15/09/06


INCLUSIÓN DIGITAL ES IMPRESCINDIBLE PARA CRECER SOCIALMENTE
Desde esta semana la localidad de Tambores cuenta con una Escuela de Ciudadanía e Informática que apuesta a la inclusión digital como forma de inserción social, brindando a sus alumnos herramientas para la construcción y ejercicio de una ciudadanía proactiva y responsable con formación en educación, tecnología, y emprendimientos.

Este jueves 7, en Tambores, localidad ubicada en las fronteras de los departamentos de Tacuarembó y Paysandú se inauguró El Hornero, Escuela de Ciudadanía e Informática, que desarrolla actividades en el Salón Comunal de la Cooperativa MEVIR III y que es producto de un proyecto entre la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, Manos del Uruguay y el Comité para la democratización de la Informática (CDI).

La misión de los Comités para la Democratización de la Informática es contribuir a la inclusión social a través de la inclusión digital, es una actividad que venimos  llevando adelante internacionalmente desde hace más de 10 años y en Uruguay con 6 años cumplidos hicimos realidad la igualdad de oportunidades en el acceso al conocimiento a través de las herramientas digitales, nos comenta Julia Pieruzzi, Directora General de CDI Uruguay.

Para Pieruzzi la definición de la palabra inclusión implica que “todos los ciudadanos estén contenidos en los beneficios sociales”. En ese sentido manifiesta que “la inclusión digital es imprescindible para la inclusión social porque vivimos en la sociedad del conocimiento y hoy el conocimiento se maneja fundamentalmente a través de los medios digitales”, tanto de los  computadores e internet, así como de las tecnologías de la información y la comunicación.

“Todos hablan de que la reducción de la pobreza pasa necesariamente por la inclusión digital de todas las personas, los países no crecerán económicamente sino está resuelto este problema ya que para crecer socialmente la gente tiene que ser capaz de ganarse la vida dignamente trabajando y no de la caridad social y del asistencialismo”, dijo.

“El cometido de CDI se lleva adelante a través de la instalación de escuelas de ciudadanía e informática en comunidades de bajos recursos”. Hasta la fecha llevan instalados 30 centros, los cuales se encuentran en  Montevideo y en el interior de nuestro país, tanto en comunidades rurales como en capitales departamentales y tienen cabida para capacitar a 5.000 personas al año, dependiendo de los conocimientos de los participantes.

Los procesos de instalación de las escuelas son bien similares siempre, sostiene la Directora, y comienza cuando una comunidad siente la necesidad y les hace una solicitud, “es fundamental para nosotros que la comunidad esté interesada en crecer, porque apostamos a la motivación endógena en términos de aprendizaje para salir adelante”.

La posición educativa de CDI se desarrolla en referencia a los paradigmas planteados por el pedagogo Paulo Freire, y trabajan a demanda: “es escuchar a las personas decir cuales son las necesidades que tienen y trabajar en eso”.

Al momento cuentan con diversas solicitudes para la instalación de escuelas de ciudadanía e informática, “que son muy superiores a nuestra capacidad de respuesta porque para eso se necesitan muchísimos recursos y donaciones”, o sea que “jamás fuimos a un lugar a ofrecer la instalación de una escuela ya que la idea es que la gente planteé la necesidad a CDI”.

CDI capacita a las personas del lugar de creación de las escuelas para que ejerzan la docencia y logren llevar adelante las actividades de la institución de forma de que obtengan el apoyo de organizaciones de la zona y de redes de colaboradores para que el emprendimiento sea “probadamente autosustentable y replicable”.

Para sostener con equipamientos las escuelas reciben “muchas donaciones porque tenemos la fortuna de tener muchos apoyadores pero siempre hay un desvalance entre la necesidad de la gente que es mucha y nuestra capacidad de respuesta”, subraya la Directora de CDI, agregando que “es muy importante que la gente se acerque a nosotros para contribuir ya que siempre estamos necesitando ayuda”.

Los recursos con los que cuentan provienen de patrocinadores, de premios ganados, de presentarse a proyectos y solicitar financiaciones, “la búsqueda de recursos para nosotros es permanente y contamos también con donaciones en especie, hicimos una campaña llamada MEGAAYUDA donde se hizo un spot de televisión y pautas para radio, se obtuvieron donaciones de equipos que se necesitan para cubrir gastos del centro de capacitación y de la oficina de coordinación”.

Los cursos están dirigidos a personas de bajos recursos con ganas de crecer, a partir de la edad en la cual tienen nociones de lectura hasta adultos mayores con más de 80 años.

En cuanto a las experiencias con adultos mayores, Pieruzzi, expresa que son “muy gratificantes” porque sus aprendizajes de nuevas tecnologías “son una manera de acceder al mundo y abrir un huequito para poder no sentirse incomunicados con las generaciones anteriores a ellos y una forma de entender nuevos lenguajes”.

En ese sentido, dijo que “esto les sirve mucho socialmente, familiarmente, les entusiasma toda la parte de comunicaciones, de internet también, lógicamente las personas mayores tienen menos movilidad y entonces pueden tener amigos a distancia, jugar juegos compartidos, en fin”.

Se brindan, entre otros, un curso estándar básico de tres meses y medio con una carga horaria de dos veces por semana,  “existe un básico con la parte técnica, procesador de textos, presentaciones de planillas electrónicas y diseño, así como más avanzados, esas herramientas informáticas se usan para el acceso temprano al mercado de trabajo en el caso de los jóvenes que CDI con una  metodología flexible y diferente adaptada a la realidad de la gente”.

En cuanto a las actividades de formación del ciudadano se trabaja en pedagogía de proyectos y en base a la realización de un proyecto comunitario. Por ejemplo, en un proyecto -dice Julia-, se van incorporando los conocimientos de herramientas informáticas, se buscan recursos, lugares, se habla con autoridades, se envían correos electrónicos y se hacen afiches para publicitar en el barrio para involucrar a la gente de la comunidad, entre otras actividades.

Las escuelas de ciudadanía e informática son centros de capacitación y referentes en acceso comunitario, “o sea que están a disposición de quien las necesite para comunicarse en un país con una diáspora tan grande como tiene Uruguay, especialmente una diáspora de bajos recursos porque últimamente la emigración ha sido económica”.

La formación de ciudadanía “es nuestro diferencial”, dice la Directora General de CDI, “tenemos una propuesta político pedagógico redactada colectivamente por nosotros que es dinámica y que ha ido cambiando con aportes de compañeros y en base a la demanda de las comunidades porque no es lo mismo la población de Tambores que la gente de la Teja”.

Capacitan, además, a las personas que multiplicarán los conocimientos, tanto a docentes como a gestores comunitarios, y el adiestramiento se realiza en forma presencial, a distancia, y mediante visitas como forma de apoyar las necesidades que van surgiendo.

La experiencia es exitosa porque no son papeles y buenas intenciones  ya que es una realidad que está funcionando  y que es absolutamente perfectible y la constante ha sido crecer tanto en calidad como en cantidad y es un compromiso muy importante, sostiene Pieruzzi.

El trabajo voluntario es un capital maravilloso de CDI Uruguay. Los voluntarios con los que cuentan son de excelente nivel educativo y trabajan en forma totalmente gratuita tanto en la trayectoria de gestión como en la parte educativa, aportando conocimientos a personas que los necesitan y devolviendo a la sociedad uruguaya la formación profesional adquirida en la educación pública.

Haciendo referencia a la creación de los Comités para la Democratización de la Informática, Pieruzzi, señala que el Comité de la Informatización de Brasil comenzó a trabajar en el año 1995 con una escuela de ciudadanía e informática en la fabela de Santa Marta de Río de Janeiro, y a partir de ahí comenzó a crecer y a tener más apoyo.

Ya en el año 2000 en un congreso del BID, en Seatle, realizado sobre la temática de como erradicar la pobreza en América Latina y con la Presidencia del contador Enrique Iglesias, se debatió sobre que se entendía y que pasaba con la inclusión digital. Estaba presente Rodrigo Baggio, fundador de CDI, quien efectuó una presentación y expandió la idea de la replicabilidad de este modelo de escuelas, que tiene éxito probado dentro de Brasil y fuera de ese país con la contribución del BID.

El primer CDI fuera de Brasil fue fundado en Uruguay el 8 de junio del año 2000 e inaugurado en el salón de actos de la Presidencia de la República y “en este momento estamos declarados de interés nacional”.

La Ley de Promulgación del “Día Nacional de la inclusión digital”, fue presentada en el año 2005 y aprobada, en primera instancia, por unanimidad en la Cámara de Senadores, ahora se encuentra en la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados del Parlamento Nacional.

“Si se aprueba esta Ley seremos los primeros en el mundo en tener un “Día Nacional para la inclusión digital” y me encanta que un país pequeño y periférico en algo que es un consenso global sea pionero”, dice Pieruzzi. 

Por su parte, Florencia Flores, Directora Ejecutiva de CDI Uruguay, cumple entre otros roles, el actuar como facilitadora y referente ante los proyectos que se presentan, concretando y coordinando para que se desarrollen en forma viable en la vida cotidiana.

Flores nos comenta que la inauguración de ECI en Tambores tuvo un proceso largo que se empezó a concretar a partir de un proyecto que posee la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República y su Instituto de Computación con Manos del Uruguay y a partir de allí se contactaron con CDI para trabajar el tema de la inclusión digital.

“Ellos trabajaron en cinco comunidades en diferentes zonas del Uruguay y resolvimos en esta labor de coordinación hacer una jornada de capacitación en los aspectos técnicos y metodológicos desde los que trabaja CDI: desarrollo local, reparación de PC, metodología pedagógica”.

En cuanto a ECI El Hornero, nos expresa que las personas de la localidad de Tambores que trabajan en una cooperativa MEVIR III se contactaron con CDI y luego de recibir capacitación se concretó la posibilidad de formar una escuela en esa comunidad.

Los integrantes de Manos del Uruguay les brindaron un fuerte apoyo logístico, la Facultad de Ingeniería a través de su Instituto de Computación y el Instituto de Ingeniería Eléctrica efectuaron las reparaciones de donaciones de equipos y máquinas que había recibido CDI.

El proceso del proyecto de la instalación de una Escuela que se pudiera autogestionar en la localidad de Tambores comenzó en diciembre del año pasado y concluyó con su inauguración este jueves 7 de setiembre. 

“Tambores es una comunidad muy particular porque esta en el límite de dos departamentos de Paysandú y Tacuarembó y tiene, así, una doble necesidad a satisfacer. La escuela que se inauguró es el único centro donde hay computadoras en esta localidad, no hay nada más, ni siquiera en las escuelas  públicas tienen equipamiento, entonces es muy importante para ellos el poder tener esta posibilidad de capacitación”.

Ellos son una comunidad muy activa, dice la Directora Ejecutiva de CDI, y consiguieron el apoyo de la Intendencia de Paysandú que contribuyó con recursos con destino a pagar los honorarios del docente que imparte los cursos, así como donaciones de mobiliarios y consiguieron el salón comunal de la Cooperativa MEVIR III que cooperó. Se lograron juntar distintos intereses,  coordinar y concluir en esta inauguración que la vivieron como una fiesta.

Estaban todos los actores sociales, es un logro de la comunidad y lo vivencian como una posibilidad muy importante concretada en un proyecto productivo, “es  una apropiación muy fuerte y eso hace que la escuela tenga un impacto mayor”.

El día de la inauguración de ECI El Hornero en Tambores ya estaban inscriptos 140 alumnos que comenzaron sus clases esta semana del 11 de setiembre.

En principio cuentan con un docente a tiempo completo y su misión es además, de enseñar poder capacitar a algún asistente.

Es un docente de la localidad que es parte del compromiso a desarrollar en el proyecto, “es una norma capacitar a las personas de la comunidad para que impartan el curso porque es la gente que conoce la realidad de la zona y sus  problemáticas”. 

CDI inauguró el año pasado varias escuelas y también un Centro de Emprendedores Sociales que cuenta entre sus objetivos lograr una renovación de la capacitación de los educadores que están trabajando en cada una de las comunidades con cursos, talleres y demás intercambios de experiencias y de materiales.

Flores, subrayó que CDI resolvió no inaugurar escuelas que no tengan una ONGs o una asociación o una institución como referencia en la comunidad porque con solamente la capacitación no basta es necesario cubrir las necesidades básicas de alimentos, por ejemplo, para que la capacitación pase también a primer plano. Agregó que esas  organizaciones ya tienen un objetivo común y  un público al cual atender “y de alguna manera la escuela de CDI es un beneficio integral para ese público y una manera de unir la práctica con la teoría”

Las ECIs son espacios de aprendizaje inscriptos en el marco de la educación no formal y creadas por medio de una labor conjunta entre CDI y organizaciones comunitarias que están presentes en nuestro país en los departamentos de Colonia, Rocha, Montevideo, Paysandú, Canelones, San José, Lavalleja, Rivera, Florida, entre otros.

CDI URUGUAY integra la Red Internacional de CDIs cuya exitosa práctica, desde 1995, muestra una influencia positiva en el desarrollo socioeconómico de los países donde actúa, ampliando el concepto de inclusión digital como una integración entre educación, tecnología, ciudadanía y emprendimientos.

La misión de CDI (Comité para Democratización de la Informática) es promover la inclusión social de las poblaciones menos favorecidas, utilizando las tecnologías de la información y comunicación (TICs) como herramientas para la construcción y ejercicio de la ciudadanía proactiva y responsable. Como resultado de su labor CDI ha instalado más de 1.000 Escuelas de Ciudadanía e Informática, ubicadas en nueve países.

El desafío ahora es crecer en cantidad de ECIs y profundizar la propuesta pedagógica en su praxis de educar para la conscientización y la transformación social. En la era del conocimiento la inclusión digital es imprescindible para la inclusión social y una apuesta para evitar el círculo vicioso de ignorancia y pobreza.

CDI ha definido una propuesta pedagógica de base social y metodología construccionista que se aplica en sus escuelas gestionadas por la comunidad en la cual se insertan con el objetivo de instrumentar proyectos participativos de desarrollo de base que actúan localmente pensando globalmente.

La información completa sobre este Comité para la Democratización de la Informática se puede visualizar en el sitio web: www.cdi.org.uy.

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