19/08/05


FORO INTERNACIONAL REVINDICÓ EL ROL DE LA MUJER EN LOS ESPACIOS DE DECISIÓN DE LA POLITICA
Se realizó hoy en el salón de Actos del Edificio Libertad el foro Internacional "Mujer y poder en la política" con la presencia de destacadas mujeres del quehacer público nacional y delegadas de organismos públicos y privados de América latina.

En el marco de las numerosas disertaciones previstas, la Directora del Instituto Nacional de la Familia y la Mujer del Uruguay, Carmen Beramendi, reivindicó hoy el papel de la mujer en la sociedad y su actuación en los espacios de poder como un tema de derechos humanos.

Más adelante, la senadora y médica Mónica Xavier convocó a las mujeres a instar a los hombres del sistema político a compartir con aquéllas las responsabilidades en todas las áreas “para ganar en afectos y participación” lo que se pueda perder en protagonismo.

PALABRAS DE LA DIRECTORA DEL INSTITUTO NACIONAL DE LAS MUJERES DEL URUGUAY, CARMEN BERAMENDI

BERAMENDI: Muchas gracias. En primer lugar quiero agradecer a la Red de Educación Popular entre Mujeres (ADON), a la Comisión Nacional de seguimiento, a la embajadora presente, a los representantes de los países de la región que nos acompañan y a ustedes, a las mujeres uruguayas, a las mujeres que han venido desde distintos lugares del país. Quiero saludar a todas aquellas mujeres que han hecho posible que hoy, fruto de una acumulación de un proceso de muchos años en el Uruguay, estemos reivindicando con nueva energía y con nueva fuerza esto de vincular a las mujeres y al poder en la política.

Por lo tanto reconocer en el saludo a las que estamos aquí presentes, a las que nos antecedieron y transformaron en años de vida y de lucha y de noches de insomnio –seguramente- muchos de los derechos que hoy estamos acuñando y pudiéndose ejercer las que aquí estamos.

Estamos de alguna manera introduciéndonos en un espacio de debate que intenta colocar el tema de la mujer y el poder en la política de una manera resignificada, intentando poder debatir cuestiones que son viejas en el debate y colocar también seguramente algunas cuestiones nuevas que nos permitan ir construyendo, como mujeres políticas, esta cuestión de una identidad distinta en los modos de ejercicio de la misma.

Estamos haciéndolo además en un momento cargado en nuestro país de enormes expectativas con todo lo que hacemos.

Expectativas que si uno piensa en lo que ha ocurrido en el Uruguay, en el proceso del 1º de marzo hasta hoy y sin pretender hacer en esto un resumen, sólo colocar que de alguna manera algo se ha venido pasando desde marzo aquí, es que la política en el Uruguay ha vuelto a tener una centralidad; ha vuelto a tener una centralidad en las decisiones, ha vuelto hacer de alguna manera la que pretende expresar y reflejar la opinión del conjunto de la ciudadanía con la que se comprometió en el programa de gobierno que presentó previo a las elecciones.

Compromiso, entonces político que está expresado en un programa de gobierno y que intenta de alguna manera tener una centralidad que hace muchos años en el Uruguay no tiene la política porque de alguna manera ha estado sustituida muchas veces por cuestiones corporativas, muchas veces por demandas de cosas que de alguna manera se construyeron ajenas a las mismas, decisiones económicas centrales que no se adoptaban justamente en el ámbito de la política, presupuestos que no respondían a la realidad y a la decisión política y entonces un esfuerzo enorme de marzo hasta ahora de colocar la política como un centro en las decisiones nacionales.

Otra cuestión que me parece importante es este divorcio histórico que ha tenido la economía de la cuestión social, esta visión de las decisiones, muy vinculada a lo economicista, de alguna manera ha tenido un sesgo impresionante en este período de gobierno, colocando los temas sociales y de la pobreza como temas que nos competen a todos, temas que estamos hoy desayunando con ellos, que estamos almorzando con ellos, cuando estamos en los medios de comunicación, de alguna manera de manera permanente, haciéndonos cargo todos de que este Uruguay tiene, contres millones de habitantes, un millón de pobres, y que esto requiere, respuestas políticas y respuestas de otra dimensión a las que han tenido hasta ahora.

Por lo tanto, centralidad de la política, mayor visibilidad de los temas sociales y colocar los temas sociales en el corazón de los temas económicos nos parece que, de alguna manera, han sido cuestiones que han marcado los primeros meses. Al mismo tiempo, hemos hecho un esfuerzo importante para que veamos que esta cuestión, que ha sido impresionante, de reconocer los factores que el Uruguay tenía, históricamente, de exclusión, tienen un componente que no es menor y que de alguna manera hace al tema que estamos debatiendo hoy, que es que la exclusión también tiene un fuerte componente cultural y que la exclusión está fuertemente atravesada también en nuestro país por el género.

La exclusión social y la exclusión política están fuertemente atravesadas por las relaciones de poder que se establecen entre mujeres y varones en la vida cotidiana, por la relaciones desparejas de poder y asimétricas, que se expresan de distinta manera, también en la vida pública, en la vida social y en la vida política.

Entonces, nosotros creemos que estamos hablando de inclusión: vincular a las mujeres y al poder en la política es un tema que hace a la inclusión social, que por lo tanto es también un tema de derechos humanos y es fundamentalmente un tema de derechos humanos, y que no debe desvincularse del conjunto de la conceptualización de derechos humanos que se está intentando promover en el gobierno. Estamos en estos meses también viviendo, y particularmente en estas últimas semanas, a una irrupción del tema de los derechos humanos de una manera que realmente nos tiene fuertemente atravesados en el motivo, en los afectos, a todos los que participamos de este proceso de la vida del país, donde, de alguna manera, se está revirtiendo una deuda histórica que el Uruguay tenía con esta temática. 

El problema es que los derechos humanos deben integrar y conceptualizar que la participación de las mujeres, el que las mujeres accedan a los espacios de toma de decisiones, la igualdad de oportunidades, la posibilidad de que efectivamente el acceso a las oportunidades, en lo que tiene que ver con la participación política, es también un tema de derechos humanos y un tema que, de alguna manera, permite ensanchar y conceptualizar de una manera distinta esta cuestión de que los derechos de las mujeres, esto que hemos sostenido durante mucho tiempo, también deben formar parte de los derechos humanos.

Por lo tanto estamos entrando, también,  en un debate que, a nuestro juicio tiene mucho que ver con esta conceptualización ampliada de los derechos humanos. Pero también tiene que ver con el concepto y la construcción de la idea de ciudadanía que estamos intentando seguramente, a lo largo de la jornada de hoy, reconceptualizar. Idea de ciudadanía que no la compartimos o no la suscribimos con la idea que tuvimos antes. Es una idea o esta conceptualización más liberal de la ciudadanía, sino que integre la diversidad, no sólo como una condición, sino que integre también a la equidad con un criterio ara el ejercicio del poder en cualquiera de sus formas. Para esto necesitamos transformar el acceso a los mecanismos que legitiman el uso del poder. Para legitimar este acceso a nuevas formas de uso del poder debemos contribuir, entre todos los que estamos aquí, a modificar las características y la relación que existe entre el mundo de los político y el mundo de lo privado y creemos que, el debate del día de hoy va a permitirnos acortar esta distancia.

Creemos que el concepto de ciudadanía que intentamos también contribuir a formular desde la política como la concebimos, debe, de alguna manera, contribuir a achicar esta distancia que existe entre el mundo público y el mundo privado, y entender que también los temas privados tiene que ser parte de la agenda pública, estos temas privados que, de alguna manera  acortan tan fuerte las distancias ente lo público y lo privado cuando nos enfrentamos por ejemplo al reconocimiento de los temas como el de la violencia doméstica. Allí, cuando nos enfrentamos a la violencia doméstica, hemos acortado en el discurso y en las políticas el reconocimiento de que hay que acortar esa distancia en la medida que ese tema que parece ser un tema privado pasa a ser un tema objeto de políticas públicas, donde se acorta esta distancia de una manera fuerte.

Esto, que de alguna manera pasa en la vida privada y que se expresa en esta forma brutal de discriminación que es la violencia doméstica es un efecto fuerte que tiene en la vida privada estos modos de ejercicios del poder en la vida social y en la vida pública que se expresan de esa manera brutal en la vida cotidiana, pero que no se entenderían sino existieran otras formas y entramados de ejercicios del poder de ese poder ejercido históricamente de una manera vertical, ejercido históricamente de una manera abusiva y que hoy vamos a intentar también revertir como conceptualización. Queremos contribuir en el debate también entonces a colocar de manera distinta el tema del poder, este poder que de alguna manera Julieta (...) decía “este poder puesto en verbo, puedo en acto, este poder como posibilidad de hacer como posibilidad de construir como posibilidad de ejercer en concreto las acciones efectivas para transformar la vida de mujeres y varones en una vida que efectivamente de cuenta de que el Uruguay empezó también en este terreno a procesar un camino distinto al de los períodos anteriores.

Queremos de esta manera dejar inaugurada esta primera parte de la jornada de hoy y este encuentro e invitarlas a todas y a todos los que están a poder contribuir desde nuestra participación a que efectivamente la jornada de hoy sea un hito importante en algo que para nuestro instituto es un eje de trabajo central, un eje de trabajo fundamental, uno de los tres programas que nos hemos trazado que es esto de promover y fortalecer el liderazgo social y político de las mujeres y su participación en todas las instancias de toma de decisiones.

Sólo cuando hayamos avanzado en esto podremos decir que el Uruguay ha revertido esta cuestión, este déficit democrático que señalaba Lilián (Abracinskas) que nos coloca en la región -en una escala del 1 al 109- en ese lugar de número 74 que nos parece que es tan deplorable en un país que de alguna manera tiene una historia que ya ha quedado bastante distante en relación a la región y bastante rezagado, que de alguna manera tiene que recobrar lo mejor de sus tradiciones e integrar la transformación y a los cambios que está haciendo lo mejor que tuvo en otra época de ofensiva en materia de igualdad formal y poder hacerlo a la luz y en clave de igualdad real, que de alguna manera de eso se trata lo que vamos a intentar revertir con acciones como estas que serán un puntapié y serán un lanzamiento de muchas otras iniciativas que promuevan que las mujeres lleguemos no en el año electoral, sino en el año en que recién asumimos el gobierno intentando revertir una discriminación histórica que el Uruguay tiene de déficit en el sistema de partidos, de déficit en el sistema democrático y que tiene mucho que ver con mecanismos instalados en la confección de las listas desde cómo se toman las decisiones en el momento en que efectivamente se producen los bloqueos mayores para el ascenso de las mujeres a los lugares de toma de decisiones.

Bueno, transformemos entones la jornada de hoy en una jornada que nos permita revertir esta realidad y comenzar un proceso que continúe otros que ya hemos acuñado desde distintos espacios y cierre de alguna manera una etapa que luego de lo que estemos viviendo seguramente el año que viene en Chile pueda significar simbólicamente el que las mujeres efectivamente en esta América Latina empezamos a darnos esta posibilidad de estar en lugares donde efectivamente se corresponda la igualdad real con lo que hemos acuñado lo formal durante tantos años. Gracias.

PALABRAS DE LA SENADORA DE LA REPUBLICA, DRA. MONICA XAVIER

XAVIER: Buenos días a todos, y a todas, le pido disculpas por la voz, el asma me acompaña y sobre todo en estos tiempos.

Siempre he sostenido que funcionará mejor el conjunto de la sociedad -pero en especial, en nuestro país, para nuestros niños y  nuestras mujeres jóvenes- si tenemos de mejor forma integrados los ámbitos en donde las cosas se resuelven para todos.

Para algunas somos el 52% del general de la población, acá y en todos los lugares y cuando uno escuchaba a Rebeca, decía, bueno, esta película ya la vi. Creo que todas las cosas que dijo Rebeca se reproducen fielmente en la realidad uruguaya, salvo alguna excepción. Alguna excepción que parte, me parece que, cuando Jimena a mí también me mandó deberes, y decía bueno, cómo fue el motivo que me impulsó el ingreso a la política formal.

Yo creo que una de las grandes diferencias que puede tener Uruguay con relación a otros países de la región, es el poder que los partidos políticos tienen en esta sociedad. Y no es casualidad el que estemos todas la mujeres representantes de diferentes partidos políticos hoy acá, dejando seguramente varias tareas de lado, pero privilegiando estas instancias en donde creo que es esencial que podamos, entre nosotras, reflexionar y luego socializar estos aspectos en el conjunto de la sociedad y del resto del sistema político.

Siempre la sociedad uruguaya estuvo implicada en los temas políticos y en especial, los partidos políticos fueron articuladores, junto a un movimiento social también muy potente, de demandas y de realidades que construyeron a lo largo de estos años, salvo la dura interrupción de la época dictatorial, una sociedad basada en determinados valores democráticos que nos son muy caros y que siempre nos viene ese temor de eventualmente poder perder, no porque esté amenazada la institucionalidad democrática sino porque poder seguir sosteniendo sobre la base de partidos políticos fuertes, la institucionalidad democrática y sobre organizaciones sociales y civiles fuertemente enraizadas, es una institucionalidad que nos permite, en general, tener buenos canales de comunicación. Que me da la sensación, ahora tenemos una renovada expectativa de hacer más fluida la circulación de esos canales.

Claro: uno, por ejemplo, en lo que respecta a una experiencia personal, entra a la vida política cuando en este país se ingresaba a la vida política, de adolescentes, cosa que ahora en general, los adolescentes tienen otras formas de expresión, no es que no sean políticas, no son la política reivindicativa que nosotros hacíamos, muy similar a la de nuestros mayores en esa época. El 69, el 70, fueron épocas en las cuales era imposible estar ajenos a la participación política en este país, porque surgían realidades muy complejas, que convocaban efectivamente a la concreción que para muchos de nosotros, muy jóvenes en ese momento, era la posibilidad de que a la vuelta de la esquina, concretáramos nuestras utopías. Eso no fue así, no por no haber sido de esa manera que soñábamos deja de tener validez, por el contrario, nos demostró a todos que estas construcciones llevan mucho más tiempo, mucho más interrelación, pilares más sólidos en su conformación.

Y bueno: yo adhiero a una ideología desde que fui concebida. Pertenezco a una familia de origen socialista y he estado siempre en esta ubicación ideológica dentro del mapa político uruguayo.

Entonces uno se plantea, en determinado momento, después de las luchas gremiales y después de las actividades políticas, qué hace uno dentro de una estructura partidaria, cómo puede sobrevivir a los obstáculos y a los desafíos de un mundo muy masculino. Y empiezan ciertos temores en los cuales uno dice, bueno, pero capaz que en los ámbitos sociales, en los ámbitos gremiales es más factible obtener demandas concretas, las cosas son más realizables, en la política los tiempos son muy largos, ni qué hablar de que los tiempos parlamentarios son mucho más largos que los tiempos del Ejecutivo y para todas nosotras, que tenemos en general un pragmatismo muy concreto, a veces los tiempos parlamentarios se nos hacen muchos más largos, como el tiempo para los niños.

Y realmente uno se plantea si va a poder vencer los obstáculos dentro de su propio partido y dentro del sistema político general, porque ese mundo masculino no ha tenido en materia de avances de participación femenina, más que estar por debajo del promedio mundial.

Si el promedio mundial, a nivel de parlamento, es de un 15% aproximadamente, hemos estado siempre por abajo. Subimos, es cierto en un mismo proceso de los 7, 8% al 12 y ahí nos hemos quedado con el techo de cristal.

Entonces uno dice: bueno, son muchas las cosas para enfrentar. Uno siente una vocación de servicio y en este caso en particular el hecho de ser médica también he seguido esta vocación de servicio con mucha firmeza, ¿no? No sé hasta donde me darán las fuerzas, porque se siente muy sola, además muchas veces para enfrentar este tipo de realidades, de discriminación a la interna de los partidos.  Y entonces, yo creo que Uruguay también tiene una experiencia muy importante a rescatar y es cómo ha tejido desde la reapertura democrática hasta el presente, con firme voluntad de proseguir en ese camino, redes de trabajo entre los más diversos partidos políticos y su representación femenina.

Porque acá no se trata sólo de que se pueda llegar. Es importante llegar, pero lo importante es que una vez que se llega, sean más las que puedan llegar. Y una reflexión personal que es un poco, me parece interesante esto de que cada una, desde al ámbito en que ha vivido, cuente alguna anécdota, yo pertenezco a un partido que desde el punto de vista estatutario tiene instituida la representación de género en este país. Es un partido histórico, tiene 94 años de izquierda y después de la reapertura democrática hace más de 12 años instituyó una medida afirmativa.

Otras compañeras lo han intentado, algunas lo han logrado transitoriamente con alguna dirección que expresaba voluntad de incorporar una integración más equitativa, pero nosotros lo logramos en el estatuto, y yo fui de las que en ese primer Congreso voté en contra de introducir una medida de discriminación positiva. Porque bueno, siempre había estado en la cosa, siempre había llegado a los máximos niveles de dirección, me rompía el alma, postergaba tantas de esas cosas que uno a veces dice: “bueno, la vida es una sola, ¿cómo compaginamos todo esto, porque también se trata de ser felices”, y yo reivindico la felicidad en la lucha política porque -digo- si hay gente que piensa que puede tener otra vida, feliz de ellos y que la tengan y que la disfruten, pero mientras estemos en esta tierra, quienes tenemos responsabilidades tenemos que hacer los mayores esfuerzos para que la gente sea feliz.

Y en esa búsqueda de la felicidad hay mil caminos para encontrarla, pero tampoco se trata de que nosotras nos frustremos, porque uno lo que quiere es prefigurar en su estructura, en su ámbito, lo que quiere para el conjunto de la sociedad, y entonces a mí me pareció que no era una medida que nosotros de izquierda democrática, socialistas, tuviéramos que imponer dentro de la estructura, que la cosa se iba a dar y que todo dependía de la voluntad y la firmeza que tuviéramos. A  muy poco de andar, es cierto que mi primer período se desarrolló básicamente en la lucha clandestina, entonces, los códigos eran bastante diferentes a la lucha democrática y a poco de recorrer el mundo uno se da cuenta de que ninguno de los primeros países que han logrado tener una representación de mujeres a nivel de los ámbitos de decisión lo ha logrado por evolución natural, ni lo ha logrado porque se nos conceda la posibilidad de que nos integremos, argumento que se usa cuando decimos hay que tener una medida de discriminación positiva dicen ¿porqué quieren que les regalen?, ¿ustedes no se sienten capaces por sí mismas de llegar? Acá nadie regala nada, y en política menos.

Porque se trata de espacios de poder, y se trata de combatir estereotipos de toda la vida, de toda la historia que es muy difícil de generar nuevos paradigmas, generar una culturas sobre otras bases, y por tanto esa pelea tiene raíces muy profundas en la historia, y tiene una perspectiva histórica también de muy largo aliento.

Porque cuando uno logra en esta materia algunos desafíos, sabe que son muchos más los que se le abren en perspectiva para seguirlo logrando, y que además una de las cosas que tenemos siempre que tener presentes y que cuando avanzamos un paso tenemos que estar pensando, que eventualmente podemos retroceder varios.

Entonces en estos avances siempre hay una reacción, la del otro lado, y esto no es estigmatizar a hombres y mujeres, esto es desestigmatizar o desatanizar lo que significa compartir el poder. Por eso yo reivindico estas instancias en que básicamente somos mujeres que nos juntamos a reflexionar sobre nuestras propias historias, dificultades, y a buscar nuestro mínimo común denominador que nos haga a mujeres desde las más diversas extracciones, y desde las más diversas condiciones políticas poder encontrar el mínimo común denominador que nos permita a todas avanzar.

Me parece que uno con relación a  las situaciones afirmativas, no hay más perro que el chocolate, como decimos, y el chocolate acá es que la mujer para estar tiene que tener algún mecanismo de facilitación. Es cierto que con las cuotas de participación no se logra todo, pero sin ellas es imposible comenzar a avanzar.

Entonces, que Uruguay esté en el puesto 71 en el ranking de la Unión Interparlamentaria que sólo tiene 127 puestos, para un país que al principio del siglo pasado fue pionero en la región, avances de derechos civiles, de la posibilidad de las mujeres de ser electas, vemos que nos hemos quedado un poco estancados y es cierto: otras variables estuvieron en esas contradicciones en las cuales uno no logra compatibilizar y armonizar, que en estas luchas la visión de género siempre va a ayudar a lograr mejores condiciones para los objetivos.

Entonces, una de las cosas a las que asistimos en Uruguay hoy es a retomar bajo una visión que el Ejecutivo tiene de introducir una perspectiva de género, poder desde el Parlamento lograr consolidar una ley de cupos, de participación política de las mujeres, como se le quiera llamar. Va ser un debate que seguramente nos vuelva a cortar transversalmente en diferentes proporciones pero nos vuelva a cortar transversalmente.

Nosotros, como sector progresista,   le hemos dicho a nuestras autoridades que no se puede ser progresista, si no se incorpora la visión de género, que no se puede, y esto es siempre algo que le decimos a todo el sistema político, no podemos profundizar la democracia si tenemos a más de la mitad de las mujeres afuera. ¿Por qué tenemos que estar representadas por la palabra y la actitud, y el discurso de los hombres, si como decía Rebeca entre otras cosas, no nos falta capacitación en materia educativa como para poder expresarnos por nosotras mismas? ¿Cuál es la razón de que siempre tengamos que estar delegando nuestras formas de hacer política, nuestros planteos y una agenda que en general  no nos contempla?

Este desafío está planteado y seguramente será en la mitad del período interelectoral que logremos nuevamente coincidir mujeres políticas de todos los ámbitos. Que no necesariamente cuando estamos planteándonos una ley nos estamos planteando sólo la interrelación entre las mujeres parlamentarias.

Siempre que hemos tenido la firme voluntad de llevar adelante un paso significativo en materia legislativa, lo hemos hecho en conjunto con la academia, con las mujeres sindicalistas, con las mujeres de las organizaciones no gubernamentales, con la sociedad civil en general. Y me parece que es una de las claves del tema. Nosotros logramos trabajar en red, nosotros logramos abrirnos en la perspectiva y colocar eso que muchas veces es necesario para avanzar. Evidencia científica, evidencia de que hay cosas que se pueden hacer de mejor forma y que por eso cada una de nosotras desde el ángulo en dónde está, aporta a estos cambios.

Es cierto que nosotros temeremos que llegar y llegar con mujeres que aporten esa visión de genero. Y que muchas veces algunos ejemplos femeninos nos hacen decir: bueno, esto es un gol en contra en nuestras exigencias de participación femenina. Pero bueno, no todas las mujeres que llegan incorporan una visión de género, así como no todos los hombres dejan de tenerla y de ser importantes aliados en estos caminos a recorrer. Por tanto, yo creo que nosotros tenemos el doble desafío de ir permanentemente elaborando y recreando una agenda de género e ir llegando cada vez con más fuerza, con más mujeres que la incorporen de manera decidida.

Es cierto que hay, y una de las preguntas de Jimena decía, formas distintas de hacer políticas. Y es natural que nosotros incorporemos una sensibilidad diferente, porque venimos de un lugar diferente en la sociedad. Y porque, habitualmente lo que hacemos es ir superponiendo nuestras responsabilidades y no abandonamos nuestro ámbito profesional o nuestro ámbito laboral y no abandonamos los problemas de la casa. Y también nos introducimos en determinadas luchas de los diferentes ámbitos de representación que hay. Entonces, sobre nuestros hombros cargamos con una pesada en general representación que cuanto mejor sería abrirla, cuánto mejor sería poder expresar desde todas la sensibilidades y desde todos los ángulos desde dónde se puede llegar a la política. Con una característica que tiene también Uruguay. El sistema político no se representa con una clase política ni con una élite estructural, ni con un segmento determinado. La política uruguaya se integra con los más variados orígenes socioculturales, económicos, culturales y también de nivel profesional o no. Por tanto, el gran déficit que en esa diversidad está planteado es el de una participación más equitativa de las mujeres. Esa es una de las cosas, que no sólo lo tenemos que preguntarnos entre nosotras, se lo tenemos que preguntar también a los varones. ¿Cuál es la razón por la cual, no estamos en mayor número acá? Que no se nos responda con la de siempre: no quieren estar. Porque esa es una de las habituales: no hay mujeres que agarren una tarea como esa, porque, claro, es tan difícil. En realidad, las habemos, como decíamos hoy, que la cuota es necesaria, pero no es suficiente, que nosotros nos tenemos que esforzar en los ámbitos en donde llevamos adelante nuestra tarea política, otros elementos que ayuden a contener la posibilidad de nuestra participación. Es cierto, que hemos introducido en alguna medida a los hombres en el mundo de la participación de las cuestiones de la casa, del hogar, pero los tenemos que hacer mucho más sensibles a que se están perdiendo los mejores tiempos de sus hijos, la mejor posibilidad de fortalecer la familia y, como decíamos, de adaptar horarios y formas de funcionamiento en donde realmente no sientan que por el poder que pierden, lo pierden todo, sino que ese espacio que van a ceder para compartirlo con las mujeres, seguramente lo ganen en sus afectos, lo ganen en todo eso que la sociedad estructuralmente siempre les negó. Tener la posibilidad de ser, en materia de afectos y de sensibilidad muchas veces como podemos hacer nosotras a las cuales eso se nos permite y en cambio a los hombres no, aún más cuando son políticos.

Entonces, creo que podemos y debemos ser más audaces en el planteo, en la devolución de nuestras preguntas hacía los hombres. Y tratar de remover en el mundo masculino este estereotipo. La verdad, no creo que los haga desde ningún punto de vista más felices y más realizados. Entonces esta es una de las que me parecen que nosotros podemos ayudar a lograr. Porque nosotros tenemos que construir una agenda con un mínimo común denominador que nos abarque a todas, a la interna de nuestros países pero también a la región. Porque efectivamente podemos de esta manera interrelacionar y cambiarnos experiencias y darnos fuerzas. Muchas veces, cuando uno compara que en el período en que más trabajo se hizo con relación a este tema logra los peores guarismos, las peores cifras en resultados concretos, dice, bueno, o lo hice mal o esto es mucho más difícil de lo que los planteáramos y tenemos que rever la estrategia. Y bueno no cabe duda de que en estas instancias nosotros ponemos en común estrategias y desafíos formas de acceso a esto que efectivamente es difícil porque se trata del poder. Y cómo hacerlo, bueno, yo creo que uno de los principales desafíos que nosotros tenemos que enfrentar es que lo importante es mantenernos como nosotros somos también en la política y existe, dadas algunas experiencias, el temor o el riesgo de competir con la forma masculina de hacer política.

Yo creo que nosotros tenemos que reivindicar nuestra forma porque realmente es así que enriquecemos la diversidad del debate y debemos también generar hechos políticos concretos con soluciones. Muchas veces se nos critica que nos reunimos para hablar de nuestros temas que después esto no lo traducimos. Bueno, no siempre es fácil traducir cuando uno no tiene resortes de poder. Ahora yo creo que por ejemplo para la realidad política de nuestro país. Tener mujeres en lugares clave que puedan revertir la peor situación que tiene esta sociedad hoy como tal a revertir, que es la pobreza, me parece que es esencial en el camino de la demostración de que nosotros, al igual que los hombres también, podemos tener estas cifras de reflexión tener instancias de ejecuciones. Y me parece que una de las cosas que nosotros tenemos que hacer es monitorear estos avances. Y bueno Latinoamérica tiene cosas diferentes. Capaz que tiene dentro de sólo tres meses una presidenta mujer en un país muy conservador y de izquierda y en suma, a la que habitualmente se le tacha parte de sus contendientes de que no es una mujer inserta en un mundo político. Bueno, una mujer inserta en el mundo político para hacer la dictadura: ser dos veces ministra, una de ellas de Defensa en un país que ha sufrido una de las dictaduras más fuertes de Latinoamérica es estar inserta en la política. Lo que pasa es que, bueno estos cambios como yo digo todo avance tenemos que prever siempre el retroceso porque en esos temas cuando de poder se trata la reacción no se hace esperar. Entonces me parece que nosotros tenemos que sentir como logros propios la posibilidad de que tengamos una mujer en un lugar como la Presidencia de la República. Que tengamos la posibilidad, bueno, de ver que en otros países también existen algunas posibilidades de que las mujeres estén en algunos de los lugares más destacados.                                                                  

Pero yo creo que nosotros este año también tenemos desafíos importantes y cuando tú hablabas de la agenda de la CEPAL nosotros tenemos una Cumbre de Presidentes que va evaluar los desafíos de milenio. Y en esos desafíos del milenio tenemos cosas muy importantes para lograr para el conjunto de la sociedad y en especial para las mujeres.

Reducir la mortalidad materna en este continente es realmente algo que nos compromete a todas por tanto reivindicar en materia de salud en especial en los derechos sexuales y reproductivos una mirada especial, una política jerarquizada para poder evitar muertes evitables es una de las cosas que realmente genera un compromiso de parte de todas nosotras, creo que en forma muy significativa.

Pero como tu decías hoy, cuando planteabas el tema del agua, bueno, nosotros los uruguayos estamos sobre una riqueza incalculable de agua dulce. Y eso no quiere decir que las mujeres del interior, del interior no tengan esas mismas dificultades de otros países que tienen escasez.

América Latina tiene la mayor desigualdad de los diferentes continentes, pero también tiene alguna de las mayores riquezas, la riqueza de la biodiversidad, la riqueza cultural, la riqueza étnica, la riqueza racial y me parece que nosotros en la medida en que nos juntamos nos fortalecemos en esas grandes cosas que nos hacen fuertes y que deben de ser esas fortalezas para que lo que paso hace 500 años  no se repita de diferentes maneras, de maneras culturales, de maneras económicas y que nosotros podamos por tanto como mujeres que hemos tenido en esa evolución un papel muy importante en donde se nos ha asignado el seguir reproduciendo y manteniendo la culturas, las tradiciones, las formas más típicas y más respetables de lo que nuestra diversidad como Nación un tema que también tiene que estar incorporado a nuestra agenda, no para seguir en un rol tradicional sino para reconocer que eso nos ha dado un poder en la formación de estas sociedades que podemos generarnos un nuevo desafío de que el que tenemos por delante integrar esa diversidad que hoy pasa por ser el concepto que creo que se resume en la palabra de laicidad.

Hoy la laicidad está en discusión de todos estos países no está en si se es antirreligioso o si se está a favor de las religiones, lo que la laicidad pasa por un nuevo concepto en el cual se sintetiza en el respeto a la diversidad de que debemos todos tener en todos los ámbitos.

Y bueno, en ese respeto a la diversidad algunas de las cosas que han estado planteadas hoy acá nos parece que son esenciales para poder fortalecer la autonomía de las decisiones de todas nosotras y acá se van hacer un segundo papel de tiempo y yo voy a terminar diciendo que me parece que nosotros tenemos una práctica en la política, un discurso, una forma de llegar y una necesidad de que cuando somos más la ciudadanía nos ve y algo de lo que hemos podido ver que venimos recientemente de campañas electorales es que aquello de que las mujeres no votan a las mujeres, las mujeres confían en los hombres, porque van al ginecólogo hombre o eligen el abogado hombre, son mitos de los tantos que tenemos que derribar, porque cuando uno siente que las mujeres le dicen: bueno, yo vengo a hablar contigo porque sé que me vas a entender, porque vivís de alguna forma las mismas cosas que uno vive, entonces uno siente que eso es una forma, entre otras cosas, de poderle decir a esa mujer que ella también puede hacer política, que todo lo que nos ocurre en la vida desde que nos levantamos hasta que nos acostamos es política, aunque no sea política partidaria. Y que de lo que se trata es quiénes hemos podido llegar ha determinados lugares de poder lo hagamos para que el conjunto de las mujeres pueda tener accesibilidad y que en la lista de mitos creo que podríamos llegar a la centena de mitos que tenemos que derribar entre todas.

Nosotros, en primer término, porque pudimos llegar y pudimos ver, un poco desde un lugar privilegiado, cómo ha sido el esfuerzo de las mujeres en el mundo para poder llegar. Y cuando uno, en la historia, se va un poquito más atrás nomás y ve que la historia de las mujeres que han hecho realmente avances significativos, fue una historia de peleas, de luchas, de combate, de enfrentarse a los estereotipos más firmes de las épocas, bueno, siente que ahora, de alguna forma, estamos un paso cualitativamente superior. La posibilidad de que se siga en esos pasos nos da mucho más fuerza para ser cada vez, mayores agentes de esta profundización democrática que pasa por integrar a las mujeres, sin más discriminación, que sus talentos, sus virtudes a los lugares de decisión de las políticas. Gracias.

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