Perspectiva de género
La discriminación contra las
mujeres intercepta el desarrollo de una vida social
plena
Las mujeres deben tener derecho a
una vida integral, libre de violencia y de mandatos
sociales que impidan participar o movilizarse. Los
cambios de pautas culturales deben asegurar la igualdad
de oportunidades y derechos como parte de un proceso de
construcción de ciudadanía, dijo Beramendi. Asimismo,
indicó que en cuanto a la participación de la mujer en
la vida política, Uruguay está apenas arriba de los
Países Árabes.
En la presentación del VI Informe
Interamericano de la Educación en Derechos, segunda
medición de desarrollo normativo de la educación en
derechos y el gobierno estudiantil, la Directora del
Instituto Nacional de las Mujeres del Ministerio de
Desarrollo Social (MIDES), Carmen Beramendi disertó
sobre "La perspectiva de género en la educación en DDHH".
La Jerarca, en su exposición realizó
un enfoque que se orientó hacia los problemas en la
desigualdad de género, la violencia doméstica como una
situación "natural" de la vida cotidiana, la mujeres
como seres humanos para otros y la pertenencia del
cuerpo femenino al colectivo social.
De esta forma, aseguró que la
perspectiva de los derechos humanos constituye un
abordaje que permite analizar identidades, pensar en
las relaciones sociales que están fuertemente
atravesadas por el poder que cruza la interacción
asimétrica entre los sexos.
En una sociedad jerarquizada como la
uruguaya las mujeres están discriminadas porque sus
cuerpos y sus vidas se visualizan como espacios que han
sido asignados por la socialización de género y que
tienen que ver con la reproducción y la vida doméstica.
Beramendi, dijo que en ese mundo la
mujer tiene poder, situación que afirma la idea de que
"somos seres humanos para otros", perspectiva que
construye el uso indiferenciado que se hace del tiempo
cotidiano.
Las encuestas demuestran que las
mujeres tienen una escasa participación en el mundo
laboral. A pesar de que se invierte mucho en la
educación de género, esa formación profesional se
pierde y se desaprovecha como capital desde el punto de
vista social y cultural.
Asimismo, dijo que la participación
de las mujeres en la vida política coloca a Uruguay
apenas arriba de los Países Árabes.
La Jerarca, afirmó que el desempleo
femenino está duplicado con respecto al masculino y
esto quiere decir que se continúa teniendo un problema
en la desigualdad entre géneros.
Respecto a ello, agregó que en el
Programa "Uruguay Trabaja", cinco de cuatro personas
que se anotan son mujeres; y de los inscriptos en
"Trabajo por Uruguay", el 80% son mujeres, lo cual
demuestra una doble discriminación por pertenecer al
género y ser pobre.
En cuanto a la violencia contra la
mujer, expresó que se registran cifras que son
"vergonzantes en la región y en el mundo", con muertes
como resultado del uso abusivo del poder inscripto en
la dicotomía entre lo público y lo privado.
Agregó, que la realidad interpela
porque actualmente existen cientos de mujeres uruguayas
que son sistemáticamente torturadas en el espacio
doméstico, por el uso abusivo del poder legitimado por
el empleo de la fuerza.
El poder se ejerce verticalmente de
hombres hacia mujeres, situación que sucede en la vida
cotidiana donde no existen derechos al desarrollo de un
proyecto de vida individual. Asimismo, sostuvo que
desarrollar aspectos de participación en otros espacios
de formación o educación se realiza "pagando" un alto
costo personal.
La falsa dicotomía entre los
derechos humanos en los ámbitos públicos y privados es
clave para reconocer la vulnerabilidad y la exigencia
para que existan políticas públicas para cambiar la
misma.
En ese marco, Uruguay comenzó a
desarrollar una serie de medidas que están expresadas
en el Plan de Igualdad de Oportunidades y Derechos que
reconocen que son necesarios instrumentos legales para
eliminar la desigualdad de géneros.
Entre las líneas estratégicas de
igualdad planteadas se expresa que se debe democratizar
la información y el conocimiento de los derechos de las
mujeres para que ellas puedan acceder a un
empoderamiento de los mismos con el objetivo de un
óptimo ejercicio ciudadano.
Por otra parte, se logró que en
Uruguay se haya dejado de "naturalizar" la violencia
doméstica contra las mujeres, estigma que es parte de
una construcción cultural y de un sistema de creencias
que promueven una manera de vinculación que luego
matrizan comportamientos.
Beramendi, expresó que educar para
tener conocimiento de los derechos de las mujeres es
clave para lograr la apropiación de un sentido de
ciudadanía distinto, elemento estructurante para
ejercer acciones no discriminantes porque "nadie cambia
algo que no conoce".
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