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10 de noviembre, 2008

Igualdad de oportunidades

Banco Mundial presentó en Uruguay nueva herramienta para medir equidad en América Latina
El Vicepresidente de la República, Rodolfo Nin Novoa, encabezó la presentación del primer Índice de Igualdad de Oportunidades, un nuevo informe elaborado por el Banco Mundial. El Índice es capaz de medir la oportunidad de cada niño latinoamericano para alcanzar un nivel de bienestar determinado. Entre las principales conclusiones, se establece que la instrucción de la madre y el ingreso paterno son clave para su futuro.

En el Salón de Actos del Edificio Libertad se realizó la presentación del Índice de Igualdad de Oportunidades. En la misma, el Vicepresidente de la República, Rodolfo Nin Novoa, reflexionó sobre las nuevas posibilidades que abre esta nueva herramienta para establecer políticas públicas de equidad. Dijo que el crecimiento del continente permitió el abatimiento de los altos índices de pobreza, pero que aún resta mejorar el acceso a las mismas oportunidades para todos, en especial los niños.

También señaló Nin que debido a la ubicación de nuestro país en el ranking elaborado, podemos ser optimistas. Uruguay se encuentra entre los cinco países con mejores oportunidades para los niños. Refirió al Plan Ceibal y al aumento del presupuesto en educación, como parte de las políticas públicas que buscan abatir el número de pobres en nuestro país. La discusión, tanto en nuestro país como en América Latina, ya no es sobre la indigencia, ahora es sobre la equidad.

Marcelo Giugale fue encargado de presentar los resultados del informe y las principales reflexiones que se desprenden del mismo. Giugale encabeza el equipo de la Dirección de Política Económica y Programas de Reducción de la Pobreza para América Latina y el Caribe, organismo que pertenece al Banco Mundial. En la primera parte de su exposición, explicó los alcances del índice de equidad.

Sostuvo que esta nueva herramienta metodológica sirve para conocer la influencia que tiene el contexto socio-económico-cultural, a la hora de entender qué influye en el desarrollo de los niños. Como introducción, expuso que este índice oscila entre el cero, para las sociedades que otorgan las mismas posibilidades a todos los niños, sin importar el contexto donde nacieron, hasta el uno, para comunidades fuertemente desiguales.

En ese aspecto, dijo que las sociedades latinoamericanas tienen una puntuación de 0,7 puntos en esta escala y recordó que el África subsahariana posee un índice mejor que América Latina. Somos el continente más desigual del mundo, subrayó.

Giugale indicó que la inequidad tiene fuertes connotaciones éticas, pero el peor reflejo de la inequidad es que polarizó a la sociedad latinoamericana. Explicó que con la polarización social se desplegó un fuerte carácter ideológico a la discusión política, entre quienes sostienen un Estado gendarme y los que abogan por las políticas de fuerte contenido social, por ejemplo.

Otro de los aspectos que Marcelo Giugale destacó sobre el informe refiere a que las oportunidades que poseen los niños latinoamericanos al nacer están fuertemente condicionadas a los ingresos de su padre pero, muy especialmente, al nivel educativo de su madre. Por eso, enfatizó que la llave del desarrollo la tienen las mujeres.

En otro punto, reflexionó sobre algunos aspectos de las naciones que se ubican en los cinco primeros puestos del Índice. Estas son: Chile (91), Argentina (88), Costa Rica (86), Venezuela (86) y Uruguay (85). Todos estos países tienen gobiernos en lugares ideológicos muy distintos, subrayó Giugale. Por lo tanto, para el Director del BM la ideología de cada uno de los gobiernos no es un dato relevante a la hora de hablar en términos de equidad.

Finalmente, extrajo conclusiones sobre el cruzamiento de datos con otros índices elaborados por organismos internacionales, como por ejemplo el Índice de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Entrelazando estos datos, los países con un desarrollo humano importante (como Uruguay o Costa Rica) pueden esperar mejores niveles de igualdad en el futuro.

En cambio, existen países con bajos niveles de desarrollo y con peores oportunidades para sus niños, como El Salvador u Honduras. Sin embargo, hay países con fuertes niveles de desigualdad en sus ingresos, como Brasil, Chile o Colombia, pero que cuentan con un alto índice de oportunidades y por eso, cuentan con expectativas igualitarias para su futuro, en el orden social.

La siguiente pregunta que desarrolló Giugale fue dónde debe estar el énfasis en las políticas públicas, si el objetivo es la mejora de las oportunidades en el largo plazo. Sintetizó su explicación, comentando que las políticas en infancia temprana, escolaridad desde los primeros años, educación reproductiva para adolescentes o el financiamiento de la educación terciaria para orientarla a la entrada de la mayor cantidad de ciudadanos posibles, son fundamentales en el logro de estos objetivos por la equidad.

Finalmente, el Coordinador del Área de Gestión y Modernización del Estado, Fernando Filgueiras, comentó algunas reflexiones a la luz de los datos del Índice. Entre sus méritos, destacó que este trabajo del Banco Mundial permite pensar el debate sobre la equidad desde un punto de vista operativo, lo que obliga a proyectar en materia de políticas efectivas. También, destacó que es un material surgido desde un organismo multilateral para la región más desigual del mundo, lo que no es poca cosa, señaló.

Enfatizó que medir la inequidad en términos de ingresos es perder los conceptos que nos pueden acercar a comprender la producción y reproducción de la pobreza. Sobre la visión del problema a nivel local, dijo que el punto de partida uruguayo es muy distinto al del resto de países americanos. La proporción sobre las estadísticas de población referida a niños rurales, con familias desestructuradas y con cuatro hermanos o más, es muy diferente en Uruguay que en otro país, afirmó.

También dijo que la distribución de oportunidades para cada habitante la obtiene de la relación entre el Estado, el mercado y la familia; sobre el núcleo familiar. Alertó, además, sobre la dificultad de establecer patrones mensurables, para sistematizar la información. Otro riesgo que observó es confundir la igualdad de oportunidades con la igualdad de resultados. Puso como ejemplo el Plan Ceibal, orientado a igualar oportunidades, frente al Plan de Equidad, que además es un proceso de compensación para igualar los resultados. Hay que atacar la desigualdad entendiendo que, para lograr la igualdad debemos compensar la desigualdad de resultados, concluyó.

 

   
 
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