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29 de agosto, 2008

Lucha antituberculosa

Impacto social de la transmisión de la TBC dentro y fuera de los centros carcelarios
Diagnóstico precoz, la consulta espontánea, la administración ininterrumpida de medicamentos, así como una supervisión estricta, son las estrategias que permiten expresar que existe una disminución de la tuberculosis en los centros carcelarios. El hacinamiento propicia el contagio de la enfermedad. No obstante, no se han generado casos resistentes a la medicación que se brinda y los fracasos del tratamiento disminuyeron.

La médica supervisora de la Comisión Honoraria para la Lucha Antituberculosa y Enfermedades Prevalentes, Mabel Rovira, presentó un informe de la situación de la enfermedad en establecimientos carcelarios, con resultados de tratamientos y actividades de articulación que se llevan adelante en cárceles del territorio nacional.  

La tasa de tuberculosis en los centros de reclusión es extremadamente alta en comparación con el resto de la población, ubicándose entre 600 y 800 casos por cien mil habitantes, mientras que la tasa país es de menos de 20 casos por cien mil.

Desde CHLA–EP se viene trabajando para reducir la mortalidad por tuberculosis, impedir el desarrollo de TB multi-resistente, detener la transmisión de la enfermedad. Las estrategias para lograrlo son el diagnóstico precoz y el tratamiento efectivo hasta la curación.

La Recomendación Nº 7 del Council of Europe de 1998 establece que “el respeto de los derechos fundamentales de los prisioneros comprende la provisión de tratamiento preventivo y cuidados sanitarios equivalente a los proporcionados a la comunidad en general”.

La especialista, indicó que la población privada de libertad se caracteriza por el predominio de jóvenes del sexo masculino, desocupados, con alto consumo de drogas "ilícitas", tabaquismo o alcoholismo y con problemáticas socioeconómicas culturales muy complejas.

Asimismo, los factores como el hacinamiento, la falta de ventilación y carencias nutricionales, facilitan la transmisión de la infección tuberculosa.

Del mismo modo, la coexistencia de otras patologías, la elevada tasa de infección por el virus de la inmuno-deficiencia humana (VIH), la convierten en una de las principales poblaciones de riesgo para el VIH/SIDA, circunstancia que incrementa la posibilidad de contraer tuberculosis.

La supervisora, destacó que un tratamiento efectivo implica la administración ininterrumpida de la medicación, en dosis correctas, en el tiempo necesario  y estrictamente supervisado.

De esta forma, es necesario que se realicen acciones como la observación directa de la ingesta de los fármacos por parte de personal capacitado y responsable, controlado con mediciones clínicas y de laboratorio. También, el registro cabal de la información para evaluar los resultados del tratamiento, es vital en estos casos.

En Uruguay, la superpoblación que se viene produciendo en las cárceles desde hace algunos años, sumada  a todos los factores de riesgo y deficiencias que existen en ese colectivo, han producido un incremento abrupto de los casos de TBC.

A pesar de las dificultades del programa para ejercer sus acciones de prevención, diagnóstico y tratamiento en los establecimientos de reclusión, los resultados del tratamiento de casos de TBC, en el período 1997-2006, son alentadores porque el éxito terapéutico está por encima del 80%, alcanzándose en 2006, el 91%, situación que permite expresar que los casos de fracasos y abandonos han disminuido.

En ese sentido, entre las labores pendientes se realizarán estudios bacteriológicos a todas las personas que ingresen a las cárceles con síntomas respiratorios, con la finalidad de lograr un control total de los tratamientos en su primera y segunda fase. Además, se efectuarán actividades de capacitación para el personal de salud en los distintos establecimientos, de manera que estén involucrados en la ejecución de las actividades del programa.  

   
 
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