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28 de marzo, 2009

Cumbre de Líderes Progresistas

"Uruguay quiere oportunidades, dice no al proteccionismo", reclamó Vázquez
"Primero la gente. Que la crisis económica no derive en recesión social", apunta una cláusula del Comunicado Final: Vázquez dijo compartir ese concepto y sostuvo que los gobiernos progresistas de la región van bien, porque han puesto en el centro de sus acciones al hombre y a la mujer, con prioridad a los que necesitan. En su discurso convocó a construir un mundo cada día mejor, con libertad para cada uno y justicia para todos.

Las herramientas que permitirán al mundo enfrentar la crisis e intentar superarla, son tanto la política como el correcto manejo de la macroeconomía, entendiendo por tal la buena administración. Sin embargo, la política y la economía no son objetivos en sí mismos, sino que son herramientas para lograr el objetivo final, el cual consiste en lograr una mejor calidad de vida para todos los habitantes de nuestros países, afirmó el Primer Mandatario, Tabaré Vázquez en oportunidad de la conferencia de prensa realizada en el marco de la Sexta Cumbre de Líderes Progresistas, realizada en Viña del Mar.

El objetivo central es lograr que nuestra gente viva mejor, especialmente que los más necesitados, sean los más privilegiados, afirmó Vázquez. Por sobre todas las cosas, los gobiernos denominados progresistas debemos ser profundamente humanos y desde un criterio profundamente humanístico debemos encarar estos temas.

"Primero la gente. Que la crisis económica no derive en recesión social" se titula uno de los puntos incluidos en el Comunicado Final de esta reunión, y comparto ese concepto, así como el objetivo y el compromiso implícitos en el mismo, destacó el Presidente.

Ese objetivo es plausible, si se considera la dimensión de la actual crisis financiera global que, no es solamente financiera; es estructural, tal vez civilizatoria. Es un objetivo ambicioso, si se tiene en cuenta que estamos en el siglo XXI y un sexto de la población mundial vive en situación de extrema pobreza. Si bien dentro de ese panorama mundial, nuestra región no es la más pobre, sí es la más desigual, porque es donde peor se distribuye la riqueza que se genera, enfatizó Vázquez.

Ese objetivo es plausible, si se considera la dimensión de la actual crisis financiera global que, no es solamente financiera; es estructural, tal vez civilizatoria. Es un objetivo ambicioso, si se tiene en cuenta que estamos en el siglo XXI y un sexto de la población mundial vive en situación de extrema pobreza. Si bien dentro de ese panorama mundial, nuestra región no es la más pobre, sí es la más desigual, porque es donde peor se distribuye la riqueza que se genera, enfatizó Vázquez.

No le echemos las culpas al imperio de turno, el portugués, el español, el británico, o el americano, porque, aunque tengan su grado de responsabilidad, también nosotros somos responsables, por no haber generado un proyecto latinoamericano para que nuestra gente viva mejor, lo cual no hicimos por omisión, incapacidad, o corrupción, afirmó el Primer Mandatario.

Hoy enfrentamos el desafío histórico de elaborar un proyecto latinoamericano para que nuestra gente viva mejor, y aunque el mismo es plausible y ambicioso, no es suficiente, si se tiene en cuenta que en un proyecto progresista, podrán existir varios horizontes teóricos, pero hay un único núcleo, que es el ser humano.

Me preocupa, y nos preocupa, la economía, dijo Vázquez, pero mucho más nos preocupa la vida, el ser humano, preguntándose si existe algo más importante que la vida y la dignidad del ser humano, dignidad que comienza con la vida misma, y que se expresa en condiciones y en calidad de vida.

Más adelante, el presidente uruguayo se refirió a algunos aspectos de las reformas estructurales llevadas adelante por el Gobierno, que incluye, entre otras áreas, la recomposición del gasto público, priorizando los gastos y las inversiones estratégicas y generando incentivos tributarios a la inversión, en un marco de responsabilidad fiscal.

La reforma del sistema de salud contempla el derecho a la salud de todos los habitantes del país, la reforma en el sistema educativo la sitúa como herramienta y base de la libertad de las personas. En materia de empleo y relaciones laborales, el Gobierno defiende mediante diversas iniciativas el trabajo digno. Asimismo, el Estado lleva adelante la gestión de recursos naturales y del territorio.

El mercado puede ser un gran dinamizador de la economía pero no se le puede pedir justicia social. Necesitamos un mejor Estado y un mejor mercado, el Estado no puede estar ausente, mucho menos en este momento, para atender los derechos de la población, agregó el Primer Mandatario.

Es necesario, para ello, un ámbito público que diferencie al ciudadano del consumidor, considerando que los derechos humanos permiten dignificar la vida de la gente y son la ética de la democracia.

Durante los últimos cuatro años la economía uruguaya creció un 8% anual y el desempleo alcanzó un mínimo histórico de 6.6% a fines de 2008. El 49% del Presupuesto Nacional se destina a inversión social, logrando reducir así la pobreza de un 30 a un 20%, puntualizó Vázquez.

Los gobiernos progresistas de la región vamos bien, porque pusimos en el centro de nuestras acciones al hombre y a la mujer y damos prioridad a quienes más lo necesitan, continuó.

Ante la crisis que enfrenta el mundo, nuestro país está tomando todas las medidas necesarias, pero no será excusa para renunciar al derecho a la salud de la gente, a su educación, a la generación de empleo digno y al medio ambiente saludable.

Vázquez aludió al Programa "Una Computadora, un Niño", iniciado hace dos años, es una transformación en términos pedagógicos, una revolución en términos de igualdad en el acceso a la información, conocimiento y recreación de todos los niños. Al respecto, anunció que la próxima semana se comenzará a adjudicar computadoras con teclados especiales para los niños que no pueden ver.

La educación es la fundamental herramienta para salir adelante y que marca la diferencia con gobiernos conservadores, afirmó el presidente uruguayo.

Los progresistas confiamos en la sociedad y apostamos a articularla sobre bases de libertad, democracia e igualdad. Integrados a la región y al mundo, la pluralidad de esquemas de cooperación e integración es decisiva y factor de estabilidad, ofreciendo estabilidad institucional, macroeconómica, ordenamiento jurídico y reglas de juego claras, así como un clima favorable a la inversión productiva.

Uruguay quiere oportunidades, dice no al proteccionismo. Construyendo un mundo cada día mejor con libertad para cada uno y justicia para todos.

Finalmente, el Primer Mandatario afirmó que en la capacidad de autocrítica de nuestros gobiernos y nosotros mismos encontraremos las fuerzas para seguir adelante con optimismo, realismo y en el menor tiempo posible.

Conferencia del Presidente de la República, Tabaré Vázquez, durante su participación en la Cumbre de Líderes Progresistas realizada entre los días 27 y 29 de marzo en Viña del Mar, República de Chile

PRESIDENTE VAZQUEZ: Queridos amigos, con mucha solvencia se ha discutido hasta este momento que la política es la herramienta para enfrentar la crisis que vivimos e intentar salir de ella, y yo estoy completamente de acuerdo. Precisamos apoyos técnicos, quienes no lo somos, pero la solución de estos problemas, o es política o no hay solución.

También se ha hablado en profundidad -y reitero, con mucha solvencia- de aspectos, económicos, financieros, del manejo de la macroeconomía, del correcto manejo de la macroeconomía, que me apuro a decir que un correcto manejo de la macroeconomía, no es de derecha, ni de izquierda, ni de progresismo, ni de conservadurismo, sino que es de buena administración. Y también con esto, yo estoy de acuerdo.

Pero modestamente creo que la política y la economía no son objetivos finales, sino que son herramientas para lograr el objetivo final, que es, finalmente, que nuestra gente viva mejor. Creo que el objetivo central de esta discusión y de otras discusiones que seguramente se llevarán adelante en el mundo, debe ser cómo trabajamos para que la gente viva mejor. Y sobre todo en este momento para que los más necesitados, sean los más privilegiados.

Creo que, por sobre todas las cosas, los gobiernos que nos llamamos progresistas debemos ser profundamente humanos. Y debe ser desde un criterio profundamente humanístico que debemos encarar estos temas. Modestamente –reitero- no nos "entrampemos", no caigamos en la trampa de discutir exclusivamente desde el punto de vista económico, desde el punto de vista macroeconómico, de las finanzas, -que sí es necesario, discutirlo, analizarlo y hacerlo bien-, no perdamos de vista que lo fundamental es la gente. Son los hombres y las mujeres de nuestro mundo que pueden pagar -y sobre todo quienes menos tienen-, una crisis económica y financiera que no generaron, que no entienden, y que la van a padecer enormemente. Y un gobierno progresista, o los gobiernos progresistas no pueden tolerar, esta situación.

El punto cuatro del proyecto de Comunicado Final de esta reunión se titula, traducción mediante, "Primero la gente. Que la crisis económica no derive en recesión social". Y yo comparto ese concepto, así como el objetivo y el compromiso implícitos en el mismo.

El objetivo que acabo de mencionar puede parecer aburrido, y compromiso que puede parecer frágil en comparación con ciertas epopeyas utópicas que tuvo la izquierda, al menos en Latinoamérica. Y se tiene en cuenta que estamos en el siglo XXI, me atrevería a decir con el corazón en la utopía, o la utopía en el corazón y en el pensamiento, pero con los pies en la tierra para intentar superar la crisis que tenemos.

Pero creo que el objetivo es plausible, si se considera la dimensión de la actual crisis financiera global. Una crisis que, como bien se decía en el Seminario de ayer, no es solamente financiera; es estructural, tal vez civilizatoria. También se ha dicho en esta reunión, que el capitalismo "se enloqueció" y ahora no sabemos a quién culpar por esta locura.

Hoy, reitero lo que hemos dicho más de una vez: el mundo parece un manicomio dirigido por sus propios pacientes. No sabemos ni a dónde vamos. Creo que el objetivo es ambicioso, si se tiene en cuenta que en el siglo XXI, un sexto de la población mundial vive -me pregunto si es vivir- en situación de extrema pobreza. Un sexto de la población mundial vive en extrema pobreza. Y en ese panorama mundial, nuestra región, que no es la más pobre, es sin duda la más desigual, donde se distribuye peor la riqueza que se genera.

Y no le echemos las culpas al imperio de turno, que fue hace algunos siglos el portugués, y que después fue el español, y que después fue el británico, y que ahora es el americano. Porque si bien tienen su culpa, sin duda, también nosotros tenemos culpa, de no haber generado un proyecto latinoamericano para que nuestra gente viva mejor.

Y no lo hicimos, o por omisión, o por incapacidad, o por corrupción. Y creo que en este momento tenemos en el desafío histórico de elaborar un proyecto latinoamericano para que nuestra gente viva mejor.

Pero el objetivo antes mencionado, siendo plausible y ambicioso, no es suficiente, si se tiene en cuenta -y es estoy seguro que todos los aquí presentes lo tenemos en cuenta- que en un proyecto progresista, podrán haber varios horizontes teóricos, pero hay un único núcleo, que es el ser humano.

Me preocupa, y nos preocupa la economía, pero mucho más nos preocupa la vida, el ser humano. Puede parecer inocente, romántico o pasado de moda, pero ¿acaso hay algo más importante que la vida y la dignidad del ser humano? Dignidad que comienza con la vida misma, y no lo digo por deformación profesional solamente, dignidad que se expresa en condiciones y en calidad de vida.

Uruguay, un pequeñito país, no es ni el centro del mundo, ni el centro de la historia, no tenemos esa veleidad, y si la tuviéramos, seguramente no podríamos materializarla. Pero tampoco tiene una actitud autista respecto al mundo ni si resigna a ser victima de la historia.

El Gobierno que presido desde marzo del 2005, tampoco tiene vocación fundacional, pero lo cierto es que desde entonces a la fecha viene instrumentando un sistema de reformas estructurales que, además de las que mencionó ayer en su exposición nuestro Ministro de Economía y Finanzas, abarca también -como creo que se debe llevar a adelante- una recomposición del gasto público, priorizando los gastos y las inversiones estratégicas y generando incentivos tributarios a la inversión. Todo ello en un marco de responsabilidad fiscal. Una reforma a los sistemas de salud para que todos los ciudadanos de nuestro país tengan derecho a la salud.

En la previsión social, una reforma del sistema educativo que transforme a la educación en lo que es y en lo que debe ser: la herramienta fundamental para liberar a nuestros pueblos. El empleo y las relaciones laborales, como lo decía muy bien la señora Presidenta de Argentina, no tener miedos ni temores de hablar retribuciones dignas a los trabajadores. No debemos luchar por cualquier tipo de trabajo, sino por trabajo digno para nuestra gente.

La gestión de los recursos naturales y del territorio, y el Estado, porque el mercado puede ser un gran dinamizador de la economía, pero no se le puede pedir, lo que no puede dar. Esto es, no puede dar justicia social. Necesitamos un mejor Estado y un mejor mercado. El Estado no puede estar ausente, en este momento, mucho menos, de los problemas que tiene la población. Los problemas que no va a solucionar el mercado.

Para ello se requiere de un ámbito público que diferencie al ciudadano del consumidor, porque para el mercado, todos nosotros, somos consumidores, pero para el Estado somos ciudadanos con derechos y obligaciones. Y debemos rescatar esa posición, porque los derechos son herramientas para dignificar la vida de la gente y son la ética de la democracia.

No voy a desarrollar cada uno de estos ítems por razones de tiempo, en todo caso permítanme decir que así como en los últimos cuatro años la economía uruguaya creció promedialmente un ocho por ciento anual, casi un diez por ciento en el 2008, y el desempleo alcanzó un mínimo histórico de seis punto seis por ciento a fines de laño pasado; el cuarenta y nueve por ciento del Presupuesto Nacional, se destina a inversión social y la pobreza se ha reducido en mi país, de un treinta por ciento a un veinte por ciento.

Falta mucho, pero creo que los gobiernos progresistas de la región vamos bien. Vamos bien. Es mucho lo que tenemos para hacer, siempre va haber cosas para hacer, pero creo que vamos bien porque hemos puesto en el centro de nuestra acción, al hombre y a la mujer de nuestros países. Y sobre todo prioritariamente atendiendo a aquellos que más lo necesitan.

Venían bien, podría decirse teniendo en cuenta la crisis financiera global que estalló en setiembre pasado, y cuyos efectos nuestros países ahora lo están comenzando a sentir. Es verdad, lo sentimos y creo lamentablemente que lo vamos a sentir más aún.

Pero también es cierto que nuestra región está mejor preparada que en el pasado para enfrentarla. Por ejemplo, en 1998 y en 2002, para citar dos situaciones graves, sin remontarnos demasiado en el tiempo, es cierto además, que ya hemos tomado y tomaremos todas las medidas que sean necesarias para superar esta situación, para disminuir nuestra vulnerabilidades, para situarnos de una manera más seria y responsable frente a la crisis.

Pero estamos convencidos que la variable de ajuste en esta oportunidad, no será la gente; no puede ser nuevamente la gente, el pueblo, el que trabaja, el jubilado, el pensionista, quien pague los costos de la crisis que tenemos adelante.

La crisis no va ser, seguramente, y en mi país así va ser, la crisis no será excusa para renunciar a la salud de nuestra gente, a la educación de nuestra gente, a generar puestos de empleos dignos, a la convivencia y a la seguridad y al medio ambiente saludable.

Seguiremos, como decía muy bien el Presidente Lula, adelante con un Programa que también expusimos en el día de ayer en el Seminario, pero que quiero resaltar hoy, pues expresa muchas cosas en el Uruguay. Me refiero al Programa "Una computadora, un niño". Este Programa, que venimos instrumentando desde hace dos años, es mucho más que adjudicar gratuitamente una computadora portátil a cada alumno y maestro de escuela pública en el país. Es una transformación profunda en términos pedagógicos, es una revolución en términos de igualdad, en el acceso a la información, al conocimiento, a la comunicación y a la recreación de nuestros niños. Es una revolución profunda que busca instaurar igualdad de oportunidades para nuestra gente, una revolución que también comprende a los escolares con capacidades diferentes.

La próxima semana comenzamos a adjudicar computadoras con teclados especiales para nuestros niños discapacitados visuales, también los niños que no ven tendrán sus computadoras para trabajar. Entendemos este Programa no como algo accesorio, sino como autentico núcleo para el desarrollo.

Un gobierno progresista debe apuntar fundamentalmente a la educación de nuestra gente; esa es la herramienta fundamental para seguir adelante y quizás la fundamental herramienta para diferenciarnos de gobiernos conservadores. Vamos a seguir adelante asumiendo la realidad en todo lo que ella tiene de complejo, cambiante, incierto, pero también de desafiante y auspicioso.

No se trata de pelearse con la realidad, sino de mejorarla; no se trata de limitarse a una suerte de la doctrina de la queja, sino de instrumentar cambios en beneficio de la gente y con la gente.

Porque a la gente no hay invocarla, hay que convocarla, hay que reconocerla, valorarla. Los progresistas confiamos en la sociedad y apostamos a articularla sobre bases de libertad, democracia, e igualdad, consecuentemente entonces reivindicamos la política.

Integrados a nuestra región y al mundo, porque el aislamiento en la negación del progreso, para nosotros la pluralidad, esquemas de cooperación e integración en la región, es decisiva y significa en un mundo, donde los actores nacionales son cada vez más pequeños, un factor de estabilidad para evitar la peligrosa tentación de actuar solos en un mundo de gigantes, ofreciendo lo que todo país serio debe ofrecer: estabilidad institucional, estabilidad macroeconómica, ordenamiento jurídico y reglas de juego claras, respeto a los contratos, clima favorable a la inversión productiva.

En el Uruguay no somos ni queremos ser paraíso fiscal. Uruguay no es por cierto un monasterio, pero tampoco es un casino, y trabajar impulsando la infraestructura y los servicios adecuados que genera trabajo digno para nuestra gente. Pero también reivindicando nuestro derecho al desarrollo.

No queremos privilegios. Uruguay y nuestros países latinoamericanos, no piden privilegios, sino que queremos oportunidades. No al proteccionismo, porque el proteccionismo es a la libertad de comercio, lo que el autoritarismo es al liberalismo. Sin ilusionarnos con un mundo perfecto, pero construyendo un mundo cada día mejor, con libertad para cada uno y justicia para todos, como proclamaba Albert Camus, quien también proponía crear el partido de quienes no estaban seguros de tener razón.

En circunstancias tan complejas provocadas en no pequeña medida por el fundamentalismo, aquel fundamentalismo neoliberal, que se nos dio como receta para salir adelante los países latinoamericanos y abrimos nuestras puertas y nuestras ventanas, aceptamos las recetas que se nos dieron, y quienes nos daban las recetas, desarrollaban políticas proteccionistas que pedían que nosotros no las llevaremos adelante. Y lamentablemente, en nuestros países, se le hizo caso.

No queremos medidas fundamentalistas, no queremos soberbia y no queremos irresponsabilidad de otros, como se nos pidió a nosotros responsabilidad y así estamos actuando. Tenemos derecho a exigir responsabilidad a otros que son más poderosos que nosotros y que tienen que tener también una cuota alta de responsabilidad para que finalmente nuestros pueblos que en estas circunstancias no tiene la culpa de la crisis las están, lamentablemente, padeciendo cada vez más.

No esta de más, también lo digo, que nosotros seamos más modestos y exigentes con nosotros mismos. No para flagelarnos, sino para ser mejores, y estoy seguro que en la capacidad de autocrítica de nuestros gobiernos y de nosotros mismos encontraremos las fuerzas para salir adelante, con optimismo, con realismo y en el menor tiempo posible, porque nuestra gente no puede seguir esperando a que lleguen los momentos en que su vida se transforme en ser digna de ser vivida.

Muchas gracias.

   
 
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