24/10/05


URUGUAY NO DEBE IGNORAR EL ESCENARIO INTERNACIONAL
En el marco de su visita al Instituto de Ciencias Políticas de la Sorbonne, París, el Presidente de la República, Tabaré Vázquez, sostuvo que "la viabilidad del Uruguay como nación es inseparable de su inserción en la región y en el mundo".

En su visita al Instituto de Ciencias Políticas de la Sorbonne, París, el Presidente, Tabaré Vázquez, sostuvo que "la viabilidad del Uruguay como nación es inseparable de su inserción en la región y en el mundo", ya que "la nuestra no es la región más pobre del mundo, pero es cierto que es la más desigual".

Respecto a la reafirmación de los compromisos del Uruguay con el MERCOSUR, el mandatario expresó que no quiere la soledad como destino, pero tampoco quiere un MERCOSUR en soledad.

En el mismo sentido, enfatizó que "No hay contradicción alguna entre ser uruguayo, sentirse latinoamericano e insertarse en un escenario internacional que es complejo pero que puede ser mucho más complejo aún si ignora, excluye o agrede a alguno de sus integrantes".

A continuación se ofrece el discurso completo del Presidente Vázquez, cuyo texto no ha sido cotejado con audio.

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ VÁZQUEZ, EN EL INSTITUTO DE CIENCIAS POLÍTICAS DE LA SORBONNE, PARÍS

PRESIDENTE VÁZQUEZ: Señoras y señores: Agradezco al Instituto de Ciencias Políticas la realización de este encuentro y a ustedes la participación en el mismo.

Es para mí un honor y un placer estar en este ámbito académico y reflexionar junto a ustedes sobre asuntos que hacen a la vida cotidiana de la gente porque eso es, al fin y al cabo, el devenir de la humanidad.

Vida y devenir en los que la Universidad desempeña un papel importantísimo no solamente como formadora de profesionales y creadora de conocimiento, lo cual es muy importante, sino también como difusora de valores, dinamizadora de ciudadanía y promotora de la democracia como forma de gobierno y estado de la sociedad.

Entre los muchos e interesantes asuntos que podríamos considerar en este encuentro, en consulta con nuestros amables anfitriones he optado por centrar mi exposición en una temática sintetizable en el siguiente titular: América Latina en el proceso de globalización.

Señoras y señores: Hasta hace pocos años, el término "globalización" era casi desconocido, por no decir extravagante. Hoy es una muletilla que muchos usan para aludir a "lo que está pasando", sin entender en realidad qué está pasando.

No es mi propósito explicar lo que en mi opinión está sucediendo. En todo permítanme decirles que estoy de acuerdo con el cientista social brasileño Luis Carlos Bresser Pereira cuando sostiene que la globalización como fenómeno real ha de diferenciarse con claridad de la globalización como ideología.

En efecto, un análisis sistemático y profundo de este fenómeno demuestra que una cosa es el proceso o conjunto de procesos de transformación en la organización espacial de las relaciones sociales y de las transacciones generando flujos o redes de actividad, interacción o ejercicio del poder de carácter transcontinental o interregional y otra -bastante diferente, por cierto ...- es la manipulación ideológica de la globalización para justificar la revolución conservadora o el fin de la historia.

Es que la globalización como proceso o, mejor dicho, conjunto de procesos, ya es indiscutible.

Entre otras razones porque no es inédita. Un conocido de todos nosotros, el historiador Fernand Braudel, reconoció por lo menos ocho anteriores: la fenicia, la cartaginesa, la romana, la europea cristiana, la islámica, la de Moscovia, la de China y la de India.

Y a éstas podríamos agregar otras. Porque, ¿qué fue el encuentro de lo que hoy son Europa y América sino una modalidad de globalización?

Lo que sí es discutible es la globalización actual, esta globalización que agudiza las desigualdades y las convierte en el gran fracaso y el mayor peligro de la humanidad.

No puede decirse otra cosa cuando el Informe sobre Desarrollo Humano correspondiente al año 2004 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo indica que:

  • en medio de una economía mundial cada vez más pujante, diez millones de niños menores de cinco años mueren anualmente de hambre o a causa de enfermedades evitables y/o curables.

  • el 40% de la población mundial tiene que ingeniárselas para sobrevivir con menos de dos dólares diarios

  • los 500 individuos más ricos del mundo reúnen un ingreso superior al de los 416 millones de personas más pobres del mismo.

  • Se podrían agregar más datos pero ... ¿acaso es necesario hacerlo?, ¿acaso no resulta suficientemente claro que nunca antes en la historia de la humanidad hubo tanta desigualdad y que nunca antes semejante fracaso fue presentado como un éxito?

    Amigas y amigos: En este contexto ha de ubicarse la realidad de esa región al parecer condenada a parecer lo que no es.

    En efecto, ya Antonio de Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió lo que le pareció ver a su paso por nuestra América. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas de los machos y hasta un engendro animal con cabeza de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo.

    Este testimonio tal vez fue el primero de una larga serie de espejismos del que aún no nos hemos librado. La imagen de una América Latina "de siesta y de fiesta" aún hoy es tomada por muchos como la realidad de una región cuya vida ha sido y es una dramática aventura.

    Cierto es que hubo en el siglo XIX un excéntrico presidente mexicano que ordenó sepultar con honores acordes a su rango la pierna que había perdido en una batalla; pero también es cierto que hace apenas 32 años un presidente chileno murió en su despacho resistiendo el bombardeo de quienes avasallaron la democracia.

    Cierto es que la nuestra no es la región más pobre del mundo. Pero también es cierto que es la más desigual.

    Cierto es que somos una decena de países porque fracasó la gesta de los padres de nuestra independencia para ser una nación. Pero también es cierto que en ninguna otra región del mundo hay tantos ámbitos y procesos de integración: la Organización de Estados Americanos, el MERCOSUR, la Comunidad Andina de Naciones, la Comunidad del Caribe, la Comunidad Sudamericana de Naciones, la Asociación Latinoamericana, el Sistema Económico Latinoamericano, etc.

    Más allá de este tupido entramado de siglas, instancias y procesos, hay una vocación de integración que nos convoca y que nos impulsa como latinoamericanos, así como una clara conciencia de que tal integración es imprescindible para interactuar con el ALCA, con la Unión Europea, con India, con China, con otros procesos de integración y áreas de libre comercio y ámbitos multilaterales.

    En otras palabras: los latinoamericanos no nos resignamos ni a la soledad, ni al aislamiento, ni ser testigos o víctimas del mundo actual; queremos asumir el derecho y la responsabilidad de ser protagonistas del mismo.

    Asumimos nuestras dificultades y carencias, pero ha de reconocerse que no somos los únicos que las tenemos.

    Cometeríamos un grave error si le diéramos la espalda al mundo; pero el error no sería menor si la comunidad internacional nos diera la espalda o siguiera considerándonos como pueblos "de siesta y de fiesta".

    Ya lo expresó magistralmente Gabriel García Márquez al recibir el Premio Nóbel: sería bueno que la originalidad que se nos tolera sin reservas en la literatura se extendiera también cuando nuestros pueblos quieren asumir el derecho a vivir dignamente.

    No nos consideramos más que nadie. Pero tampoco menos.

    Amigas y amigos: Sería una grave imprudencia de mi parte si les hablara en nombre de América Latina, si me auto adjudicara la representación de los gobiernos y pueblos de la región.

    Pero como Presidente de la República Oriental del Uruguay tengo la inexcusable responsabilidad de las líneas rectoras de nuestra política internacional.

    Como ustedes saben, nuestro país nació en medio de complejas circunstancias regionales e internacionales: la lucha entre los reinos de España y Portugal primero, luego entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y el Imperio de Brasil por el control, precisamente, del Río de la Plata y de lo que es nuestro actual territorio; y como telón de fondo (aunque en realidad ni tan telón ni tan de fondo ...), la incidencia del entonces hegemónico Imperio Británico.

    Tales circunstancias determinaron que la dimensión internacional en el Uruguay esté presente desde los orígenes del mismo.

    Su constitución como país independiente, su afirmación como Estado de derecho y sus posibilidades de desarrollo han estado, están y estarán estrechamente vinculadas a su inserción internacional.

    Dicho de otra manera: la viabilidad del Uruguay como nación es inseparable de su inserción en la región y en el mundo.

    De ahí entonces la importancia que nuestro gobierno adjudica al acuerdo, diseño e instrumentación de una política exterior independiente, de Estado y basada en valores y principios tales como:

  • El decidido compromiso con la paz, la soberanía y la solidaridad.

  • El firme rechazo a todo tipo de terrorismo, violencia y discriminación.

  • El inalienable derecho de los países a tener fronteras estables y seguras, y a ejercer en forma libérrima su soberanía y autodeterminación.

  • El respeto al Derecho Internacional, entendiendo que las normas que ordenan y regulan las relaciones entre los Estados constituyen la mejor forma de garantizar la convivencia pacífica y el respeto a los derechos de los pueblos.

  • el no alineamiento y la no intervención.

  • la reafirmación del multilateralismo como forma de fortalecer el Derecho Internacional, jerarquizando el papel de las Naciones Unidas (lo cual implica promover las reformas necesarias para que dicha organización cumpla plenamente sus cometidos)

  • el reconocimiento a la indivisibilidad de todos los derechos humanos, sean políticos, sociales, económicos, civiles o culturales; incluidos los derechos de titularidad colectiva tales como el derecho al desarrollo y al medio ambiente.

  • Ahora bien; los países - como las personas-, se relacionan puertas afuera a partir de su realidad más inmediata, es decir, sus vecinos.

    Durante muchos años se percibió al Uruguay, y también el Uruguay se autopercibió, como "una casita linda en un vecindario feo o por lo menos barullento". Aquel mito del "Uruguay Suiza de América" y "tacita de plata", da cuenta de ello..... pero fue un mito.

    La realidad es que profundas realidades históricas, políticas, económicas, sociales y culturales nos unen a Argentina, Brasil y Paraguay, nuestros vecinos más inmediatos.

    Con ellos estamos en el MERCOSUR, un proceso de integración iniciado en 1991 que no es sencillo ni lineal y para cuyo avance no alcanza con firmar declaraciones de buenas intenciones, pero que aún con sus dificultades a cuestas viene avanzando.

    Nosotros no desconocemos tales avances, pero queremos más y mejor MERCOSUR.

    Más y mejor MERCOSUR en términos de unión aduanera, complementación de procesos productivos, accesibilidad a los mercados, integración física y energética, preservación de recursos naturales y respeto al medioambiente, complementación científica y tecnológica, fortalecimiento institucional, integración social .... y sobre todo, más y mejor MERCOSUR en términos de ciudadanía, de democracia y de desarrollo.

    Porque no hay desarrollo sin democracia ni democracia sin ciudadanía.

    Amigas y amigos: La necesaria brevedad de esta intervención no hace posible entrar en aspectos específicos o detalles concretos de la política de integración regional e inserción internacional que lleva adelante el gobierno nacional que presido desde el pasado primero de marzo.

    Sin embargo, permítanme dos precisiones de carácter general.

    La primera: el Uruguay reafirma su compromiso con el MERCOSUR porque no quiere la soledad como destino. Pero tampoco quiere un MERCOSUR en soledad.

    Nuestra pertenencia al MERCOSUR no es incompatible con un amplio sistema de relacionamiento internacional que pasa por la ampliación del propio MERCOSUR y su integración con otros procesos de integración regional y áreas de libre comercio tanto en nuestro continente como en otros; pero también por la inserción específica del Uruguay en el escenario internacional.

    Esto es: por sus relaciones bilaterales con otros países, por su presencia activa en organismos multilaterales, así como por su capacidad de aporte en asuntos tales como el fortalecimiento de la paz, la lucha contra la pobreza, el combate al terrorismo, la cooperación, el comercio internacional, etc.

    No hay contradicción alguna entre ser uruguayo, sentirse latinoamericano e insertarse en un escenario internacional que es complejo pero que puede ser mucho más complejo aún si ignora, excluye o agrede a alguno de sus integrantes.

    La segunda precisión de carácter general que estimo pertinente realizar al final de esta exposición es la siguiente: la política internacional de un país no puede estar divorciada de país como proyecto nacional. Nuestra política exterior, nuestra vocación y nuestro compromiso de integración nacional e inserción internacional, es parte de una estrategia de país, de un proyecto nacional de largo aliento.

    En su primera e histórica acepción, la palabra nación significaba nacimiento.

    A partir de ese significado original, luego dio nombre al conjunto de individuos nacidos en un mismo territorio o pertenecientes a un grupo identificable por su lengua, su cultura o su simple voluntad de estar unidos bajo un mismo gobierno

    Pero las naciones son algo más que un pasado y un presente en común. Son también una visión de futuro compartido, una utopía concreta, un horizonte hacia el cual caminar juntos.

    En tal sentido, cabe consignar que en las elecciones nacionales realizadas el 31 de octubre de 2004 la ciudadanía uruguaya expresó soberana y contundentemente su voluntad de darle un nuevo impulso al Uruguay como nación.

    Un impulso que asumiendo el rico y generoso pasado de nuestro país, lo proyecte al futuro con confianza en sí mismo.

    Aquel pronunciamiento ciudadano del cual la semana próxima se cumplirá un año, es un mandato para el gobierno que asumió el pasado primero de marzo.

    Y nosotros estamos trabajando en su cumplimiento que es también la realización de nuestras utopías. Muchas gracias.

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