ONU: URUGUAY RATIFICÓ CONVENCIÓN CONTRA LA TORTURA
El pasado 8 de diciembre, Uruguay depositó ante las
Naciones Unidas en Nueva York, el instrumento de ratificación de un
Nuevo tratado protector de los derechos humanos: Protocolo Facultativo a
la Convención contra la Tortura y otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes; texto internacional que fuera ratificado en
nuestro país el 21 de octubre de este año.
El gobierno uruguayo otorgó poder al Embajador
Alejandro Artucio, Representante Permanente del Uruguay ante la ONU,
para proceder en nombre de la República al depósito del respectivo
instrumento.
El texto actual es complemento de un documento
inicial que se redactó hace 20 años en Ginebra, Suiza, por un pequeño
grupo integrado por representantes de la iglesia y de organismos no
gubernamentales, entre ellos el Embajador Artucio como miembro de la
Comisión Internacional de Juristas y quien informa sobre la nueva
redacción del Tratado.
Algunos gobiernos europeos se interesaron por el
sistema de visitas como medida de prevención y pidieron al pequeño grupo
que ya había pasado a convertirse en el "Comité Suizo contra la
Tortura", que elaborara un texto a la intención de la Comunidad Europea
teniendo en cuenta el contexto europeo. Artucio integra la Directiva de
dicho Comité Suizo.
Se aprobó entonces un Tratado Europeo para prevenir
la tortura, basado en un régimen de visita a las prisiones, que funciona
en Europa hace ya diez años. El Comité Suizo se transformó en la
"Asociación para la prevención de la tortura". Uruguay lo apoyó siempre
en la Comisión de Derechos Humanos y luego de que las Naciones Unidas lo
adoptaran como un instrumento de proyección de los derechos humanos, el
gobierno uruguayo lo convirtió en Ley Nacional 17.914 en octubre de
2005. Y quiso el destino que uno de aquellos funcionarios de la ONG e
iniciador de esa entonces utopía es hoy el representante de Uruguay ante
la Organización Mundial.
¿Cómo se aplicaría el Tratado en Uruguay?
Se crea un Comité por un pequeño grupo de expertos
honorarios de distintas nacionalidades, que visitarán con cierta
periodicidad las prisiones de cualquier punto de Uruguay. Sean
establecimientos de detención, correccionales, o penitenciarias, sean
cárceles, jefaturas de policía o comisarías. Es decir, todo lugar donde
pueda estar privada de su libertad una persona, fuera cual fuera la
causa de su prisión.
Este sistema no tiene consecuencias financieras
especificas para el país, ya que se financia con fondos de las Naciones
Unidas.
Los expertos a cargo de las visitas no podrán
analizar ni opinar sobre las causas con la justicia o la policía de
Uruguay, o de cualquier otro país. Opinarán si sobre la manera en que
los presos son tratados: sus condiciones de vida, su alimentación, el
control de su salud, los tipos de sanción o castigos penitenciarios e
informarán confidencialmente a las autoridades uruguayas, y si fuera el
caso, aconsejarán los correctivos que a su juicio se imponen. A menudo
las malas condiciones en que viven los privados de libertad no dependen
de la pobreza o de las carencias de un país, sino de cómo se los trata.
Recordando la Constitución uruguaya, ésta señala que
las cárceles no deben ser un lugar para castigar a los presos por los
delitos, aun atroces, que hubieran cometido, sino que el objetivo será
perseguir su re-educación, la aptitud para el trabajo y si es posible, y
muchas veces lo es, particularmente en crímenes pasionales,
reintegrarlos a la sociedad y a su familia.
El gobierno de Uruguay y particularmente sus
Ministros de Relaciones Exteriores y del Interior, vinculados al tema,
han dado un paso en las buenas direcciones: mejorar la protección de sus
habitantes contra eventuales excesos de poder. |