15 años sin datos oficiales
Encuesta de INE permitirá definir
políticas focalizadas para jóvenes y adolescentes
La Encuesta Continua de Hogares del
INE, reveló que el 27,7% de la población está compuesta
por adolescentes y jóvenes, el 60% se atiende en Salud
Pública, y en el tramo que va de los 15 a 19 años se
acumula el 97% de las madres adolescentes. El 22% de
los jóvenes está desempleado, un 33% se encuentra en
situación de pobreza, un 25% abandonó la Enseñanza
Media, y 650 terminaron el año lectivo en Aulas
Comunitarias.
El Instituto Nacional de Estadística
efectuará el año próximo la Encuesta Nacional para la
Adolescencia y la Juventud (ENAJ), a través de un
convenio con el Ministerio de Desarrollo Social
(MIDES).
En el evento, la Ministra Marina
Arismendi, expresó que las actividades que realiza su
Secretaria no se reducen solamente al trabajo con
ciudadanos en situación de vulnerabilidad social, sino
que implican la implementación, coordinación, diseño,
seguimiento, controles e interacción entre los
distintos organismos del Estado que es parte del
desarrollo de políticas socioeconómicas.
En ese marco, dijo que el desarrollo
económico del país no genera como consecuencia de
manera automática cambios en distintos sectores de la
población y en ese sentido, reafirmó que es fundamental
desarrollar políticas para los jóvenes y adolescentes
que son responsabilidad de Ministerio de Salud Pública
(MSP), Instituto Nacional del Niño y del Adolescente de
Uruguay (INAU), Instituto Nacional de la Juventud (INJU),
el Programa INFAMILIA del MIDES, Administración
Nacional de Educación Pública (ANEP) y la Universidad
de la República (UdelaR).
En ese sentido, señaló que "los
adolescentes son de todos y de nadie" y que en este
momento ninguna base de datos oficial refleja lo que
piensan o sienten y así es difícil diseñar políticas en
forma exitosa que sean parte de una agenda de
prioridades sociales.
En el segundo trimestre del próximo
año se realizará la Encuesta Nacional de Adolescencia y
Juventud, en todo el territorio nacional con el
objetivo de generar información actualizada sobre la
situación estructural de los adolescentes y jóvenes
uruguayos, de los que hace 15 años no se conocen datos
oficiales.
Este trabajo de investigación se
realizará con el objetivo de construir conocimientos
que serán utilizados para transformar la realidad a
través de políticas sociales certeras.
En la reunión también se presentaron
los resultados de la Encuesta Continua de Hogares, y en
ese marco el Director del Programa Infamilia del MIDES,
Julio Bango, precisó que el trabajo realizado sobre la
salud y los jóvenes uruguayos protegidos o a la
intemperie es un primer documento que intenta relevar
información precisa sobre la temática.
En el año 2006, con una muestra de
80.000 casos se realizó una Encuesta Continua de
Hogares que se constituyó en un insumo básico para el
MSP y parte de la evaluación intermedia de Infamilia
del MIDES.
La investigación realizada por el
Instituto Nacional de Estadística demostró que los
jóvenes entre 12 y 29 años atraviesan situaciones
complejas porque existe un 33% que se encuentra en
situación de pobreza y 22% están desempleados.
En materia de salud se registró un
descenso en los nacimientos y de las madres
adolescentes que viven en zonas de exclusión. Asimismo
los nacimientos decrecieron en los sectores medios de
la población, pero entre los 19 y los 22 años, una de
cada dos madres ya tiene un hijo, cuando en los
sectores de condición económica solvente esa situación
se da en forma más tardía.
La Encuesta expresa que la cobertura
de salud de los adolescentes en un 60% se realiza en el
sector público, y que solamente un 30% está emancipado
de su hogar original.
Bango, señaló que el problema más
importante a resolver es la permanencia de los jóvenes
y adolescentes en la educación formal porque "la mejor
política de empleo juvenil es la educación". Los
jóvenes al completar el aprendizaje en Liceos o en la
Universidad del Trabajo del Uruguay estarán en mejores
condiciones para disputar un lugar en un mercado de
trabajo que cada vez requiere mayores calificaciones.
En ese marco, el Jerarca, manifestó
que se diseñó un plan para 75 Liceos con altos índices
de problemas que Educación Secundaria implementara a
partir de marzo del 2008 para que los jóvenes y
adolescentes se mantengan en las aulas.
De esta forma, recordó que MIDES,
implementó el Programa Aulas Comunitarias para 650
jóvenes que están terminando su año lectivo y que están
realizando pruebas finales en forma exitosa, situación
que es importante que continué el próximo año.
Un 25% de los jóvenes de la
Enseñanza Media abandonaron los Liceos, un joven de
cada cuatro, y es una responsabilidad estatal bajar ese
número y es una tarea del sistema educativo que hay que
apoyar, coordinar esfuerzos entre los ministerios.
Los datos de la Encuesta Continua de
Hogares del Instituto Nacional de Estadística (ECHA)
expresan que los adolescentes y jóvenes representan un
27,7% de la población total del país. La amplísima
mayoría reside en el medio urbano, con un 6% de
adolescentes y jóvenes que viven en el Interior rural.
Menos de un tercio de los
adolescentes y jóvenes uruguayos se emancipó, lo que
vuelve a confirmar que la emancipación es un proceso
tardío en la sociedad uruguaya.
El país incorporó la idea de que la
pobreza afecta particularmente a la niñez, acuñando
inclusive una expresión específica para referirse a la
"infantilización de la pobreza". Sin embargo, está
bastante menos extendida la conceptualización de que la
pobreza e indigencia afecta también particularmente a
los adolescentes y jóvenes. Los datos de la ECHA
confirman que esta problemática implicada afecta a un
tercio de ellos.
El desempleo afecta
significativamente más a los jóvenes uruguayos que a la
población en general. Asimismo, los jóvenes enfrentan
en mayor medida "problemas de empleo" como la inserción
informal al mercado laboral y subempleo por ingreso.
En materia de salud, la ECHA revela
que los adolescentes y jóvenes que se atienden en el
sistema público de salud son el 60%, con diferencias
por tramos de edad, sexo, raza y región: la
concurrencia a servicios de salud públicos es mayor
entre los más jóvenes, las mujeres, las razas no
blancas y los residentes en el interior. La asistencia
a servicios de salud estatales disminuye al aumentar el
ingreso.
Están afectados por alguna
discapacidad física el 3% de los adolescentes y jóvenes
uruguayos. A su vez, son también cerca del 3% quienes
presentan problemas de aprendizaje o de relacionamiento,
proporción que crece en la primera fase de la
adolescencia.
En ese contexto, quienes sufren
alguna enfermedad crónica son cerca del 8% de los
adolescentes y jóvenes.
Las mujeres adolescentes y jóvenes
parecen controlar más regularmente su salud que sus
pares varones, a juzgar por sus respuestas a las
preguntas sobre controles médicos y tratamientos
En los casos de atención
odontológica existe una notoria incidencia del nivel de
ingreso de los encuestados.
Entre los adolescentes y jóvenes que
se sintieron enfermos en el mes previo a la encuesta,
la mayoría realizó la consulta médica correspondiente.
De acuerdo a las respuestas dadas en
la encuesta, las mujeres perciben en mayor medida que
los hombres las dificultades de acceso a servicios
médicos requeridos, así como también los residentes en
la capital del país.
Entre los adolescentes y jóvenes
reciben tratamiento psicológico un 2,6% y tratamiento
psiquiátrico un 1,7%.
Los datos de la Evaluación
Intermedia de Infamilia realizada en el 2006 mostraron
que en las zonas vulnerables en que interviene el
Programa los indicadores de fecundidad básicos
presentaron leves tendencias a la baja, no así el que
resume la promoción de madres primerizas en la
adolescencia, lo que estaría indicando una
concentración de los nacimientos de primogénitos en las
edades más jóvenes. Una interpretación plausible de
este comportamiento es que, concomitantemente a una
disminución de la fecundidad adolescente, se produjo
una aún mayor disminución de la fecundidad no
adolescente en el inicio del ciclo reproductivo.
En las zonas vulnerables la
concentración de la fecundidad adolescente se produce
en los hogares con menor nivel de ingresos.
La fecundidad adolescente es
particularmente importante en el área metropolitana a
partir de procesos de exclusión propios de la gran
urbe: en el interior es de 30.000, en tanto que en
Montevideo y área metropolitana asciende a 47.000.
El estudio confirma la pauta de
polarización en los calendarios de la fecundidad de las
uruguayas es la postergación del embarazo en los
sectores medios y la no postergación del mismo en los
sectores populares. La concentración de los embarazos
tempranos se produce entre los 19 y los 22 años.
A diferencia de la maternidad
adolescente propiamente dicha, la cual se ubica en
forma bastante concentrada en 40 por cada mil
adolescentes, 4% anual, la maternidad entre 13 y 22
años se incrementa en forma notoria, alcanzando a más
de una de cada diez mujeres en tanto tasa anual. La
acumulación de maternidad adolescente y temprana lleva
a que una de cada dos mujeres entre 19 y 22 años sean
madres.
En las zonas de Infamilia las
mujeres declararon contar con un amplio conocimiento de
los métodos para prevenir embarazo, junto a un déficit
muy marcado en el uso de los mismos. Casi la totalidad
de las madres consultadas conoce los métodos de
prevención. Sin embargo, poco más del 60% dice
utilizarlos siempre y solamente un 65% lo hace siempre
o alguna vez.
Casi la mitad de los adolescentes
declaran ser activos sexualmente, con un ingreso
incrementa por edad: son muy bajos los porcentajes de
declarantes que indican haber tenido relaciones
sexuales a los 13 años y casi la totalidad de los de 19
en dicha situación.
El ingreso a la actividad sexual
también sigue una pauta estratificada en las 100 zonas
de Infamilia: por un lado, la actividad sexual es
superior en edades adolescentes en los hogares más
pobres; por otro, el uso de sistemas de prevención de
embarazo se encuentra más extendido en los adolescentes
de hogares en mejor situación económica.
Así como el comportamiento de los
adolescentes en cuanto a su actividad sexual se
diferencia por los niveles de ingresos de sus hogares,
también lo hace según su asistencia o no al sistema
educativo, sino que también se produce por el hecho de
que asistan o no al sistema educativo: casi el 40% de
los adolescentes de 16 años y menos que dejaron de
asistir al sistema educativo declaran ser activos
sexualmente, proporción que es del 20% entre los
adolescentes que asisten al sistema educativo.
Los adolescentes de 18 y 19 años,
declaran como edad modal de inicio de la sexualidad los
15 años, seguido en una suerte de meseta por los 16
años. La importancia de este dato para un programa de
salud sexual y reproductiva de los adolescentes es
clave. De no avanzar en forma clara hacia la educación
sexual y las garantías de acceso a los métodos
anticonceptivos se llegará tarde y mal a la población
objetivo.
Existe una brecha marcada entre el
calendario de fecundidad deseado y la realidad de la
fecundidad temprana.
En las edades modales de iniciación
sexual no existe suficiente énfasis desde el Estado en
materia de información sexual y reproductiva,
particularmente en los servicios de salud propiamente
dichos.
Finalmente, los datos 2004-2006 del
Programa de Acompañamiento Socioeducativo de Madres
Adolescentes mostraron que los nacimientos de madres
adolescentes se acumularon (97%) en el tramo de los 15
a 19 años.
El 60% de los partos de las
adolescentes del Programa fueron captados en el
interior del país. Las adolescentes mayores de 17 años
mostraron un estancamiento en el nivel educativo
alcanzado. La planificación del embarazo ocurrió en un
23,5% de las adolescentes contactadas por el Programa.
El 20,4% de las adolescentes ya
tenían uno o más hijos al momento del parto por el que
tomaron contacto con el Programa.
La cantidad de controles durante el
embarazo es suficiente pero los controles no se inician
en forma suficientemente temprana: sólo un 26,9% los
inicia durante el primer trimestre del embarazo.
El Programa captó 232 adolescentes
de 10 a 14 años, en un total de 10.666. En esta franja
etaria, el número de recién nacidos con muy bajo peso
al nacer se quintuplica y se duplican los casos de pre
término severo.
El riesgo biológico en la maternidad
de adolescentes se presenta en menores de 15 años, no
en la de adolescentes que superaron tal edad. La
distribución del peso de los recién nacidos, así como
las semanas de gestación, para las adolescentes de 15
años y más, se asimila a los pesos de los RN de mujeres
mayores.
Desde el Sistema de salud y de la
red de políticas sociales se sabe muy poco acerca de
los adolescentes padres.
Las recomendaciones con respecto a
la fecundidad y aspectos de salud reproductiva y sexual
son la conformación de un diseño de políticas,
programas y políticas que debería separarse
conceptualmente de la vulnerabilidad social y económica
y de los riesgos sanitarios para estas poblaciones y
sus recién nacidos.
Es necesario referirse a la
maternidad en la adolescencia, separando
discursivamente y en las estrategias de intervención,
la población de 10 a 14 años de las adolescentes
mayores. Para las adolescentes menores de 15 años deben
desplegarse estrategias deliberadas de captación
temprana que disminuyan los riesgos para la salud,
incluso la mortalidad, de la madre y del RN.
La calidad y captación temprana de
los controles de embarazo requiere de servicios
adecuados a las necesidades de las y los adolescentes.
En ese marco, se requiere definir
normativas específicas que habiliten y motiven la
presencia y visibilidad de los varones en las
maternidades. Desde esta perspectiva, el país mantiene
una importante deuda con el ejercicio del derecho de
los adolescentes varones a ejercer su paternidad, y de
sus hijos a contar don el cuidado de sus padres.
Dentro de las condiciones requeridas
para brindar servicios de calidad para adolescentes,
los profesionales de la salud deberán dejar de lado los
prejuicios acerca de los derechos sexuales y
reproductivos de los y las adolescentes. Este aspecto
resulta fundamental para el relevamiento de datos así
como para el diseño y ejecución de políticas sociales
para esta franja etaria. Es correcto el desarrollo de
sistemas altamente focalizados de acceso a
contracepción y de apoyo y seguimiento para enfrentar
la multiparidez en las madres adolescentes, pero ello
no soluciona el problema de la protección de la madre
adolescente y joven.
Las causas de la fecundidad
adolescente son notoriamente más extendidas que sus
efectos y para atacar dicha posibilidad es necesario
apostar tanto al acceso a métodos de contracepción como
a la educación sexual clara y pertinente. Las edades
claves para esta apuesta son antes de los 15 años, o
antes de la edad modal de inicio de la sexualidad
reproductiva activa.
La fuerte relación entre actividad
sexual temprana y el abandono escolar o liceal indica
que una mejora en la cobertura educativa debiera
favorecer una disminución del riesgo en la fecundidad
adolescente.
Todas las acciones arriba reseñadas
pueden y deben tener un énfasis en los hogares más
pobres de las zonas vulnerables, ya que allí se
concentra tanto el comportamiento de riesgo como la
fecundidad adolescente. El problema de la fecundidad
temprana se concentra también en términos geográficos.
Más específicamente, el problema se encuentra en el
Área Metropolitana y allí debieran enfocarse los
esfuerzos.
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