NIN NOVOA: ES IMPERATIVO ABATIR LA POBREZA Y PARA
ELLO HAY QUE ABRIR LOS MERCADOS
El Vicepresidente de la República, Rodolfo Nin
Novoa, afirmó en los Estados Unidos que el primer imperativo del
gobierno es abatir los niveles de pobreza que hay en nuestro país, para
lo cual se necesita -entre otras cosas- el acceso a los mercados y para
ello hay que cambiar el funcionamiento de los mismos.
Tales conceptos fueron formulados por el
Vicepresidente en la exposición que realizara en la American University,
en Washington DC, titulada "El nuevo gobierno del Uruguay: balance y
perspectiva".
Cabe señalar, que el Vicepresidente Nin Novoa se
encuentra en los Estados Unidos tras haber sido invitado a participar de
la Conferencia Mundial de Presidentes de Parlamentos, organizada por la
UIP en la sede de la ONU en Nueva York.
Rodolfo Nin Novoa, quien se encuentra actualmente en
Nueva York, tiene previsto su regreso a Montevideo para este fin de
semana.
PALABRAS DEL VICEPRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, RODOLFO
NIN NOVOA, EN LA AMERICAN UNIVERSITY DE WASHINGTON, EE.UU.
VICEPRESIDENTE NIN NOVOA: En el Uruguay, ustedes
habrán leído en los diarios, ganó la izquierda.
¿Qué es la izquierda en el Uruguay? ¿Por qué gana la
izquierda en el Uruguay? ¿Cuál es el prototipo de izquierda que ustedes
tienen? ¿Yo soy un prototipo de izquierda?
Imagínense ustedes que dentro de 30 años, en Estados
Unidos, ganara un partido político creado hoy y que tuviera además la
virtud, o la circunstancia, de ganarle al Partido Demócrata y al Partido
Republicano juntos.
Eso fue lo que pasó en el Uruguay. Un conjunto de
movimientos y partidos políticos progresistas, de centroizquierda y de
izquierda, se juntaron para ver si podían establecer un modelo de
comportamiento y de desarrollo diferente al que en el Uruguay se había
sustentado durante 174 años.
Durante estos 174 años, dos partidos políticos -tan
viejos como el Uruguay- se alternaron en el poder siempre desarrollando,
básicamente, las mismas políticas.
Y diciéndole a los uruguayos que no había ninguna
otra posibilidad de hacer cosas diferentes.
Cuando nosotros llegamos al gobierno, para probar que
hay otro camino, que no existe el discurso único y que hay tantas
alternativas de desarrollo sustentable como ideas puedan tener un
conjunto de ciudadanos que quieren llevar adelante un proceso de cambio,
la sociedad uruguaya estaba muy madura para el cambio -y ahora les voy a
contar por qué- y al final cambió.
Hace diez años, aproximadamente, en el Uruguay se
cambió la Constitución estableciendo el balotaje, o segunda vuelta, como
manera fundamental de impedir la pérdida del monopolio en el gobierno de
los partidos tradicionales, el Partido Blanco y el Partido Colorado.
Y ya en las elecciones del año 2000 esta fuerza
política, el Encuentro Progresista-Frente Amplio, fue la primera fuerza
del país pero que llegado a la segunda vuelta perdió la Presidencia.
En octubre del año pasado, en las elecciones que hubo
en el Uruguay, el Encuentro Progresista-Frente Amplio gana con el 52% de
los votos y hoy controla -no precisó la segunda vuelta- y hoy controla
tanto la Cámara de Senadores, como la Cámara de Diputados, donde tiene
amplias mayorías.
Ahora, ¿para qué nos dieron esa mayoría? ¿Para hacer
lo que nosotros quisiéramos, aprovechándonos precisamente de esa
supremacía que tenemos en ambas cámaras?
No, no. A nosotros nos dieron la mayoría para que
cumpliéramos con un Programa que le ofrecimos a la ciudadanía.
El Encuentro Progresista-Frente Amplio tuvo un
Programa, preciso y concreto, de cuales iban a ser los principales temas
que iba a abordar, los cambios que iba a llevar a adelante durante su
gestión de Gobierno.
Y para eso es que nosotros nos sentimos depositarios
de la soberanía popular, no para hacer lo que queramos.
Entonces, la primera característica que uno podría
destacar del gobierno del Uruguay, hoy, es que en el Poder Ejecutivo
están los principales líderes sectoriales -es decir, de nuestro partido-
en los ministerios más importantes. De los siete líderes que hay hoy en
el Uruguay dentro de nuestra fuerza política, siete corrientes, cinco
están en los ministerios. El otro soy yo, que soy el Vicepresidente de
la República y, por lo tanto, el Presidente de la Asamblea General y del
Senado; y otro que ocupa su banca en el Senado, hijo de un recordado
senador que fue asesinado durante la época de la dictadura, ustedes
quizá hayan oído hablar de él, Zelmar Michelini, el hijo es Rafael
Michelini.
Entonces, ahí está la garantía de que nosotros vamos
a hacer aquello que tenemos como mandato hacer, y no cualquier cosa.
En el Uruguay hay un tema pendiente, muy sensible
para la mayor parte de los uruguayos, por más que involucra a pocas
personas, que es el tema de los detenidos desaparecidos durante la
dictadura militar.
Los derechos humanos son para los uruguayos uno de
los valores fundamentales en los que se ha basado el armado de nuestra
sociedad.
Y sufrimos, lamentablemente, los embates de una
dictadura militar que, sin ser tan grave y furiosa como en algunos otros
países de América Latina, también nos hizo sentir sus consecuencias
negativas.
En primer lugar, porque nos quitó la libertad a
todos, que para nosotros es un valor inalienable; está intrínsecamente
vinculado a la condición humana: Uruguay y libertad son casi sinónimos.
Y en segundo término, porque creyeron ver en todos
aquellos que pensaban diferente un enemigo de la Patria.
Cuando el Uruguay se caracterizó, precisamente, por
una sociedad con tolerancia, con comprensión para todos aquellos que
tuvieran diferentes manera de encarar la vida y de pensar la política y
la sociedad.
Hubo detenidos, hubo desaparecidos, hubo muertos,
hubo torturados.
Y cuando el Uruguay sale a la democracia nuevamente,
el gobierno promulga una Ley, o pone a votación una ley, de amnistía; la
Ley de la Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado.
Y esta ley, porque el Uruguay tiene además una gran
condición, en el Uruguay los mecanismos de democracia directa se pueden
usar muy a menudo.
¿Qué significa esto? Esto significa que cuando a un
conjunto de ciudadanos una ley sancionada en el Parlamento -es decir,
por sus representantes- no le satisface tienen la posibilidad de ponerla
a consideración de la voluntad popular.
Para esto hay un mecanismo constitucional que
establece que el 25% de los ciudadanos pueden firmar una solicitud,
pidiéndole a la Corte Electoral -que es quien regula estas cosas- que
ponga esa ley a consideración de la ciudadanía.
Y esa ley se la sometió a un plebiscito y la ley fue
aprobada por la mayor parte de los uruguayos: 52% de los uruguayos
dijeron que querían mantener esa ley y 48% decíamos que no queríamos
mantener esa ley que consagraba la impunidad para todos los delitos
cometidos durante la dictadura por militares.
Entonces, este gobierno que hoy está en el Uruguay,
que luchó contra esa Ley de Caducidad, ¿tiene el derecho, por el hecho
de tener una mayoría circunstancial en la Cámara de Diputados y en la
Cámara de Senadores, de decir "vamos a cambiar la ley"?
Y, entonces, nosotros decimos que no; que no tenemos
ese derecho, porque esa ley fue avalada por la población y tampoco es
justo que estos hechos se pongan a consideración nuevamente de la
ciudadanía, trasladándole el problema a las generaciones de hoy sobre
hechos que ocurrieron hace 30 años.
Entonces, cuando nuestros detractores decían: miren
que si gana la izquierda o el progresismo en el Uruguay van a cambiar la
Ley de Caducidad y la van a derogar y en consecuencia va a haber una
situación de caos y los militares se van a alzar; nada de eso pasó,
porque nosotros teníamos claro que este era un imperativo ético y moral
que no podíamos ni arrogarnos el derecho a cambiarlo, ni trasladárselo a
las futuras generaciones.
Este es, en consecuencia, el mejor ejemplo por el
cual nosotros decimos que la ciudadanía no nos dio el poder para hacer
lo que nosotros quisiéramos.
Hoy estamos trabajando en materia derechos humanos,
en el hallazgo, en la búsqueda de muchos uruguayos que fueron detenidos
y están desaparecidos y presuntamente enterrados en cuarteles, en
dependencias militares.
Y en estrecha colaboración con los mandos militares
estamos buscando a esos desaparecidos, que también está esto mandatado
por esta Ley a la que hice referencia y que nos permita sellar
definitivamente esta página tan dolorosa de la historia uruguaya y poder
empezar a proyectarnos hacia el futuro, para ver y abordar los desafíos
-que ahora les voy a comentar- que los uruguayos tenemos.
Entonces, ¿cuáles son estos desafíos que tienen los
uruguayos, que tiene el gobierno uruguayo?
En primer lugar, casi sin duda, abatir los niveles de
pobreza que hay en nuestro país.
El Uruguay estuvo siempre caracterizado por tener una
fuerte clase media que amortiguaba las diferencias entre los ricos y los
pobres; había pocos pobres y había pocos ricos, pero había mucha clase
media que tenía niveles de vida absolutamente satisfactorios, donde
tenían todas sus necesidades básicas satisfechas. Esto sucedió hasta la
década del 70, aproximadamente.
Y en el Uruguay hablar de un porcentaje de 30 o 32%
de pobreza, comparativamente con el resto de América Latina y de América
del Sur, puede ser un índice satisfactorio, sin duda, porque hay países
que tienen más; bueno, América Latina tiene a la mitad de sus pobladores
viviendo en condiciones de pobreza.
Y entonces hoy en el Uruguay tenemos un gran desafío
por estas condiciones, porque nos queremos comparar con nosotros mismos
y no con los demás para estos indicadores; tenemos un gran desafío para
abatir estos niveles de pobreza, y hemos creado un Ministerio de
Desarrollo Social que tiene un fortísimo programa que va a destinar para
el Uruguay -que es mucho dinero- 200 millones de dólares para abatir
estos niveles de pobreza.
Así que, este desafío de la pobreza es también un
imperativo ético que el gobierno uruguayo tiene, que este nuevo gobierno
uruguayo tiene, y lo está desarrollando. Hoy ya tenemos aproximadamente
a 100 mil personas involucradas en nuevos planes de protección social.
¿Cuál es el segundo desafío que tiene el Uruguay? O
mejor dicho, junto con esto antes de pasar al segundo. Esto no puede
convertirse en un programa permanente; los programas sociales no pueden
tener, no son fines en sí mismos, el programa social se supone que
siempre está planteado para abatir una coyuntura o atacar una coyuntura
determinada.
Porque si nosotros no tenemos política de crecimiento
sostenido, vamos a estar siempre condenados a hacer políticas sociales;
que van a haber pobres en los países, siempre van a haber pobres, el
problema es cuál es el porcentaje de pobres que hay en una sociedad.
Y cuando esos porcentajes superan determinados
límites, como hay en América Latina el 50%, los recursos de los países
tienen que ser destinados permanentemente, casi sin solución de
continuidad, a atender estos problemas.
Entonces, para no hacer políticas sociales siempre
tenemos que tener políticas de desarrollo sustentables y para eso
precisamos también una serie de condiciones que aparecen aquí como
posibilidades de enfrentar estas situaciones.
Primero el tema comercial. El Uruguay es un país que,
medido en términos relativos, es una súper potencia en materia de
producción alimentaria.
Cada uruguayo consumimos 13 kilos de arroz por año,
pero producimos 330 para cada uno de nosotros.
¿Y entonces que tenemos que hacer con eso? Venderlo
afuera. Y cuando lo vamos a vender afuera nos encontramos con el arroz
subsidiado de otros países.
Y entonces, como decía el Presidente Sanguinetti, al
cual uno puede hacerle el honor de citarlo, decía: "nosotros podemos
competir con la producción, ahora con lo que no podemos competir es con
la Tesorería de los Estados Unidos, ni con la Tesorería de la Unión
Europea".
Entonces, el acceso a los mercados se vuelve una
materia del mundo. Si nosotros queremos también además tener
estabilidad, tener paz, tener posibilidades de igualdad de oportunidades
para los habitantes de la Tierra, los mercados tienen que cambiar su
funcionamiento.
Ustedes son estudiantes de Ciencias Políticas y saben
que en el mundo todos los días se ponen 1.000 millones de dólares por
día para subsidiar; las vacas europeas reciben más ingresos que los
pobres de América Latina, viven mejor que los pobres de América Latina.
Este es un tema que tenemos -y sobre todo en las
generaciones jóvenes, en ustedes que dentro de poco van a ser muchos de
ustedes líderes de algo- tenemos que meternos en la cabeza que estas
cosas hay que cambiarlas, sino el mundo se nos va quién sabe a dónde.
El otro problema que tenemos en el Uruguay,
específicamente, es el de la deuda externa.
El Uruguay tiene una altísima deuda, porque, claro,
los gobiernos financiaban sus déficit con más deudas y entonces hoy el
Uruguay en relación a su Producto debe casi la relación es uno a uno,
debemos todo lo que producimos en un año; esa es nuestra realidad.
Y eso esta vinculado a lo anterior, a lo de los
mercados. Si nosotros no vendemos lo que producimos no podemos pagar y
si no pagamos tenemos serias dificultades y el gobierno quiere cumplir,
porque el Uruguay siempre ha honrado sus deudas.
El Uruguay jamás entró en default como entraron
algunos otros países de América del Sur, y no lo vamos a hacer.
Ahora, eso también nos cuesta un gran sacrificio en
materia de inversiones, sobre todo sociales; ni qué hablar de otro tipo
de inversiones, pero básicamente de inversiones sociales.
Y el gobierno del Uruguay está firmemente decidido a
cumplir una meta que tiene establecida: bajar el nivel de endeudamiento
del 100% de su Producto al 60% al finalizar los cinco años de gobierno,
de este mismo gobierno.
El cuarto desafió que tiene el Uruguay es ver cómo,
en un mundo que cada vez esta más globalizado y en donde todas las
inversiones circulan por todo el mundo, cómo obtenemos para el Uruguay
inversiones productivas.
Cuando digo inversiones productivas me refiero a eso,
separándolas nítidamente de las inversiones especulativas que en general
están vinculadas al sistema financiero y que son inversiones de corto
plazo, y que en general no tienen para los países un impacto positivo
saludable, sino que en general se benefician los actores intermedios.
Y para tener inversiones productivas en el Uruguay,
nosotros precisamos -entre otras cosas también, ¿no es cierto?- un clima
de estabilidad desde el punto de vista social.
Porque en general los inversores desconfían de
aquellos países a los cuales van y ven que en cada esquina, en cada
semáforo de cualquier ciudad del mismo, hay cuatro o cinco niños
pidiendo una moneda para sobrevivir.
El Uruguay siempre ha estado abierto a las
inversiones extranjeras; en realidad el Uruguay tiene además -¿a ver
cómo les voy a explicar?- tiene además un tristísimo privilegio y es que
no tiene descendientes de población nativa, en el Uruguay matamos -y me
avergüenzo, lo digo con vergüenza- a todos los indios.
Por lo tanto, todos descendemos de extranjeros, la
mitad de Italianos, la otra mitad de españoles. Entonces, no hay una
xenofobia, no hay una animadversión hacia los extranjeros; por el
contrario, todos nos sentimos descendientes de extranjeros y, por lo
tanto, la inversión extranjera tiene allí un presupuesto básico que es
la aceptación de la misma.
En quinto lugar, ustedes saben que el Uruguay está
inserto en un proceso de integración regional que se llama MERCOSUR y
que el MERCOSUR tiene dificultades; como buenos países latinos tenemos
dificultades para entendernos y para hacer de estos mecanismos
organismos que sirvan, que no se conviertan en fines en sí mismo, sino
que sirvan para apuntalar y promover el desarrollo nacional.
Y ahí nosotros tenemos que buscar y perfeccionar
ciertos sistemas nuevos de integración que nos permitan encontrar ese
desarrollo sustentable y sostenido.
En el MERCOSUR nosotros hemos tenido avances. Hoy el
Uruguay tiene la Presidencia Pro Témpore, el Presidente Tabaré Vázquez
-que va a estar la semana que viene aquí, en Washington, y en Nueva York,
participando de algunas actividades- es quien ejerce la Presidencia de
Pro Témpore del MERCOSUR que dura seis meses. Y se han hecho avances en
los últimos tiempos.
El MERCOSUR lo integran Brasil, Argentina, Uruguay y
Paraguay. Entonces, hay grandes diferencias y estas diferencias tienen
que necesariamente ser tenidas en cuenta y para eso hemos creado, a
partir de una reunión que hubo en Brasil, en Ouro Preto, lo que se
llaman los "Fondos de convergencia estructural" que son para atenuar las
asimetrías en las economías más pequeñas.
En segundo lugar, hablamos mucho del
perfeccionamiento de las políticas monetarias.
Tiene que haber una política monetaria común en un
proceso de integración, como tiene Europa. En Europa, hoy está el euro
en Italia, en Alemania, en España, hay una sola moneda.
Quiero contarles lo que pasó con el MERCOSUR ahora.
La creación del Tratado del MERCOSUR establecía, bueno, en su artículo
1º la libre circulación de los factores productivos entre todos los
miembros del acuerdo. Pero el Artículo 7º hablaba -el séptimo o el
sexto, no me acuerdo bien- hablaba de la necesaria coordinación de las
políticas económicas y monetarias.
El Tratado del MERCOSUR se firmó en marzo del ‘91, en
julio del ´91 Argentina sacó una ley por la cual -la famosa Ley de
convertibilidad- puso el dólar igual al peso argentino, con lo cual
terminó con la coordinación monetaria.
Ahora, la coordinación de las políticas monetarias y
de las políticas macroeconómicas no son la causa sino que tienen que ser
la consecuencia de la aplicación de otras políticas, sobre todo como las
políticas de cohesión social, que sean las que permitan también tener a
la economía como un instrumento al servicio de la ciudadanía.
Porque aquí hay mucha gente, en el mundo, que se cree
que la economía es un fin en sí mismo y tienen toda una visión
economicista de todos los problemas de la sociedad.
Entonces, lo que da plata se hace, lo que no da plata
no se hace. Ahora, yo digo, ¿para los Alcaldes barrer la calle, levantar
la basura, les da plata? No, no les da plata pero hay que hacerlo,
alguien lo tiene que hacer.
Esto nos va después a llevar al final a hacer una
definición que a nosotros nos gusta mucho hacer sobre el rol del Estado
y el rol del mercado.
Pero seguimos con estos desafíos que tenemos en
materia del perfeccionamiento de los esquemas de integración que son
temas además que están en el mundo. Hoy los mundos se mueven en grandes
bloques y América Latina no puede estar afuera de esta estrategia.
En América del Sur, en el MERCOSUR, hemos entendido
la integración más bien no como una posibilidad de oportunidades para
lanzarnos al mundo, sino como una posibilidad de ver cómo hacemos para
vendernos más adentro; a ver si nosotros le vendíamos más a los
argentinos y los argentinos a los paraguayos y los brasileños a los
uruguayos.
Y, entonces, en esa lógica, empezaron a suceder cosas
que desvirtuaron absolutamente el espíritu del MECOSUR.
Nosotros vamos a vender arroz al Brasil y los
productores brasileños nos ponen los camiones y nos dicen: "no pasan,
porque nosotros queremos vender nuestro arroz primero".
Vamos a vender bicicletas a la Argentina y los
argentinos dicen: "no pasan, porque nosotros también tenemos bicicletas
y nos perjudican".
Pero, ¿y cómo? No era que decía el Artículo 1° del
Tratado del MERCOSUR que se establecía la libre circulación de los
factores productivos en toda la región.
Y la Argentina va y Brasil le va a vender heladeras y
televisores y cocinas a los argentinos y los argentinos dicen "no, no
pasan porque están atentando contra..."; y los argentinos le van a
vender el trigo, para que los brasileños hagan el pan, y Brasil dice:
"no, hasta que no consumamos primero el trigo brasileño no vamos a
comprar trigo a los argentinos".
Entonces, ¿cómo es la cosa? Y esa lógica nos ha
dejado de lado la otro lógica que tendríamos que haber aplicado en el
MERCOSUR: en vez de una política de competencia, una política de
complementación.
Precisamos, también, políticas de infraestructura, de
integración de infraestructura.
Les voy hacer un cuento. Hace quince días, veinte
días, el Presidente de la República me mandó a Perú para asistir allí al
cambio de la Presidencia Pro Témpore del CAN, de la Comunidad Andina de
Naciones; y en Perú, a mi me gustan mucho los caballos y yo soy criador
de caballos, quería ver una raza especial de caballos que hay en Perú
que se llama "la raza peruana de paso", que si tuviéramos más tiempo le
contaría, es decir uno cuando va al trote en ese caballo, no va al trote
así, va al trote así; no se mueve, es una cuestión genética. Entonces,
yo los vi, me subí a uno, anduve y alguien me preguntó: ¿a usted le
gustan los caballos? Sí, me encantan los caballos. Y me dicen: ¿usted no
aceptaría un regalo de esta raza, para que usted se la lleve al Uruguay
y allá la promueva? Sí, cómo no, lo acepto, lo llevo.
Entonces, me regalaron un caballo. Y lo quise traer
al Uruguay y me costaba la traída del caballo 35 mil dólares y lo tenía
que traer por Miami.
Y esa infraestructura es la que está faltando en
América Latina, nosotros no podemos comerciar más con nosotros mismos
porque no tenemos cómo llegar entre nosotros.
Entonces, precisamos infraestructura adentro de
América Latina y mejorar la infraestructura de comunicaciones, de
energía, con todo el problema que tenemos con los hidrocarburos y con
todo esto, en el MERCOSUR hay mucha cosa para hacer.
Y después el otro desafío que tenemos, el quinto
desafío diría yo, es ver si podemos establecer en este período lo que
nosotros llamamos "negociación con voz única".
Es decir, que sea una sola voz la que se escuche del
MERCOSUR ante los organismos de negociación internacional, la OMC, la
Unión Europea, lo que sea.
Porque cada vez que vamos a hacer negociaciones,
Brasil sale por un lado, nosotros salimos para otro, Argentina sale para
otro y Paraguay para otro; y no puede ser, no damos una sensación de
bloque, de proceso de integración; saben que pueden hablar
individualmente con cada uno de nosotros y entonces nos sacan de esa
estrategia común.
Y estamos firmemente decididos a llevar adelante un
proceso de negociación con voz única para las negociaciones que el
MERCOSUR, como tal, tenga que hacer.
Bueno, yo voy terminando, así tenemos algún espacio
para las preguntas que con toda seguridad puedan haber, con algunas
definiciones bien claras desde nuestro punto de vista.
Ustedes recordarán el famoso Consenso de Washington
que hicieron las naciones más poderosas del mundo, donde se establecía
para los países en vías de desarrollo algunas directivas, que
básicamente nos terminaron perjudicando porque se hablaba de que el
Estado tenía que achicarse y vender todos sus activos públicos; todo el
tema de las privatizaciones, que había que liberar el mercado
financiero, que había que tener austeridad fiscal y esto significaba
muchas cosas, algunas de las cuales ya hemos hablado, y también había de
que valorizar las monedas locales.
La liberalización de los mercados financieros, el
Uruguay es una plaza o fue una plaza financiera muy importante, que se
terminó en un crash, en un gran crash en el año 2002, porque era tan
libre que nadie controlaba lo que entraba lo que salía, lo que se
llevaban; nadie sabía nada.
Hasta que un día nos dimos cuenta que gran parte del
dinero de los uruguayos se había ido para otro lado y ahí se fundieron
cuatro bancos. El Estado casi tambalea, casi cae el Presidente.
Y, bueno, es un ejemplo evidente de que esa
liberalización tal cual estaba dada no funcionaba para los países en
vías de desarrollo.
Las privatizaciones en América Latina fueron todas un
fracaso. En el Uruguay no hay condiciones para privatizar en un marco de
libre y auténtica competencia, porque el Uruguay es muy pequeño para que
existan varias compañías eléctricas, varias compañías de teléfono,
varias compañías de gas, varias compañías de agua.
Y, entonces, ante esta alternativa lo único que queda
es monopolio público o privado. A mi no me gustan los monopolios, ahora
en esta alternativa prefiero el monopolio público, toda la vida, ante
que los monopolios privados si no hay otras posibilidad.
Si nosotros hubiéramos privatizado las empresas en el
Uruguay, durante la crisis del 2002 hubiera sido mucho más terrible
porque las empresas públicas uruguayas -que funcionan en carácter
monopólico, es verdad, es verdad- fueron las que sustentaron, las que
atenuaron parte de la crisis a través de las remesas de dinero que
pasaban al gobierno central.
Entonces, para ir terminando, nosotros, gobierno del
Uruguay del doctor Tabaré Vázquez, del Encuentro Progresista-Frente
Amplio; nosotros creemos que hay otra concepción para el desarrollo
nacional: un Estado que regule la economía y que sea el promotor de la
igualdad, que no sea indiferente a estos procesos de pauperización que
hay en nuestro país.
Una situación que la definimos entonces, como lo
decía creo que Willy Brandt: "tanto mercado como sea posible y tanto
Estado como sea necesario". Muchas gracias. |