Vázquez en Ginebra
La pobreza como factor de riesgo clave y
modificable ante la posibilidad de padecer cáncer
En el XX Congreso Mundial de Cáncer, el Mandatario
afirmó que a nivel mundial, en 2002, se registraron 11
millones de casos, 50% de los cuales fueron detectados
en países subdesarrollados. La enfermedad tiene
factores de riesgo modificables como el tabaquismo,
alcoholismo o sedentarismo. Dijo, que es necesario
mejorar la realidad socioeconómica de los ciudadanos
porque la pobreza es un ambiente propicio para padecer
la patología.
En la inauguración del XX Congreso
Mundial del Cáncer, que se realiza en Ginebra, el
Presidente de la República, Tabaré Vázquez, señaló que
la situación socioeconómica de una persona es un factor
clave ante la posibilidad de padecer cáncer.
El Mandatario, afirmó que el cáncer
tiene factores de riesgo no modificables como la edad,
la etnia o la raza, la herencia, el sexo, los factores
reproductivos o la inmuno depresión.
En ese marco, recordó que el cáncer
tiene factores de riesgo modificables como el
tabaquismo, el alcoholismo, la dieta inadecuada, el
sedentarismo, la obesidad, la exposición ocupacional,
las radiaciones ultravioletas, las radiaciones
ionizantes y la pobreza.
El Presidente, señaló que gobernar
es acompañar a la gente a lo largo de la vida y al
mismo tiempo modelar el futuro. En ese sentido, dijo
que la política es articulación democrática de la
sociedad, con la actuación de los ciudadanos.
Asimismo, indicó que las condiciones
socioeconómicas de una persona inciden sobre sus
riesgos de enfermar de cáncer y en caso de enfermar se
reflejan negativamente sobre sus posibilidades de
curarse y de sobrevivir al mismo.
Vázquez, recordó que en
Latinoamérica hay pobreza porque existe desigualdad. En
la actualidad, el cáncer es la segunda causa de muerte
en los países del continente, precedidas por las
enfermedades crónicas del adulto.
Los cánceres más comunes se
desarrollan en pulmón, próstata, estómago, colón recto,
entre los hombres. En las mujeres, mama, cuello
uterino, estómago y colón recto, son los más
frecuentes.
Vázquez, precisó que si la
desigualdad no fuera tan hiriente, muchos cánceres se
podrían prevenir, detectarse a tiempo o curarse.
Afirmó, que ese es un desafío en el que se debe actuar
junto a los ciudadanos.
Expresó, que las situaciones
socioeconómicas de pobreza son factores de riesgo para
padecer cáncer. En ese sentido, dijo que la realidad
mostró que en el año 2002, a nivel mundial se
registraron 11 millones de nuevos casos de cáncer,
aproximadamente el 50% de ellos en países comprendidos
en ese difuso concepto de naciones en vías de
desarrollo.
Asimismo, afirmó que el
convenio marco para el control del tabaco fue aprobado
por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde el
año 2003 y ratificado por 154 países que no cumplen, en
su mayoría a cabalidad con el compromiso.
El Mandatario, expresó que apenas,
el 5% de la población mundial está efectivamente
libre de humo de tabaco. Agregó, que Uruguay es parte
de ese 5%, y es el 7º país del mundo y el primero del
continente americano libre de humo de tabaco.
Vázquez, precisó que en Uruguay
solamente el 40% de la población realiza actividad
física o práctica deportes regularmente. Asimismo,
enfatizó que uno de cada cuatro niños, tiene sobrepeso
y uno de cada 10 es obeso de riesgo médico.
El Presidente, sostuvo que no hay
que resignarse a la realidad, ni pelearse con ella,
pero si es necesario mejorarla, situación que siempre
es posible, porque es necesario hacer más por la gente.
Disertación del Presidente de la
República, Tabaré Vázquez, en la inauguración del
Congreso de la Unión Internacional contra el Cáncer (UICC),
desarrollado en el Salón AB del Centro de Convenciones
de Geneva-Palexpo. Ginebra. 27.08.08
Presidente Vázquez: Amigas y amigos,
el siglo XX fue el siglo de la teoría de la
relatividad, de la penicilina, de las encimas, de la
genética, el psicoanálisis, de la radio, de la
televisión, de la computadora, de los primeros viajes
al espacio, de Picasso, de los Beatles. Fue también el
siglo de la libertad y la democracia. Pero fue también
el siglo más sangriento del que la historia tenga
registro. Se calcula que la cifra total de muertos
provocados directa o indirectamente por las guerras
durante el siglo XX se eleva a unos 187 millones de
personas. Lo anterior es terrible por su naturaleza,
por su magnitud y fundamentalmente porque las guerras
son evitables y de nosotros, los seres humanos,
dependen evitarlas.
Las comparaciones no son simpáticas
y nada puede compararse a la irracionalidad y al horror
de la guerra. Pero, ¿cuántas personas murieron de
cáncer a lo largo del siglo XX? No lo sabemos, pues los
registros son fragmentarios e imperfectos. Si tenemos
en cuenta que actualmente se diagnostican unos 11
millones de cánceres en todo el mundo y casi 7 millones
de personas mueren de esta enfermedad cada año,
seguramente fueron muchísimas las personas que murieron
de cáncer en el siglo XX. Y siguen siendo muchísimas,
se estima que desde el inicio del siglo XXI al presente
el cáncer ha provocado casi tantas muertes como la
Segunda Guerra Mundial. Hoy sabemos también -ustedes lo
saben- que el cáncer tiene factores de riesgo no
modificables: edad, etnia o raza, herencia, sexo,
factores reproductivos, inmunodepresión, todos los aquí
presentes lo sabemos. Pero sabemos asimismo, que el
cáncer tiene factores de riesgo modificables: el
tabaquismo, el alcoholismo, la dieta inadecuada, el
sedentarismo, la obesidad, la exposición ocupacional,
las radiaciones ultravioletas, las radiaciones
ionizantes y la pobreza, son factores de riesgo
modificables sobre los cuales hay que actuar.
Tiene que actuar la ciencia con
conciencia, como enseñó Francois Rabellais hace 500
años. Pero también tienen que actuar los gobiernos,
porque al fin y al cabo gobernar es acompañar a la
gente a lo largo de la vida y al mismo tiempo modelar
el futuro. Tiene que actuar la política porque la
política no puede ser reducida a un ejercicio de poder,
la política es articulación democrática de la sociedad.
Y tienen que actuar los ciudadanos porque no hay
articulación democrática de la sociedad sin ciudadanía
y nosotros, todos nosotros somos, además de médicos y
políticos, somos ciudadanos.
Amigas y amigos, hace un instante
hice referencia a las condiciones socioeconómicas,
específicamente la pobreza como factor de riesgo de
cáncer. En ese sentido, la realidad muestra que en el
año 2002, a nivel mundial se registraron 11 millones de
nuevos casos de cáncer, aproximadamente el 50% de ellos
en países comprendidos en ese difuso concepto de países
en vías de desarrollo. Proyecciones realizadas a partir
de ese dato llevan a estimar que dentro de 12 años -en
el 2020- habrá 16 millones de nuevos casos de cáncer,
que no el 50%, el 75% de ellos corresponderán a los
llamados países en vías de desarrollo, donde los
recursos para la prevención y el control del cáncer
suelen ser escasos, cuando no inexistentes.
Sin embargo, la realidad del
presente y el futuro que tendremos si no transformamos
esa realidad confirman los resultados de aquellos
estudios sobre mortalidad por cáncer, según clases
sociales en Inglaterra y Gales, publicados en 1911 o en
los que desde mediados del siglo XX se realizan
sistemáticamente en los Países Escandinavos.
La condición socioeconómica de una
persona incide sobre sus riesgos de enfermar de cáncer,
y en caso de enfermar, negativamente sobre sus
posibilidades de curarse, de sobrevivir al mismo. Ello
es especialmente válido en la región del mundo a la
cual pertenezco. Si bien, en Latinoamérica no se ha
estudiado la relación entre incidencia y mortalidad por
cáncer y las desigualdades sociales, con la profundidad
que el tema merece y con la que si se ha estudiado, por
ejemplo, la relación entre pobreza y desnutrición,
mortalidad infantil y enfermedades infecciosas, hay dos
datos de la realidad que son irrefutables en
Latinoamérica. En Latinoamérica no hay pobreza y
desigualdad, en Latinoamérica hay pobreza porque hay
desigualdad. En la actualidad, el cáncer es la segunda
causa de muerte en nuestros países, precedidas por las
enfermedades crónicas del adulto. Nuestros canceres más
comunes son el cáncer de pulmón, próstata, estómago,
colon recto entre los hombres, y mama, cuello uterino,
estómago y colon recto entre las mujeres. Si la
desigualdad no fuera tan hiriente, ¿cuántos cánceres
podrían prevenirse, detectarse a tiempo o curarse?
Muchos seguramente y ese es nuestro desafío, el de
todos como dije anteriormente, porque nada de lo humano
es ajeno a la humanidad en su conjunto y a cada uno de
nosotros. Se trata de un desafío especial para quienes
integramos la comunidad científica y es un desafío muy
especial para quien habla, que además de médico -o
mejor dicho- al mismo tiempo que es médico es
Presidente de un país.
Desafío que sin desconocer avances
realizados y logros alcanzados aún se puede hacer más
para reducir riesgos tales como: el tabaquismo, la
dieta no saludable, el sedentarismo y la obesidad, los
agentes infecciosos, el alcoholismo, las exposiciones
ocupacionales o las radiaciones. Y cuántas muertes por
cáncer se evitarían. Repasemos algunas situaciones
ilustrativas. 1) El convenio marco para el control del
tabaco fue aprobado por la Organización Mundial de la
Salud desde el año 2003 y ratificado por 154 países,
pero no todos los que lo aprobaron y lo ratificaron lo
instrumentan cabalmente. Apenas el 5% de la población
mundial está efectivamente libre de humo de tabaco.
Permítanme agregar que entre ese 5% está la población
de mi país, Uruguay, que es el 7º país del mundo y el
primero del continente americano libre de humo de
tabaco. 2) El 20% de los cánceres obedecen a
infecciones crónicas causadas por virus, entre ellos el
del papiloma humano. Aunque diferentes investigaciones
de los últimos años han permitido identificar los tipos
más carcinogénicos de virus de papiloma humano, deberán
los mecanismos de la persistencia de la infección y
mejorar sustantivamente el potencial para la prevención
primaria del cáncer de cuello uterino, es fundamental
ya que este sigue siendo la segunda causa de muerte
relacionada con neoplacia maligna entre las mujeres
latinoamericanas y entre ellas, las mujeres más pobres.
Hoy diagnosticamos cánceres de cuello de útero en
mujeres de 20 y pocos años. 3) Si bien, las
estimaciones de la fracción atribuible a las
exposiciones a sustancias cancerígenas en los ambientes
de trabajo, sobre el total de incidencia y mortalidad
por cáncer son pocas y fragmentarias, debido, entre
otras razones, a la escasa voluntad de las empresas a
brindar información sobre sus trabajadores y las
sustancias a las que los mismos están expuestos,
algunos estudios epidemiológicos muestran que a riesgo
de presentación de cáncer de origen ocupacional en
Latinoamérica, es por lo menos igual a lo observado en
los países europeos y América del Norte. 4) Entre el 20
y el 33% de los cánceres de mama, después de la
menopausia, de colon, de endometrio, de riñón y de
esófago, están relacionados al sobrepeso corporal
excesivo y a la inactividad física. En Uruguay, para
ser objetivo y mostrar otras facetas de país libre de
humo de tabaco, sólo el 40% de la población realiza
actividad física o práctica deportes regularmente. Uno
de cada cuatro niños en nuestro país tiene sobrepeso y
uno de cada 10 es obeso de riesgo médico. Podría
agregar otros casos pero los anteriores son suficientes
para demostrar que la ciencia con conciencia tiene
mucho terreno por delante. Tiene mucho terreno por
hacer en términos de investigación básica, sin duda,
pero también mucho terreno para la prevención primaria,
para la prevención secundaria, para la aplicación de
tratamientos idóneos y adecuados, para la
rehabilitación, esa es nuestra tarea. Se podrían salvar
muchas más vidas si nos aplicáramos a trabajar sobre
estos temas, quizás, que sobre toda la investigación
básica que se está llevando adelante.
Amigas y amigos, no hay que
resignarse a la realidad ni pelearse con ella. En todo
caso, hay que mejorarla, siempre es posible mejorarla,
siempre es posible saber más y hacer algo más por la
gente. Con esa convicción y esa voluntad he transitado
mi vida o por lo menos he intentado hacerlo. Con esa
convicción y esa voluntad acepté la invitación de la
Unión Internacional contra el Cáncer y estoy en este XX
Congreso Mundial del Cáncer. Y tal es la convicción y
la voluntad que quiero compartir con ustedes, porque la
mejor forma de mejorar la realidad es mirar de frente a
nuestros semejantes y leer en sus ojos, como médicos,
sus necesidades, sus esperanzas, sus derechos y sus
compromisos.
Necesidades, esperanzas, derechos y
compromisos que por ser de un semejante son también
nuestros. Muchas gracias. |