Sustentabilidad Social
Jornada de reflexión sobre posibles soluciones a la
pobreza infantil y adolescente
La Estrategia Nacional para la
Infancia y la Adolescencia, realizó hoy su segunda
jornada de trabajo donde se analizó la publicación
“Sustentabilidad Social”, con el fin de reflexionar
sobre la relación entre la ENIA y el modelo de
desarrollo de Uruguay en el 2030. Se apunta a
recapacitar sobre la situación socio-económica actual
de los niños y adolescentes uruguayos, haciendo
hincapié en el futuro que les espera como adultos.
Esta jornada, se enmarca en la
construcción de la Estrategia Nacional para la Infancia
y la Adolescencia (ENIA) para el año 2030 y en esta
oportunidad, se presentó una publicación realizada por
el Mag. Gustavo de Armas. Este trabajo, apunta a
promover un análisis sobre qué políticas nacionales
adoptar, que trasciendan lo sectorial y lo coyuntural,
para brindarle soluciones a los problemas actuales de
la infancia y la adolescencia. También se aspira a
reflexionar sobre el futuro y a corregir las
debilidades existentes, fortaleciendo la capacidad del
Estado y de la sociedad, para reducir las desigualdades
generacionales, sociales y económicas para todos los
niños, niñas y adolescentes del país.
La presentación del trabajo, estuvo a
cargo de su autor, Gustavo de Armas, quien realizó una
reseña del mismo. Comenzó refiriéndose a la relación
existente entre las políticas sociales, las políticas
dirigidas a la infancia y la adolescencia y el modelo
de desarrollo. En este sentido, dijo que no es posible
pensar en una estrategia dirigida a las próximas
décadas, abstrayéndose del modelo de país. Por esta
razón, se analizó el Uruguay de los últimos 50 años. De
allí se desprenden dos rasgos definitorios: escaso
dinamismo económico y alta volatilidad de la
trayectoria económica, que impactan en el desarrollo de
la sociedad. En ese período, se observan alternancias
de fases, donde lo que el país acumula en etapas de
bonanza económica, lo pierde en otras subsiguientes de
crisis. Cada crisis, produce caídas en términos de
bienestar que afecta especialmente a los sectores más
vulnerables de la población y en particular, a los
niños y adolescentes. Esta volubilidad provoca que
Uruguay no logre formar el tipo de capital humano que
necesita en el contexto económico global actual y no le
permite acortar la brecha con los países más
desarrollados. Con respecto a este punto,
específicamente, De Armas indicó que, a su entender, lo
que está en juego es la sustentabilidad social del país
y la sustentabilidad intergeneracional de los uruguayos
del 2030, por lo cual es básico pensar en qué futuras
generaciones de adultos se están generando en estas
décadas.
El segundo capítulo, describe la
evolución de la pobreza y equidad generacional en los
últimos 22 años y lo divide en cuatro etapas. Entre
1986 y 1994, se observa una reducción de la pobreza;
entre 1995 y 1999 se produce un estancamiento; entre el
2000 y el 2004 aumenta la pobreza y desde 2005 a 2008
se percibe un descenso. Según estos datos, se estima
que Uruguay en 2009 y 2010, alcanzará los valores de
los años 94 y 99 arribando al 15.3% de su población
pobre, dentro del cual el 30% serán menores de 18 años.
Analizando la evolución de la pobreza
por franjas, en la primera etapa referida, la pobreza
en los adultos mayores de 65 años se redujo 87%, en los
adultos un 70% y en los niños de 0 a 5 años bajó 51%.
En el año 2004, luego de la crisis del 2002, la pobreza
en los adultos mayores aumentó 10.7%, en los adultos
28.4% y en los menores de 6 años 56.5%.
Cuando se habla de equidad
intergeneracional en relación a la pobreza, se refiere
a otorgarle a todos los grupos de edad, protecciones
similares frente al riesgo de caer en pobreza. En este
sentido y basándose en los índices anteriores, Uruguay
fracasó en términos relativos en proteger a los más
jóvenes frente a ese riesgo, pero en contraposición,
fue relativamente eficaz en reducir la pobreza entre
los adultos, particularmente entre los adultos mayores.
Con respecto a otros países, Uruguay
tiene un comportamiento dual, con niveles de pobreza de
adultos mayores similares a países desarrollados, pero
con niveles de pobreza infantil típicos de país
sudamericano.
La desigualdad y al pobreza infantil,
no constituyen fenómenos inamovibles; los bajos índices
de pobreza que exhiben los países más desarrollados, se
explican fundamentalmente por la acción del Estado,
básicamente en la aplicación de políticas tributarias y
de transferencias monetarias a las familias. Uruguay
empezó en los últimos años a estudiar estos temas de
los cuales derivaron posteriormente algunas reformas:
la Reforma Tributaria, el Plan de Equidad y el Sistema
Nacional Integrado de Salud.
El tercer capítulo abarca Políticas
Sociales, Infancia y Adolescencia en Uruguay, dentro
del cual se distinguen seis áreas. En primer lugar se
analiza la evolución del gasto público social dirigido
a la infancia, donde se observa en los últimos cuatro
años, un claro énfasis de la atención dirigida hacia
este período de la vida. Esto se demuestra en el
aumento del gasto público, el incremento de la
cobertura y mejora de calidad de los servicios de
salud, el aumento del gasto en seguridad social –nuevo
régimen de Asignaciones Familiares- y políticas de
reducción de la pobreza y la cohesión social. Estos
datos se traducen en las siguientes cifras: en el año
2004 se destinaba un 4% del PBI al gasto público social
dirigido a la infancia y para 2009 se prevé alcanzar el
5.5 % del PBI.
En segundo orden, políticas de primera
infancia, desde la gestación a los tres años,
considerando políticas de apoyo a los hogares
–legislación laboral que apoye la fecundad infantil-,
políticas de salud, mejora de la calidad de atención
primaria en salud, políticas de nutrición y educación
alimentaria y finalmente universalización de la
cobertura de las distintas ofertas de centros de
educación inicial y estimulación oportuna. Con respecto
a este último tema, De Armas informó que Uruguay cuenta
con una pluralidad de ofertas que atravesaron varios
períodos de gobiernos y que tienen un gran respaldo
social.
Continuando con el tercer capítulo, se
encuentra “Niños y niñas en edad escolar de 4 a 11
años”, donde se enfatiza en el avance de la Educación
Primaria en cuanto a reducir la repetición, la
inasistencia, el abandono intermitente, los
aprendizajes insuficientes y también en la
universalización de los distintos modelos de escuelas y
dispositivos implementados que ya han demostrado ser
eficaces, como las escuelas de tiempo completo.
El capítulo de Adolescentes entre 12 a
18 años, enfatiza en que el principal problema que
tiene Uruguay es la deserción en la Educación Media.
También es preocupante la brecha existente entre
jóvenes de distintos estratos socioeconómicos, en la
cual los jóvenes de barrios con mayores ingresos
presenten una tasa de egreso de la Educación Media
Superior, semejantes a la de países desarrollados, 80%,
y entre los jóvenes de barrios de menores ingresos
apenas uno de cada diez consigue esta meta. Este
fenómeno complejo, no puede explicarse por una única
variable pero para De Armas, se debe reducir la fisura
existente entre la Educación Primaria y el Primer Ciclo
de Educación media, entendiéndolos a ambos como un
todo, que debería lograr tasas de egreso universales.
También se deberá trabajar para lograr una Educación
Técnica atractiva para los jóvenes uruguayos, evitando
caer en el estigma de que la educación tecnológica es
para los sectores bajos de la población.
Las Políticas de Seguridad Social y de
Transferencias de Ingresos, constituyen el quinto
capítulo de esta publicación. Aquí se hace referencia
al aumento otorgado a las Asignaciones Familiares. La
reciente reforma en este sentido para De Armas, va en
la dirección correcta, porque expande el componente no
contributivo, e incentiva la escolarización de la
Educación Media, pero aún es insuficiente para incidir
en el descenso de la pobreza.
El último componente, analiza e
incentiva al debate sobre cómo deberán actuar las
Políticas e Instituciones de protección especial a la
infancia que hoy están diseñadas para actuar en
situaciones irregulares, en un escenario en el año
2030. Esto, suponiendo que Uruguay lograra reducir los
niveles de pobreza a un dígito, que el sistema
educativo sea inclusivo y retenga a los estudiantes y
que el sistema de salud asegure prestaciones de
calidad. Pensar un universo de políticas de protección
especial para niños y adolescentes en vulnerabilidad
extrema que esté claramente articulado, es para De
Armas uno de los desafíos más grandes que existen hoy.
Finalmente, quedó planteado como otro
tema de discusión, cuáles son las condiciones de
sustentabilidad fiscal de una estrategia nacional para
la infancia y la adolescencia a mediano y largo plazo. |