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29 de octubre, 2008

Convenio entre DINARA y ALUR

Proyecto de Complementación Alimentaria beneficiará a 200 pobladores de Bella Unión
Con implementación de muy bajo costo, el proyecto toma experiencias impulsadas por organismos internacionales en otros lugares del mundo. Implica el cultivo del bagre negro, en un amplio embalse y en forma auto-sustentable. Se procura así resolver las carencias alimenticias de familias dedicadas a la plantación de caña de azúcar en Artigas, a través del desarrollo de una fuente alternativa de alimentos como la piscicultura.

En los próximos días, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), a través de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (DINARA) y Alcoholes del Uruguay (ALUR), firmarán el  “Proyecto de Complementación Alimentaria en Bella Unión”. El mismo tiene el objetivo de generar un complemento alimentario de alto valor nutritivo para autoconsumo que permita resolver las carencias alimenticias de los pobladores de la zona. La experiencia involucrará, en un principio, a 39 familias (185 personas aproximadamente) a quienes se les permitirá el uso de una superficie de diez hectáreas cada una y las herramientas necesarias para la producción auto-sustentable de alimentos.

El embalse, de aproximadamente 20 hectáreas, se encuentra dentro de un predio de 390 hectáreas arrendado por ALUR a un particular. El mismo se encuentra al Este del kilómetro 616 de la Ruta 3, a diez kilómetros de la ciudad de Bella Unión.

El asesor del directorio de ANCAP, Jorge Setelich, indicó que la zona de Bella Unión se caracteriza por la abundancia de espacios de agua durante todo el año. “En una primera etapa se procura realizar una experiencia controlada que nos permita, de acuerdo a las condiciones específicas del lugar, criar peces en parte del embalse, y que eso sea una fuente de alimento alternativo para los pobladores de la zona”, señaló el entrevistado.

La especie que aporta la DINARA, desde su unidad de Villa Constitución (Salto), es el “bagre negro”, a la que se le puede incorporar en una etapa posterior la “carpa”. “La idea no es tener una propuesta demasiado compleja, al principio, porque hay enfermedades de estas especies de peces que podrían afectar la etapa inicial y los integrantes del proyecto no tienen un conocimiento relativamente avanzado como para manejar una crisis por enfermedad”, apuntó Setelich.

Hoy se están construyendo tres corrales de 13 metros de ancho por 25 de largo y una profundidad máxima de 1.50 metros, que serán utilizadas por las 39 familias seleccionadas que se dedican al cultivo de la caña de azúcar y en menor medida a hortalizas.

El proyecto contempla las experiencias desarrolladas por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su sigla en inglés), y otros organismos internacionales, en América y el sudeste asiático. En este caso, se buscó un patrón de funcionamiento austero del proyecto y adecuado a la disponibilidad de recursos que ofrece la zona de emplazamiento.  “El proceso incluyó un estudio de la realidad local –explicó Setelich- algunos parámetros que determinamos como la falta de una dieta estable o que garantice el alimento en forma balanceada, entonces fue que les propusimos generar una fuente complementaria de alimentación”.

El proyecto no prevé la posibilidad que sus beneficiarios comercialicen lo producido, ya que lo que se busca es resolver los problemas de acceso a los recursos alimentarios en una zona donde el trabajo no está garantizado durante todo el año, como sucede con la producción de caña de azúcar.

En materia de costos, Setelich no adelantó cifras aunque aseguró que el presente, es un proyecto de muy bajo costo. Agregó que salvo las mallas utilizadas para los corrales, los restantes elementos se obtienen del área, como la madera que se emplea en los bordes de los corrales. Por otra parte, el alimento de los peces proviene de los deshechos de los frigoríficos de la zona. Mientras ALUR provee de las herramientas necesarias y resolverá aspectos relativos a la infraestructura, la DINARA aporta el conocimiento y los peces que poblarán el embalse.

Además de diversificar la matriz alimentaria, el Proyecto de Complementación involucra a los pobladores en las soluciones que se les proponen, al tiempo que se difunden prácticas de cultivo de alimentos que conservan el medio ambiente y los recursos naturales.

   
 
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