TEATRO EL GALPÓN, AL CUMPLIRSE UN AÑO DE SU FALLECIMIENTO

MINISTRO BROVETTO: Querida Lily Lerena, compañera entrañable de Seregni; queridos familiares del General; señor Presidente de la República, compañero Tabaré Vázquez; señor Vicepresidente de la República, compañero Rodolfo Nin Novoa; autoridades nacionales y departamentales; representantes del Cuerpo Diplomático acreditados en el Uruguay; amigas y amigos; compañeras y compañeros de Seregni; compañeras y compañeros:

Es muy difícil expresar conceptos o ideas desde el recuerdo emocionado, y más aún lograr que esas palabras tengan la dimensión del mensaje con el que pretendemos llegar hasta cada uno de ustedes.

El proceso del duelo nos permite ubicar a los que se fueron en los espacios imaginarios que ya no pertenecen a la vida; el tiempo entonces se vuelve de análisis, de recuerdos, de miradas hacia el futuro como las que muchos supimos compartir con ese hombre cuyo nombre evoca la libertad, la utopía, los horizontes de esperanza, la palabra "compañero".

Compañero, que en su vida y en su persona, condensó la experiencia histórica del país durante largos años, viviendo y actuando con nosotros y por nosotros durante prácticamente todo el siglo XX y los comienzos de este siglo XXI.

Si me permiten ensayar una clave para entender su opción de vida y su opción política, empezaría por enfocar su amor al país y a su gente; su confianza, pero sobre todo su fe en las posibilidades y en la perduración de este pueblo y esa puede ser una anotación menos obvia de lo que a primera vista parece.

Entre todos los avatares que padecimos para llegar a nacer como entidad independiente, entre todos los episodios que cada tanto ponían en duda esa condición, especialmente en las últimas décadas llenas de sombras y de luces, la palabra de Seregni se alzó para ratificar esa luz y la confianza en nuestro destino, para revertir los desaciertos ocasionales y para activar e impulsar la salida.

Optó por la vida política luego de una larga vida profesional como militar, en la que alcanzó los planos más altos; de ella extrajo lo mejor que correspondía a su condición de militar al servicio de una nación, de militar comprometido con su pueblo; de ella retuvo lo más enriquecedor de sus videncias, las que supo trasponer y volcar a la acción política.

Acción política en la que siempre se destacó como un protagonista imprescindible; en libertad y en prisión, en soledad y en compañía, en la iniciativa y en la realización, en el sacrificio y en la victoria; en los reveses, que supo asimilar para que nutriera sus aciertos; en la acción cotidiana y en la estrategia a largo plazo.

Seregni siempre asumió sus responsabilidades, como correspondía a un buen General de la Patria, hasta inscribirse en la estirpe de esos uruguayos que hicieron de su conciencia, tales de tales, de integrantes de su pueblo, una vocación que llevaron hasta el límite del sacrificio extremo.

Así lo reconocemos sus amigos y sus aliados; así lo reconocieron por igual sus adversarios.

Hoy, ya no cabe duda alguna, no es necesario resaltar la trayectoria profesional y política de Seregni; la misma es conocida, reconocida y asumida como un emblema y un compromiso por quienes pertenecemos a la fuerza política de la cual fue fundador, fue candidato y sobre todo fue conductor.

Pero la trayectoria de Seregni, lejos de ser patrimonio exclusivo del Frente Amplio y de sus aliados políticos, se proyecta e impregna a la sociedad uruguaya en su conjunto; sociedad que reconoce en él a un auténtico soldado artiguista y a un ciudadano comprometido con su país; lo que, por otra parte, son -y en él lo fueron- una misma cosa.

Sería una obviedad decir que Seregni tiene un sitial destacado en la historia uruguaya, y mucho más que eso en la mejor historia contemporánea de la lucha de los pueblos latinoamericanos por definir y encontrar su propio destino de bienestar y felicidad.

Fue un líder por antonomasia, y por ser líder fue protagonista.

Fue intérprete de todos; fue nuestro mediador y portavoz; fue conductor, fue todo eso y más. Repasó una y otra vez las aristas, todas las aristas que definen en su cabal dimensión el concepto de heroicidad.

Vivió en carne propia los extremos de la adversidad, a escala máxima, experimentó la persecución y la cárcel, que no pudieron quebrarlo, y de la que emanó más seguro y conciente de los rumbos por los que había optado.

"Salgo más firme", nos decía aquel memorable 19 de marzo del año ’84 desde el balcón de su apartamento, apenas liberado luego de 10 años de cárcel.

Y continuaba: "Salgo más convencido de nuestros ideales. Salgo más decidido que nunca a entregar, dentro del marco jurídico en el que me encuentro y dentro del límite de mis posibilidades, hasta el último átomo de mi energía al servicio de nuestro pueblo".

Y también agregaba, en una lección de grandeza pocas veces igualada en nuestra historia: "Por eso, compañeros, pedía recién a ustedes ni una sola palabra negativa, ni una sola consigna negativa; fuimos, somos y seremos una fuerza constructora, obreros de la construcción de la patria del futuro que soñamos, nos sentimos con una necesidad: no hay democracia si no hay paz".

¡Vaya que marcaron el rumbo esos certeros conceptos expresados por quien comprendió que debía hacerlo en ese preciso momento!

Ejemplo de conducción, ante todas las adversidades, de un proyecto político que probablemente nunca se hubiera consumado sin esa conducción, en la que hizo gala de perspicacia, equilibrio, inventiva, paciencia, capacidad de comunicación, instinto del momento político, sentido del ritmo histórico; y, sobre todo, debemos destacarlo, una y otra vez, de grandeza intelectual y moral.

Y no solo contribuyó a la consumación del proyecto, sino que lo llevó paso a paso, en las peores condiciones que un movimiento político uruguayo haya padecido, a las puertas de la victoria, que él también traspuso y cuya gloria llegó a saborear.

Ya en mayo del año ’85, cuando muchos de nosotros nos interrogábamos sobre el futuro del país ante la reapertura democrática y sobre cómo encarar nuestro accionar político en esas inéditas circunstancias, Seregni nos sorprende con claridad marcando el rumbo, nos decía: "No somos gobierno, somos oposición. Pero ser oposición no significa resignarnos al papel pasivo de críticos de lo que otros hacen. El pueblo nos ha encomendado defender sus intereses -decía- no nos encomendó dictar cátedra ni exponer principios teóricos. Yo sostengo, con énfasis, que no representamos bien los intereses populares si somos opositores sistemáticos del gobierno".

"Seamos opositores inteligentes", repetía; "tratemos de impedir toda medida que afecte intereses nacionales y populares. Impulsemos y aceptemos todas aquellas otras, aun menores, que contribuyan a solucionar los profundos problemas sociales que padecemos".

El logro de los objetivos, a veces nos conduce por caminos largos, tortuosos, pleno de dificultades. Seregni pudo recorrer, guiado por múltiples voces de sirenas, el camino corto que tuvo repetidamente a su disposición.

Sin embargo, prefirió el camino largo y asumió todos los riesgos que la elección conlleva y que después se fueron sucediendo en los hechos, para ponerlo a prueba una y otra vez, sin descanso; de ahí que su peripecia que él pudo y supo construir sin que le doblaran la mano, se alce como una lección de moral, de política, de historia, como un episodio ejemplar de nuestro acontecer.

Amigas y amigos, ¿qué dimensión de la personalidad y trayectoria del compañero Seregni resaltar en esta ocasión que no haya sido señalada una y otra vez antes?

Es muy difícil responder a este interrogante. Sin embargo, hay una arista de la personalidad y trayectoria de Seregni que, aunque ya mencionada de alguna manera, merece ser reiterada: su condición de articulador; de articulador político, social, histórico, en un hombre de hacer puentes y crear redes.

Una condición que no abunda, por cierto, y que tampoco es fácil ejercer, lo sabemos, lo hemos comprobado. Ser articulador exige sentido de responsabilidad histórica, autoridad moral, una dimensión ética, coraje cívico; una clara percepción de la realidad, firmeza en las convicciones y un profundo respeto del otro, de la pluralidad de opiniones; todas, todos esos atributos los tenía Seregni, ¡y vaya si los tenía!.

Pero ser articulador no siempre es grato, a menudo encuentra recepciones frías, cuando no incomprensiones y hostilidades. En el acierto o en el error, Seregni conoció este lado oscuro de las relaciones humanas a lo largo de una dilatada trayectoria; lo padeció sin quejarse, leal a su pueblo, así mismo, y a esa luz puntual a la que tan a menudo hacía referencia.

Seregni fue un gran, un gran articulador; articulador entre valores, principios y acción democrática.

Articulador en una tradición progresista de lejanas raíces históricas y una utopía de paz, libertad, democracia, justicia y solidaridad, que no terminará jamás.

Articulador entre compañeros, obrero pertinaz de la unidad del Frente Amplio; unidad en la diversidad, unidad que no oculta las diferencias, sino que las enfrenta en pos de una síntesis superior, con sentido positivo, como nos señala magistralmente hace muy poco tiempo en los albores de este nuevo tiempo que vive el país, el 19 de marzo del año 2004, en su último discurso público en el hotel Del Prado, al ser homenajeado por cumplirse 20 años de su liberación.

Nos decía: "No nos podemos engañar, particularmente en los últimos años tuve severas diferencias con muchos de los compañeros que suscribieron esta invitación; yo no digo que esto salde todas las cuentas", agregaba, "afortunadamente la democracia es pluralismo y en ese pluralismo tenemos que movernos; creo y confío en que sigamos discrepando con sentido patriótico, con sentido positivo, para hacer entre todos esa síntesis superior de las distintas formas de pensar que hacen una ruta cierta hacia el futuro", nos enseñaba.

Y reafirmaba con singular agudeza su permanente condición de frenteamplista, cuando nos decía: "En esta vida de relación, la pertenencia a un partido político, a un movimiento político, es unívoca, yo soy del Frente Amplio", decía.

"Pero el Frente Amplio es mi partido político, y esa relación es la que está presente y dura en todos los momentos".

Seregni fue articulador entre los distintos sectores de la sociedad uruguaya; factor de encuentro, de diálogo y de compromiso democrático por un Uruguay mejor.

Articulador entre las generaciones, porque Seregni, aun en sus 80 y tantos, sentía, sabía y quería escuchar a los jóvenes, porque continuaba siendo sustancialmente joven.

Articulador con la comunidad internacional ante la cual fue, es y será un referente ineludible; pero además fue articulador del cambio hacia el Uruguay que las mujeres y los hombres de este país merecemos y queremos construir.

Por eso nos decía en diciembre del año 2003, en el IV Congreso del Frente Amplio: "Seré insistente y ustedes me perdonan, a veces soy hasta porfiado, lo sabemos, pero desde hace un tiempo atrás vengo diciendo que nuestro Uruguay entero está viene viviendo, desde meses atrás, una verdadera etapa de transición social y de transición política. Lo siente la gente, lo viene viviendo más allá de las expresiones. La sociedad uruguaya sabe que tiene que cambiar", aseguraba.

Recuerdo con emoción, por haber estado muy cerca, cómo en aquel histórico Congreso, Seregni levantando las manos, los brazos, de Tabaré y de Rodolfo recientemente proclamados candidatos de nuestra fuerza política, exclamaba con fuerza: "Por los cambios; porque este Frente Amplio siga siendo, como fue desde que nació, el gran motor de un país nuevo; un país solidario, un país tolerante; un país que va a procesar los profundos cambios que necesita; por esos cambios, por el piloto, por el copiloto, que conducirán la nave del Uruguay a ese horizonte".

Seregni siguió siendo articulador aun en un futuro que no conocía, pero que vislumbraba; entre el pasado 31 de julio y el día de hoy, este 31 de julio; articulador entre aquel día en que lo despedimos con un silencio multitudinario, sólo quebrado por el grito anónimo, sabio y justiciero de: ¡Padre Artigas, ahí va tu General!

Y hoy, cuando lo recordamos desde las responsabilidades y las tareas de un gobierno que también es suyo, ¡por ciento que es suyo!; y desde una fuerza política que reconoce lo que su figura representa como ejemplo, compromiso, desafío y también mirada crítica.

Mirada crítica, porque si bien las acciones políticas responden a planes y programas, es en su confrontación con la realidad -compleja y mutante- que deben definirse las orientaciones a seguir.

Porque las enseñanzas de Seregni siguen vivas en nosotros, dialogando desde su crítica lucidez, guiando nuestras acciones; ¡y vaya si nos señala aciertos!; ¡y vaya si nos señala errores!

Queridas amigas y amigos, me animo afirmar que el Panteón Nacional, el real y más que el real, el imaginario, ya entreabrieron sus puertas para sitiarlo entre los más grandes; a esa instancia llegará tan naturalmente el tiempo, como fluida y a la vez súbita, fue la erupción de Seregni en el primer plano de la conciencia pública.

Su prédica, todavía reciente, y su pérdida que el país vivió como un golpe amargo, podría llevarnos a nutrir un profundo sentimiento de luto. ¡Nada más lejos!

Su figura, su ejemplo, su lección, nos acompañarán para siempre con su entrañable y contagiosa sonrisa como guía.

Saben que a Seregni le gustaba mucho festejar su cumpleaños; Lily nos decía y nos relataba: "que seguramente sería, porque cuando era niño había tenido pocas oportunidades de celebrarlos".

Todos recordamos, con particular cariño, todas y cada una de esas instancias, de esos cumpleaños en los que tuvimos el honor y el placer de participar.

Por eso, hoy propongo y convoco a todos los compatriotas, sin distinción alguna, a cambiar la fecha de recordación del entrañable amigo Seregni y pasar a conmemorar su cumpleaños todo los 13 de diciembre, con optimismo, como él quería, y con el compromiso político de honrar su prédica.

Amigas y amigos, en una carta escrita en prisión, el General Seregni le comentó a Lily: "que por esos días estaba dedicado a pintar una acuarela, cuyo motivo principal era un ombú".

Debo decirles de la generosidad de Lily, de pedir permiso para dar lectura a esa carta; le dije que no quería meterme en la intimidad de una pareja entrañable, pero que Seregni y ella misma ya nos pertenecían a todos; y la generosidad de Lily dijo: "Me gustaría mucho que la hiciéramos pública".

Entonces, les voy a contar lo que decía esa carta. Decía que mientras estaba pintando esa acuarela, "sentía que el árbol le hablaba y le decía: existir es vivir, por eso no importa la intensidad del temporal, no importa tanto la rotura de las ramas, la amputación sufrida, si se guarda en lo más profundo del ser la voluntad y la capacidad de brindar nuevos brotes".

"Mírame, he soportado mil tempestades; me han tronchado ramas, estoy lleno de cicatrices; pero tengo brotes nuevos, y sobre todo vivo, y sigo siendo árbol, sigo siendo ombú".

Más de treinta años han pasado desde que esta carta fue escrita, pero su autor sigue siendo árbol; fruto y semilla; fruto de su pueblo, semilla del futuro. ¡Viva Seregni!

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DEL SODRE, NELLY GOITIÑO

GOITIÑO: Señor Presidente de la República, doctor Tabaré Vázquez; señor Vicepresidente Rodolfo, entrañable compañero. Lily, amadísima Lily. Representantes del Cuerpo Diplomático, autoridades todas, compañeras, compañeros.

Permítanme cobijarme, para atreverme hablar del General Líber Seregni, en la cálida aspiración de pintor Van Gogh, cuyo deseo era de quien tocara su pintura, sintiera que tocaba a un hombre. Es mi anhelo que mi palabra pueda alcanzar aunque sea apenas la dimensión humana de quien tuvo el coraje de vivir sinceramente. Siendo quien era, en la indisoluble unidad de pensamiento, palabra y acción, como saludar la existencia de este hombre, que llevó adelante el tiempo de construcción de esta imponente herramienta política, de esta maravillosa como visión que es nuestro Frente Amplio, como asir esta misteriosa capacidad de soñar un país dichoso, y de colocar de frente a la realidad, uno a uno sus cimientos nuevos. Como no estremecerse ante la lección del maestro que supo irse cuando consideró que podía hacerlo, para dejar paso a quienes debían sucederle en la irrefrenable ley del devenir de los tiempos.

Hemos recibido la herencia de una vida heroica; heroica en la cárcel; heroica en la soledad, heroica en el menosprecio.

Y permítanme calificar al General Seregni, como el arquitecto, el constructor, en la devenir, que supo llevar adelante con los compañeros, los tiempos de construcción, tiempos de construcción de nuestra fuerza política.

Hoy vivimos tiempos de labranza y de siembra, pronto vendrán los tiempos de cosecha; y en estos tiempos de labranza, de cultivo, permítanme recrear algunos aspectos del pensamiento del General, para no perdernos en ese peligroso umbral de los conceptos y las palabras, donde se confunden a veces como idénticos conceptos que no lo son, y donde es difícil trazar la línea sutil que separa el acierto del error.

Recordemos una primera fundamental premisa del pensamiento del general. "Partir –decía- del reconocimiento de la diversidad humana, lo que supone el pluralismo y su corolario, la tolerancia, para asegurar la convivencia en sociedad"

Aquí enfrentamos uno de esos umbrales peligrosos, tolerancia, no es decir entreguismo, no es decir abdicación, compañeros. Es decir porosidad, valentía de compulsar el pensamiento propio con el ajeno, para alcanzar la verdad.

La verdad que decía Nietzsche "es la chispa que surge del choque de dos espadas". La cuestión compañeros, es entre la tolerancia y el fanatismo, entre el diálogo y la contienda.

Desde el balcón, aquel 19 de marzo de 1984 día de su liberación, Líber Seregni pedía, emocionado "Ni una sola palabra negativa, ni una sola consigna negativa". Voltaire, en su tratado de la tolerancia, nos recuerda que "la tolerancia, jamás ha provocado una guerra civil, y la intolerancia ha hecho de la tierra una carnicería".

De la mano de esta invocación a la tolerancia tan necesaria, de este clamor por tiempos de tolerancia, que no significan tiempos de debilidad, se levanta en la enseñanza de Líber Seregni, la sabiduría del manejo de los tiempos "no maduran las nueces al capricho del labrador" se trata de abrir y andar los caminos de la tolerancia, de la paciencia, que no significa inmovilismo y de la labor sin desmayos, junto a estos valores, expenden la primacía de la defensa del derecho a la libertad. Libertad de pensar; libertad de ser diferente, de ejercer la comprensión; de levantar la bandera de la igualdad, de la solidaridad, valores rectores de nuestro Frente Amplio.

"Alcanzar para todos, una vida buena con y para él otro en instituciones justas", decía el filósofo Riquer, hermano espiritual de Líber Seregni.

En otros orden de ideas, heredamos del General una enseñanza muy honda que predicó con el ejemplo, "el necesario aprendizaje de la verticalidad frente al miedo; frente a la amenaza, el desarrollo de la capacidad de perder el miedo al miedo, porque no hay libertad con miedo; no hay vida plena con miedo, no hay democracia con miedo", nos dice.

Y recuerda a aquella maestra que escribió en su pizarrón, "Unir mil miedos para formar un solo coraje".

Desde el fondo de los tiempos, nos llega aquella maravilla de Lope: "¿Quién mató al Comendador? Fuente ovejuna, señor".

Y en fin, "como el niño que coloca el caracol junto a su oído, para oír el mar". Oigamos la voz de un hombre que habla desde la fuente de su vida, que percibe con nitidez su auténtico camino, que lo asume con una decisión sin fisuras y con la sencillez de la grandeza, para decirnos en el lenguaje tierno y firme del amor, "estoy casado con Lily, para toda la vida" "estoy casado con el Frente Amplio para toda la vida".

Señor de su tiempo y de su vida, de él puede decirse en verso de Quevedo, "Alma a quien todo un Dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, médulas que han gloriosamente ardido, ¿serán? ¿su cuerpo dejarán?, no su cuidado ¿serán ceniza? ¿más tendrán sentido? polvo serán, más polvo enamorado"

Y ahora que este torrente de amor, de entregas sin claudicaciones, que fue Líber Seregni, sostenga nuestra fe, abone nuestra mística, en la certeza de que hemos llegado para quedarnos, que entregaremos todas nuestras fuerzas, para que reine en nuestra amada tierra la alegría de vivir, compartiendo nuestro pan y nuestro canto. Gracias.

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