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20 de febrero, 2009

Uruguay centro de origen mundial

INIA investiga la producción orgánica de frutos nativos
En dos o tres años el consumidor local tendrá la opción de incorporar a su dieta otras variedades de frutas autóctonas y poco conocidas como guayabo del país, pitanga, arazá y guaviyú. Éstas contribuyen a una dieta saludable rica en vitaminas, minerales y antioxidantes. Hoy el INIA avanza en sus estudios a fin de mejorar y homogeneizar sus atributos para que los productores hortifrutícolas puedan integrarlos a sus cosechas.

Uruguay es un centro de origen a nivel mundial en relación al guayabo del país, pitanga, arazá y guaviyú y está emplazado en una región que cuenta con el pool genético. Los materiales obtenidos de la prospección de frutos nativos realizada en conjunto por la Facultad de Agronomía, el Departamento Forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) en todo el país, permitió instalar en 2007, en la Estación Experimental “Wilson Ferreira Aldunate” de ese Instituto, en Las Brujas, una colección de guayabo del país, pitanga, arazá y guaviyú.

Esta iniciativa se suma a un emprendimiento ya existente en la Estación Experimental de la Facultad de Agronomía en Salto (UDELAR) donde, desde el año 1998, se desarrolla un programa para estudiar la diversidad genética de estos frutos autóctonos y a las instaladas en predios de productores hortifrutícolas interesados en explotar estas especies nativas.

En las colecciones recolectadas se evalúan parámetros de adaptabilidad a suelos del sur del país, como así también las ondas de crecimiento y las diferentes fases de desarrollo de las especies en estudio, señaló un artículo aparecido en la edición número 14 de la Revista del INIA.

El Instituto tiene el cometido de aprovechar el potencial de estos cultivos que se encuentran en su medio natural y realiza estudios sobre su manejo orgánico a fin de cuidar el medio ambiente e incorporar valor agregado en los productos para el consumo.

En los casos del guayabo del país y la pitanga, que presentan un alto grado de variabilidad genética, el INIA se ha concentrado en el tema de la propagación vegetativa, tratando de lograr un método de multiplicación que dé uniformidad a las futuras plantaciones comerciales. Por otra parte, ese Instituto realiza trabajos en busca de ajustar un protocolo de multiplicación in vitro de estos materiales, como forma de dar respuesta al sector productivo, en cuanto a tener materiales seleccionados y multiplicados masivamente para la obtención de cultivos uniformes.

El coordinador de Frutos Nativos, del Programa Nacional de Investigación en Producción Frutícola del INIA, Danilo Cabrera, indicó que las investigaciones apuntan, además, a lograr que los frutos autóctonos puedan ser comercializados en el mercado. Para esto es necesario, según el técnico,  mejorar su tamaño, sabor, aspecto y valor nutricionales, de forma que resulten atractivos al consumidor.  

Cabrera destacó que estos frutales nativos presentan un alto potencial de adaptación, buenas posibilidades productivas y de manejo del cultivo, son resistentes a muchas enfermedades y amigables con el medio ambiente. Además, poseen buenas propiedades nutritivas y contribuyen a una dieta saludable, debido al alto contenido en vitaminas, minerales y antioxidantes que poseen.

Variedades homogéneas

Consultado sobre cuán cerca se está de la comercialización de los frutos autóctonos, el técnico dijo que en dos o tres años ello podría ser posible. Cabrera afirmó que “el pool genético en su totalidad está muy cerca”. Por pool genético se entiende al total de genes de la especie. En el caso de las especies nativas, significa contar con la totalidad de los genes en nuestro campo, lo que nos da la posibilidad de mayor variabilidad genética. Esto es muy importante al momento de pensar en programas de mejoramiento, ya que tendremos mayores posibilidades de éxito en cuanto a calidad obtenida, conservación de la fruta, resistencia de enfermedades y de poder lograr esto en un menor lapso de tiempo. No obstante, Cabrera adelantó que quedan aspectos por resolver. Tal es el caso de la obtención de plantas iguales a los tipos seleccionados en el campo o en las colecciones instaladas que ya tienen buena calidad como fruto para poder plantarlos en bloques comerciales homogéneos. También mejorar la atractividad de los frutos, sobre todo en cuanto a tamaño.

El entrevistado advirtió que los cultivos existentes, sobre todo de Guayabo del País, son pocos y provienen todos de semilla, lo que determina que los productores obtengan de sus cosechas frutos de diferentes tamaños y formas, lo que disminuye la rentabilidad de la producción de estos frutos nativos. Ante esto, y atendiendo a la necesidad de parte de los productores y viveristas de trabajar con variedades homogéneas, el INIA abordó la propagación de los frutales autóctonos, clonando los materiales seleccionados.

El funcionario del INIA confió que se trata de especies compatibles con otras frutas tradicionales como manzana o durazno aunque sugirió que “el productor debería tener siempre la visión de aprovechar la adaptación que tienen estas plantas para ir a un trato más orgánico e integrado dentro de su predio, logrando un manejo más amigable con el medio ambiente”.

“En un par de años ya tendremos que disponer de materiales clonados, ya sea por cultivo in vitro, por micro propagación, por estaquillado o por una técnica en vivo como puede ser el injerto, que también estamos evaluando en el INIA. Recién entonces contaremos con plantas de este tipo en los viveros para que los productores puedan comprarlas”, aventuró Cabrera.

Por otra parte, Cabrera aseveró que “Uruguay es un centro de origen a nivel mundial en relación al guayabo del país, pitanga, arazá y guaviyú y está emplazado en una región que cuenta con el pool genético. Todas las posibilidades de mejoramiento están a partir de los materiales que tiene nuestro país”.

El técnico reconoció que fue la Facultad de Agronomía la que comenzó con el trabajo de prospección, de mejora y selección de material. El INIA, debido a la infraestructura y la experiencia adquirida en frutos tradicionales contribuyó desde el punto de vista de manejo, de los análisis post cosecha de fruta y propagación mientras que la Dirección Forestal lo hizo respecto al conocimiento de campo. A este núcleo se unió la Facultad de Química y el LATU y todos conforman un grupo interinstitucional y multidisciplinario que trabajan en forma mancomunada para lograr una mejora en estas especies,  facilitando la incorporación de rubros alternativos para el productor y alimentos sanos y saludables para el consumidor, con frutos nuestros.

Ricos y saludables

El guayabo del país (Acca sellowiana) es originario de la región noreste del Uruguay y sur del Brasil. Ha sido cultivado y apreciado por nuestros pobladores, principalmente en los siglos XIX y comienzos del XX. Es posible encontrar plantas centenarias en producción aún, en antiguos cascos de estancias y poblados. El período de floración de esta especie se extiende desde octubre a mediados de noviembre, y dependiendo de los materiales y de la zona del país donde se ubique el cultivo, la fecha de cosecha va desde fines de febrero en el norte hasta mediados de mayo para plantas cultivadas en el sur del país. Este fruto tiene un valor nutricional muy importante por su alto contenido en vitamina C y en yodo.

La pitanga (Eugenia uniflora) es originaria de la zona sur del Brasil, Uruguay y Argentina. Su altura puede llegar a 7 u 8 metros en los montes ribereños, si bien generalmente no pasa los cuatro o cinco metros cuando crece sin competencia por luz. Ofrece una gran variabilidad por lo que podemos encontrar frutos de colores rojos, rosados, rojos-violáceos casi negros y con una gran diversidad de sabores. La pitanga es variable en tamaño de fruto y en su forma. Esta especie tiene una doble floración que se refleja en una doble cosecha. Los frutos de la pitanga se pueden consumir directamente, y son una fuente natural de compuestos antioxidantes, los cuales inciden en la disminución del riesgo de cáncer y enfermedades cardiovasculares.

El arazá (Psidium cattleianum) es otro de los frutos nativos originarios del Uruguay, Argentina y Sur de Brasil. Es perenne y forma una planta que llega a los cuatro metros de altura. Sus frutos son redondeados con piel color rojizo o amarillo y alcanzan los tres a cuatro centímetros de diámetro. Son plantas muy adaptadas a nuestras condiciones que no requieren mayor cuidado.

La floración se observa durante el mes de octubre hasta principios de noviembre pudiendo existir una segunda floración en diciembre. La cosecha del arazá se realiza en el mes de febrero y marzo dependiendo de la fecha de floración. Los frutos, cuando maduros, desarrollan un alto nivel de aroma, el esencial y característico, que los diferencia claramente de otros frutos silvestres. Presentan un alto contenido de azúcares y baja acidez. Constituyen una fuente natural de compuestos antioxidantes, inciden en la disminución del riesgo de cáncer y enfermedades cardiovasculares.

El guaviyú (Myrcianthes pungens) es un fruto nativo originario del Uruguay, Argentina y sur de Brasil. Cuenta con una gran variabilidad y diferente comportamiento en cuanto a vigor, hábito de crecimiento, densidad de ramas, floración y resistencia de enfermedades. El período de floración se extiende durante el mes de octubre y hasta mediados de noviembre. Las flores, aunque no son vistosas, tienen un aroma delicado. La cosecha de este fruto se realiza desde fines de enero a mediados de febrero. Los frutos pesan aproximadamente cuatro gramos y poseen una buena relación azúcar/acidez que los hace muy apetecibles.

   
 
  Danilo Cabrera