14/10/05


"NUESTRA RESPONSABILIDAD ES ESTAR AL FRENTE DE LA LUCHA CONTRA LA POBREZA Y LA DESIGUALDAD"
Tras destacar la necesidad de mejorar el relacionamiento entre las naciones iberoamericanas, el Presidente Vázquez recordó en la Cumbre de Salamanca que "quienes ocupamos un lugar alrededor de esta mesa tenemos la responsabilidad política de estar -más que a la izquierda o a la derecha- al frente en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, y en la primera línea de trabajo por la democracia y el desarrollo".

En su intervención realizada en el Plenario de la XV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno, Vázquez dijo este viernes ante los mandatarios presentes que "no vine a esta reunión a distribuir recetas indicándole a cada quien lo que tiene que hacer", pero "sí siento la necesidad de decirles, como Presidente de la República Oriental del Uruguay, desde la Presidencia Pro Témpore del MERCOSUR y como miembro de esta comunidad iberoamericana, que tenemos mucho para hacer juntos y que tenemos poco margen para equivocarnos o demorarnos", agregando que aunque la soledad sea inherente a la condición humana, porque el hombre es el único ser que se siente solo, "no hay excusas para la lejanía y la soledad entre nuestros pueblos".

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ VÁZQUEZ, EN EL PLENARIO DE LA CUMBRE IBEROAMERICANA EN SALAMANCA

PRESIDENTE VÁZQUEZ: Su Majestad, Don Juan Carlos de Borbón; Señores Jefes de Estado y de Gobierno; Señor Secretario General Iberoamericano;

Señoras y Señores: Sean mis primeras palabras de saludo, en nombre del gobierno y de la ciudadanía de la República Oriental del Uruguay a todos ustedes; y de agradecimiento a nuestros anfitriones por la cálida y generosa hospitalidad con que nos han recibido en Salamanca.

Aquí nos sentimos en casa y entre amigos, razón por la cual no es necesaria esa retórica lamentablemente bastante frecuente en los foros internacionales que suele complacer al orador, aburrir a quienes lo escuchan y, como consecuencia de ello, amortajar ideas y frustrar iniciativas.

No es ése nuestro método de trabajo ni es ése el ánimo con que concurro a esta reunión.

Aunque ésta es recién la 15a. edición de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, nuestros países y nuestros pueblos han recorrido juntos un largo camino.

No ha sido un camino fácil, no ha estado libre de encuentros y desencuentros, ni de errores y horrores, ni de responsabilidades ajenas e irresponsabilidades propias; pero hasta aquí hemos llegado.

Aquí estamos y hay que seguir abriendo y recorriendo este camino. Hemos de hacerlo con vocación y convicción, con inteligencia y voluntad y, sobre todo, con conciencia histórica, con responsabilidad política y con confianza en la sociedad.

Conciencia de la compleja coyuntura que vive la humanidad en su conjunto, y de que la comunidad iberoamericana no puede resignarse o ser indiferente a la misma.

Conciencia de nuestra situación en tanto comunidad; de nuestras carencias pero también de nuestra potencialidad.

Conciencia, por citar apenas un aspecto de nuestra realidad, de que América Latina no es la región más empobrecida del mundo, pero es la más desigual. Y que la desigualdad es una bomba de tiempo para la convivencia democrática, para el desarrollo social y económico, para el progreso de nuestras naciones y para el mejor relacionamiento entre éstas.

Señoras y señores: Todos quienes estamos en este recinto sabemos que no hay paz en la intolerancia y el terrorismo; ni libertad en la pobreza; ni democracia en la desigualdad.

Somos conscientes de ello y lo hemos expresado reiteradamente, lo cual es un gran avance si se tiene en cuenta que hubo tiempos en que esta relación era ignorada y sus consecuencias ni siquiera figuraban en la agenda de los gobernantes de turno.

Pero también todos quienes ocupamos un lugar alrededor de esta mesa tenemos la responsabilidad política de estar, más que a la izquierda o a la derecha, al frente en la lucha contra la pobreza y la desigualdad y en la primera línea de trabajo por la democracia y el desarrollo.

Tal es la tarea que se nos ha confiado. Tal es nuestro mandato y nuestro desafío en tanto Jefes de Estado y de Gobierno de países en los cuales, sin desconocer lo realizado en materia de construcción nacional, ha de reconocerse que aún puede y debe hacerse más.

Y que lo que resta por hacer, ha de hacerse en clave democrática.

De ahí entonces, esa confianza en la sociedad a la que aludí hace un instante.

Porque la gente tiene el derecho y la responsabilidad de involucrarse y decidir sobre los asuntos que hacen a su propia vida. No es fácil, pero es necesario. Tal vez no es una fórmula infalible, pero hasta ahora ha demostrado ser el mejor recurso que tenemos para superar dificultades y progresar individual y colectivamente.

Y eso es la democracia: una forma de gobierno que no es ni será perfecta pero que ha demostrado, aparte de ser la mejor que la humanidad ha logrado, ser siempre perfectible.

Además de forma de gobierno, la democracia es también un estado de la sociedad y, sobre todo -como la libertad- , un hermoso impulso humano.

La democracia no se declara, ni se decreta, ni se proclama: la democracia se construye día a día y entre todos. De lo contrario no es democracia.

Estimo importante resaltar esto que parece obvio también en referencia a los procesos de integración que viven nuestros países y al proceso que esta misma Comunidad Iberoamericana implica.

Sucede que sin democracia no hay integración posible. Y sin ciudadanía tampoco.

Hay que llenar de ciudadanía y de democracia a estos procesos.

Señoras y señores: Vengo de un país que hace mucho tiempo adquirió fama de ser "la Suiza de América".

En la fama siempre hay cierta dosis de realidad; pero no toda la realidad se refleja en la fama.

En efecto, es cierto que el Uruguay registra un alto nivel de adhesión a los valores democráticos, que la tasa de alfabetismo se sitúa en el 97.7% entre los mayores de 15 años y que ocupa el lugar 46 en materia de Desarrollo Humano según el informe 2005 elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Pero también es cierto que casi un tercio de la población uruguaya vive en condiciones de pobreza e indigencia; que más de la mitad de los niños nacen en hogares pobres; que promedialmente el 60% de la población menor de 18 años vive en condiciones de pobreza, o que seis de cada diez alumnos que ingresan al nivel secundario de educación no completan dicho ciclo.

¿Es ésta la "Suiza de América?

Mejor dicho: esto también es parte de una realidad que pareció ser "la Suiza de América".

Pero no es nuestro ánimo extender facturas al pasado ni excusas al futuro.

Yo no he venido a Salamanca ni a quejarme del ayer ni a renunciar al mañana.

Estoy aquí para trasmitirles la voluntad del pueblo uruguayo de superar esta situación del país que es el resultado de una combinación de circunstancias externas y de importantes fragilidades internas agudizadas durante las últimas décadas y para expresarles el compromiso del actual gobierno de trabajar incansablemente en un proyecto sostenible de desarrollo humano y productivo que le den un nuevo impulso al Uruguay como nación.

Soy médico por vocación y sigo ejerciendo esa profesión, pero no vine a esta reunión a distribuir recetas indicándole a cada quien lo que tiene que hacer.

Pero sí siento la necesidad de decirles, como Presidente de la República Oriental del Uruguay, desde la Presidencia Pro Témpore del MERCOSUR y como miembro de esta comunidad iberoamericana, que tenemos mucho para hacer juntos y que tenemos poco margen para equivocarnos o demorarnos (que también sería un error...).

Aunque la soledad sea inherente a la condición humana (el hombre es el único ser que se siente solo...), no hay excusas para la lejanía y la soledad entre nuestros pueblos.

La esperanza también es inherente a la condición humana, por eso no pueden postergarse, sea por acción u omisión, aspiraciones y derechos ya largamente postergados o que aún no han sido plenamente realizados.

Señoras y señores: En este contexto de exigencias y posibilidades han de ubicarse las reuniones de Jefes de Estado y de Gobiernos de la Comunidad Iberoamericana y el trabajo de ésta como tal entre un encuentro y otro.

Porque tan importante como reunirnos para tomar decisiones es cumplir lo decidido. Y ese cumplimiento también exige la conciencia histórica, la responsabilidad política y la confianza en la sociedad, a las que ya hice referencia.

En tal sentido, Uruguay asigna especial importancia a un proceso de institucionalización iberoamericana que reconoce en la Secretaría General un paso inicial al cual, necesariamente, seguirán otros tendientes a fortalecer la identidad y cohesión de este sistema y dinamizar su agenda.

Y aunque es innecesario permítanme decirlo: la ciudadanía y el gobierno de la República Oriental del Uruguay se sienten sanamente orgullosos ante la designación unánime de nuestro compatriota Enrique Iglesias como Secretario General. Estamos seguros que su desempeño en este cargo coadyuvará a lograr el objetivo -que todos deseamos- de una Comunidad Iberoamericana unida, dinámica y vigorosa que ofrezca a las naciones que la integran, a los hombres y mujeres que la conforman, la posibilidad de vivir. Muchas gracias.

(Versión sin revisión con audio)

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