ASUMIÓ NUEVO COMANDANTE EN JEFE DEL EJÉRCITO
Este miércoles, asumió el Teniente General,
Carlos Díaz, como nuevo Comandante en Jefe del Ejército, quien
sustituye en esta función al Teniente General Ángel Bertolotti,
ambos coincidieron en mencionar su respeto a la Constitución y a
las Leyes, su adscripción al Mando Superior y a los propósitos
aprobados por la sociedad en su conjunto.
La ceremonia se realizó en la Plaza de Armas del
Comando General del Ejército; el encargado del despacho del Comando
General del Ejército, General Tomás M. Medina fue quien presentó el
discurso de apertura, sustituyendo en el uso de la palabra al Comandante
en Jefe del Ejército, Teniente General, Ángel Bertolotti, quien se
encuentra recuperándose tras una intervención quirúrgica en Colombia.
En su discurso, el ahora Ex-Comandante en Jefe del
Ejército, Teniente General Ángel Bertolotti, expresaba que "las
circunstancias en las que nos tocó actuar y decidir tuvieron
características muy singulares en todos los niveles y en todos los
actores. Sin embargo, y esto me complace subrayarlo, me consta que nunca
hemos perdido el rumbo en la fiel observancia de las leyes, bajo el
mandato de la Constitución y poniendo por delante los fines superiores
de la Patria".
Asimismo, después de ser investido por la Ministra de
Defensa Nacional, Azucena Berrutti, en el cargo de Comandante en Jefe
del Ejército, el Teniente General, Carlos Díaz, destacó que está es la
función de máxima responsabilidad que un profesional militar puede
alcanzar y manifestó que "en ningún sentido este cargo es un fin es sí
mismo, sino que constituye un instrumento que conlleva el compromiso del
ejercicio del mando, con el más absoluto apego a la Constitución y a los
valores castrenses que sustentan la provisión de las armas al servicio
del Estado y el pleno convencimiento como profesional que los efectos
que generen las fuerzas que comando deberán satisfacer exclusivamente
los propósitos aprobados por la sociedad en su conjunto".
PALABRAS DEL COMANDANTE EN JEFE DEL EJERCITO TENIENTE
GENERAL ANGEL BERTOLOTTI NEUMAN
BERTOLOTTI: Llegado al término de mi Comando de la
Jefatura del Ejército Nacional tengo el honor de dirigirme por última
vez a la Fuerza - que ha sido mi hogar por casi 50 años- a las
autoridades nacionales, ya la Sociedad toda. Tras de este acto, como
corresponde, me llamaré a silencio.
Pero no quería irme sin señalar el orgullo que me
embarga por la disciplina y la responsabilidad, que siempre han
demostrado todos y cada unos de los integrantes del Ejército Nacional en
todas las horas que me ha tocado comandarlo, que no fueron horas
fáciles, es cierto, pero que fueron fecundas en resultados de
comprensión tanto dentro como fuera de la Fuerza.
Me siento satisfecho de haber mantenido en alto ese
preciado capital del Ejército que es su ética profesional, su devoción
del deber, su respeto a la Constitución y las Leyes y su adscripción sin
menguas al Mando Superior.
Las circunstancias en las que nos tocó actuar y
decidir tuvieron características muy singulares en todos los niveles y
en todos los actores. Sin embargo, y esto me complace subrayarlo, me
consta que nunca hemos perdido el rumbo en la fiel observancia de las
leyes, bajo el mandato de la Constitución y poniendo por delante los
fines superiores del la Patria.
Nuestra Institución fue respetada y respetuosa y fue
considerada con dignidad y lealtad, sabiendo sortear las muchas pruebas
que la realidad le ha ido marcando.
Hubo momentos difíciles: no en todos los casos los
tiempos y los hechos ocurrieron conforme a las disposiciones adoptadas.
Aciertos, errores, ansiedades, incomprensión,
solidaridades no esperadas, apoyos, incertidumbres; todo este año fueron
luces y sombras, que ustedes sabrán comprender ante mi confesión de
labor no concluida, pero que brindó las primeras bases de un
relacionamiento institucional impostergable para la Nación.
En cada una de las circunstancias fuimos concientes
de que nuestra misión de tutelar los bienes de la Nación y la unidad y
profesionalidad de nuestro Ejército estaban por encima de las
coyunturas, que nada nos apartaría de las bases doctrinarias y de las
conductas que nos hacen merecedores de la honrosa tradición que nos
precede. A ello dedicamos nuestro esfuerzo.
No es este el momento, ni soy yo la persona indicada
para trazar un balance justo e imparcial de lo que nuestra institución
ha hecho, o aún más de aquello que hemos evitado. Porque entiéndase, la
realidad no se compone de las cosas que existen y se verifican
positivamente, sino también de aquellas que hemos logrado conjurar, no
permitiendo que cristalizaran y se convirtieran en obstáculos a los
mejores resultados que la mayoría de los uruguayos sinceramente
deseamos.
Simplemente quiero expresar que en las condiciones en
las que me ha tocado actuar, nunca perdí de vista, que el encuadre
profesional, sus valores, su desarrollo y perfeccionamiento en todas las
áreas y órdenes jamás deberían entrar en colisión con la rica y plena
institucionalidad democrática, sino estar a su servicio.
He pensado siempre y lo ratifico ahora, que los
mejores Ejércitos, los más poderosos en el plano moral y en la calidad
de sus Soldados, son los que sirven con lealtad a la causa de la Nación,
expresada ella en la constante autoridad legal de sus órganos y de sus
representantes, y, en la sumisión constante a los principios que le
dieron origen y permanencia a lo largo de la Historia.
Mantener, estimular y seguir optimizando esas
cualidades en el Ejército, y que la sociedad las reconozca, creo que es
una de las misiones centrales que hace a las responsabilidades del cargo
que hoy abandono. Quienes me precedieron en la función han cumplido con
honor y eficacia esa misión. Y lo mismo hará -estoy seguro que con toda
entereza, habida cuenta de sus cualidades personales y de su excelente
trayectoria- el distinguido Oficial General que habrá de sucederme en
pocos minutos.
Mi deseo, mi más profundo deseo, es que el nuevo
Comandante en Jefe, el Teniente General Carlos Díaz, un hombre de gran
experiencia en el mando, de fino y profundo conocimiento de la realidad
del Ejército y un oficial de firmes convicciones militares y ciudadanas,
tenga acceso a los tiempos necesarios para llevar adelante la obra que
todas las generaciones hemos ido forjando, conforme a las distintas
circunstancias que nos han tocado en suerte.
En el Ejército, al cabo de los últimos años, se hizo
mucho en materia de crecimiento, mucho en materia de adaptación, en el
de desarrollo de posibilidad profesional, de transformaciones
estructurales. Pero mucho es poco en relación a la demanda creciente que
proponen las cambiantes realidades del mundo, de la región, del país y
de todos los factores que a ellas las definen.
De modo que hay un horizonte abierto y un compromiso
vivo que entrelaza el lugar al que hemos llegado con el venturoso
porvenir que todos tenemos el deber de ayudar a construir. Y cuando digo
todos, no digo algunos: digo todos, porque un país no es meramente la
suma aritmética de las personas que pisan su suelo, sino una vocación,
un compromiso, un sueño y una responsabilidad que nos abarca y nos
obliga por igual, más allá de las lógicas y a veces fuertes diferencias
que naturalmente podamos tener.
No quiero terminar sin agradecer a quienes confiaron
en mi persona y en mi trabajo, y a quienes lealmente me sirvieron
durante este año que he transcurrido al frente del Ejército. Y al Señor
Teniente General, Carlos Díaz, todos mis votos, toda mi colaboración y,
desde luego, mi reconocimiento personal y mi amistad de siempre y, como
soldado, toda mi obediencia.
¡Salud Ejército Oriental! El Comandante en Jefe del
Ejército, Teniente General, Ángel Bertolotti, el encargado del despacho
del Comando General del Ejército, General Tomás M. Medina.
PALABRAS DEL COMANDANTE EN JEFE DEL EJERCITO, CARLOS
DÍAZ, EN LA ASUNCIÓN DEL MANDO, EN LA PLAZA DE ARMAS DEL COMANDO DEL
EJERCITO
DIAZ: Señor Presidente de la República, doctor Tabaré
Vázquez; señor Vicepresidente de la República y Presidente de la
Asamblea General, señor Rodolfo Nin Novoa; señor Presidente de la
Suprema Corte de Justicia, doctor Hipólito Rodríguez Caorsi; señora
Ministra de Defensa Nacional, doctora Azucena Berrutti, señores
Ministros de Estado, señora Presidenta de la Cámara de Representantes,
Nora Castro, señor Secretario de la Presidencia de la República, doctor
Gonzalo Fernández; señores senadores de la República y representantes
nacionales, señor Subsecretario de Defensa Nacional, doctor José Bayardi,
señor ex Presidente de la República, senador Julio María Sanguinetti,
autoridades nacionales, señores Comandantes en Jefes de la Armada
Nacional y de la Fuerza Aérea Uruguaya; señores Comandantes en Jefes y
representantes de ejércitos de países amigos, señores Intendentes
municipales y autoridades departamentales, señores representantes
diplomáticos, señores oficiales generales y almirantes de las Fuerzas
Armadas en actividad y retiro, señores agregados militares acreditados
ante nuestro país, personal superior de las Fuerzas Armadas y del
Instituto Policial en actividad y retiro, caballeros y damas cadetes,
personal subalterno, señoras y señores.
Al asumir hoy como Comandante en Jefe del Ejército
Nacional, quiero inicialmente prestar el mayor reconocimiento al Mando
Superior de la Armada, por haber depositado su confianza en mí persona
para desempeñar tan honroso cargo, el cual representa la máxima
responsabilidad que un profesional militar puede alcanzar. En ningún
sentido este cargo es un fin es sí mismo, sino que constituye un
instrumento que conlleva el compromiso del ejercicio del mando, con el
más absoluto apego a la Constitución y a los valores castrenses que
sustentan la provisión de las armas al servicio del Estado y el pleno
convencimiento como profesional que los efectos que genere las fuerzas
que comando deberán satisfacer exclusivamente los propósitos aprobados
por la sociedad en su conjunto.
Agradezco las palabras del señor Teniente General
Ángel Bertolotti a la vez que le deseo una pronta recuperación, a él y a
todos quienes me antecedieron en el cargo vaya también mi respeto por la
tarea por ellos desarrollada. A mis camaradas de armas, sepan que
tendrán mi compromiso de volcar todo el esfuerzo intelectual y físico
para que el Ejército Nacional continúe evolucionando en pos de alcanzar
los objetivos fijados por el mando superior de las Fuerzas Armadas en el
ámbito de la defensa nacional.
Nos encontramos hoy en un escenario signado por los
avances tecnológicos que inciden marcadamente en la organización de las
Fuerzas Armadas, así como en su armamento y doctrina de empleo; esto
será enfrentado por el Ejército Nacional mediante el desarrollo de
capacidades que atiendan el más amplio espectro de amenazas y
circunstancias que ameriten su empleo, lo que necesariamente implica
establecer una clara distinción y priorización de las mismas, en función
de la vasta gama de operaciones y tareas esenciales o accesorias más
inmediatas.
Este hecho será la continuación del proceso de
modernización que tomará como base los requerimientos operacionales que
resulten justificables desde el punto de vista económico sustentables en
términos presupuestales y capaces de satisfacer las necesidades de la
sociedad. Estas actitudes militares destinadas principalmente a defender
los valores sustanciales de la nación, son el fundamento de nuestra
existencia como institución a su servicio, y constituyen el elemento
central para la generación de efectos que cumplan con los diferentes
propósitos y circunstancias que se presenten.
Es necesario para ello considerar una estructura en
donde exista la posibilidad cierta de combinar las armas y servicios de
manera de cumplir con aquellos fines para los cuales ningún elemento
aisladamente ha sido expresamente creado. Sin dudas, será necesario
desarrollar paulatinamente la habilidad de combinar unidades, sub-unidades,
sistemas, sub-sistemas de armas y estructura de apoyo logístico,
explotando al máximo la especificidad de cada uno de ellos.
Flexibilidad, adaptabilidad y robustez será las
características esenciales de la organización y dependerán en gran
medida de la habilidad para combinar módulos de cualquiera de los
componentes mencionados, en aras de alcanzar las capacidades operativas
que resulten necesarias.
Los planes para la adquisición de material y equipo,
acompañarán la priorización de éstas y la necesidad de integrar
fácilmente los distintos elementos, asegurando la interoperabilidad
entre ellos con las restantes fuerzas y con otros organismos
gubernamentales o no, con los que ya interactuamos y continuaremos
haciéndolo para generar los resultados que satisfagan los intereses
nacionales.
El sistema de enseñanza del Ejército, cimiento de los
logros alcanzados por la institución en sus diferentes campos de
actuación promoverá y desarrollará en un ambiente de continuo
aprendizaje la excelencia en cada uno de los componentes de la Fuerza,
considerando que sin ésta es imposible alcanzar la eficiencia operativa
necesaria para el eficaz cumplimiento de las distintas misiones
asignadas.
Asimismo ofrecerá, complementado con el Sistema
Nacional de Educación la más amplia base cultural a sus alumnos de
manera de generar en esto la iniciativa, el dominio de idiomas, la
capacidad analítica, el discernimiento y la imaginación.
Desde la formación del Ejército Nacional en el campo
de batalla de Las Piedras, nuestros hombres y mujeres han constituido la
ventaja comparativa por excelencia, quienes con su vocación de servicio
caracterizada por la abnegación, el desinterés, el valor, la disciplina,
han hecho posible que este cumpliera satisfactoriamente cada misión a la
que ha sido asignada.
Por lo tanto, su bienestar social seguirá
constituyendo un elemento central en la acción del mando.
Son estos profesionales militares quienes en
definitiva sustentarán las capacidades operacionales del Ejército,
hombres y mujeres caracterizados por el conocimiento específico, lo que
asegura un alto nivel de competencia profesional. Por su responsabilidad
social en la medida en que es la sociedad la única receptora de los
efectos que se generen mediante las acciones del Ejército, en cualquier
circunstancia y por su sentido corporativo, tan característico de una
profesión pública como lo es la militar, pero que en ningún sentido se
antepone al logro del interés general.
Es propicio el momento para expresar el afecto y
gratitud que guardo hacia quienes fueron mis instructores y jefes a lo
largo de mi carrera militar, y en particular a los camaradas y amigos
que hoy me acompañan en esta ceremonia. A mis subordinados y
subalternos, y muy especialmente a mi familia por su incondicional
apoyo.
A quien egresó de la escuela militar ocupando el
primer lugar de mi promoción y sobre todo al entrañable amigo que hoy no
me acompaña, pero que en mi más profunda intimidad se encuentra a mi
lado, el compromiso de que seguiré intentando consolidar aquellos
anhelos que juntos iluminaron nuestra vida profesional y que hoy me
permiten recordarlo con el mismo cariño, respeto, y admiración de
siempre.
Antes de finalizar, quiero agradecer la presencia de
todos quienes hicieron hoy un alto en su labor para acompañarnos en esta
ceremonia.
Asimismo me comprometo a dar mis mayores esfuerzos
para propiciar la actuación conjunta de las Fuerzas Armadas, y mantener
el nivel de intercambio de experiencias y conocimiento con los países
amigos, con quienes además, compartimos el privilegio de interoperar en
distintas misiones de mantenimiento de la paz, las que tanto han
beneficiado el proceso de instrucción, entrenamiento y apresto de
nuestro Ejercito así como también son un motivo de prestigio para
nuestra sociedad en el contexto internacional.
Por último, exhorto a los integrantes del Ejército
Nacional a continuar trabajando con el mismo ahínco, y responsabilidad
de siempre, con el convencimiento de que el fin último de nuestra tarea
es contribuir, junto con los demás componentes del Estado, a lograr el
bienestar de todos nuestros compatriotas. Esta es nuestra misión, muchas
gracias. |