15/09/05


REGLAS DE JUEGO CLARAS, INVERSIONES PRODUCTIVAS Y TRANSPARENCIA
"No confundimos riqueza con prosperidad, ni la opulencia de unos pocos con el bienestar de todos, pero sabemos que para el desarrollo integral que reclama y merece el Uruguay, como cualquier otro país que tenga el mismo objetivo necesita -entre otros- estos tres elementos escenciales", dijo el Presidente de la República, Tabaré Vázquez ante la Cámara de Comercio Uruguay-USA en Washington.

(Versión no textual)

Amigas y amigos:

En primer lugar permítanme expresar, como Presidente de la República Oriental del Uruguay, nuestro agradecimiento  a la Cámara de Comercio Uruguay – Estados Unidos por auspiciar este encuentro así como nuestro reconocimiento  a todos ustedes por participar en la misma.

Este encuentro expresa inquietudes, esperanzas y responsabilidades convergentes sobre las cuales es bueno dialogar y coordinar acciones en beneficio de todos.

Me acompañan los Señores Ministros de:

  • Relaciones Exteriores, Reinaldo Gargano.

  • Economía y Finanzas, Danilo Astori

  • Industria, Energía y Minería, Jorge Lepra

También me acompaña el Señor Embajador de  Uruguay  en Estados Unidos, Carlos Gianelli.

No es deseable que este tipo de encuentros se limiten a un monólogo. A ustedes les interesa  escucharnos y también nosotros estamos interesados en  conocer las interrogantes, opiniones y propuestas de ustedes.

En atención a ello,  y sin perjuicio de las intervenciones más específicas  que  luego harán los Señores Ministros,  expondré brevemente, casi en titulares,  algunas ideas que estimo pertinente plantear en este ámbito.

Amigas y amigos:

No voy a abrumarlos describiendo la realidad económica y social del Uruguay.

Ustedes la conocen bien y les consta que es el resultado de una combinación de circunstancias externas y de importantes fragilidades estructurales internas  agudizadas en los últimos años.

Saben también que  la ciudadanía uruguaya  expresó soberana y categóricamente su voluntad de comenzar a revertir esa realidad mediante un proceso de cambios necesarios,  responsables, posibles y progresivos que suponga no sólo resolver el presente, sino también promover y articular  en clave de democracia y ciudadanía una estrategia de país en términos de mediano y largo plazo.

Esa voluntad es nuestro  mandato.

El mandato implica, entre otros ineludibles supuestos,  hacer crecer la economía. Porque cuando la economía crece es más fácil –no seguro, pero sí más probable-  que todo lo demás también  marche mejor.

Por cierto que no confundimos riqueza  con prosperidad ni la opulencia de unos pocos con el bienestar de todos,  pero sabemos que para el desarrollo integral que  reclama y merece, el Uruguay, como cualquier otro país que tenga el mismo objetivo,   necesita,  entre otros elementos escenciales, tres a los que estimo pertinente resaltar en esta oportunidad:

1.   Estabilidad y reglas de juego claras

2.   Inversiones  productivas

3.   Transparencia.

Estamos trabajando sobre  estos elementos.

Amigas y amigos:

Ustedes saben lo que es  la estabilidad.  Comprenden lo que significan las políticas macroeconómicas consistentes y orientadas a asegurar, en trayectoria, los equilibrios fundamentales, y entienden cuando se dice “cuentas fiscales en orden”.

Esa estabilidad es imprescindible, entre otras razones, para atraer la inversión extranjera tan necesaria, en las actuales circunstancias del Uruguay, para  su  desarrollo productivo.

Reitero: en el marco del objetivo general de transformación hacia un Uruguay productivo, nuestra programación macroeconómica tiene como objetivo específico asegurar la consistencia de las políticas monetaria, cambiaria y fiscal entre sí y con respecto a los objetivos de crecimiento económico y mejora en la equidad de la distribución del ingreso.

Porque en esto no hay atajos: para mejorar la calidad de vida de la gente hay que crecer; para crecer hay que invertir, y para invertir se necesita una programación macroeconómica equilibrada y consistente.

En materia de política monetaria ofrecemos  previsibilidad al valor de la moneda por la vía de procurar equilibrar la creación del dinero con la demanda, controlando la expansión de la base monetaria a los efectos de alcanzar un nivel determinado de inflación.

En materia de política fiscal nos orientamos a operar tanto sobre la estructura de los ingresos como de los gastos del sector público, a los efectos de garantizar una estructura impositiva más eficiente y equitativa y un gasto público más sesgado hacia la atención de planes sociales prioritarios y de inversión pública.

En el marco de un proceso de reforma de la estructura tributaria y de gasto público guiado por los objetivos de crecimiento productivo, de inclusión social y equidad,  nuestra  política fiscal está orientada por la obtención de una trayectoria de equilibrio a largo plazo, lo que implica revertir la trayectoria explosiva de déficit fiscales acumulativos de las pasadas administraciones de gobierno.

No hay ni habrá aumento de la presión fiscal, sino redistribución de la misma según criterios de racionalidad, equidad y eficiencia.

En materia de política cambiaria, respetamos la razón de ser de la misma, que es disminuir la incertidumbre asociada a la evolución del tipo de cambio.

La experiencia indica que la fijación administrativa de un tipo de cambio o las restricciones de acceso al mercado generan distorsiones en la asignación de recursos y, en casos extremos, la operación de mercados negros que desestabilizan  la economía a favor de especuladores.

Los lineamientos de política fiscal y monetaria ya enunciados son consistentes con un régimen cambiario con mercado de libre acceso y con tipo de cambio flexible.

La estabilidad y previsibilidad que ofrecemos se expresa también en:

  • Los acuerdos preliminares ya establecidos con los organismos internacionales de crédito y cuya oficialización se tramita durante estos días.

  • El aproximadamente 6% de crecimiento del Producto Bruto Interno que prevemos para el corriente año.

  • La tasa de crecimiento  anual de aproximadamente 3,5% que prevemos consolidar para el año 2006 y subsiguientes.

  • La progresiva reducción del endeudamiento externo (hoy cercano al 100% del Producto Bruto Interno), hasta llevarlo al 60% a fin del actual período de gobierno.

  • La tasa de inflación decreciente. Los objetivos inflacionarios para el presente año se ubican entre el 5 y el 7%  y aspiramos a reducirlo en el mediano plazo a un nivel estructural del 3,5% (guarismo que en el Uruguay no se da desde la década de 1940)

A ello debe sumarse una agenda de reformas  tendientes a:

  • dotar  de mayor independencia al Banco Central del Uruguay;

  • adecuar las normas de supervisión bancaria a las mejores prácticas internacionales y el desarrollo de nuevos instrumentos financieros (fideicomiso, warrants, leasing operativos) y del mercado de capitales;

  • actualizar la legislación referida al régimen de quiebras (téngase en cuenta que la ley actualmente vigente en esta materia data de fines del siglo XIX);

  • consolidar un sistema de promoción comercial y captación de inversiones extranjeras para definir una nueva estrategia de carácter proactivo en esos ámbitos.

Pero la estabilidad pasa además por la solidez del Estado de derecho y de las instituciones democráticas. Gracias a la vocación y al compromiso de varias generaciones de uruguayas y uruguayos,  en esta materia nuestro país muestra altos niveles de adhesión a los valores y al funcionamiento de la democracia.

Siendo la democracia una forma de gobierno, un estado de la sociedad y un hermoso e incesante impulso humano, siempre es posible y saludable  democratizar más aún a la democracia.  Y en esa tarea fortalecer derechos, de fomentar responsabilidades, en fin, de generar ciudadanía y de convocarla en torno a un gran proyecto de desarrollo nacional, también estamos trabajando arduamente.  

Amigas y amigos:

En las actuales circunstancias del Uruguay, su inalienable derecho al desarrollo implica también un fuerte compromiso con la inversión.

Compromiso con la inversión pública. Aunque sobre la misma están pesando fuertes restricciones fiscales, el Proyecto de Ley de Presupuesto Nacional  actualmente a consideración del Parlamento prevé cierta inversión pública de carácter estratégico (por ej.:  infraestructura) que incluso favorecerá a la inversión privada.

Pero compromiso también   con la inversión privada.

Ese  compromiso no se decreta ni se improvisa; se construye con oportunidades de inversión rentable en distintos sectores y con un clima favorable a la inversión.

Ahora bien: ¿cuál es el clima favorable a la inversión que ofrecen el Uruguay y su gobierno?

Por supuesto, la estabilidad y previsibilidad referidas  hace un instante.

Pero además: en nuestro país no hay discriminación entre inversores nacionales y extranjeros.  La legislación uruguaya  garantiza igualdad de tratamiento a las inversiones uruguayas y no uruguayas

Existe, también, libre repatriación de utilidades.

El Uruguay es un país que cumple sus obligaciones.

Nunca, ni aún en las peores circunstancias, el Uruguay ha dejado de honrar sus contratos y este gobierno mantiene esa conducta.

En nuestro país hay regímenes promocionales en  distintas áreas de la actividad productiva que conceden beneficios al inversor. Básicamente se trata de exoneraciones fiscales y exenciones arancelarias para la importación de bienes asociados al proyecto de inversión.

Hay también oportunidades de asociación entre empresas públicas y capitales privados para modernizar y dotar de mayor competitividad a las empresas ya existentes

Amigas y amigos:

Todo lo anterior, siendo importante, sería insuficiente si no fuera acompañado de transparencia.

Porque no hay desarrollo sin inversiones, ni inversiones sin un marco de confianza, ni confianza sin transparencia.

Según el más reciente estudio sobre percepción de corrupción realizado por  Transparencia Internacional sobre un total  de 144 países relevados, Uruguay ocupa en lugar 27, siendo el segundo país más transparente de América Latina.

Comparativamente no estamos mal, y eso es mérito de la sociedad uruguaya en su conjunto. Pero podemos y debemos estar mejor.

Y eso es un desafío que nuestro gobierno ya ha encarado mediante una serie de medidas concretas pero también con una nueva actitud hacia lo que es la gestión cotidiana de la administración pública y su interacción la sociedad.

Porque de poco sirven las normativas anticorrupción, por buenas que sean,  si no hay voluntad de cumplirlas o si esa voluntad alcanza apenas para cumplirlas a medias.

Amigas y amigos:

El último asunto que quiero enunciar en esta breve intervención refiere al relacionamiento económico  entre Estados Unidos y Uruguay.

No es un asunto menor, si se tiene en cuenta que en entre el 01 de enero y el 30 de agosto de 2005, por citar apenas un período breve e inmediato,  Uruguay ha exportado a Estados Unidos por unos 477 millones de dólares e importado por poco más de 161 millones de dólares.

Como es sabido,  la República Oriental del Uruguay  está firmemente comprometida con la integración regional.  Nuestro gobierno apuesta fuertemente al MERCOSUR en términos de unión aduanera, complementación de procesos productivos,   accesibilidad a los mercados, integración física y energética, preservación de recursos naturales  y respeto al medioambiente, complementación científica y tecnológica, integración cultural, fortalecimiento de la institucionalidad ya acordada e integración social. 

En síntesis: queremos más y mejor MERCOSUR,

Ahora bien; esta política no es excluyente de un amplio esquema de relacionamiento económico internacional tendiente a aprovechar las ventajas que tiene una economía pequeña en su articulación con la economía mundial.

En ese contexto se inscribe, entre otras iniciativas, el Tratado entre los Estados Unidos de América y la  República Oriental del Uruguay relativo a la promoción y protección recíproca de inversiones.

Como es de público conocimiento, dicho tratado fue suscrito el 24 de octubre de 2004 por el gobierno uruguayo de entonces y remitido para su consideración al Parlamento Nacional   el 22 de febrero de 2005.

Desde el 07 de marzo de 2005,  el estudio del Tratado está radicado en la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado de la República.

Como no puede ser de otra manera, el Gobierno Nacional y la Presidencia de la República respetan la autonomía del Poder Legislativo y, consecuentemente, no interfieren en los trámites parlamentarios.

Amigas y amigos:

Finalizo reiterando  nuestro agradecimiento a la Cámara de Comercio Uruguay – Estados Unidos por auspiciar este encuentro.

Asimismo,  reitero nuestro reconocimiento a la tarea  que cada uno de ustedes realiza en este gran proyecto que para nosotros es el Uruguay.

Estoy seguro que entre todos, cada uno desde sus respectivas responsabilidades y competencias, vamos a lograr que invertir en Uruguay sea un buen negocio, que la economía de nuestro país crezca y que, como mencioné al principio de esta intervención,  todo lo demás –que es nada menos que la calidad de vida de la gente y el desarrollo integral de la sociedad uruguaya en términos de nación-  marche mejor.

Muchas gracias.

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