DESARROLLO HUMANO: URUGUAY OCUPA EL PUESTO 46 EN EL
MUNDO Y TERCERO EN AMÉRICA LATINA
Con la presencia del Vicepresidente de la República
en ejercicio de la Presidencia, Rodolfo Nin Novoa, este martes se llevó
a cabo en el Salón de Actos del Edificio Libertad la presentación del
Informe sobre Desarrollo Humano Mundial 2005.
Además del Vicepresidente Rodolfo Nin Novoa, hizo uso
de la palabra el Subsecretario del Ministerio de Economía y
Finanzas, Ec. Mario Bergara; el Rector de la Universidad de la
República, Ing. Rafael Guarga, y el Coordinador Residente de Naciones
Unidas en Uruguay, Pablo Mandeville.
El Informe sobre Desarrollo Humano 2005, que fuera
entregado a los líderes mundiales días antes de la Cumbre Mundial 2005
convocada por Naciones Unidas, aporta una desoladora evaluación respecto
del costo humano implícito en no cumplir las metas mundiales relativas a
terminar con la extrema pobreza, costo que incluso representa muchos
millones de muertes evitables en los próximos 10 años.
Mañana empieza en Nueva York la denominada Cumbre del
Milenio, donde se revisará el progreso alcanzado en relación a los
avances realizados hacia el logro de los objetivos de desarrollo en el
Milenio y tendrá también el propósito de reiterar el compromiso asumido
por todos los países, hace cinco años, tal y como fuera expresado en la
Declaración del Milenio.
Uruguay se encuentra en el puesto 46 de 177 países en
un ranking mundial y dentro de los que tienen un desarrollo humano alto,
según el informe de las Naciones Unidas, mientras que en América Latina
ocupa el tercer lugar en una lista que encabeza Argentina en el puesto
34 y seguido por Chile en el 37.
En el caso uruguayo, por ejemplo, en ese año aún se
vivían los efectos de la crisis de 2002, en tanto que en el argentino se
sentían las consecuencias de lo sucedido a fines de 2001.
Respecto a la última medición Uruguay se mantuvo en
el puesto 46, mientras que Chile subió del 43 al 37 y Brasil pasó del 72
al 63, siendo el primero de los países latinoamericanos considerados con
desarrollo humano medio, entre los que están Cuba (52), México (53),
Colombia (69), Venezuela (75), Perú (79), Ecuador (82), Suriname (86),
Paraguay (88), Jamaica (98), El Salvador (104) y Bolivia (113).
En el lugar 153 y considerado en la categoría de
países con desarrollo bajo está Haití.
Según el informe, América Latina es la región con
mayor desigualdad entre ricos y pobres del planeta, detrás del África
Subsahariana.
Noruega lidera la tabla a nivel mundial, seguida de
Islandia y Australia. Suiza, por ejemplo, se encuentra en el séptimo
lugar y Estados Unidos en el décimo. Japón, en tanto, está en el puesto
once y Uruguay está precedido por Croacia y seguido por Costa Rica.
En el último puesto de la lista se encuentra Níger
que, entre otros datos, muestra una esperanza de vida al nacer de 44,4
años, mientras que la de Uruguay es de 75,4.
Una de las conclusiones del informe, negativas si se
quiere, señala que con estos datos se corre el riesgo de no alcanzar los
objetivos de desarrollo del milenio que establece la erradicación del
hambre y la reducción de la pobreza a la mitad antes de 2015.
El Informe sobre Desarrollo Humano 2005, que fue
realizado en base a datos de 2003 y de algunos años anteriores por lo
que se estima que la situación de varios países puede haber variado,
indica que si bien se han registrado avances generales de importancia en
todo el mundo, muchos países están en realidad más atrasados que antes.
Se pide cambios drásticos y rápidos en términos de políticas mundiales
de ayuda, comercio y seguridad, a fin de cumplir con las promesas hechas
por la comunidad internacional durante la reunión de los líderes
mundiales que se celebró cinco años atrás, y en la que abordaron estos
problemas.
Según explican los expertos el IDH es un valor que
varía del 0 al 1 y a medida que se acerca a 1, el desarrollo humano se
aproxima al nivel óptimo; ese índice para Uruguay se encuentra en 0,480.
VER INFORME
PALABRAS DEL COORDINADOR RESIDENTE DE NACIONES UNIDAS
Y REPRESENTANTE RESIDENTE DEL PNUD EN URUGUAY, PABLO MANDEVILLE, EN EL
ACTO DE PRESENTACIÓN NIVEL NACIONAL DEL INFORME SOBRE DESARROLLO HUMANO
MUNDIAL 2005, EN EL EDIFICIO LIBERTAD
MANDEVILLE: Señor Vicepresidente de la República en
ejercicio de la Presidencia y Presidente de la Asamblea General, Rodolfo
Nin Novoa; señor Subsecretario y Ministro interino del Ministerio de
Economía y Finanzas, economista Mario Bergara; señores miembros del
Cuerpo Diplomático; señor Director General de Cooperación Internacional
del Ministerio de Relaciones Exteriores, Embajador Diego Zorrilla de San
Martín; señores Legisladores; señor Rector de la Universidad de la
República, ingeniero Rafael Guarga; representantes de organizaciones
internacionales y colegas del sistema de Naciones Unidas; señores
representantes de las ONGs del sector privado, sector académico; señores
periodistas; estimadas señoras y señores; amigas y amigos todos:
Es para mí un honor hacerles hoy entrega del informe
mundial 2005 sobre Desarrollo Humano. Mañana empieza en Nueva York una
Cumbre que se espera cuente con la mayor participación de Jefes de
Estado y de Gobierno en la historia de la humanidad. El propósito de esa
reunión es conocer los avances realizados hacia el logro de los
objetivos de desarrollo en el Milenio y reiterar el compromiso asumido
por todos los países, hace cinco años, tal y como fuera expresado en la
Declaración del Milenio.
Este informe que hoy presentamos no sólo permite
reflejar la evolución del desarrollo humano en el mundo, lo que hacen
todos los informes de desarrollo humanos desde el ’90, sino que este año
en particular permitirá medir el desempeño de cada país con relación al
logro de las metas del desarrollo del Milenio para el 2015.
Los objetivos del desarrollo del Milenio reflejan el
consenso mundial para erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr
la educación primaria universal, promover la equidad de géneros y la
autonomía de la mujer, reducir la mortalidad infantil, mejorar la
salud materna, combatir el VIH-SIDA y otras enfermedades, garantizar la
sustentabilidad ambiental y fomentar una asociación, una alianza mundial
para el desarrollo.
Estos objetivos fueron acordados y proclamados con el
respaldo unánime de todos los países miembros de las Naciones Unidas.
Junto a estos objetivos la comunidad internacional asumió un cronograma
de metas cuantificables y progresivas hasta el año 2015, con un conjunto
de indicadores precisos que permiten medir los resultados alcanzados y
los compromisos de financiamiento asumidos por los países ricos.
El informe que hoy presentamos indica que si bien se
han registrado avances muchos países, cincuenta para ser precisos y en
los cuales viven 900 millones de personas, han retrocedido al menos en
una de las metas.
¿Cómo se sitúa Uruguay, en este panorama mundial
sumamente preocupante? La pobreza ha crecido fuertemente durante el año
2002 y lo que es más preocupante ha seguido creciendo a pesar de la
reciente recuperación económica de la y de la disminución del desempleo.
Es decir, se ha crecido con desigualdad, hay más pobres y los pobres son
más pobres.
Hace falta implementar políticas y estrategias que
reflejen mayor equidad, mayor igualdad de oportunidades y más justicia
para poder revertir esta tendencia.
Por lo tanto, no es de sorprender que Uruguay se
situé entre los 50 países que en vez de avanzar se han alejado del logro
de algunas de las metas de desarrollo en el Milenio.
Para lograr estas metas también hacen falta más
recursos y ese es el tema central del informe mundial de este año, el
cual se concentra en el octavo de los objetivos del desarrollo del
Milenio, el que trata de las alianzas para el desarrollo, las cuáles
deben traducirse en nueva reglas para la ayuda internacional y para el
comercio internacional, todo esto en un marco de mayor seguridad
política.
El informe se concentra en el rol que pueden cumplir
los países más ricos en tres áreas fundamentales: ayuda, comercio y
seguridad, si el objetivo es erradicar la pobreza y alcanzar todos los
objetivos de desarrollo del Milenio.
En primer lugar, vamos hablar de la ayuda
internacional al desarrollo. Una de las armas más efectivas en el
combate a la pobreza y esta arma necesita ser repensada y renovada.
Debe ser pensada a la vez como un inversión y como un
imperativo moral; la ayuda debe ser mayor en cantidad y en calidad, y
debe desarrollarse un verdadero sentido de apropiación por parte del
país que se beneficia de la cooperación internacional.
La ayuda de los países ricos, dice este informe, es
insuficiente y es insuficiente porque sigue muy por debajo de los
compromisos acordados.
La asistencia para el desarrollo en todo el mundo
debería duplicarse más durante los próximos años, para lograr alcanzar
los objetivos de desarrollo del Milenio.
Y esto, dice el informe, no requiere nuevas promesas,
sino el cabal cumplimiento de las promesas que ya se han hecho, entre
otros lugares en la Cumbre de Monterrey.
Hoy vivimos una oportunidad histórica para sellar la
alianza y que se le dé un nuevo rumbo a la cooperación para el
desarrollo; y para eso deberíamos establecer un programa de trabajo y
cumplirlo para que la ayuda sea el 0,7% del PIB, de aquí al 2015.
Eliminar la ayuda condicionada, que el informe dice
"dicha ayuda es sinónimo de derroche financiero" y el informe preconiza
se elimine ya en el 2006.
Enfrentar el problema de la insostenibilidad de la
deuda. La Cumbre del G8, en julio del 2005, significó un gran avance;
sin embargo, muchos países siguen enfrentando dificultades.
Proveer flujos estables y programados de
financiamientos plurianual de la ayuda, desarrollar las capacidades
institucionales y nacionales, y racionalizar la condicionalidad de la
ayuda para centrarla en la responsabilidad fiduciaria y en la
trasparencia de los informes entregados por los sistemas nacionales.
Después de la ayuda, el informe habla del comercio
internacional y para eso reclama reglas más justas, para el comercio.
Reglas que eliminen las distorsiones que existen
entre los países pobres y ricos e impiden o limitan el desarrollo.
Las barreras comerciales más altas del mundo se alzan
contra algunos de los países más pobres.
En promedio los países en desarrollo que exportan
hacia los países ricos enfrentan barreras tres veces más altas que
aquellas que enfrentan los países ricos en sus relaciones comerciales
recíprocas.
Esta graduación perversa en la política comercial se
extiende también a otras áreas. Por ejemplo, las normas de denominación
de origen que determinan si un país cumple los requisitos para optar a
un trato preferencial en el origen, reducen al mínimo las oportunidades
de muchos de estos países.
La agricultura es tal vez el sector de mayor
preocupación: dos terceras partes de las personas que sobreviven con
menos de un dólar al día, dependen para su sustento de actividades que
están directamente afectadas por las normas que rigen el comercio
agrícola.
Los países en desarrollo pierden así unos
veinticuatro mil millones de dólares anuales debido al proteccionismo
agrícola y las subvenciones de los países ricos.
El problema en el corazón de las negociaciones
comerciales para el desarrollo, realizadas en Doha, puede ser resumido
en una palabra: subsidios.
El informe contiene las siguientes recomendaciones
para evaluar el resultado de la Ronda de Doha.
Primero, recortes profundos en el apoyo de los
gobiernos de los países ricos a la agricultura y prohibición de los
subsidios a las exportaciones.
Segundo, recortes profundos en las barreras a las
exportaciones de los países en desarrollo.
Tercero, compensación para los países que pierden
trato preferencial y precisan en ese contexto enfrentar mayor desempleo
y problemas agudos de balanza de pago.
Cuarto, protección al espacio que le corresponde al
desarrollo humano en materia de políticas públicas.
En efecto, las normas multilaterales no deberían
imponer obligaciones inconsistentes con estrategias nacionales de
reducción de la pobreza.
Tales estrategias deben incorporar prácticas
internacionales optimas, adaptadas a las condiciones locales y
formuladas a través de procesos políticos, democráticos y
participativos.
Quinto, se recomienda también el compromiso de evitar
los acuerdos OMC Plus en los tratados comerciales regionales,
especialmente en áreas como la inversión y la propiedad intelectual.
Sexto, volver a centrar las negociaciones sobre los
servicios en el movimiento temporal de mano de obra.
En el contexto de una ronda del desarrollo, los
autores del informe consideran que se debería poner menos énfasis en
liberalizar rápidamente el sector financiero y más en crear normas que
mejoren el acceso de los trabajadores de países en desarrollo a los
mercados laborales de los países ricos.
Por último, el informe, agrega, trata del tema de la
seguridad en el contexto de la ayuda al desarrollo y del comercio
internacional, formando así una tríada que encierra las claves de un
rito integral, realista y concreto capaz de producir resultados reales.
En este sentido, propone que las oportunidades que
surgen de un proceso de reconstrucción sean la segunda forma más
eficiente de abordar las amenazas que imponen los conflictos armados
luego de la prevención naturalmente.
Vemos que en promedio la mitad de los países que
salen de conflictos armados recaen en ellos en un plazo de cinco años;
romper este ciclo exige un compromiso político y financiero que brinde
seguridad, asegure la reconstrucción y cree condiciones para el
desarrollo de mercados competitivos y la inversión del sector privado a
largo plazo.
Tal como lo ha afirmado el Secretario General de las
Naciones Unidas en su informe "Un concepto más amplio de la libertad",
se requiere urgentemente un nuevo marco para la seguridad colectiva; un
marco que vaya más allá de las respuestas militares a la amenaza
impuesta por el terrorismo y que reconozca que la pobreza, las crisis
sociales y los conflictos civiles constituyen un componente medular de
la amenaza a la seguridad mundial.
Para reducir esta amenaza se requiere brindar más
ayuda también a los países en riesgo de conflicto, o en situación de
pos-conflicto; asegurar una mayor transparencia en la gestión de
recursos por parte de las empresas trasnacionales que explotan recursos
naturales, en especial minerales, involucrándose en el financiamiento de
conflictos y socavando la responsabilidad de los gobiernos; terminar con
el flujo de armas pequeñas y ligeras; construir capacidades regionales,
creando fuerzas de paz que funcionen a cabalidad en regiones en las
cuales surgen y prevalecen conflictos.
Asimismo, el Secretario General de la ONU propuso la
creación de una Comisión Internacional para la construcción de la paz,
con el objeto de elaborar un marco que ofrezca un enfoque integral para
la seguridad colectiva; la participación como miembros permanentes de
países en desarrollo en esta Comisión es parte de la agenda de la
reforma del sistema de las Naciones Unidas.
La interdependencia entre todos estos elementos
-ayuda, comercio y seguridad- es tal, que fracasar aunque fuera en un
área socavaría los fundamentos del progreso en el futuro.
Contar con normas más eficientes en el comercio
internacional servirá de poco en países donde los conflictos armados
obstaculizan las oportunidades de participar en el comercio.
Acrecentar la asistencia, sin incorporar normas de
comercio más justas, arrojará resultados menos óptimos y asimismo, sin
la perspectiva de mejorar el bienestar humano y erradicar la pobreza
como resultado de la asistencia internacional y el comercio, la paz
seguirá siendo frágil.
Para concluir, el desafío que hoy enfrenta Uruguay,
como muchos otros países, consiste en detener el retroceso y
estancamiento en términos de desarrollo humano.
Para poder construir un camino de desarrollo
sostenido, incluyente y sustentable que permita reducir las inequidades
y alcanzar las metas de desarrollo del Milenio.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
y el sistema de Naciones Unidas en el Uruguay, en su conjunto, se
comprometen en apoyar en el diseño y la implementación de estrategias
que permitan alcanzar mayores niveles de desarrollo humano y que hagan
posible el logro de los objetivos de desarrollo del Milenio. Muchas
gracias.
PALABRAS DEL RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE LA
REPÚBLICA, RAFAEL GUARGA
RECTOR GUARGA: Señor Vicepresidente de la República,
Rodolfo Nin Novoa; señor representante del Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo, señor Mandeville; señor representante del
Ministerio de Relaciones Exteriores, Zorrilla de San Martín; señor
Subsecretario de Economía y Finanzas, Mario Bergara; señora Ministra de
Salud Pública, que también nos acompaña; señores legisladores; amigas y
amigos:
Lo primero es agradecer al Programa la invitación que
se nos ha hecho para participar hoy en la presentación del Informe 2005.
Creemos, como en reiteradas veces lo hemos
manifestado al señor Mandeville, que este documento, así como los
documentos precedentes, constituyen materiales de enorme valor.
De enorme valor informativo, de enorme valor
didáctico también por la forma como está presentada, la riqueza del
material gráfico que se exhibe.
Creemos en particular que este informe, por acontecer
o salir a luz pública pocos días antes de la Reunión General de las
Naciones Unidas, plantea de una manera particularmente elocuente e
informada lo que se expresa muy bien en la tapa.
En la tapa aparece la encrucijada, esto es, la
encrucijada en la cual se encuentra el mundo, a través de un par de
flechas, una hacia arriba que sería -con poca pendiente, por cierto,
pero hacia arriba- que sería el cumplimiento de los objetivos del
Milenio; y la otra hacia abajo, con una pendiente importante
descendente, que en definitiva, al momento actual, debe decirse que es
el camino que lleva el mundo.
Esta encrucijada se plantea porque aún faltan diez
años para el cumplimiento del plazo que se dieron los países, como muy
bien explicaba Mandeville; al 2015 termina este plazo y, por tanto, aún
queda un decenio en el cual se puede corregir ese curso descendente en
el cual, por cierto también, en algunos aspectos se encuentra nuestro
país, para convertirlo en un curso ascendente.
Esto engloba a 177 países. Se habla esencialmente del
impacto de las diferentes medidas sobre el ingreso, la salud, la
educación; esto es, los indicadores fundamentales del estado de un país.
En particular, en el caso del Uruguay, no podría
dejar de citar que en relación al indicador respecto a la inversión en
educación seguimos muy mal; hablábamos de que en el informe anterior
repite la ubicación del Uruguay en el lugar 46 en relación al desarrollo
humano, ubicándolo entonces dentro de los 57 países de alto desarrollo
humano; sin embargo, en lo que hace a la inversión educativa en el
informe anterior nos llevaba al lugar 111 ahora vamos al lugar 117; no
es un cambio significativo porque hay países que no informan.
En fin, es decir, esencialmente estamos en un punto
en el cual de América Latina solamente dos países, República Dominicana
que tiene un índice de desarrollo humano 95, siendo el nuestro la
posición en la lista ordenada el 46, está por debajo República
Dominicana en gasto educativo y Ecuador que en desarrollo humano está en
el 82 -repito, nosotros en el 46- también está por debajo en gasto
educativo; los demás países de la región están por arriba.
Si se llegase, cosa que debemos tener la esperanza
que ello ocurra, al 4,5 pasaríamos no al lugar 46 o por arriba, sino
solamente al lugar 77; es decir, que como meta es una meta modesta que
debemos por cierto procurar cumplir.
Debo señalar también que este informe es informativo
y es valiente; es valiente porque, por cierto, informar ahora a pocos
días de la Asamblea de las Naciones Unidas, de donde seguramente
dependen los recursos para que este informe tenga continuidad en el
futuro, de la manera clara y precisa que se informa lo que el señor
Mandeville marcaba claramente en cuanto al marco del comercio
internacional como elemento fundamental a cambiar, sino todos los otros
aspectos no tienen relevancia; el informe nos dice en su página 48, nos
habla de la lógica perversa de los subsidios agrícolas y nos dice que la
política agrícola común de la Unión Europea implica una inversión de 51
mil millones de dólares que van a los productores agrícolas de la propia
Unión Europea.
¿Qué repercusión tiene esto? Nos relata algunos
casos. Por ejemplo, el caso del azúcar; el precio que reciben los
productores de azúcar -esto implica la cadena, no sólo los agricultores,
sino también quienes industrializan- cuadruplica el precio
internacional.
Con lo cual, Europa produce más de lo que consume y
se ubica Europa como segundo exportador más grande del mundo en un
cultivo para el cual no tiene ventaja comparativa alguna. Esto causa,
obviamente, pérdidas a países -como nuestro vecino Brasil- de más de 500
millones de dólares anuales.
Para buscar un contexto en el cual se encuentra
Uruguay, el caso del arroz; esto tiene que ver fundamentalmente con
Estados Unidos, el informe nos explica que entre 2002 y 2003 el arroz
que se cultivó en Estados Unidos al costo de 415 dólares la tonelada se
exportó a 274 dólares la tonelada. Entonces, esto explica con claridad
el reiterado discurso -entre otros- de nuestro amigo Manini cuando desde
la Asociación de Cultivadores de Arroz fustiga esta situación de marco
-digamos así- del comercio internacional.
Para terminar, creo que la información que se brinda
es una información, es una información -yo diría- valiente, precisa,
clara; de alguna manera avala, por lo menos hasta hoy y siempre y cuando
las flechas de la encrucijada no cambien de dirección, un acápite de
nuestro compatriota Galeano que se pone justamente como acápite del
capítulo 4, dice así: "la división internacional del trabajo consiste en
que unos países se especializan en ganar y otros en perder".
De tal manera de que el informe realiza, creo yo, un
elocuente llamado a cambiar este estado de cosas en el mundo. Muchas
gracias.
PALABRAS DEL SUBSECRETARIO DE ECONOMÍA Y FINANZAS,
ECONOMISTA MARIO BERGARA
SUBSECRETARIO BERGARA: Muchas gracias, obviamente,
corresponde agradecer a la Organización, al Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo, la posibilidad de comentar y compartir algunas ideas
referidas a este informe de Desarrollo Humano, que obviamente debemos
saludar una vez más; y también la posibilidad de compartir esta mesa con
los destacados panelistas que la Organización convocó.
Efectivamente, la Naciones Unidas determinó objetivos
en el año 2000, los ocho objetivos que el señor Mandeville desarrollaba
y eso puede ser bien tomado como parámetros de cómo evoluciona el
desarrollo humano en las distintas sociedades, en los distintos países.
Y en particular el presente informe se centra en
analizar justamente los desafíos que enfrenta el mundo actual para
arribar a las metas del Milenio, para cumplir estos objetivos, y creo
también se concentra en determinar cómo los países ricos pueden cumplir
su parte en estos objetivos.
Para tales efectos, se centra el análisis en tres
pilares, que bien describía tan bien el señor Mandeville, asociado a la
cooperación internacional, la asistencia para el desarrollo; los
componentes del comercio internacional y los aspectos de seguridad.
Quizás, por ahora, debamos decir que desde la
perspectiva uruguaya por suerte el tercer pilar no es del todo
relevante, en el sentido de que si bien obviamente tenemos que ser muy
cuidadosos en todos los aspectos, podemos poner nuestras mayores
energías en los dos primeros, en la cooperación internacional y en el
comercio internacional.
Pero también corresponde ser justo, y corresponde
decir que también desde la perspectiva uruguaya ambos componentes no
tienen tampoco el mismo peso.
Desde nuestra perspectiva no hay cooperación
internacional que pueda compensar el daño que hacen las reglas injustas
en el comercio internacional. En términos de pobreza, en términos de
hambre, en términos de educación, en términos de salud y, por lo tanto,
en términos de perspectiva de desarrollo.
Creemos que deben analizarse, obviamente, con
seriedad todo estos aspectos; la cooperación internacional, el comercio,
la seguridad, y actuar de manera seria, profesional, responsable, como
acostumbra hacer el Uruguay en estas cosas.
Pero, insisto, creo que también debemos poner los
énfasis en los lugares que entendemos corresponden, ¿verdad? Recién
ponía el Rector Guarga el ejemplo de cómo los países ricos subsidian
algunos productos, que después son comprados por países en desarrollo y
son comprados por los países de la región incluso.
Es decir, que toda esta dinámica de comercio
internacional, que obviamente es parte de las responsabilidades de los
países desarrollados, tienen repercusiones muy fuertes en lo que impacta
sobre la pobreza, la marginalidad y las perspectivas de desarrollo de
los países en los cuales nosotros vivimos.
El informe de desarrollo humano es muy ilustrativo,
como bien decía Guarga, nos ayuda a ver por dónde vamos bien, por dónde
vamos mal; nos ayuda a ubicarnos también en un sentido relativo con el
resto del mundo. Nos suena a veces hasta paradójico ver como caemos
sistemáticamente, año tras año, y seguimos estando dentro de un rubro
que se llama "países de alto desarrollo humano". También un poco para
dimensionar a nivel internacional dónde estamos parados.
Pero lo que está claro es que el Uruguay tiene
también que compararse con su propia historia. Desde principios de la
década del noventa para acá, venimos firme y consistentemente bajando en
el ranking del desarrollo humano a nivel internacional.
Creo que no me equivoco si digo que en los últimos
quince años bajamos alrededor de quince lugares y del año pasado a éste
nos quedamos en el lugar 46; en general, no los gusta festejar los
empates, ¿verdad? Pero en este caso hay que verlo con optimismo,
digamos; o sea, veníamos en una caída sistemática desde el lugar
treinta, treinta y dos y estamos en el lugar cuarenta y seis.
Yo creo que si uno hace además la visión de largo
plazo de esto, la caída de Uruguay es mucho más de largo plazo y mucho
más estructural, lo cual hace también al hecho de que no son factores
coyunturales lo que hacen a la pérdida relativa -digamos- de desarrollo
humano que tiene el Uruguay, sino que hay factores estructurales.
La actual administración justamente tiene ese
diagnóstico, tiene esa interpretación y apuntan no solamente a resolver
de manera lo más inmediata posible lo que son necesidades acuciantes de
una franja muy importante de la población, sino que también apunta a
aspectos de carácter estructural, porque les reitero que la caída del
Uruguay no arrancó en el 2002, no arrancó con la crisis, no arrancó con
la crisis financiera y con el desastre de la región, ¿verdad?
Los problemas de crecimiento y desarrollo del Uruguay
tiene varias décadas y, por lo tanto, tienen que asociarse a factores de
largo plazo, a factores estructurales.
Reitero: la desigualdad, las reglas injustas que hay
a nivel de comercio internacional nos afectan mucho, porque la
incapacidad de tener acceso a mercados de relevancia a nivel
internacional, justamente en las cosas en las que Uruguay tenemos la
desgracia de ser muy buenos, justamente, en las cosas que son más
protegidas a nivel internacional. Esa es, sin duda, una desgracia.
O sea, ¿hay responsabilidad de nuestra situación en
lo que es la evolución de las reglas del comercio internacional? Sí, la
hay, pero esto no le quita, obviamente, responsabilidad a lo que deben
ser los gobiernos de los países en desarrollo y en particular del
Uruguay.
Y con esa responsabilidad es que también esta
Administración encara la necesidad de toda una serie de reformas
estructurales.
Tal es así, que incluso el gobierno ha propuesto a
toda la sociedad uruguaya, a través de un proceso que llamamos de
"Compromiso nacional", justamente se aboque a analizar, a evaluar, a
proponer, salidas en este sentido.
Por ejemplo, parte de la propuesta de "Compromiso
nacional" –si me permiten, voy a leer un parrafito- plantea justamente
que: "La estrategia de crecimiento sostenido con equidad requiere la
generación de condiciones para la expansión de la inversión productiva y
en el caso de una economía pequeña, el logro de una escala adecuada que
posibilite una producción eficiente depende de la inserción exportadora
y, por lo tanto, del acceso a los mercados externos. El crecimiento de
la economía uruguaya requiere un fuerte dinamismo exportador, y
obviamente eso no va a ser posible si no somos capaces de ir perforando
la protección de los países desarrollados de alguna manera".
La responsabilidad que le compete también a los
gobiernos es importante. Como bien se dice ahí, la mejora en el
desarrollo humano que no es otra cosa que la mejora en la calidad de
vida de los uruguayos, en este caso, que es el único Norte posible de
toda gestión gubernamental, requiere entender por qué el desarrollo
humano también va cayendo. Si partimos de un diagnóstico en el cual los
problemas del empleo, tanto en la cantidad como en la calidad de los
empleos, ha sido la principal polea de trasmisión de la pobreza, de la
marginación, de los problemas sociales, justamente esa es también una
meta intermedia que tenemos que abocarnos, ¿cómo lograr un mayor número
de empleo, cómo lograr una mayor calidad de los empleos, con el grado de
formalización que el empleo requiere?
Y para eso es que tenemos que entender, y esa es la
visión que pretendemos impulsar, que la consecución de más empleo, de
mejor empleo, pasa necesariamente por promover y lograr mayores niveles
de inversión productiva.
Así como el Uruguay tiene una ubicación relativa,
como la que se plantea en el informe de Desarrollo Humano, también cabe
decir que si fuera por sus niveles de inversión histórica deberíamos
estar otra que en el lugar 117, o sea, los niveles de inversión en
Uruguay son insólitos.
Yo creo que hasta se podría hablar del "milagro
uruguayo", en cuanto a cómo se logra estar en el lugar 46 en el mundo
con los niveles de inversión que el Uruguay ha tenido en los últimos
cuarenta años.
Pero lo que está claro es que estamos cayendo por
algo, porque no hay inversión. Y no vamos a repuntar, no vamos a ver la
salida de esta situación, no vamos hacer esa inflexión, si no tenemos
inversión productiva.
La inversión productiva es la que genera más y mejor
empleo, es la que apunta a mejorar las condiciones de vida de la
población y para eso hay varios requisitos que unos podrá mencionar de
manera muy genérica, pero que en última instancia hacen a una buena
parte de los indicadores que el informe de Desarrollo Humano plantea.
La estabilidad política, la estabilidad social;
oponer gasto social a gasto en producción; oponer todo una serie que en
última instancia son inversiones en ese sentido, también hacen al clima
de negocios, al clima de inversión.
La estabilidad social es parte del clima de
inversión. La estabilidad macroeconómica, ¡ni qué hablar! No es un fin
en sí mismo, es un requisito para poder desarrollar otras cosas que
mejoren la calidad de vida de la gente.
No hay un solo ejemplo de los países que han mejorado
su ubicación de desarrollo humano en el informe, que se base en el
desorden macroeconómico. No es una condición suficiente, no alcanza para
garantizar desarrollo, pero lo que sí está claro que es una condición
necesaria.
No hay ni un solo ejemplo de todos los países que no
están, como el Uruguay, en ese grupo de cincuenta países que van para
atrás en los objetivos del Milenio, sino aquellos que han ido avanzando
progresivamente en las últimas décadas, ninguno de ellos se basa en el
desorden macroeconómico.
Entonces, la estabilidad política, la estabilidad
social, la estabilidad macroeconómica y la estabilidad en las reglas de
juego para la inversión, son toda una constelación de factores que debe
de interpretarse de manera conjunta, para poder tener justamente o para
poder desarrollar poleas de trasmisión que combatan la pobreza, que
apunten a lograr los objetivos del Milenio, como está planteado por
Naciones Unidas.
Recibimos, entonces, un país en estas circunstancias,
cayendo en el desarrollo humano, cayendo en la consecución de los
objetivos del Milenio.
Esta Administración está trabajando duro, ¿verdad?;
está trabajando con muchos problemas, con muchas restricciones, como
todos ustedes saben, pero creemos que el diagnóstico que hacemos es
adecuado.
Creemos que la convocatoria a un acuerdo y a un
"Compromiso nacional" que contribuya además a que desde los distintos
sectores políticos, sociales, productivos, puedan aportarse ideas y
esfuerzo en esta empresa, va a ayudar a que a la hora de finalizar esta
Administración podamos decir que no vamos a festejar empates, vamos a
tratar de festejar el 1 a 0, que pueda ser levantar algún puestito en
este ranking de desarrollo humano en el que estamos siendo comparados,
de alguna manera, a nivel internacional.
Y que lo que también es importante fijarse como
objetivo, también, avanzar en lo que va a ser toda esta Administración,
por lo menos, tratar de llegar a mitad de camino en la consecución de
los objetivos del Milenio.
El Uruguay tiene el potencial para hacerlo, tiene el
capital humano para hacerlo; bueno, es obviamente responsabilidad sí de
los gobiernos, responsabilidad de las sociedades y también parte de eso
es también combatir de alguna manera, como decíamos al principio, los
factores internacionales que no ayudan en esta consecución, ¿verdad?
Mandeville planteaba el tema de nuevas rondas de
negociación, las negociaciones en Doha obviamente tienen como elementos
central la discusión de los subsidios, a Uruguay en buena medida le va
la vida en eso y, por lo tanto, esta Administración también está
comprometida desde esa perspectiva.
Así que, ojalá que al final de la Administración
podamos estar haciendo –digamos- una exposición del informe de
Desarrollo Humano 2009 - 2010 con una perspectiva distinta, por lo
menos, de hacia dónde van la flechas de esta encrucijada en el caso
uruguayo. Muchas gracias.
PALABRAS DEL VICEPRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, RODOLFO
NIN NOVOA
VICEPRESIDENTE NOVOA: Señor Representante del
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, señor Mandeville;
señor Rector de la Universidad; señor Ministro de Economía; señor
Embajador Diego Zorrilla; señora Ministra de Salud Pública; señores
Ministros y señores Subsecretarios; señoras y señores del Cuerpo
Diplomático y sobre todo del Cuerpo Diplomático de los países
desarrollados; señoras y señores:
Cuando a mí me invitaron a esta presentación lo
hicieron en mi calidad de Vicepresidente, y la circunstancia hizo que
hoy estuviera ocupando la Presidencia de la República, por lo cual el
honor y el compromiso que asumo son mucho más grandes; el honor y el
compromiso son mayores, de estar aquí presentando este trabajo.
Y algunas breves reflexiones sobre lo que aquí se ha
dicho. Hay fenómenos naturales que provocan grandes tragedias que
parecen que, a primera vista, pueden aparecer como impredecibles o
inevitables.
Recordemos el tsunami del Océano Indico del 2004; el
Katrina en Nueva Orleáns en estas semanas; el propio huracán que tuvo
Montevideo a fines de agosto, que dejaron hondas huellas de desolación,
de destrucción, de muertes, de pérdidas de todo tipo.
Y esos fenómenos, aunque pueden tener una explicación
científica, acerca de por qué suceden y de los cambios climáticos del
mundo, aparecen con una fuerza en los medios de difusión muy grande.
Y hay otros fenómenos que son mucho más graves y que
no merecen la atención de los medios. Desde que yo llegué aquí al
Edificio Libertad, hasta ahora, se murieron 1200 niños en el mundo y se
mueren 1200 niños por hora en el mundo, y eso no merece una aparición o
una atención muy grande de los medios de difusión.
Y esto ocurre por causas que podrían evitarse, que
están vinculadas precisamente de la pobreza.
Las vacas, las vacas del primer mundo tienen ingresos
superiores a millones de niñas, niños, mujeres y hombres de países
subdesarrollados. Viven mejor, que la gente en algunos lados; hay más
recursos para ellas, para satisfacer sus necesidades de alimentación, de
reproducción, etcétera.
Y hace cinco años, cuando los países del mundo se
juntaron y se unieron para hacer la Declaración del Milenio, hicieron
una promesa muy fuerte que era liberar a nuestros semejantes hombres,
mujeres y niños de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la
pobreza extrema.
Y la verdad que los avances en estos años son
bastante pobres. Y esta Declaración que se hizo hace cinco años
representa, sin ningún lugar a dudas, una enérgica visión que tiene su
origen en un compromiso compartido con los derechos humanos universales
y la justicia social, y está respaldada por metas claras y definidas que
se conocen como los objetivos del Desarrollo del Milenio.
Y el plazo como aquí se dijo está para el 2015 y,
naturalmente, que el desarrollo humano abarca cosas mucho más o mucho
más cosas que los objetivos del Desarrollo del Milenio, pero constituyen
sin duda -como decía el economista Bergara- una condición necesaria y un
importante referente para medir el progreso hacia la creación de un
nuevo orden mundial más justo y menos empobrecido.
A la fecha, si bien se han conseguido algunos
progresos importantes en el desarrollo humano, desde su firma, no
tenemos grandes motivos para celebrar. No obstante, han sido un punto de
convergencia y de preocupación internacional, ya que han puesto el tema
del desarrollo y la lucha contra la pobreza en la agenda, cosa que unos
años atrás habría sido inimaginable.
Este año 2005, está marcado por una campaña sin
precedentes destinada a dejar la pobreza en el pasado; estos avances se
han visto reflejados en la ayuda y alivio de la deuda registrados en la
Cumbre del Grupo de los 8 donde se reunieron las principales economías
industrializadas del mundo.
Los gobiernos del mundo enfrentan distintas
alternativas, una de ellas es aprovechar la oportunidad y transformar el
año 2005 en el inicio del decenio a favor del desarrollo. Si se realizan
hoy las inversiones necesarias, para alcanzar esos objetivos, aún se
está a tiempo de cumplir con la promesa efectuada oportunamente; esto es
hace cinco años.
La Cumbre de las Naciones Unidas constituye la
oportunidad de adoptar los planes de acción que son necesarios para
encaminarse hacia el cumplimiento de los objetivos del 2015 y para
terminar con las profundas desigualdades que dividen a la humanidad.
El consenso aún debe generar acciones concretas y
señales para el decenio que viene, ya que el espacio entre los países se
ha caracterizado por profundas y crecientes desigualdades en el ingreso
y en las oportunidades de vida.
A comienzos del siglo XXI habitamos un mundo
dividido, que impone un desafío enorme a la comunidad mundial, el cual
tiene un aspecto ético y otro moral.
Tal como lo expresó Nelson Mandela, en el 2005, "la
inmensa pobreza y la obscena desigualdad son flagelos tan espantosos de
esta época, en la que nos jactamos de impresionantes avances en ciencia,
tecnología, industria y acumulación de riquezas, que deben clasificarse
como males sociales tan graves como la esclavitud y el apartheid".
Si bien es posible poner fin a este doble flagelo de
pobreza y desigualdad, debemos convenir en que el progreso ha sido
bastante vacilante y desigual.
Lo que se necesita es una verdadera nueva alianza en
la que donantes, igual que receptores actúen según compromisos que
permitan cumplir la promesa plasmada en la Declaración del Milenio.
Al igual que la asistencia, el comercio puede ser un
poderoso catalizador del desarrollo humano.
En condiciones propicias, el comercio internacional
puede generar un poderoso ímpetu. El problema es que el potencial de
desarrollo humano inherente al comercio se ve mermado por una
combinación de reglas injustas y de desigualdades estructurales dentro
de los países y entre ellos.
El comercio internacional ha sido uno de los motores
más poderosos de la globalización, pero contar con reglas de comercio
más justas sería una gran contribución, especialmente en lo que se
refiere al acceso a los mercados.
En la mayoría de las formas de tributación se aplica
un simple principio de graduación: a mayores ingresos más se paga, quien
más tiene más debe pagar.
Las políticas comerciales de los países ricos
invierten completamente este principio. Las barreras comerciales más
altas del mundo, como lo acaba de decir Pablo, se alzan contra algunos
de los países más pobres; y en promedio, las barreras comerciales que
enfrentan los países en desarrollo que exportan hacia los países ricos
son tres veces mayores que aquellas que enfrentan los países ricos en
sus relaciones comerciales recíprocas.
Y la agricultura es un sector de especial
preocupación, porque además estamos en un país con una fuerte base de
economía agraria o agrícola.
Dos terceras partes, como también se dijo acá, de
todas las personas que sobreviven con menos de un dólar por día viven,
viven y trabajan en zonas rurales y los mercados en los que operan.
Su sustento y las perspectivas de salir de la pobreza
están directamente afectados por las normas que rigen el comercio
agrícola.
En síntesis, creo que podríamos considerar al año
2005 como un momento crucial de la historia.
La comunidad internacional tiene la oportunidad de
generar políticas y recursos que podrían transformar lo próximo diez
años en un genuino decenio para el desarrollo.
Tomando como referente la Declaración del Milenio los
gobiernos pueden tomar un rumbo que cambie la globalización actual y
provea renovadas esperanzas a millones de personas vulnerables en el
mundo y vaya creando las condiciones para generar prosperidad y
seguridad compartidas.
El gobierno del Uruguay está en este camino, como lo
acaba de decir el Ministro interino de Economía.
Y la lucha contra la pobreza y la desigualdad, y la
exclusión y a favor de la igualdad de oportunidades, como consecuencia
es inclaudicable.
Con toda seguridad, dentro de cinco años, el gobierno
le tenga que pedir perdón a muchos pobres a los que no habrá podido
sacar de su condición de tales; pero, sin embargo, eso será un acicate
para renovar nuestras energías en la lucha por la superación y la
igualdad de oportunidades para todos nuestros compatriotas. Muchas
gracias. |