Escuela de Graduados de Medicina
presentó documento sobre desempeño médico y el SNIS
La Escuela de Graduados de la
Facultad de Medicina hizo pública la ponencia
presentada en el Encuentro Regional de Desarrollo
Profesional Médico, realizado en Colonia.. Para los
Graduados, la “Ley madre” que crea el Sistema Nacional
Integrado de Salud (SNIS), es “una ley estratégica”.
La
ponencia fue presentada por el director de la Escuela
de Graduados de la Facultad de Medicina de Medicina,
Ángel M. Ginés.
Mensaje de la Escuela de
Graduados de la Facultad de Medicina sobre calidad del
desempeño de los médicos - Hacia el Sistema Nacional
Integrado de Salud (SNIS) (*)
La construcción del Sistema
Nacional Integrado de Salud es una tarea prioritaria de
nuestra sociedad para este período histórico. Esta
transformación profunda comenzó en un estado de
emergencia social que impuso intervenciones urgentes y
extendidas, con recursos materiales y financieros
acotados al extremo. El Plan de Emergencia y la activa
movilización impulsada por el Ministerio de Salud
Pública estimularon esta agitada fase inicial.
El camino recorrido en dos años y
medio ha dado un formidable fruto; en estos días,
nuestro parlamento aprobará la Ley del SNIS. Es para
celebrarlo.
La transformación que el gremio
médico y nuestra Facultad promovieron desde hace cuatro
décadas ha alumbrado en un período relativamente breve.
Claro que en la espera de cuarenta años no estuvimos de
brazos cruzados; ese largo tiempo incluye la
confrontación con la mayor tragedia que puede padecer
un pueblo, el terror de Estado, al que le siguió una
apertura democrática negociada, con secuelas indelebles
y continuidad en el despojo material y espiritual, con
un creciente volumen de excluidos.
Es para celebrarlo, pues, con
muchas penas y sin ningún olvido.
Esta Ley madre es una ley
estratégica; no es fuego de artificio para un instante.
Que esta madre sea fértil
dependerá de los espacios que ocupen las fuerzas
sociales comprometidas en realizarla.
En la aurora de este magno
acontecimiento ¿cómo asegurar una participación activa
e inteligente de todos los protagonistas en esta vital
cuestión de nuestra sociedad?
Hace más de un siglo el gran
médico e investigador austríaco Rudolf Wirchow,
fundador de la patología celular moderna y militante
social, decía con precisión casi algorítmica “la
medicina es política en gran escala”.
Pues bien, las transformaciones en
marcha son tareas políticas mayores. Existen otras que
interactúan con ella y resultan también
imprescindibles: educación, arte, ciencia y tecnología;
sobre el cauce de un desarrollo social y productivo
sostenido y soberano, con justa distribución de los
bienes materiales y culturales.
Hablemos, pues, de política.
Política entendida como el
conjunto de todos los instrumentos de la cultura,
empleados colectivamente para producir cambios que
mejoren la condición humana, en una sociedad y un
período histórico concreto.
Y política en gran escala es
conflicto en gran escala; porque incluye los intereses
de clases confrontadas; los sentimientos de Abel y de
Caín, distribuidos en proporciones distintas pero
infaltables en cada uno de nosotros; la subjetividad
con su inagotable variedad personal; las cuestiones de
poder, el Estado, las instituciones públicas y
privadas, los intereses corporativos, la prepotencia
imperial globalizada y por fin, pero en primer lugar,
las fuerzas sociales puestas en movimiento, crisol por
excelencia de la creatividad humana.
Cuando los cambios son profundos y
no mera cosmética, los fantasmas desbordan el
escenario. Tal si fuéramos arrojados a lo desconocido,
nos sentimos sin Biblia ni maestro que señale el camino
para los nuevos rumbos. Se espera de nosotros,
los veteranos y sobre todo de los jóvenes, que
impulsemos los cambios con aportes innovadores y, en
especial, con una actitud ponderada, retirando del
fuego de las emociones los leños innecesarios. Con
fuerza y firmeza en lo esencial, pero con benevolencia
en las maneras.
Hablemos de nuestra condición de
médicos.
La medicina es una forma
particular de la solidaridad humana... un arte
vincular... para incrementar sus beneficios y atenuar
los daños que puede ocasionar, es necesario avanzar en
la ciencia de nuestro arte.
El desarrollo continuo y
permanente de la personalidad y el rol social del
médico constituye el componente principal de nuestra
práctica. Personalidad y rol social se fraguan en la
historia personal del médico y en las circunstancias de
su existencia; esos pilares cardinales no son
transferibles directamente desde la actividad
educativa, aunque ésta ha de abrirle amplios espacios.
Dos aspectos que resultan
indispensables en la persona del médico -y que
Salamanca no presta- incluyen: el desarrollo de sus
sentimientos sociales y la capacidad de transitar en la
penumbra y el enigma sin violentar a las personas con
teorías, dogmas o prácticas ritualizadas de recetas,
exámenes y procedimientos.
Aspiramos a disponer, en cantidad
y en calidad, de buenos médicos. Un buen médico, en
tanto su tarea es ocuparse de personas, es a la vez un
médico bueno, es decir una persona suficientemente
buena.
Con disposición solidaria, calidad
vincular y comunicativa, con cierto espesor y madurez
en problemáticas humanas universales: amor, dolor,
muerte, locura, discriminación; abierto a los dilemas
éticos de la práctica cotidiana; activamente
comprometido con los asuntos políticos y sociales
implicados en el bienestar de la gente. Con un arte
afinado en técnica y ciencia que ilumine sobre los
procedimientos empleados y los resultados obtenidos.
¿Qué cobertura tienen las personas, sus familias y la
población? ¿Está asegurada la continuidad de la
atención? ¿Cuál es el efecto a corto, mediano y largo
plazo de la prevención primaria, secundaria y
terciaria? ¿Cuál es su efecto sobre la calidad de
existencia de las personas y las comunidades?
Se trata de avanzar el arte
médico (o arte en salud/enfermedad), que nunca deja
de serlo, a un arte sostenido en comprobaciones.
Nuestro compañero Miguel
Fernández Galeano ha enunciado por todos nosotros que
la reforma de la salud “solo podrá cumplirse si
contamos con recursos humanos de calidad, motivados y
comprometidos”; esta cuestión constituye un
problema crucial de la reforma.
Los fuertes conflictos en la salud
han movilizado fantasmas, alguno de ellos fue arrojado
sobre nuestra casa: habla de mezquindad en la formación
de algunos especialistas. Corresponde asumir la
sospecha.
Si la asumimos, la población y la
autoridad sanitaria estarán seguras; la Facultad de
Medicina podrá equivocarse en sus cálculos porque no es
infalible, y si tal desvío existiera hará todo para
corregirlo, pero -eso sí- jamás operó ni operará por
cálculo lucrativo.
En pregrado nuestra Facultad
mantuvo con firmeza el ingreso libre, sin cobro de
matrícula, aun con extrema restricción de presupuesto y
resistiendo fuertes presiones en sentido contrario. En
estado de masificación estudiantil supo cumplir su
compromiso social, preservando, en lo posible, la
calidad: este año tuvo la merecida satisfacción de ser
acreditada por el mecanismo previsto en el Mercosur.
El cuerpo médico nacional -gestado
en la Facultad- incluye 13.500 médicos; esto es la
formidable cifra -de inestimable valor para el nuevo
sistema- de un médico cada 245 habitantes; por ahora,
con muy desigual distribución: uno cada 125 en
Montevideo, uno cada 640 en el resto del país.
Del promedio de casi 400 que se
reciben por año, una cifra mayor aspira anualmente a
ingresar, por pruebas anónimas, a la Escuela de
Graduados; este año 214 obtendrán cargos de residentes
y otros tantos estarán en condiciones de realizar el
posgrado convencional.
Nuestra Facultad procesa cada año
alrededor de 900 aspiraciones, en su gran mayoría de
jóvenes que aspiran a la docencia, a la investigación
básico-clínica y a la especialización; cerca de la
mitad obtendrá cargos presupuestados. No hay en nuestro
país otra institución pública o privada -en actividad
alguna- con ingreso y renovación tan exigente, tan
fértil y tan trasparente. Y para mayor milagro, con
remuneración universitaria; ¡no siempre por plata baila
el mono!.
La Escuela de Graduados tiene 52
cursos y 1.500 alumnos en plantilla; la calidad de la
formación ha sido destacada por el grupo acreditador de
Mercosur y sus virtudes aceptan cualquier comparación
internacional. El residentado, regulado por Ley, es
cogestionado por el MSP y la Facultad -es decir que
ambas fijan las plazas de residentes- el residentado
supone un contrato remunerado de 48 horas semanales; en
cambio el posgrado convencional -servido exclusivamente
por la Facultad- no incluye remuneración pero tampoco
pago de matrícula y tiene una exigencia horaria de 24
horas semanales. Esta formación en servicio se extiende
como mínimo durante tres años, llegando en algunas
especialidades a cuatro, cinco o seis años.
Las formaciones de orientación
generalista -Medicina Familiar y Comunitaria, Medicina
Interna, Pediatría, Psiquiatría y otras -de alto valor
para el nuevo modelo- no tienen límite de ingreso.
El cupo, ajustado por la capacidad
operativa del servicio, está establecido en algunas,
donde las destrezas implican la realización de un
número importante de procedimientos durante el
entrenamiento. Si esa es la única razón, no habrá
dificultad para ampliarlos, siempre y cuando aseguremos
calidad a los pacientes en técnicas de alto riesgo y
extendamos el campo del aprendizaje a nuevos servicios
que cooperen con la Facultad. Ese camino fue abierto
este año con las habilitaciones y acreditaciones que la
Facultad otorgó al Hospital Maciel y al Hospital
Militar; han solicitado su habilitación otras
instituciones; el avance de la reforma necesita la
expansión de esta modalidad docente y asistencia a
nuevos servicios que hasta ahora no han aportado sus
espacios ni plaza alguna para residentes o posgrados.
Estas habilitaciones incluyen, además, el compromiso de
realizar educación médica permanente en servicio.
La Escuela de Graduados ha dado un
gran impulso a la educación permanente, con la señera
visión de nuestros maestros: Muzio Marella, Uruguay
Larre Borges, Dante Petruccelli, Rosa Niski, Elena
Fosman, Jorge Torres, los compañeros de la Comisión de
Acreditación y muchas decenas que organizan en todo el
país estas actividades; todos ellos aportando sin
alpiste, por amor al arte. En los primeros cinco años
se han acreditado 39 instituciones proveedoras y más
de 400 actividades, sólo en este año alrededor de 200.
Todo este acerbo será transferido
al Sistema de formación permanente, cuando el
correspondiente proyecto de Ley sea aprobado. Se trata,
con ella, de asegurar por ley la fraternidad del
aprendizaje permanente conducido por los propios
médicos y apoyados por la autoridad sanitaria y
educativa, los servicios de salud y la comunidad.
Finalmente, y dejando a un lado
los fantasmas, ¿puede nuestra población estar segura de
que dispondrá de médicos suficientes en cantidad,
variedad y calidad? Existen varios problemas que nos
preocupan y que merecen especial consideración.
1°) Es imperioso acelera la
construcción de equipos de salud en los diversos
niveles de atención, con el mejor nivel operativo y en
condiciones saludables de actividad. Los médicos
debemos cooperar activamente en la planificación y
organización de las tareas, ateneo clínico, auditoría
de historias, incorporación de los programas
prioritarios de promoción y prevención de salud,
formación continua en servicio, evaluación de procesos
y resultados.
2°) Es altamente probable que el
avance de la reforma ponga en evidencia una situación
deficitaria en recursos humanos en cantidad, variedad y
calidad; se impone constituir un Grupo
Interinstitucional para la planificación estratégica en
recursos humanos en salud, inexistente hasta ahora.
3°) Y por último, lo más difícil
porque escapa a nuestro control, la emigración, que se
ha incrementado y puede comprometer nuestros proyectos.
La Escuela de Graduados -en tanto
espacio de la Universidad- tiene como referente central
el compromiso radical con la sociedad aportando a los
cambios que permitan elevar las condiciones y la
calidad de existencia de la población. Cultivando a
fondo, la autonomía institucional, el cogobierno y la
libertad de cátedra. La autonomía referida a cualquier
sesgo: estatal, partidario, profesional, corporativo o
empresarial; con cualquier sector debe establecer la
mayor interacción posible. La calidad universitaria
debe desarrollar sin claudicaciones la capacidad
crítica y autocrítica, ingredientes propios de su
creatividad y pertinencia. El empleo permanente y a
fondo de los procedimientos democráticos, teniendo
confianza en que la capacidad creativa colectiva y
personal puede emerger en plenitud si se ejercita sin
limitaciones y con audacia la educación y la
autoeducación en democracia.
Colonia del Sacramento, 6 de
octubre de 2007.
Prof. Angel M. Ginés
Director de la Escuela de
Graduados de la Facultad de Medicina
(*)
Ponencia presentada en el Panel
Final del Primer Encuentro Regional y Noveno Seminario
- Taller en Desarrollo Profesional Médico Continuo.
(Colonia del Sacramento, 4 al 6 de octubre de 2007).
Participaron del Panel la Ministra de Salud Pública,
Dra. María Julia Muñoz, por el Ministerio de Educación
el Presidente de la Academia de Medicina Prof. Celso
Silva, el Intendente Municipal de Colonia Dr. Walter
Zimmer, el Decano de la Facultad de Medicina Prof.
Felipe Schelotto, el Director de la Escuela de
Graduados de la Facultad de Medicina Prof. Angel M.
Ginés, el Presidente del Sindicato Médico del Uruguay
Dr. Alfredo Toledo, y por la Federación Médica del
Interior la Dra. Nilsa Iriondo. |