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04 de diciembre, 2007

No hacerse los distraídos

Vázquez: no hay ciencia sin conciencia ni sociedades prósperas con pobreza y desigualdad
El Presidente Tabaré Vázquez, dijo al recibir la medalla de oro con la cual fue distinguido por la Asociación Latinoamericana de Terapia Radiante Oncológica que abrazó su profesión médica, por el amor a la vida, la pasión por la libertad, el respeto al semejante, el compromiso con la dignidad de todos y cada uno de nosotros.

Vázquez, reconoció que le era muy difícil hablar en un Congreso Médico, como Presidente de la República, pero que fue ese conjunto de compromisos adquiridos en la vida, lo que lo llevó a la medicina y que luego lo trajo a la responsabilidad institucional que hoy desempeña por mandato ciudadano.

Recordó que el camino implicó muchos años de esfuerzo y de trabajo, ya que egresó de la Facultad de Medicina en 1969 y asumió su cargo como Presidente en marzo de 2005, pero que la distancia entre la medicina y la política no es tan larga.

Dijo que la medicina como la política, la ciencia y la política, juegan un rol especialmente importante en la sociedad moderna. En el caso de la ciencia, Vázquez dijo, que como camino para la búsqueda del conocimiento, es un elemento cardinal de cultura y valores, es un factor esencial para la construcción de la democracia, un factor de competitividad y un elemento de decisión política.

En el caso de la política en tanto proyecto y procedimiento en la construcción de los países y de la comunidad internacional sobre valores humanistas y principios democráticos, resultan factores claves para los países que no son un entelequia y son bastante más que sus símbolos, los países son la dignidad de la sociedad, las condiciones y la calidad de vida de todos y cada uno de sus integrantes.

Vázquez, remarcó que estos conceptos implican tener en cuenta que así como no hay ciencia sin conciencia, tampoco existen sociedades prósperas con pobreza y desigualdad.

Agregó que la ciencia, la medicina y la política, son tan importantes en el mundo actual y en el porvenir, porque ni los científicos ni los políticos se pueden hacer los distraídos, pero añadió, que tampoco es posible que en cualquiera de estos campos quienes por ellos transitan puedan convertirse en adustos fiscales del universo, en rehenes del no se puede o en inocuos opinologos.

Destacó que vale la pena tener utopías si se puede mejorar la calidad de vida de la gente, pensando y haciendo lo que se dice, porque es el derecho y la responsabilidad del científico, del medico, del político y como gobernante, pero sobre todo como ciudadano.

Dijo que en tiempos de congresos y globalización de conocimientos, somos una región oncológicamente subdesarrollada teniendo en cuenta parámetros como la prevención o diagnostico precoz del cáncer, la cantidad de enfermos curados y la relación entre el costo de los tratamientos y los resultados obtenidos.

Por ello llamó a superar esta situación, accediendo al desarrollo oncológico que también es un derecho y una responsabilidad de todos.

El Presidente Vázquez participó en la ceremonia de apertura del primer Congreso Latinoamericano de la Asociación Latinoamericana de Terapia Radiante Oncológica (ALATRO), el Jefe de Estado, fue galardonado con la medalla de oro de esta Asociación.

Palabras del Presidente de la República, Tabaré Vázquez, en el Primer Congreso de la Asociación Latinoamericana de Terapia Radiante Oncológica.

PRESIDENTE VÁZQUEZ: Muy buenas tardes para todos ustedes. Señor Presidente del Congreso de la Asociación Latinoamericana de Terapia Radiante Oncológica; señora Ministra de Salud Pública; señores legisladores presentes; autoridades nacionales, departamentales; autoridades e integrantes de ALATRO; colegas participantes en este Congreso, de nuestro país y quienes nos visitan; señoras y señores; amigas y amigos:

Primero -como decimos siempre- primero lo primero, y lo primero es decir gracias. Gracias a la Asociación Latinoamericana de Terapia Radiante Oncológica por distinguir al Uruguay realizando su primer congreso en este país. Gracias a ustedes por estar aquí. Gracias y además, bienvenidos. Gracias por invitarme a participar en la apertura de este Congreso. Gracias por el afecto con que me han recibido. Y gracias, muchas gracias, por esta medalla, por este reconocimiento con el que me han distinguido.

Recibirlo es un honor que me trasciende pues más allá de mi condición profesional o de mi labor en el área de la radioterapia oncológica, esta distinción que hoy recibo es un reconocimiento al país en que nací y que tanto me ha dado; al sistema educativo en el cual me formé: la escuela, el liceo y la universidad del Estado; a los maestros que me enseñaron este oficio. Son muchos, y ante la imposibilidad de nombrarlos a todos, menciono algunos, porque son tantos: Maurice Tubiana, Edmond Mulet, Carlos Pérez, Helmut Kasdorf, Nathan Trainin y tantos, tantos otros a los que recuerdo con mucho cariño.

Es un reconocimiento, también, a mis compañeros de trabajo en la Universidad de la República, en el Instituto de Oncología y en las instituciones en las cuales aún -en la medida de mis posibilidades- ejerzo hoy mi profesión.

Es un reconocimiento a mis colaboradores, amigos y familiares, que conocen mi pasión por la medicina y que además de conocerla la sobrellevan.

Queridos colegas; amigas y amigos:

Créanme que no me resulta sencillo hablar como Presidente de la República en un congreso médico: "se me cruzan los cables, se me entrevera", como se dice usualmente.

Sin embargo, hay un "cable" que me recorre sin cruzarse, que es el amor a la vida, la pasión por la libertad, el respeto al semejante, el compromiso con la dignidad de todos y cada uno de nosotros.

Ese "cable", esos elementos, fueron los que me llevaron a la medicina y que me trajeron también a la responsabilidad institucional que hoy desempeño por mandato ciudadano.

Debo admitir que aunque el recorrido llevó unos cuantos años (egresé de la Facultad de Medicina en diciembre -dentro de dos días- el 6 de diciembre de 1969, dentro de dos días van a hacer 38 que egresé de la Facultad de Medicina. Entre ese tiempo y el que asumí la Presidencia de la República, aquí mismo en este edificio, en marzo de 2005, la distancia entre la medicina y la política no es tan larga, como esa distancia de años transcurridos.

No solamente porque el edificio de nuestra querida Facultad de Medicina está a doscientos metros de este salón, sino también -y principalmente- porque la medicina y la política, la ciencia y la política -y estoy hablando de política con mayúscula- juegan un papel especialmente importante en las sociedades modernas.

Importante, en el caso de la ciencia, como búsqueda del conocimiento, elemento cardinal de cultura y valores, factor esencial, la ciencia, en la construcción de la democracia, factor de competitividad y sin duda, cada vez más, elemento de decisión política.

Importante, en el caso de la política, en tanto proyecto y procedimiento en la construcción de los países y de la comunidad internacional sobre los mismos valores que tiene la ciencia: valores humanistas y además, principios democráticos.

Pero los países no son una entelequia y son bastante más que sus símbolos; los países son la dignidad de su sociedad, las condiciones y la calidad de vida de todos y cada uno de sus integrantes.

Remarco esto pues así como no hay ciencia sin conciencia, tampoco hay sociedades prósperas con pobreza y desigualdad. No hay que confundir la riqueza o la opulencia de algunos con la prosperidad de todos.

Ahora bien, si la ciencia, la medicina en particular y la política son tan importantes en el mundo actual y en el porvenir, ni los científicos ni los políticos podemos "hacernos los distraídos".

Tampoco podemos convertirnos en adustos fiscales del universo, en rehenes del "no se puede", "no vale la pena" o en inocuos "opinologos". Yo creo que para los científicos, los médicos y los políticos sí vale la pena tener utopías, sí se puede mejorar la vida de la gente, sí hay que decir lo que se piensa y hacer lo que se dice.

Es nuestro derecho y es nuestra responsabilidad como científicos, como médicos, como políticos, como gobernantes, pero sobre todo, como ciudadanos.

En cierta forma, ALATRO y este Congreso así, señor Presidente, lo demuestran.

Colegas, amigas y amigos:

En tiempos de tantas cumbres, de tantos congresos, seminarios, publicaciones, siglas, observatorios y hasta "conversatorios" sobre la globalización y los procesos de integración regional, la Asociación Latinoamericana de Terapia Radiante Oncológica es integración concreta, práctica y de la que no se queda en los papeles y en las fotos, sino de la que incide directamente en la vida de la gente. Como ustedes lo están haciendo, trabajando día a día, junto a vuestros enfermos.

Es fundamental que así sea si se tiene en cuenta que hay una relación directa -y cada vez más- entre calidad de vida y enfermedad, que la pobreza, la pobreza es el factor de riesgo más importante para enfermar y morir de cáncer y que en Latinoamérica hay 200 millones de pobres y 79 millones de indigentes.

La Unión Internacional Contra el Cáncer dio las cifras del número de cánceres que hubo en el año 2002: diez millones de casos nuevos. El 50% de ellos fueron en países del mundo desarrollado; el otro 50% fueron en países del mundo subdesarrollado.

Pero la Unión Internacional Contra el Cáncer dio las cifras probables del número de cánceres nuevos que tendrá el mundo en el año, no 2002, sino en el año 2020: no serán diez millones de casos nuevos, serán dieciséis millones de casos nuevos; y no serán el 50% en el mundo desarrollado y el 50% en el mundo subdesarrollado. Doce millones de esos dieciséis serán casos en el mundo de los países subdesarrollados, porque la pobreza -que va ligada a tantas cosas, entre otras, a una mala dieta, a infecciones o por ejemplo, al consumo de tabaco- es un factor etiológico de primer nivel en el riesgo de contraer y morir de cáncer. ¡Vaya si los científicos, los médicos y los políticos tendremos que trabajar juntos para superar esta instancia que se nos presenta en el horizonte!

Colegas, amigas y amigos:

Si este acto fuera de entrega de premios "Oscar" o "Grammy", esta intervención hubiera sido extensa e insoportable; y ustedes, además, tienen muchas cosas que hacer. Por si acaso, entonces, aquí finalizo.

Pero antes, permítanme -una vez más- agradecer y felicitar a los organizadores y participantes de este Congreso, así como a los de la Cumbre de Sociedades de Radioterapia Oncológica y del Curso de Física para la Radioterapia Clínica realizados previamente.

A todos, a todos ustedes, mi reconocimiento, mi afecto y mis deseos de buena estadía y buen trabajo en Uruguay. Bienvenidos y muchas gracias.

   
 
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