XVI CUMBRE IBEROAMERICANA: URUGUAY ASUMIÓ SECRETARÍA
PRO TÉMPORE
Desde hoy Uruguay asumió la Secretaría Pro Témpore
de la XVI Cumbre Iberoamericana, cuyo traspaso fue realizado por el
Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España, Miguel Ángel
Moratinos, al Ministro de Relaciones Exteriores de nuestro país,
Reinaldo Gargano.
La ceremonia tuvo lugar este lunes, en el Anfiteatro
del Instituto Artigas del Servicio Exterior, la cual contó con la
presencia del Secretario General Iberoamericano, Enrique Iglesias, así
como de autoridades nacionales y de los Embajadores de los países
iberoamericanos.
El Ministro Gargano al asumir la responsabilidad de
conducir esta Secretaría señaló que el objetivo principal será que "la
reunión cumbre esté más cerca de la gente y que la gente la sienta como
propia", subrayando que "la cumbre este más cerca de la gente a través
de la educación, y emprender un proyecto común de eliminar el
analfabetismo en América Latina en un plazo que ya acordaremos cual
será, buscando, además, la unidad política, con la cual se podrán
resolver otros temas de vital importancia, con libertad como principio
básico y la consolidación de los sistemas democráticos en América
Latina".
En la oportunidad, hicieron uso de la palabra el
Canciller Reinaldo Gargano, el Ministro español Miguel Ángel Moratinos,
y el Secretario General Iberoamericano, Enrique Iglesias.
PALABRAS DEL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES,
REINALDO GARGANO
CANCILLER GARGANO: Buenas tardes a todos, gracias
Miguel Ángel por tus palabras. Asumimos hoy la responsabilidad de
conducir este trabajo hacia la 16 Cumbre Iberoamericana con el objetivo
central de que al finalizar la cual, como lo sentimos, lo intuimos en
Salamanca, la reunión cumbre esté más cerca de la gente y que la gente
la sienta como propia.
Y vamos a trabajar en ese sentido con la colaboración
del Secretario General, hay muchas ideas ahí puestas sobre la mesa para
impulsar ese trabajo, con la presencia de nuestro colega de Portugal y
con nuestro colega de Chile, a quien le tendremos que transferir la
posta luego para que ellos sigan trabajando en esto.
Yo no voy a hacer un discurso de nada, voy a decir lo
que pienso.
En primer lugar, creo que es muy importante que
consideremos esta Cumbre Iberoamericana no como un torneo de examen de
alguno de los temas dados, yo no quiero decir que haya sido retórica
todo lo que se a hecho, se habló seriamente de muchos temas de los
problemas grandes como el tema del hambre, o del tema de la educación,
el tema del desarrollo en general en oportunidades anteriores. Pero en
mi opinión creo que por primera vez desde hace 150 años sentimos,
palpamos en nuestras cabezas también en nuestras manos, que hay una
nueva realidad en América Latina y también en la Península Ibérica que
nos hacen sentir que tenemos que pesar en el mundo de una forma
distinta, no solo somos hermanos en una lengua o primos hermanos con los
portugueses, que nos entendemos en portuñol, sino que además somos 550
millones de seres humanos que tenemos la misma lengua y la lengua tiene
mucho que ver con la manera de ver y entender el mundo.
No sé quien fue que lo decía pero no le erraba que
las palabras traducen exactamente el modo de pensar y nosotros tenemos
que pensar que América Latina y la Península Ibérica tienen que decir su
palabra en el mundo de hoy. En un mundo extraordinariamente complicado,
donde todos los días esperamos un nuevo desastre de carácter político o
una nueva expresión del uniletarismo, una forma de disminución del
respecto al derecho internacional. Y creo que lo que nos une
fundamentalmente hoy es que todo queremos que se respeten el derecho
internacional y queremos tener una voz única. Yo estoy haciendo un
discurso político, yo busco la unidad política, porque si no conseguimos
establecer la unidad política, difícilmente vamos a resolver los
problemas de la vinculación económica y la resolución de problemas tan
graves como los problemas de la miseria, de la pobreza, del
subdesarrollo.
En consecuencia, la tarea nuestra en estos 12 meses
que nos corresponderá ejercer la Presidencia Pro Témpore de la Comunidad
Iberoamericana de Naciones apoyados en la sapiencia de Enrique Iglesias
y en la colaboración de todos, vamos a empujar algunos proyectos
concretos.
El primero es ese, de acercar a la comunidad a la
gente a través de temas muy importantes como el tema de la educación,
donde yo tengo la idea de que tenemos que emprender un proyecto común
que quiere decir eliminar el analfabetismo en América Latina en un plazo
que ya acordaremos cual será, emprendiendo una acción directa tenemos la
masa crítica de educadores para que el analfabetismo desaparezca y la
educación y la formación es una base de las bases del desarrollo
económico y de la libertad, vamos a empezar por lo último, la libertad
primero.
Y tenemos, otra tarea que es fundamental a
desarrollar que es la de consolidar en América Latina el sistema
democrático. Hay que ayudar a los recién llegados al sistema democrático
y a la estabilidad política, a que consoliden la estabilidad política, y
quiero que mi país está dispuesto a entregar para que ello se consiga y
para que todos pongamos el mayor esfuerzo en lograr esto. Y quiero que
al final de la tarea nuestra al frente de ésta Presidencia Pro Témpore
podamos entregar algo que este construyendo cosas, lo que nos faltaba en
estuvimos de acuerdo con Miguel Ángel y con Enrique cuando lo propusimos
para que se hiciera cargo de esta tarea, era que tenemos que tener
proyectos que apunten a realizar cosas concretas, que la gente sienta
como propias, y eso significa no darle solo institucionalidad, si no
hacer funcionar la institucionalidad para esos objetivos concretos de
desarrollo económico, social y político.
Yo vuelvo a insistir, para mi lo primero es la voz
común en el mundo, una voz común que trabaje por la paz, por el respeto
al derecho internacional, por la solidaridad entre nuestros pueblos y
porque no tengamos que decir como Vallejo cuando se iba de España
después de la guerra civil: España aparte de mí es cáliz, si no al
contrario va a hacer cargo. Buena suerte a todos.
PALABRAS DEL MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE
COOPERACIÓN DE ESPAÑA, MIGUEL ÁNGEL MORATINOS
CANCILLER MORATINOS: Buenas tardes. Sean mis primeras
palabras de enorme emoción y satisfacción por estar por primera vez en
mi vida en Montevideo, en Uruguay, y por participar en esta ceremonia de
entrega de poderes entre Uruguay y España, para asumir la
responsabilidad de llevar el futuro a la Comunidad Iberoamericana.
Por lo tanto, agradecerles a todos su presencia, y
agradecer en primer lugar a mi querido amigo Reinaldo Gargano, Ministro
de Relaciones Exteriores de Uruguay, a Enrique Iglesias, Secretario
General Iberoamericano, y a todas las autoridades, a los Embajadores, a
los amigos y amigas que están aquí hoy con nosotros en Montevideo.
Hace un año recibí en Madrid, de manos del Canciller
de Costa Rica, Roberto Tovar, el traspaso de la Secretaría Pro Témpore
de la Cumbre Iberoamericana; y hoy, un año más tarde, entrego el testigo
a Uruguay para que organice la XVI Cumbre, con la satisfacción, diría
yo, me atrevo a decir, del deber cumplido, y con la certeza de haber
colaborado junto a todos los países iberoamericanos en el
fortalecimiento de nuestra comunidad y en su mayor visibilidad en el
ámbito internacional.
Es cierto que la Secretaría Pro Témpore costarricense
puso el listón muy alto, lo que ha exigido a España un esfuerzo y un
trabajo concienzudo para la organización de la Cumbre de Salamanca. Una
Cumbre que ha colmado en cierta medida las expectativas políticas que se
depositaron en ella para la innovación y la cohesión del espacio
iberoamericano.
Nos propusimos, y creo que lo logramos, que la cita
de Salamanca se tradujera en resultados positivos, concretos y
específicos para la comunidad iberoamericana.
Hoy aquí, mi querido Reinaldo, en este acto, en el
que España traspasa la Secretaría Pro Témpore a la República Oriental
del Uruguay, creo que me vais a permitir hacer un breve balance de lo
que fueron los resultados de la Cumbre de Salamanca, que creo que han
tenido su importancia, tanto en los ámbitos sociales, económico,
cultural, y sobre todo, político.
La Cumbre de Salamanca pasará a la historia por
sentar las bases de un nuevo sistema. Es cierto que habíamos asistido ya
a una especie de fatiga, o de cansancio, o de agotamiento, del modelo de
cumbres que nos obligaron a reactualizar y a replantear su formato, y a
planificar mejor los objetivos, fijando que éstos fuesen más realistas,
más concretos, pero también mas ambiciosos.
De este modo, los países miembros de la Comunidad
Iberoamericana afrontaremos con mayores garantías y más eficacia, los
retos del siglo XXI.
Creo que ahora podemos afirmar que las cumbres
iberoamericanas no son un mero ejercicio de retórica, como han insinuado
algunos de sus detractores, sino un instrumento muy eficaz al servicio
de la política de cooperación iberoamericana. Pues convendrán conmigo en
que poco o nada tiene de retórica la declaración suscrita en Salamanca.
Es también una realidad que en Salamanca cambiamos el
formato de las reuniones de trabajo de los jefes de Estado y de
gobierno, se impulsó el diálogo y la concreción de los debates de los
Jefes de Estado y de Gobierno, así como la propia toma de decisiones
política. Y al mismo tiempo, favoreció la adopción de medidas puntuales
en torno a cuatro ejes esenciales de actuación.
En primer lugar, la elaboración de una agenda de
actuaciones iberoamericanas para mejorar la situación social y económica
de los ciudadanos iberoamericanos. Esos son los verdaderos protagonistas
de la gente iberoamericana: nuestros ciudadanos. Y eso es donde debemos
refortalecer y ahondar aún más nuestra agenda de la comunidad.
En segundo lugar, la coordinación en materia de
gestión de flujos migratorios. Y en tercer lugar, la proyección
internacional de la comunidad iberoamericana y la creación, por último,
de un espacio iberoamericano de conocimiento.
Estos objetivos, satisfechos en gran medida por la
Cumbre de Salamanca, han supuesto la rehabilitación del proceso de
cumbres, el fortalecimiento de la cohesión del espacio iberoamericano, y
nuestro relanzamiento como actores en la escena internacional.
Y hoy nos identificamos, en este escenario, con el
multilateralismo eficaz, así como con la paz, el desarrollo y la defensa
del Derecho Internacional.
Así pues, todos los miembros de la Comunidad
Iberoamericana podemos afirmar sin rubor que Salamanca representa un
antes y un después en la historia reciente de nuestras cumbres.
Pero ahora le toca el turno a Montevideo y a Uruguay,
y estamos convencidos que ellos darán aún más concreción, mayor ambición
y mejores resultados de los que modestamente se alcanzaron en Salamanca.
Es verdad que introdujimos el diálogo político que
nos ha permitido articular una amplia agenda de proyectos e iniciativas,
dentro de las cuales me gustaría destacar la elaboración de un modelo de
regulación de flujos migratorios en Iberoamérica, el canje de deuda por
investigación-educación, el impulso en la negociación de acuerdos de
asociación entre la Unión Europea y diferentes mecanismos de integración
regional latinoamericanos, y que tendremos la ocasión de perfeccionar,
impulsar y concluir con ocasión de la próxima cumbre Unión Europea,
América Latina y Caribe.
Todo ello añadiéndose al establecimiento de unas
bases para la aprobación de una Carta Cultural Iberoamericana, la
elaboración de un Convenio Iberoamericano de Seguridad Social, y el
impulso a la Red Iberoamericana de Cooperación Judicial.
Por lo tanto Salamanca ha supuesto también la
apertura de las cumbres a la ciudadanía y a las organizaciones sociales.
Este es el comienzo para que los encuentros iberoamericanos sean
percibidos, como antes señalaba, por las sociedades de los países de
nuestra comunidad como resolutivos y próximos y de interés colectivo y
sectorial.
La ciudadanía iberoamericana debe vivir lo
iberoamericano, deben sentirse iberoamericanos, deben ser ellos los
principales protagonistas de lo iberoamericano. Y a los responsables
políticos, querido Reinaldo, nos corresponde únicamente impulsar y
canalizar ese sentimiento natural de nuestra ciudadanía, de nuestros
pueblos, para hacer realidad este sueño y esta voluntad de futuro.
Es cierto que en Salamanca hicimos también realidad
por primera vez los distintos foros. Un Foro Parlamentario, donde los
representantes de la soberanía popular tuvieron ocasión de fijar agendas
y proyectos, un Foro Empresarial y Cívico, que han demostrado ser la
mejor prueba de acercar a nuestras sociedades y dar experiencia y
futuro, ese conocimiento mutuo.
A ellos les debemos en gran medida la vitalidad y el
dinamismo de los trabajos de la Cumbre, y a través de ellos la sociedad
civil ha elevado propuestas a las reuniones de Jefes de Estado y de
Gobierno, a la vez que han participado en los debates y en las
decisiones.
Esa vocación social y ciudadana de muchas de las
propuestas de la Cumbre tiene su origen, precisamente, en las
contribuciones de los foros. Estos foros serán en poco tiempo un
elemento insustituible y permanente de nuestro sistema de Cumbres.
Por todo ello, creo que puede decirse que Salamanca
ha abierto una nueva etapa en la construcción de lo Iberoamericano y ha
puesto en pie los mecanismos necesarios para hablar con voz propia en la
esfera internacional.
Porque sí, tenemos que hablar con voz propia y
autónoma en la comunidad internacional. Y ese es otro de los grandes
retos que tendrá la Presidencia uruguaya en la Cumbre Iberoamericana.
Entre los encargos de la Cumbre al Secretario
General, a nuestro gran amigo Enrique Iglesias, figura la coordinación
de una acción iberoamericana para que la crisis haitiana no se extienda
a otros países de la zona; así como la elaboración de una perspectiva
iberoamericana para afrontar con éxito la Cumbre Unión Europea-América
Latina y Caribe, prevista para este año en Viena.
Pero no quiero caer en la autocomplacencia, porque
soy conciente de que aunque en Salamanca ha supuesto un avance
importante, aún queda mucho por hacer y un largo camino por recorrer.
Las sociedades y la ciudadanía iberoamericana nos
exigen reforzar los lazos históricos, nuestras lenguas y culturas, y
potenciar nuestros valores comunes; y además han puesto de relieve la
voluntad de compartir proyectos y esperanzas de futuro.
La Comunidad Iberoamericana tiene ante sí el
revalorizar y proyectar hacia el futuro sus interrelaciones, como exige
el mundo globalizado en el que vivimos.
Para España, como estoy seguro también para Portugal
-y saludo la presencia de Fernando Neves, Secretario de Estado de
Portugal, en este acto- las cumbres iberoamericanas han sido siempre y
son una cuestión de Estado. Las consideramos un instrumento
insustituible, para alcanzar los objetivos compartidos de profundización
democrática, justicia, y bienestar social.
Las cumbres han adquirido nuevas potencialidades,
sobre todo porque hemos renovado su vinculación con las sociedad
iberoamericanas y además las hemos dotado de un instrumento permanente y
eficaz que es la SEGI. Probablemente, muchos de los aspectos comentados
no hubieran sido posibles sin la puesta en marcha de la Secretaría
General Iberoamericana y sin la capacidad y el buen hacer de su primer
titular Enrique Iglesias.
Su contribución ha sido decisiva para dar contenido a
la Declaración final de Salamanca y para que las reuniones de Jefes de
Estado y Gobierno se transformen en un foro de reflexión orientado a la
acción.
De igual manera, su mediación y trabajo ha hecho
posible que en plazo breve, muy breve, la Conferencia Iberoamericana
adquiera el estatuto de Observadora ante las Naciones Unidas.
Esperamos mucho del Secretario General, quizás
demasiado, pero conociéndole sabemos que estará a la altura de las
circunstancias; y de su equipo, que han recibido el encargo de llevar a
cabo, a la práctica, todos los proyectos e iniciativas alumbrados en
Salamanca.
Como órganos permanentes de apoyo institucional de la
Conferencia iberoamericana, la SEGI y su Secretario General son ya una
realidad de valor inestimable para garantizar la continuidad de las
decisiones e iniciativas nacidas en las cumbres.
Tengo la certeza que la nueva Secretaría Pro Témpore
y la Secretaría General Iberoamericana constituyen ya hoy mismo un
equipo para que la XVI Cumbre Iberoamericana de Uruguay suponga un nuevo
avance en la construcción de la Comunidad Iberoamericana.
Estoy convencido que la futura Cumbre consolidará la
proyección internacional del espacio de cooperación que integramos hoy
22 países.
Estoy seguro, querido Ministro, como puso de
manifiesto Juan Carlos Onetti en su discurso de entrega del Premio
Cervantes, en el año 80, que debemos continuar profundizando en la
democracia y en la libertad, libertad que hoy respiramos sencillamente
sin esfuerzo, como sin darnos cuenta. Y esta libertad, que ha muchos nos
parece como algo trivial, aburrida, insignificante, yo que he conocido
la libertad y también su escasez y su ausencia, puedo pedir que siga
siempre así, un área habitual, sin perfumes exóticos, que se respira
junto con el oxígeno, sin pensarlo pero conciente de que existe.
Quisiera, por lo tanto, finalizar mi intervención
reiterándole el apoyo, el respaldo, el total compromiso de España con
Uruguay, para que la organización de la próxima Cumbre pueda ser el
éxito, un mayor éxito, todavía mayor, más ambicioso; con mejores
resultados, con mayor capacidad de movilización que tuvo Salamanca.
Y estoy convencido que así lo será.
He tenido la ocasión de hablar con el señor
Presidente de la República, con mi querido colega el Ministro de Asuntos
Exteriores, y estoy seguro que todo Uruguay, todo Montevideo, vivirá a
la hora de la Cumbre. Y los países que participaremos, y lógicamente
España, lo único que nos corresponderá desarrollar es apoyarles,
impulsarles y felicitarles por lo que será ya un gran éxito de la Cumbre
Iberoamericana. Muchas gracias.
PALABRAS DEL SECRETARIO GENERAL IBEROAMERICANO,
ENRIQUE IGLESIAS
SECRETARIO IGLESIAS: Muchas gracias, buenas tardes;
señores Ministros, señor Subsecretario, señor Embajador; amigos y
amigas: Quiero decir que me siento muy contento y que una de las
primeras tareas formales de esta Secretaría haya sido la de presenciar y
ser testigo de esta transferencia formal de la Secretaria Pro Témpore de
España a la Secretaría Pro Témpore del Uruguay.
Alguien podría pensar que en esta transferencia
geográfica tuvo algo que ver la nacionalidad del Secretario General; no
es verdad.
No es verdad, porque está decidido hace muchos años,
pero vale la pena aclararlo en estas circunstancias.
Pero eso no impide que me sienta muy feliz, porque el
hecho de que tengamos una Cumbre en el Uruguay para mi es ciertamente
una inmensa satisfacción.
Yo creo que, como señalaba muy bien el Canciller
Moratinos y el Canciller de mi país, yo creo que estamos en presencia de
una iniciativa que tiene muchos años, tiene unos 500 años que estamos
tratando de construir este espacio, este gran encuentro civilizatorio.
Y lo que se está tratando ahora es de dar respuesta
en el mundo que estamos viviendo a algo que de alguna manera complementa
estas tendencias impresionantes que tiene la globalización; es decir, la
política de las cumbres mundiales responde un poco a eso, pero es
curioso que junto con eso ya están vigorizando los acuerdos entre grupos
de países, unidos por intereses económicos, por intereses políticos; en
este caso con intereses muy vastos como es el caso de la Comunidad
Iberoamericana.
Quizás, con la idea de navegar mejor en la
globalización. Es decir, el vecindario ayuda a manejarse mejor en estas
grandes lides mundiales.
Y yo creo que es un poco el objetivo de esta tarea.
Es decir, tratar de construir una auténtica Comunidad Iberoamericana que
comparte ciertamente historia, historia controvertida de a rato, pero
historia compartida. Que comparte lenguas; que comparte tradiciones; los
valores que señalaba el amigo Gargano. Pero también comparte intereses,
y yo creo que en ese sentido hemos visto en esta Comunidad un creciente
conjunto de intereses compartidos que hace que tengamos algo que decir,
para nosotros hacia dentro y para afuera de nuestros confines.
Y un poco es esa tarea que nos convoca ahora, tratar
de construir las bases de esa Comunidad que tiene un factor, además de
lo que acabo de mencionar que me parece único en este grupo de países
que suelen unirse para propósitos comunes, y es la cultura.
Yo creo que si hay algo que une a estos 22 países es
una cultura común, detrás de la cual están las tradiciones, los valores
y mucha cosas más.
Pero la cultura importa en el mundo en que estamos
viviendo, importa mucho. Y vigorizar a partir de la cultura esos
intereses compartidos, para construir una Comunidad de naciones que se
presente con su personalidad propia ante el resto del mundo, que nos
ubican a muchas cosas hacia dentro, pero es un poco el objetivo central
de esta Comunidad.
Por eso yo asumí esto con una grande ilusión; y es
con una gran convicción, las dos cosas: ilusión y convicción, porque
ilusión es que se puede hacer algo y convicción es que lo vamos a hacer.
Y yo creo que la Secretaría lo que está haciendo
ahora es simplemente darle cuerpo a los mandatos de los Presidentes,
Jefes de Estado y Jefes de Gobierno; pero además algo más que eso, es
algo más que eso, es algo más que la Cumbre; la Secretaria lo que tiene
que hacer, yo creo, es compartir un poco acciones que nos permita ir
formando paso a paso una Comunidad Iberoamericana más profunda, más
conciente de su representatividad y, por tanto, trabajando juntos para
un mundo mejor.
Por supuesto, por cierto, la Secretaría española hizo
una excelente tarea, Ministro, con sus grandes colaboradores; pero estoy
seguro que mi país también lo va a hacer. Y como decimos en el Himno,
¡sabremos cumplir! Dos veces lo decimos. De manera que, muchas gracias
de contar con ustedes aquí hoy. |