Comisión de Seguimiento de Botnia
Botnia cumple con exigencias de cuidado ambiental
que el Gobierno le impuso
En el marco de los 150 años de la
ciudad de Fray Bentos, se presentó el informe de la
Comisión de Seguimiento de la empresa Botnia. La
directora de Medio Ambiente, Alicia Torres, dijo que
dicho documento reveló que la actividad en Botnia no
implicó cambios en la calidad del agua del Río Uruguay.
Asimismo, informó que su funcionamiento se ha cumplido
dentro de los límites ambientales exigidos por las
autoridades uruguayas.
En el Teatro Young de la ciudad de Fray
Bentos, la Dirección Nacional de Medio Ambiente
(DINAMA), realizó la sesión de la Comisión de
Seguimiento de Botnia con el objetivo de presentar los
resultados del primer año de operación de esa empresa.
En la ocasión participaron el ministro de Vivienda,
Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA),
Carlos Colacce, el titular del Ministerio de Industria,
Energía y Minería, Daniel Martínez; la directora de la
DINAMA, Alicia Torres y el intendente municipal de Río
Negro, Omar Lafluf.
En la oportunidad, se presentó a la
población los resultados consolidados del desempeño
ambiental de la planta de celulosa y energía de Botnia,
al cabo de un año de operaciones.
La Directora de la DINAMA, Alicia
Torres, fue la encargada de hacer la presentación del
informe. Antes de su exposición, la Jerarca realizó una
reseña histórica de la ciudad de Fray Bentos. Destacó
la preocupación de la sociedad civil que, en el momento
de conocerse la noticia de la instalación de la planta,
siguió permanentemente la toma de medidas de prevención
y control para su construcción.
La Comisión de Seguimiento, empezó a
trabajar 9 meses antes de que Botnia comenzara a
funcionar, explicó Torres. Al cabo de un año, de
funcionamiento de esa empresa, informó que “el
emprendimiento de la planta de celulosa de Botnia ha
funcionado dentro de los límites ambientales exigidos
por las autoridades uruguayas.”
Asimismo, expresó, que cuando se habla
desde la DINAMA, se lo hace desde el Estado y al mismo
tiempo se actúa como tal. Es decir, que cuando se
refiere a los controles que realiza el Estado, se
involucra a la DINAMA en coordinación con la Dirección
Nacional de Recursos Acuáticos que depende del
Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, y con la
Red Nacional de Laboratorios Ambientales, con
laboratorios como el de OSE y el LATU, sostuvo.
Por otro lado, indicó que también se
toman en cuenta los monitoreos realizados por
organismos internacionales. La Directora de la DINAMA,
informó “que todos los análisis serios realizados hasta
el momento, tanto de la calidad del aire, como del
agua, son coincidentes con las conclusiones que apuntan
a tranquilizar cualquier temor por una eventual
contaminación a partir de la producción industrial”.
Sin embargo, Torres reconoció que
Botnia es un emprendimiento humano y como tal puede
estar sujeto a incidentes, algunos de ellos predecibles
y otros no. Recordó que hubo episodios que afectaron a
Fray Bentos que referían a Botnia, y otros que no
correspondían a dicho emprendimiento.
En este sentido, aclaró que ninguno de
estos sucesos puso en riesgo la salud de la población
involucrada ni el ambiente. “No hubo nunca afectación
sanitaria ni ambiental para la población del área de
influencia de Botnia”, enfatizó la jerarca.
En definitiva, las conclusiones finales
del trabajo de la Comisión de Seguimiento de Botnia, es
que es la industria ambientalmente mejor controlada en
Uruguay y probablemente de la región.
Las condiciones que Uruguay le impuso a
esta fábrica para habilitar su funcionamiento se
encuentran entre las más exigentes del mundo y el
desempeño de Botnia es completamente satisfactorio en
relación a estos requisitos.
El desarrollo de esta planta de
celulosa demuestra que es posible cumplir largamente
con el desempeño que hoy se le exige a las Mejores
Técnicas Disponibles (BAT, en inglés), razón por la que
se supone que su accionar provocará ajustes en las
normas internacionales. La presencia de Botnia
demuestra que Uruguay está capacitado para recibir y
alojar a emprendimientos industriales del tipo que sea,
independientemente de su porte.
La responsable de la DINAMA, dijo que
no tiene dudas en cuanto que la operación de esta
fábrica empujará a organismos reguladores en el mundo a
aumentar las exigencias que imponen a la industria de
celulosa, porque Botnia demostró que eso es posible.
“La presencia de esta industria en Uruguay dista
entonces de representar un peligro”. Los estudios
detectaron que con respecto a la calidad de agua, la
actividad de Botnia no implicó cambios en la situación
que tenía el Río Uruguay, comparando el antes y el
después de un año en que la empresa comenzó a
funcionar.
Por su parte, el Ministro de Industria,
Energía y Minería Daniel Martínez, calificó a la
empresa Botnia como un emprendimiento muy importante
para el país en el marco del plan estratégico de
desarrollo productivo que viene impulsando el Gobierno.
El Ministro de Vivienda, Ordenamiento,
Territorial y Medio Ambiente, Carlos Collace, destacó
la labor de la DINAMA en todo el proceso de la
implantación de Botnia. En otro orden, anunció la obra
que va a llevar a los afluentes de la planta de Fray
Bentos para la planta de tratamiento de Botnia.
El Intendente de Río Negro, Omar Lafluf,
señaló que cuando se instaló la Comisión de Seguimiento
el 28 de marzo de 2007, nadie se imaginaba el enorme
valor que adquiriría dicha comisión. Explicó que esta
delegación trabajó en forma permanente con reuniones
periódicas y manejó los temas de forma transparente.
Balance al cabo del Primer Año de
Funcionamiento de Botnia
Discurso del la Directora de
Medio Ambiente, Alicia Torres, durante la presentación
del informe de la Comisión de Seguimiento de la empresa
Botnia:
Fray Bentos no es cualquier ciudad
en Uruguay.
Es un pueblo que, a pesar de no ser
de los más grandes en tamaño, conoce sobradamente lo
que es la convivencia con el desarrollo industrial.
Su origen, a mediados del siglo XIX,
se vincula –qué paradoja— con Gualeguaychú, puerto que
no daba abasto para atender el volumen creciente del
comercio regional.
Su origen se vincula a inmigrantes,
porque las tierras para asentar al pueblo (la Villa
Independencia) fueron compradas por empresarios
uruguayos asociados con irlandeses, ingleses y
alemanes. Para fundar aquella ciudad – puerto hace 150
años, un 16 de abril de 1859.
Un par de años después, otro alemán
(Georg Giebert) reforzó la vocación global de la
ciudad, al instalar aquí la fábrica del reciente
invento de su compatriota Liebing: el Corned Beef.
Y así, esta pequeña Villa
Independencia creció asociada a lo que se consideró
durante años el mayor frigorífico del mundo. Más de un
siglo duró esta asociación con el Liebing primero,
convertido en el Anglo luego pero siempre modelo de
crecimiento y empuje industrial.
Modelo no sólo para el país (que no
tenía una industria de este tamaño en ningún otro
lugar!) sino para el mundo entero.
¿O podemos pensar que es casualidad
que hoy ese emplazamiento sea el único museo de la
revolución industrial que existe en el país?
Cuando Botnia resolvió emplazarse en
esta zona, entonces, no generó sorpresa provinciana
sino expectativas ciertas de desarrollo y bienestar
general.
No hubo fantasmas que asustaran como
cucos con nombres tan distintos como dioxinas, furanos,
AOX o TRS.
Hubo sí preocupación por que se
tomaran las medidas de prevención y control
imprescindibles para este o cualquier emprendimiento de
esta magnitud.
Hubo atención constante hacia el
proceso de construcción y funcionamiento de la planta
de celulosa.
Hubo la madurez suficiente como para
establecer un control que, para nosotros, es clave: el
que se hace desde la propia sociedad local, en este
caso a través de la Comisión de Seguimiento.
Tanto, que la Comisión de
Seguimiento comenzó a trabajar, a preparar a sus
integrantes, 9 meses antes de que Botnia comenzara a
funcionar. Para formarse, para tener todos los
elementos que permitirían analizar con claridad y
seriedad la información que se fuera a generar.
La creación y funcionamiento de la
Comisión de Seguimiento no implicó nunca –nunca estuvo
planteado así— la delegación de tareas por parte de la
DINAMA, sino que agregó a todo el esquema técnico (que
funcionó siempre, con total rigurosidad) el elemento
social que entendemos vital para que estos
emprendimientos se integren naturalmente con la ciudad.
Hoy, al cabo de un año de
funcionamiento de la mayor industria que ha conocido el
país en su historia, podemos hablar con la autoridad
que da la mayor y más exigente prueba a superar: la
realidad.
El emprendimiento Orión, la planta
de celulosa de Botnia, ha funcionado dentro de los
límites ambientales exigidos por las autoridades
uruguayas, límites muy estrictos fijados según los
criterios del país; y cuando para algún parámetro no
había un estándar definido, se aplicaron los criterios
de las normas más exigentes del mundo.
Tal vez alguno se pregunte: ¿tengo
que creer esto porque me lo dice la DINAMA?
Y le decimos que SI
Porque nuestra función es
garantizar, asegurar a la población que las actividades
humanas sean compatibles con el ambiente en el que se
insertan.
No es serio, a esta altura, seguir
insistiendo en que un organismo de contralor del Estado
uruguayo puede mentir o tergiversar datos o
información, a sabiendas de que genera un perjuicio a
la población.
Vale la pena aclarar que cuando
hablamos nosotros lo hacemos como Estado, y que no sólo
hablamos sino que actuamos como tal.
Así que cuando hablamos de los
controles de la DINAMA tenemos que decir que esto es en
coordinación con la DINARA, con el SOMHA, con
Meteorología, con Prefectura; que nuestro laboratorio
–que es referencia nacional— trabaja integrado a una
red nacional de laboratorios ambientales (entre ellos,
el LATU), y que muchos análisis han sido realizados en
el exterior, en instituciones también de primera línea.
Pero también les decimos que tomamos
muy en cuenta también monitoreos realizados por otros
organismos del país o internacionales que,
independientemente de cualquier vínculo económico con
el emprendimiento, han trabajado en el tema.
Ecometrix, para el Banco Mundial,
Green Cross (también independiente
de cualquier interés local),
El Instituto Nacional de
Tecnología Industrial (INTI), de Argentina,
La UBA
Todos ellos, instituciones
importantes, que –les puedo asegurar— cuidan su
prestigio y reputación técnica más allá de cualquier
interés económico, o presión política menor.
Todos los análisis serios que se han
hecho hasta ahora, tanto de la calidad del aire como
del agua son, entonces, absolutamente coincidentes con
nuestras conclusiones, y apuntan a tranquilizar
cualquier temor por eventual contaminación a partir de
la producción industrial.
Los invito a repasar un poco el
camino recorrido, desde los estudios que hemos
realizado:
La comunicación del proyecto Orión
ingresa formalmente a la DINAMA el 3 de octubre de
2003.
Para este proyecto se exige la
presentación de un estudio de impacto ambiental
completo, de todos los aspectos, que luego sería
sometido a la opinión pública.
El 21 de diciembre de 2004 se
celebra la audiencia pública, en esta misma ciudad.
Dos semanas antes del traspaso de
mando, el 15 de febrero de 2005, el Poder Ejecutivo
concede a Botnia la Autorización Ambiental Previa,
requisito indispensable para comenzar la construcción
de la fábrica.
Es de hacer notar que en ese momento
eran dos las plantas de celulosa que se instalarían
aquí, así que cuando se estudiaban los impactos
ambientales, éstos eran acumulativos.
Y el 19 de diciembre de 2005, la
Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial
difunde el Estudio de Impacto Acumulativo realizado de
manera independiente a los dos estados involucrados en
el conflicto, y avala la instalación de ambas plantas.
Pero todos saben que el Banco
Mundial no se quedó ahí: hizo el llamado Informe
Hattfield, presentado en abril de 2006, que a su vez
fue auditado por Ecometrix, cuyos resultados se
presentaron en octubre de 2006.
Y una y otra vez los estudios
previos concluían lo mismo: no había razones
ambientales para oponerse a la instalación de estas
plantas.
Aclaremos esto.
Toda actividad humana genera un
impacto en su entorno, en el ambiente. Nuestra
interacción con el medio natural nunca, en nada, es
absolutamente inocua.
La cuestión entonces, es: ¿cuál es
el límite tolerable? ¿Cuánto consideramos que es
posible impactar? ¿En base a qué consideraciones
fijamos los límites?
La contaminación, entonces, no es un
valor absoluto, una marca establecida por alguna
divinidad y, por lo tanto, inviolable: es una
convención, es un acuerdo social.
Según el nivel de conocimientos que
poseemos, según las posibilidades que nos brinda la
tecnología, nos ajustamos a lo mejor para evitar
impactos intolerables, permanentes, que deterioren
nuestro entorno de manera que se afecte la
potencialidad de desarrollo y bienestar de las próximas
generaciones.
Un átomo de cloro en un río es una
presencia extraña, que podría explicarse por el vertido
de alguna actividad antrópica pero, ¿eso es indicador
de contaminación? Va a depender de las características
del emprendimiento, de las características del río al
cual se vierte, de nuestro nivel de conocimientos y de
los estándares que nos hayamos dado, en función de todo
lo anterior. Ni más ni menos.
No quiero dejar de anotar que para
conocer el estado del río nos abocamos a evaluar la
calidad de su agua en la zona de influencia de Botnia
durante todo el año previo a su funcionamiento.
Y esto no fue porque desconfiáramos
de los resultados del trabajo de CARU sino porque este
organismo, con competencias específicas para esto, dejó
de hacer esta tarea (por razones que escapan al sentido
de este encuentro).
Así llegamos al 8 de noviembre de
2007, cuando el gobierno uruguayo autorizó a Botnia a
empezar su operación, cosa que se concretó dos días
después.
Entre paréntesis, les recordamos que
el Banco Mundial auditó –a través de Ecometrix—el
estado de la planta para avalar también por su parte el
inicio de operaciones.
A partir de entonces se terminaron
las especulaciones y no hubo más que mirar la realidad.
Para esto, la DINAMA armó –y revisó
y ajustó varias veces— un Plan de Seguimiento, aplicado
tanto durante la fase de construcción de la planta como
luego, cuando comenzó a operar.
A partir de ese momento, nuestra
mirada se dividió en dos:
- Hacia la calidad del ambiente en
torno al emprendimiento (aire, agua, suelo, biota)
- Hacia los puntos de donde salían
las emisiones de la fábrica (chimeneas, difusor, etc.)
Los controles, a su vez, son de
distinto tipo, según los parámetros involucrados:
Continuos, en algunos casos
Quincenales
Mensuales
Bimensuales
Semestrales
Pero no estuvimos solos tampoco en
este último año, durante la operación de la fábrica:
Inicio de 2008: Green Cross
difunde los resultados del monitoreo de aire
realizado en octubre – noviembre de 2007.
Concretamente, se midió la evolución de la
concentración de dióxido de azufre en la zona de
Ñandubaysal
Julio de 2008: Ecometrix auditó el
funcionamiento de los primeros seis meses de
operación de Botnia
En Agosto de 2008 se conoce el
trabajo del Instituto Nacional de Tecnología
Industrial (INTI), de Argentina, sobre análisis de
dioxinas en sedimentos
En octubre de 2008 trasciende el
estudio de calidad de aire de Gualeguaychú realizado
por el Departamento de Ciencias de la atmósfera y los
océanos de la facultad de Ciencias exactas y
naturales de la Universidad de Buenos Aires
En diciembre de 2008 se conoce un
nuevo estudio de Green Cross, sobre dióxido de azufre
y compuestos reducidos de azufre en la zona de la
estancia La Victoria, en Entre Ríos
Marzo de 2009: nuevo informe de
Green Cross, sobre los mismos parámetros
Marzo de 2009: Auditoría de
Ecometrix –por encargo del Banco Mundial—sobre el
primer año de funcionamiento de Botnia
Como verán, la operativa de esta
industria no ha estado descuidada ni por el estado
uruguayo ni por organismos internacionales que, de
manera independiente, han estudiado y evaluado su
funcionamiento.
Pero no queremos dejar lugar a malas
interpretaciones: Botnia es un emprendimiento humano;
como tal, no es perfecto. Hubo incidentes, algunos de
ellos previsibles –y previstos— y otros, no.
Hubo incidentes que afectaron a Fray
Bentos que tuvieron que ver con la presencia de Botnia
(olores, básicamente), y otros que no.
Lo que sí queremos dejar en claro es
que ninguno de estos eventos puso en riesgo ni la salud
de la población involucrada ni el ambiente. Y esto lo
afirmamos de manera tajante: no hubo, nunca, afectación
sanitaria ni ambiental para la población de área de
influencia de Botnia.
Sobre los eventos que no tuvieron
que ver con la planta de celulosa, destacamos la
ocurrencia de floraciones algales en el río Uruguay
–fenómeno que, lamentablemente, se vuelve cada vez más
frecuente—, la aparición de manchas oleosas en el río,
y el impacto de la quema de pastizales en las islas del
delta del Paraná y de la ceniza del volcán chileno
Chaitén.
Como verán, nos hemos limitado a
hablar de cuestiones estrictamente ambientales, que es
la materia sobre la que tenemos competencias
específicas, y es el ámbito sobre el que se ha
intentado instalar las dudas para la instalación de
esta fábrica.
Afortunadamente, la realidad es
terca y no se deja confundir con opiniones.
Afortunadamente, la población de
Fray Bentos es baqueana en temas de convivencia con
grandes industrias, y no se deja asustar ni
impresionar, por unos ni por otros.
Así, no quiero ahora aburrirlos con
cifras y detalles que ustedes pueden revisar
detenidamente en las carpetas que les estamos
entregando.
Quiero sí detenerme en los conceptos
centrales que dan sentido a este encuentro:
La tecnología de la celulosa y el
papel ha avanzado muchísimo en los últimos 30 años, y
ya no tiene sentido seguir mencionándolas como
"industrias sucias"
Botnia está absolutamente bajo
control del estado uruguayo
La instalación y operación de
Botnia fue autorizada porque su propuesta se ajustaba
a las exigencias más estrictas conocidas en el mundo
entero
A un año de estar funcionando,
podemos confirmar que Botnia ha cumplido con lo que
se había comprometido y con lo que adicionalmente le
habíamos impuesto.
El desempeño ambiental de Botnia
ha sido y es MUY BUENO.
Si bien no es nuestro campo
específico, no tenemos dudas de que la operación de
esta fábrica empujará a los organismos reguladores de
referencia en el mundo (Unión Europea, Canadá) a
aumentar las exigencias que se le imponen a la
industria de la celulosa, porque Botnia está
demostrando que ello es posible.
La presencia de Botnia en Uruguay
dista, entonces, de representar un peligro que acecha
en las sombras. Es, tal como su accionar ha confirmado,
un factor de desarrollo y crecimiento económico y
social.
Así, entre todos, podemos decir sin
dudar que vamos construyendo el país que queremos:
productivo, con trabajo para todos pero natural,
conservando aquellos valores que la naturaleza nos dio
para nuestro disfrute y el de los que van a venir.
Permítanme un recuerdo adicional:
mañana, 16 de abril, no sólo se cumple el
sesquicentenario de la fundación de Fray Bentos,
aniversario que estamos celebrando.
Mañana también se cumplen 25 años de
la muerte del médico Vladimir Roslik en el 9º
regimiento de Caballería, aquí en esta ciudad.
Hijo pródigo de San Javier, Roslik
se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad
y la democracia.
No voy a detenerme repasando hechos
que ya conocen, ni valores que todos sentimos
profundamente.
Simplemente, quería traer su memoria
a este encuentro. Porque entendemos que el futuro y el
desarrollo sólo tienen sentido si están enraizados en
la historia, en nuestra cultura y nuestros valores. |