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20 de diciembre, 2007

15 años sin datos oficiales

Encuesta de INE permitirá definir políticas focalizadas para jóvenes y adolescentes
La Encuesta Continua de Hogares del INE, reveló que el 27,7% de la población está compuesta por adolescentes y jóvenes, el 60% se atiende en Salud Pública, y en el tramo que va de los 15 a 19 años se acumula el 97% de las madres adolescentes. El 22% de los jóvenes está desempleado, un 33% se encuentra en situación de pobreza, un 25% abandonó la Enseñanza Media, y 650 terminaron el año lectivo en Aulas Comunitarias.

El Instituto Nacional de Estadística efectuará el año próximo la Encuesta Nacional para la Adolescencia y la Juventud (ENAJ), a través de un convenio con el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES).

En el evento, la Ministra Marina Arismendi, expresó que las actividades que realiza su Secretaria no se reducen solamente al trabajo con ciudadanos en situación de vulnerabilidad social, sino que implican la implementación, coordinación, diseño, seguimiento, controles e interacción entre los distintos organismos del Estado que es parte del desarrollo de políticas socioeconómicas.

En ese marco, dijo que el desarrollo económico del país no genera como consecuencia de manera automática cambios en distintos sectores de la población y en ese sentido, reafirmó que es fundamental desarrollar políticas para los jóvenes y adolescentes que son responsabilidad de Ministerio de Salud Pública (MSP), Instituto Nacional del Niño y del Adolescente de Uruguay (INAU), Instituto Nacional de la Juventud (INJU), el Programa INFAMILIA del MIDES, Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y la Universidad de la República (UdelaR).

En ese sentido, señaló que "los adolescentes son de todos y de nadie" y que en este momento ninguna base de datos oficial refleja lo que piensan o sienten y así es difícil diseñar políticas en forma exitosa que sean parte de una agenda de prioridades sociales.

En el segundo trimestre del próximo año se realizará la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud, en todo el territorio nacional con el objetivo de generar información actualizada sobre la situación estructural de los adolescentes y jóvenes uruguayos, de los que hace 15 años no se conocen datos oficiales.

Este trabajo de investigación se realizará con el objetivo de construir conocimientos que serán utilizados para transformar la realidad a través de políticas sociales certeras.

En la reunión también se presentaron los resultados de la Encuesta Continua de Hogares, y en ese marco el Director del Programa Infamilia del MIDES, Julio Bango, precisó que el trabajo realizado sobre la salud y los jóvenes uruguayos protegidos o a la intemperie es un primer documento que intenta relevar información precisa sobre la temática.

En el año 2006, con una muestra de 80.000 casos se realizó una Encuesta Continua de Hogares que se constituyó en un insumo básico para el MSP y parte de la evaluación intermedia de Infamilia del MIDES.

La investigación realizada por el Instituto Nacional de Estadística demostró que los jóvenes entre 12 y 29 años atraviesan situaciones complejas porque existe un 33% que se encuentra en situación de pobreza y 22% están desempleados.

En materia de salud se registró un descenso en los nacimientos y de las madres adolescentes que viven en zonas de exclusión. Asimismo los nacimientos decrecieron en los sectores medios de la población, pero entre los 19 y los 22 años, una de cada dos madres ya tiene un hijo, cuando en los sectores de condición económica solvente esa situación se da en forma más tardía.

La Encuesta expresa que la cobertura de salud de los adolescentes en un 60% se realiza en el sector público, y que solamente un 30% está emancipado de su hogar original.

Bango, señaló que el problema más importante a resolver es la permanencia de los jóvenes y adolescentes en la educación formal porque "la mejor política de empleo juvenil es la educación". Los jóvenes al completar el aprendizaje en Liceos o en la Universidad del Trabajo del Uruguay estarán en mejores condiciones para disputar un lugar en un mercado de trabajo que cada vez requiere mayores calificaciones.

En ese marco, el Jerarca, manifestó que se diseñó un plan para 75 Liceos con altos índices de problemas que Educación Secundaria implementara a partir de marzo del 2008 para que los jóvenes y adolescentes se mantengan en las aulas.

De esta forma, recordó que MIDES, implementó el Programa Aulas Comunitarias para 650 jóvenes que están terminando su año lectivo y que están realizando pruebas finales en forma exitosa, situación que es importante que continué el próximo año.

Un 25% de los jóvenes de la Enseñanza Media abandonaron los Liceos, un joven de cada cuatro, y es una responsabilidad estatal bajar ese número y es una tarea del sistema educativo que hay que apoyar, coordinar esfuerzos entre los ministerios.

Los datos de la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística (ECHA) expresan que los adolescentes y jóvenes representan un 27,7% de la población total del país. La amplísima mayoría reside en el medio urbano, con un 6% de adolescentes y jóvenes que viven en el Interior rural.

Menos de un tercio de los adolescentes y jóvenes uruguayos se emancipó, lo que vuelve a confirmar que la emancipación es un proceso tardío en la sociedad uruguaya.

El país incorporó la idea de que la pobreza afecta particularmente a la niñez, acuñando inclusive una expresión específica para referirse a la "infantilización de la pobreza". Sin embargo, está bastante menos extendida la conceptualización de que la pobreza e indigencia afecta también particularmente a los adolescentes y jóvenes. Los datos de la ECHA confirman que esta problemática implicada afecta a un tercio de ellos.

El desempleo afecta significativamente más a los jóvenes uruguayos que a la población en general. Asimismo, los jóvenes enfrentan en mayor medida "problemas de empleo" como la inserción informal al mercado laboral y subempleo por ingreso.

En materia de salud, la ECHA revela que los adolescentes y jóvenes que se atienden en el sistema público de salud son el 60%, con diferencias por tramos de edad, sexo, raza y región: la concurrencia a servicios de salud públicos es mayor entre los más jóvenes, las mujeres, las razas no blancas y los residentes en el interior. La asistencia a servicios de salud estatales disminuye al aumentar el ingreso.

Están afectados por alguna discapacidad física el 3% de los adolescentes y jóvenes uruguayos. A su vez, son también cerca del 3% quienes presentan problemas de aprendizaje o de relacionamiento, proporción que crece en la primera fase de la adolescencia.

En ese contexto, quienes sufren alguna enfermedad crónica son cerca del 8% de los adolescentes y jóvenes.

Las mujeres adolescentes y jóvenes parecen controlar más regularmente su salud que sus pares varones, a juzgar por sus respuestas a las preguntas sobre controles médicos y tratamientos

En los casos de atención odontológica existe una notoria incidencia del nivel de ingreso de los encuestados.

Entre los adolescentes y jóvenes que se sintieron enfermos en el mes previo a la encuesta, la mayoría realizó la consulta médica correspondiente.

De acuerdo a las respuestas dadas en la encuesta, las mujeres perciben en mayor medida que los hombres las dificultades de acceso a servicios médicos requeridos, así como también los residentes en la capital del país.

Entre los adolescentes y jóvenes reciben tratamiento psicológico un 2,6% y tratamiento psiquiátrico un 1,7%.

Los datos de la Evaluación Intermedia de Infamilia realizada en el 2006 mostraron que en las zonas vulnerables en que interviene el Programa los indicadores de fecundidad básicos presentaron leves tendencias a la baja, no así el que resume la promoción de madres primerizas en la adolescencia, lo que estaría indicando una concentración de los nacimientos de primogénitos en las edades más jóvenes. Una interpretación plausible de este comportamiento es que, concomitantemente a una disminución de la fecundidad adolescente, se produjo una aún mayor disminución de la fecundidad no adolescente en el inicio del ciclo reproductivo.

En las zonas vulnerables la concentración de la fecundidad adolescente se produce en los hogares con menor nivel de ingresos.

La fecundidad adolescente es particularmente importante en el área metropolitana a partir de procesos de exclusión propios de la gran urbe: en el interior es de 30.000, en tanto que en Montevideo y área metropolitana asciende a 47.000.

El estudio confirma la pauta de polarización en los calendarios de la fecundidad de las uruguayas es la postergación del embarazo en los sectores medios y la no postergación del mismo en los sectores populares. La concentración de los embarazos tempranos se produce entre los 19 y los 22 años.

A diferencia de la maternidad adolescente propiamente dicha, la cual se ubica en forma bastante concentrada en 40 por cada mil adolescentes, 4% anual, la maternidad entre 13 y 22 años se incrementa en forma notoria, alcanzando a más de una de cada diez mujeres en tanto tasa anual. La acumulación de maternidad adolescente y temprana lleva a que una de cada dos mujeres entre 19 y 22 años sean madres.

En las zonas de Infamilia las mujeres declararon contar con un amplio conocimiento de los métodos para prevenir embarazo, junto a un déficit muy marcado en el uso de los mismos. Casi la totalidad de las madres consultadas conoce los métodos de prevención. Sin embargo, poco más del 60% dice utilizarlos siempre y solamente un 65% lo hace siempre o alguna vez.

Casi la mitad de los adolescentes declaran ser activos sexualmente, con un ingreso incrementa por edad: son muy bajos los porcentajes de declarantes que indican haber tenido relaciones sexuales a los 13 años y casi la totalidad de los de 19 en dicha situación.

El ingreso a la actividad sexual también sigue una pauta estratificada en las 100 zonas de Infamilia: por un lado, la actividad sexual es superior en edades adolescentes en los hogares más pobres; por otro, el uso de sistemas de prevención de embarazo se encuentra más extendido en los adolescentes de hogares en mejor situación económica.

Así como el comportamiento de los adolescentes en cuanto a su actividad sexual se diferencia por los niveles de ingresos de sus hogares, también lo hace según su asistencia o no al sistema educativo, sino que también se produce por el hecho de que asistan o no al sistema educativo: casi el 40% de los adolescentes de 16 años y menos que dejaron de asistir al sistema educativo declaran ser activos sexualmente, proporción que es del 20% entre los adolescentes que asisten al sistema educativo.

Los adolescentes de 18 y 19 años, declaran como edad modal de inicio de la sexualidad los 15 años, seguido en una suerte de meseta por los 16 años. La importancia de este dato para un programa de salud sexual y reproductiva de los adolescentes es clave. De no avanzar en forma clara hacia la educación sexual y las garantías de acceso a los métodos anticonceptivos se llegará tarde y mal a la población objetivo.

Existe una brecha marcada entre el calendario de fecundidad deseado y la realidad de la fecundidad temprana.

En las edades modales de iniciación sexual no existe suficiente énfasis desde el Estado en materia de información sexual y reproductiva, particularmente en los servicios de salud propiamente dichos.

Finalmente, los datos 2004-2006 del Programa de Acompañamiento Socioeducativo de Madres Adolescentes mostraron que los nacimientos de madres adolescentes se acumularon (97%) en el tramo de los 15 a 19 años.

El 60% de los partos de las adolescentes del Programa fueron captados en el interior del país. Las adolescentes mayores de 17 años mostraron un estancamiento en el nivel educativo alcanzado. La planificación del embarazo ocurrió en un 23,5% de las adolescentes contactadas por el Programa.

El 20,4% de las adolescentes ya tenían uno o más hijos al momento del parto por el que tomaron contacto con el Programa.

La cantidad de controles durante el embarazo es suficiente pero los controles no se inician en forma suficientemente temprana: sólo un 26,9% los inicia durante el primer trimestre del embarazo.

El Programa captó 232 adolescentes de 10 a 14 años, en un total de 10.666. En esta franja etaria, el número de recién nacidos con muy bajo peso al nacer se quintuplica y se duplican los casos de pre término severo.

El riesgo biológico en la maternidad de adolescentes se presenta en menores de 15 años, no en la de adolescentes que superaron tal edad. La distribución del peso de los recién nacidos, así como las semanas de gestación, para las adolescentes de 15 años y más, se asimila a los pesos de los RN de mujeres mayores.

Desde el Sistema de salud y de la red de políticas sociales se sabe muy poco acerca de los adolescentes padres.

Las recomendaciones con respecto a la fecundidad y aspectos de salud reproductiva y sexual son la conformación de un diseño de políticas, programas y políticas que debería separarse conceptualmente de la vulnerabilidad social y económica y de los riesgos sanitarios para estas poblaciones y sus recién nacidos.

Es necesario referirse a la maternidad en la adolescencia, separando discursivamente y en las estrategias de intervención, la población de 10 a 14 años de las adolescentes mayores. Para las adolescentes menores de 15 años deben desplegarse estrategias deliberadas de captación temprana que disminuyan los riesgos para la salud, incluso la mortalidad, de la madre y del RN.

La calidad y captación temprana de los controles de embarazo requiere de servicios adecuados a las necesidades de las y los adolescentes.

En ese marco, se requiere definir normativas específicas que habiliten y motiven la presencia y visibilidad de los varones en las maternidades. Desde esta perspectiva, el país mantiene una importante deuda con el ejercicio del derecho de los adolescentes varones a ejercer su paternidad, y de sus hijos a contar don el cuidado de sus padres.

Dentro de las condiciones requeridas para brindar servicios de calidad para adolescentes, los profesionales de la salud deberán dejar de lado los prejuicios acerca de los derechos sexuales y reproductivos de los y las adolescentes. Este aspecto resulta fundamental para el relevamiento de datos así como para el diseño y ejecución de políticas sociales para esta franja etaria. Es correcto el desarrollo de sistemas altamente focalizados de acceso a contracepción y de apoyo y seguimiento para enfrentar la multiparidez en las madres adolescentes, pero ello no soluciona el problema de la protección de la madre adolescente y joven.

Las causas de la fecundidad adolescente son notoriamente más extendidas que sus efectos y para atacar dicha posibilidad es necesario apostar tanto al acceso a métodos de contracepción como a la educación sexual clara y pertinente. Las edades claves para esta apuesta son antes de los 15 años, o antes de la edad modal de inicio de la sexualidad reproductiva activa.

La fuerte relación entre actividad sexual temprana y el abandono escolar o liceal indica que una mejora en la cobertura educativa debiera favorecer una disminución del riesgo en la fecundidad adolescente.

Todas las acciones arriba reseñadas pueden y deben tener un énfasis en los hogares más pobres de las zonas vulnerables, ya que allí se concentra tanto el comportamiento de riesgo como la fecundidad adolescente. El problema de la fecundidad temprana se concentra también en términos geográficos. Más específicamente, el problema se encuentra en el Área Metropolitana y allí debieran enfocarse los esfuerzos.

 

   
 
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  Julio Bango