13/02/06


XVI CUMBRE IBEROAMERICANA: URUGUAY ASUMIÓ SECRETARÍA PRO TÉMPORE
Desde hoy Uruguay asumió la Secretaría Pro Témpore de la XVI Cumbre Iberoamericana, cuyo traspaso fue realizado por el Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España, Miguel Ángel Moratinos, al Ministro de Relaciones Exteriores de nuestro país, Reinaldo Gargano.

La ceremonia tuvo lugar este lunes, en el Anfiteatro del Instituto Artigas del Servicio Exterior, la cual contó con la presencia del Secretario General Iberoamericano, Enrique Iglesias, así como de autoridades nacionales y de los Embajadores de los países iberoamericanos.

El Ministro Gargano al asumir la responsabilidad de conducir esta Secretaría señaló que el objetivo principal será que "la reunión cumbre esté más cerca de la gente y que la gente la sienta como propia", subrayando que "la cumbre este más cerca de la gente a través de la educación, y emprender un proyecto común de eliminar el analfabetismo en América Latina en un plazo que ya acordaremos cual será, buscando, además, la unidad política, con la cual se podrán resolver otros temas de vital importancia, con libertad como principio básico y la consolidación de los sistemas democráticos en América Latina".

En la oportunidad, hicieron uso de la palabra el Canciller Reinaldo Gargano, el Ministro español Miguel Ángel Moratinos, y el Secretario General Iberoamericano, Enrique Iglesias.

PALABRAS DEL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES, REINALDO GARGANO

CANCILLER GARGANO: Buenas tardes a todos, gracias Miguel Ángel por tus palabras. Asumimos hoy la responsabilidad de conducir este trabajo hacia la 16 Cumbre Iberoamericana con el objetivo central de que al finalizar la cual, como lo sentimos, lo intuimos en Salamanca, la reunión cumbre esté más cerca de la gente y que la gente la sienta como propia.

Y vamos a trabajar en ese sentido con la colaboración del Secretario General, hay muchas ideas ahí puestas sobre la mesa para impulsar ese trabajo, con la presencia de nuestro colega de Portugal y con nuestro colega de Chile, a quien le tendremos que transferir la posta luego para que ellos sigan trabajando en esto.

Yo no voy a hacer un discurso de nada, voy a decir lo que pienso.

En primer lugar, creo que es muy importante que consideremos esta Cumbre Iberoamericana no como un torneo de examen de alguno de los temas dados, yo no quiero decir que haya sido retórica todo lo que se a hecho, se habló seriamente de muchos temas de los problemas grandes como el tema del hambre, o del tema de la educación, el tema del desarrollo en general en oportunidades anteriores. Pero en mi opinión creo que por primera vez desde hace 150 años sentimos, palpamos en nuestras cabezas también en nuestras manos, que hay una nueva realidad en América Latina y también en la Península Ibérica que nos hacen sentir que tenemos que pesar en el mundo de una forma distinta, no solo somos hermanos en una lengua o primos hermanos con los portugueses, que nos entendemos en portuñol, sino que además somos 550 millones de seres humanos que tenemos la misma lengua y la lengua tiene mucho que ver con la manera de ver y entender el mundo.

No sé quien fue que lo decía pero no le erraba que las palabras traducen exactamente el modo de pensar y nosotros tenemos que pensar que América Latina y la Península Ibérica tienen que decir su palabra en el mundo de hoy. En un mundo extraordinariamente complicado, donde todos los días esperamos un nuevo desastre de carácter político o una nueva expresión del uniletarismo, una forma de disminución del respecto al derecho internacional. Y creo que lo que nos une fundamentalmente hoy es que todo queremos que se respeten el derecho internacional y queremos tener una voz única. Yo estoy haciendo un discurso político, yo busco la unidad política, porque si no conseguimos establecer la unidad política, difícilmente vamos a resolver los problemas de la vinculación económica y la resolución de problemas tan graves como los problemas de la miseria, de la pobreza, del subdesarrollo.

En consecuencia, la tarea nuestra en estos 12 meses que nos corresponderá ejercer la Presidencia Pro Témpore de la Comunidad Iberoamericana de Naciones apoyados en la sapiencia de Enrique Iglesias y en la colaboración de todos, vamos a empujar algunos proyectos concretos.

El primero es ese, de acercar a la comunidad a la gente a través de temas muy importantes como el tema de la educación, donde yo tengo la idea de que tenemos que emprender un proyecto común que quiere decir eliminar el analfabetismo en América Latina en un plazo que ya acordaremos cual será, emprendiendo una acción directa tenemos la masa crítica de educadores para que el analfabetismo desaparezca y la educación y la formación es una base de las bases del desarrollo económico y de la libertad, vamos a empezar por lo último, la libertad primero.

Y tenemos, otra tarea que es fundamental a desarrollar que es la de consolidar en América Latina el sistema democrático. Hay que ayudar a los recién llegados al sistema democrático y a la estabilidad política, a que consoliden la estabilidad política, y quiero que mi país está dispuesto a entregar para que ello se consiga y para que todos pongamos el mayor esfuerzo en lograr esto. Y quiero que al final de la tarea nuestra al frente de ésta Presidencia Pro Témpore podamos entregar algo que este construyendo cosas, lo que nos faltaba en estuvimos de acuerdo con Miguel Ángel y con Enrique cuando lo propusimos para que se hiciera cargo de esta tarea, era que tenemos que tener proyectos que apunten a realizar cosas concretas, que la gente sienta como propias, y eso significa no darle solo institucionalidad, si no hacer funcionar la institucionalidad para esos objetivos concretos de desarrollo económico, social y político.

Yo vuelvo a insistir, para mi lo primero es la voz común en el mundo, una voz común que trabaje por la paz, por el respeto al derecho internacional, por la solidaridad entre nuestros pueblos y porque no tengamos que decir como Vallejo cuando se iba de España después de la guerra civil: España aparte de mí es cáliz, si no al contrario va a hacer cargo. Buena suerte a todos.

PALABRAS DEL MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN DE ESPAÑA, MIGUEL ÁNGEL MORATINOS

CANCILLER MORATINOS: Buenas tardes. Sean mis primeras palabras de enorme emoción y satisfacción por estar por primera vez en mi vida en Montevideo, en Uruguay, y por participar en esta ceremonia de entrega de poderes entre Uruguay y España, para asumir la responsabilidad de llevar el futuro a la Comunidad Iberoamericana.

Por lo tanto, agradecerles a todos su presencia, y agradecer en primer lugar a mi querido amigo Reinaldo Gargano, Ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, a Enrique Iglesias, Secretario General Iberoamericano, y a todas las autoridades, a los Embajadores, a los amigos y amigas que están aquí hoy con nosotros en Montevideo.

Hace un año recibí en Madrid, de manos del Canciller de Costa Rica, Roberto Tovar, el traspaso de la Secretaría Pro Témpore de la Cumbre Iberoamericana; y hoy, un año más tarde, entrego el testigo a Uruguay para que organice la XVI Cumbre, con la satisfacción, diría yo, me atrevo a decir, del deber cumplido, y con la certeza de haber colaborado junto a todos los países iberoamericanos en el fortalecimiento de nuestra comunidad y en su mayor visibilidad en el ámbito internacional.

Es cierto que la Secretaría Pro Témpore costarricense puso el listón muy alto, lo que ha exigido a España un esfuerzo y un trabajo concienzudo para la organización de la Cumbre de Salamanca. Una Cumbre que ha colmado en cierta medida las expectativas políticas que se depositaron en ella para la innovación y la cohesión del espacio iberoamericano.

Nos propusimos, y creo que lo logramos, que la cita de Salamanca se tradujera en resultados positivos, concretos y específicos para la comunidad iberoamericana.

Hoy aquí, mi querido Reinaldo, en este acto, en el que España traspasa la Secretaría Pro Témpore a la República Oriental del Uruguay, creo que me vais a permitir hacer un breve balance de lo que fueron los resultados de la Cumbre de Salamanca, que creo que han tenido su importancia, tanto en los ámbitos sociales, económico, cultural, y sobre todo, político.

La Cumbre de Salamanca pasará a la historia por sentar las bases de un nuevo sistema. Es cierto que habíamos asistido ya a una especie de fatiga, o de cansancio, o de agotamiento, del modelo de cumbres que nos obligaron a reactualizar y a replantear su formato, y a planificar mejor los objetivos, fijando que éstos fuesen más realistas, más concretos, pero también mas ambiciosos.

De este modo, los países miembros de la Comunidad Iberoamericana afrontaremos con mayores garantías y más eficacia, los retos del siglo XXI.

Creo que ahora podemos afirmar que las cumbres iberoamericanas no son un mero ejercicio de retórica, como han insinuado algunos de sus detractores, sino un instrumento muy eficaz al servicio de la política de cooperación iberoamericana. Pues convendrán conmigo en que poco o nada tiene de retórica la declaración suscrita en Salamanca.

Es también una realidad que en Salamanca cambiamos el formato de las reuniones de trabajo de los jefes de Estado y de gobierno, se impulsó el diálogo y la concreción de los debates de los Jefes de Estado y de Gobierno, así como la propia toma de decisiones política. Y al mismo tiempo, favoreció la adopción de medidas puntuales en torno a cuatro ejes esenciales de actuación.

En primer lugar, la elaboración de una agenda de actuaciones iberoamericanas para mejorar la situación social y económica de los ciudadanos iberoamericanos. Esos son los verdaderos protagonistas de la gente iberoamericana: nuestros ciudadanos. Y eso es donde debemos refortalecer y ahondar aún más nuestra agenda de la comunidad.

En segundo lugar, la coordinación en materia de gestión de flujos migratorios. Y en tercer lugar, la proyección internacional de la comunidad iberoamericana y la creación, por último, de un espacio iberoamericano de conocimiento.

Estos objetivos, satisfechos en gran medida por la Cumbre de Salamanca, han supuesto la rehabilitación del proceso de cumbres, el fortalecimiento de la cohesión del espacio iberoamericano, y nuestro relanzamiento como actores en la escena internacional.

Y hoy nos identificamos, en este escenario, con el multilateralismo eficaz, así como con la paz, el desarrollo y la defensa del Derecho Internacional.

Así pues, todos los miembros de la Comunidad Iberoamericana podemos afirmar sin rubor que Salamanca representa un antes y un después en la historia reciente de nuestras cumbres.

Pero ahora le toca el turno a Montevideo y a Uruguay, y estamos convencidos que ellos darán aún más concreción, mayor ambición y mejores resultados de los que modestamente se alcanzaron en Salamanca.

Es verdad que introdujimos el diálogo político que nos ha permitido articular una amplia agenda de proyectos e iniciativas, dentro de las cuales me gustaría destacar la elaboración de un modelo de regulación de flujos migratorios en Iberoamérica, el canje de deuda por investigación-educación, el impulso en la negociación de acuerdos de asociación entre la Unión Europea y diferentes mecanismos de integración regional latinoamericanos, y que tendremos la ocasión de perfeccionar, impulsar y concluir con ocasión de la próxima cumbre Unión Europea, América Latina y Caribe.

Todo ello añadiéndose al establecimiento de unas bases para la aprobación de una Carta Cultural Iberoamericana, la elaboración de un Convenio Iberoamericano de Seguridad Social, y el impulso a la Red Iberoamericana de Cooperación Judicial.

Por lo tanto Salamanca ha supuesto también la apertura de las cumbres a la ciudadanía y a las organizaciones sociales. Este es el comienzo para que los encuentros iberoamericanos sean percibidos, como antes señalaba, por las sociedades de los países de nuestra comunidad como resolutivos y próximos y de interés colectivo y sectorial.

La ciudadanía iberoamericana debe vivir lo iberoamericano, deben sentirse iberoamericanos, deben ser ellos los principales protagonistas de lo iberoamericano. Y a los responsables políticos, querido Reinaldo, nos corresponde únicamente impulsar y canalizar ese sentimiento natural de nuestra ciudadanía, de nuestros pueblos, para hacer realidad este sueño y esta voluntad de futuro.

Es cierto que en Salamanca hicimos también realidad por primera vez los distintos foros. Un Foro Parlamentario, donde los representantes de la soberanía popular tuvieron ocasión de fijar agendas y proyectos, un Foro Empresarial y Cívico, que han demostrado ser la mejor prueba de acercar a nuestras sociedades y dar experiencia y futuro, ese conocimiento mutuo.

A ellos les debemos en gran medida la vitalidad y el dinamismo de los trabajos de la Cumbre, y a través de ellos la sociedad civil ha elevado propuestas a las reuniones de Jefes de Estado y de Gobierno, a la vez que han participado en los debates y en las decisiones.

Esa vocación social y ciudadana de muchas de las propuestas de la Cumbre tiene su origen, precisamente, en las contribuciones de los foros. Estos foros serán en poco tiempo un elemento insustituible y permanente de nuestro sistema de Cumbres.

Por todo ello, creo que puede decirse que Salamanca ha abierto una nueva etapa en la construcción de lo Iberoamericano y ha puesto en pie los mecanismos necesarios para hablar con voz propia en la esfera internacional.

Porque sí, tenemos que hablar con voz propia y autónoma en la comunidad internacional. Y ese es otro de los grandes retos que tendrá la Presidencia uruguaya en la Cumbre Iberoamericana.

Entre los encargos de la Cumbre al Secretario General, a nuestro gran amigo Enrique Iglesias, figura la coordinación de una acción iberoamericana para que la crisis haitiana no se extienda a otros países de la zona; así como la elaboración de una perspectiva iberoamericana para afrontar con éxito la Cumbre Unión Europea-América Latina y Caribe, prevista para este año en Viena.

Pero no quiero caer en la autocomplacencia, porque soy conciente de que aunque en Salamanca ha supuesto un avance importante, aún queda mucho por hacer y un largo camino por recorrer.

Las sociedades y la ciudadanía iberoamericana nos exigen reforzar los lazos históricos, nuestras lenguas y culturas, y potenciar nuestros valores comunes; y además han puesto de relieve la voluntad de compartir proyectos y esperanzas de futuro.

La Comunidad Iberoamericana tiene ante sí el revalorizar y proyectar hacia el futuro sus interrelaciones, como exige el mundo globalizado en el que vivimos.

Para España, como estoy seguro también para Portugal -y saludo la presencia de Fernando Neves, Secretario de Estado de Portugal, en este acto- las cumbres iberoamericanas han sido siempre y son una cuestión de Estado. Las consideramos un instrumento insustituible, para alcanzar los objetivos compartidos de profundización democrática, justicia, y bienestar social.

Las cumbres han adquirido nuevas potencialidades, sobre todo porque hemos renovado su vinculación con las sociedad iberoamericanas y además las hemos dotado de un instrumento permanente y eficaz que es la SEGI. Probablemente, muchos de los aspectos comentados no hubieran sido posibles sin la puesta en marcha de la Secretaría General Iberoamericana y sin la capacidad y el buen hacer de su primer titular Enrique Iglesias.

Su contribución ha sido decisiva para dar contenido a la Declaración final de Salamanca y para que las reuniones de Jefes de Estado y Gobierno se transformen en un foro de reflexión orientado a la acción.

De igual manera, su mediación y trabajo ha hecho posible que en plazo breve, muy breve, la Conferencia Iberoamericana adquiera el estatuto de Observadora ante las Naciones Unidas.

Esperamos mucho del Secretario General, quizás demasiado, pero conociéndole sabemos que estará a la altura de las circunstancias; y de su equipo, que han recibido el encargo de llevar a cabo, a la práctica, todos los proyectos e iniciativas alumbrados en Salamanca.

Como órganos permanentes de apoyo institucional de la Conferencia iberoamericana, la SEGI y su Secretario General son ya una realidad de valor inestimable para garantizar la continuidad de las decisiones e iniciativas nacidas en las cumbres.

Tengo la certeza que la nueva Secretaría Pro Témpore y la Secretaría General Iberoamericana constituyen ya hoy mismo un equipo para que la XVI Cumbre Iberoamericana de Uruguay suponga un nuevo avance en la construcción de la Comunidad Iberoamericana.

Estoy convencido que la futura Cumbre consolidará la proyección internacional del espacio de cooperación que integramos hoy 22 países.

Estoy seguro, querido Ministro, como puso de manifiesto Juan Carlos Onetti en su discurso de entrega del Premio Cervantes, en el año 80, que debemos continuar profundizando en la democracia y en la libertad, libertad que hoy respiramos sencillamente sin esfuerzo, como sin darnos cuenta. Y esta libertad, que ha muchos nos parece como algo trivial, aburrida, insignificante, yo que he conocido la libertad y también su escasez y su ausencia, puedo pedir que siga siempre así, un área habitual, sin perfumes exóticos, que se respira junto con el oxígeno, sin pensarlo pero conciente de que existe.

Quisiera, por lo tanto, finalizar mi intervención reiterándole el apoyo, el respaldo, el total compromiso de España con Uruguay, para que la organización de la próxima Cumbre pueda ser el éxito, un mayor éxito, todavía mayor, más ambicioso; con mejores resultados, con mayor capacidad de movilización que tuvo Salamanca.

Y estoy convencido que así lo será.

He tenido la ocasión de hablar con el señor Presidente de la República, con mi querido colega el Ministro de Asuntos Exteriores, y estoy seguro que todo Uruguay, todo Montevideo, vivirá a la hora de la Cumbre. Y los países que participaremos, y lógicamente España, lo único que nos corresponderá desarrollar es apoyarles, impulsarles y felicitarles por lo que será ya un gran éxito de la Cumbre Iberoamericana. Muchas gracias.

PALABRAS DEL SECRETARIO GENERAL IBEROAMERICANO, ENRIQUE IGLESIAS

SECRETARIO IGLESIAS: Muchas gracias, buenas tardes; señores Ministros, señor Subsecretario, señor Embajador; amigos y amigas: Quiero decir que me siento muy contento y que una de las primeras tareas formales de esta Secretaría haya sido la de presenciar y ser testigo de esta transferencia formal de la Secretaria Pro Témpore de España a la Secretaría Pro Témpore del Uruguay.

Alguien podría pensar que en esta transferencia geográfica tuvo algo que ver la nacionalidad del Secretario General; no es verdad.

No es verdad, porque está decidido hace muchos años, pero vale la pena aclararlo en estas circunstancias.

Pero eso no impide que me sienta muy feliz, porque el hecho de que tengamos una Cumbre en el Uruguay para mi es ciertamente una inmensa satisfacción.

Yo creo que, como señalaba muy bien el Canciller Moratinos y el Canciller de mi país, yo creo que estamos en presencia de una iniciativa que tiene muchos años, tiene unos 500 años que estamos tratando de construir este espacio, este gran encuentro civilizatorio.

Y lo que se está tratando ahora es de dar respuesta en el mundo que estamos viviendo a algo que de alguna manera complementa estas tendencias impresionantes que tiene la globalización; es decir, la política de las cumbres mundiales responde un poco a eso, pero es curioso que junto con eso ya están vigorizando los acuerdos entre grupos de países, unidos por intereses económicos, por intereses políticos; en este caso con intereses muy vastos como es el caso de la Comunidad Iberoamericana.

Quizás, con la idea de navegar mejor en la globalización. Es decir, el vecindario ayuda a manejarse mejor en estas grandes lides mundiales.

Y yo creo que es un poco el objetivo de esta tarea. Es decir, tratar de construir una auténtica Comunidad Iberoamericana que comparte ciertamente historia, historia controvertida de a rato, pero historia compartida. Que comparte lenguas; que comparte tradiciones; los valores que señalaba el amigo Gargano. Pero también comparte intereses, y yo creo que en ese sentido hemos visto en esta Comunidad un creciente conjunto de intereses compartidos que hace que tengamos algo que decir, para nosotros hacia dentro y para afuera de nuestros confines.

Y un poco es esa tarea que nos convoca ahora, tratar de construir las bases de esa Comunidad que tiene un factor, además de lo que acabo de mencionar que me parece único en este grupo de países que suelen unirse para propósitos comunes, y es la cultura.

Yo creo que si hay algo que une a estos 22 países es una cultura común, detrás de la cual están las tradiciones, los valores y mucha cosas más.

Pero la cultura importa en el mundo en que estamos viviendo, importa mucho. Y vigorizar a partir de la cultura esos intereses compartidos, para construir una Comunidad de naciones que se presente con su personalidad propia ante el resto del mundo, que nos ubican a muchas cosas hacia dentro, pero es un poco el objetivo central de esta Comunidad.

Por eso yo asumí esto con una grande ilusión; y es con una gran convicción, las dos cosas: ilusión y convicción, porque ilusión es que se puede hacer algo y convicción es que lo vamos a hacer.

Y yo creo que la Secretaría lo que está haciendo ahora es simplemente darle cuerpo a los mandatos de los Presidentes, Jefes de Estado y Jefes de Gobierno; pero además algo más que eso, es algo más que eso, es algo más que la Cumbre; la Secretaria lo que tiene que hacer, yo creo, es compartir un poco acciones que nos permita ir formando paso a paso una Comunidad Iberoamericana más profunda, más conciente de su representatividad y, por tanto, trabajando juntos para un mundo mejor.

Por supuesto, por cierto, la Secretaría española hizo una excelente tarea, Ministro, con sus grandes colaboradores; pero estoy seguro que mi país también lo va a hacer. Y como decimos en el Himno, ¡sabremos cumplir! Dos veces lo decimos. De manera que, muchas gracias de contar con ustedes aquí hoy.

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