63º Período Sesiones de NNUU
Canciller destacó vigencia de la ONU para enfrentar
desafíos del mundo actual
El Ministro de Relaciones
Exteriores, Gonzalo Fernández, se dirigió a la Asamblea
General de Naciones Unidas, ocasión en la que subrayó
la vigencia de la Carta de la Organización, herramienta
fundamental para los grandes desafíos del mundo actual.
También aludió a la grave crisis alimentaria, a temas
como medio ambiente, la actual crisis financiera,
derechos humanos y condenó todo acto terrorista que
afecte a la población civil.
Gonzalo Fernández considera que
Naciones Unidas tiene el deber moral y jurídico de
encontrar soluciones adecuadas para lograr que la paz y
el desarrollo, se transformen en la norma de
convivencia entre los pueblos.
En otro sentido, se refirió a la
necesidad de fortalecer el sistema multilateral de
comercio y relanzar las negociaciones en el ámbito de
la Organización Mundial del Comercio para hacer frente
a la actual crisis alimentaria que golpea a tantos
países del mundo. También aludió a la actual crisis
financiera que sufren los principales países
desarrollados, que repercute en las economías de los
países emergentes.
En relación al medio ambiente y
desarrollo sostenible, Fernández expresó que Uruguay es
parte de las principales convenciones internacionales
en la materia, al tiempo que ha enfatizado la
importancia de la cooperación internacional. En tal
sentido, enfatizó que nuestro país ejerce un riguroso
control sobre la calidad ambiental de las inversiones
recientemente instaladas, aplicando normativas
internacionales y exigiendo el uso de las más modernas
tecnologías disponible. Reiteró el inclaudicable
compromiso del gobierno uruguayo en la protección del
medio ambiente como un derecho humano y como pieza
fundamental para alcanzar un desarrollo sustentable.
El Canciller subrayó una vez más el
estricto apego al Derecho Internacional por parte de
Uruguay, quien está comprometido con la consolidación
de la paz y seguridad internacional. Así lo evidencia
el ser uno de los principales contribuyentes de tropas
de operaciones de mantenimiento de la paz de Naciones
Unidas. Sin embargo, Fernández considera que esto no es
suficiente, al respecto reclamó un fuerte
involucramiento de la comunidad internacional que
asegure la construcción de sociedades estables,
democráticas y prósperas.
Además, ratificó el compromiso de
Uruguay en la lucha contra el terrorismo, condenando
enérgicamente todo acto terrorista contra poblaciones
civiles, así como de infraestructura cuya destrucción
afecte en forma notoria a la población civil.
Intervención del Canciller Gonzalo
Fernández en el Debate General del 63º Período de
Sesiones de la Asamblea de Naciones Unidas.
Nueva York, septiembre 27 de 2008.-
Sr. Presidente de la Asamblea General
Señores Jefes de Estado y de Gobierno
Señores Ministros
Sres. Representantes Permanentes y
Embajadores
Señoras y Señores.
El Uruguay, uno de los Estados
fundadores de las Naciones Unidas, ve plenamente
reflejados los principios fundamentales de su política
exterior en la Carta de la Organización.
Por ello, entendemos relevante,
reafirmar, antes que nada, la importancia que su
efectiva vigencia adquiere en el presente contexto
internacional y destacar, una vez más, la tradicional
posición uruguaya de respeto irrestricto al derecho
internacional, el apoyo al multilateralismo; la
solución pacífica de controversias; la igualdad
soberana de los Estados; el rechazo al empleo o a la
amenaza del uso de la fuerza; la no intervención en la
jurisdicción interna de los Estados; la libre
determinación de los pueblos; la promoción y protección
de los derechos humanos y la cooperación internacional
en materia económica y social.
No se trata éste, vale la pena
reiterarlo, de un mero inventario de buenas
intenciones, sino de principios jurídicos y valores
fundamentales, cuya consagración en la Carta de las
Naciones Unidas, les otorgó rango de norma
internacional, a cuya vigencia y aplicabilidad deben
ajustarse todos los Estados.
Estos principios constituyen, además,
herramientas esenciales para conducirnos en un mundo
que hoy nos presenta grandes desafíos. Las Naciones
aquí reunidas, tenemos el deber moral y jurídico de
encontrar soluciones adecuadas para lograr que la paz y
el desarrollo se transformen en la norma de convivencia
entre nuestros pueblos.
Como todos sabemos, una grave crisis
alimentaria golpea actualmente a demasiados países en
el mundo. Para que sea posible hallar una solución
sustentable y duradera, es necesario atender los
factores estructurales que inciden y gravitan en el
origen de esta crisis. Sin duda, la corrección de las
distorsiones que presenta el sistema multilateral de
comercio y, en particular, el comercio agrícola, es un
elemento decisivo para asegurar una provisión de
alimentos abundante, que cubra las necesidades de toda
la población del planeta. El Uruguay considera que, sin
perjuicio de atender con medidas urgentes la grave
crisis planteada, resulta indispensable avanzar hacia
una solución de largo plazo. Esta pasa,
ineludiblemente, por redoblar los esfuerzos para
fortalecer el sistema multilateral de comercio y
relanzar, rápidamente, las negociaciones en el ámbito
de la Organización Mundial del Comercio. Resulta
imprescindible hacerlo, en especial en materia
agrícola, para garantizar la seguridad alimentaria
mundial y evitar un retroceso hacia prácticas
proteccionistas que sólo acentuarán aún más la
situación planteada.
Pero no sólo nos afecta, Sr.
Presidente, la crisis de los alimentos. Otro de los
desafíos de primer orden que enfrenta la economía
mundial es, sin lugar a dudas, el referido a la
energía.
Tal como sucede en el caso de la
agricultura, América Latina requiere de la cooperación
tecnológica de los países desarrollados. De igual modo,
y en relación al desarrollo de la producción de
energías alternativas, como las bioenergías y
biocombustibles, la investigación y asistencia técnica
resultan fundamentales para aprovechar las
oportunidades que brinda este tipo de producción sin
afectar la seguridad alimentaria ni el medio ambiente.
En esta materia las Naciones Unidas tienen una función
catalizadora de crucial importancia.
Tampoco podemos olvidar, en otro orden,
la actual crisis financiera de los principales países
desarrollados. La causa de esta crisis no es atribuible
a los países en desarrollo, por cierto, pero sus
efectos los golpean al igual que castigan a las
economías de los países emergentes, lo que corrobora la
globalidad e interdependencia entre los Estados.
Sr. Presidente,
En relación al medio ambiente y el
desarrollo sostenible, Uruguay es parte de las
principales convenciones internacionales en la materia
y, al tiempo que ha enfatizado la importancia de la
cooperación internacional, también ha subrayado siempre
la responsabilidad individual de cada Estado de
proteger activamente el medio ambiente en su territorio
y sus aguas, así como ha valorado la participación
vigilante de la sociedad civil en esta materia.
Por ello, mi país, al tiempo que recibe
importantes inversiones que contribuyen a su desarrollo
industrial, también ejerce un riguroso control sobre la
calidad ambiental de las mismas, aplicando su
normativa, internacionalmente reconocida, y exigiendo
el uso de las más modernas tecnologías disponibles, con
un control efectivo en el terreno de los impactos
ambientales de tales emprendimientos.
El Gobierno uruguayo reitera, entonces,
su inclaudicable compromiso con la protección del medio
ambiente, como derecho humano y como pieza fundamental
para el logro de un verdadero desarrollo sustentable.
Otro de los grandes temas de la Agenda
de esta Asamblea General está configurado por los
Objetivos del Milenio, acordados por los mandatarios de
los países miembros de las Naciones Unidas en setiembre
de 2005, con los cuales Uruguay se halla plenamente
identificado.
En ese marco, nuestro país, ha dado
pasos firmes para su concreción. Basta destacar - entre
otras políticas de fuerte contenido social- la reciente
puesta en funcionamiento del
Sistema Nacional Integrado de Salud,
que apunta a una transformación del modelo de atención
sanitaria, priorizando la atención primaria de salud y
la prevención, para garantizar un derecho básico de
todos los ciudadanos, en el marco de la enfática
política de inclusión social que lleva adelante el
Uruguay.
Sr. Presidente,
Como consecuencia de su estricto apego
al Derecho Internacional, Uruguay está firmemente
comprometido con la consolidación de la paz y seguridad
internacional. Así lo evidencia su condición de ser uno
de los diez mayores contribuyentes de tropas a las
operaciones de mantenimiento de la paz de Naciones
Unidas, siendo asimismo el país de mayor contribución
per capita del mundo en número de efectivos.
Nuestro país participa actualmente en
16 de las 18 misiones de paz de Naciones Unidas
desplegadas en África, América, Asia y Europa.
Desde el inicio de su participación en
las misiones de paz hasta el presente, Uruguay ha ido
acumulando experiencia en asuntos vinculados a la
reconstrucción y consolidación de la paz en zonas
devastadas por conflictos, desplegando ingentes
esfuerzos para poner fin a las hostilidades, para que
diversas sociedades y comunidades acordaran la paz y
lograran la reconciliación nacional.
No obstante, como nos lo demuestra la
experiencia internacional, el mantenimiento de la paz,
si bien resulta imprescindible, no es suficiente para
reintegrar a los países afectados a la normalidad
institucional y a la vida ordenada y pacífica.
Al respecto, es necesario un fuerte
involucramiento de la comunidad internacional con las
tareas de consolidación de la paz, que asegure
efectivamente la construcción de sociedades estables,
democráticas, prósperas y con vigorosos mecanismos
institucionales para dirimir sus conflictos. Por tal
razón, el Uruguay presentó en febrero de 2007 su
candidatura a la Comisión de Consolidación de la Paz y
espera poder contribuir, desde ese sitial, a alcanzar
tan relevantes objetivos.
Sr. Presidente,
La causa de la paz requiere,
institucionalmente, de una organización fortalecida y
eficaz, lo que nos lleva de la mano a enfocar el
proceso de reforma de las Naciones Unidas.
Las negociaciones respectivas no han
discurrido con la rapidez y alcance que se había
originariamente imaginado. Si bien estamos en los
primeros años de existencia de los dos órganos
recientemente creados, el Consejo de Derechos Humanos y
la Comisión para la Consolidación de la Paz, no ha sido
posible aún proceder a la reforma del Consejo de
Seguridad, que resulta esencial, y se han dado tímidos
avances en los procesos de reforma de la Secretaría y
de la Asamblea General.
Uruguay reitera su adhesión al proceso
de reforma del Consejo de Seguridad en las categorías
de miembros permanentes y no permanentes, pero no
apoyará la creación de nuevos miembros con derecho de
veto, pues entiende que el tema de la extensión del
derecho de veto no debe ser incluido dentro del paquete
que se acuerde en las negociaciones
intergubernamentales. Es más, siendo consecuente con lo
que ha sido su postura tradicional desde la propia
época fundacional de las Naciones Unidas, nuestro país
disiente con un instituto como el derecho de veto, que
constituye un privilegio reñido con la democratización
plena de nuestra Organización.
Dentro del ámbito de la reforma,
concebimos también al Programa Piloto “UNA ONU” en una
doble dimensión: en primer lugar, como un instrumento a
través del cual llevar a la práctica la reforma de las
actividades operacionales del Sistema de las Naciones
Unidas y, en segundo término, como un
ejercicio de cooperación en áreas de prioridad
identificadas por el Gobierno uruguayo, en el contexto
de una estrategia de desarrollo nacional, sobre la base
de un crecimiento económico sostenido y sostenible, con
equidad y justicia social.
Entendemos, eso sí, que el Programa
“UNA ONU” debe adecuarse a las prioridades y a las
necesidades específicas nacionales, por lo que no puede
haber un único modelo aplicable a todos los países
pilotos, dadas las diferencias intrínsecas de cada uno
de ellos.
Deseo hacer referencia, asimismo, a un
tema de particular relevancia para el Uruguay, esto es
la situación de los países denominados de renta media.
Estos países se encuentran enfrentados a una paradoja:
si bien se reconocen determinados índices de
crecimiento económico, no se toman en cuenta aquellas
circunstancias negativas que no permiten desarrollar
una trayectoria de crecimiento sostenido y sustentable
en el mediano y largo plazo, ni han conseguido tampoco
prevenir la dramática erosión de algunos de los
progresos alcanzados ocurrida que vienen
experimentando.
En particular, y de dramáticas
consecuencias, resulta la notoria vulnerabilidad de las
economías de estos países en desarrollo dentro de una
economía mundial globalizada, que las somete a los
efectos de crisis externas que tuvieron consecuencias
claras y directas, como el aumento de la pobreza y de
la desigualdad en la distribución del ingreso, y
aumento de tendencias migratorias, por citar solo
algunos efectos que el Uruguay ha vivido directamente.
Finalmente, al ratificar su firme
compromiso en la lucha contra el terrorismo, el Uruguay
reitera su rechazo a todos los actos terroristas,
condenando enérgicamente todo ataque contra poblaciones
civiles, así como contra obras de infraestructura cuya
destrucción afecte en forma notoria a la población
civil.
El terrorismo debe ser condenado
claramente, y se debe aumentar la cooperación entre los
Estados, para no permitir que actos de esta naturaleza
permanezcan impunes. Pero, atención, este combate debe
ser librado siempre desde el Estado de Derecho, y por
ende, enmarcado en el más absoluto respeto a las normas
del derecho internacional humanitario y el derecho
internacional de los derechos humanos.
Lo propio ocurre en materia de
narcotráfico.
El Uruguay ha continuado,
empecinadamente, la lucha contra el fenómeno del
tráfico ilícito de drogas. Esta actividad ha
contemplado el doble componente de la oferta y la
demanda. Merced a esta política y más allá de los
éxitos obtenidos en materia de represión del tráfico
ilícito de estas sustancias, nuestro país se ha
colocado a la vanguardia del continente en cuanto a
políticas de prevención del consumo y tratamiento de
aquellos afectados por las drogas.
Sr. Presidente,
Tanto el terrorismo como el
narcotráfico afectan gravemente la plenitud de los
derechos humanos, cuya protección ha sido una de las
políticas estratégicas del actual Gobierno, que desea
que el respeto a los derechos del hombre no constituya
una simple declaración programática, sino que tenga una
verdadera expresión en la vida cotidiana de sus
ciudadanos.
Sobre esta base, nuestro país ha
priorizado el fortalecimiento de la legislación y los
organismos nacionales competentes en la materia y ha
promovido la extensión del derecho internacional
humanitario y el fortalecimiento de las instituciones
que amparan y protegen eficazmente la vigencia de los
derechos humanos a escala internacional y previenen sus
violaciones.
En suma, la tutela de los derechos
humanos es uno de los ejes centrales de la política
exterior de la República y, sin duda, el activo
político-institucional básico del país.
Como es obvio, la protección efectiva
de los derechos humanos requiere de una fuerte
instancia jurisdiccional que garantice su vigencia. En
tal sentido, la creación de la Corte
Penal Internacional resulta un aporte
fundamental al proceso de desarrollo progresivo del
Derecho Internacional y un acontecimiento de enorme
trascendencia, tanto desde el punto de vista jurídico
como político. El Uruguay promulgó en el año 2006 una
Ley nacional que ha consagrado la plena cooperación con
esa Corte. Y, respetuosamente se permite exhortar al
conjunto de la comunidad internacional a hacer lo
propio, para evitar que el genocidio, los crímenes de
guerra y los delitos de lesa humanidad no queden
impunes.
Para concluir, señor Presidente,
quisiera destacar que ante la actual coyuntura, con
conflictos que amenazan la paz y la seguridad
internacional, y teniendo en cuenta la creciente
interdependencia entre los Estados como consecuencia
del fenómeno de la globalización, se torna
indispensable reafirmar una vez más, en forma
categórica, la vigencia de las Naciones Unidas como
organismo rector y máximo foro multilateral para
encontrar soluciones adecuadas a los principales
desafíos que enfrentamos en el mundo de hoy.
Por ello, la apuesta al
multilateralismo implica la búsqueda de respuestas
colectivas a los conflictos y problemas
internacionales, de conformidad con el derecho
internacional y en el marco de los principios de la
Carta de las Naciones Unidas, que regulan la
convivencia pacífica entre las naciones.
Se trata, en definitiva de mantener los
ideales que inspiraron la fundación de ésta
Organización, aquel proyecto de civilidad al que no
podemos renunciar, en tanto configura una asignatura
pendiente que nos seguimos debiendo a nosotros mismos y
a las generaciones venideras.
Muchas gracias Sr. Presidente. |