ES VITAL LA COORDINACIÓN ENTRE LAS
RELACIONES CÍVICO-MILITARES
La Ministra de Defensa Nacional, Azucena
Berrutti coincidió con el Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, Enrique
Bonelli, en la necesidad de una coordinación entre las fuerzas militares
y civiles. Agregó que todos somos integrantes del país con los mismos
objetivos. Destacó la invocación final a la libertad que realizó el
Comandante en su discurso
La Ministra Berrutti comentó, con
respecto a la futura “Ley de Defensa” que se realizó un principio de
proyecto que ya fue entregado a las personas que participaron en el
debate sobre Defensa Nacional, con la finalidad de recoger observaciones
y correcciones sobre contenidos y alcances.
Con referencia a cómo se encarará el tema
de la Justicia Militar, dijo que se ajustó el texto a la Constitución de
la República, donde los militares seguirán sometidos a la Justicia
Militar solamente por los delitos que sean específicamente militares,
como por ejemplo la deserción, pero que en el caso de los delitos
comunes deberán ser juzgados por la Justicia Civil.
“Vamos a tener un proceso de transición
donde se revisará la Legislación del Código Penal Militar, del Código de
organización del Tribunal Militar y del Código de Procedimiento Militar,
lo cual llevará su tiempo pero es absolutamente necesario para obtener
el resultado positivo propuesto”, sostuvo Berrutti.
Con respecto a las palabras vertidas por
el Comandante Enrique Bonelli en su discurso de conmemoración del 94
aniversario de la Fuerza Aérea, la Ministra se mostró de acuerdo con el
contenido, porque “tenemos que tener coordinación y también profundizar
la coordinación entre las Fuerzas.
Finalmente, agregó que la referencia
hecha en el discurso con respecto al tema de los desaparecidos, “fue
bien ubicada en su punto”.
Por su parte, el Comandante en Jefe,
Enrique Bonelli, reafirmó el compromiso institucional de la Fuerza Aérea
con la libertad y el Estado de Derecho, para que “hechos tan trágicos
como los que ocurrieron en nuestro país no sucedan nunca más”, dijo.
Por otra parte, estimó que los militares,
por haber permanecido desinformados acerca de la relacion cívico -
militar, desarrollaron una visión acotada sobre el potencial de esta
relación, la cual se nutrió con la falta de cooperación y la
inexistencia de organismos o ámbitos de cooperación múltiple, que
hubiesen resultado imprescindibles para enfrentar adecuadamente los
desafíos actuales.
En consecuencia, tanto la Fuerza Aérea
como las Fuerzas Armadas deben estar preparadas y equipadas para brindar
una respuesta cívica - militar, ante desastres naturales, pandemias,
ataques terroristas, entre otros tópicos. Esta versatilidad deberá
reflejarse en la defensa y doctrina de empleo, así como también en la
composición de organismos múltiples que se formen, para planificar
respuestas a dichos incidentes; sin olvidar, en el presupuesto que se
destina, el cual debe dejar de verse como un elemento que absorbe fondos
que, de otra manera formarían parte del gasto social. “La seguridad
constituye un componente esencial de progreso económico y los recursos
dedicados, son necesarios”, aseguró Bonelli.
Otra apreciación que realizó el
Comandante, fue sobre la necesidad imperiosa de mejorar la coordinación
entre las Fuerzas Armadas y a su vez, la relación entre éstas y otras
actividades Estatales y no Estatales, para obtener una visión y un plano
operacional común, que se refleje en una adecuada gestión de los
recursos económicos y del capital humano.
En otro orden, Bonelli se refirió también
a la necesidad de lograr algunos cambios, como por ejemplo el cultural,
que permita mejorar la agilidad y capacidad de despliegue de las Fuerzas
Armadas, para responder ante eventuales crisis; también cambios en
infraestructura y localización física que faciliten el despliegue
operacional; la integración de mandos conjuntos, el intercambio de
experiencias y el trabajo en operaciones conjuntas es esencial para
lograr el éxito “y debe ser la piedra angular de los planes de
transformación de la Fuerza Aérea y de sus conceptos de operación”,
puntualizó.
En este sentido, propuso lograr un cuerpo
común de conocimientos, prácticas y experiencias, mediante la creación
de un programa profesional, que incluya requisitos y medios de
educación, donde la educación militar no sea minimizada aún ante un
presupuesto limitado.
PALABRAS DEL COMANDANTE EN JEFE DE LA
FUERZA AÉREA, TTE. GRAL (AV.) ENRIQUE A. BONELLI, EN
OCASIÓN DEL 94ª ANIVERSARIO DE LA FUERZA AÉREA URUGUAYA.
Hace hoy exactamente un año, que, luego de haber dado respuesta con lo
mejor de nuestro esfuerzo, al requerimiento del Poder Ejecutivo de
conocer lo acontecido y el destino de dos ciudadanos desaparecidos hace
tres décadas, reafirmábamos el compromiso institucional de la Fuerza
Aérea con la libertad y el estado de derecho, para que hechos tan
trágicos, no sucedan “Nunca Más”.Un “Nunca Más” que en honor a la
honestidad intelectual y a la verdad histórica, debe necesariamente
comprender no sólo esos hechos, sino también aquéllos que, cuestionando
gobiernos constitucionales y democráticos, iniciaron en la década de los
60’ un penoso proceso de confrontación política y violencia social, que
nos condujo a épocas aciagas. Hace un año, al comprometernos con ese
“Nunca Más”, dijimos que volvíamos nuestra mirada hacia el futuro,
porque las sociedades y sus instituciones no pueden vivir enquistadas en
el pasado, y menos aún forjando peculiares e incompletas
interpretaciones de éste. Hoy, al dirigirme a la Fuerza Aérea en su
nuevo aniversario, deseo seguir la senda trazada en aquel discurso, y
fijar la mirada en la construcción de ese futuro, en cuanto a los roles
y desafíos que el presente le depara a las Fuerzas Armadas, y
especialmente a la Fuerza Aérea .Las relaciones entre civiles y
militares en el Uruguay, se han caracterizado muchas veces, por la mutua
ignorancia e incomprensión, cuando no, recelo o desconfianza. Por
nuestra parte, estimo que los militares hemos tenido puntos de vista
ingenuos, desinformados y poco prácticos acerca de las relaciones
cívico-militares. Muchas veces hemos sentido que las instituciones
civiles no nos entienden, y que los ciudadanos electos tienen escaso
interés y comprensión de la problemática que nos atañe. Hemos así
desarrollado una visión muy acotada del potencial de la relación cívico-militar.Dicha
visión limitada se ha nutrido, entre otros factores, de la falta de
cooperación y de la inexistencia de organismos o ámbitos de integración
múltiple, imprescindibles para enfrentar adecuadamente los desafíos
actuales.
La realidad actual del país y del mundo hace inconcebible una Fuerza
Aérea y unas Fuerzas Armadas preparadas sólo para la guerra convencional
o no convencional. Deben ellas, y la Fuerza Aérea en particular, estar
preparadas y equipadas para ser componente esencial de una respuesta
integrada cívico-militar para enfrentar desastres naturales, pandemias,
accidentes bioquímicos, ataques terroristas, así como otros fenómenos
naturales o provocados por el hombre que afecten las comunicaciones, el
transporte y la infraestructura crítica del país. Esta complejidad y
versatilidad de funciones debe reflejarse en la concepción de defensa y
doctrina de empleo, y en la composición de los organismos de integración
múltiple que se formen, a fin de planificar la eventual respuesta a
dichos incidentes o amenazas. Y también debe reflejarse en el
presupuesto. Debe dejar de pensarse en el gasto de defensa como un
elemento que va en detrimento o absorbe fondos que de otra manera irían
a formar parte del denominado gasto social. La seguridad, constituye un
componente esencial del progreso económico y de cualquier proyecto de
desarrollo sustentable de país. Y los recursos dedicados a la
preparación ante esas potenciales amenazas, son también un gasto social
necesario; una inversión indispensable que previene o mitiga males
mayores, que terminan castigando a los sectores más necesitados de la
sociedad. En el marco de las amenazas del mundo moderno, el
mantenimiento de Fuerzas Armadas en niveles presupuestales inadecuados
produce un vacío quizás imperceptible, hasta que una tragedia, una
calamidad nacional o cualquiera de los escenarios que vuelven necesario
su empleo a fondo, ponen en evidencia, ya demasiado tarde, el error
cometido. Es necesario por tanto mejorar la coordinación entre las
Fuerzas Armadas, pero también entre éstas y otras entidades estatales y
no estatales, teniendo una visión y un plan operacional común, para una
adecuada gestión y empleo de los recursos económicos y capital humano.
Debernos transformar a las Fuerzas Armadas en el componente militar
optimizado de la defensa nacional. Asumir que las operaciones conjuntas
y las estructuras de organización y de mando necesarias para ellas, son
hoy una necesidad impostergable. Movernos de enfoques basados en
amenazas o hipótesis de conflicto conocidas, hacia un marco más flexible
sustentado en el desarrollo de nuestras capacidades para enfrentar
conjuntamente amenazas cambiantes e impredecibles. De una arquitectura
de información cerrada y segmentada, a otra abierta y basada en redes de
información. De una cultura de Fuerzas organizadas competitivamente y en
compartimientos estancos, a organizaciones militares integradas con
objetivos comunes y compartidos. De planificación deliberativa y
autónoma a una planificación conjunta, flexible y con capacidad de
adaptarse rápidamente cuando cambian las circunstancias para las cuales
el plan fue diseñado. Crear una red integrada de defensa de aire, mar y
tierra. Ello requiere importantes cambios institucionales y legales.
Pero fundamentalmente exige que la integración logística, operacional,
de comunicaciones y de personal sea estudiada, planeada y puesta en
práctica. Necesitamos un cambio cultural que permita mejorar la agilidad
y capacidad de despliegue rápido de las Fuerzas Armadas, y que por tanto
transforme nuestra habilidad para responder a eventuales crisis. Cambios
en infraestructura y localización física para facilitar el agrupamiento
y despliegue operacional, la integración de mandos conjuntos y la
experiencia de intercambio profesional y adaptación mutua permanente. El
trabajo en operaciones conjuntas es esencial para la posibilidad de
éxito en el uso del poder militar, y debe ser la piedra angular de los
planes de transformación de la Fuerza Aérea y de sus conceptos de
operación. La Fuerza Aérea propone, focalizar nuestros esfuerzos en este
cambio mental y estructural como una de las principales transformaciones
a realizar. Ahora, ¿cómo educar y entrenar los recursos humanos que
constituyen la base intelectual y material de las Fuerzas Armadas? ¿Qué
clase de educación y entrenamiento precisamos para alcanzar los
objetivos antedichos? Para facilitar la acción integrada de nuestras
Fuerzas Armadas se hace necesario un cuerpo común de conocimientos,
prácticas y experiencias. En ese sentido deberíamos aumentar la
cooperación entre las distintas Fuerzas mediante la creación de un
programa de desarrollo profesional que incluya requisitos y medios de
educación, así como destinos militares y tareas conjuntas, lo que
incrementará nuestra capacidad y confianza mutua a través de la
formación, el entrenamiento y la práctica en el trabajo. La importancia
en este contexto de la educación militar no puede ser minimizada. Aún
ante un presupuesto limitado e ingentes necesidades de renovación
tecnológica, de materiales y equipamiento, la inversión en capital
humano, y en los mecanismos y medios para mantenerlo, es esencial para
sostener la capacidad de adaptación de las Fuerzas Armadas a nuevos y
cambiantes desafíos. El primer objetivo de la educación militar debe ser
enseñar a nuestros Oficiales la habilidad y capacidad de desarrollar el
pensamiento critico necesario para analizar y tomar las mejores
decisiones en situaciones complejas, dinámicas e impredecibles. Las
cuestiones morales y políticas constituyen también una esfera de
conocimiento muy importante, que la formación militar debe profundizar.
Nuestros Oficiales deben entender las ideas e intereses que hay detrás
de los conflictos del siglo XXI, la dimensión política y geopolítica de
los mismos, así como la complejidad de las relaciones entre civiles y
militares anteriormente señaladas. Por tanto, el programa educativo
militar debe incluir educación liberal clásica para preparar a nuestro
Cuerpo de Oficiales y Personal no sólo en el arte de la guerra, sino
también en los fundamentos de la LIBERTAD, que es en definitiva el valor
último y mas preciado de toda la Humanidad. |