15/09/05


LA VOLUNTAD DE LA CIUDADANÍA URUGUAYA ES NUESTRO MANDATO
El Presidente Tabaré Vázquez expresó, ante el Consejo de las Américas en Nueva York, que este es "un mandato que se expresa en una estrategia de país que sistematizamos en cinco grandes áreas que se convocan mutuamente".

(Versión no textual)

 

Agradezco al Consejo de las Américas la convocatoria y  realización de este encuentro.

 

Agradezco también a todos ustedes la participación en el mismo.

 

Me acompañan los Señores: 

  • Reinaldo Gargano, Ministro de Relaciones Exteriores. 

  • Danilo Astori, Ministro de Economía y Finanzas. 

  • Jorge Lepra, Ministro de Industria, Energía y Minería. 

  • Carlos Gianelli, Embajador de la República Oriental del Uruguay en los Estados Unidos de América.

A los efectos de posibilitar un diálogo más fluido durante esta reunión,  mi intervención será breve.

 

Y ante la imposibilidad de abordar todos los temas,  haré referencia  a aquellos cuya exposición estimo prioritaria en este ámbito.

 

En todo caso, si ustedes lo consideran necesario, luego podremos profundizar algunos aspectos de esta intervención o referir a otros no directamente contemplados en la misma.

 

Amigas y amigos:

 

No es necesario  describir la situación económica y social   que vive el Uruguay, un país de casi  188.000 kilómetros cuadrados de superficie y poco más de tres millones de habitantes.

 

Ustedes  la conocen. Saben que la realidad actual de ese país que alguna vez pareció ser  “la Suiza de América”,  es el resultado de una combinación de circunstancias externas y de importantes fragilidades estructurales internas agudizadas durante las últimas décadas.

 

Saben también que en las elecciones nacionales realizadas en octubre de 2004 la ciudadanía uruguaya expresó soberana y categóricamente su voluntad de revertir esta situación mediante un proceso de cambios que suponga no sólo resolver las dificultades del presente, sino también promover y articular en clave de democracia una estrategia de país en términos de mediano y largo plazo.

 

La voluntad de la ciudadanía uruguaya es nuestro mandato.

 

Un mandato que se expresa en una estrategia de país que sistematizamos en cinco grandes áreas que se convocan mutuamente y que pueden enumerarse de la siguiente manera:

  1. El Uruguay social, porque la mayor riqueza de un país es su propia gente y en el nuestro aproximadamente un millón de uruguayos vive en condiciones de pobreza y desamparo social.
     

  2. El Uruguay productivo,  porque para emprender la senda de un desarrollo sostenible Uruguay necesita reorganizar su economía, mejorar su Estado, establecer reglas de juego claras entre éste y el mercado, recalificar el valor del trabajo, generar empleo, producir, competir y vender.
     

  3. El Uruguay inteligente,  porque para producir, competir y vender en el mundo actual hay que apostar a la educación, a la investigación científica, al avance tecnológico y a la innovación como creación de nuevas herramientas, productos, bienes,  servicios y formas de organizar el trabajo de forma tal que éste sea más calificado y competitivo.
     

  4. El Uruguay democrático, porque nosotros creemos en la sociedad. Asumimos su compleja diversidad sin dramatismos pero con el compromiso de  gestionarla democráticamente. Es que a la gente, más que invocarla, hay que convocarla e involucrarla en los asuntos que hacen a su propia vida. Tal es, al fin y al cabo, la mayor responsabilidad de los gobernantes.
     

  5. El Uruguay integrado a la región y al mundo, porque ningún país –y menos aún uno como el nuestro- puede darse el lujo de la soledad. Tampoco ignoramos la complejidad del mundo actual y de los procesos de integración, pero somos de los que piensan que el presente, aún con sus dificultades, está preñado de oportunidades que no debemos desaprovechar.

Estas son las cinco áreas complementarias entre sí de nuestro programa de gobierno y de la  estrategia de país que el Gobierno Nacional propone a la ciudadanía uruguaya.

 

Me gustaría hablarles de nuestras propuestas y acciones en cada una de estas áreas, pero la necesaria brevedad de esta intervención no lo hace posible.

 

Por lo tanto, y aún a riesgo de que esta exposición resulte un tanto fragmentaria,  haré algunas consideraciones que estimo adecuado compartir con ustedes.

 

Amigas y amigos:

 

El Consejo de las Américas tiene, entre otros objetivos,  promover  las inversiones y el comercio.

 

Ambos  - inversiones y comercio -son factores centrales en el proyecto de desarrollo productivo sostenible que se ha planteado el Uruguay.

 

Y es en ese sentido que una de las metas del gobierno que presido es promover las inversiones.

 

Aún en el  contexto de las fuertes restricciones fiscales existentes,   en el Proyecto de  Ley de Presupuesto Nacional que hace pocos días presentamos al Parlamento  se propone cierta inversión pública en infraestructura.

 

Pero ello, siendo importante y lo máximo posible en las actuales circunstancias,  no es suficiente: también nos interesa  promover la inversión privada.

 

A tales efectos,  el Uruguay y su gobierno ofrecen un clima favorable a la inversión que se expresa de diversas maneras. Entre ellas:

 

1. Una programación macroeconómica equilibrada y consistente.

 

En materia de política  monetaria ofrecemos previsibilidad al valor de la moneda por la vía de procurar equilibrar la creación del dinero con la demanda, controlando la expansión de la base monetaria a los efectos de alcanzar un nivel determinado de inflación.

 

En materia de política fiscal nos orientamos a operar tanto sobre la estructura de los ingresos como de los gastos de sector público, a los efectos de garantizar una estructura impositiva más eficiente y equitativa y un gasto público más sesgado hacia la atención de planes sociales prioritarios y de inversión pública.

 

Y en materia de política cambiaria respetamos la razón de ser de la misma, que es disminuir la incertidumbre asociada a la evolución del tipo de cambio.

 

Los lineamientos de política fiscal y monetaria ya enunciados son consistentes con un régimen cambiario con mercado de libre acceso y con un tipo de cambio flexible.

 

2. En Uruguay no hay discriminación entre inversores nacionales y extranjeros.

 

La legislación de nuestro país garantiza igualdad de tratamiento a las inversiones uruguayas y no uruguayas.

 

Existe también libre repatriación de utilidades. 

 

3. El Uruguay  respeta los contratos y cumple sus obligaciones.

 

Nunca, ni aún en las más difíciles circunstancias, nuestro país ha dejado de honrar sus compromisos y este gobierno mantiene esa conducta.

 

4. En Uruguay hay regímenes promocionales en distintas áreas de la actividad productiva que conceden beneficios al inversor.

 

Básicamente se trata de exoneraciones fiscales y exenciones arancelarias para la importación de bienes asociados al proyecto de inversión.

 

Hay también oportunidades de asociación entre empresas públicas y capitales privados para modernizar y dotar de mayor competitividad a las empresas ya existentes.

 

5. El Uruguay promueve una profunda reforma del Estado.

 

No se trata de más o menos Estado, sino de un Estado más dinámico, calificado, inclusivo, vigoroso y eficiente tanto en la resolución de los problemas como en la asignación de recursos, prestación de servicios públicos y creativos en la generación de oportunidades.

 

Apuntamos a un Estado proactivo ante los retos del futuro y capaz de articular al resto de los agentes económicos, lo que no es incompatible con un mercado comprometido con la sociedad.

 

Estamos trabajando en ello. Por lo pronto, y rompiendo con cierta tradición de repartir los cargos de dirección   de las empresas públicas  y entes autónomos entre amigos y políticos desocupados, hemos  designando en la dirección de las empresas públicas a personas ética y técnicamente competentes para  tan importante tarea.

 

6. El Uruguay promueve políticas de especialización productiva que superando falsos antagonismos tales como “país natural o país tecnológico”, desarrollen sectores estratégicos tales como el agropecuario, la biotecnología, las tecnologías de la información y comunicación, las industrias culturales y el turismo.

 

7. El Uruguay está fuertemente comprometido con la integración regional.

 

Nuestro gobierno apuesta fuertemente al MERCOSUR en términos  de fortalecimiento de su propia institucionalidad,  unión aduanera, complementación de procesos productivos, accesibilidad a los mercados, integración física y energética, preservación de recursos  naturales y respeto al medioambiente, complementación científica y tecnológica, integración cultural e integración social.

 

Queremos más y mejor MERCOSUR, pero ello no es excluyente de un amplio esquema de relacionamiento internacional  basado en un decidido compromiso con la paz, la soberanía, la democracia y la solidaridad;  el firme rechazo a todo tipo de terrorismo, violencia o discriminación;  el respeto al Derecho Internacional,  la reafirmación del multilateralismo y el reconocimiento a la indivisibilidad  de todos los derechos humanos y el inalienable derecho de las naciones al desarrollo.

 

En este contexto se inscribe, entre otras iniciativas, el Tratado entre la República Oriental del Uruguay y los Estados Unidos de América relativo a la promoción y protección recíproca de inversiones.

 

Dicho tratado fue suscrito el 24 de octubre de 2004 por el gobierno uruguayo, que el 22 de febrero de 2005, en cumplimiento de las disposiciones constitucionales, lo remitió al Poder Legislativo para su consideración ( téngase en cuenta que nuestro período de gobierno se inició el 01 de marzo de 2005).

 

La consideración de dicho Tratado está actualmente radicada en la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado de la República.

 

Como no puede ser de otra manera,  el Gobierno Nacional y la Presidencia de la República respetan la autonomía del Parlamento y, consecuentemente, no interfieren en sus trámites.

 

Amigas y amigos:

 

Podría enumerar otros  factores de ese  clima favorable  a la inversión que ofrecen  nuestro país y su gobierno.

 

Pero todos ellos, siendo importantes, no serían suficientes si no existieran  otros dos factores o bienes sustanciales que caracterizan a la sociedad uruguaya:

 

  • uno es la educación de nuestra gente; su concepción del trabajo como valor social y ética de vida;  así como   el compromiso de los uruguayos  con la tolerancia, el respeto  al semejante y la convivencia democrática.
    Lo que hace grande a nuestro pequeño país es que para los uruguayos la  democracia no solamente es una forma de gobierno, sino también un estado de la sociedad en el cual todos tenemos derechos y responsabilidades.

  • el  otro  bien intangible favorable al clima de inversiones que ofrece el Uruguay es un tanto difícil de expresar con palabras.

Digámoslo así: Uruguay ofrece reglas previsibles, estables y claras a todos.

 

En nuestro país ni los inversores ni los empresarios necesitan escoltas ni automóviles blindados.

 

En el Uruguay no es necesario apelar a sobornos u otros procedimientos venales para invertir y hacer buenos negocios que beneficien a todos.

 

No existen vacunas contra la corrupción, nadie es inmune a este flagelo, pero  si a alguno de ustedes alguna vez alguien en Uruguay les exige una dádiva, por favor, denúncienlo de inmediato, avísenme apenas suceda para tomar las medidas del caso.

 

Amigas y amigos:

 

Esta exposición se ha extendido más de lo previsto. Agradezco me disculpen por ello.

 

Agradezco nuevamente al Consejo de las Américas  la oportunidad que nos ha dado de encontrarnos para  intercambiar opiniones y compartir esperanzas y compromisos.

 

Porque eso es el Uruguay para nosotros: una hermosa esperanza y un gran compromiso.

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