15/05/06


DEFENSA: LA MEJOR POLÍTICA SE HACE EN TIEMPOS DE PAZ, ENTRE TODOS
El Presidente Vázquez afirmó que una auténtica política nacional de Defensa debe estar en función de un proyecto democrático, armónico y de largo plazo, ya que "las mejores políticas de Defensa son las que se formulan en tiempos de paz y entre todos, sin prejuicios y con tolerancia, en igualdad de derechos y responsabilidades y con sentido de país".

"En eso estamos todos los aquí presentes, sin olvidar el pasado pero asumiendo el presente y caminando hacia el futuro, porque no es libre quien reprime el pasado pero tampoco es libre quien queda rehén del mismo", dijo el Primer Mandatario en la inauguración del Seminario "Debate Nacional sobre Defensa. Aportes para una Ley de Defensa Nacional".

Al respecto, el Presidente enumeró cinco principios o criterios que en conjunto, dijo, "nos impulsan hacia el objetivo que precisamente nos ha convocado", agregando que "ese objetivo es la gestión política de la Defensa; no es un objetivo exclusivo ni es una expresión publicitaria, en realidad la gestión política de la Defensa corresponde a una tendencia en expansión en nuestra región; una tendencia asociada tanto al proceso de institucionalización y consolidación democrática de nuestros países, como a la necesidad de fortalecerlos como Naciones e integrarnos como región en el complejo contexto del mundo actual".

En este sentido, Vázquez señaló que la política pública de defensa debe ser armónica y coherente con el presente proceso de reforma del Estado del cual es componente, por lo que "en todo debate sobre Defensa está implícito el debate sobre el Estado que tenemos, el Estado deseable y el Estado factible. No es casual, entonces, que al mismo tiempo que opera reformas en el Estado, el Gobierno de la República también promueve un debate en materia de Defensa, como lo estamos promoviendo en materia de reforma tributaria; reforma sanitaria, reforma cultural, educativa, etcétera".

El Primer Mandatario se refirió a la política militar, explicando que se trata del sistema de normas que rigen el funcionamiento, dimensión, estructura, composición de Fuerzas y capacidad técnico-profesional de las Fuerzas Armadas, así como la forma en que estas se relacionan con el Estado y el resto de la sociedad, siendo un componente fundamental de la política de Defensa, "pero en el mundo actual y más aún en el mundo del mañana, una auténtica política de Defensa trasciende lo estrictamente militar", dijo.

Este lunes, con la presencia del Presidente de la República, Tabaré Vázquez, y altas autoridades nacionales civiles y militares, en la Sala "Dr. Aquiles Lanza" del Centro de Conferencias de la Intendencia Municipal de Montevideo se llevó a cabo el acto inaugural de dicho Seminario que se extenderá hasta este martes 16.

En la oportunidad, hizo uso de la palabra el Presidente Vázquez, la Ministra de Defensa Nacional, Azucena Berrutti, y el Representante Permanente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Pablo Mandeville, así como los ex Presidentes Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle.

El Seminario "Debate Nacional sobre Defensa. Aportes para una Ley de Defensa Nacional" constituye el segundo evento -el anterior se realizó en marzo- del proceso convocado por el Ministerio de Defensa Nacional, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el sustento académico de la Universidad de la República.

El objetivo es abrir una ventana al mundo y recibir opiniones de expertos sobre la base de criterios de amplitud política y diversidad de enfoques disciplinarios y profesionales.

Los ejes conceptuales alrededor de los cuales se diseñó este Seminario son similares a aquellos que vertebrarán al Proyecto de Ley de Defensa Nacional que el Poder Ejecutivo espera elevar a consideración del Parlamento Nacional en base a las conclusiones de las Mesas Debate que se instalarán antes de fines del mes de mayo.

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ VÁZQUEZ

PRESIDENTE VÁZQUEZ: Señores ex Presidentes de la República, doctores Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle; señora Ministra de Defensa Nacional y demás autoridades del Gobierno Nacional; señoras y señores integrantes del Poder Legislativo; señores Comandantes en Jefe del Ejército, de la Fuerza Aérea y de la Armada Nacional, y Oficiales de nuestras Fuerzas Armadas; señor Representante Permanente del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, señor Pablo Mandeville; representantes de la Universidad de la República; señoras y señores: Los dos brillantes discursos que me precedieron hacen pensar que tendremos que alquilar balcones para ver el análisis, la discusión, el aporte positivo que el tema que hoy nos convoca va a tener en los próximos días.

Como Presidente de la República, y en tanto tal como Mando Superior de las Fuerzas Armadas, pero sobre todo como ciudadano uruguayo me siento honrado y complacido por participar en la apertura de este Seminario de aportes para una Ley de Defensa Nacional; el mismo se realiza en el contexto del debate nacional sobre Defensa, como decían los señores Presidentes que me precedieron en el uso de la palabra, promovido por el Gobierno de la República con el apoyo que, por cierto, reconocemos y valoramos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y de la Universidad de la República; y el apoyo también sustantivo de las distintas expresiones de la sociedad uruguaya representadas en este acto.

El programa indica que esta reunión inaugural es breve; en consecuencia, hemos de ser nosotros también breves en nuestras palabras.

Tal es así que el folleto del programa dice, refiriéndose a nosotros, palabras de... y entonces les ruego me permitan decir algunas palabras al respecto.

Sin pretender acotar, o sesgar, este debate nacional sobre Defensa; y reconociendo que he coincidido con muchos de los planteos, no todos por cierto, del doctor Lacalle y del doctor Sanguinetti, quiero compartir con ustedes cinco consideraciones sobre ciertos principios o criterios que en mi muy modesta opinión han de estar presentes en este debate.

Tal vez puedan resultar obvios, pero creo nunca está demás reafirmarlos, y muy esquemáticamente podríamos enunciarlos de la siguiente manera:

Uno: una política de Defensa es sustancialmente una política pública, una política de Estado; por tanto debe ser una política de larga duración. Ello implica que su elaboración y aplicación requieran un proceso público e informado durante el cual los actores de la sociedad adoptan y legitiman -adoptan y legitiman- el conjunto de compromisos inherentes a dicha política.

Dos: una política pública de Defensa, para ser auténticamente tal, a de estar en función de un proyecto nacional sustancialmente democrático, armónico, coherente y de largo plazo; por eso, las mejores políticas de defensa son -reitero, en nuestra muy modesta opinión- las que se formulan en tiempos de paz y entre todos, sin prejuicios y con tolerancia, en igualdad de derechos y responsabilidades ciudadanas, y con sentido de país.

En eso estamos todos los aquí presentes, sin olvidar el pasado, pero asumiendo el presente y caminando hacia el futuro, porque no es libre quien reprime el pasado pero tampoco es libre quien queda rehén del mismo.

Tres: la política pública de defensa debe ser armónica y coherente con el presente proceso de reforma del Estado del cual es componente; por lo tanto, en todo debate sobre Defensa está implícito el debate sobre el Estado que tenemos, el Estado deseable y el Estado factible. No es casual, entonces, que al mismo tiempo que opera reformas en el Estado, el Gobierno de la República también promueve un debate en materia de Defensa, como lo estamos promoviendo en materia de reforma tributaria; reforma sanitaria, reforma cultural, educativa, etcétera.

En cuarto lugar: la política militar, es decir, el sistema de normas que rigen el funcionamiento, dimensión, estructura, composición de Fuerzas y capacidad técnico-profesional de las Fuerzas Armadas; así como la forma en que estas se relacionan con el Estado y el resto de la sociedad, es un componente fundamental de la política de Defensa.

Pero en el mundo actual y más aún en el mundo del mañana, una auténtica política de Defensa trasciende lo estrictamente militar.

Hoy la Defensa de una nación ya no es solamente la preservación de su integridad territorial, sino que también abarca una diversidad de áreas y de aspectos que requieren un sistema de políticas en materia de inserción internacional, producción, educación, ciencia, tecnología, infraestructuras, seguridad pública –porque defensa no es lo mismo que seguridad-; la defensa propia, combate al terrorismo y al narcotráfico, preservación del medio ambiente, etcétera.

En quinto lugar, y en estrecha relación con lo anterior, la Defensa de una Nación depende no solo de su poderío militar, sino también y hasta podría decirse fundamentalmente del desarrollo económico y de cohesión e integración de su sociedad; de su inteligencia colectiva, de su capacidad de innovación, de su cultura, de los valores y principios que pautan su organización y funcionamiento institucional; en fin, de su consistencia y sobre todo de su estabilidad democrática.

También está pautado por el sistema de relaciones internacionales que cada país sepa jugar en el momento oportuno.

Señoras y señores, amigas y amigos, creo que los cinco principios o criterios enumerados hace un instante nos impulsan hacia el objetivo que, precisamente, nos ha convocado.

Ese objetivo es la gestión política de la Defensa. No es un objetivo exclusivo ni es una expresión publicitaria; en realidad la gestión política de la Defensa corresponde a una tendencia en expansión en nuestra región; una tendencia asociada tanto al proceso de institucionalización y consolidación democrática de nuestros países, como a la necesidad de fortalecerlos como Naciones e integrarnos como región en el complejo contexto del mundo actual.

Acá, en nuestro querido Uruguay, tenemos que asumir que la defensa no es un sector público que funciona con piloto automático, aislado del resto del Estado y ajeno a un proceso de reconstrucción nacional entre todos.

Y tenemos que actuar en consecuencia. La Ley de Defensa Nacional será un mojón en el camino de gestionar políticamente la Defensa.

De ahí, entonces, amigas y amigos, la importancia que el Gobierno Nacional da a este Seminario. Porque estamos seguros que aquí, entre todos, estamos dando los primeros pasos en esa marcha de consolidación de nuestro querido país. Muchas gracias.

PALABRAS DE LA MINISTRA DE DEFENSA NACIONAL, AZUCENA BERRUTTI

MINISTRA BERRUTTI: Señor Presidente de la República; señores ex Presidentes de la República; señor Representante Permanente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo; señores Representantes Diplomáticos de países amigos; y señores miembros de la sociedad civil y de las Fuerzas Armadas; amigas y amigos todos: Nuevamente nos encontramos en este acogedor recinto cuando aun se oyen los ecos de las reflexiones que generosamente pensadores de países amigos vinieron a compartir con nosotros para ayudarnos con sus experiencias y su sabiduría.

Esos trabajos, según estaba planeado, se han recogido en un libro que hoy también presentamos.

Ahora nos toca a nosotros exponer nuestras ideas y nuestras dudas, para estar después en condiciones de decantar y sintetizar el pensamiento nacional en materia de Defensa. Bienvenida sea su compañía.

El reto que nos hemos planteado solo puede resultar exitoso contando con ella.

Y ahora es tiempo de pasar de las palabras a la acción y comencemos, entonces, escuchando a los oradores e invitados a este acto de apertura, oradores que ubicamos en el más alto nivel de consideración y de respeto.

Nuevamente, entonces, bienvenidos; y muchas gracias por su presencia y apoyo.

PALABRAS DEL REPRESENTANTE PERMANENTE DE LAS NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO, PABLO MANDEVILLE

MANDEVILLE: Señor Presidente de la República, doctor Tabaré Vázquez; señor ex Presidente de la República, doctor Julio María Sanguinetti; señor ex Presidente de la República, doctor Luis Alberto Lacalle; señora Ministra de Defensa Nacional, doctora Azucena Berrutti; señoras y señores Ministros; señoras y señores miembros del Cuerpo Diplomático; señoras y señores Subsecretarios; señoras y señores Legisladores; señores Comandantes de las Fuerzas Armadas; autoridades Nacionales y Departamentales; señoras y señores: Es para mi un gran honor participar en la inauguración del Seminario "Debate Nacional sobre Defensa. Aportes para una Ley de Defensa Nacional", compartiendo esta mesa con el señor Presidente de la República, doctor Tabaré Vázquez, y con los ex Presidentes doctor Julio María Sanguinetti y doctor Luis Alberto Lacalle.

Inauguramos este evento acompañando y apoyando al Ministerio de Defensa Nacional en un proceso de debate sobre Defensa que tiene como propósito fundamental el que la ciudadanía comparta un espacio en el que se promueva el intercambio de información y opiniones, así como el análisis y la reflexión sobre asuntos vinculados a la Defensa Nacional.

Se espera que de este proceso de debate y reflexión se derive en una serie de insumos que contribuyan a la elaboración de proyectos de una Ley de Defensa Nacional y de una Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas.

Los consensos y disensos que se generen en esos ámbitos serán un insumo fundamental a la hora de alimentar el proceso legislativo de instrucción de ambos Proyectos de Ley.

Un debate altamente participativo que logre involucrar al conjunto de la sociedad y el Estado, debería también contribuir a alcanzar mayores niveles de consenso por parte de las fuerzas políticas y sociales del país.

Las políticas de Estado en esta materia se promoverán en la medida en que dichas fuerzas se identifiquen con los resultados de todo este proceso y los respalden.

En el mes de marzo, conjuntamente con el señor Vicepresidente de la República, con la señora Ministra de Defensa Nacional, y la representante del Rector de la Universidad de la República, inauguramos en esta misma sala un seminario internacional que contó con 22 contribuciones realizadas por expertos venidos de nueve países: Argentina, Brasil, Chile, España, México, Paraguay, Portugal, Sudáfrica y Venezuela.

Los expertos compartieron sus experiencias, unas lecciones aprendidas que constituyen aportes y no son referentes obligados.

Asimismo, contribuyeron al conocimiento de alternativas posibles para la reflexión y el análisis dentro de un marco democrático de definición de políticas públicas.

Los aportes allí expresados fueron compilados en una publicación que hoy tenemos el agrado de presentar y que esperamos sea un insumo útil y relevante para este debate nacional.

En el Seminario de marzo se dio una reflexión política sobre el tema, la cual está principalmente reflejada en las conferencias de la Ministra y del Subsecretario de Defensa Nacional de Uruguay; en la contribución de la Ministra de Defensa de Argentina, y la del Asesor en Asuntos Internacionales de la Presidencia de Brasil y la del Representante del Ministerio de Defensa de Sudáfrica.

Una serie de reflexiones que se concentraron en los lineamientos político-estratégicos que articulan la defensa nacional de los países democráticos.

En estas reflexiones la Ministra de Defensa de Uruguay planteó la importancia de que las ciudadanas y los ciudadanos no sean ajenos a estos procesos, sino que estén en condiciones de opinar de manera informada y se apropien verdaderamente de este tema.

Asimismo, destacó la importancia de los insumos recibidos desde la región y desde otros continentes, opinión compartida en la intervención del Subsecretario de Defensa que en un discurso del cierre del Seminario Internacional subrayó que estos aportes contribuirían a una reflexión sobre defensa generadora de confianza entre todos los actores involucrados. Remarcó además que la defensa es una actividad integral del Estado, un bien social público intangible y una actividad sujeta al criterio de prioridad.

Aportes similares y concordantes fueron expresados por las altas autoridades internacionales invitadas al Seminario Internacional.

La publicación que hoy presentamos recoge los resultados de cinco paneles, cuyos tópicos fueron los siguientes: la relación entre Seguridad y Defensa en América Latina; los modelos de Defensa Nacional militar en América del Sur, visto desde la perspectiva civil y desde la profesión militar; las lecciones aprendidas en los procesos de debate democrático sobre Defensa; el tema Integración y Defensa con la pregunta, ¿cuáles son los desafíos y las experiencias de la Defensa en diversos procesos de integración regional?; y finalmente, una visión desde la profesión militar de la Defensa Nacional en América Latina.

En el primero de los paneles se planteó una visión general de los paradigmas vigentes en el Continente y las bases de una cooperación en temas de Defensa a nivel regional desde distintas perspectivas.

En el segundo, se puso especial énfasis en la importancia de los modelos en pugna para la Organización de la Defensa en los países del Cono Sur, tanto en sus lineamientos generales como en los operativos.

En el tercer panel, se reseñaron las lecciones aprendidas de los procesos de debate democrático llevados adelante tanto en la región como en los países europeos.

Se hizo especial hincapié en la importancia de los distintos procesos y contextos de transición hacia la democracia y los problemas de modernización de las estructuras de la defensa en un contexto mundial globalizado.

En el panel referido a la integración en bloques geoestratégicos se destacó que la complejidad de los procesos genera la necesidad de profundizar la reflexión sobre la Defensa en su relación a lo nacional, a lo regional y a lo supranacional.

Finalmente, el quinto panel destacó la visión de la Defensa Nacional desde la misma profesión militar.

Hoy, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo pretende contribuir a este proceso de debate sobre Defensa, apuntando a los diálogos desde una posición de imparcialidad consecuente con nuestro compromiso con la democracia y los derechos humanos.

Deseamos que el Seminario Nacional que hoy se inaugura con tan calificados exponentes y una participación tan amplia y representativa sea una instancia clave en el proceso de debate sobre Defensa Nacional.

Esta amplia participación nos está indicando que la sociedad uruguaya está hoy enfrentando los desafíos nacionales y globales con un profundo espíritu democrático.

La participación de académicos y expertos militares, junto a legisladores de todos los partidos, en los cinco paneles que se desarrollarán mañana, aseguran tanto la calidad como la profundidad y la amplitud de este debate.

El debate que se está promoviendo se inscribe en el perfeccionamiento y la profundización de la gobernabilidad democrática y de una democracia de ciudadanía como la que propone el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en su Informe sobre la Democracia en América Latina.

Para concluir, quisiera expresarles que me siento muy honrado que nos permitan contribuir a este proceso tan esencial, tan importante para la democracia en el Uruguay. Les deseamos éxito en sus labores. Gracias.

PALABRAS DEL EX PRESIDENTE LUIS ALBERTO LACALLE

LACALLE: Señor Presidente de la República; señora Ministra de Defensa; Presidente Sanguinetti; señor Representante de las Naciones Unidas; señores Ministros de Estado; Legisladores; señor Intendente Municipal de Montevideo; señores Comandantes en Jefe de las Fuerzas; señores Oficiales Generales, Oficiales Superiores, Jefes, Oficiales; compatriotas: Vamos a incorporar a esta tarea, tan bien descripta por la señora Ministra y el señor Representante, nuestros aportes; los mismos vienen de una visión apasionada y conocida acerca de nuestro país, a la que hemos pretendido servir en distintas instancias de nuestra vida pública.

Lo que sigue es nada más que un repaso de líneas generales y algún enfoque más profundo de algún aspecto. Los documentos de fondo van a ser puestos a las órdenes de la Secretaría de Estado obran en poder del Instituto Manuel Oribe, trabajos profundos y amplios sobre este tema que pondremos como digo en manos de la señora Ministra.

Agradecemos, pues, la convocatoria a contribuir con nuestras opiniones a esta delicada tarea.

No seríamos sinceros con todos ustedes si no sentáramos de antemano las bases de nuestro razonamiento y de nuestra manera de pensar en este tema.

Ante todo una concepción del mundo que se articula en el concepto de Patria, nuestra Patria. Repetimos con orgullo palabras muy queridas, somos hombres de Patria, no de todas ni de cualquiera, sino de una: la nuestra.

Todo lo que opinaremos parte de este principio. No hay para nosotros en el aspecto terrenal un valor mayor que el de la felicidad, prosperidad e independencia de nuestro país, de ahí que sintamos preocupación por su defensa en las hipótesis que desarrollaré.

La segunda precisión, necesaria pero relativa a temas muy delicados, se nos vuelve imperativa.

Como muchos de los presentes, nos vimos envueltos en los trágicos acontecimientos que vivió nuestro país a partir de 1963 y de 1973; pasado definitivamente saldado que solo debe vivir como dura enseñanza de lo que nunca más debe ocurrir entre nosotros.

Pero que tampoco debe dar lugar a un hostigamiento ni descalificación de instituciones nacionales, a las que no se pueden imputar errores o inconductas de sus momentáneos titulares.

De nuestro trabajo debe surgir una mejor organización de la defensa nacional, pero sobre todo un país sólidamente homogéneo en valores comunes, respetuoso de las diferentes funciones estatales esenciales, todas ellas comprendidas, valoradas y fortalecidas por el conocimiento de su necesidad ontológica.

Siendo la Defensa una función esencial del Estado debemos recordar cuál es nuestro pensamiento acerca de la función estatal.

Somos partidarios de un Estado fuerte y eficaz en lo que debe hacer: seguridad, defensa, justicia, educación, salud, deben prestarse mejor, más eficaz y más eficientemente.

Debemos sincerarnos, entonces, respecto del Estado uruguayo del día de hoy. Ese Estado que dispersa esfuerzos y recursos con una notoria crisis de lo esencial en desmedro de lo secundario, como son las actividades en las que estaría mejor actuando el sector público.

Aceptando que es necesaria para el país la tarea por ejemplo de la justicia, o de las relaciones exteriores, o de la defensa, debemos realizarlas desde lo mejor que esté a nuestro alcance. No alcanza con definirlas como esenciales. Apenas definidas como esenciales deben prestarse con prioridad absoluta a las demás. Por algo son funciones primarias.

Y todo ello mucho más allá de las ideologías, poniendo en práctica un sano pragmatismo de lo que sea mejor para nuestra gente.

Si necesitamos Defensa Nacional, como la necesitamos, a tener la mejor Defensa Nacional adecuada a nuestras necesidades y a nuestros recursos.

Los principales intereses estratégicos de una nación son la defensa territorial, sus espacios económicos, la preservación de los valores nacionales, la custodia del orden internacional, del orden institucional y la protección del medio ambiente.

El poder de una Nación se mide en función de su capacidad para proteger estos bienes, estos intereses, y de los medios idóneos que seleccione el poder político para ello.

Los pilares del poder nacional se basan en la conjunción de capacidades intelectuales, sociales, políticas, tecnológicas y militares.

El poder militar debe, por tanto, ser concebido como un componente del poder nacional, cuyo valor es dinámico, situacional y relativo, tanto respecto de los intereses permanentes como de los circunstanciales.

Pasando de lo teórico a lo práctico, de lo general a lo particular, el tema que nos ocupa y preocupa es el de la defensa de una Nación en concreto, la nuestra; ubicada en un contexto geopolítico específico.

Partimos, pues, entonces, de una visión nacional y particular del tema que es la del Uruguay ubicado en el Río de la Plata, nacido en especiales circunstancias y con intereses muy concretos. Ello excluye, para nosotros, de manera absoluta toda concepción militar de política militar de carácter regional. Más allá de las relaciones vecinales y de las coordinaciones con los países limítrofes en los espacios compartidos o contiguos.

Es por ello que consideramos que la tarea por delante debe ser encarada desde ese punto de vista de los intereses del Uruguay, que por definición no pueden ser idénticos a los de ningún otro país.

Esta delimitación es especialmente necesaria ante interpretaciones erróneas del alcance político del MERCOSUR, de cuyo errónea interpretación se ha derivado alguna idea de misión de carácter militar para la que es solamente una asociación económica y comercial.

Rechazamos, pues, toda interpretación que lleve a asociaciones militares supranacionales en la región.

Conceptos generales: el servicio de Defensa es esencial para el país; las Fuerzas Armadas son parte esencial del Estado oriental y, por tanto, rechazamos todas las teorías o proposiciones de su eliminación o conversión en Guardia Nacional.

Desde 1811, antes de ser nación, el Estado se vertebró alrededor del Jefe de los Orientales en el Ejército Nacional; y son las Fuerzas Armadas desde ese entonces, un ingrediente esencial de la nacionalidad.

Como todo servicio estatal la defensa nacional puede y debe ser analizado con un con un ojo crítico, ¿por qué no?

El concepto de Estado no es inmutable y si no nos congelamos en posiciones conservadoras debe de convertirse en un proceso dinámico de adaptación que es el propio de los organismos vivientes y saludables.

No es el mismo estado oriental el de primera mitad del siglo veinte y de segunda mitad del siglo veinte, ni el de hoy y por tanto no puede ser igual la prestación del servicio de defensa.

Debemos pues aproximarnos al tema solidamente afirmados en valores que son inmutables pero animados con la apertura intelectual como para instrumentar su realización para hoy y especialmente para mañana.

Muchas veces se a preguntado la gente ¿es necesaria la existencia de las Fuerzas Armadas? y nosotros decimos que tenemos que analizar si hay hipótesis de utilización o empleo de las Fuerzas y consideramos que existen esas hipótesis, que las podemos dividir en hipótesis de conflicto o de circunstancias naturales y hipótesis de utilización no conflictiva que vamos a analizar.

Situaciones de emergencia provocadas por desastres, las conocemos, 1959, inundaciones, epidemias de aftosa, determinaron movilizaciones de fuerzas militares para enfrentar esta catástrofe de origen natural.

Amenaza grave de orden interno o interrupción de los servicios esenciales es preciso contar con las posibilidades técnicas como para poner en marcha las centrales hidroeléctricas, los aeropuertos, en concurso con las Fuerzas Armadas.

Acciones derivadas del narcotráfico, la internacionalización de este flagelo puede hacer necesaria la intersección de aeronaves en el marco de una acción internacional contra el mismo.

Estado de guerra en un país vecino o amenaza grave en su orden interno, tradicionalmente a lo largo de la historia los conflictos de los países vecinos tuvieron su influencia en la historia nacional y recordemos que el movimiento de los "Sin Tierra" acercándose a la frontera nacional determinó la movilización de unidades como forma preventiva de estar en la línea divisoria por lo que pudiera ocurrir.

Acciones aisladas del terrorismo en nuestro territorio, en el mundo que vivimos no estamos ajenos a que se secuestre un avión en nuestro territorio, se coloque una bomba en algún lugar dentro de ese esquema de terrorismo internacional y en ese caso es necesario contar con los medios idóneos para repeler esta agresión. Agresión armada en el orden interno u originada por un movimiento subversivo, conocemos por experiencia directa ese tipo de conflicto. Puesta en vigencia del Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca, este Tratado que está vigente es prácticamente una pieza prehistórica de derecho internacional. Se comprobó su obsolescencia cuando la Guerra de las Malvinas y la imposibilidad de hacer cumplir su pragmática, pero creemos que esta vigente y sin perjuicio de iniciar un análisis critico del mismo las Fuerzas pueden verse llamadas a coordinar acciones dentro del cumplimiento de este Tratado. Conflicto bélico clásico, finalmente nuestro país ha adoptado en la Constitución el principio del arbitraje para resolver los conflictos por lo que descartamos cualquier acción ofensiva pero no podemos dejar de lado lo que puede ser la defensa frente a una agresión que la mejor manera de prevenirla será un sólido sistema de alianza.

Estas son las opciones que considero son todas probables, todas posibles, todas reconocidas como tales, de carácter conflictivo. Y luego tenemos las hipótesis de utilización no conflictiva de la Fuerza. Las Operaciones de Paz son quizás el caso más notorio, hace más de 50 años que estamos participando con gran beneficio para la parte profesional, para la parte del prestigio del país, para la parte del personal, de renovación de equipos, de utilización en situaciones reales de los mismos, todavía no lo hemos utilizado cabalmente como puerta de entrada para misiones comerciales pero diplomáticamente son algo que el país tiene que cuidar. Y dentro de la utilización no conflictiva la acción social que desarrollan las Unidas Militares de todo el país, todos sabemos que prestan su personal para sustituir, complementar la acción de esta oficina de Intendencias y de Gobierno central debería retribuirse esta prestación. Es decir, que tenemos hipótesis que hemos descrito, ahora si la hipótesis que están allí son aceptadas, tenemos entonces que adecuar el medio al fin que es la gran tarea. Las Fuerzas Armadas deben estar adecuadas a las finalidades de utilización probable o posible y ese es el gran tema, -me parece- que se nos pone por delante. La idoneidad respecto al fin, es decir, país concreto, situaciones posibles de utilización o de empleo de las Fuerzas concretas, entonces vayamos a adecuar el medio al fin. Y aquí señalaremos tres puntos nada más: los medios humanos, organización y los medios materiales. En materia de medios humanos una organización es tan fuerte como lo sean sus integrantes en materia física y moral sobre todo.

La formación de personas que reciben de la Nación la utilización legítima de la fuerza, debe ser extremadamente exigente especialmente en materia de valores, por ello, creemos que es necesario proceder a adecuar el número de efectivos para poder preparar mejor menos efectivos y creemos que si no encaramos los temas cuantitativos no podremos llegar a lo cualitativo.

El corazón de las Fuerzas son sus cuadros de oficiales y sub oficiales, el cerno. Pensamos en un Ejército profesional, descartamos cualquier teoría de milicia popular o de armado de la población. Consideramos entonces que una estructura mejor paga, más pequeña, mas adecuada y con medios más idóneos es el objetivo de estas tareas.

En este tema el país, como en tantas otras, debe revertir la tendencia de pagar mal a los que lo conducen. Y sin entrar en detalles, todos sabemos que las retribuciones desde el Comando a Comandantes hasta los oficiales y soldados son exiguas. Si queremos y necesitamos fuerzas, tengámoslas mejor pagas.

La convocatoria a la carrera de las armas tiene que volver a ser algo atractivo para los muchachos, y lo será en la medida que sea interesante desde el punto de vista profesional, que no prosiga la penalización social o política de pertenecer a esa profesión y de esa manera lograr un fortalecimiento moral de las Fuerzas, no solamente por eso, sino por los valores vividos, ejercidos, comprendidos, especialmente los de respeto a la Constitución de la República y los derechos humanos. Con estas, pragmáticas, volveremos a una consideración social de primer nivel de esta actividad.

En cuanto alas medidas concretas, el numero de efectivos puede reducirse por el Parlamento de acuerdo al articulo 85 por el no llenado de vacantes, disminuir el personal de la Secretaria de Estado, no afectar las unidades de combate, para ir poco a poco adecuando las fuerzas al objetivo que perseguimos.

La educación militar tiene que merecer importantísimo capitulo. Los oficiales y los suboficiales de las tres Armas deben tener cursos en común, luego buscar la especialización. Hoy día, la teoría y la práctica es de las operaciones combinadas, y necesitamos apretar fuertemente desde el inicio a los oficiales y suboficiales en un servicio unitario sin perjuicio de su especialización. Esto dará coherencia humana y técnica al conjunto de las Fuerzas.

No compartimos el tema de la educación militar en los institutos de educación común, no por otra cosa que por la especialidad y especialización que tiene que requerir la profesión militar.

En materia de organización dijimos que las operaciones combinadas son hoy día en todas partes la doctrina mas aceptada de utilización, y además para unas Fuerzas chicas y un país pequeño es lo ideal. Entonces propugnamos como centro de la reforma futura la creación del Estado Mayor de la Defensa, colocado debajo de la Secretaria de Estado para que haga la conducción del estudio, planeamiento, coordinación logística, supervisión, inversiones, centralización de compras y de inversiones. Es decir, el corazón de la Defensa pasara a ser debajo del Ministro o de la Ministra, el Estado Mayor de la Defensa, conservando las Fuerzas las acciones de ejecución especializadas que a cada una le corresponda.

Debemos derrumbar compartimientos estancos que a veces han impedido el aprovechamiento mejor de los recursos. Las compras combinadas y la utilización de la fuerza conjunta de todas las tres Fuerzas en esas operaciones.

Este Estado Mayor integrado por los Comandantes y presidido por el Ministro debe tener la característica de que los Comandantes acompañen al Presidente de la República durante todo su mandato para dar coherencia y unidad a la gestión durante cinco años.

Y finalmente, compatriotas, los medios materiales, siempre el gran tema. No podemos seguir comprando lo que es barato o recibiendo donaciones. Tiene que haber una lógica en las adquisiciones. Una lógica y una prudencia de acuerdo a los recursos. Un esfuerzo económico que hay que hacer, y lo aceptamos, pero siempre que esté condicionado y sea idóneo para el fin que perseguimos. Ahí se le puede reclamar a la población un esfuerzo a través de la Renta General. Y tener en cuenta los ámbitos espaciales de desarrollo de las Fuerzas de la gestión. Nuestro mar territorial extendido enormemente requiere mayor presencia, las singularidades de nuestras fronteras terrestres, y en ambos ámbitos la presencia de la Fuerza Aérea.

Estas son algunas de las ideas, esto está todo escrito orgánicamente en los trabajos que aportaremos, pero queremos resumir diciendo:

Primero, una visión clara del interés nacional y del ámbito de actuación de las Fuerzas. Una mejora de los medios materiales y humanos y la adecuación del medio a los fines concretos y posibles de utilización.

Por encima de todo ello debe planear un sentimiento de amor a nuestro país y de unidad nacional, que sabemos que animan al señor Presidente de la Republica y que serán el basamento mejor para que esta tan delicada tarea se lleve a buen fin. Muchas gracias.

PALABRAS DEL EX PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, JULIO MARÍA SANGUINETTI

SANGUINETTI: Señor Presidente de la República, doctor Tabaré Vázquez; señor Presidente Lacalle; señora Ministra, señor Representante de Naciones Unidas; señores Comandantes en Jefe; oficiales todos, ciudadanos preocupados por el tema de la defensa nacional.

Ante todo quiero felicitar a quienes han organizado estas jornadas de reflexión. Lo hemos hecho en los últimos años varias veces en el país luego de la restauración democrática, comprobando básicamente lo que ha sido la ausencia del pensamiento estratégico del país en tiempos de normalidad. No ha habido en general en la reflexión política, en la preocupación doctrinaria, en los análisis del Estado, un acento demasiado específico y ha habido muy poca reflexión sobre estos fenómenos y el país lo ha pagado caro.

La falta de conocer estos temas, y con ello me refiero también al medio político en el cual hemos sido pocos los que a lo largo de años hemos tenido preocupaciones para tratar de estudiar estos temas, y los que las hemos tenido ha sido más por vocación y tradición familiar que por la exigencia de nuestra propia profesión. Ante todo digamos que en el país el concepto se llama defensa, y defensa ya quiere decir algo consustanciado con la historia del país, como bien decía el Presidente Lacalle. Defensa, porque esto que es nuestra República nació como una frontera. Luego una referencia geográfica, como una Banda, más tarde como una Provincia y siempre se preparó justamente para defenderse de lo que eran agresiones.

¿Y defenderse de quién? Bueno, del otro, que lo tuvimos definido aún antes de ser esta República. Estamos a 200 años casi –señor Intendente de Montevideo- estamos a 200 años justos de la reconquista de Buenos Aires, de aquel glorioso episodio en que nuestra ciudad fue “La muy fiel y reconquistadora ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo”.

Ese fue el primer episodio en el cual el país adquiere conciencia de su defensa del modo espontáneo, sin saber casi de lo que se trataba, porque una enorme expedición inglesa había desembarcado en la capital del Virreinato en Buenos Aires y la había tomado. Y desde aquí, espontáneamente, los vecinos, los ciudadanos salieron a organizar una fuerza que se puso al servicio de quien entonces asumió el comando de aquel Virreinato en vacancia.

Entonces el país nace con esa concepción de defensa, de defenderse, no como una expresión de agresión, de invasión, de esa visión imperial que los grandes territorios le han impregnado a los grandes Estados. Y eso nos condicionó desde siempre y también espontáneamente fue naciendo con el país en forja, cuando pensábamos que ya en 1815, en el momento en que estábamos definiendo y definido nuestras mejores tradiciones de Libertad, de República y de Federación, también en Guayabos tuvimos, en aquella gran conducción estratégica que hizo Artigas y que culminó en la gloriosa carga de Rivera, frente al no menos glorioso general Dorrego, decir que esto era provincia, sí, en aquel tiempo, pero era provincia que se mandaba a sí misma y que sabía defenderse cuando llegaba la ocasión.

Este concepto de defensa nos ha impregnado desde entonces. Todo nuestro pensamiento estratégico siempre ha sido concebido desde esa visión. Y ha habido en las Fuerzas Armadas en general, sí, pensamiento estratégico. A veces no lo ha tenido claramente, como decimos, el país en su conjunto. Las Fuerzas Armadas sí lo han tenido siempre y se comete un error cuando a veces se imagina que no fue así, más allá de insuficiencias que sí a veces las tuvieron y si se quiere más que nada por los fenómenos de concepción política.

Sin ir más lejos, el más dramático que vivió en los últimos años nuestro país, en ese período de 1963 a 1973, seguido luego por la interrupción de facto, fue una expresión de ello, porque unas Fuerzas Armadas que no estaban preparadas para un planteo de guerra revolucionaria, con un profundo contenido ideológico, se enfrentaron a una situación que produjo muchas de las secuelas que aún estamos pagando.

No había realmente una preparación y una concepción adecuada de lo que era un fenómeno de guerra distinta al que estaba ocurriendo. Y por eso es importante, particularmente, la reflexión. Hoy es de esa experiencia, porque el mundo cambió y nuestras hipótesis de conflicto son distintas, pero existen. Y no cometamos el error de no entender que existen. No estamos en la inminencia de la guerra de las galaxias, ni de los choques de las grandes confrontaciones de Estado, no. Pero el narcotráfico tiene capacidad de desestabilización y tiene la capacidad de armar una fuerza desestabilizadora en cualquier país.

El terrorismo es un fenómeno trasnacional que no sabemos exactamente qué radicación tiene desde el punto de vista de los Estados. Es un fenómeno de inspiración religiosa y que ha producido un movimiento que más allá de las fronteras tiene sacudido al mundo, y que no sólo ha golpeado en Nueva York en Madrid. También ha golpeado muy cerca, en Buenos Aires: la voladura de la AMIA, la embajada de Israel, han sido expresiones muy cercanas a nosotros de un fenómeno distinto, de un fenómeno de una hipótesis del conflicto novedosa, de la que hoy nuestro mundo está mostrando. Y esos son fenómenos que no podemos mirarlos con indiferencia, con lejanía, como si no fueran fenómenos de defensa.

Naturalmente, el tema de defensa no es simplemente un planteo militar porque la defensa del país se libra y se desarrolla en una globalidad. Siempre ha habido una coordinación no demasiado profunda pero ha existido, con las relaciones exteriores que son íntimamente dos expresiones o dos caras del mismo fenómeno de la organización de la defensa y que tienen que estar mancomunadas.

Las misiones de paz –que señaló recién el Presidente Lacalle- han sido una expresión de esa coordinación. Las misiones de paz han estado al servicio de la política exterior del país y encuadradas dentro de él. No fuimos a todas las misiones de paz siempre. A veces se observa como que es un fenómeno espontáneo y que la demanda simplemente se responde.

El país tiene una larga tradición desde la guerra del Chaco que fue quizás nuestra primera misión, con el ilustrísimo general arquitecto Alfredo Campos, pasando por la de Cachemira en el 48 si no me equivoco, y siguiendo con las más modernas últimamente. Pero no a todas fuimos, sino a aquellas que el país dentro de su política exterior concibió que era necesario y útil, como sostén de su política exterior.

Y eso es muy importante, porque un país, y más un país chico, tiene que tener una presencia, una presencia digna, y tiene que sentir que es capaz de defenderse. Más de una vez -como recién lo planteaba el Presidente Lacalle- se ha cuestionado la propia existencia en un país que no tiene capacidad militar para enfrentar a una gran potencia, pero esas no son las situaciones a las cuales el Uruguay ha estado abocado, ni puede prever como hipótesis.

El tema no es imaginar un conflicto de esa naturaleza con una gran potencia. Nunca lo fue y no lo es hoy tampoco, mucho menos aún. Son otras las situaciones en las cuales se debe pensar. Pero no era lo mismo un Kuwait al cual hubo que reconquistar desde la conquista total y hecha por el Irán de la época, a un Kuwait que hubiera resistido por lo menos los dos, tres días necesarios para que sus aliados pudieran combatir de otro modo en esa guerra. No es lo mismo. Y porque no es lo mismo, un país que expresa su capacidad de organización y su disposición de defenderse de un país que no, porque desgraciadamente estamos entre la imperfección de lo humano, entre los egoísmos de los intereses económicos, entre las pasiones nacionales que a veces se desatan, un país que no muestre esa vocación y esa capacidad es la fácil tentación para quienes en nombre de intereses políticos, económicos o de algún tipo, puedan golpear la soberanía de un país y generar una situación que no podemos prever ni imaginar, pero que les será muy fácil prever e imaginar a quienes quieran armar allí alguna operación de tipo político o de tipo económico que no se puede dejar de prever.

No siempre se tiene clara noción de esto, como tampoco la ciudadanía en general tiene noción clara de algo que la señora Ministra vivirá un poco en su función, de cuando el ciudadano pregunta qué están haciendo los militares en este momento. ¿Y qué están haciendo en los cuarteles?

Y cuando uno dice “están haciendo instrucción”. ¿Y qué es eso? Bueno, es lo que permite que un helicóptero pueda movilizarse en dos minutos para un salvamento y eso no es posible si no hay el piloto entrenado todos los días del año. Y si hay que cerrar la frontera porque hay una epidemia de aftosa, tiene que tener las unidades militares desplegadas, el personal entrenado y disciplinado, sin el cual no se podrá producir ese cierre de frontera, inmediatamente como el país lo puede estar precisando. Y si no se tiene el equipamiento necesario ni las unidades de la Armada suficientemente en aptitud de acción, no podrá ocurrir la protección de un interés soberano del país en el terreno económico, por ejemplo, en la protección de los intereses pesqueros o en la protección de la vida en el mar. Eso no es posible si no existe el entrenamiento permanente en doctrina y en preparación suficiente. De lo contrario, no es posible desarrollar esas tareas tan eficientes.

Y eso es lo que permanentemente tienen que realizar las fuerzas armadas. Y eso naturalmente requiere recursos, recursos que han bajado. En el año 85, cuando la restauración democrática, era el 3% del PBI, hoy es un poquitito más del 1% y creo que el tema no es discutir porcentajes del PBI que llevan a errores, pero sí saber que se están precisando medios y que una defensa que es sustantiva y que es esencial tiene que tener medios.

No medios exagerados, no estamos en una carrera armamentista. Desgraciadamente en América Latina tampoco podemos ignorar la ingenuidad de que hay países que hoy están realizando, no digo carreras armamentistas, pero sí desarrollo de incorporación de unidades militares muy fuertes, muy importantes. Por lo menos cuatro países de nuestro hemisferio lo están haciendo.

¿Lo podemos ignorar? Yo creo que no. Por eso es que nuestro país tiene que estar preparado para estas cosas, discutirlas con serenidad, con ese espíritu de defensa que le ha caracterizado e ir adaptando. No creo que -y siempre tenemos la tentación- nuestros países latinos siempre tienen la tentación de comenzar desde cero. La vieja tentación jacobina de la tabla rasa. Tenemos una larga tradición y tenemos viejas instituciones. Lo que tenemos que hacer es ir corrigiéndolas.

Las doctrinas corrigiéndolas, la enseñanza mejorándola y adaptándola a las exigencias técnicas. Cuando una piensa lo que era un artillero naval antes y lo que es un artillero naval hoy, que no ve el mar porque está frente a una computadora en un cuarto oscuro, bueno, uno se da cuenta de la diferencia que hay desde un punto de vista técnico, pero hay que adaptarse. Los servicios de Inteligencia son fundamentales. No es políticamente correcto decir esto, pero no hay un Estado del Universo que si tiene un mínimo de idea de lo que es su defensa no tenga un servicio de Inteligencia adecuado para saber dónde están las amenazas, dónde están las latencias de la agresión y cómo irse preparando. Hay que decirlo. Hay que saberlo. Estamos todos todavía impregnados de viejos debates. Lo que tenemos que hacer es prepararnos para los desafíos del futuro.

Tengo algún matiz diferencial con el Presidente Lacalle y lo hemos dirimido más de una vez. Es lo que él llama una fuerza más pequeña que conduce a una idea de fuerzas más concentradas y de acción directa. Y yo sigo creyendo en el despliegue territorial. Se puede pensar que es una concepción algo antigua pero creo que el Ejército es muy importante que esté desplegado en todas nuestras fronteras y con una claridad en el manejo del territorio porque es el único recurso que tiene el Estado.

Usted,  Presidente, que tiene esa responsabilidad y los que la hemos tenido lo sabemos, que uno se levanta y se acuesta pensando en cosas que de pronto el ciudadano a la distancia puede no saber lo que significan, porque son aquellas que son imprescindibles e impostergables. Quien tiene el mando superior de las Fuerzas sabe que es así y que tenemos que estar siempre previendo esas hipótesis.

Creo que por eso mismo todavía, en un país como el nuestro, eso sigue siendo importante. Del mismo modo que otra pequeña diferencia para aportar al debate, porque tampoco creo que es constructivo que todos estemos de acuerdo en todo. Son temas si se quiere técnicos.

El Presidente Lacalle decía la educación. Yo creo que la educación, si fue importante siempre, desde los tiempos en que se profesionalizó nuestro Ejercito. Los Ejércitos todos se profesionalizaron en la misma época en esta región, que fue la Guerra del Paraguay. El Paraguay fue el primero que se profesionalizó, Brasil venía ya de una larga tradición prácticamente inglesa. Siempre nos olvidamos de que nuestro primer Ejercito patrio tuvo que luchar con una fuerza que conocía la guerra de guerrillas y que había estado nada menos que al mando de Wellington. Y que el Beresford –Intendente, de nuevo uisted- que invadió aquí es el mismo Beresford que 22 años después está comandando la Infantería brasileña en Ituzaingó. Es el mismo Beresford, porque hubo esa sociedad luso-británica muy importante en la diplomacia y muy importante en el ejército. El ejército portugués era un ejército de ese tipo.

Entonces yo creo que la educación es sustantiva, más que nunca. Pero la especificidad de las armas sigue existiendo desde siempre, hasta con su psicología, porque aún adentro del ejército no fue lo mismo la infantería que la caballería y que la artillería, que antes eran arqueros.

Pero no es lo mismo. Hasta desarrollaron psicologías diferentes; psicologías diferentes, es natural. El ejército tuvo un origen. La caballería tuvo un origen aristocrático, la infantería tuvo un origen popular; no podían ser iguales y no son iguales, en ningún lugar del mundo.

Lo vemos hasta en las películas; no era lo mismo Patton que Eisenhower. Patton era de caballería y Eisenhower era de infantería. Patton no hubiera podido comandar nunca el desembarco de Normandia. Se hubiera peleado con todos. Ahora, cuando había que avanzar con los tanques era un fenómeno, y cuando había que localizar una fuerza armada es Eisenhower, porque era un planificador militar, era otra cosa.

Entonces, yo creo que la formación militar pasa primero por tener un marino, un aviador y un soldado. O sea, hay que formar un soldado, hay que formar un aviador, hay que formar un marino.

Luego ese soldado o ese marino o ese aviador, bueno, adquirirán naturalmente su conciencia militar y por su conciencia militar los mecanismos necesarios para coordinar. Me parece que es la oficialidad, a partir de ella, la que, en etapas posteriores, tiene que unificarse más porque efectivamente la acción va a ser conjunta, ya no hay más acción separada en el mundo. Los militares lo saben bien.

Estados Unidos tiene siete ejércitos. Son siete unidades militares en todo el mundo; no son ni catorce ni veintidós, son siete, que comanda un General de cualquiera de las armas y que comanda a todas; del Mediterráneo, del Atlántico Norte, del Atlántico Sur, etcétera.

Entonces, a eso vamos a atender y tenemos que preparar, pero la especificidad de la formación no es sustitutiva; esa es mi impresión.

Del mismo modo, creo que habrá que cambiar mucho en todo lo que es la organización, mirarlo desde esta perspectiva, pero siempre desde un respeto profesional, creo que eso es fundamental, muy importante. Estamos en vísperas de una nueva ley: en buena hora. Con toda claridad y respeto digo, cometimos un error en haber cambiado normas de ascenso antes de ir a la ley. No debió haber sido- Ya fue, no pasaron demasiadas cosas graves, Ministra, no le estoy reprochando nada, pero creo que hubiera sido mejor lo otro.

Y a partir de ahora mirar desde ese respeto a la profesionalidad que, sin ninguna duda, es la que nos va a dar a todos las mejores respuestas.

Una profesionalidad que debe asentarse a su vez en una dignidad de las Fuerzas Armadas que, sin perjuicio de todos los otros componentes de la Defensa, el de las Relaciones Exteriores, el Policial, que es muy importante también, el de la seguridad económica que es sustantivo, porque a un país se le puede agredir con un ejército o cortándole la luz.

Todo eso debe hacerse, en definitiva, sobre un pilar del Estado que es su esencia. Weber decía que “el Estado es el monopolista de la fuerza”, y eso es el Estado: el monopolio de la fuerza. Cuando se pierde el monopolio entramos en el conflicto que tanto hemos padecido.

Bueno, eso requiere una formación muy particular: la de una dignidad militar desgraciadamente herida por todas las circunstancias tan dramáticas que vivió el país; de una guerra primero, de una situación de facto después, que dejaron tantas secuelas, felizmente superadas en lo sustantivo aunque todavía hay esos remanentes, pero que pasan justamente por lograr que esas fuerzas depositarias de un peso histórico tan grande, preserven ese patrimonio, lo desarrollen y vuelvan a hacer sentir a la ciudadanía entera que son una reserva fundamental.

Nuestro país no está en guerra con nadie pero siempre tiene que estar pronto para su defensa.

Señor Presidente, usted tiene hoy ese mando que hemos tenido antes con el Presidente Lacalle durante muchos años, que lo hemos ejercido con tanto orgullo, con el mismo que lo ejerce usted; todos al servicio de una democracia que, desde el año 85 hasta aquí, nos permite procesar nuestros debates y discutir con la claridad y franqueza con que lo estamos haciendo hoy. Muchas gracias.

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