17/10/06


VÁZQUEZ: LOS GOBIERNOS DEBEN SER BÁSICAMENTE HUMANOS
El Presidente Vázquez dijo este martes que los gobiernos -más allá de convicciones políticas- deben ser "profundamente humanos" y sentir, conocer, comprender que cada casa es un mundo, donde cada persona tiene un problema que para él es el más importante, porque esas vivencias no se miden con indicadores pero hacen a la vida cotidiana de cada uno.

El Primer Mandatario habló en el acto de celebración del 75º. aniversario de ANCAP tras recibir –al igual que su hermana y su hermano el Prosecretario de la Presidencia, Jorge Vázquez- como obsequio un retrato de su padre que fuera funcionario del organismo, oportunidad en la que Vázquez jerarquizó la función pública en el marco de sentidas evocaciones en torno a la figura de su progenitor, quien fuera integrante de los cuadros del Ente energético.

Otro momento emotivo en la ceremonia tuvo lugar cuando el Presidente Vázquez recordó los momentos vividos en Bella Unión y en Salto, en relación a los problemas que ya se vislumbraban en torno a la plantación de caña de azúcar y la producción del azúcar, entregándole al Directorio de ANCAP unos sobrecitos de azúcar elaborada por El Espinillar.

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ VÁZQUEZ, EN EL ACTO DE CELEBRACIÓN DEL 75º. ANIVERSARIO DE ANCAP

PRESIDENTE VAZQUEZ: Señor Presidente de ANCAP, Ingeniero Daniel Martínez; señor Vicepresidente de ANCAP, Raúl Sendic; señor Director de ANCAP, Germán Riet; señores Ministros y Subsecretarios de Estado; señor Prosecretario de la Presidencia; señor Intendente de Montevideo; señores Intendentes de otros departamentos del país; señores Representantes Nacionales y Departamentales; señores integrantes del Cuerpo Diplomático, Embajadores que nos honran con su presencia en la mañana de hoy; señores y señoras, mejor dicho compañeros funcionarios de ANCAP; amigas y amigos: Como decimos siempre, lo primero es lo primero, y en este caso en lo que a mí respecta como persona, lo primero es agradecer este hermoso y tan entrañable y querido regalo que me han hecho, que nos han hecho a mí, a mi hermana y a mi hermano, que están aquí presentes, de ese cuadro de nuestro padre, que para nosotros significa un hecho realmente de una enorme importancia. Muchas gracias de corazón en nombre de todos nosotros, los descendientes de este trabajador de ANCAP, por el cual sentimos un enorme cariño, un gran respeto y un gran orgullo de ser hijos de este trabajador de ANCAP.

El estar aquí representa, sin duda, una enorme alegría pero también ustedes comprenderán cuántas emociones estamos viviendo en este momento. Recuerdos, añoranzas, que nos permiten decir que aquí nos sentimos como en nuestra propia casa.

No tenemos ningún tipo de ambages ni ningún tipo de problemas por decirlo. En realidad nos sentimos como en nuestra propia casa; quien habla nació aquí, cuando todavía no estaban los accesos a Montevideo, a dos cuadras apenas de donde estamos; cuando muy pequeños veníamos acá a acompañar, a esperar o a visitar, a veces escapados de nuestra casa, a nuestro padre que tenía el orgullo de decir que era funcionario público, que había trabajado no sé cuántos años y sólo en una oportunidad había llegado un minuto tarde; que nos contaba cómo ingresó a ANCAP a trabajar como peón, a pico y pala, haciendo los cimientos de lo que hoy son los viejos edificios de ANCAP y él se sentía enormemente orgulloso de trabajar así.

Luego a través de concursos subió o pasó a trabajar como empleado de ANCAP y terminó siendo Jefe de Expedición; era una oficina que visitábamos pasando, precisamente, la vieja Oficina de Personal, por el camino de las palmeras hasta donde él estaba trabajando con su guardapolvo, que así se decía en aquel momento, su guardapolvo blanco.

Nosotros hicimos la vida alrededor de ANCAP; de ese ANCAP que estuvo siempre de manera muy solidaria, muy intrincada con la vida de este barrio La Teja. Me recuerdo las reglas de madera y las escuadras de madera que ANCAP hacía y entregaba a todos los niños escolares que íbamos a las escuelas públicas de la zona; o los cuadernos que atrás tenían, los cuadernos, la imprenta de ANCAP que también contribuía con las escuelas para que pudiéramos -los niños de esas escuelas- estudiar en aquel momento.

Recuerdo muchas cosas de ANCAP. Recuerdo el año de 1952, cuando hubo un gran conflicto gremial, sindical. Mi padre por ser dirigente sindical de la Federación ANCAP fue destituido, perseguido y encarcelado; por el simple hecho de ser dirigente sindical. Recuerdo que con mi hermano casi no podíamos salir de nuestra casa, porque cuando él estaba perseguido, mi padre perseguido y en la clandestinidad, si nosotros salíamos podíamos ser elementos como para que, reteniéndonos y nuestro padre teniendo que ir a sacarnos, terminara entonces él preso. Y recuerdo la madrugada cuando él llegó por los fondos de mi casa a saludar a su esposa, mi madre, y a los hijos; y tempranamente fue invadida esta casa, entraron funcionarios policiales, se lo llevaron preso y a las pocas horas -para orgullo de nosotros hasta hoy en día- vimos la foto de nuestro padre y otros dirigentes sindicales en las primeras planas de los diarios que estaban presos por defender el derecho indudablemente incuestionable de los funcionarios de ANCAP y de los funcionarios públicos.

Por eso, siento una enorme alegría pero una gran emoción de recordar estos hechos y de saber que lo que aquél hombre y otros, y mujeres y otras, de aquella ANCAP hicieron, para nosotros cuando niños nos grabaron profundamente; y hoy es, sin duda, un faro que nos conduce en nuestra actividad, en este caso al frente del Gobierno Nacional.

Permítanme, entonces, también en este momento disculparme por estos recuerdos, pero necesariamente los quería compartir con ustedes porque es algo que llevamos muy adentro y creo que, lo hemos dicho hasta el cansancio, lo que necesitan los países como gobierno -más que gobierno de derecha, o de izquierda, del centro, o del medio- son gobiernos profundamente humanos que sientan, que conozcan, que comprendan que cada casa es un mundo, que cada persona tiene un problema y ese problema para él es el más importante, y que los gobernantes y quienes dirigimos empresas públicas o trabajamos representando a los ciudadanos a través del voto, legítimamente haciéndolo tanto a nivel nacional como a nivel departamental, por sobre la figura del gobernante tenemos que tener el concepto de ser profundamente humanos; sentir profundamente las vivencias cotidianas, esas pequeñas vivencias que no se miden en los indicadores macroeconómicos pero que hacen sí a la vida cotidiana de cada uno de nosotros.

Lo único que me resta es agradecer profundamente, nuevamente, esta enorme alegría que me han dado. He traído un regalo para el Directorio y para los funcionarios de ANCAP, pero sobre todo para el señor Vicepresidente de ANCAP.

Hace muchos años, muchísimos años, cuando allá por Bella Unión, por Salto, El Espinillar comenzaba a teclear y parecía que iba a desaparecer; y que el azúcar no se iba a poder seguir elaborando en nuestro país, que ya no había posibilidades de plantar caña de azúcar, producir melaza nacional y producir azúcar refinada en el país.

Cuando todo eso pasaba y nosotros lo veíamos con una gran preocupación en aquel momento, estábamos seguros de que ese polo de trabajo, de dignidad humana, de crecimiento, de desarrollo del país iba a resurgir como el Ave Fénix alguna primavera. Como resurgió.

Y en aquel momento yo guardé algo, que hoy se lo quiero precisamente regalar a los señores directores de ANCAP y a los funcionarios también, y que son unos sobrecitos del azúcar que se hacía en Salto y que se llamaba El Espinillar, no tenía el nombre que tiene ahora. Los guardé con la esperanza de que algún día viéramos a la producción nacional, a la mano de obra, al trabajo nacional nuevamente elaborando ese azúcar y nuevamente generando tantos puestos de trabajo con dignidad para todos los uruguayos.

Simplemente es muy modesto, pero tiene para mí un gran simbolismo. Me queda entonces desear realmente que todos los sueños y todos los planteos que ha hecho el señor Presidente de ANCAP -muy sólidos, muy bien fundamentados, estudiados en profundidad- entre todos los hagamos para lograr una mejor calidad de vida, una vida mucho más digna para todos y cada uno de los uruguayos. Muchas gracias.

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