PALABRAS DEL REY DE ESPAÑA, JUAN CARLOS DE BORBÓN, EN EL ACTO
INAUGURAL DE LA XV CUMBRE IBEROAMERICANA DE JEFES DE ESTADO Y GOBIERNO
EN SALAMANCA
Señores Jefes de Estado y de Gobierno,
Señor Secretario General de Naciones Unidas,
Señor Secretario General Iberoamericano,
Señores Invitados Especiales,
Señoras y Señores,
Me cabe el alto honor y la gran satisfacción de
darles, en nombre del pueblo español y en el mío propio, la más cálida
bienvenida a España y a esta espléndida ciudad de Salamanca, convertida
en estos días en capital del mundo iberoamericano. Junto a ese honor y
satisfacción, los españoles sentimos una especial ilusión al poder
acoger esta Cumbre, pues no en vano nuestra identidad histórica,
cultural y política como Nación difícilmente podría entenderse al margen
de la realidad iberoamericana.
Hace poco más de catorce años que iniciamos, en la
ciudad mexicana de Guadalajara, el proyecto de articular sobre los
pilares de la Libertad, la Democracia y los Derechos Humanos, la
Comunidad Iberoamericana de Naciones.
Aún recuerdo con especial emoción aquella histórica
Cumbre. Por primera vez en casi cinco siglos nos reuníamos con el noble
objetivo, como entonces afirmamos, de convertir nuestras afinidades
históricas y culturales "en un instrumento de unidad y desarrollo basado
en el diálogo, la cooperación y la solidaridad".
Reafirmamos entonces nuestro compromiso con los
Derechos Humanos, con el Desarrollo Económico y Social, y con la
Educación y la Cultura, así como con los legítimos anhelos de nuestros
pueblos. Y decidimos proyectar con fuerza nuestra Comunidad, concebida
como "uno de los grandes espacios que configuran el mundo de nuestros
días".
Un año después, en 1992, coincidiendo con el Quinto
Centenario del Encuentro de Dos Mundos, España tuvo el honor de albergar
en Madrid la Segunda de nuestras Cumbres.
Permítanme recordar aquella memorable ocasión. Sobre
las líneas trazadas en México, subrayamos la importancia que revisten
para nuestro proyecto común, tanto la Concertación Política como los
Programas concretos de Cooperación, que entonces se ponían en marcha.
Desde entonces, en todas las Cumbres hemos debatido
sobre los grandes retos que Iberoamérica y el mundo afrontan. Nuestras
Cumbres se han convertido así en la máxima expresión
político-diplomática y multilateral de los lazos que nos ligan. De ahí,
la gratitud que todos los presentes debemos a cuantos Jefes de Estado y
Gobierno también contribuyeron, con su voluntad y esfuerzo, a construir
nuestra Comunidad.
Hoy, catorce años después, todos somos más
conscientes del inmenso potencial que alberga la más estrecha
concertación y cooperación entre las Naciones hermanas que conformamos
Iberoamérica. En ese mismo período, se ha ido tejiendo además entre
nuestras sociedades una tupida red de colaboración, que abarca los más
diversos sectores de interés y actividad, con numerosos congresos,
organizaciones, foros y asociaciones, bajo el mismo rótulo
iberoamericano.
Señoras y señores,
Las metas que nos fijamos fueron ambiciosas.
Constatamos que ya hemos alcanzado logros indudables y que nuestros
encuentros encierran, por sí mismos, un alto significado. Por eso,
debemos perseverar en su fortalecimiento.
Nos reunimos para tomar decisiones que contribuyan
eficazmente a mejorar el bienestar de nuestras sociedades. En nuestras
Declaraciones hemos formalizado un conjunto de valores, principios y
acuerdos. Trabajamos para que se materialicen de forma efectiva.
El desarrollo de nuestro sistema de Cumbres nos llevó
a buscar las mejores fórmulas para lograr la mayor cohesión interna y la
más amplia proyección internacional.
En la Duodécima Cumbre, celebrada en la República
Dominicana, encomendamos al ex Presidente brasileño Fernando Henrique
Cardoso que reflexionase sobre la institucionalización del Sistema de
Conferencias, los mecanismos para hacer más efectiva la cooperación, y
las peticiones de vinculación de terceros países a las Cumbres.
Producto de esa reflexión fue el excelente informe
que nos orientó sobre las pautas a seguir. Hoy, en la Decimoquinta
edición de la Cumbre, que iniciamos en esta bella e histórica ciudad de
Salamanca, nos congratulamos de la reciente puesta en marcha de la
Secretaría General Iberoamericana; un órgano concebido para fortalecer
nuestra Comunidad con un sólido apoyo institucional, técnico y
administrativo.
Felicitamos a su primer titular, Enrique Iglesias, y
hacemos votos por el fructífero desempeño de sus funciones.
Señoras y señores,
Durante los dos próximos días reflexionaremos sobre
temas que importan sobremanera a nuestras sociedades. Permítanme que,
entre ellos, subraye la proyección internacional de nuestra Comunidad.
Por su dimensión y potencial político, económico, social y cultural,
Iberoamérica puede y debe desempeñar un papel más relevante en el mundo
actual.
Nuestra Comunidad, asentada en dos Continentes, podrá
coadyuvar al fortalecimiento e impulso de las relaciones entre
Iberoamérica y Europa. Como principal depositaria del tesoro que
representan las lenguas española y portuguesa, así como por su vasto
patrimonio cultural, humano, económico y social, debe saber proyectarse
cada vez con más fuerza hacia otros países y regiones del mundo.
Son muchos los millones de personas que anhelan
resultados concretos de esta Cumbre. Poblaciones en muchos casos con
recursos limitados, problemas de primer orden o necesidades apremiantes,
que debemos contribuir a resolver.
En estos días nuestros corazones siguen desgarrados
ante la dimensión de la tragedia de tantos cientos de seres humanos,
víctimas de la devastación causada por el huracán "Stan". Quiero
expresar a nuestros hermanos mexicanos y centroamericanos, en particular
guatemaltecos y salvadoreños, en nombre propio, y en el del pueblo y
Gobierno de España, nuestro más hondo pesar y mayor solidaridad.
Les dedicamos todo nuestro apoyo y cariño, así como
el compromiso de trabajar codo con codo para atender a las personas
afectadas, ayudar a reconstruir las áreas devastadas y diseñar, desde
ahora, mecanismos de ayuda de emergencia, coordinada y eficaz, para
poder afrontar situaciones similares.
Señoras y señores,
Saludamos a Andorra como nuevo miembro de la
Comunidad Iberoamericana de Naciones. A su Jefe de Gobierno, Sr. Albert
Pintat, dirijo una cálida bienvenida en nombre de todos los
participantes en esta Cumbre.
También deseo agradecer la participación como
Invitado Especial del Secretario General de la Organización de las
Naciones Unidas, Sr. Kofi Annan. Su presencia pone una vez más de
manifiesto su probado interés por Iberoamérica, que se corresponde con
el firme compromiso de nuestra Comunidad con el sistema de las Naciones
Unidas.
Quiero asimismo saludar a los otros muchos Invitados
Especiales, entre ellos, al Presidente de la Comisión Europea, Sr. José
Manuel Durao Barroso, un iberoamericano como todos nosotros, cuya
presencia simboliza el nexo entre Europa e Iberoamérica que Portugal y
España, desde el seno de la Unión Europea, se vienen esforzando por
fortalecer.
Señoras y señores,
Agradezco muy sinceramente a las autoridades y
ciudadanos de la Comunidad Autónoma de Castilla y León y de la ciudad de
Salamanca, así como a su ilustre Universidad, la cálida y generosa
hospitalidad con la que nos acogen en tan espléndido marco.
Salamanca, como ciudad única, mágica y monumental,
uno de los principales escenarios de la génesis del Derecho
Internacional, y cuna de los principios jurídicos y políticos de lo que,
con los siglos, ha llegado a ser la Comunidad Iberoamericana de
Naciones, nos alberga con insuperable solera en esta Cumbre. A ella y a
sus habitantes dirigimos nuestra admiración y felicitación al cumplirse
este año el 250 aniversario de su espléndida e incomparable Plaza Mayor.
Antes de concluir, permítanme reafirmar mi firme
compromiso personal e institucional como Rey de España, con el
desarrollo de la Comunidad Iberoamericana . Un compromiso consustancial
a la propia identidad de España, consagrado en la Constitución Española
y que tiene su mejor garantía de continuidad en la vocación y dedicación
iberoamericanas del Príncipe de Asturias.
Desde ese compromiso, comprenderán mi orgullo por lo
que Iberoamérica representa, mi satisfacción por lo mucho que ha
progresado y mi fe en lo mucho que aún podremos seguir avanzando, si lo
hacemos unidos por la senda de la paz y la democracia, en favor del
creciente bienestar de nuestros pueblos y Naciones.
Con la esperanza puesta en el buen desarrollo y
resultados de los trabajos que vamos a acometer, declaro inaugurada la
Décimoquinta Conferencia Iberoamericana de Jefes de Estado y de
Gobierno.
Muchas gracias