Igualdad de oportunidades
Banco Mundial presentó en Uruguay nueva herramienta
para medir equidad en América Latina
El Vicepresidente de la República,
Rodolfo Nin Novoa, encabezó la presentación del primer
Índice de Igualdad de Oportunidades, un nuevo informe
elaborado por el Banco Mundial. El Índice es capaz de
medir la oportunidad de cada niño latinoamericano para
alcanzar un nivel de bienestar determinado. Entre las
principales conclusiones, se establece que la
instrucción de la madre y el ingreso paterno son clave
para su futuro.
En el Salón de Actos del Edificio
Libertad se realizó la presentación del Índice de
Igualdad de Oportunidades. En la misma, el
Vicepresidente de la República, Rodolfo Nin Novoa,
reflexionó sobre las nuevas posibilidades que abre esta
nueva herramienta para establecer políticas públicas de
equidad. Dijo que el crecimiento del continente
permitió el abatimiento de los altos índices de
pobreza, pero que aún resta mejorar el acceso a las
mismas oportunidades para todos, en especial los niños.
También señaló Nin que debido a la
ubicación de nuestro país en el ranking elaborado,
podemos ser optimistas. Uruguay se encuentra entre los
cinco países con mejores oportunidades para los niños.
Refirió al Plan Ceibal y al aumento del presupuesto en
educación, como parte de las políticas públicas que
buscan abatir el número de pobres en nuestro país. La
discusión, tanto en nuestro país como en América
Latina, ya no es sobre la indigencia, ahora es sobre la
equidad.
Marcelo Giugale fue encargado de
presentar los resultados del informe y las principales
reflexiones que se desprenden del mismo. Giugale
encabeza el equipo de la Dirección de Política
Económica y Programas de Reducción de la Pobreza para
América Latina y el Caribe, organismo que pertenece al
Banco Mundial. En la primera parte de su exposición,
explicó los alcances del índice de equidad.
Sostuvo que esta nueva herramienta
metodológica sirve para conocer la influencia que tiene
el contexto socio-económico-cultural, a la hora de
entender qué influye en el desarrollo de los niños.
Como introducción, expuso que este índice oscila entre
el cero, para las sociedades que otorgan las mismas
posibilidades a todos los niños, sin importar el
contexto donde nacieron, hasta el uno, para comunidades
fuertemente desiguales.
En ese aspecto, dijo que las
sociedades latinoamericanas tienen una puntuación de
0,7 puntos en esta escala y recordó que el África
subsahariana posee un índice mejor que América Latina.
Somos el continente más desigual del mundo, subrayó.
Giugale indicó que la inequidad
tiene fuertes connotaciones éticas, pero el peor
reflejo de la inequidad es que polarizó a la sociedad
latinoamericana. Explicó que con la polarización social
se desplegó un fuerte carácter ideológico a la
discusión política, entre quienes sostienen un Estado
gendarme y los que abogan por las políticas de fuerte
contenido social, por ejemplo.
Otro de los aspectos que Marcelo
Giugale destacó sobre el informe refiere a que las
oportunidades que poseen los niños latinoamericanos al
nacer están fuertemente condicionadas a los ingresos de
su padre pero, muy especialmente, al nivel educativo de
su madre. Por eso, enfatizó que la llave del desarrollo
la tienen las mujeres.
En otro punto, reflexionó sobre
algunos aspectos de las naciones que se ubican en los
cinco primeros puestos del Índice. Estas son: Chile
(91), Argentina (88), Costa Rica (86), Venezuela (86) y
Uruguay (85). Todos estos países tienen gobiernos en
lugares ideológicos muy distintos, subrayó Giugale. Por
lo tanto, para el Director del BM la ideología de cada
uno de los gobiernos no es un dato relevante a la hora
de hablar en términos de equidad.
Finalmente, extrajo conclusiones
sobre el cruzamiento de datos con otros índices
elaborados por organismos internacionales, como por
ejemplo el Índice de Desarrollo Humano del Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo. Entrelazando estos
datos, los países con un desarrollo humano importante
(como Uruguay o Costa Rica) pueden esperar mejores
niveles de igualdad en el futuro.
En cambio, existen países con bajos
niveles de desarrollo y con peores oportunidades para
sus niños, como El Salvador u Honduras. Sin embargo,
hay países con fuertes niveles de desigualdad en sus
ingresos, como Brasil, Chile o Colombia, pero que
cuentan con un alto índice de oportunidades y por eso,
cuentan con expectativas igualitarias para su futuro,
en el orden social.
La siguiente pregunta que desarrolló
Giugale fue dónde debe estar el énfasis en las
políticas públicas, si el objetivo es la mejora de las
oportunidades en el largo plazo. Sintetizó su
explicación, comentando que las políticas en infancia
temprana, escolaridad desde los primeros años,
educación reproductiva para adolescentes o el
financiamiento de la educación terciaria para
orientarla a la entrada de la mayor cantidad de
ciudadanos posibles, son fundamentales en el logro de
estos objetivos por la equidad.
Finalmente, el Coordinador del Área
de Gestión y Modernización del Estado, Fernando
Filgueiras, comentó algunas reflexiones a la luz de los
datos del Índice. Entre sus méritos, destacó que este
trabajo del Banco Mundial permite pensar el debate
sobre la equidad desde un punto de vista operativo, lo
que obliga a proyectar en materia de políticas
efectivas. También, destacó que es un material surgido
desde un organismo multilateral para la región más
desigual del mundo, lo que no es poca cosa, señaló.
Enfatizó que medir la inequidad en
términos de ingresos es perder los conceptos que nos
pueden acercar a comprender la producción y
reproducción de la pobreza. Sobre la visión del
problema a nivel local, dijo que el punto de partida
uruguayo es muy distinto al del resto de países
americanos. La proporción sobre las estadísticas de
población referida a niños rurales, con familias
desestructuradas y con cuatro hermanos o más, es muy
diferente en Uruguay que en otro país, afirmó.
También dijo que la distribución de
oportunidades para cada habitante la obtiene de la
relación entre el Estado, el mercado y la familia;
sobre el núcleo familiar. Alertó, además, sobre la
dificultad de establecer patrones mensurables, para
sistematizar la información. Otro riesgo que observó es
confundir la igualdad de oportunidades con la igualdad
de resultados. Puso como ejemplo el Plan Ceibal,
orientado a igualar oportunidades, frente al Plan de
Equidad, que además es un proceso de compensación para
igualar los resultados. Hay que atacar la desigualdad
entendiendo que, para lograr la igualdad debemos
compensar la desigualdad de resultados, concluyó.
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