16/03/06


VÁZQUEZ: CONSTRUYAMOS UN FUTURO COMÚN Y MEJOR
“Venezolanos y uruguayos somos hijos de una misma pasión; la pasión por la independencia, la pasión por la unidad latinoamericana, por la democracia política y la justicia social que inspiró, entre tantos otros, pero de modo particularísimo, a Simón Bolívar y a José Artigas”, dijo el Presidente Vázquez en el Congreso Nacional de Venezuela.

“Nuestros padres fundadores fueron derrotados, pero nuestros padres fundadores no fueron vencidos”, dijo el Primer Mandatario uruguayo, agregando que “Ni sus sueños, ni sus convicciones, ni sus esfuerzos fueron en vano. Su pasión por la libertad y la democracia pasaron de generación en generación y hoy están aquí martillando sobre nuestras conciencias y palpitando intensamente en nuestros corazones”.

Añadiendo: “Heredamos, hermanos venezolanos, un pasado común y de nosotros depende construir un futuro también común pero mejor”.

En otro tramo de su discurso, el Presidente señaló: “No es que seamos inconformistas es que no podemos resignarnos, ni a la desigualdad, ni a la desesperanza, porque no hay libertad en la pobreza, ni democracia en la exclusión, ni justicia sin derechos y responsabilidades, ni integración latinoamericana sin soberanía nacional“, afirmando que ”la vida sin utopías es apenas una triste preparación para la muerte y la muerte al menos para algunos es la muerte y nada más”.

Vázquez refiriéndose a la democracia expresó que “es mucho más que una palabra, es una forma de gobierno; y más aún: es un estado de la sociedad porque no basta con invocar a la sociedad, hay que confiar en ella, hay que asumir su complejidad, hay que gestionar su diversidad, hay que convocarla, informarla, involucrarla; en fin, hay que llenarla de ciudadanía porque el ciudadano, todos sin excepción, son la sustancia de la democracia”.

“Pero juntos hermanos, juntos somos más y nos irá mejor. Y al mundo también le irá, sino mucho, por lo menos un poco mejor y bien que falta le hace al mundo que le vaya mejor”, expresó enfáticamente Vázquez.

DISCURSO DEL PRESIDENTE VÁZQUEZ EN EL CONGRESO NACIONAL DE VENEZUELA

Excelentísimo Presidente de la Asamblea Nacional y demás integrantes de la Junta Directiva; Excelentísimo Presidente del Tribunal Supremo de Justicia; Excelentísimo Presidente del Consejo Moral Republicano; Contralor General de la República; Excelentísimo Presidente del Consejo Nacional Electoral; Honorables ciudadanos Ministros y Ministras del Gabinete Ejecutivo; Honorable ciudadana Procuradora General de la República; Honorables ciudadanos Diputados y Diputadas de la Asamblea Nacional; Honorables ciudadanos Presidente y demás Diputados y Diputadas del Parlamento Andino; Honorables ciudadanos Rectores y Rectoras del Consejo Nacional Electoral; Honorable ciudadano Inspector General de la Fuerza Armada Nacional y demás miembros del Alto Mando Militar; Excelentísimo Señor Embajador de la República Oriental del Uruguay y demás integrantes del Cuerpo Diplomático acreditado ante el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela; Ciudadanos Gobernadores y Gobernadoras de Estado; Ciudadano Alcalde Metropolitano del Distrito Capital y demás Alcaldes de los Municipios; Honorables ciudadanos Oficiales de Enlace entre el Ministerio de la Defensa y la Asamblea Nacional; Ciudadanos Presidentes y Directores de Institutos Autónomos y Empresas del Estado; Señores Representantes de los medios de comunicación local. Distinguidos invitados especiales; Señoras y señores.

Debo confesarles que aquí, en esta casa y junto a ustedes, no puedo sentirme extraño. Siento que ustedes me reciben con sincera y afectuosa hospitalidad y se los agradezco de la misma manera. Agradezco también, las condecoraciones que me han otorgado. Acepto este gran Cordón Metropolitano y las Llaves de la Ciudad de Caracas, en el entendido que expresan, no solamente, reconocimiento a esta humilde persona y reconocimiento institucional, sino también y principalmente, el afecto que une a nuestros pueblos.

Pero además, agradezco especialmente este encuentro y entre ustedes, porque de alguna forma, me han vuelto a colocar en una tarea que hace algunos años desarrollé en la ciudad de Montevideo. Como seguramente ustedes saben, la primera responsabilidad de gobierno que la ciudadanía me encomendó fue ser Intendente, Alcalde Municipal de Montevideo entre 1990 y 1995. Por tanto, valoro enormemente la expresión de esta distinción con que me han otorgado.

Señoras y señores, gracias por recibirme en esta casa, donde reside la Soberanía de la República Bolivariana de Venezuela.

Es para mí un honor, comparecer ante ustedes representantes democráticamente electos por la ciudadanía de este país hermano.

Traigo a esta Asamblea, el saludo fraternal del Gobierno y del pueblo de la República Oriental del Uruguay. Asimismo, permítanme compartir con ustedes, mi firme convicción, que la visita que realizo a la República Bolivariana de Venezuela, fortalecerá más aún la amistad entre nuestras naciones.

Amigas y amigos, venezolanos y uruguayos somos hijos de una misma pasión; la pasión por la independencia, la pasión por la unidad latinoamericana, por la democracia política y la justicia social que inspiró, entre tantos otros, pero de modo particularísimo, a Simón Bolívar y a José Artigas.

La lucha de ambos, por cierto, no fue fácil. “He arado en el mar”, dijo el Libertador poco antes de su prematura y solitaria muerte. “¿Todavía suena mi nombre?”, preguntó el anciano Jefe de los Orientales a uno de los escasos visitantes que tuvo durante sus treinta años de exilio, que más bien fue una crucifixión política que soportó en silencio, sin una queja, sin un reproche.

Nuestros padres fundadores fueron derrotados, pero nuestros padres fundadores no fueron vencidos. Ni sus sueños, ni sus convicciones, ni sus esfuerzos fueron en vano.

Su pasión por la libertad y la democracia pasaron de generación en generación y hoy están aquí martillando sobre nuestras conciencias y palpitando intensamente en nuestros corazones.

Heredamos, hermanos venezolanos, un pasado común y de nosotros depende construir un futuro también común pero mejor.

No es que seamos inconformistas es que no podemos resignarnos, ni a la desigualdad, ni a la desesperanza, porque no hay libertad en la pobreza, ni democracia en la exclusión, ni justicia sin derechos y responsabilidades, ni integración latinoamericana sin soberanía nacional y porque la vida sin utopías es apenas una triste preparación para la muerte y la muerte al menos para algunos es la muerte y nada más.

Amigas y amigos el futuro será lo que nosotros seamos capaces de hacer en términos de construcción nacional, pero también de unidad latinoamericana.  En esa tarea no hay modelos perfectos, ni verdades absolutas, ni recetas infalibles, pero hay algunos principios, algunas coordenadas para orientarnos en esa tarea que por ser un proyecto realizable es también un proceso evolutivo, una de esas coordenadas se llama democracia, la palabra que valoramos especialmente quienes hemos sufrido el autoritarismo. Pero la democracia es mucho más que una palabra , es una forma de gobierno y más aún es un estado de la sociedad, porque no basta con invocar a la sociedad, hay que confiar en ella, hay que asumir su complejidad, hay que gestionar su diversidad, hay que convocarla, informarla, involucrarla, en fin, hay que llenarla de ciudadanía porque el ciudadano, todos sin excepción son la sustancia de la democracia.

Y para ser ciudadano no basta con ejercer el inalienable derecho al voto. La ciudadanía, la auténtica ciudadanía implica un sistema de derechos, y de responsabilidades, no solamente en el campo político, sino también el terreno de lo civil, y en el terreno de lo social. En esta materia los uruguayos no pretendemos andar por el mundo dando lecciones, pero tampoco nos interesa copiar experiencias intransferibles. Estamos abocados a democratizar más aún nuestra democracia, y nos alegra y respetamos los avances democráticos donde quiera que ellos sucedan especialmente cuando, acontece en países hermanos, y en países amigos. Otras de las coordenadas que en nuestra modesta opinión deben orientarnos en la construcción de ese porvenir común y mejor, se llama desarrollo productivo. El desarrollo como derecho inalienable de la gente.

Algunos hablan de crecimiento económico, claro que necesitamos crecer económicamente, pero crecer económicamente sin justicia social no implica el desarrollo humano. Un desarrollo que no se resigne a que la gente tenga más, sino que trascendiendo los límites del crecimiento económico, y el nivel de vida, apunte a la calidad de vida y a que todos seamos mejores. Desarrollo productivo por cuanto no hay auténtico desarrollo sin producción. En el mundo actual no ha producción sin inteligencia, sin conocimiento, sin incorporación de tecnología, y sin una adecuada inserción regional e internacional que contemple no solo la integración comercial, sino también la integración productiva, la integración social, la integración de los pueblos, ahí comienza la verdadera etapa de concreción de la integración latinoamericana, en la hermandad de todos  nuestros pueblos.

En esta materia nuestra estadía en Venezuela aunque breve está siendo fructífera en acuerdos bilaterales que permitirán a ambos países avanzar, cada uno desde su propia especificidad hacia un objetivo compartido como es el derecho de nuestra gente a vivir dignamente, a educarse, a educarse, a trabajar, a disfrutar de su tiempo libre, a formar su familia, en fin, a soñar, y a tener la posibilidad de hacer los sueños realidad. Reitero no podemos, no tenemos derecho a resignarnos a que nuestra región siendo una de las más rica del mundo en recursos naturales y humanos sea la región más desigual en términos sociales, hasta cuando, hasta cuando queridos hermanos venezolanos, en esta América de tierras tan fértiles unos morirán por comer demasiado pero mal, y otros morirán por comer demasiado poco. Porque la creatividad que los latinoamericanos tenemos se nos admira, y se nos tolera en materia cultural, y se nos niega y a menudo nos la negamos cuando se trata de desarrollarnos social, y económicamente. No hay excusas, para lo inexcusable.

Amigas, y amigos  hay otras coordenadas, o principios orientadores en esta compleja, pero hermosa tarea de construir nuestro propio porvenir como naciones soberanas, y como región integrada. Pero ante la imposibilidad de abordarlas en su totalidad en el marco de este encuentro, permítanme hacer referencia a una de ellas que en cierta forma acabo de mencionar, la integración. Para decirlo en pocas palabras, para nosotros la integración regional es un legado del pasado, un proyecto de futuro y por tanto una tarea del presente. Una tarea compleja porque los procesos de integración no son espontáneos, porque plantean desafíos enormes porque en ellos hay muchos intereses legítimos, la mayoría de las veces, pero no siempre coincidentes y están en juego todos estos aspectos. Una tarea que no puede limitarse a periódicas reuniones protocolares, ni a declaraciones ricas en retórica pero pobres en contenido y más pobres aún cuando se trata de ponerlas en práctica. Una tarea que exige convicción, voluntad y trabajo pertinaz de todos y todos los días, porque en los proyectos de integración no hay zafras ni puede haber excluídos ni puede haber ciudadanos ni puede haber socios de categoría A, B o C. En estos procesos como en tantos otros aspectos que hacen a la organización y funcionamientos de las sociedades democráticas, una cosa son las diferencias y otras son las desigualdades. Los países latinoamericanos podemos ser diferentes y en realidad en muchos aspectos lo somos, ello es parte de la  riqueza y potencialidad de nuestra región pero no podemos ser desiguales, reitero, para la República Oriental del Uruguay, cuya Presidencia la ciudadanía me ha encomendado desempeñar, la unidad Latinoamericana es un mandato del pasado, un compromiso de futuro y una tarea del presente.

Por eso estamos en el MERCOSUR, por eso queremos más y mejor MERCOSUR, un MERCOSUR ampliado porque no hay excusa para la soledad y la lejanía entre pueblos hermanos, en tal sentido reitero aquí la enorme satisfacción del Uruguay por las negociaciones que ha iniciado Venezuela para integrar plenamente el MERCOSUR. Queremos más y mejor MERCOSUR pero también un MERCOSUR más vigoroso y dinámico en términos de institucionalidad, unión aduanera, coordinación de políticas macroeconómicas, complementación y no competencia complementación productiva, apertura de nuevos mercados, instrumentos financieros comunes, complementación física y de comunicaciones, integración energética, en fin, hay mucho por hacer porque tenemos una enorme potencialidad y ciertas dificultades coyunturales hoy evidentes no nos harán desistir de lo que es nuestra vocación y nuestro destino, por el contrario, estas dificultades nos estimulan a agudizar nuestra inteligencia y a redoblar nuestra voluntad en esta tarea que por cierto, en las actuales circunstancias dialoga con otros procesos de integración tales como la Comunidad Andina o la Comunidad Sudamericana de Naciones y que obviamente no es incompatible con una política activa de relaciones bilaterales y de inserción de cada país en el escenario internacional. Pero juntos hermanos, juntos somos más y nos irá mejor. Y al mundo también le irá, sino mucho, por lo menos un poco mejor y bien que falta le hace al mundo que le vaya mejor.

Amigas y amigos, finalizo esta intervención volviendo a nuestros fundadores a nuestros héroes, ni Bolívar ni Artigas araron en el mar y sus voces suenan todavía y vaya si hoy suenan más fuerte que siempre. 

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