13/09/05


DESARROLLO HUMANO: URUGUAY OCUPA EL PUESTO 46 EN EL MUNDO Y TERCERO EN AMÉRICA LATINA
Con la presencia del Vicepresidente de la República en ejercicio de la Presidencia, Rodolfo Nin Novoa, este martes se llevó a cabo en el Salón de Actos del Edificio Libertad la presentación del Informe sobre Desarrollo Humano Mundial 2005.

Además del Vicepresidente Rodolfo Nin Novoa, hizo uso de la palabra el Subsecretario del Ministerio de Economía y Finanzas, Ec. Mario Bergara; el Rector de la Universidad de la República, Ing. Rafael Guarga, y el Coordinador Residente de Naciones Unidas en Uruguay, Pablo Mandeville.

El Informe sobre Desarrollo Humano 2005, que fuera entregado a los líderes mundiales días antes de la Cumbre Mundial 2005 convocada por Naciones Unidas, aporta una desoladora evaluación respecto del costo humano implícito en no cumplir las metas mundiales relativas a terminar con la extrema pobreza, costo que incluso representa muchos millones de muertes evitables en los próximos 10 años.

Mañana empieza en Nueva York la denominada Cumbre del Milenio, donde se revisará el progreso alcanzado en relación a los avances realizados hacia el logro de los objetivos de desarrollo en el Milenio y tendrá también el propósito de reiterar el compromiso asumido por todos los países, hace cinco años, tal y como fuera expresado en la Declaración del Milenio.

Uruguay se encuentra en el puesto 46 de 177 países en un ranking mundial y dentro de los que tienen un desarrollo humano alto, según el informe de las Naciones Unidas, mientras que en América Latina ocupa el tercer lugar en una lista que encabeza Argentina en el puesto 34 y seguido por Chile en el 37.

En el caso uruguayo, por ejemplo, en ese año aún se vivían los efectos de la crisis de 2002, en tanto que en el argentino se sentían las consecuencias de lo sucedido a fines de 2001.

Respecto a la última medición Uruguay se mantuvo en el puesto 46, mientras que Chile subió del 43 al 37 y Brasil pasó del 72 al 63, siendo el primero de los países latinoamericanos considerados con desarrollo humano medio, entre los que están Cuba (52), México (53), Colombia (69), Venezuela (75), Perú (79), Ecuador (82), Suriname (86), Paraguay (88), Jamaica (98), El Salvador (104) y Bolivia (113).

En el lugar 153 y considerado en la categoría de países con desarrollo bajo está Haití.

Según el informe, América Latina es la región con mayor desigualdad entre ricos y pobres del planeta, detrás del África Subsahariana.

Noruega lidera la tabla a nivel mundial, seguida de Islandia y Australia. Suiza, por ejemplo, se encuentra en el séptimo lugar y Estados Unidos en el décimo. Japón, en tanto, está en el puesto once y Uruguay está precedido por Croacia y seguido por Costa Rica.

En el último puesto de la lista se encuentra Níger que, entre otros datos, muestra una esperanza de vida al nacer de 44,4 años, mientras que la de Uruguay es de 75,4.

Una de las conclusiones del informe, negativas si se quiere, señala que con estos datos se corre el riesgo de no alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio que establece la erradicación del hambre y la reducción de la pobreza a la mitad antes de 2015.

El Informe sobre Desarrollo Humano 2005, que fue realizado en base a datos de 2003 y de algunos años anteriores por lo que se estima que la situación de varios países puede haber variado, indica que si bien se han registrado avances generales de importancia en todo el mundo, muchos países están en realidad más atrasados que antes. Se pide cambios drásticos y rápidos en términos de políticas mundiales de ayuda, comercio y seguridad, a fin de cumplir con las promesas hechas por la comunidad internacional durante la reunión de los líderes mundiales que se celebró cinco años atrás, y en la que abordaron estos problemas.

Según explican los expertos el IDH es un valor que varía del 0 al 1 y a medida que se acerca a 1, el desarrollo humano se aproxima al nivel óptimo; ese índice para Uruguay se encuentra en 0,480.

VER INFORME

PALABRAS DEL COORDINADOR RESIDENTE DE NACIONES UNIDAS Y REPRESENTANTE RESIDENTE DEL PNUD EN URUGUAY, PABLO MANDEVILLE, EN EL ACTO DE PRESENTACIÓN NIVEL NACIONAL DEL INFORME SOBRE DESARROLLO HUMANO MUNDIAL 2005, EN EL EDIFICIO LIBERTAD

MANDEVILLE: Señor Vicepresidente de la República en ejercicio de la Presidencia y Presidente de la Asamblea General, Rodolfo Nin Novoa; señor Subsecretario y Ministro interino del Ministerio de Economía y Finanzas, economista Mario Bergara; señores miembros del Cuerpo Diplomático; señor Director General de Cooperación Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores, Embajador Diego Zorrilla de San Martín; señores Legisladores; señor Rector de la Universidad de la República, ingeniero Rafael Guarga; representantes de organizaciones internacionales y colegas del sistema de Naciones Unidas; señores representantes de las ONGs del sector privado, sector académico; señores periodistas; estimadas señoras y señores; amigas y amigos todos:

Es para mí un honor hacerles hoy entrega del informe mundial 2005 sobre Desarrollo Humano. Mañana empieza en Nueva York una Cumbre que se espera cuente con la mayor participación de Jefes de Estado y de Gobierno en la historia de la humanidad. El propósito de esa reunión es conocer los avances realizados hacia el logro de los objetivos de desarrollo en el Milenio y reiterar el compromiso asumido por todos los países, hace cinco años, tal y como fuera expresado en la Declaración del Milenio.

Este informe que hoy presentamos no sólo permite reflejar la evolución del desarrollo humano en el mundo, lo que hacen todos los informes de desarrollo humanos desde el ’90, sino que este año en particular permitirá medir el desempeño de cada país con relación al logro de las metas del desarrollo del Milenio para el 2015.

Los objetivos del desarrollo del Milenio reflejan el consenso mundial para erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la educación primaria universal, promover la equidad de géneros y la autonomía de la mujer, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH-SIDA y otras enfermedades, garantizar la sustentabilidad ambiental y fomentar una asociación, una alianza mundial para el desarrollo.

Estos objetivos fueron acordados y proclamados con el respaldo unánime de todos los países miembros de las Naciones Unidas. Junto a estos objetivos la comunidad internacional asumió un cronograma de metas cuantificables y progresivas hasta el año 2015, con un conjunto de indicadores precisos que permiten medir los resultados alcanzados y los compromisos de financiamiento asumidos por los países ricos.

El informe que hoy presentamos indica que si bien se han registrado avances muchos países, cincuenta para ser precisos y en los cuales viven 900 millones de personas, han retrocedido al menos en una de las metas.

¿Cómo se sitúa Uruguay, en este panorama mundial sumamente preocupante? La pobreza ha crecido fuertemente durante el año 2002 y lo que es más preocupante ha seguido creciendo a pesar de la reciente recuperación económica de la y de la disminución del desempleo. Es decir, se ha crecido con desigualdad, hay más pobres y los pobres son más pobres.

Hace falta implementar políticas y estrategias que reflejen mayor equidad, mayor igualdad de oportunidades y más justicia para poder revertir esta tendencia.

Por lo tanto, no es de sorprender que Uruguay se situé entre los 50 países que en vez de avanzar se han alejado del logro de algunas de las metas de desarrollo en el Milenio.

Para lograr estas metas también hacen falta más recursos y ese es el tema central del informe mundial de este año, el cual se concentra en el octavo de los objetivos del desarrollo del Milenio, el que trata de las alianzas para el desarrollo, las cuáles deben traducirse en nueva reglas para la ayuda internacional y para el comercio internacional, todo esto en un marco de mayor seguridad política.

El informe se concentra en el rol que pueden cumplir los países más ricos en tres áreas fundamentales: ayuda, comercio y seguridad, si el objetivo es erradicar la pobreza y alcanzar todos los objetivos de desarrollo del Milenio.

En primer lugar, vamos hablar de la ayuda internacional al desarrollo. Una de las armas más efectivas en el combate a la pobreza y esta arma necesita ser repensada y renovada.

Debe ser pensada a la vez como un inversión y como un imperativo moral; la ayuda debe ser mayor en cantidad y en calidad, y debe desarrollarse un verdadero sentido de apropiación por parte del país que se beneficia de la cooperación internacional.

La ayuda de los países ricos, dice este informe, es insuficiente y es insuficiente porque sigue muy por debajo de los compromisos acordados.

La asistencia para el desarrollo en todo el mundo debería duplicarse más durante los próximos años, para lograr alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio.

Y esto, dice el informe, no requiere nuevas promesas, sino el cabal cumplimiento de las promesas que ya se han hecho, entre otros lugares en la Cumbre de Monterrey.

Hoy vivimos una oportunidad histórica para sellar la alianza y que se le dé un nuevo rumbo a la cooperación para el desarrollo; y para eso deberíamos establecer un programa de trabajo y cumplirlo para que la ayuda sea el 0,7% del PIB, de aquí al 2015.

Eliminar la ayuda condicionada, que el informe dice "dicha ayuda es sinónimo de derroche financiero" y el informe preconiza se elimine ya en el 2006.

Enfrentar el problema de la insostenibilidad de la deuda. La Cumbre del G8, en julio del 2005, significó un gran avance; sin embargo, muchos países siguen enfrentando dificultades.

Proveer flujos estables y programados de financiamientos plurianual de la ayuda, desarrollar las capacidades institucionales y nacionales, y racionalizar la condicionalidad de la ayuda para centrarla en la responsabilidad fiduciaria y en la trasparencia de los informes entregados por los sistemas nacionales.

Después de la ayuda, el informe habla del comercio internacional y para eso reclama reglas más justas, para el comercio.

Reglas que eliminen las distorsiones que existen entre los países pobres y ricos e impiden o limitan el desarrollo.

Las barreras comerciales más altas del mundo se alzan contra algunos de los países más pobres.

En promedio los países en desarrollo que exportan hacia los países ricos enfrentan barreras tres veces más altas que aquellas que enfrentan los países ricos en sus relaciones comerciales recíprocas.

Esta graduación perversa en la política comercial se extiende también a otras áreas. Por ejemplo, las normas de denominación de origen que determinan si un país cumple los requisitos para optar a un trato preferencial en el origen, reducen al mínimo las oportunidades de muchos de estos países.

La agricultura es tal vez el sector de mayor preocupación: dos terceras partes de las personas que sobreviven con menos de un dólar al día, dependen para su sustento de actividades que están directamente afectadas por las normas que rigen el comercio agrícola.

Los países en desarrollo pierden así unos veinticuatro mil millones de dólares anuales debido al proteccionismo agrícola y las subvenciones de los países ricos.

El problema en el corazón de las negociaciones comerciales para el desarrollo, realizadas en Doha, puede ser resumido en una palabra: subsidios.

El informe contiene las siguientes recomendaciones para evaluar el resultado de la Ronda de Doha.

Primero, recortes profundos en el apoyo de los gobiernos de los países ricos a la agricultura y prohibición de los subsidios a las exportaciones.

Segundo, recortes profundos en las barreras a las exportaciones de los países en desarrollo.

Tercero, compensación para los países que pierden trato preferencial y precisan en ese contexto enfrentar mayor desempleo y problemas agudos de balanza de pago.

Cuarto, protección al espacio que le corresponde al desarrollo humano en materia de políticas públicas.

En efecto, las normas multilaterales no deberían imponer obligaciones inconsistentes con estrategias nacionales de reducción de la pobreza.

Tales estrategias deben incorporar prácticas internacionales optimas, adaptadas a las condiciones locales y formuladas a través de procesos políticos, democráticos y participativos.

Quinto, se recomienda también el compromiso de evitar los acuerdos OMC Plus en los tratados comerciales regionales, especialmente en áreas como la inversión y la propiedad intelectual.

Sexto, volver a centrar las negociaciones sobre los servicios en el movimiento temporal de mano de obra.

En el contexto de una ronda del desarrollo, los autores del informe consideran que se debería poner menos énfasis en liberalizar rápidamente el sector financiero y más en crear normas que mejoren el acceso de los trabajadores de países en desarrollo a los mercados laborales de los países ricos.

Por último, el informe, agrega, trata del tema de la seguridad en el contexto de la ayuda al desarrollo y del comercio internacional, formando así una tríada que encierra las claves de un rito integral, realista y concreto capaz de producir resultados reales.

En este sentido, propone que las oportunidades que surgen de un proceso de reconstrucción sean la segunda forma más eficiente de abordar las amenazas que imponen los conflictos armados luego de la prevención naturalmente.

Vemos que en promedio la mitad de los países que salen de conflictos armados recaen en ellos en un plazo de cinco años; romper este ciclo exige un compromiso político y financiero que brinde seguridad, asegure la reconstrucción y cree condiciones para el desarrollo de mercados competitivos y la inversión del sector privado a largo plazo.

Tal como lo ha afirmado el Secretario General de las Naciones Unidas en su informe "Un concepto más amplio de la libertad", se requiere urgentemente un nuevo marco para la seguridad colectiva; un marco que vaya más allá de las respuestas militares a la amenaza impuesta por el terrorismo y que reconozca que la pobreza, las crisis sociales y los conflictos civiles constituyen un componente medular de la amenaza a la seguridad mundial.

Para reducir esta amenaza se requiere brindar más ayuda también a los países en riesgo de conflicto, o en situación de pos-conflicto; asegurar una mayor transparencia en la gestión de recursos por parte de las empresas trasnacionales que explotan recursos naturales, en especial minerales, involucrándose en el financiamiento de conflictos y socavando la responsabilidad de los gobiernos; terminar con el flujo de armas pequeñas y ligeras; construir capacidades regionales, creando fuerzas de paz que funcionen a cabalidad en regiones en las cuales surgen y prevalecen conflictos.

Asimismo, el Secretario General de la ONU propuso la creación de una Comisión Internacional para la construcción de la paz, con el objeto de elaborar un marco que ofrezca un enfoque integral para la seguridad colectiva; la participación como miembros permanentes de países en desarrollo en esta Comisión es parte de la agenda de la reforma del sistema de las Naciones Unidas.

La interdependencia entre todos estos elementos -ayuda, comercio y seguridad- es tal, que fracasar aunque fuera en un área socavaría los fundamentos del progreso en el futuro.

Contar con normas más eficientes en el comercio internacional servirá de poco en países donde los conflictos armados obstaculizan las oportunidades de participar en el comercio.

Acrecentar la asistencia, sin incorporar normas de comercio más justas, arrojará resultados menos óptimos y asimismo, sin la perspectiva de mejorar el bienestar humano y erradicar la pobreza como resultado de la asistencia internacional y el comercio, la paz seguirá siendo frágil.

Para concluir, el desafío que hoy enfrenta Uruguay, como muchos otros países, consiste en detener el retroceso y estancamiento en términos de desarrollo humano.

Para poder construir un camino de desarrollo sostenido, incluyente y sustentable que permita reducir las inequidades y alcanzar las metas de desarrollo del Milenio.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el sistema de Naciones Unidas en el Uruguay, en su conjunto, se comprometen en apoyar en el diseño y la implementación de estrategias que permitan alcanzar mayores niveles de desarrollo humano y que hagan posible el logro de los objetivos de desarrollo del Milenio. Muchas gracias.

PALABRAS DEL RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA, RAFAEL GUARGA

RECTOR GUARGA: Señor Vicepresidente de la República, Rodolfo Nin Novoa; señor representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, señor Mandeville; señor representante del Ministerio de Relaciones Exteriores, Zorrilla de San Martín; señor Subsecretario de Economía y Finanzas, Mario Bergara; señora Ministra de Salud Pública, que también nos acompaña; señores legisladores; amigas y amigos:

Lo primero es agradecer al Programa la invitación que se nos ha hecho para participar hoy en la presentación del Informe 2005.

Creemos, como en reiteradas veces lo hemos manifestado al señor Mandeville, que este documento, así como los documentos precedentes, constituyen materiales de enorme valor.

De enorme valor informativo, de enorme valor didáctico también por la forma como está presentada, la riqueza del material gráfico que se exhibe.

Creemos en particular que este informe, por acontecer o salir a luz pública pocos días antes de la Reunión General de las Naciones Unidas, plantea de una manera particularmente elocuente e informada lo que se expresa muy bien en la tapa.

En la tapa aparece la encrucijada, esto es, la encrucijada en la cual se encuentra el mundo, a través de un par de flechas, una hacia arriba que sería -con poca pendiente, por cierto, pero hacia arriba- que sería el cumplimiento de los objetivos del Milenio; y la otra hacia abajo, con una pendiente importante descendente, que en definitiva, al momento actual, debe decirse que es el camino que lleva el mundo.

Esta encrucijada se plantea porque aún faltan diez años para el cumplimiento del plazo que se dieron los países, como muy bien explicaba Mandeville; al 2015 termina este plazo y, por tanto, aún queda un decenio en el cual se puede corregir ese curso descendente en el cual, por cierto también, en algunos aspectos se encuentra nuestro país, para convertirlo en un curso ascendente.

Esto engloba a 177 países. Se habla esencialmente del impacto de las diferentes medidas sobre el ingreso, la salud, la educación; esto es, los indicadores fundamentales del estado de un país.

En particular, en el caso del Uruguay, no podría dejar de citar que en relación al indicador respecto a la inversión en educación seguimos muy mal; hablábamos de que en el informe anterior repite la ubicación del Uruguay en el lugar 46 en relación al desarrollo humano, ubicándolo entonces dentro de los 57 países de alto desarrollo humano; sin embargo, en lo que hace a la inversión educativa en el informe anterior nos llevaba al lugar 111 ahora vamos al lugar 117; no es un cambio significativo porque hay países que no informan.

En fin, es decir, esencialmente estamos en un punto en el cual de América Latina solamente dos países, República Dominicana que tiene un índice de desarrollo humano 95, siendo el nuestro la posición en la lista ordenada el 46, está por debajo República Dominicana en gasto educativo y Ecuador que en desarrollo humano está en el 82 -repito, nosotros en el 46- también está por debajo en gasto educativo; los demás países de la región están por arriba.

Si se llegase, cosa que debemos tener la esperanza que ello ocurra, al 4,5 pasaríamos no al lugar 46 o por arriba, sino solamente al lugar 77; es decir, que como meta es una meta modesta que debemos por cierto procurar cumplir.

Debo señalar también que este informe es informativo y es valiente; es valiente porque, por cierto, informar ahora a pocos días de la Asamblea de las Naciones Unidas, de donde seguramente dependen los recursos para que este informe tenga continuidad en el futuro, de la manera clara y precisa que se informa lo que el señor Mandeville marcaba claramente en cuanto al marco del comercio internacional como elemento fundamental a cambiar, sino todos los otros aspectos no tienen relevancia; el informe nos dice en su página 48, nos habla de la lógica perversa de los subsidios agrícolas y nos dice que la política agrícola común de la Unión Europea implica una inversión de 51 mil millones de dólares que van a los productores agrícolas de la propia Unión Europea.

¿Qué repercusión tiene esto? Nos relata algunos casos. Por ejemplo, el caso del azúcar; el precio que reciben los productores de azúcar -esto implica la cadena, no sólo los agricultores, sino también quienes industrializan- cuadruplica el precio internacional.

Con lo cual, Europa produce más de lo que consume y se ubica Europa como segundo exportador más grande del mundo en un cultivo para el cual no tiene ventaja comparativa alguna. Esto causa, obviamente, pérdidas a países -como nuestro vecino Brasil- de más de 500 millones de dólares anuales.

Para buscar un contexto en el cual se encuentra Uruguay, el caso del arroz; esto tiene que ver fundamentalmente con Estados Unidos, el informe nos explica que entre 2002 y 2003 el arroz que se cultivó en Estados Unidos al costo de 415 dólares la tonelada se exportó a 274 dólares la tonelada. Entonces, esto explica con claridad el reiterado discurso -entre otros- de nuestro amigo Manini cuando desde la Asociación de Cultivadores de Arroz fustiga esta situación de marco -digamos así- del comercio internacional.

Para terminar, creo que la información que se brinda es una información, es una información -yo diría- valiente, precisa, clara; de alguna manera avala, por lo menos hasta hoy y siempre y cuando las flechas de la encrucijada no cambien de dirección, un acápite de nuestro compatriota Galeano que se pone justamente como acápite del capítulo 4, dice así: "la división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder".

De tal manera de que el informe realiza, creo yo, un elocuente llamado a cambiar este estado de cosas en el mundo. Muchas gracias.

PALABRAS DEL SUBSECRETARIO DE ECONOMÍA Y FINANZAS, ECONOMISTA MARIO BERGARA

SUBSECRETARIO BERGARA: Muchas gracias, obviamente, corresponde agradecer a la Organización, al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, la posibilidad de comentar y compartir algunas ideas referidas a este informe de Desarrollo Humano, que obviamente debemos saludar una vez más; y también la posibilidad de compartir esta mesa con los destacados panelistas que la Organización convocó.

Efectivamente, la Naciones Unidas determinó objetivos en el año 2000, los ocho objetivos que el señor Mandeville desarrollaba y eso puede ser bien tomado como parámetros de cómo evoluciona el desarrollo humano en las distintas sociedades, en los distintos países.

Y en particular el presente informe se centra en analizar justamente los desafíos que enfrenta el mundo actual para arribar a las metas del Milenio, para cumplir estos objetivos, y creo también se concentra en determinar cómo los países ricos pueden cumplir su parte en estos objetivos.

Para tales efectos, se centra el análisis en tres pilares, que bien describía tan bien el señor Mandeville, asociado a la cooperación internacional, la asistencia para el desarrollo; los componentes del comercio internacional y los aspectos de seguridad.

Quizás, por ahora, debamos decir que desde la perspectiva uruguaya por suerte el tercer pilar no es del todo relevante, en el sentido de que si bien obviamente tenemos que ser muy cuidadosos en todos los aspectos, podemos poner nuestras mayores energías en los dos primeros, en la cooperación internacional y en el comercio internacional.

Pero también corresponde ser justo, y corresponde decir que también desde la perspectiva uruguaya ambos componentes no tienen tampoco el mismo peso.

Desde nuestra perspectiva no hay cooperación internacional que pueda compensar el daño que hacen las reglas injustas en el comercio internacional. En términos de pobreza, en términos de hambre, en términos de educación, en términos de salud y, por lo tanto, en términos de perspectiva de desarrollo.

Creemos que deben analizarse, obviamente, con seriedad todo estos aspectos; la cooperación internacional, el comercio, la seguridad, y actuar de manera seria, profesional, responsable, como acostumbra hacer el Uruguay en estas cosas.

Pero, insisto, creo que también debemos poner los énfasis en los lugares que entendemos corresponden, ¿verdad? Recién ponía el Rector Guarga el ejemplo de cómo los países ricos subsidian algunos productos, que después son comprados por países en desarrollo y son comprados por los países de la región incluso.

Es decir, que toda esta dinámica de comercio internacional, que obviamente es parte de las responsabilidades de los países desarrollados, tienen repercusiones muy fuertes en lo que impacta sobre la pobreza, la marginalidad y las perspectivas de desarrollo de los países en los cuales nosotros vivimos.

El informe de desarrollo humano es muy ilustrativo, como bien decía Guarga, nos ayuda a ver por dónde vamos bien, por dónde vamos mal; nos ayuda a ubicarnos también en un sentido relativo con el resto del mundo. Nos suena a veces hasta paradójico ver como caemos sistemáticamente, año tras año, y seguimos estando dentro de un rubro que se llama "países de alto desarrollo humano". También un poco para dimensionar a nivel internacional dónde estamos parados.

Pero lo que está claro es que el Uruguay tiene también que compararse con su propia historia. Desde principios de la década del noventa para acá, venimos firme y consistentemente bajando en el ranking del desarrollo humano a nivel internacional.

Creo que no me equivoco si digo que en los últimos quince años bajamos alrededor de quince lugares y del año pasado a éste nos quedamos en el lugar 46; en general, no los gusta festejar los empates, ¿verdad? Pero en este caso hay que verlo con optimismo, digamos; o sea, veníamos en una caída sistemática desde el lugar treinta, treinta y dos y estamos en el lugar cuarenta y seis.

Yo creo que si uno hace además la visión de largo plazo de esto, la caída de Uruguay es mucho más de largo plazo y mucho más estructural, lo cual hace también al hecho de que no son factores coyunturales lo que hacen a la pérdida relativa -digamos- de desarrollo humano que tiene el Uruguay, sino que hay factores estructurales.

La actual administración justamente tiene ese diagnóstico, tiene esa interpretación y apuntan no solamente a resolver de manera lo más inmediata posible lo que son necesidades acuciantes de una franja muy importante de la población, sino que también apunta a aspectos de carácter estructural, porque les reitero que la caída del Uruguay no arrancó en el 2002, no arrancó con la crisis, no arrancó con la crisis financiera y con el desastre de la región, ¿verdad?

Los problemas de crecimiento y desarrollo del Uruguay tiene varias décadas y, por lo tanto, tienen que asociarse a factores de largo plazo, a factores estructurales.

Reitero: la desigualdad, las reglas injustas que hay a nivel de comercio internacional nos afectan mucho, porque la incapacidad de tener acceso a mercados de relevancia a nivel internacional, justamente en las cosas en las que Uruguay tenemos la desgracia de ser muy buenos, justamente, en las cosas que son más protegidas a nivel internacional. Esa es, sin duda, una desgracia.

O sea, ¿hay responsabilidad de nuestra situación en lo que es la evolución de las reglas del comercio internacional? Sí, la hay, pero esto no le quita, obviamente, responsabilidad a lo que deben ser los gobiernos de los países en desarrollo y en particular del Uruguay.

Y con esa responsabilidad es que también esta Administración encara la necesidad de toda una serie de reformas estructurales.

Tal es así, que incluso el gobierno ha propuesto a toda la sociedad uruguaya, a través de un proceso que llamamos de "Compromiso nacional", justamente se aboque a analizar, a evaluar, a proponer, salidas en este sentido.

Por ejemplo, parte de la propuesta de "Compromiso nacional" –si me permiten, voy a leer un parrafito- plantea justamente que: "La estrategia de crecimiento sostenido con equidad requiere la generación de condiciones para la expansión de la inversión productiva y en el caso de una economía pequeña, el logro de una escala adecuada que posibilite una producción eficiente depende de la inserción exportadora y, por lo tanto, del acceso a los mercados externos. El crecimiento de la economía uruguaya requiere un fuerte dinamismo exportador, y obviamente eso no va a ser posible si no somos capaces de ir perforando la protección de los países desarrollados de alguna manera".

La responsabilidad que le compete también a los gobiernos es importante. Como bien se dice ahí, la mejora en el desarrollo humano que no es otra cosa que la mejora en la calidad de vida de los uruguayos, en este caso, que es el único Norte posible de toda gestión gubernamental, requiere entender por qué el desarrollo humano también va cayendo. Si partimos de un diagnóstico en el cual los problemas del empleo, tanto en la cantidad como en la calidad de los empleos, ha sido la principal polea de trasmisión de la pobreza, de la marginación, de los problemas sociales, justamente esa es también una meta intermedia que tenemos que abocarnos, ¿cómo lograr un mayor número de empleo, cómo lograr una mayor calidad de los empleos, con el grado de formalización que el empleo requiere?

Y para eso es que tenemos que entender, y esa es la visión que pretendemos impulsar, que la consecución de más empleo, de mejor empleo, pasa necesariamente por promover y lograr mayores niveles de inversión productiva.

Así como el Uruguay tiene una ubicación relativa, como la que se plantea en el informe de Desarrollo Humano, también cabe decir que si fuera por sus niveles de inversión histórica deberíamos estar otra que en el lugar 117, o sea, los niveles de inversión en Uruguay son insólitos.

Yo creo que hasta se podría hablar del "milagro uruguayo", en cuanto a cómo se logra estar en el lugar 46 en el mundo con los niveles de inversión que el Uruguay ha tenido en los últimos cuarenta años.

Pero lo que está claro es que estamos cayendo por algo, porque no hay inversión. Y no vamos a repuntar, no vamos a ver la salida de esta situación, no vamos hacer esa inflexión, si no tenemos inversión productiva.

La inversión productiva es la que genera más y mejor empleo, es la que apunta a mejorar las condiciones de vida de la población y para eso hay varios requisitos que unos podrá mencionar de manera muy genérica, pero que en última instancia hacen a una buena parte de los indicadores que el informe de Desarrollo Humano plantea.

La estabilidad política, la estabilidad social; oponer gasto social a gasto en producción; oponer todo una serie que en última instancia son inversiones en ese sentido, también hacen al clima de negocios, al clima de inversión.

La estabilidad social es parte del clima de inversión. La estabilidad macroeconómica, ¡ni qué hablar! No es un fin en sí mismo, es un requisito para poder desarrollar otras cosas que mejoren la calidad de vida de la gente.

No hay un solo ejemplo de los países que han mejorado su ubicación de desarrollo humano en el informe, que se base en el desorden macroeconómico. No es una condición suficiente, no alcanza para garantizar desarrollo, pero lo que sí está claro que es una condición necesaria.

No hay ni un solo ejemplo de todos los países que no están, como el Uruguay, en ese grupo de cincuenta países que van para atrás en los objetivos del Milenio, sino aquellos que han ido avanzando progresivamente en las últimas décadas, ninguno de ellos se basa en el desorden macroeconómico.

Entonces, la estabilidad política, la estabilidad social, la estabilidad macroeconómica y la estabilidad en las reglas de juego para la inversión, son toda una constelación de factores que debe de interpretarse de manera conjunta, para poder tener justamente o para poder desarrollar poleas de trasmisión que combatan la pobreza, que apunten a lograr los objetivos del Milenio, como está planteado por Naciones Unidas.

Recibimos, entonces, un país en estas circunstancias, cayendo en el desarrollo humano, cayendo en la consecución de los objetivos del Milenio.

Esta Administración está trabajando duro, ¿verdad?; está trabajando con muchos problemas, con muchas restricciones, como todos ustedes saben, pero creemos que el diagnóstico que hacemos es adecuado.

Creemos que la convocatoria a un acuerdo y a un "Compromiso nacional" que contribuya además a que desde los distintos sectores políticos, sociales, productivos, puedan aportarse ideas y esfuerzo en esta empresa, va a ayudar a que a la hora de finalizar esta Administración podamos decir que no vamos a festejar empates, vamos a tratar de festejar el 1 a 0, que pueda ser levantar algún puestito en este ranking de desarrollo humano en el que estamos siendo comparados, de alguna manera, a nivel internacional.

Y que lo que también es importante fijarse como objetivo, también, avanzar en lo que va a ser toda esta Administración, por lo menos, tratar de llegar a mitad de camino en la consecución de los objetivos del Milenio.

El Uruguay tiene el potencial para hacerlo, tiene el capital humano para hacerlo; bueno, es obviamente responsabilidad sí de los gobiernos, responsabilidad de las sociedades y también parte de eso es también combatir de alguna manera, como decíamos al principio, los factores internacionales que no ayudan en esta consecución, ¿verdad?

Mandeville planteaba el tema de nuevas rondas de negociación, las negociaciones en Doha obviamente tienen como elementos central la discusión de los subsidios, a Uruguay en buena medida le va la vida en eso y, por lo tanto, esta Administración también está comprometida desde esa perspectiva.

Así que, ojalá que al final de la Administración podamos estar haciendo –digamos- una exposición del informe de Desarrollo Humano 2009 - 2010 con una perspectiva distinta, por lo menos, de hacia dónde van la flechas de esta encrucijada en el caso uruguayo. Muchas gracias.

PALABRAS DEL VICEPRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, RODOLFO NIN NOVOA

VICEPRESIDENTE NOVOA: Señor Representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, señor Mandeville; señor Rector de la Universidad; señor Ministro de Economía; señor Embajador Diego Zorrilla; señora Ministra de Salud Pública; señores Ministros y señores Subsecretarios; señoras y señores del Cuerpo Diplomático y sobre todo del Cuerpo Diplomático de los países desarrollados; señoras y señores:

Cuando a mí me invitaron a esta presentación lo hicieron en mi calidad de Vicepresidente, y la circunstancia hizo que hoy estuviera ocupando la Presidencia de la República, por lo cual el honor y el compromiso que asumo son mucho más grandes; el honor y el compromiso son mayores, de estar aquí presentando este trabajo.

Y algunas breves reflexiones sobre lo que aquí se ha dicho. Hay fenómenos naturales que provocan grandes tragedias que parecen que, a primera vista, pueden aparecer como impredecibles o inevitables.

Recordemos el tsunami del Océano Indico del 2004; el Katrina en Nueva Orleáns en estas semanas; el propio huracán que tuvo Montevideo a fines de agosto, que dejaron hondas huellas de desolación, de destrucción, de muertes, de pérdidas de todo tipo.

Y esos fenómenos, aunque pueden tener una explicación científica, acerca de por qué suceden y de los cambios climáticos del mundo, aparecen con una fuerza en los medios de difusión muy grande.

Y hay otros fenómenos que son mucho más graves y que no merecen la atención de los medios. Desde que yo llegué aquí al Edificio Libertad, hasta ahora, se murieron 1200 niños en el mundo y se mueren 1200 niños por hora en el mundo, y eso no merece una aparición o una atención muy grande de los medios de difusión.

Y esto ocurre por causas que podrían evitarse, que están vinculadas precisamente de la pobreza.

Las vacas, las vacas del primer mundo tienen ingresos superiores a millones de niñas, niños, mujeres y hombres de países subdesarrollados. Viven mejor, que la gente en algunos lados; hay más recursos para ellas, para satisfacer sus necesidades de alimentación, de reproducción, etcétera.

Y hace cinco años, cuando los países del mundo se juntaron y se unieron para hacer la Declaración del Milenio, hicieron una promesa muy fuerte que era liberar a nuestros semejantes hombres, mujeres y niños de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la pobreza extrema.

Y la verdad que los avances en estos años son bastante pobres. Y esta Declaración que se hizo hace cinco años representa, sin ningún lugar a dudas, una enérgica visión que tiene su origen en un compromiso compartido con los derechos humanos universales y la justicia social, y está respaldada por metas claras y definidas que se conocen como los objetivos del Desarrollo del Milenio.

Y el plazo como aquí se dijo está para el 2015 y, naturalmente, que el desarrollo humano abarca cosas mucho más o mucho más cosas que los objetivos del Desarrollo del Milenio, pero constituyen sin duda -como decía el economista Bergara- una condición necesaria y un importante referente para medir el progreso hacia la creación de un nuevo orden mundial más justo y menos empobrecido.

A la fecha, si bien se han conseguido algunos progresos importantes en el desarrollo humano, desde su firma, no tenemos grandes motivos para celebrar. No obstante, han sido un punto de convergencia y de preocupación internacional, ya que han puesto el tema del desarrollo y la lucha contra la pobreza en la agenda, cosa que unos años atrás habría sido inimaginable.

Este año 2005, está marcado por una campaña sin precedentes destinada a dejar la pobreza en el pasado; estos avances se han visto reflejados en la ayuda y alivio de la deuda registrados en la Cumbre del Grupo de los 8 donde se reunieron las principales economías industrializadas del mundo.

Los gobiernos del mundo enfrentan distintas alternativas, una de ellas es aprovechar la oportunidad y transformar el año 2005 en el inicio del decenio a favor del desarrollo. Si se realizan hoy las inversiones necesarias, para alcanzar esos objetivos, aún se está a tiempo de cumplir con la promesa efectuada oportunamente; esto es hace cinco años.

La Cumbre de las Naciones Unidas constituye la oportunidad de adoptar los planes de acción que son necesarios para encaminarse hacia el cumplimiento de los objetivos del 2015 y para terminar con las profundas desigualdades que dividen a la humanidad.

El consenso aún debe generar acciones concretas y señales para el decenio que viene, ya que el espacio entre los países se ha caracterizado por profundas y crecientes desigualdades en el ingreso y en las oportunidades de vida.

A comienzos del siglo XXI habitamos un mundo dividido, que impone un desafío enorme a la comunidad mundial, el cual tiene un aspecto ético y otro moral.

Tal como lo expresó Nelson Mandela, en el 2005, "la inmensa pobreza y la obscena desigualdad son flagelos tan espantosos de esta época, en la que nos jactamos de impresionantes avances en ciencia, tecnología, industria y acumulación de riquezas, que deben clasificarse como males sociales tan graves como la esclavitud y el apartheid".

Si bien es posible poner fin a este doble flagelo de pobreza y desigualdad, debemos convenir en que el progreso ha sido bastante vacilante y desigual.

Lo que se necesita es una verdadera nueva alianza en la que donantes, igual que receptores actúen según compromisos que permitan cumplir la promesa plasmada en la Declaración del Milenio.

Al igual que la asistencia, el comercio puede ser un poderoso catalizador del desarrollo humano.

En condiciones propicias, el comercio internacional puede generar un poderoso ímpetu. El problema es que el potencial de desarrollo humano inherente al comercio se ve mermado por una combinación de reglas injustas y de desigualdades estructurales dentro de los países y entre ellos.

El comercio internacional ha sido uno de los motores más poderosos de la globalización, pero contar con reglas de comercio más justas sería una gran contribución, especialmente en lo que se refiere al acceso a los mercados.

En la mayoría de las formas de tributación se aplica un simple principio de graduación: a mayores ingresos más se paga, quien más tiene más debe pagar.

Las políticas comerciales de los países ricos invierten completamente este principio. Las barreras comerciales más altas del mundo, como lo acaba de decir Pablo, se alzan contra algunos de los países más pobres; y en promedio, las barreras comerciales que enfrentan los países en desarrollo que exportan hacia los países ricos son tres veces mayores que aquellas que enfrentan los países ricos en sus relaciones comerciales recíprocas.

Y la agricultura es un sector de especial preocupación, porque además estamos en un país con una fuerte base de economía agraria o agrícola.

Dos terceras partes, como también se dijo acá, de todas las personas que sobreviven con menos de un dólar por día viven, viven y trabajan en zonas rurales y los mercados en los que operan.

Su sustento y las perspectivas de salir de la pobreza están directamente afectados por las normas que rigen el comercio agrícola.

En síntesis, creo que podríamos considerar al año 2005 como un momento crucial de la historia.

La comunidad internacional tiene la oportunidad de generar políticas y recursos que podrían transformar lo próximo diez años en un genuino decenio para el desarrollo.

Tomando como referente la Declaración del Milenio los gobiernos pueden tomar un rumbo que cambie la globalización actual y provea renovadas esperanzas a millones de personas vulnerables en el mundo y vaya creando las condiciones para generar prosperidad y seguridad compartidas.

El gobierno del Uruguay está en este camino, como lo acaba de decir el Ministro interino de Economía.

Y la lucha contra la pobreza y la desigualdad, y la exclusión y a favor de la igualdad de oportunidades, como consecuencia es inclaudicable.

Con toda seguridad, dentro de cinco años, el gobierno le tenga que pedir perdón a muchos pobres a los que no habrá podido sacar de su condición de tales; pero, sin embargo, eso será un acicate para renovar nuestras energías en la lucha por la superación y la igualdad de oportunidades para todos nuestros compatriotas. Muchas gracias.

© 2005 PRESIDENCIA - República Oriental del Uruguay | Derechos Reservados