DEFENSA: LA MEJOR POLÍTICA SE HACE EN TIEMPOS DE
PAZ, ENTRE TODOS
El Presidente Vázquez afirmó que una auténtica
política nacional de Defensa debe estar en función de un proyecto
democrático, armónico y de largo plazo, ya que "las mejores políticas de
Defensa son las que se formulan en tiempos de paz y entre todos, sin
prejuicios y con tolerancia, en igualdad de derechos y responsabilidades
y con sentido de país".
"En eso estamos todos los aquí presentes, sin olvidar
el pasado pero asumiendo el presente y caminando hacia el futuro, porque
no es libre quien reprime el pasado pero tampoco es libre quien queda
rehén del mismo", dijo el Primer Mandatario en la inauguración del
Seminario "Debate Nacional sobre Defensa. Aportes para una Ley de
Defensa Nacional".
Al respecto, el Presidente enumeró cinco principios o
criterios que en conjunto, dijo, "nos impulsan hacia el objetivo que
precisamente nos ha convocado", agregando que "ese objetivo es la
gestión política de la Defensa; no es un objetivo exclusivo ni es una
expresión publicitaria, en realidad la gestión política de la Defensa
corresponde a una tendencia en expansión en nuestra región; una
tendencia asociada tanto al proceso de institucionalización y
consolidación democrática de nuestros países, como a la necesidad de
fortalecerlos como Naciones e integrarnos como región en el complejo
contexto del mundo actual".
En este sentido, Vázquez señaló que la política
pública de defensa debe ser armónica y coherente con el presente proceso
de reforma del Estado del cual es componente, por lo que "en todo debate
sobre Defensa está implícito el debate sobre el Estado que tenemos, el
Estado deseable y el Estado factible. No es casual, entonces, que al
mismo tiempo que opera reformas en el Estado, el Gobierno de la
República también promueve un debate en materia de Defensa, como lo
estamos promoviendo en materia de reforma tributaria; reforma sanitaria,
reforma cultural, educativa, etcétera".
El Primer Mandatario se refirió a la política
militar, explicando que se trata del sistema de normas que rigen el
funcionamiento, dimensión, estructura, composición de Fuerzas y
capacidad técnico-profesional de las Fuerzas Armadas, así como la forma
en que estas se relacionan con el Estado y el resto de la sociedad,
siendo un componente fundamental de la política de Defensa, "pero en el
mundo actual y más aún en el mundo del mañana, una auténtica política de
Defensa trasciende lo estrictamente militar", dijo.
Este lunes, con la presencia del Presidente de la
República, Tabaré Vázquez, y altas autoridades nacionales civiles y
militares, en la Sala "Dr. Aquiles Lanza" del Centro de Conferencias de
la Intendencia Municipal de Montevideo se llevó a cabo el acto inaugural
de dicho Seminario que se extenderá hasta este martes 16.
En la oportunidad, hizo uso de la palabra el
Presidente Vázquez, la Ministra de Defensa Nacional, Azucena Berrutti, y
el Representante Permanente del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo, Pablo Mandeville, así como los ex Presidentes Julio María
Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle.
El Seminario "Debate Nacional sobre Defensa. Aportes
para una Ley de Defensa Nacional" constituye el segundo evento -el
anterior se realizó en marzo- del proceso convocado por el Ministerio de
Defensa Nacional, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo y el sustento académico de la Universidad de la República.
El objetivo es abrir una ventana al mundo y recibir
opiniones de expertos sobre la base de criterios de amplitud política y
diversidad de enfoques disciplinarios y profesionales.
Los ejes conceptuales alrededor de los cuales se
diseñó este Seminario son similares a aquellos que vertebrarán al
Proyecto de Ley de Defensa Nacional que el Poder Ejecutivo espera elevar
a consideración del Parlamento Nacional en base a las conclusiones de
las Mesas Debate que se instalarán antes de fines del mes de mayo.
PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ
VÁZQUEZ
PRESIDENTE VÁZQUEZ: Señores ex Presidentes de la
República, doctores Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle;
señora Ministra de Defensa Nacional y demás autoridades del Gobierno
Nacional; señoras y señores integrantes del Poder Legislativo; señores
Comandantes en Jefe del Ejército, de la Fuerza Aérea y de la Armada
Nacional, y Oficiales de nuestras Fuerzas Armadas; señor Representante
Permanente del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, señor
Pablo Mandeville; representantes de la Universidad de la República;
señoras y señores: Los dos brillantes discursos que me precedieron hacen
pensar que tendremos que alquilar balcones para ver el análisis, la
discusión, el aporte positivo que el tema que hoy nos convoca va a tener
en los próximos días.
Como Presidente de la República, y en tanto tal como
Mando Superior de las Fuerzas Armadas, pero sobre todo como ciudadano
uruguayo me siento honrado y complacido por participar en la apertura de
este Seminario de aportes para una Ley de Defensa Nacional; el mismo se
realiza en el contexto del debate nacional sobre Defensa, como decían
los señores Presidentes que me precedieron en el uso de la palabra,
promovido por el Gobierno de la República con el apoyo que, por cierto,
reconocemos y valoramos del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo y de la Universidad de la República; y el apoyo también
sustantivo de las distintas expresiones de la sociedad uruguaya
representadas en este acto.
El programa indica que esta reunión inaugural es
breve; en consecuencia, hemos de ser nosotros también breves en nuestras
palabras.
Tal es así que el folleto del programa dice,
refiriéndose a nosotros, palabras de... y entonces les ruego me permitan
decir algunas palabras al respecto.
Sin pretender acotar, o sesgar, este debate nacional
sobre Defensa; y reconociendo que he coincidido con muchos de los
planteos, no todos por cierto, del doctor Lacalle y del doctor
Sanguinetti, quiero compartir con ustedes cinco consideraciones sobre
ciertos principios o criterios que en mi muy modesta opinión han de
estar presentes en este debate.
Tal vez puedan resultar obvios, pero creo nunca está
demás reafirmarlos, y muy esquemáticamente podríamos enunciarlos de la
siguiente manera:
Uno: una política de Defensa es sustancialmente una
política pública, una política de Estado; por tanto debe ser una
política de larga duración. Ello implica que su elaboración y aplicación
requieran un proceso público e informado durante el cual los actores de
la sociedad adoptan y legitiman -adoptan y legitiman- el conjunto de
compromisos inherentes a dicha política.
Dos: una política pública de Defensa, para ser
auténticamente tal, a de estar en función de un proyecto nacional
sustancialmente democrático, armónico, coherente y de largo plazo; por
eso, las mejores políticas de defensa son -reitero, en nuestra muy
modesta opinión- las que se formulan en tiempos de paz y entre todos,
sin prejuicios y con tolerancia, en igualdad de derechos y
responsabilidades ciudadanas, y con sentido de país.
En eso estamos todos los aquí presentes, sin olvidar
el pasado, pero asumiendo el presente y caminando hacia el futuro,
porque no es libre quien reprime el pasado pero tampoco es libre quien
queda rehén del mismo.
Tres: la política pública de defensa debe ser
armónica y coherente con el presente proceso de reforma del Estado del
cual es componente; por lo tanto, en todo debate sobre Defensa está
implícito el debate sobre el Estado que tenemos, el Estado deseable y el
Estado factible. No es casual, entonces, que al mismo tiempo que opera
reformas en el Estado, el Gobierno de la República también promueve un
debate en materia de Defensa, como lo estamos promoviendo en materia de
reforma tributaria; reforma sanitaria, reforma cultural, educativa,
etcétera.
En cuarto lugar: la política militar, es decir, el
sistema de normas que rigen el funcionamiento, dimensión, estructura,
composición de Fuerzas y capacidad técnico-profesional de las Fuerzas
Armadas; así como la forma en que estas se relacionan con el Estado y el
resto de la sociedad, es un componente fundamental de la política de
Defensa.
Pero en el mundo actual y más aún en el mundo del
mañana, una auténtica política de Defensa trasciende lo estrictamente
militar.
Hoy la Defensa de una nación ya no es solamente la
preservación de su integridad territorial, sino que también abarca una
diversidad de áreas y de aspectos que requieren un sistema de políticas
en materia de inserción internacional, producción, educación, ciencia,
tecnología, infraestructuras, seguridad pública –porque defensa no es lo
mismo que seguridad-; la defensa propia, combate al terrorismo y al
narcotráfico, preservación del medio ambiente, etcétera.
En quinto lugar, y en estrecha relación con lo
anterior, la Defensa de una Nación depende no solo de su poderío
militar, sino también y hasta podría decirse fundamentalmente del
desarrollo económico y de cohesión e integración de su sociedad; de su
inteligencia colectiva, de su capacidad de innovación, de su cultura, de
los valores y principios que pautan su organización y funcionamiento
institucional; en fin, de su consistencia y sobre todo de su estabilidad
democrática.
También está pautado por el sistema de relaciones
internacionales que cada país sepa jugar en el momento oportuno.
Señoras y señores, amigas y amigos, creo que los
cinco principios o criterios enumerados hace un instante nos impulsan
hacia el objetivo que, precisamente, nos ha convocado.
Ese objetivo es la gestión política de la Defensa. No
es un objetivo exclusivo ni es una expresión publicitaria; en realidad
la gestión política de la Defensa corresponde a una tendencia en
expansión en nuestra región; una tendencia asociada tanto al proceso de
institucionalización y consolidación democrática de nuestros países,
como a la necesidad de fortalecerlos como Naciones e integrarnos como
región en el complejo contexto del mundo actual.
Acá, en nuestro querido Uruguay, tenemos que asumir
que la defensa no es un sector público que funciona con piloto
automático, aislado del resto del Estado y ajeno a un proceso de
reconstrucción nacional entre todos.
Y tenemos que actuar en consecuencia. La Ley de
Defensa Nacional será un mojón en el camino de gestionar políticamente
la Defensa.
De ahí, entonces, amigas y amigos, la importancia que
el Gobierno Nacional da a este Seminario. Porque estamos seguros que
aquí, entre todos, estamos dando los primeros pasos en esa marcha de
consolidación de nuestro querido país. Muchas gracias.
PALABRAS DE LA MINISTRA DE DEFENSA NACIONAL, AZUCENA
BERRUTTI
MINISTRA BERRUTTI: Señor Presidente de la República;
señores ex Presidentes de la República; señor Representante Permanente
del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo; señores
Representantes Diplomáticos de países amigos; y señores miembros de la
sociedad civil y de las Fuerzas Armadas; amigas y amigos todos:
Nuevamente nos encontramos en este acogedor recinto cuando aun se oyen
los ecos de las reflexiones que generosamente pensadores de países
amigos vinieron a compartir con nosotros para ayudarnos con sus
experiencias y su sabiduría.
Esos trabajos, según estaba planeado, se han recogido
en un libro que hoy también presentamos.
Ahora nos toca a nosotros exponer nuestras ideas y
nuestras dudas, para estar después en condiciones de decantar y
sintetizar el pensamiento nacional en materia de Defensa. Bienvenida sea
su compañía.
El reto que nos hemos planteado solo puede resultar
exitoso contando con ella.
Y ahora es tiempo de pasar de las palabras a la
acción y comencemos, entonces, escuchando a los oradores e invitados a
este acto de apertura, oradores que ubicamos en el más alto nivel de
consideración y de respeto.
Nuevamente, entonces, bienvenidos; y muchas gracias
por su presencia y apoyo.
PALABRAS DEL REPRESENTANTE PERMANENTE DE LAS NACIONES
UNIDAS PARA EL DESARROLLO, PABLO MANDEVILLE
MANDEVILLE: Señor Presidente de la República, doctor
Tabaré Vázquez; señor ex Presidente de la República, doctor Julio María
Sanguinetti; señor ex Presidente de la República, doctor Luis Alberto
Lacalle; señora Ministra de Defensa Nacional, doctora Azucena Berrutti;
señoras y señores Ministros; señoras y señores miembros del Cuerpo
Diplomático; señoras y señores Subsecretarios; señoras y señores
Legisladores; señores Comandantes de las Fuerzas Armadas; autoridades
Nacionales y Departamentales; señoras y señores: Es para mi un gran
honor participar en la inauguración del Seminario "Debate Nacional sobre
Defensa. Aportes para una Ley de Defensa Nacional", compartiendo esta
mesa con el señor Presidente de la República, doctor Tabaré Vázquez, y
con los ex Presidentes doctor Julio María Sanguinetti y doctor Luis
Alberto Lacalle.
Inauguramos este evento acompañando y apoyando al
Ministerio de Defensa Nacional en un proceso de debate sobre Defensa que
tiene como propósito fundamental el que la ciudadanía comparta un
espacio en el que se promueva el intercambio de información y opiniones,
así como el análisis y la reflexión sobre asuntos vinculados a la
Defensa Nacional.
Se espera que de este proceso de debate y reflexión
se derive en una serie de insumos que contribuyan a la elaboración de
proyectos de una Ley de Defensa Nacional y de una Ley Orgánica de las
Fuerzas Armadas.
Los consensos y disensos que se generen en esos
ámbitos serán un insumo fundamental a la hora de alimentar el proceso
legislativo de instrucción de ambos Proyectos de Ley.
Un debate altamente participativo que logre
involucrar al conjunto de la sociedad y el Estado, debería también
contribuir a alcanzar mayores niveles de consenso por parte de las
fuerzas políticas y sociales del país.
Las políticas de Estado en esta materia se promoverán
en la medida en que dichas fuerzas se identifiquen con los resultados de
todo este proceso y los respalden.
En el mes de marzo, conjuntamente con el señor
Vicepresidente de la República, con la señora Ministra de Defensa
Nacional, y la representante del Rector de la Universidad de la
República, inauguramos en esta misma sala un seminario internacional que
contó con 22 contribuciones realizadas por expertos venidos de nueve
países: Argentina, Brasil, Chile, España, México, Paraguay, Portugal,
Sudáfrica y Venezuela.
Los expertos compartieron sus experiencias, unas
lecciones aprendidas que constituyen aportes y no son referentes
obligados.
Asimismo, contribuyeron al conocimiento de
alternativas posibles para la reflexión y el análisis dentro de un marco
democrático de definición de políticas públicas.
Los aportes allí expresados fueron compilados en una
publicación que hoy tenemos el agrado de presentar y que esperamos sea
un insumo útil y relevante para este debate nacional.
En el Seminario de marzo se dio una reflexión
política sobre el tema, la cual está principalmente reflejada en las
conferencias de la Ministra y del Subsecretario de Defensa Nacional de
Uruguay; en la contribución de la Ministra de Defensa de Argentina, y la
del Asesor en Asuntos Internacionales de la Presidencia de Brasil y la
del Representante del Ministerio de Defensa de Sudáfrica.
Una serie de reflexiones que se concentraron en los
lineamientos político-estratégicos que articulan la defensa nacional de
los países democráticos.
En estas reflexiones la Ministra de Defensa de
Uruguay planteó la importancia de que las ciudadanas y los ciudadanos no
sean ajenos a estos procesos, sino que estén en condiciones de opinar de
manera informada y se apropien verdaderamente de este tema.
Asimismo, destacó la importancia de los insumos
recibidos desde la región y desde otros continentes, opinión compartida
en la intervención del Subsecretario de Defensa que en un discurso del
cierre del Seminario Internacional subrayó que estos aportes
contribuirían a una reflexión sobre defensa generadora de confianza
entre todos los actores involucrados. Remarcó además que la defensa es
una actividad integral del Estado, un bien social público intangible y
una actividad sujeta al criterio de prioridad.
Aportes similares y concordantes fueron expresados
por las altas autoridades internacionales invitadas al Seminario
Internacional.
La publicación que hoy presentamos recoge los
resultados de cinco paneles, cuyos tópicos fueron los siguientes: la
relación entre Seguridad y Defensa en América Latina; los modelos de
Defensa Nacional militar en América del Sur, visto desde la perspectiva
civil y desde la profesión militar; las lecciones aprendidas en los
procesos de debate democrático sobre Defensa; el tema Integración y
Defensa con la pregunta, ¿cuáles son los desafíos y las experiencias de
la Defensa en diversos procesos de integración regional?; y finalmente,
una visión desde la profesión militar de la Defensa Nacional en América
Latina.
En el primero de los paneles se planteó una visión
general de los paradigmas vigentes en el Continente y las bases de una
cooperación en temas de Defensa a nivel regional desde distintas
perspectivas.
En el segundo, se puso especial énfasis en la
importancia de los modelos en pugna para la Organización de la Defensa
en los países del Cono Sur, tanto en sus lineamientos generales como en
los operativos.
En el tercer panel, se reseñaron las lecciones
aprendidas de los procesos de debate democrático llevados adelante tanto
en la región como en los países europeos.
Se hizo especial hincapié en la importancia de los
distintos procesos y contextos de transición hacia la democracia y los
problemas de modernización de las estructuras de la defensa en un
contexto mundial globalizado.
En el panel referido a la integración en bloques
geoestratégicos se destacó que la complejidad de los procesos genera la
necesidad de profundizar la reflexión sobre la Defensa en su relación a
lo nacional, a lo regional y a lo supranacional.
Finalmente, el quinto panel destacó la visión de la
Defensa Nacional desde la misma profesión militar.
Hoy, el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo pretende contribuir a este proceso de debate sobre Defensa,
apuntando a los diálogos desde una posición de imparcialidad consecuente
con nuestro compromiso con la democracia y los derechos humanos.
Deseamos que el Seminario Nacional que hoy se
inaugura con tan calificados exponentes y una participación tan amplia y
representativa sea una instancia clave en el proceso de debate sobre
Defensa Nacional.
Esta amplia participación nos está indicando que la
sociedad uruguaya está hoy enfrentando los desafíos nacionales y
globales con un profundo espíritu democrático.
La participación de académicos y expertos militares,
junto a legisladores de todos los partidos, en los cinco paneles que se
desarrollarán mañana, aseguran tanto la calidad como la profundidad y la
amplitud de este debate.
El debate que se está promoviendo se inscribe en el
perfeccionamiento y la profundización de la gobernabilidad democrática y
de una democracia de ciudadanía como la que propone el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo en su Informe sobre la Democracia en
América Latina.
Para concluir, quisiera expresarles que me siento muy
honrado que nos permitan contribuir a este proceso tan esencial, tan
importante para la democracia en el Uruguay. Les deseamos éxito en sus
labores. Gracias.
PALABRAS DEL EX PRESIDENTE LUIS ALBERTO LACALLE
LACALLE: Señor Presidente de la República; señora
Ministra de Defensa; Presidente Sanguinetti; señor Representante de las
Naciones Unidas; señores Ministros de Estado; Legisladores; señor
Intendente Municipal de Montevideo; señores Comandantes en Jefe de las
Fuerzas; señores Oficiales Generales, Oficiales Superiores, Jefes,
Oficiales; compatriotas: Vamos a incorporar a esta tarea, tan bien
descripta por la señora Ministra y el señor Representante, nuestros
aportes; los mismos vienen de una visión apasionada y conocida acerca de
nuestro país, a la que hemos pretendido servir en distintas instancias
de nuestra vida pública.
Lo que sigue es nada más que un repaso de líneas
generales y algún enfoque más profundo de algún aspecto. Los documentos
de fondo van a ser puestos a las órdenes de la Secretaría de Estado
obran en poder del Instituto Manuel Oribe, trabajos profundos y amplios
sobre este tema que pondremos como digo en manos de la señora Ministra.
Agradecemos, pues, la convocatoria a contribuir con
nuestras opiniones a esta delicada tarea.
No seríamos sinceros con todos ustedes si no
sentáramos de antemano las bases de nuestro razonamiento y de nuestra
manera de pensar en este tema.
Ante todo una concepción del mundo que se articula en
el concepto de Patria, nuestra Patria. Repetimos con orgullo palabras
muy queridas, somos hombres de Patria, no de todas ni de cualquiera,
sino de una: la nuestra.
Todo lo que opinaremos parte de este principio. No
hay para nosotros en el aspecto terrenal un valor mayor que el de la
felicidad, prosperidad e independencia de nuestro país, de ahí que
sintamos preocupación por su defensa en las hipótesis que desarrollaré.
La segunda precisión, necesaria pero relativa a temas
muy delicados, se nos vuelve imperativa.
Como muchos de los presentes, nos vimos envueltos en
los trágicos acontecimientos que vivió nuestro país a partir de 1963 y
de 1973; pasado definitivamente saldado que solo debe vivir como dura
enseñanza de lo que nunca más debe ocurrir entre nosotros.
Pero que tampoco debe dar lugar a un hostigamiento ni
descalificación de instituciones nacionales, a las que no se pueden
imputar errores o inconductas de sus momentáneos titulares.
De nuestro trabajo debe surgir una mejor organización
de la defensa nacional, pero sobre todo un país sólidamente homogéneo en
valores comunes, respetuoso de las diferentes funciones estatales
esenciales, todas ellas comprendidas, valoradas y fortalecidas por el
conocimiento de su necesidad ontológica.
Siendo la Defensa una función esencial del Estado
debemos recordar cuál es nuestro pensamiento acerca de la función
estatal.
Somos partidarios de un Estado fuerte y eficaz en lo
que debe hacer: seguridad, defensa, justicia, educación, salud, deben
prestarse mejor, más eficaz y más eficientemente.
Debemos sincerarnos, entonces, respecto del Estado
uruguayo del día de hoy. Ese Estado que dispersa esfuerzos y recursos
con una notoria crisis de lo esencial en desmedro de lo secundario, como
son las actividades en las que estaría mejor actuando el sector público.
Aceptando que es necesaria para el país la tarea por
ejemplo de la justicia, o de las relaciones exteriores, o de la defensa,
debemos realizarlas desde lo mejor que esté a nuestro alcance. No
alcanza con definirlas como esenciales. Apenas definidas como esenciales
deben prestarse con prioridad absoluta a las demás. Por algo son
funciones primarias.
Y todo ello mucho más allá de las ideologías,
poniendo en práctica un sano pragmatismo de lo que sea mejor para
nuestra gente.
Si necesitamos Defensa Nacional, como la necesitamos,
a tener la mejor Defensa Nacional adecuada a nuestras necesidades y a
nuestros recursos.
Los principales intereses estratégicos de una nación
son la defensa territorial, sus espacios económicos, la preservación de
los valores nacionales, la custodia del orden internacional, del orden
institucional y la protección del medio ambiente.
El poder de una Nación se mide en función de su
capacidad para proteger estos bienes, estos intereses, y de los medios
idóneos que seleccione el poder político para ello.
Los pilares del poder nacional se basan en la
conjunción de capacidades intelectuales, sociales, políticas,
tecnológicas y militares.
El poder militar debe, por tanto, ser concebido como
un componente del poder nacional, cuyo valor es dinámico, situacional y
relativo, tanto respecto de los intereses permanentes como de los
circunstanciales.
Pasando de lo teórico a lo práctico, de lo general a
lo particular, el tema que nos ocupa y preocupa es el de la defensa de
una Nación en concreto, la nuestra; ubicada en un contexto geopolítico
específico.
Partimos, pues, entonces, de una visión nacional y
particular del tema que es la del Uruguay ubicado en el Río de la Plata,
nacido en especiales circunstancias y con intereses muy concretos. Ello
excluye, para nosotros, de manera absoluta toda concepción militar de
política militar de carácter regional. Más allá de las relaciones
vecinales y de las coordinaciones con los países limítrofes en los
espacios compartidos o contiguos.
Es por ello que consideramos que la tarea por delante
debe ser encarada desde ese punto de vista de los intereses del Uruguay,
que por definición no pueden ser idénticos a los de ningún otro país.
Esta delimitación es especialmente necesaria ante
interpretaciones erróneas del alcance político del MERCOSUR, de cuyo
errónea interpretación se ha derivado alguna idea de misión de carácter
militar para la que es solamente una asociación económica y comercial.
Rechazamos, pues, toda interpretación que lleve a
asociaciones militares supranacionales en la región.
Conceptos generales: el servicio de Defensa es
esencial para el país; las Fuerzas Armadas son parte esencial del Estado
oriental y, por tanto, rechazamos todas las teorías o proposiciones de
su eliminación o conversión en Guardia Nacional.
Desde 1811, antes de ser nación, el Estado se
vertebró alrededor del Jefe de los Orientales en el Ejército Nacional; y
son las Fuerzas Armadas desde ese entonces, un ingrediente esencial de
la nacionalidad.
Como todo servicio estatal la defensa nacional puede
y debe ser analizado con un con un ojo crítico, ¿por qué no?
El concepto de Estado no es inmutable y si no nos
congelamos en posiciones conservadoras debe de convertirse en un proceso
dinámico de adaptación que es el propio de los organismos vivientes y
saludables.
No es el mismo estado oriental el de primera mitad
del siglo veinte y de segunda mitad del siglo veinte, ni el de hoy y por
tanto no puede ser igual la prestación del servicio de defensa.
Debemos pues aproximarnos al tema solidamente
afirmados en valores que son inmutables pero animados con la apertura
intelectual como para instrumentar su realización para hoy y
especialmente para mañana.
Muchas veces se a preguntado la gente ¿es necesaria
la existencia de las Fuerzas Armadas? y nosotros decimos que tenemos que
analizar si hay hipótesis de utilización o empleo de las Fuerzas y
consideramos que existen esas hipótesis, que las podemos dividir en
hipótesis de conflicto o de circunstancias naturales y hipótesis de
utilización no conflictiva que vamos a analizar.
Situaciones de emergencia provocadas por desastres,
las conocemos, 1959, inundaciones, epidemias de aftosa, determinaron
movilizaciones de fuerzas militares para enfrentar esta catástrofe de
origen natural.
Amenaza grave de orden interno o interrupción de los
servicios esenciales es preciso contar con las posibilidades técnicas
como para poner en marcha las centrales hidroeléctricas, los
aeropuertos, en concurso con las Fuerzas Armadas.
Acciones derivadas del narcotráfico, la
internacionalización de este flagelo puede hacer necesaria la
intersección de aeronaves en el marco de una acción internacional contra
el mismo.
Estado de guerra en un país vecino o amenaza grave en
su orden interno, tradicionalmente a lo largo de la historia los
conflictos de los países vecinos tuvieron su influencia en la historia
nacional y recordemos que el movimiento de los "Sin Tierra" acercándose
a la frontera nacional determinó la movilización de unidades como forma
preventiva de estar en la línea divisoria por lo que pudiera ocurrir.
Acciones aisladas del terrorismo en nuestro
territorio, en el mundo que vivimos no estamos ajenos a que se secuestre
un avión en nuestro territorio, se coloque una bomba en algún lugar
dentro de ese esquema de terrorismo internacional y en ese caso es
necesario contar con los medios idóneos para repeler esta agresión.
Agresión armada en el orden interno u originada por un movimiento
subversivo, conocemos por experiencia directa ese tipo de conflicto.
Puesta en vigencia del Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca,
este Tratado que está vigente es prácticamente una pieza prehistórica de
derecho internacional. Se comprobó su obsolescencia cuando la Guerra de
las Malvinas y la imposibilidad de hacer cumplir su pragmática, pero
creemos que esta vigente y sin perjuicio de iniciar un análisis critico
del mismo las Fuerzas pueden verse llamadas a coordinar acciones dentro
del cumplimiento de este Tratado. Conflicto bélico clásico, finalmente
nuestro país ha adoptado en la Constitución el principio del arbitraje
para resolver los conflictos por lo que descartamos cualquier acción
ofensiva pero no podemos dejar de lado lo que puede ser la defensa
frente a una agresión que la mejor manera de prevenirla será un sólido
sistema de alianza.
Estas son las opciones que considero son todas
probables, todas posibles, todas reconocidas como tales, de carácter
conflictivo. Y luego tenemos las hipótesis de utilización no conflictiva
de la Fuerza. Las Operaciones de Paz son quizás el caso más notorio,
hace más de 50 años que estamos participando con gran beneficio para la
parte profesional, para la parte del prestigio del país, para la parte
del personal, de renovación de equipos, de utilización en situaciones
reales de los mismos, todavía no lo hemos utilizado cabalmente como
puerta de entrada para misiones comerciales pero diplomáticamente son
algo que el país tiene que cuidar. Y dentro de la utilización no
conflictiva la acción social que desarrollan las Unidas Militares de
todo el país, todos sabemos que prestan su personal para sustituir,
complementar la acción de esta oficina de Intendencias y de Gobierno
central debería retribuirse esta prestación. Es decir, que tenemos
hipótesis que hemos descrito, ahora si la hipótesis que están allí son
aceptadas, tenemos entonces que adecuar el medio al fin que es la gran
tarea. Las Fuerzas Armadas deben estar adecuadas a las finalidades de
utilización probable o posible y ese es el gran tema, -me parece- que se
nos pone por delante. La idoneidad respecto al fin, es decir, país
concreto, situaciones posibles de utilización o de empleo de las Fuerzas
concretas, entonces vayamos a adecuar el medio al fin. Y aquí
señalaremos tres puntos nada más: los medios humanos, organización y los
medios materiales. En materia de medios humanos una organización es tan
fuerte como lo sean sus integrantes en materia física y moral sobre
todo.
La formación de personas que reciben de la Nación la
utilización legítima de la fuerza, debe ser extremadamente exigente
especialmente en materia de valores, por ello, creemos que es necesario
proceder a adecuar el número de efectivos para poder preparar mejor
menos efectivos y creemos que si no encaramos los temas cuantitativos no
podremos llegar a lo cualitativo.
El corazón de las Fuerzas son sus cuadros de
oficiales y sub oficiales, el cerno. Pensamos en un Ejército
profesional, descartamos cualquier teoría de milicia popular o de armado
de la población. Consideramos entonces que una estructura mejor paga,
más pequeña, mas adecuada y con medios más idóneos es el objetivo de
estas tareas.
En este tema el país, como en tantas otras, debe
revertir la tendencia de pagar mal a los que lo conducen. Y sin entrar
en detalles, todos sabemos que las retribuciones desde el Comando a
Comandantes hasta los oficiales y soldados son exiguas. Si queremos y
necesitamos fuerzas, tengámoslas mejor pagas.
La convocatoria a la carrera de las armas tiene que
volver a ser algo atractivo para los muchachos, y lo será en la medida
que sea interesante desde el punto de vista profesional, que no prosiga
la penalización social o política de pertenecer a esa profesión y de esa
manera lograr un fortalecimiento moral de las Fuerzas, no solamente por
eso, sino por los valores vividos, ejercidos, comprendidos,
especialmente los de respeto a la Constitución de la República y los
derechos humanos. Con estas, pragmáticas, volveremos a una consideración
social de primer nivel de esta actividad.
En cuanto alas medidas concretas, el numero de
efectivos puede reducirse por el Parlamento de acuerdo al articulo 85
por el no llenado de vacantes, disminuir el personal de la Secretaria de
Estado, no afectar las unidades de combate, para ir poco a poco
adecuando las fuerzas al objetivo que perseguimos.
La educación militar tiene que merecer importantísimo
capitulo. Los oficiales y los suboficiales de las tres Armas deben tener
cursos en común, luego buscar la especialización. Hoy día, la teoría y
la práctica es de las operaciones combinadas, y necesitamos apretar
fuertemente desde el inicio a los oficiales y suboficiales en un
servicio unitario sin perjuicio de su especialización. Esto dará
coherencia humana y técnica al conjunto de las Fuerzas.
No compartimos el tema de la educación militar en los
institutos de educación común, no por otra cosa que por la especialidad
y especialización que tiene que requerir la profesión militar.
En materia de organización dijimos que las
operaciones combinadas son hoy día en todas partes la doctrina mas
aceptada de utilización, y además para unas Fuerzas chicas y un país
pequeño es lo ideal. Entonces propugnamos como centro de la reforma
futura la creación del Estado Mayor de la Defensa, colocado debajo de la
Secretaria de Estado para que haga la conducción del estudio,
planeamiento, coordinación logística, supervisión, inversiones,
centralización de compras y de inversiones. Es decir, el corazón de la
Defensa pasara a ser debajo del Ministro o de la Ministra, el Estado
Mayor de la Defensa, conservando las Fuerzas las acciones de ejecución
especializadas que a cada una le corresponda.
Debemos derrumbar compartimientos estancos que a
veces han impedido el aprovechamiento mejor de los recursos. Las compras
combinadas y la utilización de la fuerza conjunta de todas las tres
Fuerzas en esas operaciones.
Este Estado Mayor integrado por los Comandantes y
presidido por el Ministro debe tener la característica de que los
Comandantes acompañen al Presidente de la República durante todo su
mandato para dar coherencia y unidad a la gestión durante cinco años.
Y finalmente, compatriotas, los medios materiales,
siempre el gran tema. No podemos seguir comprando lo que es barato o
recibiendo donaciones. Tiene que haber una lógica en las adquisiciones.
Una lógica y una prudencia de acuerdo a los recursos. Un esfuerzo
económico que hay que hacer, y lo aceptamos, pero siempre que esté
condicionado y sea idóneo para el fin que perseguimos. Ahí se le puede
reclamar a la población un esfuerzo a través de la Renta General. Y
tener en cuenta los ámbitos espaciales de desarrollo de las Fuerzas de
la gestión. Nuestro mar territorial extendido enormemente requiere mayor
presencia, las singularidades de nuestras fronteras terrestres, y en
ambos ámbitos la presencia de la Fuerza Aérea.
Estas son algunas de las ideas, esto está todo
escrito orgánicamente en los trabajos que aportaremos, pero queremos
resumir diciendo:
Primero, una visión clara del interés nacional y del
ámbito de actuación de las Fuerzas. Una mejora de los medios materiales
y humanos y la adecuación del medio a los fines concretos y posibles de
utilización.
Por encima de todo ello debe planear un sentimiento
de amor a nuestro país y de unidad nacional, que sabemos que animan al
señor Presidente de la Republica y que serán el basamento mejor para que
esta tan delicada tarea se lleve a buen fin. Muchas gracias.
PALABRAS DEL EX PRESIDENTE DE LA
REPÚBLICA, JULIO MARÍA SANGUINETTI
SANGUINETTI: Señor Presidente de la
República, doctor Tabaré Vázquez; señor Presidente Lacalle; señora
Ministra, señor Representante de Naciones Unidas; señores Comandantes en
Jefe; oficiales todos, ciudadanos preocupados por el tema de la defensa
nacional.
Ante todo quiero felicitar a quienes han
organizado estas jornadas de reflexión. Lo hemos hecho en los últimos
años varias veces en el país luego de la restauración democrática,
comprobando básicamente lo que ha sido la ausencia del pensamiento
estratégico del país en tiempos de normalidad. No ha habido en general
en la reflexión política, en la preocupación doctrinaria, en los
análisis del Estado, un acento demasiado específico y ha habido muy poca
reflexión sobre estos fenómenos y el país lo ha pagado caro.
La falta de conocer estos temas, y con
ello me refiero también al medio político en el cual hemos sido pocos
los que a lo largo de años hemos tenido preocupaciones para tratar de
estudiar estos temas, y los que las hemos tenido ha sido más por
vocación y tradición familiar que por la exigencia de nuestra propia
profesión. Ante todo digamos que en el país el concepto se llama
defensa, y defensa ya quiere decir algo consustanciado con la historia
del país, como bien decía el Presidente Lacalle. Defensa, porque esto
que es nuestra República nació como una frontera. Luego una referencia
geográfica, como una Banda, más tarde como una Provincia y siempre se
preparó justamente para defenderse de lo que eran agresiones.
¿Y defenderse de quién? Bueno, del otro,
que lo tuvimos definido aún antes de ser esta República. Estamos a 200
años casi –señor Intendente de Montevideo- estamos a 200 años justos de
la reconquista de Buenos Aires, de aquel glorioso episodio en que
nuestra ciudad fue “La muy fiel y reconquistadora ciudad de San Felipe y
Santiago de Montevideo”.
Ese fue el primer episodio en el cual el
país adquiere conciencia de su defensa del modo espontáneo, sin saber
casi de lo que se trataba, porque una enorme expedición inglesa había
desembarcado en la capital del Virreinato en Buenos Aires y la había
tomado. Y desde aquí, espontáneamente, los vecinos, los ciudadanos
salieron a organizar una fuerza que se puso al servicio de quien
entonces asumió el comando de aquel Virreinato en vacancia.
Entonces el país nace con esa concepción
de defensa, de defenderse, no como una expresión de agresión, de
invasión, de esa visión imperial que los grandes territorios le han
impregnado a los grandes Estados. Y eso nos condicionó desde siempre y
también espontáneamente fue naciendo con el país en forja, cuando
pensábamos que ya en 1815, en el momento en que estábamos definiendo y
definido nuestras mejores tradiciones de Libertad, de República y de
Federación, también en Guayabos tuvimos, en aquella gran conducción
estratégica que hizo Artigas y que culminó en la gloriosa carga de
Rivera, frente al no menos glorioso general Dorrego, decir que esto era
provincia, sí, en aquel tiempo, pero era provincia que se mandaba a sí
misma y que sabía defenderse cuando llegaba la ocasión.
Este concepto de defensa nos ha
impregnado desde entonces. Todo nuestro pensamiento estratégico siempre
ha sido concebido desde esa visión. Y ha habido en las Fuerzas Armadas
en general, sí, pensamiento estratégico. A veces no lo ha tenido
claramente, como decimos, el país en su conjunto. Las Fuerzas Armadas sí
lo han tenido siempre y se comete un error cuando a veces se imagina que
no fue así, más allá de insuficiencias que sí a veces las tuvieron y si
se quiere más que nada por los fenómenos de concepción política.
Sin ir más lejos, el más dramático que
vivió en los últimos años nuestro país, en ese período de 1963 a 1973,
seguido luego por la interrupción de facto, fue una expresión de ello,
porque unas Fuerzas Armadas que no estaban preparadas para un planteo de
guerra revolucionaria, con un profundo contenido ideológico, se
enfrentaron a una situación que produjo muchas de las secuelas que aún
estamos pagando.
No había realmente una preparación y una
concepción adecuada de lo que era un fenómeno de guerra distinta al que
estaba ocurriendo. Y por eso es importante, particularmente, la
reflexión. Hoy es de esa experiencia, porque el mundo cambió y nuestras
hipótesis de conflicto son distintas, pero existen. Y no cometamos el
error de no entender que existen. No estamos en la inminencia de la
guerra de las galaxias, ni de los choques de las grandes confrontaciones
de Estado, no. Pero el narcotráfico tiene capacidad de desestabilización
y tiene la capacidad de armar una fuerza desestabilizadora en cualquier
país.
El terrorismo es un fenómeno trasnacional
que no sabemos exactamente qué radicación tiene desde el punto de vista
de los Estados. Es un fenómeno de inspiración religiosa y que ha
producido un movimiento que más allá de las fronteras tiene sacudido al
mundo, y que no sólo ha golpeado en Nueva York en Madrid. También ha
golpeado muy cerca, en Buenos Aires: la voladura de la AMIA, la embajada
de Israel, han sido expresiones muy cercanas a nosotros de un fenómeno
distinto, de un fenómeno de una hipótesis del conflicto novedosa, de la
que hoy nuestro mundo está mostrando. Y esos son fenómenos que no
podemos mirarlos con indiferencia, con lejanía, como si no fueran
fenómenos de defensa.
Naturalmente, el tema de defensa no es
simplemente un planteo militar porque la defensa del país se libra y se
desarrolla en una globalidad. Siempre ha habido una coordinación no
demasiado profunda pero ha existido, con las relaciones exteriores que
son íntimamente dos expresiones o dos caras del mismo fenómeno de la
organización de la defensa y que tienen que estar mancomunadas.
Las misiones de paz –que señaló recién el
Presidente Lacalle- han sido una expresión de esa coordinación. Las
misiones de paz han estado al servicio de la política exterior del país
y encuadradas dentro de él. No fuimos a todas las misiones de paz
siempre. A veces se observa como que es un fenómeno espontáneo y que la
demanda simplemente se responde.
El país tiene una larga tradición desde
la guerra del Chaco que fue quizás nuestra primera misión, con el
ilustrísimo general arquitecto Alfredo Campos, pasando por la de
Cachemira en el 48 si no me equivoco, y siguiendo con las más modernas
últimamente. Pero no a todas fuimos, sino a aquellas que el país dentro
de su política exterior concibió que era necesario y útil, como sostén
de su política exterior.
Y eso es muy importante, porque un país, y más un
país chico, tiene que tener una presencia, una presencia digna, y tiene
que sentir que es capaz de defenderse. Más de una vez -como recién lo
planteaba el Presidente Lacalle- se ha cuestionado la propia existencia
en un país que no tiene capacidad militar para enfrentar a una gran
potencia, pero esas no son las situaciones a las cuales el Uruguay ha
estado abocado, ni puede prever como hipótesis.
El tema no es imaginar un conflicto de
esa naturaleza con una gran potencia. Nunca lo fue y no lo es hoy
tampoco, mucho menos aún. Son otras las situaciones en las cuales se
debe pensar. Pero no era lo mismo un Kuwait al cual hubo que
reconquistar desde la conquista total y hecha por el Irán de la época, a
un Kuwait que hubiera resistido por lo menos los dos, tres días
necesarios para que sus aliados pudieran combatir de otro modo en esa
guerra. No es lo mismo. Y porque no es lo mismo, un país que expresa su
capacidad de organización y su disposición de defenderse de un país que
no, porque desgraciadamente estamos entre la imperfección de lo humano,
entre los egoísmos de los intereses económicos, entre las pasiones
nacionales que a veces se desatan, un país que no muestre esa vocación y
esa capacidad es la fácil tentación para quienes en nombre de intereses
políticos, económicos o de algún tipo, puedan golpear la soberanía de un
país y generar una situación que no podemos prever ni imaginar, pero que
les será muy fácil prever e imaginar a quienes quieran armar allí alguna
operación de tipo político o de tipo económico que no se puede dejar de
prever.
No siempre se tiene clara noción de esto,
como tampoco la ciudadanía en general tiene noción clara de algo que la
señora Ministra vivirá un poco en su función, de cuando el ciudadano
pregunta qué están haciendo los militares en este momento. ¿Y qué están
haciendo en los cuarteles?
Y cuando uno dice “están haciendo
instrucción”. ¿Y qué es eso? Bueno, es lo que permite que un helicóptero
pueda movilizarse en dos minutos para un salvamento y eso no es posible
si no hay el piloto entrenado todos los días del año. Y si hay que
cerrar la frontera porque hay una epidemia de aftosa, tiene que tener
las unidades militares desplegadas, el personal entrenado y
disciplinado, sin el cual no se podrá producir ese cierre de frontera,
inmediatamente como el país lo puede estar precisando. Y si no se tiene
el equipamiento necesario ni las unidades de la Armada suficientemente
en aptitud de acción, no podrá ocurrir la protección de un interés
soberano del país en el terreno económico, por ejemplo, en la protección
de los intereses pesqueros o en la protección de la vida en el mar. Eso
no es posible si no existe el entrenamiento permanente en doctrina y en
preparación suficiente. De lo contrario, no es posible desarrollar esas
tareas tan eficientes.
Y eso es lo que permanentemente tienen
que realizar las fuerzas armadas. Y eso naturalmente requiere recursos,
recursos que han bajado. En el año 85, cuando la restauración
democrática, era el 3% del PBI, hoy es un poquitito más del 1% y creo
que el tema no es discutir porcentajes del PBI que llevan a errores,
pero sí saber que se están precisando medios y que una defensa que es
sustantiva y que es esencial tiene que tener medios.
No medios exagerados, no estamos en una
carrera armamentista. Desgraciadamente en América Latina tampoco podemos
ignorar la ingenuidad de que hay países que hoy están realizando, no
digo carreras armamentistas, pero sí desarrollo de incorporación de
unidades militares muy fuertes, muy importantes. Por lo menos cuatro
países de nuestro hemisferio lo están haciendo.
¿Lo podemos ignorar? Yo creo que no. Por
eso es que nuestro país tiene que estar preparado para estas cosas,
discutirlas con serenidad, con ese espíritu de defensa que le ha
caracterizado e ir adaptando. No creo que -y siempre tenemos la
tentación- nuestros países latinos siempre tienen la tentación de
comenzar desde cero. La vieja tentación jacobina de la tabla rasa.
Tenemos una larga tradición y tenemos viejas instituciones. Lo que
tenemos que hacer es ir corrigiéndolas.
Las doctrinas corrigiéndolas, la
enseñanza mejorándola y adaptándola a las exigencias técnicas. Cuando
una piensa lo que era un artillero naval antes y lo que es un artillero
naval hoy, que no ve el mar porque está frente a una computadora en un
cuarto oscuro, bueno, uno se da cuenta de la diferencia que hay desde un
punto de vista técnico, pero hay que adaptarse. Los servicios de
Inteligencia son fundamentales. No es políticamente correcto decir esto,
pero no hay un Estado del Universo que si tiene un mínimo de idea de lo
que es su defensa no tenga un servicio de Inteligencia adecuado para
saber dónde están las amenazas, dónde están las latencias de la agresión
y cómo irse preparando. Hay que decirlo. Hay que saberlo. Estamos todos
todavía impregnados de viejos debates. Lo que tenemos que hacer es
prepararnos para los desafíos del futuro.
Tengo algún matiz diferencial con el Presidente
Lacalle y lo hemos dirimido más de una vez. Es lo que él llama una
fuerza más pequeña que conduce a una idea de fuerzas más concentradas y
de acción directa. Y yo sigo creyendo en el despliegue territorial. Se
puede pensar que es una concepción algo antigua pero creo que el
Ejército es muy importante que esté desplegado en todas nuestras
fronteras y con una claridad en el manejo del territorio porque es el
único recurso que tiene el Estado.
Usted, Presidente, que tiene esa responsabilidad y
los que la hemos tenido lo sabemos, que uno se levanta y se acuesta
pensando en cosas que de pronto el ciudadano a la distancia puede no
saber lo que significan, porque son aquellas que son imprescindibles e
impostergables. Quien tiene el mando superior de las Fuerzas sabe que es
así y que tenemos que estar siempre previendo esas hipótesis.
Creo que por eso mismo todavía, en un
país como el nuestro, eso sigue siendo importante. Del mismo modo que
otra pequeña diferencia para aportar al debate, porque tampoco creo que
es constructivo que todos estemos de acuerdo en todo. Son temas si se
quiere técnicos.
El Presidente Lacalle decía la educación.
Yo creo que la educación, si fue importante siempre, desde los tiempos
en que se profesionalizó nuestro Ejercito. Los Ejércitos todos se
profesionalizaron en la misma época en esta región, que fue la Guerra
del Paraguay. El Paraguay fue el primero que se profesionalizó, Brasil
venía ya de una larga tradición prácticamente inglesa. Siempre nos
olvidamos de que nuestro primer Ejercito patrio tuvo que luchar con una
fuerza que conocía la guerra de guerrillas y que había estado nada menos
que al mando de Wellington. Y que el Beresford –Intendente, de nuevo
uisted- que invadió aquí es el mismo Beresford que 22 años después está
comandando la Infantería brasileña en Ituzaingó. Es el mismo Beresford,
porque hubo esa sociedad luso-británica muy importante en la diplomacia
y muy importante en el ejército. El ejército portugués era un ejército
de ese tipo.
Entonces yo creo que la educación es
sustantiva, más que nunca. Pero la especificidad de las armas sigue
existiendo desde siempre, hasta con su psicología, porque aún adentro
del ejército no fue lo mismo la infantería que la caballería y que la
artillería, que antes eran arqueros.
Pero no es lo mismo. Hasta desarrollaron
psicologías diferentes; psicologías diferentes, es natural. El ejército
tuvo un origen. La caballería tuvo un origen aristocrático, la
infantería tuvo un origen popular; no podían ser iguales y no son
iguales, en ningún lugar del mundo.
Lo vemos hasta en las películas; no era
lo mismo Patton que Eisenhower. Patton era de caballería y Eisenhower
era de infantería. Patton no hubiera podido comandar nunca el desembarco
de Normandia. Se hubiera peleado con todos. Ahora, cuando había que
avanzar con los tanques era un fenómeno, y cuando había que localizar
una fuerza armada es Eisenhower, porque era un planificador militar, era
otra cosa.
Entonces, yo creo que la formación
militar pasa primero por tener un marino, un aviador y un soldado. O
sea, hay que formar un soldado, hay que formar un aviador, hay que
formar un marino.
Luego ese soldado o ese marino o ese
aviador, bueno, adquirirán naturalmente su conciencia militar y por su
conciencia militar los mecanismos necesarios para coordinar. Me parece
que es la oficialidad, a partir de ella, la que, en etapas posteriores,
tiene que unificarse más porque efectivamente la acción va a ser
conjunta, ya no hay más acción separada en el mundo. Los militares lo
saben bien.
Estados Unidos tiene siete ejércitos. Son
siete unidades militares en todo el mundo; no son ni catorce ni
veintidós, son siete, que comanda un General de cualquiera de las armas
y que comanda a todas; del Mediterráneo, del Atlántico Norte, del
Atlántico Sur, etcétera.
Entonces, a eso vamos a atender y tenemos
que preparar, pero la especificidad de la formación no es sustitutiva;
esa es mi impresión.
Del mismo modo, creo que habrá que
cambiar mucho en todo lo que es la organización, mirarlo desde esta
perspectiva, pero siempre desde un respeto profesional, creo que eso es
fundamental, muy importante. Estamos en vísperas de una nueva ley: en
buena hora. Con toda claridad y respeto digo, cometimos un error en
haber cambiado normas de ascenso antes de ir a la ley. No debió haber
sido- Ya fue, no pasaron demasiadas cosas graves, Ministra, no le estoy
reprochando nada, pero creo que hubiera sido mejor lo otro.
Y a partir de ahora mirar desde ese
respeto a la profesionalidad que, sin ninguna duda, es la que nos va a
dar a todos las mejores respuestas.
Una profesionalidad que debe asentarse a
su vez en una dignidad de las Fuerzas Armadas que, sin perjuicio de
todos los otros componentes de la Defensa, el de las Relaciones
Exteriores, el Policial, que es muy importante también, el de la
seguridad económica que es sustantivo, porque a un país se le puede
agredir con un ejército o cortándole la luz.
Todo eso debe hacerse, en definitiva,
sobre un pilar del Estado que es su esencia. Weber decía que “el Estado
es el monopolista de la fuerza”, y eso es el Estado: el monopolio de la
fuerza. Cuando se pierde el monopolio entramos en el conflicto que tanto
hemos padecido.
Bueno, eso requiere una formación muy
particular: la de una dignidad militar desgraciadamente herida por todas
las circunstancias tan dramáticas que vivió el país; de una guerra
primero, de una situación de facto después, que dejaron tantas secuelas,
felizmente superadas en lo sustantivo aunque todavía hay esos
remanentes, pero que pasan justamente por lograr que esas fuerzas
depositarias de un peso histórico tan grande, preserven ese patrimonio,
lo desarrollen y vuelvan a hacer sentir a la ciudadanía entera que son
una reserva fundamental.
Nuestro país no está en guerra con nadie
pero siempre tiene que estar pronto para su defensa.
Señor Presidente, usted tiene hoy ese
mando que hemos tenido antes con el Presidente Lacalle durante muchos
años, que lo hemos ejercido con tanto orgullo, con el mismo que lo
ejerce usted; todos al servicio de una democracia que, desde el año 85
hasta aquí, nos permite procesar nuestros debates y discutir con la
claridad y franqueza con que lo estamos haciendo hoy. Muchas gracias. |