Daniel Olesker
El sistema de salud es otro componente de las
reformas sociales impulsadas por el Gobierno
Por su carácter conductor,
universal y que vincula el aporte personal con el
beneficio final, la Reforma del Sistema de la Salud es
un eslabón más dentro de las reformas sociales
impulsadas por el Gobierno. Así destacó los principales
puntos de esta reforma el Director de Secretaría del
MSP, Daniel Olesker. También informó sobre los números,
estadísticas y resultados que confirman la
universalidad del sistema.
El Director General de Secretaria
del Ministerio de Salud Pública, Daniel Olesker destacó
el importante vínculo de la Reforma de la Salud y el
resto de las políticas sociales. En general, se
presenta a la Reforma de la Salud como un componente
más de la Reforma Social del Gobierno, dijo Olesker.
Tanto por los criterios que tiene como por la
distribución consensuada de los costos, es decir, los
gastos que las políticas sociales deben dar, deben
estar compartidos dentro del conjunto de las políticas
sociales.
Por lo tanto, en relación con la
Reforma de Salud como componente del Plan de Equidad,
Olesker se refirió a los criterios comunes que han
tenido los distintos componentes de la Reforma Social y
que de alguna manera define el perfil del Gobierno en
la materia social. Para el Director, cada uno de ellos
se puede ver en oposición al diseño de la Reforma
Social de los 90.
En primer lugar, se refirió a la
decisión de la conducción del Estado, en lo que se
denomina el "nuevo Estado de bienestar". No hay una
reforma social sin un Estado que la conduzca, que la
organice, que defina en la orientación de la Reforma
Social, sostuvo.
Olesker entiende que la
participación estatal en el proceso socioeconómico es
clave, pues el Estado es quién representa los intereses
globales de la sociedad y por lo tanto, es quien posee
la capacidad de decidir por encima de los diferentes
grupos sociales que tienen sus propias demandas en
materia de Reforma social.
En segundo lugar, señaló el carácter
universalista del acceso. En este sentido, dijo que las
políticas universales y sobretodo, cuando se intentan
llevar adelante sobre un punto de partida de
destrucción total del entramado social, deben fijar
prioridades y escalones en ese proceso de
universalización. Asimismo, indicó que su carácter
universal no debe quedar en el camino. Y agregó que
tanto la reforma educativa cono la sanitaria en
especial, muestran ese punto.
El tercer componente: una clave para
que una política social sea progresiva, socializante en
términos del acceso, es que el vínculo entre el aporte
de la persona y el beneficio que recibe se corte. Si
toda política social, enfatizó, se sustenta en una
relación directa entre lo que aporta la persona y lo
que recibe, es una política social excluyente por
definición.
Salvo que en esa sociedad,
casualmente, hubiera una distribución igualitaria del
ingreso. Si esto no es así, eso se quiebra la relación
y por ende tiene que existir dos. Es decir, toda
política social, debe tener dos eslabones separados,
uno por el que se aporta, y otro por el que se recibe
el derecho y debe estar estrictamente separados. Por
tanto, lo monetario no los debe vincular. El rol del
Estado es, justamente, hacer que el vinculo monetario
entre lo que aportan unos y lo que reciben otros sean
los eslabones que estén unidos.
En cuarto lugar, Olesker habló sobre
el incremento presupuestal. Esto quiere decir que si se
toman dos ítems, ANEP y Universidad por un lado, como
educación y ASSE y FONASA como salud, es decir, lo que
da el prestador público, y el subsidio fiscal al fondo.
En 2004, esos cuatro ítems representaban 17 mil
millones de pesos en precios corrientes del 2004.
Representarán en 2009, con la Rendición aprobada -y
además, con lo ya declarado por el Gobierno sobre la
idea que los gastos sociales no se tocan- 41 mil
millones de pesos.
Cuando uno analiza los resultados a
los que lleva una política social, debe conocer cuál
fue el punto de partida. La gran inequidad económica
que había en el punto de partida, como en ASSE y los
Servicios de Salud del Estado, tenían un promedio de 14
dólares mensuales por persona, los Servicios de Sanidad
Militar y Policial 17, las IAMC 36, y los servicios
privados no regulados desde el punto de vista económico
y comercial, 73 dólares por mes y por persona.
También, están los dos subsistemas,
dijo Olesker, el publico para pobres y el resto de la
población en privados, fragmentados, inequitativo, con
un modelo de atención hospitalaria o céntrico y una
debilidad total en la función de rectoría. Además, no
había participación en ningún nivel, subrayó.
Por otro lado, habló sobre otros
aspectos, como la población envejecida, con índices
crecientes de población y exclusión social, el
deterioro de las formas de participación, de débil
gestión, poco profesionalismo y el multiempleo.
Y además, una Seguridad Social que
solo comprendía a los trabajadores privados y tenía
beneficios para mujeres embarazadas y menores de un
año. Para actuar sobre ese esquema de gestión, débil en
el modelo de atención hospital o céntrico y de modelo
de financiamiento y gasto inequitativo, se creó un
sistema, que no es lo mismo que modificar un sistema
existente, sostuvo. El Jerarca precisó que para contar
con un sistema, tiene que crearse la posibilidad de
optar por distintos prestadores. En el caso de Uruguay,
recordó, no había esa opción.
Olesker manifestó que se avanzó en
mayor medida sobre los cambios de la Reforma del
financiamiento. Primero, aseveró, se buscó un cambio en
el modelo de atención, a través de un proceso basado en
una estrategia de atención primaria en salud, promoción
y prevención, recuperación y rehabilitación.
El Jerarca del MSP expresó que esto
no es solo un discurso, porque está dentro de la
prioridad de los sistemas de salud uruguayos desde el
año 1979. Sin embargo, nunca se habían realizado
acciones para ello. En este Gobierno, enfatizó, se
incorporaron metas asistenciales que se pagan en
función del cumplimiento de objetivos del primer nivel
de atención.
Asimismo, se incorporaron metas
asistenciales de pago, según el número de recursos
humanos que para el primer nivel de atención poseen las
instituciones. Olesker refirió que esto significa que,
si no llegan a tener médicos, ginecólogos y pediatras
cada mil afiliados en un número determinado por la
Junta Nacional de Salud, no cobran un plus.
Otro cambio es que hasta el año
2004, el eje de la atención se basaba en las
prestaciones. Porque un modelo basado en la enfermedad,
se basa en prestaciones, dijo. Y agregó que un modelo
basado en la prevención y promoción debe fijarse sobre
la base de programas colectivos de Salud Pública.
Estos programas, que eran
obligatorios en sentido genérico, pasaron a ser
obligatorios en sentido práctico. Además, los programas
pasaron a ser parte del contrato firmado por las
instituciones. Un sistema que integra instituciones
debe tener una dialéctica de complementación y
competencia adecuada, indicó.
Esto es así, relató a la audiencia,
porque al incorporar cientos de miles de personas a la
Seguridad Social, generó una gran tentación y por la
vía de los hechos, muchas instituciones ingresaron en
ese terreno de la competencia por los afiliados. En
referencia a este punto, Olesker dijo que se
privilegiaron los convenios de complementación.
Cuando una institución solicita la
habilitación de un nuevo servicio, observó, debe
presentar junto a la habilitación un proyecto, por el
cual todos los prestadores de la zona donde trabaja van
a ser parte de ese proyecto. Esto fue muy resistido por
las instituciones, dijo Olesker.
En cuanto a los contratos de
gestión, manifestó que la Ley habilitaba a la JUNASA
para la firma de contratos de gestión con las
instituciones con dos objetivos: el cumplimiento de las
obligaciones de la Ley, y también la orientación al
cambio en el modelo de atención y de gestión.
De hecho, destacó, en los contratos
de gestión firmados se incluyen cosas, como por
ejemplo, un mínimo de personas a registrarse por el
prestador, porque al ser por la Seguridad Social, si
una persona no usa el sistema, puede ocurrir que se
registre y pasen años en las que no haya un contacto
con el prestador.
En este sentido, el MSP exige a los
prestadores que haya un porcentaje mínimo de personas
registradas, de manera que los vayan a buscar para
generar esos procesos de promoción y prevención. La
participación de la comunidad es otro eje fundamental
del sistema.
Asimismo, Olesker se refirió al
Seguro de Salud, que se propuso como Fondo Nacional de
Salud. Explicó los motivos por los cuales se decidió
que estuviera dentro de la Seguridad Social. El primer
motivo, fue porque no había IRPF en el Uruguay, o sea,
había que esperar que en el IRPF se incluyera una
alícuota de salud. Esto hacía muy trabajoso y
desgastante el proceso de conformación del seguro.
Por otro lado, Uruguay ya tenía un
seguro de salud -lo que se llamaba seguro de
enfermedad, que era el viejo DISSE-, que para Olesker
era un embrión muy importante. Tenía tres
características muy importantes: la primera, que ya se
aportaba por ingresos; la segunda, que ya se tenía una
cobertura integral y la tercera, que era creíble.
En el 2002, en plena crisis la
morosidad de los afiliados individuales de las mutuales
subió un 30% y la morosidad de los afiliados DISSE fue
cero. Esto quiere decir que no se dejó de pagar ni un
mes. Esto también quiere decir que había credibilidad.
Es por esto que se optó por este camino. La seguridad
social garantizó, desde el punto de vista de su
infraestructura, el funcionamiento del Fondo Nacional
de Salud.
Recordó también que en el anterior
sistema –DISSE- las cuotas eran de 900 pesos la de
activos y solo 100 pesos más la de pasivos. Acá estamos
hablando de diferencias de cinco a uno, de seis a uno,
incluso de siete a uno, en algún caso, relató Olesker.
Este esquema es clave, prosiguió,
porque toma como base la separación entre quién aporta
y quien recibe. Esto ocurre así porque el usuario
aporta según su ingreso, o porque el Fondo le paga
cápitas ajustadas por edad y sexo a la institución.
Aunque aclaró que todavía quedan algunos pagos que las
personas hacen directamente a las instituciones, pero
aún en menor grado.
Se eliminó el dinero, y se dejó la
relación entre el prestador y el usuario básicamente en
el ámbito asistencial. Ahora el usuario elegirá, no
porque la mutualista sea más cara o más barata, porque
no existe el más caro mas barato -salvo en la modalidad
de copagos, recordó-.
Porque ahora no hay cuota, las
personas eligen en función de su aporte a la seguridad
social. En esta redistribución de recursos, Olesker
destacó que también hay una redistribución entre
Montevideo y el interior. Obviamente, no es por el
diseño de la reforma, aclaró, sino porque en el
interior se gana menos que en Montevideo.
Cuando se presentó el proyecto de
Reforma de la Salud a la Federación Médica del
Interior, esta institución planteó que los fondos del
FONASA del interior iban a ser menores. Con esta
medida, son 25 millones de dólares anuales de
transferencia que Montevideo aporta al interior, solo
por el efecto del diferencial de ingresos, informó.
Esto garantiza a los usuarios del
interior el principio de equidad para el acceso a las
prestaciones. La cuota por edad y sexo tiene un plus,
observó. La cuota promedio, que son unos 900 pesos y
este plus son 70 pesos, para tres programas de
atención. Un programa vinculado a la salud del niño
hasta los 14 meses, uno a la salud de la mujer y un
tercer componente que es el estimulo a la contratación
de recursos humanos médicos en el primer nivel de
atención.
Hasta el momento, se trabajaba en la
construcción de estos componentes y cobraban todas
estas metas, hasta hoy. A partir de enero del 2009,
solo van a cobrar aquellos que efectivamente cumplan
adecuadamente estas metas, subrayó.
Otro componente destacado del
seguro, además de su diseño financiero y de pago, es su
gobierno. Olesker dijo que el seguro está gobernando,
según la propia Ley, por una Junta Nacional de Salud,
órgano perteneciente al Ministerio de Salud Pública y
que es una unidad ejecutora. Por Ley, esta Junta se
integra con cuatro miembros del Poder Ejecutivo, los
tres organismos públicos que están involucrados en el
diseño del Seguro: Economía, Salud Pública, BPS; y
además, tres representantes sociales, uno por los
prestadores, un representante de los trabajadores y un
representante de los usuarios.
La función más relevante de esta
Junta es suscribir con los prestadores los contratos de
gestión. En cuanto a los resultados políticos de la
Reforma, Olesker enumeró las diez diferencias entre el
viejo DISSE y el nuevo FONASA. La primera diferencia,
es que transforma dos subsistemas fragmentados sin
conexión inequitativos y sin vínculos de
complementariedad a un sistema único integrado de
salud. La segunda diferencia, es que de un viejo DISSE,
que tenía los trabajadores privados, se crea un Seguro
Nacional que por definición incluye a toda la
población. La tercera diferencia es que aquello que era
un derecho de los trabajadores, ahora se extiende a
toda la familia con dos etapas, los hijos
inmediatamente en el 2008 y los cónyuges a partir del
2010.
El viejo DISSE solo permitía elegir
un prestador privado, rememoró el Director Olesker.
Ahora, se puede elegir un prestador privado, uno social
o un prestador público.
Esta Ley permite la libre elección
entre público y privado a los nuevos ingresados desde
la aprobación de la Ley. A partir de agosto del 2007,
los que estaban en el sistema DISSE, previamente
privados, si aún pretenden cambiar de prestador, pueden
ingresar al sistema ASSE, pro todavía los demás están
en el sistema sin movilidad que la Ley prevé en el
Articulo 41, a reglamentar posteriormente.
El viejo DISSE pagaba una cuota
única, pero ahora se paga una cuota ajustada por edad y
sexo. Los pagos por DISSE no incluían estímulos al
cambio de modelo de atención y a la orientación del
gasto, ahora sí, afirmó Daniel Olesker. Hoy hay un 7%,
pero cree que una razonable equivalencia es 80% de pago
por riesgo, y 20% de pago por metas. Esto significa que
se aspira a alcanzar esta relación cuando la Reforma se
vaya completando.
Para este cometido, se estimula a
través del pago por metas y una que está claramente
definida, es la formación profesional continua de los
integrantes de la salud. El objetivo para el Director,
es alcanzar un 20% de manera que el pago por metas sea
efectivamente un orientador del gasto y sea fuertemente
impactante en las finanzas institucionales, cuando
éstas no cumplen las metas.
En el régimen anterior, recordó, se
perdía la cobertura cuando uno dejaba ser activo y
pasaba a ser pasivo. Ahora ya no, porque el seguro de
salud es un seguro de por vida. Tampoco había
contralor, pero ahora hay una política de rectoría.
También está encaminada una
reestructura de la DIGESA, quien tiene la función de
gestoría, por la cual los inspectores pasan a ser
inspectores en régimen de dedicación con
incompatibilidades, que es una dedicación exclusiva, en
el sentido, que no se pueden hacer cosas que ya están
previamente establecidas, porque son incompatibles con
la función de inspección. Para Olesker, significa que
todo el sector inspectivo se reúne en una sola división
que se llama fiscalización. Eso ya está aprobado por
decreto por el Consejo de Ministros, recordó.
Tampoco existía un marco taxativo de
cuales eran los programas y prestaciones obligatorias.
Ahora sí, el llamado PIAS, que es un catálogo de
prestaciones de 144 páginas. También están los
programas obligatorios que tampoco existían antes. Otro
punto que destacó el Director es que ahora existe la
participación social en la conducción.
La población con prestación integral
ASSE y IAMC seguro privado, hoy ocupa el 95% de la
población y el resto está en sanidad militar y
policial, por lo cuál el 100% de la población, tiene
cobertura integral de salud.
Para Olesker, lo más interesante del
nuevo sistema es la cantidad de nuevos usuarios que
ingresaron al sistema. Sobre las nuevas
incorporaciones, si se toma solo el año 2008, se
observan 180.584 personas que no estaban registradas ni
en un seguro, ni en un IAMC ni en ASSE y ahora si lo
están. O sea que las IAMC recibieron solo en 8 meses,
casi 300 mil nuevos usuarios de los cuales, 120 mil
provienen de traslados de personas que estaban
registradas en ASSE y a partir de su derecho en FONASA,
eligieron prestador privado, acotó. Olesker. Dijo que
180 mil usuarios provinieron de sectores que no tenían
cobertura integral.
También se trasladaron usuarios
individuales y colectivos a la Seguridad Social. Entre
diciembre del 2006 y junio 2008, el mutualismo recibió
326 mil afiliaciones nuevas en casi dos años, pero
perdió 180 mil afiliados que pagaban del bolsillo, 100
mil individuales y casi 80 mil colectivos e ingresaron
520 mil nuevos afiliados de la Seguridad Social.
Básicamente, trabajadores privados
que obtuvieron empleo, trabajadores públicos que
ingresaron por la primera ley y sobretodo, menores de
18 años, o discapacitados sin límite de edad.
El decreto de espera que controla
DIGESA, ha dado resultados satisfactorios, informó
Olesker. En cuanto a los acuerdos de complementación,
dijo que ya existe una veintena de acuerdos de
complementación firmados. Aclaró que complementación no
es venta de servicios. Se están priorizando los
acuerdos de complementación, sobretodo en el primer
nivel de atención en las ciudades del interior, que no
son capitales departamentales.
Finalmente, Olesker dijo que esta
Reforma tiene sentido si el modelo de atención y de
gestión cambia. El financiamiento es un instrumento
para que cambie el modelo de atención y de gestión,
sostuvo. El modelo de financiamiento es un instrumento
para que el modelo de atención y de gestión se
modifique, aunque sostuvo que no por ser el prioritario
es cronológicamente primero, ya que es el que crea el
marco institucional para impulsar los demás cambios.
Entonces, prosiguió, que el modelo
continúe en cambio sobre el modelo de financiamiento en
su implementación, mucho más que los otros, es lógico,
porque era la cronología necesaria para poner el
sistema en condiciones de modificar el modelo de
atención y de gestión.
El instrumento adecuado, para
Olesker, son los contratos de gestión, ya no para que
cambie el modelo de financiamiento dado, que ya se
modificó, sino para que los cambios en el modelo de
atención y de gestión se procesen. Actualmente hay un
millón cuatrocientas treinta mil personas, de esa cifra
cuatrocientos cuarenta mil son menores de dieciocho
años, el resto son setenta mil jubilados y el resto son
trabajadores privados y públicos, indicó.
La Ley prevé que a partir del 2010,
los cónyuges ingresan hasta el año 2013, que los
profesionales y que todos aquellos que tienen renta del
trabajo, pero no en relación de dependencia, ingresen
en enero del 2011.
En otro orden, al comienzo de este
Gobierno, los servicios de salud del Estado tenian un
presupuesto de 5 mil millones de pesos cuando se llegó
al gobierno. Hoy está en 12 mil, lo que tuvo un gran
impacto de ASSE. El aumento de trabajadores privados
activos tiene un componente, que son los trabajadores
públicos, todos los demás, son trabajadores privados
que consiguieron empleo o que se formalizaron.
Pasaron de 500 mil a 900 mil y los
públicos son 120 mil o sea, que el resto que queda para
llegar de los 500 mil, a los 900, son trabajadores
privados. También destacó el aumento de los pasivos, ya
sea por la política de reducción de ticket acordada en
el contrato, como por la ampliación de la cobertura a
jubilados patrones que antes no estaban. Las 50 mil
personas que venían hasta agosto del 2007, era sin
patrones y con un sustitutivo de ticket muy pequeño que
se amplió y a esto, hay que sumar a partir de enero los
activos que se jubilan y quedan en el sistema. El
impacto en materia de salarios tampoco es menor.
El gasto por usuario pasó de 280
pesos a casi 750 pesos del gasto por usuario y por mes.
Olesker explicó que, si comenzó el sistema en una
relación entre el mutualismo y ASSE de tres por uno,
hoy se está en una relación de uno punto dos, a uno.
Esto quiere decir que ASSE era el 35% del gasto mutual
y hoy es el 90%.
Si hoy se incluyeran a todos los de
ASSE en FONASA, el millón doscientos mil usuarios que
no son contributivos, y se le otorga lo que Rentas
Generales les aporta y además, se observa cuánto falta
para que todas esas personas estén ajustados por
capitas por edad y por sexo.
En el 2005 se hizo esa cuenta,
relato Olesker: que el costo era cuatrocientos setenta
y cinco millones de dólares, mientras que ahora
costaría sesenta y cinco millones de dólares. O sea que
en el segundo gobierno, se está en la puerta de "fonasear"
a los usuarios de ASSE, si esta reforma continúa.
Los precios constantes de las IAMC,
en materia de ingresos y egresos, creció notoriamente.
De marzo de 2005 a julio de 2008, mantuvieron el alza,
pero obtuvieron un resultado operativo de quince mil
millones de pesos, tanto las IAMC de Montevideo y el
CASMU.
Asimismo, se notó una baja del
ingreso por afiliado, lo que demuestra que se está
mejorando el nivel de atención y prestacional con menos
costos, lo que para Olesker se resume en mayor
eficiencia dentro del sistema. Lo mismo para el
interior, donde el superávit es sustancialmente
superior, pues se habla de casi 7% de sus ingresos
promedio para las IAMC del interior, concluyó. |