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27 de agosto, 2008

Vázquez en Ginebra

La pobreza como factor de riesgo clave y modificable ante la posibilidad de padecer cáncer
En el XX Congreso Mundial de Cáncer, el Mandatario afirmó que a nivel mundial, en 2002, se registraron 11 millones de casos, 50% de los cuales fueron detectados en países subdesarrollados. La enfermedad tiene factores de riesgo modificables como el tabaquismo, alcoholismo o sedentarismo. Dijo, que es necesario mejorar la realidad socioeconómica de los ciudadanos porque la pobreza es un ambiente propicio para padecer la patología.

En la inauguración del XX Congreso Mundial del Cáncer, que se realiza en Ginebra, el Presidente de la República, Tabaré Vázquez, señaló que la situación socioeconómica de una persona es un factor clave ante la posibilidad de padecer cáncer.

El Mandatario, afirmó que el cáncer tiene factores de riesgo no modificables como la edad, la etnia o la raza, la herencia, el sexo, los factores reproductivos o la inmuno depresión.

En ese marco, recordó que el cáncer tiene factores de riesgo modificables como el tabaquismo, el alcoholismo, la dieta inadecuada, el sedentarismo, la obesidad, la exposición ocupacional, las radiaciones ultravioletas, las radiaciones ionizantes y la pobreza.

El Presidente, señaló que gobernar es acompañar a la gente a lo largo de la vida y al mismo tiempo modelar el futuro. En ese sentido, dijo que la política es articulación democrática de la sociedad, con la actuación de los ciudadanos.

Asimismo, indicó que las condiciones socioeconómicas de una persona inciden sobre sus riesgos de enfermar de cáncer y en caso de enfermar se reflejan negativamente sobre sus posibilidades de curarse y de sobrevivir al mismo.

Vázquez, recordó que en Latinoamérica hay pobreza porque existe desigualdad. En la actualidad, el cáncer es la segunda causa de muerte en los países del continente, precedidas por las enfermedades crónicas del adulto.

Los cánceres más comunes se desarrollan en pulmón, próstata, estómago, colón recto, entre los hombres. En las mujeres, mama, cuello uterino, estómago y colón recto, son los más frecuentes.

Vázquez, precisó que si la desigualdad no fuera tan hiriente, muchos cánceres se podrían prevenir, detectarse a tiempo o curarse. Afirmó, que ese es un desafío en el que se debe actuar junto a los ciudadanos.

Expresó, que las situaciones socioeconómicas de pobreza son factores de riesgo para padecer cáncer. En ese sentido, dijo que la realidad mostró que en el año 2002, a nivel mundial se registraron 11 millones de nuevos casos de cáncer, aproximadamente el 50% de ellos en países comprendidos en ese difuso concepto de naciones en vías de desarrollo.

Asimismo, afirmó que el convenio marco para el control del tabaco fue aprobado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde el año 2003 y ratificado por 154 países que no cumplen, en su mayoría a cabalidad con el compromiso.

El Mandatario, expresó que apenas, el 5% de la población mundial está efectivamente libre de humo de tabaco. Agregó, que Uruguay es parte de ese 5%, y es el 7º país del mundo y el primero del continente americano libre de humo de tabaco.

Vázquez, precisó que en Uruguay solamente el 40% de la población realiza actividad física o práctica deportes regularmente. Asimismo, enfatizó que uno de cada cuatro niños, tiene sobrepeso y uno de cada 10 es obeso de riesgo médico.

El Presidente, sostuvo que no hay que resignarse a la realidad, ni pelearse con ella, pero si es necesario mejorarla, situación que siempre es posible, porque es necesario hacer más por la gente.

Disertación del Presidente de la República, Tabaré Vázquez, en la inauguración del Congreso de la Unión Internacional contra el Cáncer (UICC), desarrollado en el Salón AB del Centro de Convenciones de Geneva-Palexpo. Ginebra. 27.08.08

Presidente Vázquez: Amigas y amigos, el siglo XX fue el siglo de la teoría de la relatividad, de la penicilina, de las encimas, de la genética, el psicoanálisis, de la radio, de la televisión, de la computadora, de los primeros viajes al espacio, de Picasso, de los Beatles. Fue también el siglo de la libertad y la democracia. Pero fue también el siglo más sangriento del que la historia tenga registro. Se calcula que la cifra total de muertos provocados directa o indirectamente por las guerras durante el siglo XX se eleva a unos 187 millones de personas. Lo anterior es terrible por su naturaleza, por su magnitud y fundamentalmente porque las guerras son evitables y de nosotros, los seres humanos, dependen evitarlas.

Las comparaciones no son simpáticas y nada puede compararse a la irracionalidad y al horror de la guerra. Pero, ¿cuántas personas murieron de cáncer a lo largo del siglo XX? No lo sabemos, pues los registros son fragmentarios e imperfectos. Si tenemos en cuenta que actualmente se diagnostican unos 11 millones de cánceres en todo el mundo y casi 7 millones de personas mueren de esta enfermedad cada año, seguramente fueron muchísimas las personas que murieron de cáncer en el siglo XX. Y siguen siendo muchísimas, se estima que desde el inicio del siglo XXI al presente el cáncer ha provocado casi tantas muertes como la Segunda Guerra Mundial. Hoy sabemos también -ustedes lo saben- que el cáncer tiene factores de riesgo no modificables: edad, etnia o raza, herencia, sexo, factores reproductivos, inmunodepresión, todos los aquí presentes lo sabemos. Pero sabemos asimismo, que el cáncer tiene factores de riesgo modificables: el tabaquismo, el alcoholismo, la dieta inadecuada, el sedentarismo, la obesidad, la exposición ocupacional, las radiaciones ultravioletas, las radiaciones ionizantes y la pobreza, son factores de riesgo modificables sobre los cuales hay que actuar.

Tiene que actuar la ciencia con conciencia, como enseñó Francois Rabellais hace 500 años. Pero también tienen que actuar los gobiernos, porque al fin y al cabo gobernar es acompañar a la gente a lo largo de la vida y al mismo tiempo modelar el futuro. Tiene que actuar la política porque la política no puede ser reducida a un ejercicio de poder, la política es articulación democrática de la sociedad. Y tienen que actuar los ciudadanos porque no hay articulación democrática de la sociedad sin ciudadanía y nosotros, todos nosotros somos, además de médicos y políticos, somos ciudadanos.

Amigas y amigos, hace un instante hice referencia a las condiciones socioeconómicas, específicamente la pobreza como factor de riesgo de cáncer. En ese sentido, la realidad muestra que en el año 2002, a nivel mundial se registraron 11 millones de nuevos casos de cáncer, aproximadamente el 50% de ellos en países comprendidos en ese difuso concepto de países en vías de desarrollo. Proyecciones realizadas a partir de ese dato llevan a estimar que dentro de 12 años -en el 2020- habrá 16 millones de nuevos casos de cáncer, que no el 50%, el 75% de ellos corresponderán a los llamados países en vías de desarrollo, donde los recursos para la prevención y el control del cáncer suelen ser escasos, cuando no inexistentes.

Sin embargo, la realidad del presente y el futuro que tendremos si no transformamos esa realidad confirman los resultados de aquellos estudios sobre mortalidad por cáncer, según clases sociales en Inglaterra y Gales, publicados en 1911 o en los que desde mediados del siglo XX se realizan sistemáticamente en los Países Escandinavos.

La condición socioeconómica de una persona incide sobre sus riesgos de enfermar de cáncer, y en caso de enfermar, negativamente sobre sus posibilidades de curarse, de sobrevivir al mismo. Ello es especialmente válido en la región del mundo a la cual pertenezco. Si bien, en Latinoamérica no se ha estudiado la relación entre incidencia y mortalidad por cáncer y las desigualdades sociales, con la profundidad que el tema merece y con la que si se ha estudiado, por ejemplo, la relación entre pobreza y desnutrición, mortalidad infantil y enfermedades infecciosas, hay dos datos de la realidad que son irrefutables en Latinoamérica. En Latinoamérica no hay pobreza y desigualdad, en Latinoamérica hay pobreza porque hay desigualdad. En la actualidad, el cáncer es la segunda causa de muerte en nuestros países, precedidas por las enfermedades crónicas del adulto. Nuestros canceres más comunes son el cáncer de pulmón, próstata, estómago, colon recto entre los hombres, y mama, cuello uterino, estómago y colon recto entre las mujeres. Si la desigualdad no fuera tan hiriente, ¿cuántos cánceres podrían prevenirse, detectarse a tiempo o curarse? Muchos seguramente y ese es nuestro desafío, el de todos como dije anteriormente, porque nada de lo humano es ajeno a la humanidad en su conjunto y a cada uno de nosotros. Se trata de un desafío especial para quienes integramos la comunidad científica y es un desafío muy especial para quien habla, que además de médico -o mejor dicho- al mismo tiempo que es médico es Presidente de un país.

Desafío que sin desconocer avances realizados y logros alcanzados aún se puede hacer más para reducir riesgos tales como: el tabaquismo, la dieta no saludable, el sedentarismo y la obesidad, los agentes infecciosos, el alcoholismo, las exposiciones ocupacionales o las radiaciones. Y cuántas muertes por cáncer se evitarían. Repasemos algunas situaciones ilustrativas. 1) El convenio marco para el control del tabaco fue aprobado por la Organización Mundial de la Salud desde el año 2003 y ratificado por 154 países, pero no todos los que lo aprobaron y lo ratificaron lo instrumentan cabalmente. Apenas el 5% de la población mundial está efectivamente libre de humo de tabaco. Permítanme agregar que entre ese 5% está la población de mi país, Uruguay, que es el 7º país del mundo y el primero del continente americano libre de humo de tabaco. 2) El 20% de los cánceres obedecen a infecciones crónicas causadas por virus, entre ellos el del papiloma humano. Aunque diferentes investigaciones de los últimos años han permitido identificar los tipos más carcinogénicos de virus de papiloma humano, deberán los mecanismos de la persistencia de la infección y mejorar sustantivamente el potencial para la prevención primaria del cáncer de cuello uterino, es fundamental ya que este sigue siendo la segunda causa de muerte relacionada con neoplacia maligna entre las mujeres latinoamericanas y entre ellas, las mujeres más pobres. Hoy diagnosticamos cánceres de cuello de útero en mujeres de 20 y pocos años. 3) Si bien, las estimaciones de la fracción atribuible a las exposiciones a sustancias cancerígenas en los ambientes de trabajo, sobre el total de incidencia y mortalidad por cáncer son pocas y fragmentarias, debido, entre otras razones, a la escasa voluntad de las empresas a brindar información sobre sus trabajadores y las sustancias a las que los mismos están expuestos, algunos estudios epidemiológicos muestran que a riesgo de presentación de cáncer de origen ocupacional en Latinoamérica, es por lo menos igual a lo observado en los países europeos y América del Norte. 4) Entre el 20 y el 33% de los cánceres de mama, después de la menopausia, de colon, de endometrio, de riñón y de esófago, están relacionados al sobrepeso corporal excesivo y a la inactividad física. En Uruguay, para ser objetivo y mostrar otras facetas de país libre de humo de tabaco, sólo el 40% de la población realiza actividad física o práctica deportes regularmente. Uno de cada cuatro niños en nuestro país tiene sobrepeso y uno de cada 10 es obeso de riesgo médico. Podría agregar otros casos pero los anteriores son suficientes para demostrar que la ciencia con conciencia tiene mucho terreno por delante. Tiene mucho terreno por hacer en términos de investigación básica, sin duda, pero también mucho terreno para la prevención primaria, para la prevención secundaria, para la aplicación de tratamientos idóneos y adecuados, para la rehabilitación, esa es nuestra tarea. Se podrían salvar muchas más vidas si nos aplicáramos a trabajar sobre estos temas, quizás, que sobre toda la investigación básica que se está llevando adelante.

Amigas y amigos, no hay que resignarse a la realidad ni pelearse con ella. En todo caso, hay que mejorarla, siempre es posible mejorarla, siempre es posible saber más y hacer algo más por la gente. Con esa convicción y esa voluntad he transitado mi vida o por lo menos he intentado hacerlo. Con esa convicción y esa voluntad acepté la invitación de la Unión Internacional contra el Cáncer y estoy en este XX Congreso Mundial del Cáncer. Y tal es la convicción y la voluntad que quiero compartir con ustedes, porque la mejor forma de mejorar la realidad es mirar de frente a nuestros semejantes y leer en sus ojos, como médicos, sus necesidades, sus esperanzas, sus derechos y sus compromisos.

Necesidades, esperanzas, derechos y compromisos que por ser de un semejante son también nuestros. Muchas gracias.

   
 
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