EL PRESIDENTE REIVINDICÓ CARÁCTER HUMANISTA DE LA
CIENCIA
“Cambiemos el estereotipo de que nos educamos para
aumentar nuestro bienestar; nos educamos para razonar la vida”, dijo el
Presidente de la República, Tabaré Vázquez, al hablar ante las
jerarquías de la Oficina de las Naciones Unidas para la Educación
(UNESCO).
El mandatario reivindicó en su alocución el carácter
humanista de la ciencia y reafirmó el rol de la Comisión Nacional de la
Educación que funciona en nuestro país procurando desarrollar nuevos
criterios de formación ciudadana.
A continuación ofrecemos el texto -versión no
cotejada con audio- de la alocución presidencial.
PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA, TABARE
VAZQUEZ, ANTE EL DIRECTOR GENERAL DE LA UNESCO
PRESIDENTE VAZQUEZ: Señor Director General de
UNESCO, Embajador Koichiro Matsuura: Con el mismo placer que hace
algunos meses lo recibí en la sede de la Presidencia de la República
Oriental del Uruguay, hoy vengo a la sede de la UNESCO.
Le agradezco recibirme y agradezco también la
presencia de las autoridades que lo acompañan.
Todos quienes aquí estamos somos conscientes de la
importancia de esta organización y actuamos en consecuencia.
En lo que al Uruguay respecta, así lo manifestamos a
usted durante su visita a nuestro país y así lo hemos reafirmado tanto
en la reciente reunión del Consejo Ejecutivo como, hace pocos días y en
la persona de nuestro Ministro de Educación y Cultura, en la Conferencia
General de UNESCO.
En ambos foros hemos planteado nuestra concepción del
sistema educativo como un todo, para todos y durante toda la vida, y
nuestro compromiso de darle un nuevo impulso a la enseñanza en todos sus
niveles y a la investigación científica y tecnológica, así como el
estímulo a la vinculación estrecha de los ámbitos en los que la
investigación se realiza con las demandas de la sociedad en general y
del sector productivo en particular.
También expresamos nuestra disposición a promover la
educación física y el deporte y nuestro propósito de consolidar al
Uruguay, en el marco de una estrategia nacional de desarrollo productivo
sostenible, como un centro de alto nivel científico a nivel regional.
Hemos reiterado además que, consecuentemente con la
importancia que asignamos a la UNESCO en el contexto de un proceso de
reformas del sistema de las Naciones Unidas, jerarquizamos a la
Comisión Nacional de UNESCO en tanto rasgo característico de esta
organización.
En tal sentido, cabe consignar que nuestro gobierno
ha renovado la integración de dicha Comisión Nacional y le ha dado una
fuerte participación a la sociedad civil, en particular a la comunidad
de la educación, de la ciencia y de la cultura.
Esta Comisión está elaborando un plan estratégico que
refleja, a nivel nacional, los principios rectores, los objetivos y las
metas de globales de UNESCO.
Señor Director General, señoras y señores:
No los aburriré repitiendo en esta oportunidad lo que
las autoridades del Ministerio de Educación y Cultura y nuestra
representación permanente ante UNESCO han manifestado ya en otras
instancias de esta organización.
Sólo quiero decirles que esta organización carga con
una enorme responsabilidad y tiene ante sí, también, un enorme pero al
mismo tiempo hermoso desafío: la responsabilidad y el desafío de
educar.
Porque el futuro de la humanidad radica en la
educación.
Ahora bien: existe cierto
estereotipo según el cual vivimos para educarnos, nos educamos para
trabajar y trabajamos para mejorar económicamente nosotros y, de paso,
enriquecer la sociedad a la cual pertenecemos.
No es el peor de los estereotipos. Pero es
insuficiente.
En realidad, vivimos para mucho más que educarnos; no
nos educamos sólo para acceder a un buen empleo, y no trabajamos
solamente para “tener más”.
En consecuencia, debemos evitar degradar la vida
creyendo que todo lo que tenemos que hacer con ella es educarnos;
tenemos que cuidarnos de no limitar la educación a una capacitación
para el empleo y no debemos caer en el error de confundir trabajo con
poder adquisitivo.
En otras palabras: tenemos que razonar la vida.
Y digo “tenemos que razonar la vida” pues si bien el
ser humano es, ante todo, un ser racional, la razón no es un don ni un
regalo: la razón es un logro social posibilitado por capacidades
naturales y evolutivas.
Para ese logro la
educación es fundamental. Y, consecuentemente, también son fundamentales
las instituciones educativas.
Como bien señala el filósofo español Fernando Savater,
hay que educar para la razón. Educar para la razón no es reducir la
educación a una transmisión de información. Entre otras razones porque
la información es tan amplia, cambia tanto y existen tantas formas de
acceder a ella, que sería absurdo que la función educativa fuera
simplemente transmitir contenidos educativos.
Si algo tiene que
transmitir la educación, son pautas para analizar la información
disponible y para asumir los límites del conocimiento.
Educar para la razón no
es reducirla a un “saber hacer”. Hay que saber hacer, pero también hay
que saber para qué se hace lo que se hace, y no hacerlo creyendo que el
fin justifica los medios.
Al fin y al cabo, se es
lo que se hace ....
En un excelente libro
titulado provocativamente “Los bastardos de Voltaire” el historiador,
novelista y ensayista canadiense John Ralston Saul señala que los
tecnócratas de nuestro tiempo se creen herederos de la Edad de la Razón
pero en realidad son incapaces de comprender porqué sus talentos no
producen los resultados buscados. Saben mucho sobre muy poco y su visión
abstracta y distante de la sociedad humana tampoco les permite
comprender los procesos históricos.
Son esclavos del dogma y,
en el mejor de los casos, mercenarios del poder de quienes los
contratan.
Educar para la razón es
educar desde el humanismo.
Yo, que como médico
oncólogo y radioterapeuta tengo una formación científica, me asombro y
me entristezco cuando oigo a gente supuestamente experta en asuntos
educativos oponer las asignaturas humanísticas a las científicas .....
¡como si la ciencia no fuera humana!!, ¡como si a quienes se dedican a
la actividad científica les estuviera prohibida la capacidad de ordenar,
de relacionar, de razonar o de criticar dentro de su área de trabajo!,
¡como si un músico, un historiador o un sociólogo no utilizaran métodos
científicos para desarrollar su labor!
Sucede que más allá de la
discutible clasificación de las asignaturas entre humanistas o no
humanistas, todas las asignaturas pueden y debieran ser enseñadas de un
modo humanista, esto es, estimulando la capacidad de ordenar, de
relacionar, de reflexionar, de criticar, etc
Educar para la razón es
educar para la tolerancia y el respeto.
El respeto a la persona,
aunque su opinión no sea compartible (porque no todas las opiniones son
compartibles por el hecho ser opiniones ...)
Ser racional no es
solamente poder persuadir con argumentos. También es poder ser
persuadido con argumentos.
Defender las razones
propias y reconocer las ajenas forma parte, también, de la racionalidad
de la cultura y de la civilización.
Educar para la razón es
educar para la libertad y la autonomía.
No se trata de apostar al
“vale todo” ni al aislamiento, pero está claro que quien no desarrolle
la capacidad de pensar por sí mismo, de andar con sus propios pies,
está irremediablemente condenado a la dependencia de los demás.
Educar para la razón es
educar para la sociedad y para la democracia.
Para la sociedad en un
doble sentido, porque educar supone un proceso social que, valga la
redundancia, ha de implicar a la sociedad toda.
Para la democracia como
forma de gobierno, por supuesto; pero también para la democracia como
impulso humano y como estado de la sociedad.
La democracia no se
protege con limitaciones; se protege y se fortalece –reitero- como
forma de gobierno y como estado de la sociedad, con mujeres y hombres
educados, autónomos, protagonistas de sus propias vidas y conscientes de
sus derechos y responsabilidades como ciudadanos. Educar para la razón
es educar para el desarrollo; porque la pobreza es, sencillamente,
irracional.
Amigas y amigos: No es poco lo que esta organización
ha hecho a lo largo de 60 años. Pero, afortunadamente, aún tiene mucho
por hacer.
Y hemos de hacerlo juntos pues, al fin y al cabo, la
UNESCO no es una entelequia ni una sigla. La UNESCO somos nosotros.
Muchas gracias. |