INFORME SOBRE ESTÁNDARES PARA INOCUIDAD ALIMENTARIA,
SANIDAD ANIMAL Y VEGETAL
La Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la alimentación (FAO) por medio de la Oficina Regional
para América Latina y el Caribe, presentó un informe sobre los
estándares para inocuidad alimentaria, sanidad animal y vegetal.
Retos y lecciones aprendidas
En los últimos veinte años, el valor del comercio
agropecuario se ha duplicado a nivel mundial: en 1986, alcanzaba un
volumen de 250 mil millones de dólares, mientras que para el año 2003 ya
alcanzaba los 500 mil millones. Por lo mismo, el tema de la inocuidad
alimentaria y animal ha tomado una relevancia fundamental, especialmente
para los países exportadores de la Región.
El impacto económico de la contaminación, los
plaguicidas, las enfermedades y plagas agropecuarias es una realidad
ineludible. Producto de un brote de fiebre aftosa, las exportaciones de
carne bovina en Argentina cayeron desde 706 millones de dólares en el
año 2000 a 267 millones en el año 2001. En Guatemala, la epidemia de
enfermedades causadas por la cyclospora generó una baja del 85% en las
exportaciones de frambuesa, con la consiguiente pérdida de mercado.
Además de lo anterior, tanto los mercados como los consumidores se han
vuelto más exigentes y desconfiados, y el rol que juegan los
supermercado en la exigencia de estándares particulares de inocuidad,
manejo y tratamiento de alimentos se ha vuelto fundamental.
Múltiples sistemas
Hoy existe un sistema público internacional, con la
participación activa de todos los países miembros de las entidades
nombradas en el Acuerdo de Medidas Sanitarias y fitosanitarias de la
Organización mundial de Comercio. Este sistema incluye la Comisión de
Codex Alimentarius, el Convenio Internacional de Protección Vegetal y la
Organización Mundial para la Salud animal (OIE).
Pero, además, en el mundo de hoy, conviven numerosos
sistemas y estándares distintos de certificación relativos a las medidas
sanitarias y fitosanitarias, de carácter público o privado, nacional,
regional o mundial. Cada uno de estos sistemas maneja sus propios
estándares e intereses, involucran costos particulares en
infraestructura y gestión, y generan un "amarre" con determinadas
cadenas de producción. Esta multiplicidad genera confusión, aumento en
los costos, la convivencia de al menos dos regímenes (uno para exportar
y otro para la producción nacional). Además, beneficia de manera marcada
a los productores que funcionan con economía de escala y que poseen una
gestión sofisticada. El reto que enfrentan hoy los productores es
adaptarse a este complejo contexto global.
Lecciones aprendidas
En el seminario "Medidas y Estándares Públicos y
Privados para la Inocuidad de los alimentos y la sanidad animal y
vegetal: tendencias y retos en América Latina", el oficial de Protección
Vegetal, Allan Hruska, destacó las siguientes lecciones aprendidas: hay
países, como Cjhile, que han sabido posicionarse dentro del contexto
mundial y usar la multiplicidad de sistemas a su favor, generando un
marco nacional que engloba de alguna forma los diferentes estándares y
que resguarda los intereses del propio país. Esto le da un valor de
"marca" de confianza.
Un requisito fundamental para operar es abordar el
tema desde una perspectiva estratégica, evaluando los diferentes
sectores y su importancia relativa, determinando potenciales en cada
rubro y creando condiciones favorables a la certificación. Se requiere
de una visión de largo plazo, que considere las tendencias mundiales
para determinar programas de inversión a nivel nacional.
Elaborar una alianza entre el sector privado y el
público también es necesario para formular programas nacionales y
regionales que busquen, en la medida de los posible, la armonización de
las normas y la homologación entre las certificaciones de los distintos
sistemas. Las instituciones públicas están llamadas a liderar este
proceso, estableciendo las bases legales, invirtiendo en infraestructura
y capacitación.
Debido a que la confianza es el requisito básico que
está en juego en todo sistema de certificación, otro aspecto necesario
es la independencia de los organismos fiscalizadores, su transparencia,
estabilidad y la necesaria participación del sector privado.
La participación activa en el sistema internacional,
en sus diversos foros y comités, tiene la ventaja de permitir a los
productores adelantarse a los cambios que sucederán en el futuro,
adaptando la producción a los requisitos cambiantes del mercado y
ganando tiempo frente a los competidores.
La presentación completa de Allan Hruska está
disponible en el siguiente sitio web:
www.ric.fao.org/prior/segalim/inocuidad/estandar.htm |