VÁZQUEZ: LOS GOBIERNOS DEBEN SER BÁSICAMENTE HUMANOS
El Presidente Vázquez dijo este martes que los
gobiernos -más allá de convicciones políticas- deben ser "profundamente
humanos" y sentir, conocer, comprender que cada casa es un mundo, donde
cada persona tiene un problema que para él es el más importante, porque
esas vivencias no se miden con indicadores pero hacen a la vida
cotidiana de cada uno.
El Primer Mandatario habló en el acto de celebración
del 75º. aniversario de ANCAP tras recibir –al igual que su hermana y su
hermano el Prosecretario de la Presidencia, Jorge Vázquez- como obsequio
un retrato de su padre que fuera funcionario del organismo, oportunidad
en la que Vázquez jerarquizó la función pública en el marco de sentidas
evocaciones en torno a la figura de su progenitor, quien fuera
integrante de los cuadros del Ente energético.
Otro momento emotivo en la ceremonia tuvo lugar
cuando el Presidente Vázquez recordó los momentos vividos en Bella Unión
y en Salto, en relación a los problemas que ya se vislumbraban en torno
a la plantación de caña de azúcar y la producción del azúcar,
entregándole al Directorio de ANCAP unos sobrecitos de azúcar elaborada
por El Espinillar.
PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ
VÁZQUEZ, EN EL ACTO DE CELEBRACIÓN DEL 75º. ANIVERSARIO DE ANCAP
PRESIDENTE VAZQUEZ: Señor Presidente de ANCAP,
Ingeniero Daniel Martínez; señor Vicepresidente de ANCAP, Raúl Sendic;
señor Director de ANCAP, Germán Riet; señores Ministros y Subsecretarios
de Estado; señor Prosecretario de la Presidencia; señor Intendente de
Montevideo; señores Intendentes de otros departamentos del país; señores
Representantes Nacionales y Departamentales; señores integrantes del
Cuerpo Diplomático, Embajadores que nos honran con su presencia en la
mañana de hoy; señores y señoras, mejor dicho compañeros funcionarios de
ANCAP; amigas y amigos: Como decimos siempre, lo primero es lo primero,
y en este caso en lo que a mí respecta como persona, lo primero es
agradecer este hermoso y tan entrañable y querido regalo que me han
hecho, que nos han hecho a mí, a mi hermana y a mi hermano, que están
aquí presentes, de ese cuadro de nuestro padre, que para nosotros
significa un hecho realmente de una enorme importancia. Muchas gracias
de corazón en nombre de todos nosotros, los descendientes de este
trabajador de ANCAP, por el cual sentimos un enorme cariño, un gran
respeto y un gran orgullo de ser hijos de este trabajador de ANCAP.
El estar aquí representa, sin duda, una enorme
alegría pero también ustedes comprenderán cuántas emociones estamos
viviendo en este momento. Recuerdos, añoranzas, que nos permiten decir
que aquí nos sentimos como en nuestra propia casa.
No tenemos ningún tipo de ambages ni ningún tipo de
problemas por decirlo. En realidad nos sentimos como en nuestra propia
casa; quien habla nació aquí, cuando todavía no estaban los accesos a
Montevideo, a dos cuadras apenas de donde estamos; cuando muy pequeños
veníamos acá a acompañar, a esperar o a visitar, a veces escapados de
nuestra casa, a nuestro padre que tenía el orgullo de decir que era
funcionario público, que había trabajado no sé cuántos años y sólo en
una oportunidad había llegado un minuto tarde; que nos contaba cómo
ingresó a ANCAP a trabajar como peón, a pico y pala, haciendo los
cimientos de lo que hoy son los viejos edificios de ANCAP y él se sentía
enormemente orgulloso de trabajar así.
Luego a través de concursos subió o pasó a trabajar
como empleado de ANCAP y terminó siendo Jefe de Expedición; era una
oficina que visitábamos pasando, precisamente, la vieja Oficina de
Personal, por el camino de las palmeras hasta donde él estaba trabajando
con su guardapolvo, que así se decía en aquel momento, su guardapolvo
blanco.
Nosotros hicimos la vida alrededor de ANCAP; de ese
ANCAP que estuvo siempre de manera muy solidaria, muy intrincada con la
vida de este barrio La Teja. Me recuerdo las reglas de madera y las
escuadras de madera que ANCAP hacía y entregaba a todos los niños
escolares que íbamos a las escuelas públicas de la zona; o los cuadernos
que atrás tenían, los cuadernos, la imprenta de ANCAP que también
contribuía con las escuelas para que pudiéramos -los niños de esas
escuelas- estudiar en aquel momento.
Recuerdo muchas cosas de ANCAP. Recuerdo el año de
1952, cuando hubo un gran conflicto gremial, sindical. Mi padre por ser
dirigente sindical de la Federación ANCAP fue destituido, perseguido y
encarcelado; por el simple hecho de ser dirigente sindical. Recuerdo que
con mi hermano casi no podíamos salir de nuestra casa, porque cuando él
estaba perseguido, mi padre perseguido y en la clandestinidad, si
nosotros salíamos podíamos ser elementos como para que, reteniéndonos y
nuestro padre teniendo que ir a sacarnos, terminara entonces él preso. Y
recuerdo la madrugada cuando él llegó por los fondos de mi casa a
saludar a su esposa, mi madre, y a los hijos; y tempranamente fue
invadida esta casa, entraron funcionarios policiales, se lo llevaron
preso y a las pocas horas -para orgullo de nosotros hasta hoy en día-
vimos la foto de nuestro padre y otros dirigentes sindicales en las
primeras planas de los diarios que estaban presos por defender el
derecho indudablemente incuestionable de los funcionarios de ANCAP y de
los funcionarios públicos.
Por eso, siento una enorme alegría pero una gran
emoción de recordar estos hechos y de saber que lo que aquél hombre y
otros, y mujeres y otras, de aquella ANCAP hicieron, para nosotros
cuando niños nos grabaron profundamente; y hoy es, sin duda, un faro que
nos conduce en nuestra actividad, en este caso al frente del Gobierno
Nacional.
Permítanme, entonces, también en este momento
disculparme por estos recuerdos, pero necesariamente los quería
compartir con ustedes porque es algo que llevamos muy adentro y creo
que, lo hemos dicho hasta el cansancio, lo que necesitan los países como
gobierno -más que gobierno de derecha, o de izquierda, del centro, o del
medio- son gobiernos profundamente humanos que sientan, que conozcan,
que comprendan que cada casa es un mundo, que cada persona tiene un
problema y ese problema para él es el más importante, y que los
gobernantes y quienes dirigimos empresas públicas o trabajamos
representando a los ciudadanos a través del voto, legítimamente
haciéndolo tanto a nivel nacional como a nivel departamental, por sobre
la figura del gobernante tenemos que tener el concepto de ser
profundamente humanos; sentir profundamente las vivencias cotidianas,
esas pequeñas vivencias que no se miden en los indicadores
macroeconómicos pero que hacen sí a la vida cotidiana de cada uno de
nosotros.
Lo único que me resta es agradecer profundamente,
nuevamente, esta enorme alegría que me han dado. He traído un regalo
para el Directorio y para los funcionarios de ANCAP, pero sobre todo
para el señor Vicepresidente de ANCAP.
Hace muchos años, muchísimos años, cuando allá por
Bella Unión, por Salto, El Espinillar comenzaba a teclear y parecía que
iba a desaparecer; y que el azúcar no se iba a poder seguir elaborando
en nuestro país, que ya no había posibilidades de plantar caña de
azúcar, producir melaza nacional y producir azúcar refinada en el país.
Cuando todo eso pasaba y nosotros lo veíamos con una
gran preocupación en aquel momento, estábamos seguros de que ese polo de
trabajo, de dignidad humana, de crecimiento, de desarrollo del país iba
a resurgir como el Ave Fénix alguna primavera. Como resurgió.
Y en aquel momento yo guardé algo, que hoy se lo
quiero precisamente regalar a los señores directores de ANCAP y a los
funcionarios también, y que son unos sobrecitos del azúcar que se hacía
en Salto y que se llamaba El Espinillar, no tenía el nombre que tiene
ahora. Los guardé con la esperanza de que algún día viéramos a la
producción nacional, a la mano de obra, al trabajo nacional nuevamente
elaborando ese azúcar y nuevamente generando tantos puestos de trabajo
con dignidad para todos los uruguayos.
Simplemente es muy modesto, pero tiene para mí un
gran simbolismo. Me queda entonces desear realmente que todos los sueños
y todos los planteos que ha hecho el señor Presidente de ANCAP -muy
sólidos, muy bien fundamentados, estudiados en profundidad- entre todos
los hagamos para lograr una mejor calidad de vida, una vida mucho más
digna para todos y cada uno de los uruguayos. Muchas gracias.
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