03/05/06


TANTO EL TERRORISMO COMO LA DESIGUALDAD SON INTOLERABLES
El Presidente Tabaré Vázquez afirmó en Washington, ante el Consejo Judío Americano, que "tanto el terrorismo como la desigualdad son intolerables", por lo que "hay que ser implacables con sus consecuencias y con los responsables de las mismas; pero también hay que ser implacables con sus causas y asumir responsabilidades ante ellas".

Al pronunciar un discurso en la reunión anual del Consejo Judío Americano, cuyo encuentro tuvo lugar este miércoles en el Hotel Capital Hilton, el Primer Mandatario uruguayo destacó la necesidad de hablar del futuro, ya que "al hacerlo también es necesario hablar de sueños, de derechos y de tolerancia", agregando que "sin tolerancia no hay derechos, sin derechos no hay utopías y sin utopías no hay futuro pues la vida es apenas la antesala de la muerte".

En este sentido, Vázquez señaló que "esta Conferencia es una buena ocasión para hacerlo, porque el pueblo judío tiene una larga historia y tiene también -como todos los pueblos- derecho al futuro".

"Sé que es difícil reivindicar la utopía cuando están tan de moda el pesimismo y la irresponsabilidad de conceptos tales como el fin de la historia", dijo, "pero es necesario hacerlo pues así como va la humanidad no llegará muy lejos y de esa frustración no se salvará nadie; en ella no habrá vencedores, todos seremos víctimas".

Vázquez recordó que también es difícil reivindicar la tolerancia en un contexto mundial castigado por el terrorismo y signado por la desigualdad.

"En realidad, permítanme decirlo enfáticamente, tanto el terrorismo como la desigualdad son intolerables. Hay que ser implacables con sus consecuencias y con los responsables de las mismas. Pero también hay que ser implacables con sus causas y asumir responsabilidades ante ellas", dijo.

Tras destacar el valor de la tolerancia como el reconocimiento al otro, porque es también un mecanismo de ser reconocidos, el Primer Mandatario sostuvo que "es obvio que quien es incapaz de tolerar difícilmente resulte tolerado", señalando a la tolerancia como comprensión del pluralismo y como factor de inclusión social, de ciudadanía y de democracia.

En estrecha relación con lo anterior, Vázquez se refirió a los derechos y responsabilidades, y dentro de los derechos, los derechos humanos.

En este sentido, dijo que "es innecesario resaltar en este ámbito la importancia de los derechos humanos", porque "pocos pueblos como el pueblo judío han sufrido tanto y durante tan largo tiempo el desconocimiento de los mismos", pero enfatizando en la necesidad que "todos trabajemos en la profundización del campo de los derechos humanos, basado en el principio de que son universales, interdependientes, indivisibles e inalienables".

Vázquez sostuvo que si bien la humanidad tiene muchos y muy graves problemas, "el más grave, el más grave tal vez, es el problema de quienes se niegan a la palabra, de quienes pretenden imponerse por la fuerza, de quienes sólo creen en el poder, de quienes esgrimen la bandera de destrucción de pueblos hermanos".

Para finalizar, Vázquez expresó que aún queda por realizar una de las tareas más importante: "una tarea que implica construir la paz como forma de convivencia; la democracia como forma de gobierno y estado de la sociedad; y la justicia como igualdad no solo ante la ley, sino también ante la vida. Una tarea con la cual, estoy seguro, todos los aquí presentes estamos comprometidos".

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ VÁZQUEZ, EN LA REUNIÓN ANUAL DEL CONSEJO JUDÍO AMERICANO, EN EE.UU.

PRESIDENTE VÁZQUEZ: Amigas y amigos, agradezco al Comité Judío Americano la oportunidad que me brinda de participar en su centésima Conferencia Anual que coincide, también, con el centenario de la fundación del Comité.

En términos históricos un siglo no es demasiado tiempo, pero es tiempo suficiente para hacer historia. Y desde 1906, el Comité Judío Americano está participando en la historia no sólo de la colectividad judía estadounidense, sino también en la historia de este país, en la historia del pueblo judío y en el devenir de la comunidad internacional.

Traigo a esta Conferencia el saludo del gobierno y del pueblo de la República Oriental del Uruguay; un país joven, pequeño en territorio y población pero grande en valores, en principios y en cultura.

Grandeza a la cual aportaron miles de judíos perseguidos por la intolerancia que llegaron a nuestro país y allí encontraron un lugar donde vivir en paz y hacer realidad sus sueños y sus derechos.

Amigas y amigos, hace un instante hablé del pasado e hice referencia a sueños, a derechos y a tolerancia.

Es necesario hablar del futuro y al hacerlo también es necesario hablar de sueños, de derechos y de tolerancia. Porque sin tolerancia no hay derechos, sin derechos no hay utopías y sin utopías no hay futuro pues la vida es apenas la antesala de la muerte.

Creo que esta conferencia es una buena ocasión para hacerlo, porque el pueblo judío tiene una larga historia y tiene también -como todos los pueblos- derecho al futuro.

Amigas y amigos, sé que es difícil reivindicar la utopía cuando están tan de moda el pesimismo y la irresponsabilidad de conceptos tales como el fin de la historia.

Pero es necesario hacerlo pues así como va la humanidad no llegará muy lejos. Y de esa frustración no se salvará nadie; en ella no habrá vencedores, todos seremos víctimas .

Sé además que también es difícil reivindicar la tolerancia en un contexto mundial castigado por el terrorismo y signado por la desigualdad.

En realidad, permítanme decirlo enfáticamente, tanto el terrorismo como la desigualdad son intolerables.

Hay que ser implacables con sus consecuencias y con los responsables de las mismas.

Pero también hay que ser implacables con sus causas y asumir responsabilidades ante ellas.

Las sociedades y la comunidad internacional son sistemas dinámicos. Y en tanto tales, y al igual que el organismo humano para cumplir sus funciones vitales, necesitan cierto equilibrio homeostático para funcionar adecuadamente.

Una de las claves de ese equilibrio radica en la tolerancia.

La tolerancia como reconocimiento al otro, que es también un mecanismo de ser reconocidos. Es obvio que quien es incapaz de tolerar difícilmente resulte tolerado.

La tolerancia como comprensión del pluralismo y como factor de inclusión social, de ciudadanía y de democracia.

En estrecha relación con la anterior, otra de las claves de ese imprescindible equilibrio homeostático son los derechos, que son un sistema en sí mismos, un sistema de derechos -valga la redundancia- y de responsabilidades. Y dentro de los derechos, los derechos humanos.

Es innecesario resaltar en este ámbito la importancia de los derechos humanos.

Pocos pueblos como el pueblo judío han sufrido tanto y durante tan largo tiempo el desconocimiento de los mismos

Lo necesario es que todos trabajemos en la profundización del campo de los derechos humanos, basado en el principio de que son universales, interdependientes, indivisibles e inalienables.

Amigas y amigos, la humanidad tiene muchos y muy graves problemas. Pero el más grave, el más grave tal vez, es el problema de quienes se niegan a la palabra, de quienes pretenden imponerse por la fuerza, de quienes sólo creen en el poder, de quienes esgrimen la bandera de destrucción de pueblos hermanos.

No es un problema nuevo. Nosotros lo conocemos a lo largo de nuestra vida, en otras oportunidades. Pero también está presente en "Gorgias", aquel diálogo platónico entre Sócrates y Calicles.

En ese diálogo, Sócrates sostiene que es mejor padecer una injusticia que cometerla, mientras que Calicles -una especie de nazi antes de época- sostiene lo contrario y afirma que lo único bueno y legítimo es la voluntad del fuerte.

A lo largo del diálogo los argumentos de Sócrates comienzan a convencer a Calicles. Pero éste, cuando se da cuenta de ello, se niega a seguir dialogando.

Aquel viejo problema aún subsiste y a menudo priva a la humanidad no solamente de ser racional, sino también de ser razonables. Es decir, no solamente de adoptar los mejores medios para obtener los mejores fines, eso al fin y al cabo es la racionalidad, sino también de considerar al otro como un semejante porque eso es ser razonables.

Y los resultados de esa auto-privación están a la vista, y lamentablemente muy marcado en estos últimos días.

Pero, ¿tenemos que resignarnos a ello? No, yo creo que no.

¿Por qué resignarnos a no ser racionales ni razonables? ¿Por qué resignarnos a guardar silencio cuando tenemos que hablar? ¿Qué argumentos racionales y razonables pueden justificar la intolerancia y la violencia?

Contestar estas preguntas es la tarea que todos tenemos planteada.

Una tarea que implica construir la paz como forma de convivencia; la democracia como forma de gobierno y estado de la sociedad; y la justicia como igualdad no solo ante la ley, sino también ante la vida.

Una tarea con la cual, estoy seguro, todos los aquí presentes estamos comprometidos.

Por eso, estoy también seguro que esta centésima Conferencia Anual del Congreso Judío Americano será un sustantivo aporte a esa tarea permanente, colectiva, difícil como pocas, pero al mismo tiempo hermosa como ninguna. Shalom, muchas gracias.

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