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30 de marzo, 2008

Presidente inauguró el FIA

Vázquez señaló el compromiso con la innovación, el desarrollo y la integración americana
El Presidente de la República, en la apertura del Foro de Innovación de las Américas, dijo que esta cita es un mojón en un camino que viene de lejos: "un camino que como americanos emprendimos un poco tarde". La primera tarea, dijo Tabaré Vázquez, es no quedarnos atrás en este proceso global. Recordó diferencias y desigualdades existentes en nuestro continente, sin ignorar que pese a ello, la integración americana avanza.

El Presidente Tabaré Vázquez, en su discurso de apertura del FIA, Foro de Innovación de las Américas, expresó que Uruguay se complace en constituírse en sede del mismo. Partió de la idea de que la innovación y el desarrollo, ya estuvieron presentes, entre otros momentos, en el Renacimiento y en la Revolución Industrial. Recordó que los americanos llegamos tarde, porque a mediados del siglo dieciocho éramos unas remotas colonias. En ese sentido, reclamó la necesidad de no llegar tarde a ese desafío global de la innovación y el desarrollo. Durante su discurso, el Mandatario resaltó la falta de homogeneidad de nuestra América, señaló que algunos países marchan a la vanguardia mientras que otros lo hacen con atraso.

El Presidente anotó que la primera gran tarea es no quedarnos atrás en este proceso global. A partir de esa premisa, enumeró las diferentes tareas. Señaló que no hay innovación sin educación y asimismo, que no hay educación sin nutrición, por lo que subrayó la innegable relación con la atención a los derechos humanos.

En este campo Vázquez mencionó el proyecto de conectividad educativa de informática básica para el aprendizaje en línea, conocido como proyecto Ceibal y afirmó que se trata de una revolución, en la inteligencia, en la información y en el conocimiento de niños, jóvenes y docentes.

Como una tercera tarea, el primer Mandatario explicó que no hay innovación sin ciencia básica, que debe ser cultivada por su capacidad de producir conocimiento y formar personas capaces de encarar problemas difíciles, con originalidad y responsabilidad.

Tabaré Vázquez quiso mencionar también en su discurso a otros elementos constitutivos del ecosistema, entre los que enumeró la estabilidad del contexto macroeconómico, una cultura de innovación que impregne al conjunto de la sociedad, una institucionalidad adecuada con un sector público eficiente y dinámico, un sector privado competente, un sector universitario académico innovador. Asimismo, señaló un proyecto de nación y un proyecto de región.

El Presidente concluyó su alocución dejando constancia de que no ignora la complejidad del mundo actual y las diferencias y desigualdades existentes en nuestro propio continente. Empero, afirmó que con luces y sombras, con aciertos y errores, la integración avanza, "de a poco, pero avanza". Dijo que este Foro es una demostración de voluntad y compromiso, no sólo con la innovación y el desarrollo, sino también con la integración americana. Agregó que el mismo no pretende ser principio ni fin de proceso alguno, "es un mojón en un camino que viene de lejos", dijo. "Un camino que como americanos emprendimos un poco tarde pero que estamos recorriendo para llegar a tiempo al mejor futuro".

El presidente de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, Amilcar Davyt, recordó que el objetivo de esa entidad es impulsar la articulación entre el conocimiento, la innovación, la prosperidad y el desarrollo económico y social. Agregó que la ANII está orgullosa de ser elegida por el gobierno uruguayo para llevar adelante un evento de esta magnitud, que es una muestra de confianza.

PALABRAS DEL SEÑOR PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ VÁZQUEZ, EN LA INAUGURACIÓN DEL FORO DE INNOVACION DE LAS AMÉRICAS

PRESIDENTE VAZQUEZ: Doctor Amilcar Davyt, Presidente del Directorio de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, Maestro Gustavo Salaverry, representante de la Intendencia Municipal de Maldonado, señor Nicholas Negroponte, director del MIT Media Laboratory, autoridades nacionales, departamentales y del cuerpo diplomático, académicos, empresarios, periodistas, señoras y señores, amigas y amigos:

Gracias por invitarme a participar en este acto y por la cordialidad con que me han recibido. Para mí es realmente muy grato estar aquí y representa un honor dirigirme a todos ustedes.

Lo primero que quiero decirles, especialmente a quienes vienen de otros países y algunos, por cierto, de muy lejos, es que me sumo a la bienvenida que ya ha expresado el señor Director de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, en esa bienvenida y en el deseo de que ustedes se sientan como en su propia casa.

El Uruguay se complace en ser sede del Foro de Innovación de las Américas y los uruguayos confiamos no sólo que el mismo será productivo, sino además que durante la estadía en nuestro país, reitero, quienes nos visitan se sientan muy cómodos, en su casa.

Una casa habitada y en obras, como son todos los países. Ustedes bien saben que no es fácil construir o reformar una casa con la gente adentro y que a menudo durante las obras, surgen inconvenientes que generan incomodidades. Pero a los problemas, más que dramatizarlos, hay que resolverlos lo mejor posible y para ello, estoy hablando en un sentido estrictamente político en este momento, no técnico ni profesional. Para resolver esos problemas, esta la democracia, como forma de gobierno y como estado de la sociedad. La democracia como aire habitual también para la temática por supuesto que refiere a este Foro.

Amigas y amigos, en una línea de continuidad con el Foro de Competitividad realizado el año pasado en Atlanta, este Encuentro tiene una razón que se resume en dos vocablos, en dos conceptos estrictamente vinculados entre si, que son Innovación y Desarrollo.

La estricta relación entre Innovación y Desarrollo no es inédita. Ya estuvo presente por citar apenas dos casos en el Renacimiento y en la Revolución Industrial.

Sin embargo, siendo dichos casos relativamente cercanos en el tiempo y en el espacio, lo americanos, todos nosotros los americanos, no participamos en ellos. Llegamos tarde a ambos. Al Renacimiento, pues en aquel entonces aún no nos habían descubierto y a la Revolución Industrial, porque a mediados del siglo XVIII éramos unas remotas colonias. Nuestra primera tarea entonces, es hoy no llegar tarde a ese desafío global de la Innovación y el Desarrollo y por decirlo de alguna manera, estar entre los primeros en llegar al futuro. Claro que la tarea no se limita a estar solamente, hay que estar, pero también hay que saber hacia donde debemos ir.

Para ello, es imprescindible saber de dónde venimos. América, nuestra América, toda la América es una y varias a la vez. Y no es malo que así sea, al fin y al cabo así es la realidad. Lo malo es que no lo reconozcamos y vivamos encandilados por el espejismo de una homogeneidad que no es tal.

Somos multiétnicos, multiculturales, tenemos distintas historias, y distintas realidades, pero América es una sola, desde el Norte al Sur.

En nuestro continente, hay países que marchan a la vanguardia mundial en Innovación y Desarrollo, pero también hay otros, la mayoría, que venimos atrasados. Las razones de tal retraso son múltiples, pero también ampliamente conocidas, razón por la cual, creo que es innecesario repetirlas esta tarde ante ustedes. En todo caso, permítanme referir a algo que desde esta perspectiva considero una segunda gran tarea para la mayoría de nuestros países, incluido, por cierto el Uruguay, en materia de Innovación y Desarrollo.

Esa segunda gran tarea, la primera es no quedarnos atrás de este proceso global.

La segunda gran tarea es, la tarea de la Educación. Es cierto que no hay desarrollo sin innovación, pero también es cierto que no hay innovación sin educación. Y podríamos agregar, permítanme que lo haga en este momento, que tampoco hay educación sin nutrición adecuada desde el vientre materno. En la biología, podrá haber excepciones, pero no hay milagros.

La educación implica, también, atender los derechos humanos en las necesidades básicas y fundamentales de la población. Pero volviendo a la ecuación, un sistema educativo accesible de calidad y permanente, no es un adorno del desarrollo sino que es la clave del mismo. La clave en la cual se constata que ha habido importantes progresos durante las últimas décadas, pero también nos falta mucho. Si faltará mucho, pues en materia educativa, tampoco hay milagros.

Amigas y amigos, por cierto que a los uruguayos nos gusta ser de bajo perfil. Nos gusta aparecer como muy sencillos, hasta con modestia. No falsa modestia. Pero así somos los uruguayos. Por tanto, Uruguay no tiene veleidades de guía de la humanidad. Ni yo quiero abusar de la tolerancia de ustedes, pero a propósito de la educación como clave de Innovación y Desarrollo, permítanme también mencionar algo que probablemente habrán observado en el hall de acceso a este salón. Allí, entre otros stands, está el del proyecto de conectividad educativa de informática básica para el aprendizaje en línea. Todo un título muy pomposo, que nosotros lo conocemos como proyecto CEIBAL, según su sigla. Sería imprudente de mi parte ingresar en la especialidad del señor Negroponte, encargado de la conferencia inaugural de este foro.

Pero, como persona vinculada al quehacer científico, como ex docente universitario, como ciudadano y como Presidente de la República Oriental del Uruguay, no puedo evitar decirles que el proyecto CEIBAL, mediante el cual, al finalizar el actual período de gobierno, cada alumno y maestro del sistema escolar público, tendrá gratuitamente su propia computadora, es mucho más que un esfuerzo presupuestal. Es mucho más que un desafío tecnológico o que un asunto curricular o un hecho inédito en la región. El proyecto CEIBAL es una revolución. Una revolución profunda e irreversible, porque es una revolución en la inteligencia, en la información y en el conocimiento de nuestros niños, de nuestros jóvenes y de nuestros docentes.

Tan convencidos estamos de ello, tanto nos entusiasma esta revolución, que tenemos el propósito de ampliarla ante una sugerencia de las autoridades de la Administración Nacional de la Enseñanza Pública, en una primera instancia a los docentes de nivel secundario, para que todos ellos tengan iguales posibilidades de acceder a un computador portátil de buena calidad, bajo costo y mediante adecuada financiación. Queremos extender este proyecto en una primera etapa, apoyando esta propuesta que nos llega de los propios docentes de la enseñanza secundaria pública de nuestro país.

Puede parecer irrelevante pero no lo es, ya que muchos de estos docentes no poseen un computador propio, con lo que ello significa en cuanto a dificultades en el desempeño de sus tareas.

Las revoluciones no garantizan la prosperidad de la gente, pero si son auténticas, ayudan a que toda la gente tenga iguales oportunidades de prosperar. A eso apunta, más allá de sus naturales acotamientos e inexorables dificultades, el Proyecto CEIBAL Y eso es lo que, modestamente, quería mencionar en esta oportunidad y compartir con todos ustedes.

Y agregar, que estamos trabajando en la elaboración de un Programa de educación para nuestros niños, a ser incluido en las computadoras del Plan CEIBAL, para avanzar un paso más en la lucha contra el tabaco. Un plan educativo a nuestros niños escolares para que aprendan a decir que no cuando se les ofrece el primer cigarrillo.

Y es más, en agosto de este año tendremos el altísimo honor de dar la conferencia inaugural que se realizará en Ginebra, auspiciada por la Unión Internacional de Lucha contra el Cáncer. Hablaremos de cómo va avanzando la morbimortalidad de esta enfermedad en el mundo en general y en los países del mundo subdesarrollado en particular. Y estaremos proponiendo en esa reunión, a todos los científicos presentes que van a estar, de distintos países del mundo, que adopten programas similares de educación para luchar contra el hábito del consumo del tabaco, que produce tanto daño a la humanidad.

De aquí la importancia, entre otras, que tiene la educación. La enorme importancia que tiene la educación para poder desarrollar, para poder avanzar en calidad de vida para nuestros ciudadanos.

Amigas y amigos, la educación es imprescindible para la innovación y el desarrollo, pero no es suficiente. Así como el desarrollo no es tener más, la innovación no es tecnología y nada más. La innovación no es una máquina. La innovación es un fenómeno complejo, sistémico, en el cual actúan diversos agentes y el cual interactúa con otros fenómenos.

En tal sentido, nuestra tercera tarea, respecto a la innovación y el desarrollo, es asumirlos en su complejidad, en su carácter homeostático y llevarlos adelante con convicción y con acciones concretas.

Así, por ejemplo, no hay innovación sin ciencia básica, que debe ser cultivada por su capacidad de producir conocimiento y formar personas capaces de encarar problemas difíciles con originalidad y responsabilidad. Y responsabilidad.

La ciencia sin conciencia es la ruina del alma, enseñó hace cinco siglos Francois Rabelais.

Sin embargo, no basta con hacer ciencia básica. Si hacemos ciencia básica y no patentamos los descubrimientos, otros lo harán por nosotros, los llevarán a etapas pre-industriales e industriales y nos los venderán a muy buen precio, para ellos, por supuesto.

Esta historia, por cierto, ya la conocemos pretendemos y preferimos no volver a vivirla. Queremos defender el producto de nuestra inteligencia, de la inteligencia de nuestros jóvenes, de este continente.

Pero además, democracia, economía, bienestar, educación, ciencia, tecnología, innovación, comercialización, etcétera, constituyen un ecosistema que no puede funcionar adecuadamente si falta o es débil alguno de sus componentes. Entre otras razones, porque las consecuencias de tales disfuncionalidades siempre las pagan los mismos. Que en nuestro continente son, lamentablemente, los más desposeídos y los más débiles. No tenemos derecho a equivocarnos.

No está en mi ánimo inducir ni obligar a ustedes a convertir este foro de innovación en un concilio ecuménico, pero tampoco puedo renunciar a por lo menos mencionar que, complementariamente a la educación, entre los factores y agentes de innovación y desarrollo están los siguientes y creo que debemos tenerlos muy en cuenta. No sólo hablar de ciencia, tecnología, innovación. Sino también de otros elementos constitutivos del ecosistema que hacía referencia, que quisiera mencionar especialmente en la tarde de hoy.

Primero, para cualquier país, un contexto macro económico consistente, estable y confiable. Porque la innovación no es fortuita ni gratuita. Necesita recursos, requiere inversión y nadie invierte cuando la única certeza es la incertidumbre. Los países deben mostrar su cara seria en política económica, en especial en política macroeconómica. Única forma de atraer inversiones tan necesarias para el desarrollo del conocimiento, para generar puestos de trabajo genuinos para nuestra gente.

En segundo lugar, una cultura de la innovación que impregne, no a una elite de privilegiados sino al conjunto de la sociedad. Innovar es crear nuevos productos o procesos productivos, pero también es mejorar servicios, fomentar derechos. En fin, mejorar la calidad de vida de la gente. Innovar, reitero, no es un privilegio de pocos sino una responsabilidad de todos.

En tal sentido, innovar es una tarea sustancialmente democrática y participativa y con una indeleble, entonces, impronta ciudadana.

En tercer lugar, un sector público eficiente y dinámico. En materia de innovación y desarrollo, el Estado y el Gobierno, que no son la misma cosa, por cierto, tienen competencias y responsabilidades intransferibles. Ya sea en la identificación de opciones de especialización, porque nadie es bueno para todo; la capacitación de recursos humanos, acorde con las opciones adoptadas; la definición y ejecución de políticas que incentiven a las empresas y a los emprendedores en su actividad innovadora; la construcción de una institucionalidad adecuada y la asignación de los recursos necesarios para sustentar tales políticas.

En Uruguay, por citar un caso que me involucra, creamos la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, como institución pública no estatal. Pequeña, ágil, con mecanismos abiertos y transparentes de asignación de recursos y procedimientos sistemáticos, con los objetivos principales de diseñar, organizar y desarrollar planes e instrumentos orientados al desarrollo científico-tecnológico, al despliegue y fortalecimiento de las capacidades de innovación y a fomentar la articulación y coordinación entre los diversos actores involucrados en la creación y utilización de conocimientos.

En buen romance, jugamos el rol que le corresponde al Estado. Pero también hay un rol que tendrá que jugar el sector privado.

Y vaya, si con esto que hemos hecho en el Uruguay estamos innovando. Por lo pronto, los recursos que se destinarán a la innovación en el corriente año son nueve veces más –nueve veces más- que lo que se destinaron en el año 2004.

También, creamos la Agencia para el Gobierno Electrónico. La Sociedad de la Información y del Conocimiento, con objetivos y metas concretas en materia de inclusión y equidad social. Un proyecto social de inclusión. Un proyecto económico de inclusión social.

Fortalecimiento democrático, transformación del Estado, desarrollo productivo y de infraestructuras para generar puestos de trabajo, genuinos y decentes para nuestra gente. Educación y generación de conocimiento e integración regional.

No es un hecho menor, en un país de poco mas de tres millones de habitantes y en el cual, según recientes estudios, 32.000 personas utilizan el teletrabajo para vender sus productos o servicios al exterior, y los ingresos de divisas por este concepto, que aumentaron un 126% el año pasado, con respecto al año 2006.

Cuarto, como decíamos recién, un sector privado también protagonista. Con empresas capaces de adoptar las tecnologías más modernas, de mejorar sus modelos de gestión y comercialización, de crear valor como estrategia de competencia en los mercados globales.

Nada de esto se logra con empresarios y trabajadores insuficientemente calificados. Difícilmente se logre con empresarios ricos y empresas pobres, y trabajadores más pobres aún.

Difícilmente se logre, en pocas palabras, sin relaciones laborales innovadoras para ambas partes, valga la redundancia. Relaciones laborales serias, respetuosas, formales, de tolerancia, de diálogo.

En quinto lugar, un sector universitario académico innovador en sí mismo, exigente con los demás. Pero también exigente consigo mismo, en su compromiso con la democratización del conocimiento, en sociedades de base crecientemente científica. Y mas allá de ello, con la libertad y la democracia como condiciones sine qua non para la innovación y el desarrollo.

Voy a decirlo, porque si no lo hago puede provocarse algún malentendido doméstico, aquí, entre nosotros. Yo me siento sanamente orgulloso del sector universitario académico uruguayo. En parte, obviamente, porque pertenezco al mismo. Pero en mayor parte, por el involucramiento de este sector en la construcción de un Uruguay mejor, con más calidad de vida para su gente.

Podría dar al respecto, de este sector al que estoy mencionando, muchos ejemplos para sustentar lo que estoy diciendo. Pero voy a mencionar uno, al equipo BiliLED para el tratamiento de la ictericia neonatal desarrollado bajo patente de la Universidad de la República, que es la universidad del Estado uruguayo, con el apoyo del Programa AMSUD del Instituto Pasteur de Francia y del PNUD, el Instituto de Física de la Facultad de Ingeniería de nuestra Universidad de la República, logró un excelente equipo de fototerapia de bajo costo, mayor vida útil y fácil mantenimiento que reduce los tiempos de tratamiento y permite tratar los casos graves de ictericia sin recurrir a las transfusiones sanguíneas, que representan un alto riesgo de vida para los recién nacidos.

Desde mediados del año pasado, equipos BiliLED, fabricados y donados por la Universidad de la República, están funcionando en cinco hospitales públicos de aquí, en Uruguay. Claro que estamos orgullosos, vaya si podemos estar orgullosos de nuestros jóvenes técnicos. ¿Cómo un Gobierno puede dar la espalda a estos procesos de innovación, de investigación, de avance en el conocimiento, de educación y de volcar estos conocimientos, democráticamente y con equidad, al seno de la sociedad que tanto lo está esperando?

En quinto lugar, un proyecto de nación. Porque las naciones son pasado y tradición, pero también y sobre todo, son la posibilidad de un futuro mejor y compartido. Más aún en naciones jóvenes como las americanas. Ese futuro mejor no está predeterminado, ni hay que esperarlo. Hay que construirlo, con los pies en la realidad y la mirada y el corazón en la utopía. Con pragmatismo, pero también con valores y con principios.

Los uruguayos lo estamos intentando, todos los uruguayos. Sin diferencia, en este momento hablando como político de sectores políticos, por encima de los sectores políticos, el Uruguay lo va a poder construir. Los uruguayos lo estamos intentando.

No le damos la espalda al pasado, pero tampoco somos rehenes del mismo. Estamos viviendo un presente, construyendo un futuro que sea mejor que el pasado. ¿Que la tarea no es fácil?, ¿que en el transcurso de la misma existen inconvenientes?, ¿aparecen diferencias y se cometen errores? Por supuesto que sí. Pero las dificultades no pueden servir de excusas para la resignación.

Sexto, un proyecto de región. Porque la viabilidad de las naciones está estrechamente vinculada a su inserción internacional y en primer término, por supuesto, a sus respectivas regiones. Ningún país, por rico y poderoso que sea, puede darse el lujo de la soledad, suponiendo que la soledad sea un lujo, cuestión harto discutible. Y que justificaría innumerables congresos, seminarios, talleres, observatorios, conservatorios, tertulias, etc., para discutir ese punto. Basta repasar el catálogo de organismos de integración regional para que podamos constatar que los americanos somos, seguramente, y desde hace muchos años, campeones mundiales en la creación de organismos de integración regional.

Sin embargo, basta repasar las noticias de las últimas semanas para constatar que para construir una región no alcanza con inventar siglas, hacer reuniones, pronunciar encendidos discursos o posar para fotos protocolares. Ni siquiera alcanza con hacer conceptuosas declaraciones. Las declaraciones no curan enfermedades ni reducen los problemas.

Para construir una región, desde nuestro muy humilde punto de vista, se necesitan ideas de largo aliento, decisiones responsables y firmes y acciones concretas. Y respeto, mucho respeto. Respeto a uno mismo, que no quiere decir egolatría. Y respeto a los demás, que no quiere decir pusilanimidad.

No ignoramos la complejidad del mundo actual ni las diferencias y desigualdades existentes en nuestro propio continente. Tampoco ignoramos que pese a ello, la integración americana, avanza. Con luces y sombras, con aciertos y errores. De a poco, pero avanza.

Y tendrá que avanzar mucho más aún, en términos de conectividad, de comunicaciones, de energía, de infraestructura, producción, en términos de cultura, de derechos, de ciudadanía. Y por supuesto, de ciencia, de tecnología e innovación para el desarrollo.

Si tendremos tareas que llevar adelante en un proceso de integración. Y no sólo políticas, y no sólo comerciales, y no sólo mercantilistas y no sólo económicas. Ahí está la complejidad de la que intentábamos hablar desde el principio de nuestra ponencia.

No es fácil. Lo sabemos, no es fácil. Pero tampoco imposible. Es difícil. Pero les parece imposible a quienes no están dispuestos a intentarlo seriamente.

Y no es ese nuestro caso. Este Foro, la presencia de todos ustedes aquí, es una demostración de voluntad y compromiso, ya no sólo con la innovación y el desarrollo, sino también con la integración americana.

Amigas y amigos, "¿Por qué debo preocuparme tanto por la posteridad si ella no ha hecho nada por mí?". Esto lo dijo Marx. Pero cuidado, Groucho Marx. No es un chiste banal ni un juego de palabras. A su manera, Groucho, tenía razón. Hay que preocuparse menos por la posteridad y hay que preocuparse más por el futuro.

El concepto posteridad tiene cierto tufillo egoísta. En cambio el concepto futuro respeta al individuo al tiempo que valora a los demás, en tanto semejantes. Por supuesto, en ese terreno y en esa tarea la innovación tiene mucho de futuro compartido.

Y este Foro, que no pretende ser principio ni fin de proceso alguno, es un mojón en un camino que viene de lejos. Un camino que como americanos emprendimos un poco tarde, como lo decía al principio, pero que estamos recorriendo para llegar a tiempo al mejor futuro. Este es el desafío que ustedes tendrán por delante en las próximas horas, en las discusiones fermentales que seguramente llevarán adelante. Muchas gracias, y buen trabajo.

   
 
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