"NUESTRA RESPONSABILIDAD ES ESTAR AL FRENTE DE LA
LUCHA CONTRA LA POBREZA Y LA DESIGUALDAD"
Tras destacar la necesidad de mejorar el
relacionamiento entre las naciones iberoamericanas, el Presidente
Vázquez recordó en la Cumbre de Salamanca que
"quienes ocupamos un lugar alrededor de esta mesa tenemos la
responsabilidad política de estar -más que a la izquierda o a la
derecha- al frente en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, y en
la primera línea de trabajo por la democracia y el desarrollo".
En su intervención realizada en el Plenario de la XV
Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno, Vázquez dijo este
viernes ante los mandatarios presentes que "no vine a esta reunión a
distribuir recetas indicándole a cada quien lo que tiene que hacer",
pero "sí siento la necesidad de decirles, como Presidente de la
República Oriental del Uruguay, desde la Presidencia Pro Témpore del
MERCOSUR y como miembro de esta comunidad iberoamericana, que tenemos
mucho para hacer juntos y que tenemos poco margen para equivocarnos o
demorarnos", agregando que aunque la soledad sea inherente a la
condición humana, porque el hombre es el único ser que se siente solo,
"no hay excusas para la lejanía y la soledad entre nuestros pueblos".
PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ
VÁZQUEZ, EN EL PLENARIO DE LA CUMBRE IBEROAMERICANA EN SALAMANCA
PRESIDENTE VÁZQUEZ: Su Majestad, Don Juan Carlos de
Borbón; Señores Jefes de Estado y de Gobierno; Señor Secretario General
Iberoamericano;
Señoras y Señores: Sean mis primeras palabras de
saludo, en nombre del gobierno y de la ciudadanía de la República
Oriental del Uruguay a todos ustedes; y de agradecimiento a nuestros
anfitriones por la cálida y generosa hospitalidad con que nos han
recibido en Salamanca.
Aquí nos sentimos en casa y entre amigos, razón por
la cual no es necesaria esa retórica lamentablemente bastante frecuente
en los foros internacionales que suele complacer al orador, aburrir a
quienes lo escuchan y, como consecuencia de ello, amortajar ideas y
frustrar iniciativas.
No es ése nuestro método de trabajo ni es ése el
ánimo con que concurro a esta reunión.
Aunque ésta es recién la 15a. edición de la Cumbre
Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, nuestros países y
nuestros pueblos han recorrido juntos un largo camino.
No ha sido un camino fácil, no ha estado libre de
encuentros y desencuentros, ni de errores y horrores, ni de
responsabilidades ajenas e irresponsabilidades propias; pero hasta aquí
hemos llegado.
Aquí estamos y hay que seguir abriendo y recorriendo
este camino. Hemos de hacerlo con vocación y convicción, con
inteligencia y voluntad y, sobre todo, con conciencia histórica, con
responsabilidad política y con confianza en la sociedad.
Conciencia de la compleja coyuntura que vive la
humanidad en su conjunto, y de que la comunidad iberoamericana no puede
resignarse o ser indiferente a la misma.
Conciencia de nuestra situación en tanto comunidad;
de nuestras carencias pero también de nuestra potencialidad.
Conciencia, por citar apenas un aspecto de nuestra
realidad, de que América Latina no es la región más empobrecida del
mundo, pero es la más desigual. Y que la desigualdad es una bomba de
tiempo para la convivencia democrática, para el desarrollo social y
económico, para el progreso de nuestras naciones y para el mejor
relacionamiento entre éstas.
Señoras y señores: Todos quienes estamos en este
recinto sabemos que no hay paz en la intolerancia y el terrorismo; ni
libertad en la pobreza; ni democracia en la desigualdad.
Somos conscientes de ello y lo hemos expresado
reiteradamente, lo cual es un gran avance si se tiene en cuenta que hubo
tiempos en que esta relación era ignorada y sus consecuencias ni
siquiera figuraban en la agenda de los gobernantes de turno.
Pero también todos quienes ocupamos un lugar
alrededor de esta mesa tenemos la responsabilidad política de estar, más
que a la izquierda o a la derecha, al frente en la lucha contra la
pobreza y la desigualdad y en la primera línea de trabajo por la
democracia y el desarrollo.
Tal es la tarea que se nos ha confiado. Tal es
nuestro mandato y nuestro desafío en tanto Jefes de Estado y de Gobierno
de países en los cuales, sin desconocer lo realizado en materia de
construcción nacional, ha de reconocerse que aún puede y debe hacerse
más.
Y que lo que resta por hacer, ha de hacerse en clave
democrática.
De ahí entonces, esa confianza en la sociedad a la
que aludí hace un instante.
Porque la gente tiene el derecho y la responsabilidad
de involucrarse y decidir sobre los asuntos que hacen a su propia vida.
No es fácil, pero es necesario. Tal vez no es una fórmula infalible,
pero hasta ahora ha demostrado ser el mejor recurso que tenemos para
superar dificultades y progresar individual y colectivamente.
Y eso es la democracia: una forma de gobierno que no
es ni será perfecta pero que ha demostrado, aparte de ser la mejor que
la humanidad ha logrado, ser siempre perfectible.
Además de forma de gobierno, la democracia es también
un estado de la sociedad y, sobre todo -como la libertad- , un hermoso
impulso humano.
La democracia no se declara, ni se decreta, ni se
proclama: la democracia se construye día a día y entre todos. De lo
contrario no es democracia.
Estimo importante resaltar esto que parece obvio
también en referencia a los procesos de integración que viven nuestros
países y al proceso que esta misma Comunidad Iberoamericana implica.
Sucede que sin democracia no hay integración posible.
Y sin ciudadanía tampoco.
Hay que llenar de ciudadanía y de democracia a estos
procesos.
Señoras y señores: Vengo de un país que hace mucho
tiempo adquirió fama de ser "la Suiza de América".
En la fama siempre hay cierta dosis de realidad; pero
no toda la realidad se refleja en la fama.
En efecto, es cierto que el Uruguay registra un alto
nivel de adhesión a los valores democráticos, que la tasa de alfabetismo
se sitúa en el 97.7% entre los mayores de 15 años y que ocupa el lugar
46 en materia de Desarrollo Humano según el informe 2005 elaborado por
el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Pero también es cierto que casi un tercio de la
población uruguaya vive en condiciones de pobreza e indigencia; que más
de la mitad de los niños nacen en hogares pobres; que promedialmente el
60% de la población menor de 18 años vive en condiciones de pobreza, o
que seis de cada diez alumnos que ingresan al nivel secundario de
educación no completan dicho ciclo.
¿Es ésta la "Suiza de América?
Mejor dicho: esto también es parte de una realidad
que pareció ser "la Suiza de América".
Pero no es nuestro ánimo extender facturas al pasado
ni excusas al futuro.
Yo no he venido a Salamanca ni a quejarme del ayer ni
a renunciar al mañana.
Estoy aquí para trasmitirles la voluntad del pueblo
uruguayo de superar esta situación del país que es el resultado de una
combinación de circunstancias externas y de importantes fragilidades
internas agudizadas durante las últimas décadas y para expresarles el
compromiso del actual gobierno de trabajar incansablemente en un
proyecto sostenible de desarrollo humano y productivo que le den un
nuevo impulso al Uruguay como nación.
Soy médico por vocación y sigo ejerciendo esa
profesión, pero no vine a esta reunión a distribuir recetas indicándole
a cada quien lo que tiene que hacer.
Pero sí siento la necesidad de decirles, como
Presidente de la República Oriental del Uruguay, desde la Presidencia
Pro Témpore del MERCOSUR y como miembro de esta comunidad
iberoamericana, que tenemos mucho para hacer juntos y que tenemos poco
margen para equivocarnos o demorarnos (que también sería un error...).
Aunque la soledad sea inherente a la condición humana
(el hombre es el único ser que se siente solo...), no hay excusas para
la lejanía y la soledad entre nuestros pueblos.
La esperanza también es inherente a la condición
humana, por eso no pueden postergarse, sea por acción u omisión,
aspiraciones y derechos ya largamente postergados o que aún no han sido
plenamente realizados.
Señoras y señores: En este contexto de exigencias y
posibilidades han de ubicarse las reuniones de Jefes de Estado y de
Gobiernos de la Comunidad Iberoamericana y el trabajo de ésta como tal
entre un encuentro y otro.
Porque tan importante como reunirnos para tomar
decisiones es cumplir lo decidido. Y ese cumplimiento también exige la
conciencia histórica, la responsabilidad política y la confianza en la
sociedad, a las que ya hice referencia.
En tal sentido, Uruguay asigna especial importancia a
un proceso de institucionalización iberoamericana que reconoce en la
Secretaría General un paso inicial al cual, necesariamente, seguirán
otros tendientes a fortalecer la identidad y cohesión de este sistema y
dinamizar su agenda.
Y aunque es innecesario permítanme decirlo: la
ciudadanía y el gobierno de la República Oriental del Uruguay se sienten
sanamente orgullosos ante la designación unánime de nuestro compatriota
Enrique Iglesias como Secretario General. Estamos seguros que su
desempeño en este cargo coadyuvará a lograr el objetivo -que todos
deseamos- de una Comunidad Iberoamericana unida, dinámica y vigorosa que
ofrezca a las naciones que la integran, a los hombres y mujeres que la
conforman, la posibilidad de vivir. Muchas gracias.
(Versión sin revisión con audio) |