VÁZQUEZ: PARA MEJORAR LAS COSAS HAY QUE IMAGINARLAS
DISTINTAS
El Presidente de la República, Tabaré Vázquez,
exhortó hoy a "imaginar a las realidades distintas, para mejorarlas" al
hablar en la inauguración del XXXI período de sesiones de la CEPAL en el
hotel Radisson.
En la oportunidad, Vázquez volvió a abogar por el fin
de la pobreza y la inequidad social al dirigirse a los delegados de los
42 países que integran ese organismo latinoamericano.
Por su parte, el Secretario Ejecutivo de la Comisión
Económica para América Latina (CEPAL) exhortó a los países que la
integran a que redoblen esfuerzos por mejores oportunidades a partir de
la educación, agregando que ese crecimiento debe ser "conjugado con
márgenes cada vez mayores de equidad social".
PALABRAS DEL SECRETARIO EJECUTIVO DE LA CEPAL, JOSE
LUIS MACHINEA, EN LA APERTURA DE LAS SESIONES DEL ORGANISMO EN EL HOTEL
RADISSON
SECRETARIO MACHINEA: Señor Presidente de la República
Oriental del Uruguay, Dr. Tabaré Vázquez; señor Vicepresidente, señor
Rodolfo Nin Novoa; señor Ministro de Relaciones Exteriores de la
República Oriental del Uruguay, señor Reinaldo Gargano; señor Presidente
de la Suprema Corte de Justicia, señor Hipólito Rodríguez Caorsi: señor
José Antonio Ocampo, Secretario General adjunto para Asuntos Económicos
y Sociales de Naciones Unidas; señor Enrique Iglesias, Secretario
General de la Secretaría General Iberoamericana; señoras Ministras y
señores Ministros; señora Rebecca Linspan, Directora para América Latina
y el Caribe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo; señor
Didier Opertti, Director General de la ALADI; señor Carlos Alvarez,
Secretario Ejecutivo del MERCOSUR; señoras y señores representantes de
los países miembros de la CEPAL: señoras y señores representantes de las
agencias de las Naciones Unidas; autoridades nacionales; señores
legisladores; representantes de las organizaciones no gubernamentales,
señoras y señores:
Ante todo, señor Presidente, quisiera agradecer
calurosamente la invitación para realizar el 31er. Período de sesiones
de la CEPAL en la República Oriental del Uruguay.
En segundo lugar, quisiera agradecer a su Cancillería
y a los representantes de los otros Ministerios con los que hemos
trabajado, por su apoyo y su compromiso, y en particular el
agradecimiento a la Vicecanciller, la señora Belela Herrera, que ha sido
especialmente amble con nosotros durante todo este período.
La tradicional cordialidad y la conocida hospitalidad
de esta gran nación son virtudes que admiramos todos los
latinoamericanos y caribeños. El pensamiento y la acción de la CEPAL se
han beneficiado ampliamente por la presencia de varias autoridades
uruguayas. Además de Enrique Iglesias, un verdadero embajador de nuestra
región, nos hemos beneficiado con los aportes de Aldo Solari, Danilo
Astori, Walter Cancela, Alberto Couriel, Germán Rama, Octavio Rodríguez
y Mario Buchelli, entre varios otros. También por esta contribución de
profesionales destacados quisiéramos agradecer al Uruguay.
Tal como le comentáramos cuando usted nos visitó como
candidato presidencial, la CEPAL viene promoviendo, desde los años ’90,
un nuevo marco para el desarrollo de los países de la región, adecuado a
un mundo globalizado de economías abiertas. Nuestra propuesta se podría
resumir diciendo que el desarrollo de las economías latinoamericanas y
caribeñas exige una transformación de sus estructuras productivas que
vaya acompañada de un proceso intenso de formación y preservación de su
capital humano.
En otras palabras, queremos desarrollarnos e
integrarnos con éxito al mundo, conjugando nuestro crecimiento con
niveles cada vez mayores de equidad social. Por ello el marco propuesto
actualmente por la CEPAL insiste en la importancia de elevar la
competitividad, velar por los equilibrios macroeconómicos y fortalecer
una democracia política participativa e incluyente.
Señor Presidente, quisiera referirme brevemente a
algunos elementos de nuestra propuesta. Debo comenzar señalando que
América Latina y el Caribe padecen hoy de dos males que amenazan con
volverse crónicos: por una parte un crecimiento bajo y volátil y, por
otra, niveles inaceptablemente altos de desigualdad social y una pesada
persistencia de elevados niveles de pobreza e indigencia.
Además de las grandes desigualdades en la
distribución del ingreso, la falta de equidad es la síntesis de
estructuras económicas y sociales muy segmentadas, que han dado origen a
una profunda exclusión social. Estas desigualdades son a la vez causa y
efecto de otras disparidades, entre ellas las que derivan de la
educación y el empleo y las que corresponden a las restricciones étnicas
y de género, a la distribución territorial de la población y los
recursos y a la dinámica demográfica todo lo cual debilita nuestro
desarrollo democrático.
La distribución del ingreso en los hogares que
refleja las diferencias existentes entre distintos segmentos sociales,
como se refieren al acceso, a la educación, al conocimiento, al
patrimonio, al empleo y al financiamiento productivo. A su vez estos
factores se reflejan en los ámbitos institucionales y políticos, ya que
una sociedad inequitativa tiende a crear instituciones económicas y
sociales que perpetúan los privilegios de los actores más influyentes;
por ello, la CEPAL ha venido abogando porque se amplíe la igualdad de
oportunidades por la vía de la educación, que reviertan la dinámicas
excluyentes de mercados de trabajo caracterizados por una creciente
heterogeneidad estructural, que facilite el acceso y la redistribución
de activos y se fortalezca la democracia política con pleno ejercicio de
la ciudadanía.
En el documento que presentaremos proponemos avanzar
en esta línea. Concentramos nuestra atención en la protección social y
en particular en la protección ante los riesgos de la vejez, la
enfermedad y la pobreza extrema universalizada y mejorar la protección
social, un desafío que hoy recorre el debate político, ocupa titulares
de prensa y ronda con urgencia en nuestras conciencias. Muchos de
nuestros ciudadanos y ciudadanas se sienten impactados por la
incertidumbre respecto del futuro laboral, la cobertura de la seguridad
social y la disponibilidad del ingreso familiar.
A través de las propuestas que someteremos a su
consideración se procura tender puentes entre los derechos económicos y
sociales de los ciudadanos y el diseño de instituciones y políticas que
permitan producir y asignar recursos necesarios para reforzar su
exigibilidad en términos de mayor acceso, mejor financiamiento y más
solidaridad. Aunque la reforma necesaria depende de la situación de cada
país, en general es preciso establecer un mejor equilibrio y
complementariedad en que los incentivos para participar en los esquemas
de participación social -enfoque privilegiado durante los años 90- y la
solidaridad.
El poner exageradamente el acento en los sin sentidos
en desmedro y la solidaridad no sólo afecta la equidad sino que además
ha sido incapaz de ampliar la cobertura de la seguridad social,
incapacidad que ha sido una de las principales motivaciones de las
reformas emprendidas.
Avanzar en los niveles de protección social no es un
tema separado del logro de tasas de crecimiento altas y sostenidas. Como
bien sabemos, el tema de la equidad no se agota en el ámbito de las
políticas sociales. La razón es simple: los importantes adelantos que
podremos lograr en el ámbito social, se verían potenciados en el
contexto de un mayor crecimiento económico basado en la transformación
productiva, que brindara oportunidad a las empresas más postergadas y
generara nuevos empleos y ocupaciones de mayor calidad. En el caso de
nuestra región, la heterogeneidad estructural entre sectores económicos,
regiones y estratos de empresas se ha acentuado considerablemente en el
último cuarto de siglo. En el pasado más reciente desaparecieron
numerosas empresas pequeñas y medianas que no se reinsertaron en el
procesos de modernización productiva.
Como consecuencia de ello, éste no fue un proceso de
destrucción creativa, sino que trajo aparejado serias consecuencias
económicas y sociales.
En nuestras publicaciones hemos destacado la
interdependencia existente entre dinámica estructural y la evolución de
los agregados económicos, dado que nuestra región presenta grandes
fallas de coordinación entre agentes y un acceso muy disímil a la
información y a los factores productivos.
Esta interdependencia adquiere ribetes muy
especiales. En efecto, la heterogeneidad productiva da origen a una
dinámica de tres velocidades que, "grosso modo", correspondan a las
grandes empresas, las medianas y pequeñas del sector formal y las micro
empresas informales.
En este contexto, la interdependencia entre el
crecimiento y la productividad sólo se aplica a algunos actores
económicos. Ampliar el círculo virtuoso que ella representa al conjunto
del aparato productivo exige la adopción de políticas públicas activas y
una voluntad política que apunten a nivelar el campo de juego.
Yo opino que nivelar el campo de juego mediante una
estructura de apoyos e incentivos diferenciada y articulada en torno a
tres grandes estrategias: inclusión, articulación y densificación. Eso
es lo que afirmábamos en el documento presentado por la Secretaría en el
anterior período de sesiones.
Un crecimiento alto y sostenido evidentemente
contribuiría a la transformación productiva, pero para que ésta se
produzca es necesario superar las condiciones de nuestro pasado
reciente, porque el crecimiento económico ha sido magro y volátil en el
último cuarto de siglo. Para poner fin a esta tendencia hemos promovido
una mayor inserción externa y muy especialmente mejorar su calidad.
Sin embargo podemos ser conscientes de que el acceso
a nuevos mercados crea oportunidades y genera también nuevos desafíos.
Para aprovechar las oportunidades plenamente debemos poner en marcha
políticas que permitan densificar la estructura productiva en otras
cosas, agregando valor, y sobre todo conocimiento a nuestras
exportaciones. Son componentes esenciales de esta estrategia la
capacitación de nuestros recursos humanos y el desarrollo de sistemas
amplios de innovación capaces de reproducir, adaptar y crear.
En el mismo sentido quisiera insistir en la necesidad
de crear condiciones macroeconómicas que alienten el crecimiento. Desde
los años 90 hemos conseguido avances que muy felizmente se han
mantenido, sobre todo en lo que respecta al control de la inflación y de
los desequilibrios fiscales y al perfeccionamiento de las instituciones
fiscales monetarias.
Debemos construir a partir de estos logros, prestando
más atención al sector real de la economía. Al igual que la inflación
alta y variable, la inestabilidad real tiene grandes costos económicos y
sociales, desde donde se incentiva la inversión y el desarrollo
productivo y afecta especialmente a los más pobres, porque provoca una
reducción del empleo y restringe el acceso a la protección social. Por
eso es necesario adoptar políticas que permitan mitigar los altibajos de
los ciclos económicos mediante el uso de instrumentos contra cíclicos;
esencialmente las políticas contra cíclicas permiten actuar con cautela
en los períodos de bonanza a fin de disponer de mayores márgenes de
maniobra en los períodos recesivos y así atenuar las recesiones
financieras y aliviar las necesidades del ajuste.
Esto permite asegurar los avances logrados y
defenderse de los vaivenes de los ciclos de la economía mundial.
Por último quisiera destacar la importancia de
concertar acuerdos sociales amplios y de revalorizar el papel que puede
desempeñar el Estado cuando se trata de encarar las tareas mencionadas.
La posibilidad de enfrentar satisfactoriamente los desafíos señalados
sería mayor si se pudiera desarrollar una visión común de la creación de
un futuro influyente. Para ello deben concertarse acuerdos a largo
plazo, explícitos o implícitos, entre el Estado y los actores sociales,
respecto a los objetivos y la secuencias de políticas e innovaciones
institucionales necesarios para alcanzarlos. En este sentido, la
calidad, es decir, la transparencia, la apertura, la legitimidad, el
andamiaje institucional es esencial para catalizar iniciativas dispersas
y generalmente contrapuestas. Ese es un proceso muy complejo que exige
una voluntad constante de diálogo y de construcción de confianza, es
decir, una visión de país compartida en sus lineamientos esenciales,
pero también existen resultados visibles que refuercen la voluntad de
actuar en una determinada dirección y contribuyan a que el proceso sea
sostenido.
Asimismo debemos ser concretos en relación con los
instrumentos que disponen los gobierno para instrumentar políticas, como
ha sostenido la CEPAL, la solidez o la fragilidad de las finanzas
publicas refleja la fortaleza o la debilidad del pacto fiscal que
legitima el papel del Estado y alcance responsabilidades en las esferas
económicas y en la esfera social.
Un acuerdo político básico de distintos sectores
sociales sobre qué debe hacer el Estado ayuda a legitimar el nivel, la
composición y la tendencia al gasto publico y la carga tributaria
necesaria para su financiamiento. Por consiguiente, es urgente renovar
el pacto fiscal subyacente en las sociedades latinoamericana y caribeña.
Más allá de las mejoras que pueden introducirse en la
distribución primaria del ingreso mediante políticas de desarrollo
productivo que permitan reducir la heterogeneidad estructural, será
necesario aumentar los recursos públicos para atender las necesidades a
corto plazo.
Esto puede lograrse con tres guías complementarias:
ampliando la recaudación fiscal; aumentando y protegiendo la
participación del gasto publico social en el presupuesto y mejorando la
calidad y el efecto distributivo de los programas y los proyectos
públicos orientados al área social que permite inspirar confianza entre
los contribuyentes acerca del buen uso de sus aportes.
No existen respuestas únicas en circunstancias tan
variadas como las que caracterizan a nuestra región, pero el común
denominador es la necesidad de fortalecer la institucionalidad.
Así como en los años 90 pudimos consolidar una mejor
institucionalidad económica en esta década deberíamos abocarnos a la
construcción de una institucionalidad social más sólida y eficaz.
La oportunidad de elaborar argumentos, razonamientos
y políticas en esta materia es muy propicia, fundamentalmente por dos
motivos: en primer lugar hemos aprendido que no existen soluciones
simples, universales ni mágicas, como se pensó alguna vez a partir de
una visión puramente doctrinaria. En segundo término, el panorama actual
de la región ofrece buenas oportunidades gracias a ciertos cambios
positivos provenientes del exterior, como tasas de cambio favorables,
bajas tasas internacionales de interés, y en algunos países, cuantiosas
remesas familiares y entonces o en consecuencia, surge una buena
posibilidad de explorar las márgenes de maniobra del ámbito productivo,
y sobre todo decidir cómo aprovechar esa coyuntura en cada país.
Estos fenómenos definen la singularidad del momento
actual en relación con la viabilidad de emprender nuevas reformas y
perfeccionar la ya realizada, pero que no dieron los resultados
satisfactorios esperados, es decir, de reformar la reforma en la jerga
de la CEPAL. ¿En qué consiste esa singularidad? Por una parte, el
contexto es favorable y la responsabilidad que han demostrado los
gobiernos de la región, han atenuado la presión sobre la gestión
macroeconómica, reduciendo la vulnerabilidad antes posibles conmociones
de origen externo.
Por otra parte, se observa una cierta fatiga en la
aplicación de las reformas que dificultan el logro de los acuerdos
necesarios para que éstas tengan las consecuencias deseadas. Esto
explica la importancia de contribuir aportar consensos, fomentando el
diálogo y el entendimiento entre sectores solidarios.
En tal sentido, señor Presidente y señores delegados,
quisiera concluir diciendo que no puede haber una democracia efectiva si
se dejan al margen de la agenda pública elementos claves de la
realización económica y social, como son los que hemos mencionado. Entre
otras, las políticas de protección social, en la que se debería tomar
debidamente en cuenta las imprescindibles consideraciones sobre acceso,
financiamiento y solidaridad.
Catalizado ese debate, es tarea primordial del
sistema político ofrecer a la ciudadanía múltiples alternativas de
ordenamiento económico y social, ya que sin el intercambio de ideas que
ese debate supone, la política sólo puede empobrecerse y perder sentido.
Por consiguiente debemos recuperar el valor de la
política, para ofrecer opciones y alentar la vida en democracia. En tal
sentido la historia de su nación, señor Presidente y lo que usted está
haciendo en su gobierno, nos indican un camino posible de todo eso.
Muchas gracias una vez más por su presencia, su
hospitalidad y su apoyo.
PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ
VÁZQUEZ, EN EL ACTO DE APERTURA DEL XXXI PERIODO DE SESIONES DE LA CEPAL
PRESIDENTE VÁZQUEZ: Buenos días, para todos ustedes.
Señor Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina,
Dr. José Luis Machinea; ilustrísimos visitantes que nos hacen el honor
de visitar nuestro país; autoridades nacionales y departamentales;
señoras y señores que participan en este XXXI período de sesiones de
CEPAL; amigas y amigos:
Como ustedes comprenderán, ya que me ha tocado
interactuar -he tenido el honor de poder interactuar en un ámbito donde
predomina el mundo de las ciencias económicas y yo solamente soy un
médico- quisiera transitar estos primeros minutos de mi exposición por
esa etapa que se denominaba magistralmente como "etapa de adaptación".
Por tanto, comienzo diciendo que comparto el
brillante diagnóstico que ha hecho el doctor Machinea hace algunos
minutos. Comparto también algunos elementos etiológicos, es decir,
algunas definiciones sobre las causas que nos llevaron a esta situación
a los países de América Latina.
Considero que hecho el diagnóstico, el pronóstico, si
se aplica la terapéutica adecuada, el pronóstico para nuestros países es
bueno y, sin duda, es tarea de los gobernantes intentar aplicar esas
terapéuticas adecuadas para superar esta patología. En eso se encuentra
abocado a trabajar fuertemente el gobierno uruguayo.
Pero quiero decir que, en primer lugar, le doy la más
cordial de las bienvenidas al Uruguay, y particularmente a Montevideo. A
los uruguayos nos gusta que quienes nos visitan se sientan como en casa
y esperamos que así suceda también en esta ocasión
En segundo término, reitero también mi agradecimiento
por invitarme a participar en el acto de apertura de esta instancia de
trabajo de la Comisión Económica para América Latina. Es para mí un
honor estar aquí entre ustedes, aunque sea por un momento, pues otros
compromisos de agenda determinan que deba retirarme dentro de algunos
minutos.
Además, basta asomarse al temario y programa de esta
reunión para constatar que a todos ustedes les espera una intensa
jornada de trabajo que conviene encarar libre de extensos discursos.
Por estas dos razones, entonces, seré breve.
Amigas y amigos: así como parece obvio y simple, para
nuestra muy humilde opinión, para mejorar las cosas es necesario
imaginárselas distintas.
En eso está el gobierno uruguayo: imaginando una
realidad mejor para nuestra gente; y trabajando para hacer realidad ese
sueño.
Con limitaciones, por cierto, pero sin
renunciamientos. Sin apuros, pero sin pausas. Atendiendo el presente,
pero construyendo el futuro. Sin pretender ser modelo ni vanguardia de
nada, pero con la firme voluntad de aportar sus opiniones, sus
experiencias y sus esperanzas en la búsqueda de un futuro mejor para
América Latina.
De ahí, entonces, nuestro renovado apoyo a la labor
que desde hace ya más de medio siglo viene desarrollando esta Comisión
Económica para América Latina, tal cual nos comentaba hace algunos
minutos nuestro querido amigo, compatriota, el contador Enrique
Iglesias.
Y consecuentemente con ello, nuestra satisfacción
porque este XXXI período de sesiones de CEPAL asigne especial atención a
la temática referida a la protección social.
Se trata de un asunto medular en el contexto de una
estrategia de auténtico desarrollo. Porque el desarrollo que no ponga el
acento en la calidad de vida de la gente, en sus esperanzas y en sus
derechos, no es desarrollo. Podrá ser, en el mejor de los casos,
crecimiento, pero no es desarrollo.
Sé que esto puede parecer un poco ingenuo, pero a
menudo las apariencias engañan. La que no engaña es la realidad de
América Latina a la que hacía referencia precisamente el doctor Machinea.
Pocas regiones en el mundo, tan ricas en recursos
naturales como la nuestra, pero ninguna tan desigual en términos
sociales.
Aquí mismo, en este Montevideo tan entrañable y
aparentemente tan de cercanías en términos socioeconómicos, existen
lacerantes contrastes; y no hay que caminar demasiado para constatarlos:
en algunos casos apenas a unas pocas cuadras de aquí donde nos
encontramos.
Y la pregunta que se impone es entonces: ¿tenemos que
resignarnos a esta realidad? Y aunque nos resignemos a ella, ¿por qué
razón? ¿Con qué objetivo nos tenemos que resignar?
Reitero: para mejorar las cosas es necesario
imaginarlas distintas. Yo sueño e imagino un Uruguay, cuya tasa de
mortalidad infantil descienda a cifras de menos de un dígito cada 1000
niños nacidos.
Asimismo sueño, pienso e imagino a un Uruguay que no
tenga un tercio de su población sumida en la pobreza.
Imagino, pienso y sueño en un Uruguay que no tenga
una desocupación bruta del 12%. Y no dudo que todos ustedes quieren
mejorar las cosas y trabajan en ello. Reconozco y valoro esa tarea.
Pero si todos me emplazaran a demandarles algo, yo
les pediría un esfuerzo más en imaginar las cosas distintas.
¡Vaya si hemos tenido que pagar caro en Latinoamérica
el rendirle culto al pensamiento único y no tener imaginación para
pensar en un mundo mejor y una calidad mayor en la vida de nuestra
gente!
Thomas Carlyle, un historiador escocés que nació en
1795 como ustedes saben y murió en 1881, autor de distintas obras, entre
otras "Los Héroes" y "El culto a los héroes", solía referirse a los
economistas como, textual: "respetables profesores de una ciencia
lúgubre".
Yo tengo un concepto más generoso de ustedes, tal vez
porque entre los fundadores de la teoría económica moderna hubo más de
un médico trabajando en la misma.
Pero, precisamente, porque los estimo más que Carlyle,
les pido imaginación. Miren, les pido lo que nos pidió a todos Gabriel
García Márquez en su discurso al recibir el Premio Nóbel de Literatura:
"Que la porfiada y exuberante creatividad que los latinoamericanos
manifestamos en literatura, artes plásticas, música, danza, etcétera,
también la demostremos en la construcción de una realidad democrática,
justa y próspera en nuestra región. Y que los ricos y poderosos del
mundo que tanto admiran nuestra variedad cultural y nuestra creatividad
artística, por lo menos toleren nuestros intentos de cambio en clave de
soberanía, democracia e igualdad, porque ellos reflejan nuestra búsqueda
del derecho al desarrollo humano".
Los pueblos latinoamericanos no estamos condenados a
cien años de soledad, y aunque lo estuviéramos no hay razón que
justifique tal condena.
No hay razón que justifique la resignación o la
renuncia a imaginar las cosas distintas. A imaginar que nuestra gente,
en nuestros países, puede vivir mucho mejor. A imaginar que en nuestros
países nuestros niños pobres no tienen que morir de hambre.
En este desafío CEPAL tiene una tarea por demás
importante y que, estoy seguro, este encuentro ayudará a encarar.
Deseándoles la mejor de las estadías en nuestro país,
les deseo también muchas felicidades y mucho éxito en el tan importante
trabajo, en la tan importante tarea que ustedes realizan. Muchas
gracias. |