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25 de marzo, 2008

Enumeró cambios necesarios

Bonelli: los Mandos deben contribuir al desarrollo político y estratégico del Estado
El Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, en el 95 aniversario del arma, apuntó a la necesidad de cambios estructurales y funcionales en la FAU. Dijo que es necesario contar con un Consejo de Defensa Nacional, que al más alto nivel asesore al Presidente de la República, en áreas complejas y en situaciones de crisis. En la tarea de pensar el futuro, instó a la creación de un moderno y actualizado Estado Mayor de la Defensa.

Enrique Bonelli, en su último discurso como Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea en ocasión del 95 aniversario de la aviación nacional, compartió una serie de reflexiones en las que expresó su objetivo de contribuir a fijar el pensamiento a futuro de la Fuerza Aérea en particular y de las Fuerzas Armadas en general. Recordó que en el mundo actual, los desafíos incluyen una variedad de desastres naturales, pandemias, terrorismo, ataques a la seguridad cibernética o a otras áreas de la infraestructura crítica, accidentes bioquímicos, y la posibilidad de acceso, posesión y uso de armas de destrucción masiva. Dijo que es por ese motivo, que se requieren importantes cambios estructurales y funcionales en la Fuerza Aérea y en las Fuerzas Armadas; cambios que siguen pendientes y que son imprescindibles para enfrentar los desafíos y amenazas antes mencionadas.

Agregó que es necesario superar la concepción clásica, de planificación basada en las respuestas a eventuales amenazas o hipótesis de conflictos, y dirigirse hacia un modelo basado en el desarrollo de capacidades, que responda rápida y eficazmente a lo inesperado.

Afirmó también, que se necesita una organización de las Fuerzas, más realista, que logre que las fuerzas integradas y móviles sea uno de los ejes de la evolución doctrinaria y de empleo, apuntando siempre a contribuir al desarrollo político y estratégico del Estado uruguayo.

Asimismo, el Comandante dijo que las Fuerzas Armadas deben trabajar en complementación con otras Instituciones del Estado en la ejecución de la estrategia de seguridad establecida por el Poder Ejecutivo. Explicó que ello exige mucho más que coordinación, implica importantes cambios institucionales y legales y la creación de instancias que faciliten el diálogo estratégico interinstitucional entre los más altos niveles de decisión política. Agregó que es necesario un Consejo de Defensa Nacional, al más alto nivel, asesor y consultivo del Presidente de la República, con la estructura y composición adecuadas para facilitarle a él, la gestión de las diversas situaciones de crisis. Este Consejo, según dijo el Comandante, debería asesorar al Presidente en áreas complejas y tener entre sus miembros permanentes al Mando Militar de las Fuerzas Armadas y al Director Nacional de Inteligencia de Estado. Expresó que todo ello con el objetivo de asesorar, sugerir y responder a los requerimientos técnico-profesionales de las decisiones políticas en consideración, a fin de que el Primer Mandatario pueda tomar esas decisiones en tiempo real, tal como las crisis así lo exigen.

Bonelli dijo también que se debería avanzar hacia la creación de un Estado Mayor de la Defensa, adecuadamente definido, moderno y actualizado, integrado en principio por Oficiales Generales en actividad, razonablemente los Comandantes en Jefe de las tres Fuerzas, de acuerdo a mecanismos a establecerse, y eventualmente evolucionar hacia una estructura de mando militar conjunto, unificado, al cual podría estar subordinado el mando militar de las tres Fuerzas Armadas, siguiendo -entre otras- la experiencia de la ley Orgánica de la Defensa Nacional de España. Bonelli señaló que Integrando plenamente a las Fuerzas Armadas en estas estructuras, se apuesta a dejar atrás el pasado e iniciar un camino que obligue a evolucionar en todas nuestras actividades por el bien de nuestro País.

También, hizo referencia a la evolución que han tenido las Misiones de Paz, donde hoy en día cumplen con multiplicidad de funciones y se han convertido, por su propia naturaleza, en un componente integral de la política exterior del Uruguay. Esto exige un adecuado entrenamiento y preparación, además de un cumplimiento de contrato que exige una contrapartida económica, donde es necesario mantener y operar material de alto costo, que debe estar siempre disponible. En esa línea, el Comandante subrayó la necesidad de que se analice adecuadamente el tema dentro del marco normativo aplicable a las garantías del debido control y transparencia en el uso de esos recursos. Se refirió a la necesidad de que se preserve la disponibilidad inmediata de esos fondos por parte de los Comandos de las Fuerzas para su uso, en lo que es su finalidad específica: las Misiones de Paz y su equipamiento.

Por otra parte, subrayó que la información es un punto crítico en Defensa, ya que la tecnología y la informática, los sistemas integrados, las operaciones y la red de comunicaciones, se han vuelto imprescindibles para responder rápida y armoniosamente ante una amenaza. Por tanto, se necesita de un comando conjunto que integre y consolide capacidades de ciberseguridad con funciones imprescindibles que se realicen permanentemente, tanto en tiempos de paz como en momentos de crisis.

Finalmente, sostuvo que la implementación de una nueva estrategia del capital humano ayudará a reclutar, sostener y promover el personal militar de acuerdo a sus capacidades individuales. También, que establecerá mejores mecanismos que premien la excelencia individual; desarrollando un nuevo concepto de carrera militar que se base en la ocupación de destinos, cargos o comisiones relevantes por plazos más largos, sustituyendo a la tradicional rotación que se realiza cada pocos años.

Del mismo modo, permitir el acceso de los distintos escalafones a las máximas jerarquías de la carrera militar, la hará más competitiva en base a los criterios modernos de reducir la permanencia en las mismas, que brinde una mayor movilidad jerárquica y una más adecuada rotación de los mandos.

Discurso del Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea Uruguaya, General del Aire Enrique Bonelli, con motivo del "95º Aniversario de la Aviación Militar" y "Día de la Fuerza Aérea".

COMANDANTE BONELLI: La Fuerza Aérea Uruguaya tradicionalmente rinde homenaje a sus caídos en el mes de agosto, al conmemorarse el Día de los Mártires de la Aviación Militar.

Este año hará lo propio.

No obstante, no quiero ni puedo dejar pasar esta ocasión que nos convoca para expresar el profundo dolor que siento -que todos sentimos-, por el reciente fallecimiento de dos jóvenes oficiales, el Teniente 2° (Av.) Diego Silveira y el .Alférez (Av.) Jonathan Martínez, como consecuencia de un accidente aéreo acaecido mientras realizaban un vuelo de entrenamiento.

Deseo reiterar desde aquí, a sus familiares y seres queridos, en nombre de toda la Fuerza Aérea, nuestro más sentido pésame.

Todo aniversario de la Fuerza Aérea Uruguaya es siempre para nosotros -sus integrantes- un día muy particular, especial.

Este que hoy nos reúne es un poco más especial, para quien habla. Es la última celebración de un aniversario de la Fuerza Aérea en la cual me dirijo a Ustedes como Comandante en Jefe de la misma.

Quizás ello es -en alguna medida- lo que me motiva a compartir una serie de reflexiones acerca del contexto y los desafíos en el cual la Fuerza Aérea deberá desarrollar las actividades propias de la institución, con el objetivo de insistir en lo que ha sido el norte que me ha guiado: contribuir a fijar nuestro pensamiento en el futuro de la Fuerza Aérea en particular y de las Fuerzas Armadas en general.

En el mundo actual, los desafíos a la seguridad, ya sean fenómenos naturales o provocados por el hombre, van más allá de los conceptos tradicionales de amenaza contemplados en las doctrinas de defensa nacional. Estos desafíos, de tan variada procedencia, incluyen: los desastres naturales, las potenciales pandemias, los actos de terrorismo, los ataques a la seguridad cibernética o a otras áreas de la infraestructura crítica, los accidentes bioquímicos, y la posibilidad de acceso, posesión y uso de armas de destrucción masiva.

Nuestra época se caracteriza por la capacidad para la destrucción masiva que pueden desarrollar actores no estatales, grupos o individuos. Por ello, el eje de los conflictos ha variado de conflictos entre los estados, a conflictos dentro de los estados -como son los movimientos insurgentes- o conflictos supra estatales - que tienen aristas culturales o religiosas, o están motivados por ideologías radicales, o por organizaciones criminales transnacionales.

Esta complejidad de nuevas amenazas impredecibles, requiere importantes cambios estructurales y funcionales en la Fuerza Aérea y en las Fuerzas Armadas; cambios que siguen pendientes y que son imprescindibles para enfrentar los desafíos y amenazas antes mencionadas.

Precisamos superar una concepción clásica de planificación basada en las respuestas a eventuales amenazas o hipótesis de conflictos, y dirigirnos hacia un modelo basado en el desarrollo de capacidades, para responder rápida y eficazmente a lo inesperado o lo no imaginado.

Se necesita una organización de las Fuerzas más realista, acorde con la necesidad de hacer de fuerzas integradas y móviles, uno de los ejes de nuestra evolución doctrinaria y de empleo.

Todo ello con el objeto de contribuir al desarrollo político y estratégico del Estado Uruguayo.

Los comandos conjuntos harán posible la ejecución en tiempo real de funciones de inteligencia, la planificación para contingencias, así como el diseño y conducción de operaciones que incrementaran notoriamente la velocidad de respuesta, esencial ante cualquier situación de crisis que lo requiera, y aumentaran nuestras capacidades en las Misiones de Paz.

Las Fuerzas Armadas deben trabajar en complementación con otras Instituciones del Estado en la ejecución de la estrategia de seguridad establecida por el Poder Ejecutivo.

Ello exige mucho más que coordinación.

Implica importantes cambios institucionales y legales, y la creación de las instancias y mecanismos que faciliten el diálogo estratégico interinstitucional entre los más altos niveles de decisión política.

Se requiere un Consejo de Defensa Nacional al más alto nivel, asesor y consultivo del Señor Presidente de la República, con la estructura y composición adecuadas para facilitarle a éste liderar no sólo la gestión de las situaciones de crisis que afecten a la defensa, sino también la unidad de esfuerzos necesaria para responder efectivamente a cualquier catástrofe, así como a los desafíos de las nuevas amenazas a la seguridad.

Consejo que, como asesor del Señor Presidente en áreas tan complejas, - de acuerdo a lo oportunamente sugerido al Ministerio de Defensa - tendría que tener entre sus miembros permanentes al Mando Militar de las Fuerzas Armadas y al Director Nacional de Inteligencia de Estado, para asesorar, sugerir y responder a los requerimientos técnico-profesionales de las decisiones políticas en consideración, a fin de que el Sr. Presidente pueda tomar esas decisiones en tiempo real, como las crisis exigen.

Debería avanzarse hacia la creación de un Estado Mayor de la Defensa, adecuadamente definido, moderno y actualizado, integrado en principio por Oficiales Generales en actividad, razonablemente los Comandantes en Jefe de las tres Fuerzas, de acuerdo a mecanismos a establecerse, y eventualmente evolucionar hacia una estructura de mando militar conjunto, unificado, al cual podría estar subordinado el mando militar de las tres Fuerzas Armadas, siguiendo -entre otras- la experiencia de la ley Orgánica de la Defensa Nacional de España.

Debemos concebir estos cambios estructurales y funcionales -necesarios para enfrentar los desafíos y amenazas antes mencionados- apoyados en la crítica racional y con la mirada puesta en el futuro.

Es integrando plenamente a las Fuerzas Armadas en estas estructuras, que se apuesta a dejar atrás el pasado e iniciar un camino que nos obliga a evolucionar en todas nuestras actividades por el bien de nuestro País.

Como por ejemplo, han evolucionado las Misiones de Paz en las que Uruguay participa, en el marco de los mandatos y resoluciones de la Naciones Unidas, en paralelo con el crecimiento de la demanda por las mismas.

Los tiempos en que las tareas de dichas misiones se circunscribían a la convencional supervisión de una zona de alto el fuego, se encuentran muy lejanos.

Los integrantes de los contingentes de misiones de paz deben cumplir hoy con multiplicidad de funciones.

Deben estar preparados para tolerar privaciones; ser negociadores efectivos, buenos comunicadores, capaces de posesionarse con firmeza ante fuerzas hostiles; controlar fronteras, llevar a cabo el desarme de combatientes, resolver problemas y estabilizar situaciones bajo presión y riesgo, contribuir a la reconciliación y convivencia pacífica entre facciones enfrentadas, facilitar el arribo de ayuda humanitaria, ayudar a refugiados y desplazados a retornar a sus tierras y hogares, proteger a civiles inocentes, asegurar las condiciones necesarias para procesos electorales y el establecimiento del estado de derecho.

En ese contexto tan complejo, las operaciones de paz se han convertido por su propia naturaleza en un componente integral de la política exterior del Uruguay. El Estado uruguayo asume a través de ellas una gran responsabilidad ante la comunidad internacional, y con él, los integrantes de las Fuerzas Armadas y la Fuerza Aérea que participan en ellas, lo que exige un adecuado entrenamiento y preparación.

Exige también de los comandos, responder rápida y adecuadamente -esto es en calidad, cantidad y oportunidad- a los requerimientos logísticos que las Fuerzas desplegadas presenten, para el cumplimiento de la misión asignada por Naciones Unidas, y asumida por el país.

Debe pensarse que esas Fuerzas se encuentran en un teatro de operaciones bajo el Comando Operacional de las Naciones Unidas, en cumplimiento de un contrato donde nuestras obligaciones tienen una contrapartida económica que nos exige mantener y operar material de alto costo, el cual debe estar siempre disponible.

Y son esos requerimientos de urgencia los que nos imponen hacer uso del dinero en forma inmediata.

Aspiramos a que esta realidad sea adecuadamente analizada y contemplada, y que el marco normativo aplicable en cuanto a las garantías del debido control y transparencia en el uso de esos recursos, preserve la disponibilidad inmediata de esos fondos por parte de los Comandos de las Fuerzas, para el uso de los mismos, con la imprescindible celeridad, en lo que es su finalidad específica: las propias misiones de paz y su equipamiento.

La importancia de la información es crítica en defensa. Tecnología e informática, sistemas integrados, operaciones y una red de comunicaciones que nos haga capaces de mantener enlazados en tiempo real a las fuerzas de aire, mar y tierra y a los diferentes componentes de éstas entre sí, se vuelven imprescindibles para hacer posible que respondan rápida y armoniosamente ante una amenaza.

Precisamos por tanto un comando conjunto que integre y consolide capacidades de ciberseguridad con funciones imprescindibles a realizarse en forma permanente, tanto en tiempos de paz como en momentos de crisis, como ser comando y control, guerra electrónica, inteligencia, y protección de redes críticas.

Necesitamos una estrategia de capital humano propio de la era de la Información en la que vivimos. La capacidad de reclutar, sostener y promover el personal militar de acuerdo a sus capacidades individuales, estableciendo mejores mecanismos para premiar la excelencia individual; desarrollar un nuevo concepto de carrera militar basado en la ocupación de destinos, cargos o comisiones relevantes por plazos más largos en vez de la tradicional rotación cada pocos años.

Permitir el acceso de los distintos escalafones a las máximas jerarquías de la carrera militar, haciéndola por lo tanto más competitiva en base a criterios modernos; reducir la permanencia en las mismas a un horizonte temporal más razonable, que nos brinde una mayor movilidad jerárquica y una más adecuada rotación de los mandos.

Finalmente, el control del espacio aéreo y el ejercicio de policía aérea es también una función crítica, esencial y permanente de la Fuerza Aérea que ha evolucionado, y es hoy una necesidad imperiosa en relación con intereses y obligaciones que el Estado uruguayo tiene, en cuanto al cumplimiento de normas y compromisos internacionales.

Con el establecimiento del Centro de Comando y Control Aéreo, la Red de Comunicaciones de apoyo y la próxima instalación de los radares tridimensionales, a nuestra Fuerza Aérea sólo le restaría para completar el sistema, la incorporación de un avión interceptor moderno, a los efectos del adecuado ejercicio de la soberanía Nacional.

En un nuevo aniversario de la Institución, reafirmamos el compromiso de la Fuerza Aérea a dar todo de sí en el cumplimiento de sus funciones jurisdiccionales, en el asesoramiento que el Ministerio de Defensa le requiera para mejor prepararnos institucional y operacionalmente a enfrentar los desafíos y amenazas descritas, así como en el logro de los objetivos que el Poder Ejecutivo le encomiende.

Muchas Gracias.

   
 
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