En 10º Congreso de Oncología
Vázquez reivindicó diálogo para construir
instituciones de salud con servicios adecuados
El Presidente Vázquez se refirió a los conflictos y
desajustes asistenciales originados en algunas
mutualistas. Señaló que el Poder Ejecutivo procura
salidas consensuadas y que promuevan instituciones
viables, en lo técnico y administrativo, y que cuenten
con servicios adecuados para los usuarios. En otro
orden, dirigiéndose a sus colegas, resaltó la
importancia de preservar los principios médicos, tales
como el juramento hipocrático.
El Presidente de la República,
Tabaré Vázquez, participó de la ceremonia de apertura
del 10º Congreso Uruguayo de Oncología. En su
exposición se refirió a los avances obtenidos con la
conformación del Sistema Nacional Integrado de Salud
(SNIS) y realizó consideraciones en lo que refiere a
"conflictos" y "desajustes asistenciales" en algunas
instituciones mutuales.
El Presidente Vázquez sostuvo que
los cambios generados en la salud son complejos y de
carácter estructural. Por consiguiente, sostuvo que "no
es extraño que se produzcan conflictos como lo que
estamos viviendo por estos días". Asimismo, destacó que
la voluntad del Poder Ejecutivo, ante circunstancias
que requieran de soluciones, es de "apuntar a una
salida consensuada".
Vázquez consideró que las
unanimidades monolíticas pasaron de moda, por lo cual
"no debemos temer a las diferencias ni dramatizar los
conflictos".Instó a resolver estas situaciones con
lealtad institucional, procurando el bienestar y
dignidad de la gente. Agregó que una solución debe
tener "bases sólidas y apuntar decididamente a la
viabilidad administrativa y técnica de las
instituciones de salud, a la racionalización y
optimización de los recursos humanos, lo cual abarca
los aspectos salariales y las relaciones laborales, y
-objetivo fundamental- a la prestación de servicios
adecuados para los afiliados".
En otro orden, el mandatario se
refirió a la organización del evento, destacando el
esfuerzo, la responsabilidad y el humanismo que
conlleva. Asimismo, señaló que así como la lepra y la
tuberculosis fueron asumidas en el pasado como un
"castigo vergonzante" y terminal, de igual manera
sucedió hace poco tiempo con el cáncer.
Vázquez enfatizó que el cáncer no es
un castigo, ni mucho menos incurable, ya que tiene
factores prevenibles y que cuenta, en el campo de la
oncología, con la posibilidad de mejorar el bienestar y
dignidad "en esa hermosa aventura que es la vida".
El Presidente Vázquez, dirigiéndose
a sus colegas resaltó la importancia de los principios
médicos, tales como el juramento hipocrático –"que no
por ser antiguo es anacrónico"- y otros como el Código
de Nüremberg, las declaraciones de Helsinki y Génova, o
la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos
Humanos. "No hay ciencia sin conciencia, ni medicina
sin principios y compromisos", enfatizó.
Palabras del Presidente de la
República, Tabaré Vázquez, en la inauguración del 10º
Congreso Uruguayo de Oncología
Presidente Vázquez: Dr. Gabriel
Kriger, Presidente del 10º Congreso Uruguayo de
Oncología, señoras y señores integrantes de la mesa de
este encuentro, distinguidos invitados extranjeros,
estimados integrantes de la Sociedad de Oncología
Médica y Pediátrica del Uruguay y de otras sociedades
científicas aquí presentes, queridos amigos, pero si me
permiten sobre todo, queridas y queridos colegas. En
realidad, aún no sé si estoy aquí en calidad de
visitante o locatario, pero realmente creo que eso poco
importa; lo importante es que estamos unidos y
reunidos, abriendo el X Congreso Uruguayo de Oncología.
Yo les agradezco este momento que,
más allá de sus aspectos formales, da cuenta de mucho
esfuerzo, de mucha responsabilidad, de mucha confianza
y de muchas esperanzas y de mucho humanismo. De mucho
humanismo.
Puede parecer extraño hablar de
esperanza y confianza en un congreso referido a una
enfermedad que hasta hace poco tiempo, como antes había
sucedido con la lepra o la tuberculosis, era asumida
casi como castigo vergonzante y terminal, algo así como
una crucifixión que empieza por dentro, el que la
padece. Sin embargo, los aquí presentes sabemos, no
porque seamos iluminados, sino porque somos
trabajadores de la ciencia y de la medicina, que el
cáncer no es un castigo y mucho menos que es incurable.
Que si bien su aparición clínica es el acto final de
una larga representación biológica, tiene factores
prevenibles y que en el campo de la oncología también
cuenta la esperanza de mejorar, en términos de
bienestar y de dignidad, esa hermosa aventura que es la
vida humana y la confianza además, de poder hacerlo.
Pero no está de más, creo humildemente que nunca está
de más, hacer referencia al compromiso de trabajo. Al
fin y al cabo, no hay ciencia sin conciencia, ni
medicina sin principios y compromisos. Algunos de esos
principios y compromisos son tan antiguos como el
juramento hipocrático, pero no por ser antiguos son
anacrónicos. Otros, como el Código de Nüremberg, las
Declaraciones de Helsinki y Génova, o la Declaración
Universal sobre bioética y Derechos Humanos, son más
recientes. Pero no por ser nuevos son anodinos.
Colegas y amigos, inicié esta
intervención diciendo que no sé si mi presencia aquí
era como locatario o visitante, debo decirles también
en honor a la verdad, que tampoco sé si estoy aquí por
ser médico oncólogo y médico radioterapeuta o
Presidente de la República. Sospecho que por ambas
razones. Pero tal sospecha no me angustia pues lo
sustancialmente relevante es que Uruguay también está
trabajando para ser un país oncológicamente
desarrollado. Aún nos falta bastante para lograr tal
objetivo, pero vamos avanzando en términos de educación
y prevención del cáncer, detección temprana, asistencia
correcta y humana, rehabilitación y cuidados
paliativos.
Estamos avanzando además, en materia
de investigación científica, formación de recursos
humanos, vigilancia epidemiológica y coordinación
interinstitucional, referida a una enfermedad que hasta
hace poco era casi un tabú para la sociedad uruguaya,
la enfermedad que persistía en su malignidad y encono,
a pesar del desarrollo de nuestra sociedad y de los
avances de la ciencia médica sobre muchos otros
padecimientos.
El cáncer no es un mal menor y
ustedes lo saben. Pero reitero, tampoco es una
maldición o un castigo al cual hay que resignarse. En
este sentido, todos estamos aprendiendo y avanzando.
También los médicos estamos aprendiendo y avanzando.
Quién dijo que los médicos somos los depositarios del
saber universal o la vanguardia de la humanidad. Es
bueno tener autoestima profesional pero hay que saber
gobernarla.
Y lo estamos haciendo en el contexto
de un transformación estructural que tiene lugar en
Uruguay, como decía el Señor Subsecretario de Salud
Pública; y me estoy refiriendo al Sistema Nacional
Integrado de Salud. Una transformación sobre bases de
promoción de la salud, intersectorialidad de las
políticas y de las asistencias pública y privada,
sustentabilidad de los servicios y accesibilidad a los
mismos, equidad y continuidad de las prestaciones,
calidad de la atención, eficacia y eficiencia en
términos económicos y sociales y participación en este
proceso de trabajadores de la salud y usuarios de la
misma.
Valoramos los avances en esta
materia y nos alegra reconocer que los mismos no son
mérito exclusivo de uno o alguno, sino de todos los
actores competentes involucrados, en un área tan
fundamental y tan compleja como es la salud de la
población: los usuarios, que antes de ser usuarios o
pacientes, son ciudadanos; los profesionales y
trabajadores de la salud que también somos ciudadanos;
las instituciones asistenciales; las personas jurídicas
de derecho público no estatal como la Comisión
Honoraria de Lucha contra el Cáncer; el sistema
educativo y la comunidad académica; el sistema político
en su conjunto e institucional; el Estado reitero y el
sector privado; los Gobiernos Departamentales y también
el Ministerio de Salud Pública y el Poder Ejecutivo. O
acaso este Gobierno sólo es responsable de lo que no
funciona o funciona mal. En lo que anda bien también
tenemos una mínima cuota de participación.
Colegas y amigos, hacer del derecho
a la salud una realidad cotidiana para todos los
uruguayos, como ustedes lo saben muy bien, no es soplar
y hacer botella. Del mismo modo implantar un modelo de
atención basado en una estrategia sanitaria común,
políticas de salud articuladas, programas integrales y
acciones de promoción, protección, diagnósticos
precoces, tratamiento oportuno, así como la
recuperación y rehabilitación de la salud de los
usuarios, es un proceso extremadamente complejo. No es
extraño, entonces, que durante el mismo haya
desajustes, que surjan interrogantes, que aparezcan
diferencias o se produzcan conflictos como los que
estamos viendo por estos días. Pero también es cierto
que el mundo perfecto no existe, los planos del paraíso
tampoco y las unanimidades monolíticas, si alguna vez
existieron, pasaron de moda. No debemos alarmarnos por
este aparente desamparo. La pluralidad es el oxígeno de
la democracia, ese aire habitual que necesitamos para
vivir y desarrollarnos como individuos, pero además
como sociedad. No debemos temer a las diferencias ni
dramatizar los conflictos. Debemos asumirlas con
lealtad institucional y resolverlas con responsabilidad
ciudadana a favor del bienestar y dignidad de la gente.
No corresponde profundizar aquí esta temática, pero,
por si acaso, permítanme reiterar ante todos ustedes y
la prensa aquí presente, la voluntad del poder
ejecutivo de apostar siempre a una salida consensuada
de las distintas circunstancias que se presenten y
necesiten de una solución. El diálogo como herramienta
fundamental para avanzar. Una solución que establezca
bases sólidas y apunte decididamente a la viabilidad
financiera, administrativa y técnica de las
instituciones de salud, a la racionalización y
optimización de sus recursos humanos, lo cual abarca
también los aspectos salariales y las relaciones
laborales y objetivo fundamental, la prestación de
servicios adecuados a sus afiliados. Colegas y amigos,
en un polémico pero apasionante ensayo titulado "La
enfermedad y sus metáforas", la escritora
estadounidense Susan Sontag sostiene que la enfermedad
"es el lado nocturno de la vida". Puede ser, pero
nosotros sabemos también como médicos que la noche es
parte del día. Y parte importante por cierto. Tan
importante que nada menos que León Tolstoi, allá por
1885 escribió en su diario que "todo se decide en la
noche". Más lejos aún fue el francés Louis Ferdinand
Celline, quien en su obra "Viaje al fin de la noche",
escribió que todo lo interesante de verdad se realiza
de noche. No es mi ánimo desencadenar aquí una polémica
literaria, cuyas consecuencias serían seguramente
incontrolables, pero si la enfermedad es el lado oscuro
de la noche y esta es parte del día, entonces nosotros
abrazamos el día en su totalidad y en la medicina y en
la oncología encontraremos una ardua pero hermosa
tarea. Y a esa tarea estoy seguro ayudará este congreso
en cuya apertura, pese a las incertidumbres
anteriormente señaladas, me siento honrado de estar. Y
quizás y sin quizás, la figura del Profesor Julio Cesar
Priario nos esté marcando el día permanente en nuestra
lucha por la dignidad y la calidad de vida de todos los
uruguayos. Muchas gracias. |