22/03/06


VÁZQUEZ: PARA MEJORAR LAS COSAS HAY QUE IMAGINARLAS DISTINTAS
El Presidente de la República, Tabaré Vázquez, exhortó hoy a "imaginar a las realidades distintas, para mejorarlas" al hablar en la inauguración del XXXI período de sesiones de la CEPAL en el hotel Radisson.

En la oportunidad, Vázquez volvió a abogar por el fin de la pobreza y la inequidad social al dirigirse a los delegados de los 42 países que integran ese organismo latinoamericano.

Por su parte, el Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) exhortó a los países que la integran a que redoblen esfuerzos por mejores oportunidades a partir de la educación, agregando que ese crecimiento debe ser "conjugado con márgenes cada vez mayores de equidad social".

PALABRAS DEL SECRETARIO EJECUTIVO DE LA CEPAL, JOSE LUIS MACHINEA, EN LA APERTURA DE LAS SESIONES DEL ORGANISMO EN EL HOTEL RADISSON

SECRETARIO MACHINEA: Señor Presidente de la República Oriental del Uruguay, Dr. Tabaré Vázquez; señor Vicepresidente, señor Rodolfo Nin Novoa; señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República Oriental del Uruguay, señor Reinaldo Gargano; señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia, señor Hipólito Rodríguez Caorsi: señor José Antonio Ocampo, Secretario General adjunto para Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas; señor Enrique Iglesias, Secretario General de la Secretaría General Iberoamericana; señoras Ministras y señores Ministros; señora Rebecca Linspan, Directora para América Latina y el Caribe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo; señor Didier Opertti, Director General de la ALADI; señor Carlos Alvarez, Secretario Ejecutivo del MERCOSUR; señoras y señores representantes de los países miembros de la CEPAL: señoras y señores representantes de las agencias de las Naciones Unidas; autoridades nacionales; señores legisladores; representantes de las organizaciones no gubernamentales, señoras y señores:

Ante todo, señor Presidente, quisiera agradecer calurosamente la invitación para realizar el 31er. Período de sesiones de la CEPAL en la República Oriental del Uruguay.

En segundo lugar, quisiera agradecer a su Cancillería y a los representantes de los otros Ministerios con los que hemos trabajado, por su apoyo y su compromiso, y en particular el agradecimiento a la Vicecanciller, la señora Belela Herrera, que ha sido especialmente amble con nosotros durante todo este período.

La tradicional cordialidad y la conocida hospitalidad de esta gran nación son virtudes que admiramos todos los latinoamericanos y caribeños. El pensamiento y la acción de la CEPAL se han beneficiado ampliamente por la presencia de varias autoridades uruguayas. Además de Enrique Iglesias, un verdadero embajador de nuestra región, nos hemos beneficiado con los aportes de Aldo Solari, Danilo Astori, Walter Cancela, Alberto Couriel, Germán Rama, Octavio Rodríguez y Mario Buchelli, entre varios otros. También por esta contribución de profesionales destacados quisiéramos agradecer al Uruguay.

Tal como le comentáramos cuando usted nos visitó como candidato presidencial, la CEPAL viene promoviendo, desde los años ’90, un nuevo marco para el desarrollo de los países de la región, adecuado a un mundo globalizado de economías abiertas. Nuestra propuesta se podría resumir diciendo que el desarrollo de las economías latinoamericanas y caribeñas exige una transformación de sus estructuras productivas que vaya acompañada de un proceso intenso de formación y preservación de su capital humano.

En otras palabras, queremos desarrollarnos e integrarnos con éxito al mundo, conjugando nuestro crecimiento con niveles cada vez mayores de equidad social. Por ello el marco propuesto actualmente por la CEPAL insiste en la importancia de elevar la competitividad, velar por los equilibrios macroeconómicos y fortalecer una democracia política participativa e incluyente.

Señor Presidente, quisiera referirme brevemente a algunos elementos de nuestra propuesta. Debo comenzar señalando que América Latina y el Caribe padecen hoy de dos males que amenazan con volverse crónicos: por una parte un crecimiento bajo y volátil y, por otra, niveles inaceptablemente altos de desigualdad social y una pesada persistencia de elevados niveles de pobreza e indigencia.

Además de las grandes desigualdades en la distribución del ingreso, la falta de equidad es la síntesis de estructuras económicas y sociales muy segmentadas, que han dado origen a una profunda exclusión social. Estas desigualdades son a la vez causa y efecto de otras disparidades, entre ellas las que derivan de la educación y el empleo y las que corresponden a las restricciones étnicas y de género, a la distribución territorial de la población y los recursos y a la dinámica demográfica todo lo cual debilita nuestro desarrollo democrático.

La distribución del ingreso en los hogares que refleja las diferencias existentes entre distintos segmentos sociales, como se refieren al acceso, a la educación, al conocimiento, al patrimonio, al empleo y al financiamiento productivo. A su vez estos factores se reflejan en los ámbitos institucionales y políticos, ya que una sociedad inequitativa tiende a crear instituciones económicas y sociales que perpetúan los privilegios de los actores más influyentes; por ello, la CEPAL ha venido abogando porque se amplíe la igualdad de oportunidades por la vía de la educación, que reviertan la dinámicas excluyentes de mercados de trabajo caracterizados por una creciente heterogeneidad estructural, que facilite el acceso y la redistribución de activos y se fortalezca la democracia política con pleno ejercicio de la ciudadanía.

En el documento que presentaremos proponemos avanzar en esta línea. Concentramos nuestra atención en la protección social y en particular en la protección ante los riesgos de la vejez, la enfermedad y la pobreza extrema universalizada y mejorar la protección social, un desafío que hoy recorre el debate político, ocupa titulares de prensa y ronda con urgencia en nuestras conciencias. Muchos de nuestros ciudadanos y ciudadanas se sienten impactados por la incertidumbre respecto del futuro laboral, la cobertura de la seguridad social y la disponibilidad del ingreso familiar.

A través de las propuestas que someteremos a su consideración se procura tender puentes entre los derechos económicos y sociales de los ciudadanos y el diseño de instituciones y políticas que permitan producir y asignar recursos necesarios para reforzar su exigibilidad en términos de mayor acceso, mejor financiamiento y más solidaridad. Aunque la reforma necesaria depende de la situación de cada país, en general es preciso establecer un mejor equilibrio y complementariedad en que los incentivos para participar en los esquemas de participación social -enfoque privilegiado durante los años 90- y la solidaridad.

El poner exageradamente el acento en los sin sentidos en desmedro y la solidaridad no sólo afecta la equidad sino que además ha sido incapaz de ampliar la cobertura de la seguridad social, incapacidad que ha sido una de las principales motivaciones de las reformas emprendidas.

Avanzar en los niveles de protección social no es un tema separado del logro de tasas de crecimiento altas y sostenidas. Como bien sabemos, el tema de la equidad no se agota en el ámbito de las políticas sociales. La razón es simple: los importantes adelantos que podremos lograr en el ámbito social, se verían potenciados en el contexto de un mayor crecimiento económico basado en la transformación productiva, que brindara oportunidad a las empresas más postergadas y generara nuevos empleos y ocupaciones de mayor calidad. En el caso de nuestra región, la heterogeneidad estructural entre sectores económicos, regiones y estratos de empresas se ha acentuado considerablemente en el último cuarto de siglo. En el pasado más reciente desaparecieron numerosas empresas pequeñas y medianas que no se reinsertaron en el procesos de modernización productiva.

Como consecuencia de ello, éste no fue un proceso de destrucción creativa, sino que trajo aparejado serias consecuencias económicas y sociales.

En nuestras publicaciones hemos destacado la interdependencia existente entre dinámica estructural y la evolución de los agregados económicos, dado que nuestra región presenta grandes fallas de coordinación entre agentes y un acceso muy disímil a la información y a los factores productivos.

Esta interdependencia adquiere ribetes muy especiales. En efecto, la heterogeneidad productiva da origen a una dinámica de tres velocidades que, "grosso modo", correspondan a las grandes empresas, las medianas y pequeñas del sector formal y las micro empresas informales.

En este contexto, la interdependencia entre el crecimiento y la productividad sólo se aplica a algunos actores económicos. Ampliar el círculo virtuoso que ella representa al conjunto del aparato productivo exige la adopción de políticas públicas activas y una voluntad política que apunten a nivelar el campo de juego.

Yo opino que nivelar el campo de juego mediante una estructura de apoyos e incentivos diferenciada y articulada en torno a tres grandes estrategias: inclusión, articulación y densificación. Eso es lo que afirmábamos en el documento presentado por la Secretaría en el anterior período de sesiones.

Un crecimiento alto y sostenido evidentemente contribuiría a la transformación productiva, pero para que ésta se produzca es necesario superar las condiciones de nuestro pasado reciente, porque el crecimiento económico ha sido magro y volátil en el último cuarto de siglo. Para poner fin a esta tendencia hemos promovido una mayor inserción externa y muy especialmente mejorar su calidad.

Sin embargo podemos ser conscientes de que el acceso a nuevos mercados crea oportunidades y genera también nuevos desafíos. Para aprovechar las oportunidades plenamente debemos poner en marcha políticas que permitan densificar la estructura productiva en otras cosas, agregando valor, y sobre todo conocimiento a nuestras exportaciones. Son componentes esenciales de esta estrategia la capacitación de nuestros recursos humanos y el desarrollo de sistemas amplios de innovación capaces de reproducir, adaptar y crear.

En el mismo sentido quisiera insistir en la necesidad de crear condiciones macroeconómicas que alienten el crecimiento. Desde los años 90 hemos conseguido avances que muy felizmente se han mantenido, sobre todo en lo que respecta al control de la inflación y de los desequilibrios fiscales y al perfeccionamiento de las instituciones fiscales monetarias.

Debemos construir a partir de estos logros, prestando más atención al sector real de la economía. Al igual que la inflación alta y variable, la inestabilidad real tiene grandes costos económicos y sociales, desde donde se incentiva la inversión y el desarrollo productivo y afecta especialmente a los más pobres, porque provoca una reducción del empleo y restringe el acceso a la protección social. Por eso es necesario adoptar políticas que permitan mitigar los altibajos de los ciclos económicos mediante el uso de instrumentos contra cíclicos; esencialmente las políticas contra cíclicas permiten actuar con cautela en los períodos de bonanza a fin de disponer de mayores márgenes de maniobra en los períodos recesivos y así atenuar las recesiones financieras y aliviar las necesidades del ajuste.

Esto permite asegurar los avances logrados y defenderse de los vaivenes de los ciclos de la economía mundial.

Por último quisiera destacar la importancia de concertar acuerdos sociales amplios y de revalorizar el papel que puede desempeñar el Estado cuando se trata de encarar las tareas mencionadas. La posibilidad de enfrentar satisfactoriamente los desafíos señalados sería mayor si se pudiera desarrollar una visión común de la creación de un futuro influyente. Para ello deben concertarse acuerdos a largo plazo, explícitos o implícitos, entre el Estado y los actores sociales, respecto a los objetivos y la secuencias de políticas e innovaciones institucionales necesarios para alcanzarlos. En este sentido, la calidad, es decir, la transparencia, la apertura, la legitimidad, el andamiaje institucional es esencial para catalizar iniciativas dispersas y generalmente contrapuestas. Ese es un proceso muy complejo que exige una voluntad constante de diálogo y de construcción de confianza, es decir, una visión de país compartida en sus lineamientos esenciales, pero también existen resultados visibles que refuercen la voluntad de actuar en una determinada dirección y contribuyan a que el proceso sea sostenido.

Asimismo debemos ser concretos en relación con los instrumentos que disponen los gobierno para instrumentar políticas, como ha sostenido la CEPAL, la solidez o la fragilidad de las finanzas publicas refleja la fortaleza o la debilidad del pacto fiscal que legitima el papel del Estado y alcance responsabilidades en las esferas económicas y en la esfera social.

Un acuerdo político básico de distintos sectores sociales sobre qué debe hacer el Estado ayuda a legitimar el nivel, la composición y la tendencia al gasto publico y la carga tributaria necesaria para su financiamiento. Por consiguiente, es urgente renovar el pacto fiscal subyacente en las sociedades latinoamericana y caribeña.

Más allá de las mejoras que pueden introducirse en la distribución primaria del ingreso mediante políticas de desarrollo productivo que permitan reducir la heterogeneidad estructural, será necesario aumentar los recursos públicos para atender las necesidades a corto plazo.

Esto puede lograrse con tres guías complementarias: ampliando la recaudación fiscal; aumentando y protegiendo la participación del gasto publico social en el presupuesto y mejorando la calidad y el efecto distributivo de los programas y los proyectos públicos orientados al área social que permite inspirar confianza entre los contribuyentes acerca del buen uso de sus aportes.

No existen respuestas únicas en circunstancias tan variadas como las que caracterizan a nuestra región, pero el común denominador es la necesidad de fortalecer la institucionalidad.

Así como en los años 90 pudimos consolidar una mejor institucionalidad económica en esta década deberíamos abocarnos a la construcción de una institucionalidad social más sólida y eficaz.

La oportunidad de elaborar argumentos, razonamientos y políticas en esta materia es muy propicia, fundamentalmente por dos motivos: en primer lugar hemos aprendido que no existen soluciones simples, universales ni mágicas, como se pensó alguna vez a partir de una visión puramente doctrinaria. En segundo término, el panorama actual de la región ofrece buenas oportunidades gracias a ciertos cambios positivos provenientes del exterior, como tasas de cambio favorables, bajas tasas internacionales de interés, y en algunos países, cuantiosas remesas familiares y entonces o en consecuencia, surge una buena posibilidad de explorar las márgenes de maniobra del ámbito productivo, y sobre todo decidir cómo aprovechar esa coyuntura en cada país.

Estos fenómenos definen la singularidad del momento actual en relación con la viabilidad de emprender nuevas reformas y perfeccionar la ya realizada, pero que no dieron los resultados satisfactorios esperados, es decir, de reformar la reforma en la jerga de la CEPAL. ¿En qué consiste esa singularidad? Por una parte, el contexto es favorable y la responsabilidad que han demostrado los gobiernos de la región, han atenuado la presión sobre la gestión macroeconómica, reduciendo la vulnerabilidad antes posibles conmociones de origen externo.

Por otra parte, se observa una cierta fatiga en la aplicación de las reformas que dificultan el logro de los acuerdos necesarios para que éstas tengan las consecuencias deseadas. Esto explica la importancia de contribuir aportar consensos, fomentando el diálogo y el entendimiento entre sectores solidarios.

En tal sentido, señor Presidente y señores delegados, quisiera concluir diciendo que no puede haber una democracia efectiva si se dejan al margen de la agenda pública elementos claves de la realización económica y social, como son los que hemos mencionado. Entre otras, las políticas de protección social, en la que se debería tomar debidamente en cuenta las imprescindibles consideraciones sobre acceso, financiamiento y solidaridad.

Catalizado ese debate, es tarea primordial del sistema político ofrecer a la ciudadanía múltiples alternativas de ordenamiento económico y social, ya que sin el intercambio de ideas que ese debate supone, la política sólo puede empobrecerse y perder sentido.

Por consiguiente debemos recuperar el valor de la política, para ofrecer opciones y alentar la vida en democracia. En tal sentido la historia de su nación, señor Presidente y lo que usted está haciendo en su gobierno, nos indican un camino posible de todo eso.

Muchas gracias una vez más por su presencia, su hospitalidad y su apoyo.

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ VÁZQUEZ, EN EL ACTO DE APERTURA DEL XXXI PERIODO DE SESIONES DE LA CEPAL

PRESIDENTE VÁZQUEZ: Buenos días, para todos ustedes. Señor Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina, Dr. José Luis Machinea; ilustrísimos visitantes que nos hacen el honor de visitar nuestro país; autoridades nacionales y departamentales; señoras y señores que participan en este XXXI período de sesiones de CEPAL; amigas y amigos:

Como ustedes comprenderán, ya que me ha tocado interactuar -he tenido el honor de poder interactuar en un ámbito donde predomina el mundo de las ciencias económicas y yo solamente soy un médico- quisiera transitar estos primeros minutos de mi exposición por esa etapa que se denominaba magistralmente como "etapa de adaptación".

Por tanto, comienzo diciendo que comparto el brillante diagnóstico que ha hecho el doctor Machinea hace algunos minutos. Comparto también algunos elementos etiológicos, es decir, algunas definiciones sobre las causas que nos llevaron a esta situación a los países de América Latina.

Considero que hecho el diagnóstico, el pronóstico, si se aplica la terapéutica adecuada, el pronóstico para nuestros países es bueno y, sin duda, es tarea de los gobernantes intentar aplicar esas terapéuticas adecuadas para superar esta patología. En eso se encuentra abocado a trabajar fuertemente el gobierno uruguayo.

Pero quiero decir que, en primer lugar, le doy la más cordial de las bienvenidas al Uruguay, y particularmente a Montevideo. A los uruguayos nos gusta que quienes nos visitan se sientan como en casa y esperamos que así suceda también en esta ocasión

En segundo término, reitero también mi agradecimiento por invitarme a participar en el acto de apertura de esta instancia de trabajo de la Comisión Económica para América Latina. Es para mí un honor estar aquí entre ustedes, aunque sea por un momento, pues otros compromisos de agenda determinan que deba retirarme dentro de algunos minutos.

Además, basta asomarse al temario y programa de esta reunión para constatar que a todos ustedes les espera una intensa jornada de trabajo que conviene encarar libre de extensos discursos.

Por estas dos razones, entonces, seré breve.

Amigas y amigos: así como parece obvio y simple, para nuestra muy humilde opinión, para mejorar las cosas es necesario imaginárselas distintas.

En eso está el gobierno uruguayo: imaginando una realidad mejor para nuestra gente; y trabajando para hacer realidad ese sueño.

Con limitaciones, por cierto, pero sin renunciamientos. Sin apuros, pero sin pausas. Atendiendo el presente, pero construyendo el futuro. Sin pretender ser modelo ni vanguardia de nada, pero con la firme voluntad de aportar sus opiniones, sus experiencias y sus esperanzas en la búsqueda de un futuro mejor para América Latina.

De ahí, entonces, nuestro renovado apoyo a la labor que desde hace ya más de medio siglo viene desarrollando esta Comisión Económica para América Latina, tal cual nos comentaba hace algunos minutos nuestro querido amigo, compatriota, el contador Enrique Iglesias.

Y consecuentemente con ello, nuestra satisfacción porque este XXXI período de sesiones de CEPAL asigne especial atención a la temática referida a la protección social.

Se trata de un asunto medular en el contexto de una estrategia de auténtico desarrollo. Porque el desarrollo que no ponga el acento en la calidad de vida de la gente, en sus esperanzas y en sus derechos, no es desarrollo. Podrá ser, en el mejor de los casos, crecimiento, pero no es desarrollo.

Sé que esto puede parecer un poco ingenuo, pero a menudo las apariencias engañan. La que no engaña es la realidad de América Latina a la que hacía referencia precisamente el doctor Machinea.

Pocas regiones en el mundo, tan ricas en recursos naturales como la nuestra, pero ninguna tan desigual en términos sociales.

Aquí mismo, en este Montevideo tan entrañable y aparentemente tan de cercanías en términos socioeconómicos, existen lacerantes contrastes; y no hay que caminar demasiado para constatarlos: en algunos casos apenas a unas pocas cuadras de aquí donde nos encontramos.

Y la pregunta que se impone es entonces: ¿tenemos que resignarnos a esta realidad? Y aunque nos resignemos a ella, ¿por qué razón? ¿Con qué objetivo nos tenemos que resignar?

Reitero: para mejorar las cosas es necesario imaginarlas distintas. Yo sueño e imagino un Uruguay, cuya tasa de mortalidad infantil descienda a cifras de menos de un dígito cada 1000 niños nacidos.

Asimismo sueño, pienso e imagino a un Uruguay que no tenga un tercio de su población sumida en la pobreza.

Imagino, pienso y sueño en un Uruguay que no tenga una desocupación bruta del 12%. Y no dudo que todos ustedes quieren mejorar las cosas y trabajan en ello. Reconozco y valoro esa tarea.

Pero si todos me emplazaran a demandarles algo, yo les pediría un esfuerzo más en imaginar las cosas distintas.

¡Vaya si hemos tenido que pagar caro en Latinoamérica el rendirle culto al pensamiento único y no tener imaginación para pensar en un mundo mejor y una calidad mayor en la vida de nuestra gente!

Thomas Carlyle, un historiador escocés que nació en 1795 como ustedes saben y murió en 1881, autor de distintas obras, entre otras "Los Héroes" y "El culto a los héroes", solía referirse a los economistas como, textual: "respetables profesores de una ciencia lúgubre".

Yo tengo un concepto más generoso de ustedes, tal vez porque entre los fundadores de la teoría económica moderna hubo más de un médico trabajando en la misma.

Pero, precisamente, porque los estimo más que Carlyle, les pido imaginación. Miren, les pido lo que nos pidió a todos Gabriel García Márquez en su discurso al recibir el Premio Nóbel de Literatura: "Que la porfiada y exuberante creatividad que los latinoamericanos manifestamos en literatura, artes plásticas, música, danza, etcétera, también la demostremos en la construcción de una realidad democrática, justa y próspera en nuestra región. Y que los ricos y poderosos del mundo que tanto admiran nuestra variedad cultural y nuestra creatividad artística, por lo menos toleren nuestros intentos de cambio en clave de soberanía, democracia e igualdad, porque ellos reflejan nuestra búsqueda del derecho al desarrollo humano".

Los pueblos latinoamericanos no estamos condenados a cien años de soledad, y aunque lo estuviéramos no hay razón que justifique tal condena.

No hay razón que justifique la resignación o la renuncia a imaginar las cosas distintas. A imaginar que nuestra gente, en nuestros países, puede vivir mucho mejor. A imaginar que en nuestros países nuestros niños pobres no tienen que morir de hambre.

En este desafío CEPAL tiene una tarea por demás importante y que, estoy seguro, este encuentro ayudará a encarar.

Deseándoles la mejor de las estadías en nuestro país, les deseo también muchas felicidades y mucho éxito en el tan importante trabajo, en la tan importante tarea que ustedes realizan. Muchas gracias.

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