VÁZQUEZ CONVOCÓ A DEBATE SOBRE LOS MEDIOS EN
DEMOCRACIA
"El compromiso del periodismo con la independencia,
la verdad y la ciudadanía son insustituibles debido a la estrecha
relación que existe entre la política, la democracia, los medios de
comunicación y los periodistas con estos postulados", dijo Vázquez, en
el Círculo de la Prensa del Uruguay.
En ese sentido, expresó que "este camino permite la
construcción de una relación, difícil, compleja pero que no debe estar
signada por la dramatización".
El Presidente de la República, Tabaré Vázquez,
expresó que "el oficio del periodista es sustancial para la democracia".
Vázquez sostuvo que la independencia no es
neutralidad sino conciencia de la función social de los medios y la
responsabilidad de los comunicadores, precisando que "la verdad no debe
ser confundida con verdades oficiales, reveladas, infalibles, ni quedar
prisionera de la sacralización de una primicia por encima de todo y a
cualquier precio".
Como ejemplo, el Presidente citó el "caso Watergate",
que terminó con la renuncia de Richard Nixon, caso emblemático de
investigación periodística y del Washington POST, por su papel en el
correcto manejo de las fuentes para conocer la verdad, el apoyo brindado
a sus periodistas y la forma en la que resistió como empresa los
intereses menores y las presiones mayores.
El Mandatario instó a respetar y tomar en cuenta a
los ciudadanos y a no etiquetarlos "como el individuo que no se interesa
en los asuntos públicos" y evitar así, que las noticias caigan en la
categoría de "reality show".
Durante su alocución, el Presidente, recordó que la
prensa es un ámbito donde debe regir la libertad de pensamiento, de
expresión y el derecho a la información, pero al mismo tiempo alertó
sobre ciertas tendencias proclives a las desviaciones cuando existen
prácticas autoritarias cuyo empeño es mentir sobre la realidad o caer en
un bombardeo propagandístico.
Por último, Vázquez dijo que aceptando que la
información "sea un buen negocio y nada más", hay que asumir que los
buenos negocios no tienen por qué "ser turbios, ni mentirosos, ni
verdaderos a medias, ni democráticos a desgano, ni culturalmente
decadentes" y resaltó que el papel a cumplir por los medios de
comunicación, los periodistas y el Gobierno es contribuir a la paz, a la
libertad, a la tolerancia, y a la democracia en el desarrollo y la
solidaridad.
En este marco el Presidente de la República fue
distinguido con el título de Presidente Honorario del Círculo de
Periodistas, en el marco de la entrega anual de los Premios Nacionales
de Periodismo José Enrique Rodó.
En esta jornada el Circulo de la Prensa del Uruguay
firmó dos importantes convenios: uno de Cooperación Académica y
Profesional con la Universidad Argentina John F. Kennedy, y otro de
Cooperación de la Organización de los Estados Americanos-Grupo de
Becarios de las Américas, con el objetivo de otorgar becas para
seminarios de perfeccionamiento profesional para periodistas uruguayos.
PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ
VÁZQUEZ, EN EL CÍRCULO DE LA PRENSA DEL URUGUAY
Señor Intendente Municipal de Montevideo, doctor
Ricardo Ehrlich; señor Presidente del Círculo de la Prensa del Uruguay,
licenciado Edmundo Sosa Saravia; Autoridades y socios de esta
prestigiosa y casi centenaria Institución; señor Secretario General de
ALADI, doctor Didier Opertti; Autoridades nacionales y departamentales;
señores Legisladores; señoras y señores periodistas aquí presentes;
amigas y amigos:
Gracias por invitarme a participar en este acto con
el cual anualmente el Círculo de Periodistas del Uruguay evoca el
aniversario del nacimiento de su fundador, don José Enrique Rodó, y
reconoce a quienes han cumplido o cumplen una labor destacada en el
periodismo nacional.
Felicitaciones a los medios de comunicación, a los
comunicadores y otras personalidades que en este mismo acto recibirán
distinciones y premios que expresan un reconocimiento al que adhiero y,
en el caso de Andrés Lerena, Fernando Baccaro y Horacio Scheck, un
recuerdo al cual me sumo.
Naturalmente; también agradezco el título de
Presidente de Honor con el cual el Círculo de Periodistas me ha honrado.
Otra vez y desde la razón y el corazón: muchas
gracias.
Por la jerarquía de esta casa, por la importancia que
tiene esta institución, por los valores que encierra, por el respeto que
me merece creo además que esta puede ser una circunstancia adecuada para
comenzar a reflexionar juntos sobre un tema tan importante y apasionante
como es la relación entre política, democracia, medios de comunicación y
comunicadores.
Una relación fundamental en el mundo actual y en la
construcción de los proyectos nacionales, que dicho sea de paso, no son
piezas de museo ni son incompatibles con el futuro.
Esta relación a lo que hacíamos referencia, sin duda,
es una relación difícil, compleja, pero que no debe ser dramatizada.
No digo esto por ingenuidad o irresponsabilidad. Todo
lo contrario: lo digo porque soy consciente que la dramatización de los
asuntos que hacen a la democracia, dramatizar estos temas propios de la
vida en democracia terminan tarde o temprano, pero generalmente más
temprano que tarde erosionando, cuando no derrumbando a la democracia.
Y mi responsabilidad, la que me dieron los uruguayos
como Presidente de la República y ciudadano de este país no es solamente
que ello no suceda, sino también ayudar a que la democracia uruguaya sea
cada día mejor.
Ese es el compromiso de Gobierno que asumí ante la
ciudadanía uruguaya. Y mi tarea en el desempeño de la Presidencia de la
República no es recoger aplausos, sino cumplir con ese compromiso.
Amigas y amigos: En un momento tan desgarrador como
el que vivía Francia durante la Segunda Guerra Mundial, Albert Camus
afirmó que un país vale lo que vale su prensa. (1)
Y tenía razón desde mi modesto punto de vista, Camus,
creo que sigue teniéndola aún hoy y aquí en el Uruguay.
Valor y precio, como ustedes saben, no es lo mismo.
El Uruguay y su gente no tienen precio. Pero el Uruguay también vale lo
que vale su prensa y ustedes, hombres y mujeres vinculados al
periodismo, también valen lo que hacen en ese terreno.
Ustedes no conforman un cuarto poder ni un poder de
cuarta.
Ustedes tienen un oficio respetable como cualquier
otro oficio en este país.
Y como según expresó alguien que de esto sabe y a
quien todos conocemos, Gabriel García Márquez. (2)
Gabriel García Márquez decía que el oficio de
comunicador es un oficio incomprensible y voraz pero aún así el mejor
oficio del mundo.
Un oficio de origen canalla y pedigrí regio según
Juan Luis Cebrián, quien recuerda que ya en el siglo XVII en Venecia se
vendían "gazzettas", es decir, hojillas manuscritas y en París "canards",
que quiere decir "panfleto" en el argot de las imprentas francesas de
entonces que contaban, narraban con singular promiscuidad hechos
verdaderos o inventados de los que se hablaba en los bajo fondos de
aquellas ciudades.
En muchos casos, los hechos narrados eran
sencillamente increíbles, pero como la gente se mostraba dispuesta a
admitirlos con naturalidad y hasta a pagar por aquellas "gazzettas" y "canards",
pronto los Gobiernos descubrieron la utilidad propagandística de los
mismos, y los reyes se dedicaron a prestigiarlos otorgando a
determinados súbditos el privilegio de su publicación e
institucionalizando su función. (3)
Un oficio que si bien consiste –vuelvo a Camus- en
definir todos los días, ante la actualidad, las exigencias del sentido
común y de la simple honestidad de espíritu, dista apenas un paso de la
jactancia y de la tontería. (4)
Pero es un oficio sustancial a la democracia por lo
que la misma implica en términos de libertad de pensamiento y de
expresión y de derecho a la información pero al mismo tiempo no
totalmente inmune a ciertas lamentables desviaciones si se tiene en
cuenta la obsesión del autoritarismo por mentirle a la realidad, por el
bombardeo propagandístico, entre otros bombardeos, y por las verdades
oficiales, que muchas veces no son ni tan verdades ni tan oficiales.
Un oficio que tal vez como ningún otro, está siendo
sacudido por el viento de la revolución tecnológica. No es malo que
sople ese viento; lo malo sería que al soplar derribara ciertos
principios que el periodismo ha ido acumulando con esfuerzo, con
generosidad y con entrega, desde aquellos tiempos de las "gazzettas" y
los "canards".
Y así como en la medicina –por citar un oficio que
conozco- ningún aparato, por sofisticado que sea, puede suplantar al
diálogo mano a mano entre médico y paciente, creo que en periodismo el
compromiso con la independencia, la verdad y la ciudadanía son
insustituibles.
La independencia, que no quiere decir neutralidad,
sino conciencia de la función social de los medios de comunicación y de
la responsabilidad social que tienen los comunicadores.
La verdad, que no quiere decir "verdad revelada", ni
"verdad oficial", ni infalibilidad, ni sacralización de la "primicia"
por encima de todo y a cualquier precio. Porque como bien dice García
Márquez, no siempre la mejor noticia es la que se da primero, sino que
muchas veces es la que se da mejor. (5)
El escándalo Watergate que terminó con la renuncia de
un Presidente de los Estados Unidos, caso emblemático de investigación
periodística y "sueño dorado" de tantos medios de comunicación y
periodistas de todo el mundo, es un buen ejemplo de ello. El gran mérito
de aquellos jóvenes reporteros del "Washington Post" fue el correcto
manejo de sus fuentes para conocer la verdad y para decirla. Y el mérito
del "Washington Post" como empresa periodística fue respaldarlos
rechazando intereses menores y presiones mayores, que por cierto
tuvieron que vivir en aquel acontecimiento.
Y si bien son insustituibles la independencia y la
verdad, también son insustituibles los ciudadanos, a quienes por una
cuestión de elemental respeto no hay que condenar a la categoría de
espectadores de "reality shows", consumidores de noticias o simples
veedores, sin razón, ni crítica, en el sentido etimológico de la palabra
podríamos decir idiotas, es decir un individuo que no se interesa en los
asuntos públicos, y así esta definido este término por la Real Academia
Española.
Amigas y amigos: Me he permitido citar con deliberada
insistencia a Albert Camus y a Gabriel García Márquez, dos figuras
sobresalientes de la literatura universal del siglo XX que también
supieron ejercer –y en el caso del colombiano, emerger desde ahí- el
oficio de periodistas.
No me gustan las comparaciones y por lo tanto no las
hago.
No me lamento ni hago reproches porque ningún
periodista uruguayo haya obtenido el Premio Nobel de Literatura, aunque
debo confesarles que me gustaría que ello sucediese y creo posible que
suceda, para ello tenemos que trabajar.
Si he mencionado a Camus y a García Márquez –como
también mencioné a esa personalidad relevante del periodismo de nuestros
días como es Juan Luis Cebrián- es para compartir con ustedes algunas
sensibilidades y reflexiones sobre un asunto que no es de hoy y que no
es exclusivamente nuestro.
Ello, por supuesto, no significa desentendernos del
mismo o pretender resolverlo copiando experiencias ajenas o gritando
entre nosotros.
Creo, sinceramente creo, que nuestra sociedad en su
conjunto se debe un diálogo sereno, amplio y profundo sobre los medios
de comunicación y los comunicadores en esa casa común de los uruguayos
que es la democracia.
Porque aunque todos estamos de acuerdo en que los
medios de comunicación y los periodistas desempeñan un papel
importantísimo en la misma, en esa casa democrática del Uruguay, debemos
reconocer que ni el sistema político, ni el mundo académico, ni los
empresarios de la comunicación ni los profesionales de ésta, ni los
ciudadanos como sujetos del derecho a la información, hemos avanzado
mucho más allá de tal enunciado.
Hay intenciones de avanzar, sin duda en este tema, y
de hecho hay algunos avances, pero las primeras las intenciones aún son
bastante dispersas y los avances, los segundos un tanto tenues.
Creo modestamente que podemos ir más rápido y lejos
sin necesidad de atropellar ni precipitarnos. Creo sería bueno para
todos, y sobre todo para el país.
En ese sentido hoy en esta casa de tanta jerarquía y
a la que tanto respetamos, en nombre del Gobierno Nacional está
dispuesto a propiciar ese diálogo, a participar en el mismo, a brindar
las garantías necesarias para que todos puedan hacerlo sin que nadie
deba renunciar a ser lo que es, y a atender las conclusiones,
sugerencias y propuestas que surjan del mismo.
Pero, con nuestra disposición no alcanza, no basta.
También tienen que estar dispuestos, y creo no equivocarme si afirmo que
lo están, los demás actores o agentes de este fenómeno que en realidad
nos involucra a todos.
Este fenómeno que implica una relación muy estrecha
entre la política, el Gobierno, los medios de comunicación, los
trabajadores comunicadores y la sociedad en su conjunto como sujeto de
derecho toda la información que se presente. Yo creo que el Uruguay y su
democracia bien valen esa tarea a la cual también, por cierto, ustedes
pueden aportar mucho.
Amigas y amigos: Ustedes, por vocación y ocupación,
cotidianamente leen periódicos, escuchan informativos, ven la CNN o la
BBC.
Ante hechos internacionales tales como la crisis en
Medio Oriente o el fracaso de la Ronda de Doha, ¿no tienen la sensación
que estamos viviendo en un mundo que más bien parece un manicomio
administrado por sus pacientes?
¿Hasta cuándo la guerra como negocio y la muerte como
espectáculo? Qué desgarrador es ver niños destrozados por bombas o niños
muertos llorados por sus padres. ¿Hasta cuando la guerra como negocio y
como espectáculo?
¿Por qué en materia de comercio internacional, por
ejemplo, los hasta ahora menos favorecidos –los hasta ahora menos
favorecidos- entre los que nos contamos de aquí en más tenemos que
seguir siendo los menos favorecidos? ¿Por qué la mezquindad de los ricos
la tienen que pagar los pobres?
Por cierto, y es bien cierto y aquí lo decimos porque
estamos convencidos de ello, que ni los medios de comunicación ni los
periodistas son los responsables de esta situación. En todo caso dan
cuenta de la misma. Y en muchos casos a su manera, porque también la
información puede ser una forma exitosa de hacer negocios, como señaló
hace algunos años la entonces Vicepresidenta primera de la cadena CNN,
Gail Evans. (6)
Pero aún siendo así, incluso aceptando que la
información sea un buen negocio y nada más, también hay que reconocer y
asumir que los buenos negocios no tienen porqué ser turbios, ni
mentirosos, ni verdaderos a medias, ni democráticos a desgano, ni
culturalmente decadentes.
En tal sentido, los medios de comunicación, los
periodistas y, más allá de ellos, todos nosotros, todos, podemos y
debemos ayudar a la paz, a la libertad, a la tolerancia, a la
democracia, al desarrollo y a la solidaridad.
De lo contrario -queridos amigos- algún día nos
daremos cuenta que la humanidad como tal fracasó y que la especie humana
ya no tiene futuro. Y entonces, en ese momento, ni siquiera tendremos la
oportunidad de ubicarlo en las primeras planas de la prensa.
Pero tengo confianza en que no llegaremos a ese
extremo definitivo y final. Tal vez porque mi profesión me permite
conocer los caminos de la muerte, valoro tanto la aventura de la vida.
No tengo por cierto veleidades ecuménicas, pero creo
firmemente en que si todos hacemos bien lo que a cada uno nos
corresponde hacer, las cosas irán mejor en el mundo y en nuestro querido
Uruguay.
Y creo también que en esa tarea no tenemos derecho a
esperar.
Tenemos derecho a la esperanza, pero no tenemos
derecho a esperar.
Por eso estoy aquí esta noche, señor Presidente, para
comprometerme ante ustedes y con ustedes a trabajar para profundizar
todo lo que concierne a la democratización profunda, arraigar aún más
esta débil democracia que el país tiene y a trabajar en todos los
niveles para profundizarla, para alargarla, para ensancharla, para
extenderla.
Estoy aquí también para agradecerles la distinción
que me han otorgado, para felicitar personalmente a quienes también han
sido galardonados por esta institución emblemática del periodismo
nacional, y para invitarlos a seguir trabajando juntos por algo muy
importante que todos, todos tenemos en común y que cada uno de nosotros
lleva pegadito al corazón y que se dice solo con nueve letras, llevamos
pegaditos al corazón al Uruguay.
Muchas gracias.
(1) Artículo publicado en “Combat” el 31.08.1944. Integra
una antología de escritos periodísticos de Camus publicado por Ed.
Losada de Buenos Aires en 1978 (pág. 23)
(2)
Gabriel García Márquez: Discurso
pronunciado ante la 52ª Asamblea Anual de la Sociedad Interamericana de
Prensa. Los Angeles, 07 de octubre de 1996.
(3) “Pasado y
futuro del periodismo”. Conferencia de Juan Luis Cebrián en la
Universidad de Chile. Noviembre 05, 2001.
(4) Albert Camus:
“Autocrítica”. Artículo publicado en “Combat” el 22.11.1944. Ob. cit.
(5)
Gabriel García Márquez: ob. cit.
(6)
Gail Evans: conferencia dictada el
08.03.1994 en Barcelona. Citada por Margarita Riviére en “La década de
la decencia”. Barcelona, Ed. Anagrama, 1995. Pág. 145. |