10/04/07


VÁZQUEZ ENCOMIÓ LA HERMANDAD DE LOS PUEBLOS CHILENO Y URUGUAYO
El Presidente de la República, Tabaré Vázquez, exaltó este lunes la hermandad de los pueblos chileno y uruguayo al hablar tanto en su visita al Palacio de la Moneda como al recibir las llaves de la ciudad de Santiago. El mandatario destacó el culto a los grandes valores que cultivan ambos pueblos y su honda vocación democrática.

PALABRAS DEL PRESIDENTE TABARÉ VÁZQUEZ EN EL PALACIO DE LA MONEDA DE CHILE

PRESIDENTE VÁZQUEZ: Señora Presidenta de la República hermana de Chile, doctora Michelle Bachelet, señores Ministros de Estado, señores embajadores, señores empresarios de ambos países, señoras, señores, señores integrantes de la prensa.

¡Cómo quisiera tener el don de la palabra para poder expresar en profundidad, realmente, los sentimientos -señora Presidenta- que en este momento nos embargan! En primer lugar, el sentimiento de agradecer profundamente, una vez más, cómo nos reciben aquí, en este país, el hermano pueblo chileno y su gobierno, con muestras de afecto, de aprecio y de respeto que valoramos enormemente.

Este agradecimiento lo hago -y estoy seguro de lo que voy a decir- en nombre de todos los uruguayos, porque todos los uruguayos nos sentimos realmente así cuando llegamos a este querido país y por supuesto también en nombre del gobierno y en nombre mío personalmente.

En segundo lugar, el sentimiento del altísimo honor que es para nosotros estar integrando la delegación que ha venido del Uruguay, no sólo del gobierno sino de empresarios y medios de prensa, el altísimo honor de pisar esta tierra y estar en este edificio, que tantos recuerdos y tantas emociones, tantos sentidos profundos de sentimientos encontrados nos trae cuando llegamos a este Palacio de la Moneda.

Realmente –además- nos embarga un sentimiento de placer y alegría por el reencuentro y saber que accidentes geográficos como esa enorme cordillera, no nos separan sino que nos unen. Pocas palabras más a lo que ha dicho ya la señora Presidenta de Chile: por nuestra formación médica sabemos, señora Presidenta, que no alcanza sólo con el diagnóstico y el pronóstico de un proceso patológico o simplemente del estudio circunstancial de una persona que nos llega para saber si está sana o está enferma.

Lo que importa es el diagnóstico correcto pero también implementar rápidamente las medidas que le den calidad de vida a esa persona en esa situación. Y como servidores de nuestra sociedad, porque somos mandatarios pero no en el sentido que se le da hoy en día. Mandatario quiere decir estar sujeto al mandato de quienes nos han elegido, que son nuestros mandantes.

En ese camino, para cumplir con quienes nos han dado esta altísima responsabilidad y este gran honor, debemos ser concretos y llevar a la práctica rápidamente los acuerdos que hemos logrado para avanzar, en el sentido de lograr un mayor entendimiento, una mayor cooperación, un mayor crecimiento económico, una macro economía sana, reglas de juego claras, precisas, para que con ese crecimiento económico -absolutamente necesario para el desarrollo humano- podamos, con justicia social, lograr el objetivo que no es nuestro, que no es del Presidente o de la Presidenta, que no es de su gobierno ni del nuestro, sino que es de nuestros pueblos, a quienes no podemos agregar una frustración más a las tantas que ya han tenido.

Por eso este compromiso, que está signado por todos estos protocolos que ustedes vieron que se han firmado en la tarde de hoy, todos estos acuerdos tendrán valor cuando dentro de tres meses podamos decir que está en marcha lo que vinimos a buscar y lo que ustedes tan generosamente nos han ofrecido y lo que nosotros tan humildemente podemos ofrecer. Así que muchísimas gracias, señora Presidenta, señores integrantes del gobierno de esta República hermana y muchísimas gracias al pueblo chileno por el afecto y la acogida que nos han dado.

PALABRAS DEL PRESIDENTE VAZQUEZ AL RECIBIR LAS LLAVES DE LA CIUDAD DE SANTIAGO

PRESIDENTE VÁZQUEZ: Señor alcalde de Santiago, señor secretario de la municipalidad, señores concejales, señor Nuncio Apostólico, cuerpo diplomático, señoras y señores.

Quisiera, en este primer saludo, abrazar al querido pueblo chileno y como decimos en el Uruguay, lo primero es lo primero. Y saliéndonos del protocolo, diciendo que lo primero, para nosotros, es el saludo fraterno -en mi nombre pero también en nombre de todo el pueblo uruguayo- al pueblo chileno, recordar, señor Nuncio Apostólico cuando siendo intendente municipal de Montevideo tuve el altísimo honor de ser recibido por su Santidad Juan Pablo II en el Vaticano, en una audiencia privada, en su biblioteca, sabiendo él que yo era un Intendente proveniente del Partido Socialista del Uruguay de nuestro Frente Amplio, cuando expresó, en una frase algo, que me quedó grabado hasta estos días, cuando me dijo: “Señor Intendente, un gobierno antes que ser de izquierda o de derecha, debe ser profundamente humano” y es por eso que hoy en este saludo al hermano pueblo chileno quiero hacerlo en un abrazo muy profundo hacia esos niños chilenos que concurren a la escuela “República Oriental del Uruguay” aquí en este país. Muchas gracias por estar presentes, y un beso muy grande para ellos.

Gracias por recibirme. Es un honor y es un placer estar nuevamente aquí. Digo nuevamente porque no es esta la primera vez que llego a esta casa. Estuve aquí hace unos quince años, cuando era Intendente Municipal de Montevideo. Fui recibido entonces por Jaime Rabinet, entonces alcalde de Santiago. Pero como según ciertas normas de protocolo, los alcaldes o intendentes pueden dar, pero no recibir distinciones o llaves, han debido pasar varios años y muchas cosas para ser yo declarado huésped ilustre de Santiago y recibir las llaves de la ciudad.

Se los agradezco profundamente y en ustedes agradezco a esta comuna y a Santiago en su conjunto la hospitalidad  y el afecto con que me han recibido. Aquí, entre ustedes, siento que estoy como en mi propia casa. Estoy en casa porque mantengo viva la memoria y la pasión de haber sido un gobernante municipal. Sé de las satisfacciones pero también de los desvelos de los alcaldes o intendentes, sé lo que la infraestructura, el equipamiento y los servicios urbanos significan en la calidad de vida de la gente y sé también lo que cuesta. Sé también lo que cuesta no en términos de precio, sino de valor generar igualdad y construir  ciudadanía.

Todo eso lo aprendí cuando la ciudadanía de Montevideo me encomendó la responsabilidad  del gobierno departamental de esa ciudad capital del Uruguay y sigo hoy aprendiéndolo como Presidente de la República. Pero además siento que estoy en casa pues las ciudades -Santiago en este caso- son paisajes urbanos, pero sobre todo y sustancialmente son paisajes humanos y Santiago, como paisaje humano, es para nosotros, también, un paisaje hermano y nadie es extraño en la casa de un hermano.

Amigas y amigos, ustedes lo saben muy bien. Las ciudades son su gente y la mayoría de la gente, al menos en nuestras ciudades e incluso en municipalidades como esta, necesita, reclama y merece vivir mejor. El bienestar es un derecho de las personas y debe ser un compromiso de los gobiernos, de todas las personas y de todos los gobiernos.

Creo no estar diciendo algo novedoso o extravagante. Tampoco es novedoso o extravagante afirmar que las ciudades, en tanto paisajes humanos, son también paisajes dinámicos, plurales, a veces conflictivos, nunca perfectos pero siempre perfectibles, y que la única forma de gestionar ese paisaje, la única forma, es la democracia. Es hacerlo profundizando la democracia. La democracia como forma de gobierno, pero también como estado de la sociedad. Chilenos y uruguayos sabemos el significado de la democracia porque sufrimos el dolor de haberla perdido y conocemos también los esfuerzos realizados para recuperarla.

Amigas y amigos: ustedes también lo saben. No hay democracia sin ciudadanía. La ciudadanía como sistema de derechos, pero también de responsabilidades; la ciudadanía como construcción colectiva y permanente; la ciudadanía como espacio de encuentro, como territorio de libertad, como campo de la utopía, porque para el ser humano, la esperanza en un futuro razonablemente mejor y compartido es tan importante como para una persona la función respiratoria. Para las ciudades también.

He ahí entonces –desde nuestro muy modesto punto de vista– el gran desafío que hoy –como desde hace tanto tiempo– tienen planteado las instituciones locales, y todos nosotros pues, reitero, las municipalidades son mucho más que un territorio con gente encima y que un edificio para atender contribuyentes.

Las municipalidades son expresiones culturales en el más amplio y profundo sentido de la palabra cultura. Las municipalidades somos sus habitantes, son los vecinos. Y ante ese desafío no podemos permanecer ajenos, porque no basta con ser habitante o vecino, también hay que ser ciudadano y participar en el ejercicio de esa ciudadanía y de ese gobierno local, y la mejor forma de ser ciudadano es ejercer esa ciudadanía y esas responsabilidades.

Señor Alcalde, amigas y amigos, permítanme finalizar mi intervención diciéndoles que más allá de los aspectos personales y circunstanciales -que por cierto no son insignificantes– recibo las distinciones que ustedes tan generosamente me han entregado, como un reconocimiento al Jefe de un Estado amigo, al Presidente de todos los uruguayos y como una muestra real más de la hermandad entre chilenos y uruguayos. Somos pueblos hermanos. Nos hermanan el pasado y el presente, por cierto; pero también nos hermana un futuro que queremos construir juntos. En esa tarea estamos y seguiremos más allá de las responsabilidades institucionales que hoy tenemos, porque la historia, en tanto devenir de la humanidad, no es simplemente un sucesión de fechas importantes ni una galería de retratos ilustres, sino una construcción humana colectiva y pertinaz. La escriben por cierto los historiadores, pero la hacen los pueblos, y eso somos. Muchas gracias.  

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