VÁZQUEZ: CONSTRUYAMOS UN FUTURO COMÚN Y MEJOR
“Venezolanos y uruguayos somos hijos de una misma
pasión; la pasión por la independencia, la pasión por la unidad
latinoamericana, por la democracia política y la justicia social que
inspiró, entre tantos otros, pero de modo particularísimo, a Simón
Bolívar y a José Artigas”, dijo el Presidente Vázquez en el Congreso
Nacional de Venezuela.
“Nuestros padres fundadores fueron derrotados, pero
nuestros padres fundadores no fueron vencidos”, dijo el Primer
Mandatario uruguayo, agregando que “Ni sus sueños, ni sus convicciones,
ni sus esfuerzos fueron en vano. Su pasión por la libertad y la
democracia pasaron de generación en generación y hoy están aquí
martillando sobre nuestras conciencias y palpitando intensamente en
nuestros corazones”.
Añadiendo: “Heredamos, hermanos venezolanos, un
pasado común y de nosotros depende construir un futuro también común
pero mejor”.
En otro tramo de su discurso, el Presidente señaló:
“No es que seamos inconformistas es que no podemos resignarnos, ni a la
desigualdad, ni a la desesperanza, porque no hay libertad en la pobreza,
ni democracia en la exclusión, ni justicia sin derechos y
responsabilidades, ni integración latinoamericana sin soberanía
nacional“, afirmando que ”la vida sin utopías es apenas una triste
preparación para la muerte y la muerte al menos para algunos es la
muerte y nada más”.
Vázquez refiriéndose a la democracia
expresó que “es mucho más que una palabra, es una forma de gobierno; y
más aún: es un estado de la sociedad porque no basta con invocar a la
sociedad, hay que confiar en ella, hay que asumir su complejidad, hay
que gestionar su diversidad, hay que convocarla, informarla,
involucrarla; en fin, hay que llenarla de ciudadanía porque el
ciudadano, todos sin excepción, son la sustancia de la democracia”.
“Pero juntos hermanos, juntos somos más y
nos irá mejor. Y al mundo también le irá, sino mucho, por lo menos un
poco mejor y bien que falta le hace al mundo que le vaya mejor”, expresó
enfáticamente Vázquez.
DISCURSO DEL PRESIDENTE VÁZQUEZ EN EL CONGRESO
NACIONAL DE VENEZUELA
Excelentísimo Presidente de la Asamblea
Nacional y demás integrantes de la Junta Directiva; Excelentísimo
Presidente del Tribunal Supremo de Justicia; Excelentísimo Presidente
del Consejo Moral Republicano; Contralor General de la República;
Excelentísimo Presidente del Consejo Nacional Electoral; Honorables
ciudadanos Ministros y Ministras del Gabinete Ejecutivo; Honorable
ciudadana Procuradora General de la República; Honorables ciudadanos
Diputados y Diputadas de la Asamblea Nacional; Honorables ciudadanos
Presidente y demás Diputados y Diputadas del Parlamento Andino;
Honorables ciudadanos Rectores y Rectoras del Consejo Nacional
Electoral; Honorable ciudadano Inspector General de la Fuerza Armada
Nacional y demás miembros del Alto Mando Militar; Excelentísimo Señor
Embajador de la República Oriental del Uruguay y demás integrantes del
Cuerpo Diplomático acreditado ante el Gobierno de la República
Bolivariana de Venezuela; Ciudadanos Gobernadores y Gobernadoras de
Estado; Ciudadano Alcalde Metropolitano del Distrito Capital y demás
Alcaldes de los Municipios; Honorables ciudadanos Oficiales de Enlace
entre el Ministerio de la Defensa y la Asamblea Nacional; Ciudadanos
Presidentes y Directores de Institutos Autónomos y Empresas del Estado;
Señores Representantes de los medios de comunicación local. Distinguidos
invitados especiales; Señoras y señores.
Debo confesarles que aquí, en esta casa y
junto a ustedes, no puedo sentirme extraño. Siento que ustedes me
reciben con sincera y afectuosa hospitalidad y se los agradezco de la
misma manera. Agradezco también, las condecoraciones que me han
otorgado. Acepto este gran Cordón Metropolitano y las Llaves de la
Ciudad de Caracas, en el entendido que expresan, no solamente,
reconocimiento a esta humilde persona y reconocimiento institucional,
sino también y principalmente, el afecto que une a nuestros pueblos.
Pero además, agradezco especialmente este
encuentro y entre ustedes, porque de alguna forma, me han vuelto a
colocar en una tarea que hace algunos años desarrollé en la ciudad de
Montevideo. Como seguramente ustedes saben, la primera responsabilidad
de gobierno que la ciudadanía me encomendó fue ser Intendente, Alcalde
Municipal de Montevideo entre 1990 y 1995. Por tanto, valoro enormemente
la expresión de esta distinción con que me han otorgado.
Señoras y señores, gracias por recibirme
en esta casa, donde reside la Soberanía de la República Bolivariana de
Venezuela.
Es para mí un honor, comparecer ante
ustedes representantes democráticamente electos por la ciudadanía de
este país hermano.
Traigo a esta Asamblea, el saludo
fraternal del Gobierno y del pueblo de la República Oriental del
Uruguay. Asimismo, permítanme compartir con ustedes, mi firme
convicción, que la visita que realizo a la República Bolivariana de
Venezuela, fortalecerá más aún la amistad entre nuestras naciones.
Amigas y amigos, venezolanos y uruguayos somos hijos
de una misma pasión; la pasión por la independencia, la pasión por la
unidad latinoamericana, por la democracia política y la justicia social
que inspiró, entre tantos otros, pero de modo particularísimo, a Simón
Bolívar y a José Artigas.
La lucha de ambos, por cierto, no fue fácil. “He
arado en el mar”, dijo el Libertador poco antes de su prematura y
solitaria muerte. “¿Todavía suena mi nombre?”, preguntó el anciano Jefe
de los Orientales a uno de los escasos visitantes que tuvo durante sus
treinta años de exilio, que más bien fue una crucifixión política que
soportó en silencio, sin una queja, sin un reproche.
Nuestros padres fundadores fueron derrotados, pero
nuestros padres fundadores no fueron vencidos. Ni sus sueños, ni sus
convicciones, ni sus esfuerzos fueron en vano.
Su pasión por la libertad y la democracia pasaron de
generación en generación y hoy están aquí martillando sobre nuestras
conciencias y palpitando intensamente en nuestros corazones.
Heredamos, hermanos venezolanos, un pasado común y de
nosotros depende construir un futuro también común pero mejor.
No es que seamos inconformistas es que no podemos
resignarnos, ni a la desigualdad, ni a la desesperanza, porque no hay
libertad en la pobreza, ni democracia en la exclusión, ni justicia sin
derechos y responsabilidades, ni integración latinoamericana sin
soberanía nacional y porque la vida sin utopías es apenas una triste
preparación para la muerte y la muerte al menos para algunos es la
muerte y nada más.
Amigas y amigos el futuro será lo que nosotros seamos
capaces de hacer en términos de construcción nacional, pero también de
unidad latinoamericana. En esa tarea no hay modelos perfectos, ni
verdades absolutas, ni recetas infalibles, pero hay algunos principios,
algunas coordenadas para orientarnos en esa tarea que por ser un
proyecto realizable es también un proceso evolutivo, una de esas
coordenadas se llama democracia, la palabra que valoramos especialmente
quienes hemos sufrido el autoritarismo. Pero la democracia es mucho más
que una palabra , es una forma de gobierno y más aún es un estado de la
sociedad, porque no basta con invocar a la sociedad, hay que confiar en
ella, hay que asumir su complejidad, hay que gestionar su diversidad,
hay que convocarla, informarla, involucrarla, en fin, hay que llenarla
de ciudadanía porque el ciudadano, todos sin excepción son la sustancia
de la democracia.
Y para ser ciudadano no basta con ejercer el
inalienable derecho al voto. La ciudadanía, la auténtica ciudadanía
implica un sistema de derechos, y de responsabilidades, no solamente en
el campo político, sino también el terreno de lo civil, y en el terreno
de lo social. En esta materia los uruguayos no pretendemos andar por el
mundo dando lecciones, pero tampoco nos interesa copiar experiencias
intransferibles. Estamos abocados a democratizar más aún nuestra
democracia, y nos alegra y respetamos los avances democráticos donde
quiera que ellos sucedan especialmente cuando, acontece en países
hermanos, y en países amigos. Otras de las coordenadas que en nuestra
modesta opinión deben orientarnos en la construcción de ese porvenir
común y mejor, se llama desarrollo productivo. El desarrollo como
derecho inalienable de la gente.
Algunos hablan de crecimiento económico,
claro que necesitamos crecer económicamente, pero crecer económicamente
sin justicia social no implica el desarrollo humano. Un desarrollo que
no se resigne a que la gente tenga más, sino que trascendiendo los
límites del crecimiento económico, y el nivel de vida, apunte a la
calidad de vida y a que todos seamos mejores. Desarrollo productivo por
cuanto no hay auténtico desarrollo sin producción. En el mundo actual no
ha producción sin inteligencia, sin conocimiento, sin incorporación de
tecnología, y sin una adecuada inserción regional e internacional que
contemple no solo la integración comercial, sino también la integración
productiva, la integración social, la integración de los pueblos, ahí
comienza la verdadera etapa de concreción de la integración
latinoamericana, en la hermandad de todos nuestros pueblos.
En esta materia nuestra estadía en
Venezuela aunque breve está siendo fructífera en acuerdos bilaterales
que permitirán a ambos países avanzar, cada uno desde su propia
especificidad hacia un objetivo compartido como es el derecho de nuestra
gente a vivir dignamente, a educarse, a educarse, a trabajar, a
disfrutar de su tiempo libre, a formar su familia, en fin, a soñar, y a
tener la posibilidad de hacer los sueños realidad. Reitero no podemos,
no tenemos derecho a resignarnos a que nuestra región siendo una de las
más rica del mundo en recursos naturales y humanos sea la región más
desigual en términos sociales, hasta cuando, hasta cuando queridos
hermanos venezolanos, en esta América de tierras tan fértiles unos
morirán por comer demasiado pero mal, y otros morirán por comer
demasiado poco. Porque la creatividad que los latinoamericanos tenemos
se nos admira, y se nos tolera en materia cultural, y se nos niega y a
menudo nos la negamos cuando se trata de desarrollarnos social, y
económicamente. No hay excusas, para lo inexcusable.
Amigas, y amigos hay otras coordenadas,
o principios orientadores en esta compleja, pero hermosa tarea de
construir nuestro propio porvenir como naciones soberanas, y como región
integrada. Pero ante la imposibilidad de abordarlas en su totalidad en
el marco de este encuentro, permítanme hacer referencia a una de ellas
que en cierta forma acabo de mencionar, la integración. Para decirlo en
pocas palabras, para nosotros la integración regional es un legado del
pasado, un proyecto de futuro y por tanto una tarea del presente. Una
tarea compleja porque los procesos de integración no son espontáneos,
porque plantean desafíos enormes porque en ellos hay muchos intereses
legítimos, la mayoría de las veces, pero no siempre coincidentes y están
en juego todos estos aspectos. Una tarea que no puede limitarse a
periódicas reuniones protocolares, ni a declaraciones ricas en retórica
pero pobres en contenido y más pobres aún cuando se trata de ponerlas en
práctica. Una tarea que exige convicción, voluntad y trabajo pertinaz de
todos y todos los días, porque en los proyectos de integración no hay
zafras ni puede haber excluídos ni puede haber ciudadanos ni puede haber
socios de categoría A, B o C. En estos procesos como en tantos otros
aspectos que hacen a la organización y funcionamientos de las sociedades
democráticas, una cosa son las diferencias y otras son las
desigualdades. Los países latinoamericanos podemos ser diferentes y en
realidad en muchos aspectos lo somos, ello es parte de la riqueza y
potencialidad de nuestra región pero no podemos ser desiguales, reitero,
para la República Oriental del Uruguay, cuya Presidencia la ciudadanía
me ha encomendado desempeñar, la unidad Latinoamericana es un mandato
del pasado, un compromiso de futuro y una tarea del presente.
Por eso estamos en el MERCOSUR, por eso
queremos más y mejor MERCOSUR, un MERCOSUR ampliado porque no hay excusa
para la soledad y la lejanía entre pueblos hermanos, en tal sentido
reitero aquí la enorme satisfacción del Uruguay por las negociaciones
que ha iniciado Venezuela para integrar plenamente el MERCOSUR. Queremos
más y mejor MERCOSUR pero también un MERCOSUR más vigoroso y dinámico en
términos de institucionalidad, unión aduanera, coordinación de políticas
macroeconómicas, complementación y no competencia complementación
productiva, apertura de nuevos mercados, instrumentos financieros
comunes, complementación física y de comunicaciones, integración
energética, en fin, hay mucho por hacer porque tenemos una enorme
potencialidad y ciertas dificultades coyunturales hoy evidentes no nos
harán desistir de lo que es nuestra vocación y nuestro destino, por el
contrario, estas dificultades nos estimulan a agudizar nuestra
inteligencia y a redoblar nuestra voluntad en esta tarea que por cierto,
en las actuales circunstancias dialoga con otros procesos de integración
tales como la Comunidad Andina o la Comunidad Sudamericana de Naciones y
que obviamente no es incompatible con una política activa de relaciones
bilaterales y de inserción de cada país en el escenario internacional.
Pero juntos hermanos, juntos somos más y nos irá mejor. Y al mundo
también le irá, sino mucho, por lo menos un poco mejor y bien que falta
le hace al mundo que le vaya mejor.
Amigas y amigos, finalizo esta
intervención volviendo a nuestros fundadores a nuestros héroes, ni
Bolívar ni Artigas araron en el mar y sus voces suenan todavía y vaya si
hoy suenan más fuerte que siempre. |