Imprimir 

20 de noviembre, 2008

En 10º Congreso de Oncología

Vázquez reivindicó diálogo para construir instituciones de salud con servicios adecuados
El Presidente Vázquez se refirió a los conflictos y desajustes asistenciales originados en algunas mutualistas. Señaló que el Poder Ejecutivo procura salidas consensuadas y que promuevan instituciones viables, en lo técnico y administrativo, y que cuenten con servicios adecuados para los usuarios. En otro orden, dirigiéndose a sus colegas, resaltó la importancia de preservar los principios médicos, tales como el juramento hipocrático.

El Presidente de la República, Tabaré Vázquez, participó de la ceremonia de apertura del 10º Congreso Uruguayo de Oncología. En su exposición se refirió a los avances obtenidos con la conformación del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) y realizó consideraciones en lo que refiere a "conflictos" y "desajustes asistenciales" en algunas instituciones mutuales.

El Presidente Vázquez sostuvo que los cambios generados en la salud son complejos y de carácter estructural. Por consiguiente, sostuvo que "no es extraño que se produzcan conflictos como lo que estamos viviendo por estos días". Asimismo, destacó que la voluntad del Poder Ejecutivo, ante circunstancias que requieran de soluciones, es de "apuntar a una salida consensuada".

Vázquez consideró que las unanimidades monolíticas pasaron de moda, por lo cual "no debemos temer a las diferencias ni dramatizar los conflictos".Instó a resolver estas situaciones con lealtad institucional, procurando el bienestar y dignidad de la gente. Agregó que una solución debe tener "bases sólidas y apuntar decididamente a la viabilidad administrativa y técnica de las instituciones de salud, a la racionalización y optimización de los recursos humanos, lo cual abarca los aspectos salariales y las relaciones laborales, y -objetivo fundamental- a la prestación de servicios adecuados para los afiliados".

En otro orden, el mandatario se refirió a la organización del evento, destacando el esfuerzo, la responsabilidad y el humanismo que conlleva. Asimismo, señaló que así como la lepra y la tuberculosis fueron asumidas en el pasado como un "castigo vergonzante" y terminal, de igual manera sucedió hace poco tiempo con el cáncer.

Vázquez enfatizó que el cáncer no es un castigo, ni mucho menos incurable, ya que tiene factores prevenibles y que cuenta, en el campo de la oncología, con la posibilidad de mejorar el bienestar y dignidad "en esa hermosa aventura que es la vida".

El Presidente Vázquez, dirigiéndose a sus colegas resaltó la importancia de los principios médicos, tales como el juramento hipocrático –"que no por ser antiguo es anacrónico"- y otros como el Código de Nüremberg, las declaraciones de Helsinki y Génova, o la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos. "No hay ciencia sin conciencia, ni medicina sin principios y compromisos", enfatizó.

 

Palabras del Presidente de la República, Tabaré Vázquez, en la inauguración del 10º Congreso Uruguayo de Oncología

Presidente Vázquez: Dr. Gabriel Kriger, Presidente del 10º Congreso Uruguayo de Oncología, señoras y señores integrantes de la mesa de este encuentro, distinguidos invitados extranjeros, estimados integrantes de la Sociedad de Oncología Médica y Pediátrica del Uruguay y de otras sociedades científicas aquí presentes, queridos amigos, pero si me permiten sobre todo, queridas y queridos colegas. En realidad, aún no sé si estoy aquí en calidad de visitante o locatario, pero realmente creo que eso poco importa; lo importante es que estamos unidos y reunidos, abriendo el X Congreso Uruguayo de Oncología.

Yo les agradezco este momento que, más allá de sus aspectos formales, da cuenta de mucho esfuerzo, de mucha responsabilidad, de mucha confianza y de muchas esperanzas y de mucho humanismo. De mucho humanismo.

Puede parecer extraño hablar de esperanza y confianza en un congreso referido a una enfermedad que hasta hace poco tiempo, como antes había sucedido con la lepra o la tuberculosis, era asumida casi como castigo vergonzante y terminal, algo así como una crucifixión que empieza por dentro, el que la padece. Sin embargo, los aquí presentes sabemos, no porque seamos iluminados, sino porque somos trabajadores de la ciencia y de la medicina, que el cáncer no es un castigo y mucho menos que es incurable. Que si bien su aparición clínica es el acto final de una larga representación biológica, tiene factores prevenibles y que en el campo de la oncología también cuenta la esperanza de mejorar, en términos de bienestar y de dignidad, esa hermosa aventura que es la vida humana y la confianza además, de poder hacerlo. Pero no está de más, creo humildemente que nunca está de más, hacer referencia al compromiso de trabajo. Al fin y al cabo, no hay ciencia sin conciencia, ni medicina sin principios y compromisos. Algunos de esos principios y compromisos son tan antiguos como el juramento hipocrático, pero no por ser antiguos son anacrónicos. Otros, como el Código de Nüremberg, las Declaraciones de Helsinki y Génova, o la Declaración Universal sobre bioética y Derechos Humanos, son más recientes. Pero no por ser nuevos son anodinos.

Colegas y amigos, inicié esta intervención diciendo que no sé si mi presencia aquí era como locatario o visitante, debo decirles también en honor a la verdad, que tampoco sé si estoy aquí por ser médico oncólogo y médico radioterapeuta o Presidente de la República. Sospecho que por ambas razones. Pero tal sospecha no me angustia pues lo sustancialmente relevante es que Uruguay también está trabajando para ser un país oncológicamente desarrollado. Aún nos falta bastante para lograr tal objetivo, pero vamos avanzando en términos de educación y prevención del cáncer, detección temprana, asistencia correcta y humana, rehabilitación y cuidados paliativos.

Estamos avanzando además, en materia de investigación científica, formación de recursos humanos, vigilancia epidemiológica y coordinación interinstitucional, referida a una enfermedad que hasta hace poco era casi un tabú para la sociedad uruguaya, la enfermedad que persistía en su malignidad y encono, a pesar del desarrollo de nuestra sociedad y de los avances de la ciencia médica sobre muchos otros padecimientos.

El cáncer no es un mal menor y ustedes lo saben. Pero reitero, tampoco es una maldición o un castigo al cual hay que resignarse. En este sentido, todos estamos aprendiendo y avanzando. También los médicos estamos aprendiendo y avanzando. Quién dijo que los médicos somos los depositarios del saber universal o la vanguardia de la humanidad. Es bueno tener autoestima profesional pero hay que saber gobernarla.

Y lo estamos haciendo en el contexto de un transformación estructural que tiene lugar en Uruguay, como decía el Señor Subsecretario de Salud Pública; y me estoy refiriendo al Sistema Nacional Integrado de Salud. Una transformación sobre bases de promoción de la salud, intersectorialidad de las políticas y de las asistencias pública y privada, sustentabilidad de los servicios y accesibilidad a los mismos, equidad y continuidad de las prestaciones, calidad de la atención, eficacia y eficiencia en términos económicos y sociales y participación en este proceso de trabajadores de la salud y usuarios de la misma.

Valoramos los avances en esta materia y nos alegra reconocer que los mismos no son mérito exclusivo de uno o alguno, sino de todos los actores competentes involucrados, en un área tan fundamental y tan compleja como es la salud de la población: los usuarios, que antes de ser usuarios o pacientes, son ciudadanos; los profesionales y trabajadores de la salud que también somos ciudadanos; las instituciones asistenciales; las personas jurídicas de derecho público no estatal como la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer; el sistema educativo y la comunidad académica; el sistema político en su conjunto e institucional; el Estado reitero y el sector privado; los Gobiernos Departamentales y también el Ministerio de Salud Pública y el Poder Ejecutivo. O acaso este Gobierno sólo es responsable de lo que no funciona o funciona mal. En lo que anda bien también tenemos una mínima cuota de participación.

Colegas y amigos, hacer del derecho a la salud una realidad cotidiana para todos los uruguayos, como ustedes lo saben muy bien, no es soplar y hacer botella. Del mismo modo implantar un modelo de atención basado en una estrategia sanitaria común, políticas de salud articuladas, programas integrales y acciones de promoción, protección, diagnósticos precoces, tratamiento oportuno, así como la recuperación y rehabilitación de la salud de los usuarios, es un proceso extremadamente complejo. No es extraño, entonces, que durante el mismo haya desajustes, que surjan interrogantes, que aparezcan diferencias o se produzcan conflictos como los que estamos viendo por estos días. Pero también es cierto que el mundo perfecto no existe, los planos del paraíso tampoco y las unanimidades monolíticas, si alguna vez existieron, pasaron de moda. No debemos alarmarnos por este aparente desamparo. La pluralidad es el oxígeno de la democracia, ese aire habitual que necesitamos para vivir y desarrollarnos como individuos, pero además como sociedad. No debemos temer a las diferencias ni dramatizar los conflictos. Debemos asumirlas con lealtad institucional y resolverlas con responsabilidad ciudadana a favor del bienestar y dignidad de la gente. No corresponde profundizar aquí esta temática, pero, por si acaso, permítanme reiterar ante todos ustedes y la prensa aquí presente, la voluntad del poder ejecutivo de apostar siempre a una salida consensuada de las distintas circunstancias que se presenten y necesiten de una solución. El diálogo como herramienta fundamental para avanzar. Una solución que establezca bases sólidas y apunte decididamente a la viabilidad financiera, administrativa y técnica de las instituciones de salud, a la racionalización y optimización de sus recursos humanos, lo cual abarca también los aspectos salariales y las relaciones laborales y objetivo fundamental, la prestación de servicios adecuados a sus afiliados. Colegas y amigos, en un polémico pero apasionante ensayo titulado "La enfermedad y sus metáforas", la escritora estadounidense Susan Sontag sostiene que la enfermedad "es el lado nocturno de la vida". Puede ser, pero nosotros sabemos también como médicos que la noche es parte del día. Y parte importante por cierto. Tan importante que nada menos que León Tolstoi, allá por 1885 escribió en su diario que "todo se decide en la noche". Más lejos aún fue el francés Louis Ferdinand Celline, quien en su obra "Viaje al fin de la noche", escribió que todo lo interesante de verdad se realiza de noche. No es mi ánimo desencadenar aquí una polémica literaria, cuyas consecuencias serían seguramente incontrolables, pero si la enfermedad es el lado oscuro de la noche y esta es parte del día, entonces nosotros abrazamos el día en su totalidad y en la medicina y en la oncología encontraremos una ardua pero hermosa tarea. Y a esa tarea estoy seguro ayudará este congreso en cuya apertura, pese a las incertidumbres anteriormente señaladas, me siento honrado de estar. Y quizás y sin quizás, la figura del Profesor Julio Cesar Priario nos esté marcando el día permanente en nuestra lucha por la dignidad y la calidad de vida de todos los uruguayos. Muchas gracias.

   
 
  Ver fotografías
 
  Tabaré Vázquez
 
  Tabaré Vázquez
(Flash)