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23 de mayo, 2008

XXIII Jornadas de Oncología

Vázquez valoró avances en camino de salida del subdesarrollo oncológico
En el acto de apertura de las XXIII Jornadas de Oncología Médica del Interior en Rivera, el Presidente Tabaré Vázquez dijo que un país oncológicamente desarrollado es aquel que previene o diagnostica precozmente el cáncer, cura más cánceres y gasta menos dinero en hacerlo. Admitió que Uruguay está oncológicamente subdesarrollado y exige la interacción de políticas de prevención, detección oportuna y tratamiento adecuado.

El Presidente de la República, Tabaré Vázquez, presente en el acto de apertura de las las XXIII Jornadas de Oncología Médica del Interior se dirigió a la concurrencia, agradeciendo haber sido invitado y reconociendo sentirse como en casa en función de su afección por la medicina y la oncología.

El Primer Mandatario definió la historia clínica del cáncer como el breve acto final de una extensa representación biológica. Aclaró que esas diez células suponen un largo recorrido biológico previo, en el cual hay que incidir con políticas de educación, prevención, detección oportuna y tratamiento adecuado.

Vázquez dijo que la interacción y los resultados de las políticas determinan el desarrollo oncológico de un país. Explicó que un país oncológicamente desarrollado es aquel que previene o diagnostica precozmente el cáncer, cura más cánceres y gasta menos dinero en hacerlo. Dijo también que por el contrario, un país oncológicamente subdesarrollado es aquel que , más allá de los recursos que asigne, no tiene políticas eficaces de prevención, diagnostica tardíamente y cura menos cánceres.

El Presidente dijo que, de acuerdo con estos parámetros, Uruguay es un país oncológicamente subdesarrollado. Aclaró que esto se plantea por falta de políticas de educación y prevención, porque la detección es tardía y el gasto en tratamiento contrasta con el reducido porcentaje de curación.

Sostuvo que las consecuencias de ese subdesarrollo son muchas y puso como ejemplo, datos estadísticos del MSP: De 31.056 defunciones del año 2006, 7.696 fueron a causa del cáncer. En relación con esa cifra, Vázquez se preguntó ¿cuántas de ellas se habrían podido evitar por educación, prevención o detección a tiempo?

Acto seguido reflexionó que la muerte es inevitable, empero, muchas enfermedades son prevenibles o curables. La vida, dijo Vázquez , esa obra maestra de la naturaleza, merece ser vivida con dignidad. Agregó que el desarrollo económico, social, colectivo o individual es un derecho inalienable de la gente y una responsabilidad inexcusable de los gobiernos, de la sociedad y de la comunidad científica. En ese sentido, recordó palabras de Francois Rabelais: "la ciencia sin conciencia, es la ruina del alma"

Vázquez fue explícito en cuanto a la valoración de los avances que se vienen procesando "en este camino de salida del subdesarrollo oncológico". Fundamentó su valoración por lo que significan en el contexto de una transformación sustancial en el Sistema Nacional de Salud. Y asimismo, mencionó la promoción de la salud, intersectorialidad de las políticas, cobertura universal, accesibilidad y sustentabilidad de los servicios, equidad y continuidad de las prestaciones, calidad de la atención, eficacia y eficiencia en términos económicos y sociales, participación de trabajadores y usuarios, etc., etc. Reconoció también que estos avances no son mérito exclusivo del MSP o del Poder Ejecutivo sino de todos los actores competentes involucrados en un área tan compleja como es la salud de la población. Afirmó que implantar un modelo de atención integral basado en una estrategia sanitaria común , políticas de salud articuladas, programas integrales, acciones de promoción, protección, diagnóstico precoz, tratamiento oportuno, así como la recuperación y rehabilitación de la salud de los usuarios es tarea fundamental y compleja.

Recordó también Vázquez la exigencia de consolidar el derecho a la protección de la salud que tienen todos los habitantes, que es derecho y responsabilidad de todos.

Señaló que resulta inevitable que en la implantación del Sistema Nacional Integrado de Salud haya desajustes, interrogantes y conflictos. Dijo que no se deben temer a las diferencias sino asumirlas sin drama, canalizarlas con lealtad institucional y responsabilidad ciudadana y resolverlas a favor del bienestar de la gente. El Presidente de la República concluyó su alocución diciendo que a lo largo de su vida profesional y política ha tratado de afrontar la realidad, mirando de frente las angustias, necesidades y esperanzas de los semejantes.

PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, TABARÉ VÁZQUEZ, DURANTE EL ACTO DE APERTURA DE LAS XXIII JORNADAS DE ONCOLOGÍA MÉDICA DEL INTERIOR

PRESIDENTE TABARÉ VÁZQUEZ: Muy buenas tardes para todos ustedes. Autoridades nacionales y departamentales, señor intendente Municipal de Rivera, profesor Tabaré Viera, señor Presidente de este Congreso, doctor Gabriel Kriger, señora profesora doctora Graciela Sabini, señor Presidente de COMERI, señor profesor Director de PRONACAN, doctor Miguel Musé, señor Presidente de la Comisión Honoraria de Lucha Contra el Cáncer, señor Oscar Magurno, estimado profesor Praderi, amigas y amigos, queridos colegas:

No por tratarse de la vigésimo tercera edición de las Jornadas de Oncología Médica del interior, su apertura es menos emotiva que las anteriores; y alguna de las cuales tuve la suerte de participar. Aquí hay mucho trabajo, muchos desafíos, muchos compromisos, muchas esperanzas y, por supuesto, muchos colegas y amigos.

Gracias, entonces, por invitarme a compartir este momento con ustedes. Siento -como lo decía usted, doctor- que estoy en mi propia casa.

No es que esté obligado o molesto -quiero aclarar esto también- con la responsabilidad institucional que la ciudadanía me ha confiando; pero sucede que -como ustedes- soy un apasionado de la medicina y de la oncología. Y sé que se me ha criticado por ejercer la medicina al mismo tiempo que trato de llevar adelante la Presidencia de la República, pero estoy seguro que ninguno de ustedes se podría sustraer a la tentación de seguir ejerciendo la medicina, porque la llevamos en el corazón.

Y a propósito de la pasión que nos une y de la casa que compartimos, permítanme decir que la oncología médica que tanto amamos -así como la oncología radioterapéutica- constituye para nosotros un enorme desafío en permanente construcción.

Ustedes bien lo saben -lo voy a criticar, simplemente, porque también nos están escuchando quienes no son oncólogos, la población en general a través de los medios de comunicación, pero los oncólogos bien lo saben-: la historia clínica del cáncer, lo que vemos los clínicos, como enfermos portadores de cáncer es el breve acto final de una extensa representación biológica.

En efecto: el cáncer, muy tempranamente, se diagnostica en general –por supuesto- cuando tiene la dimensión de un grano de arroz. Y en ese grano de arroz que apenas pesa aproximadamente un gramo, hay algo así como diez cada nueve células. Una enorme cantidad de células.

Pero alcanzar ese número de células, esa tan importante población celular supone ese número de células, esa importante población celular, supone un largo y silencioso recorrido biológico previo.

Un recorrido sobre el cual hay que incidir con políticas de educación –como lo decía la profesora Sabini- de prevención, de detección oportuna y de tratamiento adecuado.

La interacción y los resultados de estas políticas, determinan lo que podríamos denominar el desarrollo oncológico de un país, el desarrollo oncológico de una Nación.

Así entonces, un país oncológicamente desarrollado es aquel que previene o diagnostica precozmente el cáncer, que cura más cánceres y gasta menos dinero en hacerlo.

Por el contrario, un país oncológicamente subdesarrollado es aquel que, más allá de los recursos económicos que asigne, no tiene políticas eficaces de prevención, diagnostica tardíamente los tumores y cura menos cánceres gastando más dinero.

¿En qué nivel de esa escala se ubica nuestro país? Ustedes bien lo saben. De acuerdo a estos parámetros que acabamos de mencionar, el Uruguay es un país que oncológicamente está saliendo del subdesarrollado. Basta ver la gráfica sobre tendencias crecientes de la mortalidad por cáncer en Uruguay, en la página 14 del Manual de Oncología para el Primer Nivel de Atención, que acaba de editarse en nuestro país, para sustentar la afirmación anterior. Hay una reducción clara de la tasa ajustada de la mortalidad por cáncer en Uruguay que desde 1990 a 2006 bajó un 10,5% la mortalidad por cáncer en el hombre y 9% la mortalidad por cáncer en la mujer. Esta última cifra no es tan clara como la anterior por el incremento de consumo de tabaco por parte del sexo femenino.

Según datos estadísticos del MSP, de las 31.056 defunciones registradas durante ese año 2006, 7.696 fueron a causa del cáncer y dentro de esta causal se observa la siguiente relación:

1.187 por cánceres de tráquea, bronquios y pulmón

877 muertes por cánceres de colon, recto o ano

693 por cáncer de mama

584 por cáncer de próstata

418 por cáncer de páncreas

403 por cáncer de estómago

251 muertes por cáncer de esófago

234 muertes por linfoma no Hodgkiniano

221 muertes por cáncer de cuello útero

212 por vejiga

182 por leucemia

123 por laringe

123 por labios, cavidad bucal y faringe

123 por ovarios

116 muertes por cáncer de meninges

112 muertes por mieloma múltiple

88 muertes por cáncer de piel

otros cánceres: 1.654

Ustedes se dirán a cuenta de qué yo hablo de estos números, porque podrá decirse también que en este mismo año 2006 hubo:

9.795 defunciones por enfermedades del sistema circulatorio

5.420 muertes por enfermedades del corazón

3.200 por episodios cerebrovasculares

2.879 por enfermedades respiratorios

1.210 por accidentes

539 por suicidio y

157 muertes por homicidio

Sí, es verdad. Pero volviendo a nuestra temática específica, las muertes por cánceres, 7.696 defunciones en el año 2006, debemos preguntarnos ¿cuántas de ellas pudieron haberse evitado por educación y prevención adecuadas o detección a tiempo? ¿tenemos que resignarnos al subdesarrollo oncológico? Yo creo que no.

La muerte es inevitable, pero muchas enfermedades son prevenibles o curables (entre ellas el cáncer) y la vida, esa obra maestra de la naturaleza, merece ser vivida con dignidad. Porque, además, el desarrollo económico, social, colectivo o individual es un derecho inalienable de la gente.

Y es también una responsabilidad inexcusable de los gobiernos, de la sociedad en su conjunto y, dentro de ella, de la comunidad científica por aquello que nos enseño Francois Rabelais hace nada más que 500 años cuando decía "la ciencia sin conciencia es la ruina del alma".

Colegas y amigos:

El temario de esta jornada es, realmente, interesantísimo: cáncer ginecológico, manejo de cánceres de mama in situ e invasor operable, adyuvancia en cáncer de colon, controversias que existen, por cierto, en la cancerología en cáncer de próstata y vejiga, cuidados paliativos, etcétera.

La lista de calificados expositores sobre estos temas hace innecesario que yo hable sobre los mismos. Más que hablar me gustaría haber escuchado o escuchar las ponencias y los comentarios respectivos.

Tampoco hablaré sobre los avances y perspectivas del PRONACAN, asunto sobre el cual han expuesto el señor Subsecretario del Ministerio de Salud Pública, doctor Miguel Fernández y el profesor Ignacio Musé –que me han comentado lo hizo, como siempre, con una gran brillantez.

En todo caso permítanme decirles que valoramos los avances que se vienen procesando en este camino de salida del subdesarrollo oncológico. Los valoramos por lo que significan en términos de educación, de promoción de la salud y prevención y asistencia, de rehabilitación y de cuidados paliativos.

Los valoramos también por lo que significan en el contexto de una transformación sustancial en el Sistema Nacional de Salud sobre bases de promoción de la salud; intersectorialidad de las políticas; cobertura universal, accesibilidad, y sustentabilidad de los servicios; equidad y continuidad de las prestaciones; calidad de la atención; eficacia y eficiencia en términos económicos y sociales; participación de trabajadores y usuarios; etcétera.

Pero los valoramos además porque estos avances no son mérito exclusivo ni del Ministerio de Salud Pública ni del Poder Ejecutivo; son mérito de todos los actores competentes e involucrados en un área tan fundamental y compleja como es la salud de la población:

El Gobierno Nacional hizo su parte, también, señor Intendente, hicieron su parte los Gobiernos Departamentales, pero también es trabajo y responsabilidad del sistema político/institucional –me estoy refiriendo a los partidos políticos, todos, y al Parlamento- el sistema educativo y de la comunidad académica de la Administración Nacional de Educación Pública, de la Universidad de la República y su Facultad de Medicina, de la Asociación de Estudiantes de Medicina, de las sociedades científicas. Es tarea también de personas jurídicas de derecho público no estatal -como la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer- de instituciones asistenciales como las aquí presentes y otras; de los profesionales y trabajadores de la salud –del Sindicato Médico, de la Federación Uruguaya de la Salud, de FEMI- y también, por qué no decirlo, responsabilidad de los usuarios, que antes de ser usuarios son ciudadanos.

Amigas y amigos:

Implantar, cambiar, impulsar un modelo de atención integral basado en una estrategia sanitaria común, políticas de salud articuladas, programas integrales y acciones de promoción, protección, diagnóstico precoz, tratamiento oportuno, así como la recuperación y rehabilitación de la salud de los usuarios es una tarea fundamental y compleja.

Asimismo, consolidar el derecho a la protección de la salud que tienen todos los habitantes es, valga la doble redundancia, derecho y responsabilidad de todos.

Por lo tanto, resulta inevitable que en el diseño e implantación, en el avance del Sistema Nacional Integrado de Salud haya desajustes, surjan interrogantes, aparezcan diferencias o se produzcan conflictos. La infalibilidad no existe y la unanimidad, si alguna vez existió, pasó de moda y no fue buena cosa.

No debemos alarmarnos por esta diferencia. La pluralidad enriquece a las sociedades y el debate fortalece a la democracia como forma de gobierno y estado de la sociedad.

No debemos temerle a las diferencias. Debemos sí asumirlas sin drama, analizarlas con lealtad institucional y responsabilidad ciudadana y resolverlas a favor del bienestar de la gente, que es nuestra razón y nuestro objetivo.

En uno de sus poemas, León Felipe, seguramente por todos conocido, expresó –textual-

"Yo no sé muchas cosas, es verdad/digo tan sólo lo que he visto

Por supuesto, salvando todas las diferencias, yo tampoco sé muchas cosas; pero sé, porque lo he visto y lo he vivido, que la única manera de afrontar la realidad es mirar de frente las angustias, las necesidades, los derechos y las esperanzas de nuestros semejantes.

Eso es lo que he intentado hacer a lo largo de mi vida profesional y política.

En eso estoy y en eso seguiré hasta que me jubile o me jubilen.

Queridos colegas, amigas y amigos, sólo me resta felicitarlos una vez más por la realización de estas jornadas, sumarme al reconocimiento de todos ustedes a la ciudad y a la institución anfitriona y desearles buen trabajo.

Muchas gracias

   
 
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