21/08/06


INFORME SOBRE ESTÁNDARES PARA INOCUIDAD ALIMENTARIA, SANIDAD ANIMAL Y VEGETAL
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la alimentación (FAO) por medio de la Oficina Regional para América Latina y el Caribe, presentó un informe sobre los estándares para inocuidad alimentaria, sanidad animal y vegetal.

Retos y lecciones aprendidas

En los últimos veinte años, el valor del comercio agropecuario se ha duplicado a nivel mundial: en 1986, alcanzaba un volumen de 250 mil millones de dólares, mientras que para el año 2003 ya alcanzaba los 500 mil millones. Por lo mismo, el tema de la inocuidad alimentaria y animal ha tomado una relevancia fundamental, especialmente para los países exportadores de la Región.

El impacto económico de la contaminación, los plaguicidas, las enfermedades y plagas agropecuarias es una realidad ineludible. Producto de un brote de fiebre aftosa, las exportaciones de carne bovina en Argentina cayeron desde 706 millones de dólares en el año 2000 a 267 millones en el año 2001. En Guatemala, la epidemia de enfermedades causadas por la cyclospora generó una baja del 85% en las exportaciones de frambuesa, con la consiguiente pérdida de mercado. Además de lo anterior, tanto los mercados como los consumidores se han vuelto más exigentes y desconfiados, y el rol que juegan los supermercado en la exigencia de estándares particulares de inocuidad, manejo y tratamiento de alimentos se ha vuelto fundamental.

Múltiples sistemas

Hoy existe un sistema público internacional, con la participación activa de todos los países miembros de las entidades nombradas en el Acuerdo de Medidas Sanitarias y fitosanitarias de la Organización mundial de Comercio. Este sistema incluye la Comisión de Codex Alimentarius, el Convenio Internacional de Protección Vegetal y la Organización Mundial para la Salud animal (OIE).

Pero, además, en el mundo de hoy, conviven numerosos sistemas y estándares distintos de certificación relativos a las medidas sanitarias y fitosanitarias, de carácter público o privado, nacional, regional o mundial. Cada uno de estos sistemas maneja sus propios estándares e intereses, involucran costos particulares en infraestructura y gestión, y generan un "amarre" con determinadas cadenas de producción. Esta multiplicidad genera confusión, aumento en los costos, la convivencia de al menos dos regímenes (uno para exportar y otro para la producción nacional). Además, beneficia de manera marcada a los productores que funcionan con economía de escala y que poseen una gestión sofisticada. El reto que enfrentan hoy los productores es adaptarse a este complejo contexto global.

Lecciones aprendidas

En el seminario "Medidas y Estándares Públicos y Privados para la Inocuidad de los alimentos y la sanidad animal y vegetal: tendencias y retos en América Latina", el oficial de Protección Vegetal, Allan Hruska, destacó las siguientes lecciones aprendidas: hay países, como Cjhile, que han sabido posicionarse dentro del contexto mundial y usar la multiplicidad de sistemas a su favor, generando un marco nacional que engloba de alguna forma los diferentes estándares y que resguarda los intereses del propio país. Esto le da un valor de "marca" de confianza.

Un requisito fundamental para operar es abordar el tema desde una perspectiva estratégica, evaluando los diferentes sectores y su importancia relativa, determinando potenciales en cada rubro y creando condiciones favorables a la certificación. Se requiere de una visión de largo plazo, que considere las tendencias mundiales para determinar programas de inversión a nivel nacional.

Elaborar una alianza entre el sector privado y el público también es necesario para formular programas nacionales y regionales que busquen, en la medida de los posible, la armonización de las normas y la homologación entre las certificaciones de los distintos sistemas. Las instituciones públicas están llamadas a liderar este proceso, estableciendo las bases legales, invirtiendo en infraestructura y capacitación.

Debido a que la confianza es el requisito básico que está en juego en todo sistema de certificación, otro aspecto necesario es la independencia de los organismos fiscalizadores, su transparencia, estabilidad y la necesaria participación del sector privado.

La participación activa en el sistema internacional, en sus diversos foros y comités, tiene la ventaja de permitir a los productores adelantarse a los cambios que sucederán en el futuro, adaptando la producción a los requisitos cambiantes del mercado y ganando tiempo frente a los competidores.

La presentación completa de Allan Hruska está disponible en el siguiente sitio web: www.ric.fao.org/prior/segalim/inocuidad/estandar.htm

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