19/12/05


SUPERAR LA POBREZA NO ES SOLO CUESTIÓN DE LOS POBRES, SINO RESPONSABILIDAD DE TODOS
El Ministro Gargano afirmó en Hong Kong que el subsidio a los productos agrícolas constituye una de las mayores paradojas contemporáneas que escapa a la explicación de toda ciencia, ya que el proteccionismo en la agricultura ampara a un conjunto muy reducido de la población de los países más ricos del planeta, al tiempo en que penaliza a la enorme mayoría de los agricultores del mundo.

En su exposición durante la Sexta Conferencia Ministerial de la OMC, reunida en Hong Kong del 13 al 18 del corriente mes, el Ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay señaló que para nuestro país “es claro que el mandato de Doha debe cumplirse en su integridad. Es necesario asegurar un acceso sustantivo a los mercados a través de una fórmula ambiciosa de reducción arancelaria. Ciertamente que se deben respetar las flexibilidades acordadas, pero éstas deberán ser muy limitadas y aún en ese caso, ellas deberán asegurar un nivel mínimo de acceso”. 

Garagano reconoció que “esta Ronda es la gran ocasión de desterrar para siempre una de las formas más injustas de discriminación en materia comercial, como lo son los subsidios a la exportación” y reclamó que “debemos entonces eliminar todas estas medidas y aquellas que tengan un efecto equivalente. Ello deberá hacerse mediante la adopción de un calendario de no más de 5 años, en el cual el mayor esfuerzo tendrá que concentrarse en los primeros años de su vigencia y asegurar su eliminación completa para el año 2010”.  

Tras recordar que en nuestro país fue donde comenzó la Ronda de negociaciones que culminó con la creación de la OMC, Gargano afirmó que Uruguay va a defender la organización y la existencia de una normativa internacional que garantice el comercio libre, pero aclarando que “no por ello podemos ignorar que hasta el presente lo pactado en Marrakech ha servido prioritariamente a los países más poderosos, mientras que el capítulo agrícola sigue esperando y muchos países en desarrollo siguen viendo crecer la pobreza y la marginación”. 

En este sentido, afirmó que “si culmináramos esta reunión de Hong Kong con un resultado que solamente maquillara el statu quo en agricultura y enmascarara las responsabilidades, ello significará el comienzo del descreimiento y la pérdida de confianza en el sistema multilateral de comercio y en esta organización, lo que sería muy grave”.

“Nuestro país es consciente que el comercio no es un fin en sí mismo, sino tan solo un instrumento más al servicio de los objetivos fundamentales que persiguen nuestros países, que no son otros que los de asegurar el bienestar y la justicia social en sus respectivas sociedades y una valiosa contribución también a la paz y a la seguridad internacionales”, culminó nuestro Canciller.

PALABRAS DEL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES, REINALDO GARGANO, EN LA SEXTA CONFERENCIA MINISTERIAL DE LA OMC, REUNIDA EN HONG KONG, DEL 13 AL18 DE DICIEMBRE 2005

MINISTRO GARGANO: Señor Presidente; señores Ministros de los países miembros de la OMC; señores delegados:

Quisiera dirigir mis primeras palabras para agradecerles a las autoridades de Hong Kong–China todos los esfuerzos que generosamente han desplegado para asegurar el éxito de esta nueva conferencia ministerial de la OMC.

Uruguay ha concurrido a esta reunión con el mismo ánimo que lo ha inspirado en ocasiones anteriores, que no es otro que el de contribuir a fortalecer el sistema multilateral del comercio.

A reforzar el principio del multilateralismo en las relaciones internacionales; a forjar los consensos que permitan que el derecho internacional se imponga ante la arbitrariedad del unilateralismo; a lograr de una vez por todas un comercio más justo y equitativo, que les permita a los países más necesitados vender el fruto de su trabajo sin las restricciones injustificadas que les imponen hoy las políticas proteccionistas aplicadas por los países más poderosos.

La superación de la pobreza no es solo una cuestión de los pobres, es una responsabilidad ética de todos.

¿Quién podría dudar que un comercio más libre y más justo será la mejor contribución que la comunidad internacional podría hacerle a la lucha contra la pobreza, el hambre y las desigualdades sociales?

¿Quién podría dudar que la eliminación de las restricciones al comercio que hoy pesan sobre los países menos favorecidos sería una de las formas más genuinas de contribuir a alcanzar las metas que nos hemos propuesto en la Declaración del Milenio? 

Una Declaración del Milenio cuyos objetivos están hoy muy lejos poderse concretar.

¿Quién puede racionalmente creer que en un mundo donde 2000 millones de personas viven sin agua potable y casi un 50% de los 6000 millones de habitantes viven por debajo del nivel de pobreza, salgan de dicha condición en 10 años, en tanto unos pocos centenares de personas concentran una riqueza igual a la población de 40 países de este mundo tan desigual? 

¿Puede alguien dudar que esto no tiene relación con el hecho de que el comercio libre sigue siendo una teoría, cuando los países desarrollados dedican 300.000 millones de dólares anuales a la protección de sus economías con aranceles astronómicos, cuotas y subsidios que no permiten el libre comercio de los demás, pidiéndoles al mismo tiempo que abran sus economías, eliminen sus aranceles y paguen regalías y patentes? 

Esto no es una protesta, es una descripción de una realidad que acentúa las desigualdades, conspira contra la solidaridad y por ende contribuye a la frustración y pone en peligro la paz y la seguridad internacional.

Ha existido mucha paciencia y debilidad, durante décadas y en especial desde que se creó la OMC, que pautó los tiempos en que se liberaría el comercio mundial, pero lo cierto es que en lo que se refiere al capítulo agrícola poco o nada se ha avanzado y los países más competitivos en materia agrícola ven crecer la pobreza, el endeudamiento y el subdesarrollo. Se han modernizado en su producción, pero su gente es más pobre.

Han pasado casi seis décadas desde la creación del GATT, piedra fundacional de todo este sistema, y aún hoy nos seguimos preguntado por qué razón la agricultura sigue siendo un “caso especial” en el comercio internacional.  Un sector para el cual las reglas de libertad de comercio que prevalecen para los productos manufacturados, la alta tecnología o los intercambios financieros, no se le aplican a ella. 

Esta constituye una de las mayores paradojas contemporáneas que escapa a la explicación de toda ciencia, ya que el proteccionismo en la agricultura ampara a un conjunto muy reducido de la población de los países más ricos del planeta, al tiempo en que penaliza a la enorme mayoría de los agricultores del mundo, que viven en los países en desarrollo y que son dependientes de la agricultura para obtener sus ingresos, su alimentación y sus medios de subsistencia. 

Para Uruguay es claro que el mandato de Doha debe cumplirse en su integridad. Es necesario asegurar un acceso sustantivo a los mercados a través de una fórmula ambiciosa de reducción arancelaria. Ciertamente que se deben respetar las flexibilidades acordadas, pero éstas deberán ser muy limitadas y aún en ese caso, ellas deberán asegurar un nivel mínimo de acceso. 

Esta Ronda es la gran ocasión de desterrar para siempre una de las formas más injustas de discriminación en materia comercial, como lo son los subsidios a la exportación. Debemos entonces eliminar todas estas medidas y aquellas que tengan un efecto equivalente. Ello deberá hacerse mediante la adopción de un calendario de no más de 5 años, en el cual el mayor esfuerzo tendrá que concentrarse en los primeros años de su vigencia y asegurar su eliminación completa para el año 2010.  

Además, es necesario reducir sustantivamente los apoyos internos que  distorsionan el comercio, mediante una fórmula que reduzca el total agregado de estos apoyos, así como cada uno de sus componentes.  Es imprescindible introducir disciplinas más estrictas  -tal como lo ha sugerido el G20-, para asegurarse que los pagos de caja verde no tengan efectos negativos  sobre el comercio, o que estos sean mínimos. Sin estas disciplinas no será posible evitar que las reformas resulten inoperantes como consecuencia de un simple cambio de compartimiento.  Además, la caja azul no debe seguir siendo una excusa para mantener apoyos altamente distorsionantes del comercio y eludir los compromisos de reducción de las ayudas.

Pero al igual que en otras áreas de negociación, resulta imperativo también en la agricultura acordar un Trato Especial y Diferenciado para los países en desarrollo que, sin constituir un impedimento a las contribuciones que ciertamente estos países realizarán en la Ronda, atienda sus necesidades de desarrollo y mantenga una justa proporcionalidad respecto a los compromisos más sustantivos que deben adoptar los países desarrollados.  Una ausencia de resultados concretos en este tema no sería digna del compromiso colectivo que todos hemos asumido con la que hemos denominado Ronda para el Desarrollo. 

Para terminar, señor Presidente, Uruguay reitera su compromiso con una culminación exitosa de estas negociaciones. Una Ronda donde los resultados en la agricultura serán seguramente la llave que habilite a obtener un paquete equilibrado también en el acceso a los mercados para los productos no agrícolas y los servicios, en la facilitación del comercio y en las cuestiones del desarrollo, para lo cual estamos dispuestos a realizar una contribución positiva.

De allí la importancia de identificar un programa de trabajo que paute los esfuerzos que deberán realizarse a partir de esta Conferencia, cuyo objetivo será el de alcanzar las modalidades completas en los principales sectores de la negociación y la finalización de los trabajos en una fecha temprana del año 2006.

Uruguay, país donde comenzó la Ronda de negociaciones que culminó con la creación de la OMC,  va a defender la organización y la existencia de una normativa internacional que garantice el comercio libre.

No por ello podemos ignorar que hasta el presente lo pactado en Marrakech ha servido prioritariamente a los países más poderosos, mientras que el capítulo agrícola sigue esperando y muchos países en desarrollo siguen viendo crecer la pobreza y la marginación. 

Si culmináramos esta reunión de Hong Kong con un resultado que solamente maquillara el statu quo en agricultura y enmascarara las responsabilidades, ello significará el comienzo del descreimiento y la pérdida de confianza en el sistema multilateral de comercio y en esta organización, lo que sería muy grave.

Nuestro país es consciente que el comercio no es un fin en sí mismo, sino tan solo un instrumento más al servicio de los objetivos fundamentales que persiguen nuestros países, que no son otros que los de asegurar el bienestar y la justicia social en sus respectivas sociedades y una valiosa contribución también a la paz y a la seguridad internacionales.  Muchas gracias.

© 2005 PRESIDENCIA - República Oriental del Uruguay | Derechos Reservados