INCLUSIÓN DIGITAL ES IMPRESCINDIBLE PARA CRECER
SOCIALMENTE
Desde esta semana la localidad de Tambores cuenta
con una Escuela de Ciudadanía e Informática que apuesta a la inclusión
digital como forma de inserción social, brindando a sus alumnos
herramientas para la construcción y ejercicio de una ciudadanía
proactiva y responsable con formación en educación, tecnología, y
emprendimientos.
Este
jueves 7, en Tambores, localidad ubicada en las fronteras de los
departamentos de Tacuarembó y Paysandú se inauguró El Hornero, Escuela
de Ciudadanía e Informática, que desarrolla actividades en el Salón
Comunal de la Cooperativa MEVIR III y que es producto de un proyecto
entre la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, Manos
del Uruguay y el Comité para la democratización de la Informática (CDI).
La
misión de los Comités para la Democratización de la Informática es
contribuir a la inclusión social a través de la inclusión digital, es
una actividad que venimos llevando adelante internacionalmente desde
hace más de 10 años y en Uruguay con 6 años cumplidos hicimos realidad
la igualdad de oportunidades en el acceso al conocimiento a través de
las herramientas digitales, nos comenta Julia Pieruzzi, Directora
General de CDI Uruguay.
Para
Pieruzzi la definición de la palabra inclusión implica que “todos los
ciudadanos estén contenidos en los beneficios sociales”. En ese sentido
manifiesta que “la inclusión digital es imprescindible para la inclusión
social porque vivimos en la sociedad del conocimiento y hoy el
conocimiento se maneja fundamentalmente a través de los medios
digitales”, tanto de los computadores e internet, así como de las
tecnologías de la información y la comunicación.
“Todos hablan de que la reducción de la pobreza pasa necesariamente por
la inclusión digital de todas las personas, los países no crecerán
económicamente sino está resuelto este problema ya que para crecer
socialmente la gente tiene que ser capaz de ganarse la vida dignamente
trabajando y no de la caridad social y del asistencialismo”, dijo.
“El
cometido de CDI se lleva adelante a través de la instalación de escuelas
de ciudadanía e informática en comunidades de bajos recursos”. Hasta la
fecha llevan instalados 30 centros, los cuales se encuentran en
Montevideo y en el interior de nuestro país, tanto en comunidades
rurales como en capitales departamentales y tienen cabida para capacitar
a 5.000 personas al año, dependiendo de los conocimientos de los
participantes.
Los
procesos de instalación de las escuelas son bien similares siempre,
sostiene la Directora, y comienza cuando una comunidad siente la
necesidad y les hace una solicitud, “es fundamental para nosotros que la
comunidad esté interesada en crecer, porque apostamos a la motivación
endógena en términos de aprendizaje para salir adelante”.
La
posición educativa de CDI se desarrolla en referencia a los paradigmas
planteados por el pedagogo Paulo Freire, y trabajan a demanda: “es
escuchar a las personas decir cuales son las necesidades que tienen y
trabajar en eso”.
Al
momento cuentan con diversas solicitudes para la instalación de escuelas
de ciudadanía e informática, “que son muy superiores a nuestra capacidad
de respuesta porque para eso se necesitan muchísimos recursos y
donaciones”, o sea que “jamás fuimos a un lugar a ofrecer la instalación
de una escuela ya que la idea es que la gente planteé la necesidad a
CDI”.
CDI
capacita a las personas del lugar de creación de las escuelas para que
ejerzan la docencia y logren llevar adelante las actividades de la
institución de forma de que obtengan el apoyo de organizaciones de la
zona y de redes de colaboradores para que el emprendimiento sea
“probadamente autosustentable y replicable”.
Para
sostener con equipamientos las escuelas reciben “muchas donaciones
porque tenemos la fortuna de tener muchos apoyadores pero siempre hay un
desvalance entre la necesidad de la gente que es mucha y nuestra
capacidad de respuesta”, subraya la Directora de CDI, agregando que “es
muy importante que la gente se acerque a nosotros para contribuir ya que
siempre estamos necesitando ayuda”.
Los
recursos con los que cuentan provienen de patrocinadores, de premios
ganados, de presentarse a proyectos y solicitar financiaciones, “la
búsqueda de recursos para nosotros es permanente y contamos también con
donaciones en especie, hicimos una campaña llamada MEGAAYUDA donde se
hizo un spot de televisión y pautas para radio, se obtuvieron donaciones
de equipos que se necesitan para cubrir gastos del centro de
capacitación y de la oficina de coordinación”.
Los
cursos están dirigidos a personas de bajos recursos con ganas de crecer,
a partir de la edad en la cual tienen nociones de lectura hasta adultos
mayores con más de 80 años.
En
cuanto a las experiencias con adultos mayores, Pieruzzi, expresa que son
“muy gratificantes” porque sus aprendizajes de nuevas tecnologías “son
una manera de acceder al mundo y abrir un huequito para poder no
sentirse incomunicados con las generaciones anteriores a ellos y una
forma de entender nuevos lenguajes”.
En
ese sentido, dijo que “esto les sirve mucho socialmente, familiarmente,
les entusiasma toda la parte de comunicaciones, de internet también,
lógicamente las personas mayores tienen menos movilidad y entonces
pueden tener amigos a distancia, jugar juegos compartidos, en fin”.
Se
brindan, entre otros, un curso estándar básico de tres meses y medio con
una carga horaria de dos veces por semana, “existe un básico con la
parte técnica, procesador de textos, presentaciones de planillas
electrónicas y diseño, así como más avanzados, esas herramientas
informáticas se usan para el acceso temprano al mercado de trabajo en el
caso de los jóvenes que CDI con una metodología flexible y diferente
adaptada a la realidad de la gente”.
En
cuanto a las actividades de formación del ciudadano se trabaja en
pedagogía de proyectos y en base a la realización de un proyecto
comunitario. Por ejemplo, en un proyecto -dice Julia-, se van
incorporando los conocimientos de herramientas informáticas, se buscan
recursos, lugares, se habla con autoridades, se envían correos
electrónicos y se hacen afiches para publicitar en el barrio para
involucrar a la gente de la comunidad, entre otras actividades.
Las
escuelas de ciudadanía e informática son centros de capacitación y
referentes en acceso comunitario, “o sea que están a disposición de
quien las necesite para comunicarse en un país con una diáspora tan
grande como tiene Uruguay, especialmente una diáspora de bajos recursos
porque últimamente la emigración ha sido económica”.
La
formación de ciudadanía “es nuestro diferencial”, dice la Directora
General de CDI, “tenemos una propuesta político pedagógico redactada
colectivamente por nosotros que es dinámica y que ha ido cambiando con
aportes de compañeros y en base a la demanda de las comunidades porque
no es lo mismo la población de Tambores que la gente de la Teja”.
Capacitan, además, a las personas que multiplicarán los conocimientos,
tanto a docentes como a gestores comunitarios, y el adiestramiento se
realiza en forma presencial, a distancia, y mediante visitas como forma
de apoyar las necesidades que van surgiendo.
La
experiencia es exitosa porque no son papeles y buenas intenciones ya
que es una realidad que está funcionando y que es absolutamente
perfectible y la constante ha sido crecer tanto en calidad como en
cantidad y es un compromiso muy importante, sostiene Pieruzzi.
El
trabajo voluntario es un capital maravilloso de CDI Uruguay. Los
voluntarios con los que cuentan son de excelente nivel educativo y
trabajan en forma totalmente gratuita tanto en la trayectoria de gestión
como en la parte educativa, aportando conocimientos a personas que los
necesitan y devolviendo a la sociedad uruguaya la formación profesional
adquirida en la educación pública.
Haciendo referencia a la creación de los Comités para la Democratización
de la Informática, Pieruzzi, señala que el Comité de la Informatización
de Brasil comenzó a trabajar en el año 1995 con una escuela de
ciudadanía e informática en la fabela de Santa Marta de Río de Janeiro,
y a partir de ahí comenzó a crecer y a tener más apoyo.
Ya
en el año 2000 en un congreso del BID, en Seatle, realizado sobre la
temática de como erradicar la pobreza en América Latina y con la
Presidencia del contador Enrique Iglesias, se debatió sobre que se
entendía y que pasaba con la inclusión digital. Estaba presente Rodrigo
Baggio, fundador de CDI, quien efectuó una presentación y expandió la
idea de la replicabilidad de este modelo de escuelas, que tiene éxito
probado dentro de Brasil y fuera de ese país con la contribución del
BID.
El
primer CDI fuera de Brasil fue fundado en Uruguay el 8 de junio del año
2000 e inaugurado en el salón de actos de la Presidencia de la República
y “en este momento estamos declarados de interés nacional”.
La
Ley de Promulgación del “Día Nacional de la inclusión digital”, fue
presentada en el año 2005 y aprobada, en primera instancia, por
unanimidad en la Cámara de Senadores, ahora se encuentra en la Comisión
de Cultura de la Cámara de Diputados del Parlamento Nacional.
“Si
se aprueba esta Ley seremos los primeros en el mundo en tener un “Día
Nacional para la inclusión digital” y me encanta que un país pequeño y
periférico en algo que es un consenso global sea pionero”, dice Pieruzzi.
Por
su parte, Florencia Flores, Directora Ejecutiva de CDI Uruguay, cumple
entre otros roles, el actuar como facilitadora y referente ante los
proyectos que se presentan, concretando y coordinando para que se
desarrollen en forma viable en la vida cotidiana.
Flores nos comenta que la inauguración de ECI en Tambores tuvo un
proceso largo que se empezó a concretar a partir de un proyecto que
posee la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República y su
Instituto de Computación con Manos del Uruguay y a partir de allí se
contactaron con CDI para trabajar el tema de la inclusión digital.
“Ellos trabajaron en cinco comunidades en diferentes zonas del Uruguay y
resolvimos en esta labor de coordinación hacer una jornada de
capacitación en los aspectos técnicos y metodológicos desde los que
trabaja CDI: desarrollo local, reparación de PC, metodología
pedagógica”.
En
cuanto a ECI El Hornero, nos expresa que las personas de la localidad de
Tambores que trabajan en una cooperativa MEVIR III se contactaron con
CDI y luego de recibir capacitación se concretó la posibilidad de formar
una escuela en esa comunidad.
Los
integrantes de Manos del Uruguay les brindaron un fuerte apoyo
logístico, la Facultad de Ingeniería a través de su Instituto de
Computación y el Instituto de Ingeniería Eléctrica efectuaron las
reparaciones de donaciones de equipos y máquinas que había recibido CDI.
El
proceso del proyecto de la instalación de una Escuela que se pudiera
autogestionar en la localidad de Tambores comenzó en diciembre del año
pasado y concluyó con su inauguración este jueves 7 de setiembre.
“Tambores es una comunidad muy particular porque esta en el límite de
dos departamentos de Paysandú y Tacuarembó y tiene, así, una doble
necesidad a satisfacer. La escuela que se inauguró es el único centro
donde hay computadoras en esta localidad, no hay nada más, ni siquiera
en las escuelas públicas tienen equipamiento, entonces es muy
importante para ellos el poder tener esta posibilidad de capacitación”.
Ellos son una comunidad muy activa, dice la Directora Ejecutiva de CDI,
y consiguieron el apoyo de la Intendencia de Paysandú que contribuyó con
recursos con destino a pagar los honorarios del docente que imparte los
cursos, así como donaciones de mobiliarios y consiguieron el salón
comunal de la Cooperativa MEVIR III que cooperó. Se lograron juntar
distintos intereses, coordinar y concluir en esta inauguración que la
vivieron como una fiesta.
Estaban todos los actores sociales, es un logro de la comunidad y lo
vivencian como una posibilidad muy importante concretada en un proyecto
productivo, “es una apropiación muy fuerte y eso hace que la escuela
tenga un impacto mayor”.
El
día de la inauguración de ECI El Hornero en Tambores ya estaban
inscriptos 140 alumnos que comenzaron sus clases esta semana del 11 de
setiembre.
En
principio cuentan con un docente a tiempo completo y su misión es
además, de enseñar poder capacitar a algún asistente.
Es
un docente de la localidad que es parte del compromiso a desarrollar en
el proyecto, “es una norma capacitar a las personas de la comunidad para
que impartan el curso porque es la gente que conoce la realidad de la
zona y sus problemáticas”.
CDI
inauguró el año pasado varias escuelas y también un Centro de
Emprendedores Sociales que cuenta entre sus objetivos lograr una
renovación de la capacitación de los educadores que están trabajando en
cada una de las comunidades con cursos, talleres y demás intercambios de
experiencias y de materiales.
Flores, subrayó que CDI resolvió no inaugurar escuelas que no tengan una
ONGs o una asociación o una institución como referencia en la comunidad
porque con solamente la capacitación no basta es necesario cubrir las
necesidades básicas de alimentos, por ejemplo, para que la capacitación
pase también a primer plano. Agregó que esas organizaciones ya tienen
un objetivo común y un público al cual atender “y de alguna manera la
escuela de CDI es un beneficio integral para ese público y una manera de
unir la práctica con la teoría”
Las
ECIs son espacios de aprendizaje inscriptos en el marco de la educación
no formal y creadas por medio de una labor conjunta entre CDI y
organizaciones comunitarias que están presentes en nuestro país en los
departamentos de Colonia, Rocha, Montevideo, Paysandú, Canelones, San
José, Lavalleja, Rivera, Florida, entre otros.
CDI
URUGUAY integra la Red Internacional de CDIs cuya exitosa práctica,
desde 1995, muestra una influencia positiva en el desarrollo
socioeconómico de los países donde actúa, ampliando el concepto de
inclusión digital como una integración entre educación, tecnología,
ciudadanía y emprendimientos.
La
misión de CDI (Comité para Democratización de la Informática) es
promover la inclusión social de las poblaciones menos favorecidas,
utilizando las tecnologías de la información y comunicación (TICs) como
herramientas para la construcción y ejercicio de la ciudadanía proactiva
y responsable. Como resultado de su labor CDI ha instalado más de 1.000
Escuelas de Ciudadanía e Informática, ubicadas en nueve países.
El
desafío ahora es crecer en cantidad de ECIs y profundizar la propuesta
pedagógica en su praxis de educar para la conscientización y la
transformación social. En la era del conocimiento la inclusión digital
es imprescindible para la inclusión social y una apuesta para evitar el
círculo vicioso de ignorancia y pobreza.
CDI
ha definido una propuesta pedagógica de base social y metodología
construccionista que se aplica en sus escuelas gestionadas por la
comunidad en la cual se insertan con el objetivo de instrumentar
proyectos participativos de desarrollo de base que actúan localmente
pensando globalmente.
La
información completa sobre este Comité para la Democratización de la
Informática se puede visualizar en el sitio web:
www.cdi.org.uy. |