SUPERAR LA POBREZA NO ES SOLO CUESTIÓN DE LOS
POBRES, SINO RESPONSABILIDAD DE TODOS
El Ministro Gargano afirmó en Hong Kong que el
subsidio a los productos agrícolas constituye una de las mayores
paradojas contemporáneas que escapa a la explicación de toda ciencia, ya
que el proteccionismo en la agricultura ampara a un conjunto muy
reducido de la población de los países más ricos del planeta, al tiempo
en que penaliza a la enorme mayoría de los agricultores del mundo.
En su
exposición durante la Sexta Conferencia Ministerial de la OMC, reunida
en Hong Kong del 13 al 18 del corriente mes, el Ministro de Relaciones
Exteriores de Uruguay señaló que para nuestro país “es claro que el
mandato de Doha debe cumplirse en su integridad. Es necesario asegurar
un acceso sustantivo a los mercados a través de una fórmula ambiciosa de
reducción arancelaria. Ciertamente que se deben respetar las
flexibilidades acordadas, pero éstas deberán ser muy limitadas y aún en
ese caso, ellas deberán asegurar un nivel mínimo de acceso”.
Garagano reconoció que
“esta Ronda es la gran ocasión de desterrar para siempre una de las
formas más injustas de discriminación en materia comercial, como lo son
los subsidios a la exportación” y reclamó que “debemos entonces eliminar
todas estas medidas y aquellas que tengan un efecto equivalente. Ello
deberá hacerse mediante la adopción de un calendario de no más de 5
años, en el cual el mayor esfuerzo tendrá que concentrarse en los
primeros años de su vigencia y asegurar su eliminación completa para el
año 2010”.
Tras recordar que en
nuestro país fue donde comenzó la Ronda de negociaciones que culminó con
la creación de la OMC, Gargano afirmó que Uruguay va a defender la
organización y la existencia de una normativa internacional que
garantice el comercio libre, pero aclarando que “no por ello podemos
ignorar que hasta el presente lo pactado en Marrakech ha servido
prioritariamente a los países más poderosos, mientras que el capítulo
agrícola sigue esperando y muchos países en desarrollo siguen viendo
crecer la pobreza y la marginación”.
En este sentido, afirmó
que “si culmináramos esta reunión de Hong Kong con un resultado que
solamente maquillara el statu quo en agricultura y enmascarara las
responsabilidades, ello significará el comienzo del descreimiento y la
pérdida de confianza en el sistema multilateral de comercio y en esta
organización, lo que sería muy grave”.
“Nuestro país es consciente que el
comercio no es un fin en sí mismo, sino tan solo un instrumento más al
servicio de los objetivos fundamentales que persiguen nuestros países,
que no son otros que los de asegurar el bienestar y la justicia social
en sus respectivas sociedades y una valiosa contribución también a la
paz y a la seguridad internacionales”, culminó nuestro Canciller.
PALABRAS DEL MINISTRO DE
RELACIONES EXTERIORES, REINALDO GARGANO, EN LA SEXTA CONFERENCIA
MINISTERIAL DE LA OMC, REUNIDA EN HONG KONG, DEL 13 AL18 DE DICIEMBRE
2005
MINISTRO GARGANO: Señor
Presidente; señores Ministros de los países miembros de la OMC; señores
delegados:
Quisiera dirigir mis
primeras palabras para agradecerles a las autoridades de Hong Kong–China
todos los esfuerzos que generosamente han desplegado para asegurar el
éxito de esta nueva conferencia ministerial de la OMC.
Uruguay ha concurrido a
esta reunión con el mismo ánimo que lo ha inspirado en ocasiones
anteriores, que no es otro que el de contribuir a fortalecer el sistema
multilateral del comercio.
A reforzar el principio
del multilateralismo en las relaciones internacionales; a forjar los
consensos que permitan que el derecho internacional se imponga ante la
arbitrariedad del unilateralismo; a lograr de una vez por todas un
comercio más justo y equitativo, que les permita a los países más
necesitados vender el fruto de su trabajo sin las restricciones
injustificadas que les imponen hoy las políticas proteccionistas
aplicadas por los países más poderosos.
La superación de la
pobreza no es solo una cuestión de los pobres, es una responsabilidad
ética de todos.
¿Quién podría dudar que
un comercio más libre y más justo será la mejor contribución que la
comunidad internacional podría hacerle a la lucha contra la pobreza, el
hambre y las desigualdades sociales?
¿Quién podría dudar que
la eliminación de las restricciones al comercio que hoy pesan sobre los
países menos favorecidos sería una de las formas más genuinas de
contribuir a alcanzar las metas que nos hemos propuesto en la
Declaración del Milenio?
Una Declaración del
Milenio cuyos objetivos están hoy muy lejos poderse concretar.
¿Quién puede
racionalmente creer que en un mundo donde 2000 millones de personas
viven sin agua potable y casi un 50% de los 6000 millones de habitantes
viven por debajo del nivel de pobreza, salgan de dicha condición en 10
años, en tanto unos pocos centenares de personas concentran una riqueza
igual a la población de 40 países de este mundo tan desigual?
¿Puede alguien dudar que
esto no tiene relación con el hecho de que el comercio libre sigue
siendo una teoría, cuando los países desarrollados dedican 300.000
millones de dólares anuales a la protección de sus economías con
aranceles astronómicos, cuotas y subsidios que no permiten el libre
comercio de los demás, pidiéndoles al mismo tiempo que abran sus
economías, eliminen sus aranceles y paguen regalías y patentes?
Esto no es una protesta,
es una descripción de una realidad que acentúa las desigualdades,
conspira contra la solidaridad y por ende contribuye a la frustración y
pone en peligro la paz y la seguridad internacional.
Ha existido mucha
paciencia y debilidad, durante décadas y en especial desde que se creó
la OMC, que pautó los tiempos en que se liberaría el comercio mundial,
pero lo cierto es que en lo que se refiere al capítulo agrícola poco o
nada se ha avanzado y los países más competitivos en materia agrícola
ven crecer la pobreza, el endeudamiento y el subdesarrollo. Se han
modernizado en su producción, pero su gente es más pobre.
Han pasado casi seis
décadas desde la creación del GATT, piedra fundacional de todo este
sistema, y aún hoy nos seguimos preguntado por qué razón la agricultura
sigue siendo un “caso especial” en el comercio internacional. Un sector
para el cual las reglas de libertad de comercio que prevalecen para los
productos manufacturados, la alta tecnología o los intercambios
financieros, no se le aplican a ella.
Esta constituye una de
las mayores paradojas contemporáneas que escapa a la explicación de toda
ciencia, ya que el proteccionismo en la agricultura ampara a un conjunto
muy reducido de la población de los países más ricos del planeta, al
tiempo en que penaliza a la enorme mayoría de los agricultores del
mundo, que viven en los países en desarrollo y que son dependientes de
la agricultura para obtener sus ingresos, su alimentación y sus medios
de subsistencia.
Para Uruguay es claro que
el mandato de Doha debe cumplirse en su integridad. Es necesario
asegurar un acceso sustantivo a los mercados a través de una fórmula
ambiciosa de reducción arancelaria. Ciertamente que se deben respetar
las flexibilidades acordadas, pero éstas deberán ser muy limitadas y aún
en ese caso, ellas deberán asegurar un nivel mínimo de acceso.
Esta Ronda es la gran
ocasión de desterrar para siempre una de las formas más injustas de
discriminación en materia comercial, como lo son los subsidios a la
exportación. Debemos entonces eliminar todas estas medidas y aquellas
que tengan un efecto equivalente. Ello deberá hacerse mediante la
adopción de un calendario de no más de 5 años, en el cual el mayor
esfuerzo tendrá que concentrarse en los primeros años de su vigencia y
asegurar su eliminación completa para el año 2010.
Además, es necesario
reducir sustantivamente los apoyos internos que distorsionan el
comercio, mediante una fórmula que reduzca el total agregado de estos
apoyos, así como cada uno de sus componentes. Es imprescindible
introducir disciplinas más estrictas -tal como lo ha sugerido el G20-,
para asegurarse que los pagos de caja verde no tengan efectos negativos
sobre el comercio, o que estos sean mínimos. Sin estas disciplinas no
será posible evitar que las reformas resulten inoperantes como
consecuencia de un simple cambio de compartimiento. Además, la caja
azul no debe seguir siendo una excusa para mantener apoyos altamente
distorsionantes del comercio y eludir los compromisos de reducción de
las ayudas.
Pero al igual que en
otras áreas de negociación, resulta imperativo también en la agricultura
acordar un Trato Especial y Diferenciado para los países en desarrollo
que, sin constituir un impedimento a las contribuciones que ciertamente
estos países realizarán en la Ronda, atienda sus necesidades de
desarrollo y mantenga una justa proporcionalidad respecto a los
compromisos más sustantivos que deben adoptar los países desarrollados.
Una ausencia de resultados concretos en este tema no sería digna del
compromiso colectivo que todos hemos asumido con la que hemos denominado
Ronda para el Desarrollo.
Para terminar, señor
Presidente, Uruguay reitera su compromiso con una culminación exitosa de
estas negociaciones. Una Ronda donde los resultados en la agricultura
serán seguramente la llave que habilite a obtener un paquete equilibrado
también en el acceso a los mercados para los productos no agrícolas y
los servicios, en la facilitación del comercio y en las cuestiones del
desarrollo, para lo cual estamos dispuestos a realizar una contribución
positiva.
De allí la importancia de
identificar un programa de trabajo que paute los esfuerzos que deberán
realizarse a partir de esta Conferencia, cuyo objetivo será el de
alcanzar las modalidades completas en los principales sectores de la
negociación y la finalización de los trabajos en una fecha temprana del
año 2006.
Uruguay, país donde
comenzó la Ronda de negociaciones que culminó con la creación de la OMC,
va a defender la organización y la existencia de una normativa
internacional que garantice el comercio libre.
No por ello podemos
ignorar que hasta el presente lo pactado en Marrakech ha servido
prioritariamente a los países más poderosos, mientras que el capítulo
agrícola sigue esperando y muchos países en desarrollo siguen viendo
crecer la pobreza y la marginación.
Si culmináramos esta
reunión de Hong Kong con un resultado que solamente maquillara el statu
quo en agricultura y enmascarara las responsabilidades, ello significará
el comienzo del descreimiento y la pérdida de confianza en el sistema
multilateral de comercio y en esta organización, lo que sería muy grave.
Nuestro país es
consciente que el comercio no es un fin en sí mismo, sino tan solo un
instrumento más al servicio de los objetivos fundamentales que persiguen
nuestros países, que no son otros que los de asegurar el bienestar y la
justicia social en sus respectivas sociedades y una valiosa contribución
también a la paz y a la seguridad internacionales. Muchas gracias. |