05/11/06


PALABRAS DEL PRESIDENTE URUGUAYO, TABARÉ VÁZQUEZ, EN EL ACTO DE CLAUSURA DE LA XVI CUMBRE IBEROAMERICANA, TRAS FINALIZAR LA TERCERA SESIÓN PLENARIA, EN EL HOTEL RADISSON

PRESIDENTE VÁZQUEZ: Su Majestad Don Juan Carlos de Borbón, -estimado amigo-; señores Jefes de Estado y de Gobierno; señora Presidenta de Chile; señor Secretario General Iberoamericano; señor Secretario General de la Organización de Estados Americanos; señoras y señores Representantes de Organismos Internacionales y Gobierno invitados, amigas y amigos.

Previo al cierre, a mis palabras de cierre de clausura de esta XVI Cumbre Iberoamericana, quiero saludar, y seguramente lo estoy haciendo en nombre de todos ustedes, a otro Presidente como el Presidente de Ecuador, el Presidente Palacio que también dejará, al igual que el Presidente Fox, dentro de algún tiempo la Presidencia de su país pero estamos seguros que nos encontraremos en el camino de trabajar juntos para mejorar la calidad de vida de nuestra gente.

Amigas y amigos, llegó el momento de cerrar esta XVI Cumbre Iberoamericana, y créanme no me resulta fácil hacerlo. Ha sido tan grato recibirlos en Uruguay y compartir con ustedes estas jornadas que sinceramente me cuesta la despedida.

Pero además qué puedo agregar a lo que ya ha sido dicho en las Sesiones de ayer y hoy de mañana, qué puedo agregar a lo expresado en los documentos que firmamos en esta misma Sesión, o a lo manifestado hace algunos momentos por quienes me han precedido en el uso de la palabra, en todo caso el compromiso del Gobierno uruguayo ante esta Comunidad, de trabajar incansablemente para apoyar a los uruguayos que están fuera de nuestro país, a auxiliarlos en el legítimo derecho de defender sus posiciones pero también a entender que en este marco la responsabilidad cabe también a los países que ayer, hoy y mañana serán objeto de migración.

Quien se va de un país en estas condiciones no lo hace ni por deporte, ni por aventura, lo hace porque condiciones políticas, económicas o sociales le obligan a buscar en otros lugares lo que no encuentran en sus países. Y aquí hay una responsabilidad de todos los países que hoy somos el sujeto central de las migraciones, trabajar fuertemente para actuar sobre las causas que ocasionan estas migraciones. Poco más puedo agregar, pero en todo caso permítanme hacer referencia a la "tía miseria", a la "tía miseria", una brevísima narración oral que alguna vez hizo Juan Rulfo en una tertulia que mantuvo con Camilo José Cela, Marta Portales y Eraclio Zepeda. En esa ocasión Rulfo comentó que en uno de esos pueblos, donde todo es penuria y dolor como muchos pueblos de nuestra Latinoamérica, vivía una mujer vieja y pobre cuyo único bien terrenal era un raquítico manzano. Muchos en el pueblo se reían de aquella mujer y robaban las manzanas de su árbol.

Un día apareció un hombre y le pidió a la vieja algo de comer, ella le dijo sólo tengo este pobre manzano; el hombre conmovido le prometió a la pobre mujer como aquellos magos que surgían de la lámpara de Aladino, cumplir tres deseos a los cuales ésta respondió: "uno, que cuando me vaya a morir me avises un día antes. Dos, que cuando alguien suba al árbol no pueda bajar. Tres, que sólo baje cuando yo se lo ordene. Pasó el tiempo y un día se presentó la muerte para avisarle a la mujer que su tiempo había concluido.

La vieja le pidió a la muerte que subiera al árbol para cortar la última manzana que comería ante de morir. La muerte aceptó, y cuando intento bajar del árbol no pudo, al sentirse atrapada se angustió, amenazó, rogó pero todo en vano, la viejita sólo le permitía bajar si le garantizaba la vida eterna.

Desquiciada la muerte clamaba a Dios: "Señor, sácame de aquí, tengo mucho trabajo, se me están quedando muchos vivos, a pesar de tantos tiros y puñaladas no se muere nadie porque yo estoy aquí prisionera".

Durante muchos tiempo Dios no atendió esa suplica, pero un día ya fastidiado le dijo a la muerte: "dile a la vieja que aceptas su reclamo y olvídate de ella, de la "tía miseria". Así sucedió y desde entonces nadie puede librarse de la "tía miseria" en el mundo.

Amigas y amigos, la narración de Rulfo como ficción es excelente, pero la realidad puede y debe ser mejor.

La miseria existe, la material y la otra que duele más aún que la anterior, pero es posible librarse de ambas, no es fácil ni inmediato, pero es posible. Y esta reunión creo que lo ha demostrado. Y ha demostrado también que como Comunidad Iberoamericana seremos lo que hagamos y no lo que nos presten desde afuera. Yo confío en lo que seamos capaces de hacer todos y a todos los niveles, a todos los niveles, con una amplia participación de nuestra gente, de nuestro pueblo para no quedar aislados como Gobernantes y alejados de nuestra gente.

Durante el tiempo que tenemos por delante y hasta la organización de la próxima Cumbre Iberoamericana, debemos comprometer nuestro mayor esfuerzo para llevar adelante los buenos propósitos que expresamos en esta Cumbre. Y confío querida amiga, señora Presidente de la hermana República de Chile, que en esa ocasión, cuando estemos en su casa, no solamente daremos cuenta de la consolidación y proyección de la Comunidad Iberoamericana que somos, sino que también caminaremos con usted por esas alamedas que nos enseñó un gran compatriota suyo en el último y supremo momento de su vida que no ha muerto. Muchas gracias.

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